La vida de Manuel (Especial: Hola, soy Andrés)

La vida de Manuel, Especial: Hola, soy Andrés, les cuento como es que termine fallándome a mi hermano Manuel, al cual descubrí desnudo en habitación.... Espero les guste...

La vida de Manuel

Especial: Hola, soy Andrés.


“Puto Manuel”, pensé. ¿Ahora qué carajo le pasa? ¡Pero qué cerdo!; tiene más de media hora que lo encontré en su habitación, desnudo, con un espejo intentándose ver su culo y para acabarla, lo que menos entiendo, es que, se estaba pasando un trapo por su culo; ósea, que carajo le pasa a este niño.

Cuando le cuestione si era maricon, solo se puso a llorar y de ahí no lo pude sacar; le intente cuestionar porque lo hacía, pero no pudo decirme, o no quiso simplemente; la verdad, quería saber el ¿porque lo hacía?, ya que no es algo normal que un chico haga en su cuarto, ¿o sí?; después de hartarme de su llanto, solo le dije seriamente que se diera prisa a vestirse e ir al comedor, ya que mis padres le hicieron una cena especial por haber terminado la primaria.

Y es donde nos encontramos ahora; cenando feliz mente como una puta familia feliz; yo igual termine el primer año de preparatoria y no se me dijo nada; todos teníamos una buena relación, o al menos eso creían ellos; con mis padres, la situación es un poco complicada, ya que ellos creen que soy un chico que se la pasa haciendo cosas malas, pero no entienden que ni siquiera pueden decir eso de mi completamente seguros, ya que, no me prestaban atención.

En la mesa, solo escuchaba la conversación de mi hermana hacia mis padres, sobre su nuevo novio, o algo así; Manuel estaba muy entretenido en su mundo, pensando en que decirme para que no le diga nada a mis padres, o no sé; y estaba yo, simplemente comiendo como si nada.

Levante la mirada y la fije en Manuel, intente recordar buenos momentos con él, pero los que tenía, o los pocos que recordaba, eran de cuando estaba más pequeño; estaba por ejemplo, uno en el salimos de excursión familiar, y mis padres habían invitado a sus compañeros de trabajo y nos ignoraban a nosotros, lo que dijéramos o lo que hacíamos; por eso me encargue de que Manu, disfrutara esa salida “familiar”, mostrándole y explicándole lo poco que yo conocía; era tan bonita nuestra relación en ese entonces, llena de cariño, de amistad, de respeto, de admiración; el me admiraba como hermano; yo a él le quería, el mismo que se me agarraba al cuello en la piscina cuando empecé a enseñarle a nadar, ya que mis padres nunca tenían tiempo.

Había crecido físicamente, pero conservaba los rasgos de su edad; un chavillo bastante delgado, pero con un buen culo, que es de familia; conserva una mirada picara, y su cabello castaño, le confería un aspecto angelical tremendo; necesitaba protección y que le aportara vivencias, conocimiento y cosas de ese estilo; es muy inocente, o eso me parecía; ¿algo había cambiado?

Al menos en mi relación con él, pues tengo que admitir que sí; ya que desde la secundaria tuve que plantearme en el papel de chico rebelde, para poder defenderme de los abusivos que salían en la escuela, por ello me fui ganando la mala fama en la escuela y ante mis padres, que me tienen en mal concepto desde entonces, y claro eso afecto en cómo me veía mi hermano, ya que mis padres siempre me regañaban delante de él y de mi hermana, y eso provocaba que ellos se alejaran de mí.

Al terminar la cena, mis padres felicitaron nuevamente a mi hermano, y se dispusieron a retirarse; si, mis padres saldrían con sus amigos a un evento o algo así; y mi hermana saldría con el que creo que ya es su novio; eso me hizo pensar en que podría ir a casa de Pedro un rato, pero me plantee que sería una buena oportunidad para hablar con Manuel; por ello cuando mis padres y mi hermana se dispusieron a prepararse para irse, tome a Manuel de su brazo y le dije:

  • Hablaremos sobre lo que paso he – le dije directamente.

  • Pero Andrés, por favor – me dijo de manera implorante, como si quisiera que ya no tocase el tema.

  • Tenemos que hablarlo pulga, ¿o lo quieres hablar con Mama y Papa? – le plantee una solución alterna.

  • No, como crees que quiero hablar eso con ellos, ni siquiera con tigo lo quiero hablar – me dijo nerviosamente, y cerciorándose de que nadie escuchara nuestra platica.

  • Entonces cuando se vayan, hablamos, ¿de acuerdo? – el solo asintió y para mí fue suficiente, así que decidí soltarlo de mi agarre.

Solo tenía que esperar a que mis padres y hermana, se fueran para poder aclarar esto con Manuel; tenía que saber que le pasaba o que pensaba.


Tardaron algo más de cuarentaicinco minutos en irse de casa, y me pude dar cuenta de eso, ya que, me quede todo este tiempo en la sala; cuando mis padres salieron me dijeron el típico “cuida la casa y a tu hermano”; si claro, yo lo cuidare.

Cuando ya estuvieron fuera de casa, me dirigí a buscar a Manuel a su habitación, esperando no encontrármelo del mismo modo que anteriormente. Talvez cuando estemos hablando pueda descifrar que le pasa y por qué; talvez tenía dudas sobre su cuerpo, yo podría explicarle los detalles de un hombre, como que los hombres teníamos vello corporal y que cuando sale, significa que nos formamos sexualmente; que cuando a él le salga pues se daría cuenta rápidamente, a menos que no le salga, ya que, a mí solo me salió un poco.

Cuando ya estaba delante de su puerta, di tres toques, pero nadie respondió, así que decidí abrir la puerta para poder encararlo, pero me percaté de que no estaba dentro; su habitación estaba sola; talvez se estaba dando un baño, pensé.

Estando en su habitación me percate de su manera de decorarla, no tenía nada que ver con la mía, que estaba llena de posters de mujeres y de carteles de películas; al contrario, esta no tenía decoración alguna, era sobria; al llegar al borde de la cama , me percaté de que aún estaban el espejo y el trapo que tenía en sus manos esta tarde; los tome en mis manos, y me senté en la cama, la verdad, quería imaginar que lo estaba haciendo porque le causaba curiosidad su cuerpo, y no por otras cosas; al menos porque yo si me doy cuenta de que mi hermano es gay.

El nunca mostro interés por las mujeres; y no lo digo porque se tiene que mostrar desde temprana edad, sino que simplemente me di cuenta de que, no parecía importarle mucho el poder estar con una; un tiempo pensé que era por el apego a mí, por eso en parte me separe un poco, pero aun así, continuo siendo el mismo, y como fue pasando el tiempo, pues acepte que a mi hermano no le gustaban las mujeres; lo acepte, es mi hermano y al fin y al cabo quiero lo mejor para él; siempre me he considerado de una mente abierta, con una mente sin prejuicios, en el instituto, en las fiestas y otros eventos he conocido hombres que se acuestan con hombres, fuera y dentro del armario, algunos se me han insinuado abiertamente, y hasta en alguna ocasión tuve algún desliz con algún chico del instituto, borracho, eso sí; eso no ha perturbado ni una gota mi pasión por las mujeres y por sus pechos, sus acogedoras vaginas y mi amor por las hembras.

Pero recordando que tenía el trapo que se pasó por el culo mi hermano; la verdad no supe porque, pero me dio un no sé qué, el olerlo; no olía nada mal, solo pude percatarme de que tenía olor a semen;          la verdad me resultaba bastante cachondo que mi hermano, con la poca edad que tiene; de seguro se masturbo y se manchó, pensé excusando su acto, pero, aun así, ¿porque se lo pasaba por su culo y se lo veía?

Decidí simplemente esperar a que el fuera el que me diera la explicación de lo que le pasaba y porque estaba haciendo eso; por ello decidí dejar esas cosas y salir de su habitación, esperando a que, me fuera a ver pronto a la sala; me tiré en el sofá a esperar que Manuel bajara para hablar con él.


llevaba ya casi 10 minutos esperándolo y aun no aparecía, por eso decidí quitarme los zapatos y mi camiseta; me quedé meditando, escuchando de fondo de la televisión, recordando mis andanzas de joven, y notando como mi polla empezaba a despertar y se quedaba morcilla; mi polla era gorda y grande, casi alcanzaba los 21 cm; era mi herramienta, la que tantos placeres y alegrías me había traído; dejé de pensar en esas cosas cuando escuché ruidos acercándose.

Manuel bajo y tosió, pensando que estaba dormido; me incorporé y le miré con tono serio, bajaba con una toalla corta en la cintura. Era precioso el niño; ya había empezado a desarrollar un cuerpazo, que, aunque no muy alto y ancho, se veía muy lindo; su pelo estaba revuelto, sus ojos vivos y pícaros me miraban con cierta angustia; algunas gotas de agua caían por su cuello delgado, liso y perfecto hacia su pecho, adornado por dos pezones rosados preciosos, Justo donde su mano sujetaba la toalla estaba su vientre firme y terso, que daba paso a la cintura más perfecta y estrecha que había visto; la toalla dejaba al aire unos muslos perfectos, firmes, sin ni una gota de grasa que se antojaban incluso un poco femeninos. A veces me sorprendía pensando en meter mis manos entre ellos y apartárselos para ponerlos alrededor de mis caderas; volvió a carraspear, recorrió el salón mientras le observaba y pude ver que la toalla ajustaba a la perfección dos nalgas rígidas, respingonas, que se movían con discreción tapadas por el paño.

  • Ven pulga, siéntate aquí, solo quiero hablar con tigo – le dije con un tono calmado.

  • Andrés, lo siento mucho, he sido un idiota, perdóname – su pierna rozo mi pantalón cuando paso a mi lado.

  • No pasa nada, pero tenemos que hablar – le dije con convicción.

Manuel se puso a llorar cuando se sentó; estaba realmente arrepentido, no sé por qué, pero verlo llorar me encogió el estómago; pasé mi brazo a través de su cuello y lo atraje contra mí; podía sentir su frescura, propia de haberse pegado una ducha, y su aroma a jabón; le di un beso en la cabeza, él se apoyó en mi pectoral, descargando sus lágrimas sobre mi pecho, ligeramente cubierto por mi sudoración y las largas horas de entrenamiento.

  • Vamos, tranquilízate, estoy aquí para todo lo que necesites – le dije mientras acariciaba su cabello – No llores pulga – le susurré.

Estuvimos así unos minutos, en el silencio roto solo por sus suspiros. Él empezó a tranquilizarse y a mover ligeramente su mano, recorriendo mi torso con suavidad, acariciándolo, deteniéndose con parsimonia en mis pectorales; yo le dejaba hacer; me puse más cómodo en el sofá, apoyando toda mi espalda en el respaldo; él seguía jugando con el poco vello de mis abdominales, mientras yo acariciaba su pelo, e inhalaba con profundidad su sensual olor a jabón recién duchado.

Su mano se paseó por mi costado, subiendo casi hasta rozar mis axilas; volví a aspirar una bocanada de aire y pude sentir mi propio olor corporal. Estaba sin duchar todavía. Manuel se detuvo en mi ombligo, y jugó con los vellos que nacían en él para irse adentrando en mi pubis; mi polla marcaba ya entonces un leve crecimiento y empezaba a ejercer una presión considerable contra mis pantalones, justo apuntando hacia él; mi polla estaba reaccionando a las caricias, intenté apartarle, pero retiró su mano y cogió mi brazo para que siguiera abrazándole, subiendo a lo largo de mi antebrazo y bíceps, y bajando, muy despacio. Yo le volví apretar contra mi pecho sintiendo una enorme paz y tranquilidad.

Empezaba a tener un sentimiento un tanto embarazoso; a mí no hacía falta apenas nada para ponerme cachondo, e incluso hablando o jugando con mis chicas podía empalmarme; pero, esta vez era diferente, empezaba a sentir un cierto deseo de seguir abrazándole, de poseer a mi hermanito, de utilizarle. Tenía un sentimiento de posesión; estos pensamientos cruzaban rápidamente mi cabeza, sin detenerse, mientras mi pene empezaba a babear dentro del calzoncillo; empecé a percibir, mezclado con mi sudor y su olor a jabón. Quizá la atmósfera que se estaba creando, el contraste entre la candidez de mi hermano y que lo había visto desnudo hurgando en su cuerpo, el cual tenía delante, estaban ejerciendo en mí algún tipo de control. El sexo era el sexo, siempre lo había pensado, y cuando uno está cachondo tiene que llegar al final; yo era un animal de instintos y me movía por impulsos, sobre todo, sexuales.

Aparté a Manuel al mismo tiempo que mis pensamientos, y le miré; este me miraba con ojos de ángel, con cara de tranquilidad, había dejado de llorar y estaba más tranquilo.

  • ¿Estás bien, pulga? - Le dije acariciándole la frente.

  • Si Andrés, lo siento no quiero que te enojes conmigo por mis tonterías, y mucho menos decepcionarte a ti y a mis papas - dijo separándose de mí y mirando mi abultado paquete, percatándose de que sus caricias, intencionadas o no, habían causado un efecto en mi inmediato. La bragueta de mi vaquero iba a reventar.

  • Esta bien, cuéntame que es lo que estaba pasando esta tarde; no te preocupes, no le diré nada a papa y mama, solo quiero saber si estás bien – le dije para que se animara a contarme.

  • Pues… - dudo un buen rato, sus mejillas se enrojecieron.

  • Venga pulga, confía en mi – le dije insistiéndole.

  • Esta bien Andrés, confió en ti – me contesto contraído; la verdad, que me dijera que confía en mí, me alegro mucho.

  • Entonces puedes contarme cualquier cosa, te prometo que yo te respetare, ante todo, además recuerda que te quiero – al momento de que le dije eso, en su rostro se dibujó una hermosa sonrisa.

  • Desde siempre – inicio a contarme – me he sentido diferente sabes, no como si quisiera solo un sabor de helado que todos los demás, sino, como si todo yo fuera diferente.

  • Esta bien – le dije dando ánimo.

  • Andrés, soy gay – me dijo con preocupación en su rostro; la cual me acongojo, pero decidí que tenía que apoyarlo.

  • Esta bien pulga, no hay nada que temer – le dije – todo está bien, el amor es amor, sea como sea, solo importa que tu estés bien y que te sientas cómodo.

  • Gracias hermano – me dijo y me dio un abrazo, el cual yo le respondí inmediatamente.

Me alegraba que tuviera la valentía de poder decirme lo que sentía, aunque tarde en darme cuenta que mis manos se encontraban en su estrecha cintura, la cual se sentía tan lisa y tersa; pero fue el, quien se apartó primero.

  • Me alegra que me tuviera la confianza de decirme – le dije – pero, aun no me dices que es lo que estabas haciendo en la tarde – le recalque.

Se quedó pensando un buen rato, la verdad sabía que estaba pensando en si decirme o no, o que podría inventarme, pero confiaba en que me diría la verdad.

  • Bueno Andrés, digamos que estaba, mmm – no lo quería decir, dudaba mucho en decirme – estaba, masturbándome – me dijo de manera temerosa.

  • Okey – le dije, aun sabiendo que lo sospechaba – y cuando entre te estabas limpiando ¿no? – le cuestioné.

  • Si, o bueno, digamos que estaba también intentando masturbarme por ahí – me revelo, lo cual me dejo impactado.

  • Pero, ¿Cómo? ¿Porque? – le pregunte.

  • Es que, digamos que vi un video pornográfico – me dijo inocentemente – y me entro la curiosidad de saber que o como se sentía – me dijo con un poco de temor.

  • ¿Quieres decir que quieres experimentar la sensación? – le pregunte sorprendido.

  • He, digamos que si – me dijo inocentemente – y si puede, pues saberlo de manera real, no solo de esa manera.

La revelación de mi hermano me produjo cierta impotencia; el niño quería saber lo que era el sexo.

  • Ya sabrás que tienes que hacer cuando sea el momento - le dije, intentando quitarme las ideas que rondaban mi cabeza y que poco a poco estaban despertando en mis instintos animales; él tenía una mirada de cierto desafío, como retándome - ¿No te parece? - le pregunté intentando confirmar mis, cada vez, más pobres argumentos.

  • Pues no Andrés, no me parece - me dijo desafiante - Soy un analfabeto sexual- me dijo, claramente enfadado.

  • ¿Analfabeto? – me sorprendí de su pronta postura defensiva.

  • Si Andrés, sabes que papa y mama no nos hablan de ese tipo de temas, o bueno al menos a mí no; y yo creo que nunca es muy temprano para hablar de eso; en la escuela hemos hablado de cosas generales, pero cuando se trata del sexo en sí, no tengo ni idea, porque no tocan ese tema - me espetó con cara de pena.

  • Eso se aprende con la práctica - le contesté rápidamente.

  • Sí, estoy de acuerdo, práctica que no tendré hasta que esté en preparatoria o la universidad - me dijo con cierto tono desesperado - no sé nada del tema, excepto que, según tú, tengo que esperar a la persona ideal según las películas; varios de mis compañeros de seguro ya saben más que yo - Me dijo reprochándome mis argumentos anteriores y haciéndose la víctima.

  • Bien, ¿Y qué te gustaría saber Manuel? - le dije para ver si podía ayudarle a desentrañar esas dudas tan importantes que parecían angustiarle.

  • Me gustaría saber qué se siente estar follando - dijo con resignación.

Medité un tanto la respuesta; sabía que entraba en un terreno complicado, yo no sé si podría aconsejarle sobre el sexo entre hombres, a mí me gustaban las mujeres.

  • Supongo - contesté - que depende de qué te gusté hacer - le dije explicándole lo poco que sabía - en el sexo entre hambres hay uno que da y otro que recibe. ¿Me entiendes? - Le dije un poco avergonzado del lenguaje que estaba empleando; el solo asintió y proseguí - “En una pareja uno tiene que dar placer al otro, siempre buscando su máximo placer, dependiendo de lo que le gusta. Por ejemplo, si yo tuviera sexo con otro tío me gustaría que me mamaran la polla y que me dejara follarme su culo, básicamente lo que me mola hacerle a una tía y que me hagan - continué explicando más detalladamente - eso entre hombres se llama ser activo o pasivo, los hay que les mola dar por culo y los hay que disfrutan mientras se los follan - acabé aclarando, esperando que me entendiera.

Manuel cambió su mirada; no sabía que estaba pensando, pero de seguro estaba analizando todo lo que le explique; hasta que regreso a la realidad y me miró a mí.

  • Andrés, yo creo que a mí me gustaría saber qué se siente cuando un hombre te folla y qué se siente al comerle la polla - me espetó sin miramientos, lo cual me dejo sorprendido, pero intente continuar tranquilo.

  • Entonces, hermano mío, eres un pasivo, lo que buscas es un hombre que te de polla- le dije con cierto tono de complicidad, para que no se sintiera nervioso.

  • ¿Sí, tú crees? - dijo inocentemente.

  • Claro pulga, para que haya hombres activos, tiene que haber hombres pasivos. Así funcionan las parejas, fundamentalmente, si encuentras a un activo, probablemente sabrás que eso es lo tuyo - le dije con claridad.

Me fijé en que mi paquete se marcaba ya una buena erección y él tampoco era ajeno a esa situación; la atmósfera que se había creado, sus caricias mientras sollozaba en mi pecho y la conversación estaban teniendo sus efectos.

  • Y cómo sé que me gustaría - me dijo sacándome de mis pensamientos -nunca he probado con un tío, y no creo que alguien me ayude a buscar – me dijo.

  • Pues no sé Manuel, eso se sabe mmm ¿cuándo te masturbas en qué piensas? - le pregunté interrogándole.

  • Normalmente pienso en que me folla un chico que vi en un video porno, pero una cosa es pensar y otra sentirlo de verdad – me dijo muy seguro.

  • Tengo una idea - le dije intentando darle una solución - ¿por qué no pruebas con algo? tus dedos, no sé, un consolador- le sugerí.

  • Si claro, lo que me faltaba, que mamá encontrara una polla de goma en mi habitación para acabar de rematar la semana - me contestó riéndose – además, ¿de dónde crees que sacaría una?

Yo me eché a reír por su comentario, era la verdad, mis padres jamás permitirían que tengamos uno de esos objetos; la verdad es que dicho así sonaba bastante disparatado. Entonces se me ocurrió algo.

  • Espera un momento - le dije, mientras me levanté y me fui a la cocina, hay algo que podría valer para probar; entré en la cocina y abrí la nevera, había dos pepinos que mis padres habían comprado para la comida; no sé por qué, pero elegí el más grande; posiblemente empujado por una especie de instinto animal sexual izado que no me dejaba pensar con claridad. Por un lado, quería ayudarle y por otro me ponía cachondo la idea de imaginarme a Manuel metiéndose objetos por su culo, y a falta de algo mejor, eso tenía la forma perfecta de una polla.

Regrese a la sala y Manuel, estaba desparramado en el sillón, solo con su toalla corta, que apenas y le tapaba; le lance el pepino desde la distancia y callo encima de su toalla, este respingo al notar el golpe que recibió.

  • ¿Qué te pasa Andrés? - se quejó- ¿y esto para qué es? - me preguntó intrigado, tomando el pepino entre sus manos.

  • Para que pruebes, es lo que más se parece a una polla - le dije convencido, divirtiéndome por lo surrealista de la escena; él se quedó pensando por unos segundos.

Pero entonces simplemente se levantó y se quitó la toalla; su polla, que todavía era una polla de niño, dio un respingón, estaba completamente dura y apuntó al cielo; yo me senté en el sillón esperando ver qué hacía; pero el se echó a un lado, cerca de mí, y con esfuerzo empezó a pasarse el pepino, verde y frío, por la raja de su culo.

Empezó a hacer esfuerzos, mientras yo miraba atónito como intentaba meterlo sin éxito; lo sacó, se ensalivó una mano, lubricó bien su culo y lo puso a las puertas de su ano, volvió a intentar meterlo y dio un pequeño quejido.

  • Espera - le dije excitadísimo, levantándome en el sofá y acercándome más a él - colócate a cuatro patas - el obedientemente, se puso a cuatro patas, ofreciéndome una vista de su culo rosadito, coronado por dos nalgas duras y respingonas.

Lancé un escupitajo bien cargado de saliva que se dio en la diana perfectamente, y acaricié con mis dedos su raja, Manuel lanzó un largo suspiro que entendí como una aprobación.

  • Cierra los ojos y relájate - le dije en voz baja, sin atreverme a escuchar mi propia voz por lo que estaba haciendo.

Entonces, metí mi dedo índice y jugué en su interior; me sentía completamente hipnotizado con ese culo, mi dedo desapareció hasta el fondo; eso me sorprendió y me gusto, por ello me ensalivé dos dedos y los metí, intentando dilatar las paredes de su ano; el simplemente gemía plácidamente, disfrutando de la masturbación anal que le estaba dando.

Dirigido por alguna clase de locura temporal, rocé mi polla admirando su culo; estaba ya completamente dura y desesperada por salir de mi pantalón; mi pollón era gordo y largo, con una buena cabeza que la coronaba; estaba cachondo y seguro de que la facilidad con la que se escondían mis dedos en su interior no iba a ser la misma que si intentaba meter mi polla; entre sus gemidos, mis pensamientos se amontonaban en mi cabeza.

¿y si me lo follo? Me preguntaba en mi mente, no sabía que me pasaba, pero el estar en esa posición me excitaba muchísimo; él quería al fin y a cuentas saber que se sentía ser follado, pues se lo podía demostrar.

Liberé mi polla por la bragueta, y sin bajarme el pantalón, acerqué la cabeza a su culito, dilatado por mis dedos, para entonces mi rojo e hinchado glande estaba ya babeando como si fuera el fin del mundo; mi excitación hizo que pasara mi capullo por su rosado culo; el notó la suavidad de la cabeza de mi polla y movió su culo unos centímetros hacia atrás, como buscándolo. Así que tiré al suelo el pepino que intentaba meterse sin éxito, y le agarré con fuerza la cintura, atrayéndolo su ano contra mi polla dura y tiesa; quería ensartarlo en mis 21 centímetros de carne, como si de una puta se tratara; completamente ido por la excitación, presioné con fuerza y mi glande desapareció, quedando abrazado completamente por las paredes de su ano.

Manuel respiraba con fuerza, alternando gemidos suaves entre sus respiraciones, lejos de apartarse, intentó que le entrara más; mi polla dura empezaba a desaparecer en su interior, Allí, en el sofá, me estaba follando a mi propio hermano, completamente loco por el placer que estaba dando a mi polla.

Cuando hubo desaparecido casi la mitad de mi polla en su interior, noté como las paredes de su ano abrazaban con presión mi rabo. Noté el calor que desprendía su interior y quise quedarme siempre ahí dentro; esperé unos instantes mientras se acostumbraba al grosor de mi polla y desde la altura, dejé caer abundante saliva de mi boca para lubricar el resto del tronco que quedaba fuera, el pasó su mano suavemente por mis huevos, animándome a que siguiera adentrándome en su interior.

No me importaba que ya estábamos empezando a sudar, mi olor corporal a hombre sudado se podía sentir con más intensidad, entrenar todo el día, tenía un precio; la atmósfera invitaba a que le diera recio a ese culito, ajeno a que era mi propio hermano el que me estaba prestando su culo para darme placer.

  • ¿Te gusta? - Le pregunté, animado por la presión que ejercían sus caderas sobre mi polla.

  • Si, no pares, por favor - me suplicó con voz entrecortada.

  • ¿Parar?, ni loco, esto es el paraíso - le dije, metiendo gran parte de lo que quedaba de mi polla.

Entre sus nalgas duritas y respingonas desaparecía todo el tronco de mi polla, yo las apretujaba y las magreaba con fuerza, haciendo que se enrojecieran, mi hermano, del placer que sentía, tenía la piel de sus muslos, de gallina, lo que me animaba a ir más allá; quería que toda mi polla desapareciera en su interior, así que, de un último esfuerzo, en toda su dureza y longitud, se la clavé

  • Haaa -  emitió un sollozo.

Quedo, como si le hubieran clavado una polla tan grande que ni su propio culo hubiera podido imaginar; ahora mi excitación mandaba y mis impulsos hacían que únicamente pensara en mi placer, así que llevé mi mano hasta su nuca, y a cuatro patas como estaba, empujé su cara contra el sillón, ahogando sus lamentos; pensando que, en cuanto empezara a darle a ese culito, iba a gemir como un corderito recién nacido.

Así, en esa posición, sin dejarle opción a moverse, saqué casi hasta mi cabeza todo el largo de mi rabo y se volví a meter, dejando un culo más dilatado; con un ritmo más o menos pausado lo repetí tantas veces como quise, hasta notar que mi polla entraba y salía sin ninguna dificultad de su culo; el ahogaba, obligado por mi mano, sus gemidos en el sofá; yo aceptaba que disfrutaba, y en cierto sentido me daba igual, porque era tan grande el placer que sentía en mi polla y en mis huevos que no me importaba en ese momento como se sintiera.

Nunca había sentido mi polla tan dura; por eso comencé a penetrarlo con más energía, penetraciones más cortas y bien profundas, para que notara la potencia de mi follada; de vez en cuando su cadera se levantaba como intentando escapar de mi enorme miembro, pero yo hacía presión con la mano para colocarla bien expuesta a mis embestidas; gotas grandes de sudor resbalaban por mi torso y caían por mis muslos; volví a bombearle con fuerza, dándole duro a ese culito, que hasta ese momento pensaba que era inexperto; alivié la presión de su nuca y liberé su cabeza, quería ver si le estaba gustando.

  • ¿Te gusta lo que sientes? - le pregunté súper cachondo; parándome en seco para ver su reacción.

  • No pares por favor - me volvió a suplicar.

  • ¿Qué no pare? Te has tragado 21 centímetros de polla tu solito Manuel - le dije, con mi polla a punto de salirse de su culito, sólo sujetado por las paredes de su ano que presionaban mi glande en todas sus dimensiones.

Hasta que hizo algo que me volvió loco; con todas sus fuerzas se metió el solo mi polla hasta el fondo y una vez la notó bien adentro, empezó a moverse con mi rabo dentro de su culo él solito; bien adentro, una y otra vez, acercándome y alejándose de mi polla, hasta que desaparecía y volví a aparecer; ¡se estaba follando él solo con mi polla!

El enorme placer que sentía, de verlo follarse, con mi polla en su interior, era increíble; aparecía y desaparecía al propio ritmo que marcaba mi este hermoso ser; incansable, insaciable y suculento, pensé; mi polla alcanzó su máximo de dureza, yo le dejaba hacer, embelesado viendo mi tronco, perderse en su interior, mientras él suspiraba de placer y yo bufaba como un toro.

  • Joder Manuel, me vas a matar de placer - le dije completamente fuera de mi viendo la escena.

  • Ha, mmm – solo se dedicaba a gemir, lo cual me encantaba escuchar.

Así estuvo un rato, él solo, dándose placer hasta que sacó mi polla del todo y se giró totalmente, abalanzándose sobre mi polla y dándome una mamada de infarto.

  • Uf pulga, como la mamas – le dije, me gustaba ver como intentaba meterse más a la boca.

Algo cansado de la postura que teníamos, me tiré en el sillón y se acomodó entre mis piernas; comiéndome los huevos llenos de leche caliente esperando para salir y lamiéndome el rabo desde su base hasta mi capullo, que estaba a punto de reventar; yo solo cerré los ojos y me dediqué a disfrutar mientras él se ponía a disfrutar mi polla.

Entonces se incorporó; colocó mi polla bien ensalivada mirando al techo, y se subió encima de mí; se metió toda mi polla y empezó a saltar sobre ella, si el tiempo se hubiera detenido en ese momento, hubiera sido el hombre más feliz del mundo, estoy sumamente seguro; el placer de la follada que me estaba metiendo esta pulga era impresionante, nunca me imaginé que mi hermano fuera a ser capaz de hacer semejante cosa conmigo; mi polla entraba y salía como si estuviera acostumbrado a follar toda la vida.

Una idea se cruzó por mi cabeza y rápidamente lo agarré de la cintura y lo volteé, cambiando de posición; ahora estaba yo arriba y él debajo, aguantando mis embestidas animales, con tanta fuerza que dudo que una mujer hubiera aguantado; me miraba fijamente, ido completamente por el placer que le estaba dando. Sin pensarlo más, tome su rostro con mis manos y le plante un buen beso, el cual me correspondió, mientras le bombeaba con fuerza su culo; estuvimos besándonos mientras él se masturbaba, hasta se corrió sobre su abdomen.

  • Haaa Andrés – se corrió mientras gritaba mi nombre.

La excitación pudo conmigo y lo embestí completamente empapado en sudor, como un animal en celo, hasta que descargué toda mi leche en su interior.

  • Hoooo – solo pude gritar del placer.

Me tiré encima de él, jadeando como un animal, sin duda, era el polvo más morboso que había echado en mi corta vida; aguanté unos minutos encima de él, con mi polla dentro, mientras perdía dureza, hasta que se la saqué y un buen chorro a presión de mi leche salió de su culo, manchando mis piernas; él se incorporó y lamió delicadamente mi polla y los restos de su leche, luego repasó la leche de mis piernas hasta dejarlas limpias.

Nos quedamos en silencio un buen rato, intentando reponernos; Manuel no dijo nada; y eso me inicio a preocupar, hasta que se levantó, tomo la toalla que tenía desde un inicio; y de sorpresa, acercó su boca a mi mejilla y me dio un beso.

  • Gracias hermano - y se fue al baño.

Quise decirle algo, como disculpándome por el trato que le había dado tan duro, o algo por el estilo; sentía que en parte había abusado de él, pero no tenía ningún sentimiento de culpa, era algo que él había disfrutado tanto como yo ¿no?, cuando reuní las palabras, Manuel apareció nuevamente y se puso delante de mí.

  • Gracias por esto Andrés, ahora más que nunca sé que me amas – me dijo con un tono lleno de amor, pero a la vez de placer.

  • No hay de que pulga, bien sabes que te quiero y puedes contar conmigo para lo que sea – se lo dije, esperando que a partir de ahora nuestra relación mejorara.

  • Lo tendré muy en cuenta hermano – me dijo mientras me miraba fijamente a los ojos - ¿te quieres dar una ducha conmigo? – pregunto como si nada.

Yo solo pude asentir con mi cabeza, para poder verlo desaparecer en las escaleras que dan al segundo piso; y un latigazo de morbo recorrió todo mi cuerpo y mi polla, aunque se acababa de descargar, dio un respingón.

  • Estas vacaciones van a ser las mejores de mi puta vida – dije simplemente.

Y me fui detrás de mi hermano, el cual, si quería follar, había que darle gusto…


Hola ¿Cómo están?, les quiero agradecer por leer este especial, igual espero que les haya gustado este especial narrado desde la perspectiva de Andrés; estoy pensando en que este especial no sea CANON (ósea, que no pertenezca a la cronología oficial de los relatos y dejarlo simplemente como un especial); pero ustedes me pueden decir si quieren que sea CANON o no; si quieren que sea canon, les puedo traer un relato más de las vacaciones; si deciden que no sea canon, nos saltaremos hasta la secundaria; ustedes elijen;  recuerden que pueden comentar libremente cualquier opinión que tengan, que les ha parecido o que les gustaría que se mejorara; igual pueden enviarme sus correos, los leo y les respondo, muchas gracias por leerme… Manuel