La vida de Lore - En solitario

Cuarta parte de mí 2020

Hola a todos, como siempre, os recomiendo leer mis relatos anteriores.

Después de lo sucedido anteriormente, no volví a coincidir con Claudia en mí trabajo, pasó un jueves, el viernes tocó fiesta y a continuación ella se había cogido una semana de vacaciones, cosa que me alegró porque no podía soportar dar la cara con ella, me daba cosa.

Por esa sensación de incomodidad, tenía ganas de retrasar verla lo más posible, así que para la siguiente semana, al saber que ella volvería, también cogí vacaciones, así que pasé 2 semanas, mayormente sola, porque Roberto no me contactó, a Claudia no la vi.

Después de todo, empecé a hacer ejercicio en casa, quería sentirme más guapa, en comparación con las 2 chicas del relato anterior yo me veía bastante fea, siempre tuve la sensación que tengo el pecho caído, por lo menos más caído que ellas, supongo que mis 2 embarazos dejaron marca en mi cuerpo.

De todas formas, yo había cambiado, por una parte, como dije, estaba haciendo ejercicio, en casa, media hora o una hora al día, y menciono que noté algún cambio de inmediato, en los primeros días me sentía mal con agujetas, pero a partir del cuarto día me empecé a sentir bien, más fuerte, más segura, después de los primeros diez días me miraba al espejo y me veía mejor, incluso me daba la sensación de que mi pecho estaba mejor puesto.

Todo lo sucedido me había convertido en una pajera, en todo este tiempo me estaba masturbando a diario.

Intente evitar tener sexo con mi marido por temor a que no se entere de que algo cambio en mí, aunque lo hice una vez y, intente estar lo más pasiva e indiferente, como solían ser nuestras sesiones de sexo habituales y aunque me provoque cierta vergüenza y arrepentimiento admitirlo, el sexo con mi marido no tenía absolutamente nada que ver con el sexo con Roberto, había pasado casi un mes desde que este me moldeo el coño al tamaño de su miembro y en cuando lo hice con mi marido, no sentí absolutamente nada.

Un día me fui a un sex-shop, me gustaría relatar que conversación tuve con el dependiente de allí al elegir lo que quería comprar, pero no lo recuerdo perfectamente, estaba bastante intimidada y tenía vergüenza por lo que estaba haciendo, porque a una señora respetada como yo, que la vean en una tienda de juguetes sexuales me parecía indigno, entre eso y el temor de que me vea alguien conocido, intenté comprar lo que quería lo antes posible y marcharme.

Estaba mirando las pollas de plástico y no se describir porque, pero sabía que debería elegir alguna mediana, más adaptada a mi tamaño, pero tenía mucho morbo, me daba mucho morbo la idea de comprarme el más grande que había en la tienda, el que más se pareciera a un pollón de verdad como el que había probado, así que pille lo más grande que tenían, un consolador de 25 cm, supongo que el dependiente se pensaba que soy una puta vieja ninfómana.

Me compré ese consolador, y, por haber visto como Débora y Claudia lo estaban disfrutando, me compré un lubricante anal y un plug anal como usan las cerdas de las películas porno.

En los días siguientes mis sesiones de masturbación habían cambiado, normalmente, me frotaría el coño estando de lado en la cama de incognito o dejaría que el chorro de la ducha cállese encima de mis genitales y me correría, pero ahora, había cambiado todo.

esas sesiones de masturbación clandestinas habían cambiado en, tener que esperar a que mi marido se vaya de casa y en vez de hacerlo de forma silenciosa bajo la manta, lo hacía totalmente desnuda, abierta de piernas, sudada y no me bastaba con meterme ese pollón que no creo que hace falta mencionar que me estaba metiendo entero en mí, sino que lo movía, con la mano, con todo el hombro, haciendo todo el recorrido del juguete de silicona en mi interior, completamente a fuera y de vuelta, hasta que se me cansaría toda la mano y entonces, pasaría a hacerlo con la otra mano, y así, varias veces diarias.

Mientras me taladraba el coño me lamia los dedos, me metía mis proprios dedos hasta la campanilla imaginando que es la polla que me había hecho feliz.

Para que entendías lo obsesionada que estaba, me follaba el coño con el consolador y me corría, al acabar, me lo metía en la boca imaginando que me meten una polla de verdad, me la intentaba tragar, mucho, me daba arcadas a mi misma, al acabar de correrme, y, en 2 minutos estaba cachonda otra vez y tenia que volver a masturbarme, de mientras que en todo el proceso me pegaba las tetas, me retorcía los pezones, quería simular como si alguien me lo estuviese haciendo, me agarraba las el culo, disfrutaba estando siempre en situacion de estar cachonda perdida y aprovechaba cada momento a solas para tocarme, llegué incluso a tener miedo que me dejaría demasiadas marcas que llegue a notar mí marido, yo sola, a mi cuerpo.

Supongo que me había convertido en una puta, que piensa como el coño, una de los otros millones de putas estupidas que veía en internet.

No aguantaba estar sola y no masturbarme, solo pensaba en eso, y que sepan que demasiada masturbación también es mala, me sentía mejor físicamente, pero me sentía apagada como si algo de mí faltara, me pajeaba mínimo 5 veces al día y me sentía sin energía, incluso después de unos días siguiendo la misma rutina con mi nuevo juguete noté notaba como mi coño es más sensible, como me duele.

Mis días, especialmente las que estuve de vacaciones, eran una sucesión continua de, esperar que mi marido se vaya de casa, masturbarme, masturbarme, esconder los juguetes para que nadie los encontrara, volver a masturbarme, una y otra vez y devolver los juguetes a su escondido antes de que mi marido volviese, me llegue a tocar incluso estando, conduciendo, esperando en el semáforo.

De repente había pasado a que cualquier roce en mis genitales me provocase excitación y estaba super salida, cosa que previamente no pasaba, ahora, al ver a un hombre guapo o una escena romántica en las películas, pensaba en follar y masturbarme, llegue a tener que usar lubricante en el consolador porque mi cuerpo ya no mojaba lo suficiente para lo mucho que me pajeaba al diario.

Para tratar de vivir la experiencia de Claudia, también me estimule el ano.

Yo nunca había hecho anal, recuerdo que lo intenté una vez de adolescente pero mí cuerpo lo rechazo al instante, me dolía, pero ahora me lo había hecho despacio, me había dilatado el ano con los dedos, me los metía en la ducha y luego me metía la polla de plástico, no era del todo desagradable, pero tampoco me gustaba especialmente, prefería por el coño mil veces que por atrás pero trataba de seguir haciéndolo esperando, no sé, a que algo pasara, a entender porque a esas chicas las gustaba tanto el anal. A los días siguientes de haberme metido los dedos en el ano, también me metí el plug anal que compré y trate de llevarlo por casa, lo lleve haciendo la cena para mis hijos, lo llevé viendo películas con ellos, pero no cambio, no le cogí el gusto.

Llegue a la conclusión de que quiero que alguien me lo haga, que a lo mejor si me lo hiciese Roberto tal como se lo hacia a ellas, a lo mejor me gustaría, me refiero, a que me controlen el movimiento, no ser yo la que decide cuando y cuanto meter ni sacar, me dio mucha intriga por saber que sensación da cuando alguien lo hace por ti.

Un día vinieron un par de críos, amigos de mi hijo, a casa para comer e incluso pensé como sería que me follasen en la cocina a escondidas de mi hijo, pero aquello se quedó solo en mí imaginación, eso sí que era demasiado.

Poco a poco me hice adicta al porno con sumisas, de normal, yo no veía porno, pero en esas días, era lo único que veía en el móvil.

Porno con mujeres abusadas, atragantadas, siempre veía cualquier perra en internet que la follan la cabeza y la hacen vomitar con pollones enormes y luego la pegan, la atan y los actores abusan de su cuerpo como les de la gana, me volvía loca, no era simplemente el hecho de pensar que yo podría ser ella, sino que lo que más me excitaba era la forma paradoxal que había en el hecho de que una mujer normal, que de día va vestida normal, que tiene familia y padres que la están viendo, dejase que alguien la tratara de esa forma, no entendía porque alguien haría algo así, pero si me ponía cachonda y, un mínimo sentido en mi cabeza tenia, porque yo había dejado que me hiciesen lo mismo…

Como dije, por una parte, físicamente, me sentía mejor conmigo misma, me sentía más fuerte, mas guapa, pero no estaba feliz, psíquicamente estaba destruida, por lo que pasó, por lo que dejé que me hagan y sobre todo porque lo disfruté y porque ansiaba que volviese a pasar.

Algo que creo que perseguí en ese mínimo 5 pajas diarias que me hacía, era volver a hacer un squirt, volver a tener ese liquido que saliese a chorros con presión sin mí control de mí interior y que me escociese el coño, pero nunca lo logré, me habían follado en ese momento solo 2 minutos para que yo me corra por todas partes como nunca antes, pero por mí cuenta, me había masturbado creo que cientos de veces ya, durante horas y horas y no volví a tener una experiencia similar.

Así me pasé mí primera semana de vacaciones del 2020.

Continuará…