La Vida de Lore - Madre de Familia
En este relato os cuento brevemente como empezó a cambiar mi vida.
Muy buenas a todos, mi nombre es Lorena.
Bueno, no lo es, pero la verdad quería compartir mis experiencias del último año que son acontecimientos que no puedo contar nadie conocido, así que, por anonimato, pueden llamarme Lorena.
Para conocedme mejor, tengo 38 años, estoy casada desde los 20 con mi marido Mario que actualmente tiene 46 y tenemos 2 hermosos hijos.
Trabajo como recepcionista en una empresa de tecnología y mi marido toca el violín en un coro.
Soy una mujer grande, no me veo gorda pero más bien de buenas curvas.
Tengo 1,74, 64KG, un pecho generoso 100DD aunque no tan firme como el de una actriz porno de mí edad y uso un 32 de pantalón. Pelo color jengibre, liso que me llega hasta media espalda y gafas por encima de unos ojos marrones.
Llevo como 1 año trabajando en la empresa, todavía no me conozco a todos muy bien, hay más de 100 empleados, pero nos llevamos muy bien y hay un ambiente muy sano.
Todos los días nos reunimos en la cocina por la mañana para desayunar y a la hora de la comida, hay un par de chicas con cuales me llevo muy bien porque siempre salimos a fumar juntas.
Un día, a comienzos del mes de diciembre del 2019, cuando estábamos terminando de comer, apareció Roberto, un chico al que no ví nunca.
Había traído una tarta enorme para todo el mundo, porque era su cumpleaños, también se presentó ante las personas que no le conocían, que, básicamente eran un par de chicos aparte de mí.
Nos sirvieron a todos un trozo de tarta en un plato de plástico y como no cabíamos en la mesa de la cocina, había gente de pie por todas partes, comiendo tarta.
Yo me acerqué y pregunté a mí compañera Claudia sobre quien era el chico y me dijo que es el hijo del dueño, que a veces va por allí a hacer alguna cosita.
Poco después de terminar el postre me bajé con Claudia a fumar y cuando estábamos acabando, Roberto se iba, se quedó un poco con nosotras antes de despedirnos, charlamos un rato, Claudia aparentemente le conocía bien y al despedirnos, Roberto le dijo:
“-Anda, ve a trabajar” siguiendo eso con una palmada en el culo de Claudia, después de cual se fue.
A lo largo de ese día seguí hablando más con Claudia sobre Roberto y porque tenían un trato tan cercano y me comentó que el chico es la ostia, que es un youtuber famoso y gana mucho dinero, que tiene 19 años, pero con 16 le había regalado un cochazo a su padre con el dinero ganado por él y que ahora es como famosillo, que su canal de youtube tiene 10millones de suscritores o algo así.
No me enteré yo muy bien de cómo va el rollo, pero me enseño algunos de sus videos de como juega videojuegos con sus amigos o como hace deporte y como arregla sus coches y me pareció guay, obviamente el chico sabía lo que está haciendo.
A los días siguientes, una noche estaba preparando la cena con mi hijo que me estaba echando una mano y me pensé contarle que conocí a un chaval poco más mayor que el que es famoso en internet, ya que está todo el rato con el Fortnite en la consola y viendo youtube.
“Mira, conocí a Roberto, el hijo de mi jefe que es un youtuber famoso” le dije mientras batía unos huevos para hacer tortilla.
“Si no le conozco yo no creo que sea tan famoso, lo mismo te engañó” dijo el desinteresado.
“Que va, mira, una chica me enseño su canal” y saco el móvil para mostrarle a Juan lo que me enseñó Claudia”.
“Ostia mama, si este es @------ (No diré su apodo por privacidad)”.
“Así que le conoces?”
“Si, todos mis amigos le ven, él se hizo famoso porque construya ordenadores de esos guapos con luces y tal para jugar y se los montó a los youtubers más grandes y como ellos hablaron de el cuándo le compraron los ordenadores la gente empezó a seguirle y se hizo super grande” dijo el con ilusión.
Poco más recuerdo de esa conversación, pero en los días que siguieron, cerca de navidades, estando en la oficina, Roberto volvió a aparecer y se me ocurrió hablar con el, me esperé a que fuese a la cocina y le seguí con escusa de ponerme un café.
“Buenos días, ¿Lorena verdad?” inició en la conversación, de forma muy agradable.
“Si, buenos días, ¿qué tal estás?” le contesté.
“Bien y tú?”
“Bien, pues mira, me contaron que subes videos en internet y que montas ordenadores” la verdad que se lo dije porque cuando hablé con mi hijo, hablaba con tanta ilusión de este chaval y lo que hacía que me pensé que le haría mucha ilusión recibir un ordenador montado por él, como sus ídolos de youtube.
“Si, bueno, ya no monto tantos ordenadores, pero me gano la vida con ello y a veces ayudo a mi padre” me dijo sonriendo.
“Pues mira, yo tengo un hijo que te sigue”
Se rie un poco de forma educada y dice:
“Ay, que guay, dile que le saludo y se lo agradezco mucho, si quieres te firmo un papel para el”
“A, no es eso, pero me pensé que por navidad le puedo regalar un ordenador y que le haría mucha ilusión comprártelo a ti, ¿cuánto cuestan?” pregunto yo curiosa
“Pues mira, depende, ya no lo hago, pero por ser tu se lo monto y no le cobro beneficio, solo lo que me valen a mí las piezas, los tienes de 500€ hasta 4000€”
Seguimos un rato hablando sobre ordenadores, me explico como van las piezas, que vale para jugar y que no, yo la verdad que fingí mucho enterarme de algo, aunque prometo que lo intenté, pero había tantas cosas que me perdí.
Finalmente nos decidimos por uno de 1300€ y quedamos en que me lo intentaría entregar antes de navidad, nos cambiamos los números de teléfono y se fue.
He de mencionar que de mientras llamé a mi marido, se lo consulté y quedamos de acuerdo en que 1300€ no es exagerado, ya que nuestro niño se lo merece y que lo pagaríamos a medias.
Puede que a esta altura si lo habéis leído todo, os imaginéis que me acosté con el para que me baje el precio o algo por el estilo, pero no es verdad. No niego que le encontraba super atractivo, guapo, espabilado, pero no pensé en acostarme con el ni mucho menos.
Llegado un lunes antes de noche vieja cuando me pensé que no iba a llevarme el ordenador antes de navidad, recibí un mensaje suyo por WhatsApp.
“Tengo tu ordenador listo, te lo intento llevar esta mañana”.
Dicho y hecho, esa mañana vino a la oficina y me trajo el ordenador, me lo enseño, super guapo con lucecitas de colores y todo el rollo, como mí hijo me había enseñado.
No le conté nada a el, pero todos los que estaban alrededor mío en la oficina y entendían estas cosas, fliparon, le hicieron fotos y me aseguraron que mi hijo estaría contentísimo.
Ese día me tocó ir en taxi a casa porque el paquete era muy grande y después de noche vieja se lo entregué a mí hijo.
No os contaré en detalle como fue, pero se puso contentísimo, hasta a mi marido le gustó, en la caja del ordenador ponía
“Ey chaval, un saludo, tu madre es una crack” y su firma.
Continuará …