La vida de otro (2: Mi novia)
Juan discute con su novia porque está muy confundido y esa misma noche su mejor amigo intentará algo con él.
- MI NOVIA
Después de una brutal corrida me sobró tiempo para dejar los boxers en su sitio, pero más tiempo me sobró aún para sentirme como un cerdo, como un cabrón. Aún me dura el arrepentimiento y no soy capaz de entender por qué hice algo así. Yo no soy gay, supongo que fue el morbo de la situación, el ver algo que se intuye como prohibido y querer saltarse la prohibición. No sé, no encuentro explicación lógica, pero lo que tengo muy claro es que yo no soy un marica.
Es precisamente todo esto lo que ha hecho que mi cabeza esté tan llena de dudas. Aún así he decidido darme un respiro y aparcar este tema de momento.
Con mi novia las cosas no han mejorado mucho. El sábado por la tarde cuando estábamos solos en mi casa preparando el examen de Derecho Tributario, Ana, que así se llama, empezó a calentarse, algo fácilmente apreciable por las furtivas miradas a mi paquete. Sin decir nada se levantó de la silla, se puso detrás de mí y me rodeó con sus brazos mientras me besaba en el cuello y en la oreja, porque sabe que eso me vuelve loco. Apartándome de la mesa se arrodilló frente a mí y empezó a desabrocharme los botones de los vaqueros. Cuando aparecieron los boxers CK que llevaba puestos empezó a lamerme la polla por encima de la ropa. Lentamente fue sacando mis 17cm que casi rozaban su plenitud, y empezó una espectacular mamada. Y cuando todo iba tan bien como en los viejos tiempos, algo se torció. Entonces la imagen de mi hermano en la ducha, la polla de Javi, los boxers, la imagen de los tíos de mi gimnasio... empezaron a bloquear mi mente. Me desempalmé y me levanté de golpe de la silla como electrizado.
¡Joder Juan! ¿qué te pasa? Empiezo a pensar que te estás cansando de mí.
Lo siento, es que... es que... -intentaba verbalizar una excusa verosímil.- Es que aquí en el comedor puede entrar alguien, joder, me pongo nervioso, no puedo evitarlo... lo siento Ana.
Tu padre está trabajando, tu madre ha ido a Barcelona, tu hermano está en casa de Sara, -su novia- ¡estamos solos Juan!
Lo siento Ana, es que no lo puedo evitar...- En aquel momento mis frases salían de mi boca sin fuerza ni credibilidad.
Muy bien Juan, será mejor que pienses en lo que quieres. Y recogiendo sus cosas despareció.
Fue al cerrar la puerta y quedarme sólo en la habitación cuando empecé a sentir que mi vida se escapaba de mis manos, que lo que tenía controlado ya no lo estaba tanto. Y desde hace unos días tengo la sensación de que no me conozco, de que me asustan mis propias reacciones, mi vida se está jodiendo.
Después del fracaso con Ana, decidí salir un poco para dejar de pensar en lo sucedido. Me vestí para la ocasión, con unos pantalones vaqueros de Armani, una camiseta Custo y una cazadora Antonio Miró. Cogí el Audi y me fui a la plaza que hay en el centro de la urbanización dónde solemos quedar con el grupo. Una noche de marcha me ayudaría a despejarme.
Tirando del dinero de mis padres me puse hasta el culo de alcohol, después de eso, imposible recordar lo que me pasó. El siguiente recuerdo que tuve fue mi amigo Toni, del que siempre se había rumoreado que entendía, sentado junto a mí en un coche, que diría que era el mío.
Tío, no sabes beber, te has pasado tres pueblos.
¿Qué ha pasado?- pregunté despertando de un pesado sueño.
Después de hacer toda la noche el payaso has empezado a vomitar, te hemos traído al coche y aquí te has quedado sobado.
¿Y los demás?
Se han largado... me han dejado a tu cuidado. Te llevaré a tu casa, dejo tu coche allí y me vuelvo andando a la mía.
No, no... te llevo yo y luego me voy a mi casa.
Jajaja- se mofó él- ¿Tú? Imposible, sólo hay que verte.
Vale, vale, será lo mejor- acepté yo con resignación.
Y antes de arrancar el coche, y con un extraño brillo en la mirada, Toni me dijo:
- Ah! Por cierto, no hace falta que te emborraches para meterme mano.- Y diciendo eso posó su mano sobre mi pierna.
Continuará...