La vida de Manuel (Con el director)

La vida de Manuel Capítulo 2 Les cuento como es que termine follando con el director de la escuela.

La vida de Manuel

Capítulo 2


Sexo, sexo, sexo, sexo y más sexo; era en lo único que me la pase pensando en toda la noche, aunque apenas y logre conciliar el sueño, hay estaba yo, prestando la mínima atención posible en el salón de clases; sino mal recordaba estábamos viendo algo sobre la historia de la segunda guerra mundial, algo que no entendía porque era necesario que aprendiéramos, pero, en fin.

Desde mi primera vez con Pedro, mi cuerpo había experimentado unos cambios que ni yo mismo terminaba de entender; si bien, solía masturbarme, ahora era inaudito ya que me masturbe 3 veces en una sola noche; cada vez que veía a un chico o adulto si solía fantasear de vez en cuando, pero ahora mi imaginación no tenía barreras, ya que, no me importaba si eran guapos o feos, solo me estaba fijando en sus paquetes e imaginando lo que me podrían hacer con sus pollas y no se diga de la necesidad que siento ahora a cada momento de querer ser follado, no importando el lugar o la hora; era una necesidad como si mi joven vida dependiera de ella.

Tanta era mi necesidad de tocarme y saciar la calentura que sentía en mi cuerpo; que a pesar de ya a ver pasado el recreo en la escuela; solicite permiso para salir, justificándome con el pretexto de padecer una infección en el estómago; muy desconfiadamente me brindaron la salida del aula, y me dirigí a los baños del segundo piso; donde podría disponer de un poco de libertad para tocarme y jugar con mi cuerpo.

Al terminar de subir las escaleras y girar a la derecha, sentí un fuerte empujón y como caía al suelo, a causa de a verme estamparme con alguien. Al levantar la mirada cargada de enojo por a ver terminado en el piso, fue que me encontré con el director de esta escuela parado en frente de mí.

  • Lo siento jovencito – me dijo rápidamente al darse cuenta de lo que paso - ven levántate – dijo extendiendo su mano.

  • Gracias señor – dije tomando su mano y flexionando mi cuerpo para poder estar de pie.

Él no lo sabía, pero aun el simple hecho de tocar su mano hacia que mi cuerpo ya caliente, continuara prendiéndose aún más, lo cual me hacía querer tocarme lo más pronto posible, por eso mismo, quise ir al baño lo más rápido que fuera posible.

  • Con permiso señor – dije moviéndome por su lado derecho para poder aproximarme al sanitario, pero me lo impidió.

  • ¿No tienes clase acaso jovencito? – Pregunto el algo extrañado, poniéndose en frente de mi nuevamente.

  • Emm sí, lo que pasa es que estoy un poco enfermo del estómago – dije rápidamente esa excusa, con tal de poder ir al baño a tocarme.

  • ¿Aun está enfermo del estómago? hace un día me dijo lo mismo – dijo preguntándome mientras me veía de la cabeza a los pies.

  • Sí señor, lo que pasa es que aún no me mejoro -  Respondí un poco apresurado al hablar, ya que sentía que me quemaba por la calentura.

  • Ho, está bien, entonces adelante vaya al sanitario -  dijo sin más, haciéndose a un lado para que pudiera pasar.

  • Gracias y con su permiso señor director – dije eso ultimo ya algo apresurado.

Al llegar al baño me dispuse a encerrarme como la última vez, pero mis planes se vieron estropeados, ya que, los chicos del otro grupo, estaban jugando plácidamente en los lavabos – Idiotas – pensé sin más al ver como impedían que saciara la necesidad de poder tocarme como mi cuerpo lo deseaba; rendido y desganado regresé al salón de clases.


Al regresar a casa, lo que más deseaba era poder encerrarme en la ducha y masturbarme como tanto deseaba mi cuerpo, pero al momento de entrar a casa, mis planes se fueron al desagüe, ya que mis padres estaban en casa.

  • Hola hijo – Saludo mi padre.

  • Hola papa, llegaron temprano – dije con una sonrisa un poco forzada.

No porque me molestara su presencia, sino porque cuando él y mama están en casa, se la pasan sobre nosotros sus hijos y aún más peor, mi mama se la pasa sobre de mí en todo momento, ya que aún me considera su bebe.

  • ¿Mi bebe ya está en casa? – pregunta mi madre desde la cocina.

  • Así es cariño – le responde mi padre de inmediato, haciendo que mi mama dejara lo que estaba haciendo para poder venir a abrazarme.

  • Mi bebe hermoso – me dice mi madre mientras me asfixia con su abrazo.

  • Hola ma – le respondo yo apunto de un paro respiratorio.

Después de que mi padre interviniera para poder salvar mi vida del abrazo de mi madre, me conto que llegaron temprano a causa de que en su edificio hubo un pequeño incendio, por lo que estarán durante 4 días en casa y a eso hay que sumarle el fin de semana; dentro de mi había una odisea, ya que, si quería pasar tiempo con ellos, pero a la vez quería la oportunidad de que se pudiera repetir lo sucedido con Pedro.

  • Manuel, ve a quitarte el uniforme y ponte cómodo – dijo mi madre, logrando sacarme de mis pensamientos – y de paso le dices a Andrés y a Pedro que se preparen para venir a comer.

En cuanto dijo eso le logre poner la mayor atención posible; Pedro estaba en mi casa, por algún acto sobrenatural el destino no me jugo tan chueco con mis planes.

  • Claro que si mami – dije con una alegría notoria.

En el segundo piso de la casa, uno al subir a las escaleras; aparece primeramente el cuarto de mi hermana, que aún no llegaba a casa; el cuarto de mi hermano, el mío y al final el de mis padres. Ellos deseaban poder tenerme lo más cerca posible, según ellos para protegerme; al pasar por la puerta del cuarto de Andrés, logre escuchar la risa de Pedro, risa que, con tan solo escucharlo, logro hacerme recordar todo lo sucedido con él y al mismo tiempo hacer que mi cuerpo se calentara, de una manera que sentía que me quemaba.

Sin poder resistir un segundo más de desear ver a Pedro, toque la puerta del cuarto de Andrés. Logrando que abriera la puerta en su totalidad.

  • ¿Qué paso pulga? – pregunto inmediatamente mi hermano al verme.

  • Dice mama que se preparen para ir a comer – dije mientras apresurado buscaba con la mirada a Pedro y localizándolo en el escritorio de mi hermano.

  • Esta bien pulga, iremos ahora – dijo con despreocupación; mientras detrás de él, Pedro me mandaba un disimulado beso.

  • Muy bien Andrés, me iré a cambiar – le dije con una gran sonrisa en el rostro.

Al momento que Andrés serró su puerta, me dirigí como relámpago a mi habitación para poder cambiarme el uniforme por una playera de tirantes y un short negro de licra pegadito, que permitía marcar mis lindas nalgas; ya listo me dirigí a la mesa.


Hace un mes más o menos, vi en una página de videos pornográficos, una escena que desde que la vi, anhelaba poder interpretarla; era sobre un chico que se sentaba en la silla de al lado del activo, y a escondidas de los demás, iniciaba a meterle mano, logrando masturbarlo durante la comida; lo anhelaba, lo deseaba y estaba dispuesto, pero nunca conté que mis padres me lo complicaran.

Mi padre se posiciono en la cabecera de la mesa, mi madre a su derecha, Andrés a su izquierda, es donde se me complico el poder recrear la escena, ya que, yo tuve que estar del lado de Pedro para poder hacerlo, pero mi hermano lo sentó a su izquierda ya que mi madre me sentó inmediatamente a su lado, dejándome en frente de Pedro, lo peor era que por mi baja estatura mi pie no llegaba a la entrepierna de Pedro que era lo que mínimo se me ocurría.

Ya entrados en la comida, recordé otra escena porno en una mesa; se trataba de un chico haciéndose el tonto, tirando una cuchara debajo de la mesa y logrando llegar a la polla del otro; eso me hizo tirar mi tenedor debajo de la ancha mesa y aprovechar que a mi madre le gustara poner largos manteles.

  • Hay mi tenedor - dije inocentemente y disponiéndome a bajarme; mientras le sonreía al chico que se encontraba en frente de mí.

  • Déjalo hijo, ahora mismo te traigo otro – se ofreció rápidamente mi madre y poniéndose de pie.

  • Gracias ma, pero aun así lo levantare – dije sonriéndole a mi madre, esperando que fuese a la cocina.

Cuando mi madre entro en la cocina y verifiqué que mi padre y hermano se dedicaran a comer, me dispuse a entrar debajo de la mesa e inmediatamente estirar mi mano hacia el paquete de pedro, aunque, al estar a un centímetro de poder tocar su paquete, Pedro me metió un manotazo en mi mano, sorprendiéndome totalmente.

  • Manuel, hijo ¿todo bien? – pregunto mi madre, lo cual me hizo tomar rápidamente el tenedor e incorporarme en mi asiento.

Después de agradecerle a mi madre por el nuevo tenedor; fije mi mirada en Pedro el cual estaba ignorándome, me sorprendí mucho ya que no me esperaba esa reacción de su parte, yo creía que le gustaría hacer algo morboso, en los videos pornográficos siempre se lograba hacer algo, pero ahora quede algo deprimido, tanto que no preste atención por el resto de la comida.

Al terminar mis alimentos, me disponía a irme a mi habitación y pensar en lo sucedido; pero mi madre me obligo a ver una película con ella y papa, para pasar tiempo de calidad; así que no tuve de otra que aceptar.

A mitad de la película me entraron unas ganas de ir al baño, así que me puse de pie y le dije a mis padres que ahora regresaba; los deje entretenidos en la sala y me dirijo al baño, intente abrir la puerta, pero no cedía; supuse que estaba ocupado, pero se abrió en menos de 3 segundos.

Al abrirse la puerta me quede en frente de Pedro, el cual se sorprendió de encontrarme hay.

  • Manu, ¿Qué haces aquí? – pregunto algo serio.

  • Vivo aquí – dije lo obvio – quiero entrar al baño, pero ya que estas aquí, ¿Qué te parece si hacemos algo más? – pregunte mientras colocaba mi mano sobre el cierre de su pantalón.

  • Mmm no lo creo, estoy haciendo tarea con tu hermano y estoy un poco estresado – dijo sin más, mientras retiraba mi mano.

  • ¿Qué tienes pedrito? Si quieres yo puedo ayudarte a des estresarte, ya sabes que puedo hacer – dije coquetamente e insinuándomele.

  • Te dije que no Manu, no estoy de humor – me dijo serio y de una forma que me dolió – además, no puedes estarte haciendo el gracioso, no quiero que se repita lo que paso en la mesa, esto no es un video porno Manu.

Así sin más, Pedro, el chico al cual le di mi virginidad y con el cual quería continuar experimentando, me lastimo sentimentalmente; lo único que puse hacer, fue girarme y regresar a la sala con mis padres, las ganas de orinar se me fueron tras escuchar esas palabras.


Después de rendirme de intentar entender las palabras de Pedro, decidí conciliar el sueño en la noche, pero aun así no me podía sacarme de la cabeza lo que me dijo; sus palabras me dolieron tanto que durante todo el día no preste atención en clase; faltaban veinte minutos para la hora de salida de la escuela, pero, aun así, logre que me dieran permiso para salir al baño.

Hay estaba yo, en el último cubículo de los baños del segundo piso, metiéndome dos dedos por mi orificio, jalándome mi penecito; me dolían las palabras de Pedro, pero mi calentura no se detenía.

  • ahh – gemí plácidamente, ya que estaba confiado de que nadie se encontraba en el baño, ya que, al faltar poco para la hora de salida, varios profesores se limitaban a dar permisos.

  • hoooo – solté un nuevo gemido al profundizar mis dedos en mi entrada, lo que me hacía estar al borde del orgasmo.

  • Manuel, sal de ahí – dijo una voz madura que reconocí, logrando hacer que me detuviera de inmediato y asustándome.

Saque mis dedos de mí y deje de tocar mi pene, para rápidamente acomodar mi uniforme y acomodarme mi cabello. Ya listo abrí la puerta del cubículo, encontrándome al director cruzado de brazos; a ese hombre imponente.

  • A mi oficina, ahora – fue lo único que me dijo y se giró para salir del baño.

Me quede hay asustado y preocupado, ya que, podría castigarme y llamar a mis padres, para contarles lo que estaba haciendo; no sabía qué hacer, no sabía cómo reaccionar, ni mucho menos que decir.

Decidí ser valiente y caminar hacia la oficina, mientras caminaba podía observar a través de las puertas de los salones, como los demás alumnos se preparaban para terminar el día escolar; estuve caminando hasta terminar en frente del escritorio de Linda, la secretaria del director, era una mujer de 65 años, la cual estaba próxima a jubilarse.

  • Hola, el director me pidió que viniera a su oficina – dije con una notoria preocupación en mi voz.

  • Claro, me cometo que vendrías – dijo sin siquiera mirarme, se dedicó a guardar sus cosas ya que la hora de salida estaba a pocos minutos – quiere que entres con una libreta y lápiz en mano solamente.

Extrañado por lo que me pedía, saque de mi mochila una libreta y de mi lapicera, un lápiz; le comenté a Linda que estaba listo y secamente me indico que pasare; al abrir la puerta no puedo negar que sentía un poco de temor, ya que, él podría decirles fácilmente a mis padres lo que estaba haciendo.

Al ingresar a la oficina me dispuse a avanzar hacia el escritorio, donde se encontraba el director Alberto, sentado en su silla giratoria, la cual cargaba su musculoso cuerpo; logre confirmar eso ya que hoy usaba una camisa de manga corta, que dejaban ver unos enormes brazos llenos de puro musculo; su rostro que pese a sus escasos 38 años, parecía tallado por los mismos ángeles, no tenía barba, ni un lunar, solo apenas unas cuantas ojeras en su rostro.

  • Siéntate Manuel – ordeno, mientras señalaba la silla que se encontraba en frente de su escritorio.

  • Gracias – Dije de manera inocente.

Lo que parecía no saber el director, era que, aun me encontraba excitado, así es, ni su interrupción, ni el temor de que me pueda delatar me corta la calentura, al contrario, me da un poco de morbo que él sepa lo que hago en el baño, me pregunto si ¿en algún momento se abra imaginado como lo hacía?, que excitante seria saber lo que pensaba sobre eso. De tanto estar imaginando cosas, no me percate que me observaba fijamente desde hace rato, me di cuenta hasta que se aclaró la garganta.

  • Bien Manuel, ya te imaginaras por qué estás aquí – dijo mirándome fijamente.

  • Emm, sí, creo que si – dije de una manera que podría sonar despreocupada, pero en realidad era preocupación, mesclada con calentura acumulada.

  • ¿y crees que ese tipo de cosas se adecuado para tu edad? Estas en 6to año apenas – dijo aun serio y sin remover su mirada.

Que me preguntara eso me puso a pensar, en que, ¿Qué le debería responder?, ¿con la verdad o con una mentira?, ¿de forma directa o indirecta?; si le decía una mentira, estaba la posibilidad que la creyera, decirle que no era adecuado y que solo quise hacerlo para experimentar y santo remedio, o serle sincero y decirle que he estado caliente ya que no he podido saciar la calentura que me dejo el tener mi primera vez y posterior de eso el no poder masturbarme por culpa a que mis padres me cuidan demasiado ahora que están en casa; como deseaba ser honesto, pero ¿Qué pensaría de mis padres?

  • Señor – mis pensamientos fueron interrumpidos por Linda que abrió la puerta – disculpe la molestia, pero ya tocaron el timbre y me tengo que ir a mi consulta, por lo de mi cadera – dijo de manera cansada.

  • Claro que, si Linda, no se preocupe nos vemos mañana – le dijo amablemente el director.

Posterior a eso, Linda serró la puerta y el director que miraba la entrada, volvió su mirada a mí y sonrió de manera extraña; se puso de pie y se dirigió a la puerta para cerciorarse de que estaba cerrada, para posteriormente ponerle seguro; eso me extraño un poco, pero permanecí quieto.

  • Ahora si – dijo girándose y dirigiendo su mirada a mí – dime, ¿crees que es correcto masturbarse en el baño? – me pregunto directamente y sosteniendo una sonrisa en su rostro.

El que me preguntara eso tan directamente no me hizo extrañar, sino, sentir una sensación extraña, la cual me provocaba querer responderle con la verdad.

  • No señor, no lo es – dije extrañamente con una sonrisa en el rostro.

  • Entonces dígame – dijo acercándose a la silla en la que me encontraba - ¿Por qué lo hizo? – pregunto, y si lo pregunto es que por algo lo quiere saber ¿no?

  • Porque eh tenido ganas de tocarme, y no encontraba la oportunidad de hacerlo en casa señor – dije con sinceridad en mi rostro.

Eso le pareció agradar, ya que, sonrió aún más y se acercó a mi asiento hasta quedar detrás de mí, logre sentir su presencia detrás de mí, ese hombre que estaba provocando que mi mente imaginara a él tomándome y haciéndome suyo – eso sería muy rico – pensé.

  • ¿Y no crees que es peligroso hacerlo en el baño? Alguno de tus compañeros te puede escuchar, o aun peor, algún maestro – dijo mientras colocaba sus pesadas y cálidas manos sobre mis hombros.

No sabía si mi pensamiento de hacia dónde iba era correcto, pero tomaría el riesgo, de todos modos, había dos caminos posibles a los que esta conversación llegaría, uno era el terminar castigado y el otro, el que más deseaba y anhelaba, que terminara haciendo algo morboso con el director; y como tenía las ganas desde mi primera vez, decidí arriesgarme.

  • Si, es riesgoso señor director – dije con una voz aliviada – pero ¿dónde más podría saciar esta necesidad que tengo? – pregunte de una manera atrevida la cual le hizo sonreír aún más de los que hacía.

  • Pues el baño es un lugar arriesgado como te decía, ¿Qué te parece si lo haces aquí? – me dijo así sin más, mientas dirigía su mirada hacia mí y al mismo tiempo se hacía para delante, lo que provoco que pudiera sentir su paquete en mi hombro.

Esto parecía un sueño, un hermoso y precioso sueño; esto era lo que deseaba mi cuerpo, alguien dispuesto a arriesgarse para poder hacer estos actos; sonreí por lo que me ofreció el director, así que me puse de pie, apartando la silla que se encontraba detrás de mí, haciendo que el director se extrañara un poco.

  • Me parece una excelente idea señor – dije caminando hacia el escritorio - ¿puedo hacerlo ahora? – le pregunte mientras me recargaba en el escritorio.

  • Claro que si Manuel, todo sea porque estés seguro – dijo mientras se sentaba en la silla en la que me encontraba hace unos segundos.

Tras escuchar su respuesta afirmadora, con una excitación que iba creciendo dentro de mí, decidí quitarme primero el chaleco del uniforme y tirarlo, por un lado; posteriormente inicie a desabrocharme la camisa, mientras lo hacía me percate que el director no despegaba su mirada de cada movimiento que hacia; cuando ya me estaba retirando la camisa para dejarla de lado, vi cómo se tocaba su paquete y eso me hizo excitar aún más, y por ende continuar; desabotone mi pantalón y lo baje para poder retirármelo; posteriormente me retire mis zapatos para quedar únicamente con mi calzoncito.

Ya semidesnudo decidí a dar un paso más, ya que, parecía que al director le contaba darlo; me senté sobre el escritorio y subí mi pierna izquierda, para que pudiera tener vista de mi cuerpo completo; metí mi mano derecha dentro de mi calzoncito para poder tocar mi pene, lo cual me hizo soltar un gran gemido, lo que le encanto ya que se puso de pie, lo que me dejo ver como se le remarcaba un gran paquete debajo de su pantalón de vestir.

  • ¿Qué le parece si me ayuda? – le pregunte sin pensarlo.

  • Me parece bien – dijo acercándose, hasta lograr colocar su mano sobre una de mis piernas - ¿en qué quieres ayuda?

  • Quiero que me ayude a saciar mi calentura, ¿puede? – pregunte ya caliente, ya fuera de mí, esto estaba haciendo que mi cuerpo pidiera ser follado lo más pronto posible.

  • Claro – dijo simplemente, para posteriormente abalanzarse sobre de mí.

Sus manos, grandes y carnosas, fueron directamente a mis nalgas, apretando con fuerza y separándolas. Su boca estaba sobre mi cuello. Sentí aquella verga, que ya quería dentro de mí, dura y palpitante en sus pantalones, chocando contra mi ingle y sacando gemidos de mi boca.

  • Ya querías a un macho, ¿verdad, putita? - me dijo al oído, lamiendo mi oreja.

  • Sí señor, ayúdeme por favor – dije ya desesperado queriendo que me follara – quiero sentir su polla dentro de mí.

Se rio, mientras metía sus manos bajo mi calzoncito y apretaba de nuevo mis nalgas.

  • Ah, Manuel, eres toda una perrita, vas a comer la verga que tanto quieres; La sientes, ¿verdad? - llevó una de mis manos a su entrepierna - Lleva así de dura desde que te descubrí la primera vez en el baño.

Dijo mientras continuaba tocándome; ya quería que me follara, que me hiciera suyo de una vez por todas.

  • Fólleme, por favor, Fólleme, se lo pido – dije suplicante.

Me bajo del escritorio para llevarme detrás de este, sin dejar de masajear mis nalgas; me bajo ya frente de él y me ordeno quitarme mi calzoncito, al mismo tiempo que él se quitaba su pantalón y zapatos. Así pude ver como portaba un bóxer blanco que apenas y soportaba su enorme polla.

Notando como me veía desnudo, se apresuró a retirarse su bóxer; del cual emergió una hermosa verga de unos 20 centímetros, debajo de una mata de bellos; su polla era regordeta desde la base hasta su capullo, lo que la hacía verse aún más grande e impresionante, imposible que se viera así junto a su hermoso cuerpo totalmente atlético y tonificado; cuando la miré estaba chorreando líquido pre seminal, se me hizo agua la boca.

Mi hermoso director se sentó en su silla, abriendo las piernas, y supuse lo qué quería; gustoso me arrodillé y tomé su verga entre mis manos, era gruesa, dura y venosa, la besé, logrando arrancarle un suspiro de sus labios; mi lengua recorrió toda su longitud, y con una de mis manos apretaba sus huevos; gimió y llevó una mano a mi cabeza, metí su polla en mi boca, poco a poco; Iba metiendo y sacándola; llenaba toda mi boca, y sentía que aún me faltaba por chupar.

  • Ah, así perrita, cómetela toda – dijo mientras se aferraba a mi cabeza y comenzó a moverla. ¡Me estaba follando la boca!

Me prendí aún más, aguantando las arcadas que me provocaba el mantener esa hermosa verga dentro de mi boca; quería toda su verga dentro de mi boca.

  • oh si putita así – me decía con su mano aun sobre mi cabeza.

En un descuido suyo, en el que retiro por un momento su mano de mi cabeza; aproveche para separarme de esa hermosa polla y logre subirme a horcajadas sobre su regazo y besarlo, lo cual a él le pareció gustar mucho, ya que, profundizo el beso de una manera descomunal, mordisqueando mis labios; sus manos fueron hacia mi culo, pasando sus dedos por mi raja y mi ano, haciéndome soltar un gemido.

  • Quieres que te coja, eh -me dijo, besando mi cuello -Te voy a dar bien duro, entonces, eso quieres ¿no?

  • Ah, sí, sí; eso quiero, que me la meta toda; que me haga gritar y me llene de su leche - gemí, sintiendo que su pene se posicionaba en mi raja; aunque de repente me pidió que me apartara.

  • Recárgate en el escritorio y déjame ver tu culo – me ordenó.

Me bajé de su regazo y coloqué mi torso sobre el escritorio, cuidando de no tirar los papeles que se encontraban en él; paré mi culito y separé mis nalgas con las manos, lo que pareció gústale.

  • ¿Así está bien señor? – le dije mientras movía mi culito de un lado al otro.

  • Así perrita, así - se abalanzó sobre mi culito, apretando mis nalgas y dirigiendo su boca a mi culito, su lengua dio con mi ano y lo lamió en movimientos circulares, antes de adentrarse más en él. Una de sus manos fue a mi boca, y yo la lamí.

Acarició mi ano y con la misma mano que llevo a mi boca, metió uno de sus dedos, grueso y mojado; lo cual me hizo gemir aún más; mi culito se elevó más, otro dedo entró, comenzando a dilatarme, moví mis caderas, queriendo más, pero me detuvo.

  • No te muevas perrita, lo harás cuando yo te diga – me metió otro dedo, y contuve un gritito.

Yo jadeaba y gemía, quería mover mi culo, pasar al placer ya, pero él me detenía; sacó sus dedos después de abrir mi ano, y se sentó de nuevo, con la polla bien parada.

  • Cabálgame perrita - no tuvo que repetirlo, me hizo sentarme de espaldas a él, con mis piernas dobladas a ambos lados de las suyas, tomé su polla y la dirigí a mi entrada.

  • ah sí, señor - subí y bajé, metiéndola más y más, me dolía, pero la quería toda dentro de mí - ah, sí - sentí sus huevos contra mi culito. Estaba todo adentro. Me quedé inmóvil un par de minutos, acostumbrándome a tener tanta carne dentro de mí, entonces moví mis caderas, despacio.

  • Ah, perrita, vamos, un poco más -me dijo al oído, tomándome de la cintura y lamiéndome la espalda.

Me moví más y más; pronto el dolor ya no se sentía, su verga palpitada dentro de mí y sentía como chocaba contra algo que no sabía que era, pero eso me hacía gemir más fuerte.

  • Ah, señor sí, démela toda; Ah - aumenté el ritmo, subiendo y bajando. Sacando su polla hasta la punta y ensartándola de golpe.

  • Así, así, dale, cabálgame así; eres toda una perra en celo, sigue, sigue; ¡ASÍ, ¡PERRA, ASÍ!  - gritaba, jalándome del cabello; me hizo voltear mi rostro para besarme.

Solo se escuchaban mis nalgas chocando fuertemente contra sus piernas; su verga entrando y saliendo de mí interior, y la silla que crujía y se movía bajo nosotros.

  • ¡Ah ah, señor, me corro! ¡ME CORRO! – grité; sin haberme tocado, dejé salir mi semen sobre el escritorio y los papeles que había; el director me sostuvo para que no me cayera y movió su pelvis para seguir dándome duro; aún tembloroso por tremendo orgasmo, moví mis caderas y seguí cabalgándolo. - ¡Quiero su leche, señor! ¡Démela toda!

  • Sácamela, perrita - aumenté el ritmo de mis movimientos; mete y saca, mete y saca; gemía sin importar quién pudiera escuchar, solo contraje mi ano, succionando su verga. - ¡ah ah, sí! ¡AQUÍ VA TU LECHE! - me embistió brutalmente, lanzando chorros de semen dentro de mí. Contraje mi entrada, hasta sacársela toda.

Su orgasmo provoco que me soltara y tuviera que sostenerme con mis manos para evitar mi caída; quise ponerme de pie, pero me temblaban las piernas.

  • Qué cogida, señor - dije sin aliento, dejando libre su verga y chorreando su semen.

Se rio, mientras me cargaba y me colocaba sobre su silla; el permaneció de pie, y acerco su pene aun medio morcillo a mí, y con su mirada me ordeno que se la limpiara; después de cerciorarme de haberla dejado limpia, procedió a iniciar a vestirse.

  • Deberías vestirte igual – me dijo – ya es tarde y tienes que irte a casa.

Cuando dijo eso reaccione que ya tenía que ser algo tarde ya que la hora de salida ya había pasado y eso significaba que ya tenía que estar en casa.

  • Es cierto – dije poniéndome de pie y buscando mi ropa.

Mi director ya vestido, se dedicó a mirarme como era que me vestía, hasta que me di cuenta de eso, le sonreí por ello y me acerqué a él.

  • Gracias por su ayuda señor – le dije con una sonrisa en mi rostro.

  • No hay de que jovencito, ya sabes, cuando gustes, estaré aquí – dijo mientras tocaba mi trasero.

Ya me gustaba estar en la escuela.

CONTINUARA…


Hola, espero se encuentren bien y que les gustara este relato; sé que es un poco largo y mucho texto, pero es para plantar bien el futuro de esta historia; pueden comentar libremente cualquier opinión que tengan, que les ha parecido o que les gustaría que se mejorara; igual pueden enviarme sus correos, los leo y les respondo, muchas gracias por leerme… Manuel