La vida de otro (09: La vida de otro)

Juan reflexiona sobre lo que está viviendo después de su polvo con Toni.

  1. LA VIDA DE OTRO.

Allí desnudo junto a Toni, estirados en su cama, esa maldita sensación de arrepentimiento volvió a invadirme. Una especie de angustia, que últimamente era muy habitual en mí, inundó cada rincón de mi cuerpo. Volví a sentir asco por hacer algo que iba tan en contra de mis principios. Sin decir nada me levanté de la cama, sentía la necesidad de salir de aquella habitación inmediatamente.

  • ¿Te vas ya? –Dijo Toni sorprendido.

No contesté, no me atrevía a mirarle. Me sentía muy avergonzado por lo sucedido, y le odiaba a él por haberme arrastrado a hacer algo así.

  • Juan, entiendo que después del calentón vuelvas a tener dudas. Pero no puedes actuar así. Tener sexo con otro hombre es algo genial si a uno le apetece, no lo estropees intentando negar lo que sientes.

  • ¿Lo que siento? Lo que siento es asco, absoluto desprecio. ¡Por tu culpa mi vida se está yendo a la mierda! –Mi voz brotaba de mi garganta con una fuerza contenida, entre el odio y la tristeza.

  • No hay culpables porque no hay problema. Necesitas tiempo, no voy a reprocharte nada de lo que me estás diciendo. Sé que estás confundido. –Dijo Toni mientras intentaba parecer sereno y tranquilo.

Esa frase se clavó en mi alma como agujas envenenadas por la verdad más absoluta, la que más duele. Y el odio creció en mí.

  • ¿Tiempo? Lo que necesito es no verte más. Eres un marica de mierda, todos sois iguales, siempre mariconeando, provocando, confundiendo a los demás. Pensando que todos somos iguales.

  • Hace mucho que la palabra marica no me ofende. La verdad no puede hacerte daño si ya no la temes. Y en todo caso eres tú el que se acaba de acostar conmigo.

Sus palabras fueron otro golpe bajo a mi condición de heterosexual. Toni estaba de pie a pocos pasos de donde me encontraba. Y la rabia se apoderó de mí. Apreté los dedos con furia y levanté el puño. Pero cuando estaba a punto de empeorarlo todo, le miré fijamente a los ojos. Sin decir nada más salí de su habitación y bajé corriendo hacia la puerta.

Todo esto sucedió el viernes, y desde entonces no he vuelto a salir de casa. El miedo a que Toni haya contado algo de lo que pasó para vengarse de mi actitud me obsesiona. A estas alturas no creo que pueda confiar en nadie. Es como si sintiera que alguien, en cualquier momento va a gritar un secreto que me aterra. No puedo imaginar lo que sucedería si mi familia, mis amigos, la gente que me rodea pudiese pensar que soy... que soy igual que él.

Esta mañana mi padre ha vuelto de Madrid, por lo que vuelvo estar sin coche. Aunque me ha pedido que tenga paciencia, que quizás mañana mismo tenga una sorpresa. Ni si quiera la idea de tener un coche nuevo puede variar mi estado de ánimo en estos momentos. Mi padre lo ha notado, pero obviamente piensa que estoy así por mis problemas con Ana.

Mi madre ha vuelto a su estado ausente y agrio al ver a mi padre. La separación se intuye como algo inminente. De la conversación que he tenido con mi padre nada más llegar, se deduce que planea marcharse de casa cuanto antes. Pero esa habilidad de los buenos abogados de aparentar templanza y seguridad impide que conozca con certeza cuáles son sus planes.

Por la noche, antes de bajar a cenar, mi hermano Carlos ha venido a mi habitación.

  • Vaya, ¿estudiando? ¿No has terminado aún los exámenes?

  • Sí, los he terminado ya... aunque parece que han ido peor de lo que esperaba. Y no estoy estudiando, sólo intento acabar de leer este libro.

  • Vaya, tenía que ser John Grisham. ¿Y cómo es que no te han ido tan bien como siempre?- Me ha preguntado Carlos sorprendido.

  • Pues... por todo lo que está pasando con nuestros padres. –Allí tenía la excusa perfecta.

  • No debes preocuparte más de lo necesario. Ellos se separarán y ganarán mucho más que estando juntos. Si te pones por en medio saldrás perdiendo. He hablado con los dos y ambos necesitan empezar de nuevo. Llevan demasiados años sufriendo. Y lo importante es que están de acuerdo en que deben dejar de hacerse daño mutuamente.

En las palabras de mi hermano no falta razón, pero los problemas me abruman. La separación de mis padres, las dudas respecto a mi sexualidad. Pero ahora mismo hay demasiadas cosas de las que no puedo hablar con Carlos.

  • Lo sé, pero no puedo evitar estar así. Pero supongo que has venido a decirme algo más.

  • Sí, venía a decirte que he hablado con Ana esta tarde. Es una chica fantástica y me sabe mal que estéis así. –En las palabras de mi hermano he captado una disculpa por meterse donde no le llaman.

  • Bueno, no creo que tú puedas hacer mucho por nosotros.

  • No, no claro. Pero bueno, Ana me ha contado lo de tu mentira a cerca del coche. Le he dicho que lo hiciste para no preocuparla...

  • Sí, fue por eso.

  • Pues parece no ha quedado demasiado satisfecha con la explicación. De hecho yo tampoco lo estaría. Creo que deberías hablar con ella. Pero antes dime una cosa, ¿hay algún motivo más que explique tu comportamiento de estas últimas semanas?

  • Hablaré con ella por supuesto, pero hoy no estoy de humor.

  • No has contestado a mi pregunta. –Ha insistido mi hermano.

  • No, no hay nada más. –He mentido yo.

  • Sabes que puedes confiar en mí, si necesitas hablar...

  • Lo sé. Gracias hermanito.

Y dicho esto, aunque insatisfecho por mis explicaciones, mi hermano ha salido de la habitación. Carlos me conoce bien, sabe que me preocupa algo. Siempre ha sido un hermano mayor ejemplar, siempre ha estado a mi lado cuando lo he necesitado. Si supiera la basura de hermano que tiene, que le ha espiado en el baño, que se ha masturbado oliendo su ropa interior.

Hoy, después de todo, mi vida se ha quebrado. La vida por la que siempre he luchado se deshace, se deshace la familia, se deshace mi relación con Ana, se deshacen mis convicciones... y el miedo, las dudas, la vergüenza y el rechazo que siento hacía mis propios impulsos lo ocupan todo. Mi vida ya no es la que había sido siempre, es como si estuviese viviendo una vida distinta, una vida peor, una vida confusa... es como si estuviese viviendo la vida de otro.

Continuará...