La vida de Lázaro
Como en una noche console a una amiga del instituto.
Empezare por decir que los nombres que aquí aparecen no son los auténticos, por razones que me parecen obvias. También mencionare que he intentado reproducir la historia lo mas fielmente que he podido.
No les aburriré dándoles una sobrada descripción física de cómo soy, solo les diré que me llamo Lázaro y que estoy estudiando en la universidad. La historia comenzó en una noche de sábado de hace un par de meses, quizás tres. Puede se pregunten que hacia yo un sábado por la noche sin estar de fiesta por ahí. En respuesta les diré que no tenia dinero después de haber pagado el alquiler del piso, y es que la reparación de ordenadores no da para mucho. Retomando la historia, estaba ya medio dormido, debían ser las dos de la mañana o así, cuando me fui a dormir después de estar viendo la tele. No acabe de conciliar el sueño cuando sonó el teléfono. Que decir, que conteste la llamada:
-¿Si, quien es?
-¿Lázaro?, soy yo, Lorena,-era la voz de una amiga del instituto a la que hacia tiempo que no veía, sonaba como agitada, había estado llorando hace poco- ¿pod..podrías ayudarme?.
-Joder Lorena, por supuesto, ¿qué te pasa, estas bien, que ocurre?- a esta altura yo ya tenia los cojones en la garganta, pensando en que podría haber pasado.
-Estoy en un hotel, he dejado a Luis, el muy hijo de puta estaba retozando en nuestra cama con una de sus "amigas".
Lorena conoció a Luis en el instituto, era de la clase de al lado, era un jodido borde al que gusta putear a los demás. Era el clásico remueve-mierdas que le cae mal a todo el mundo.
-¿Pero te encuentras bien, te hizo algo?- estaba algo mas tranquilo pero pensaba que mataría a ese hijo de puta.
-No Lázaro, no te preocupes, estoy bien, pero necesito hablar con alguien y...
-No te preocupes ¿en que hotel estas?.
-En el que hay frente a esas oficinas del centro, las del edificio antiguo.
-Ya se cuales son, no te muevas que cojo el coche y voy para allá.
La colgué y me vestí. Cogí las llaves del coche y el móvil. Mientras esperaba al ascensor empecé a recordar cosas del instituto y de la clase. Lorena era una persona amiga de sus amigos, es decir, le hacia un favor a cualquier persona sin pedir nada a cambio. En cuanto a su cuerpo, decir que tenia unas buenas tetas, el culo un pelin caído, pero del tamaño perfecto, estaba delgada, era alta y era pelirroja. Recordé que en mas de una ocasión había pensado en tirarmela.
Por fin llegue al coche, coloque el manos libres, me abroche el cinturón y me encamine para el hotel. Estaba un poco retirado de donde yo vivía (una casucha en las afueras de la ciudad), de manera que hasta que encontrase aparcamiento pasaría una media hora o así. Decidí llamarla por que creía que podría cometer alguna estupidez. Marque el numero en el móvil y espere. En la recepción pedí que me pasasen con ella.
-¿Diga?
-Lorena, soy yo
-Hola Lázaro
-¿Estas mejor?
-Si un poco, pero todo lo que ese cabron me ha hecho, que hijos de puta sois los hombres a veces.
-A mi me hicieron lo mismo que a ti y yo no hecho pestes de las tías.
-¿Te encontraste a tu novia con otro?
-Si, ¿te acuerdas de aquel bar al que íbamos de vez en cuando?
-Si
-Bien, pues me lié con una de las camareras y estuvimos saliendo juntos cerca de un año y medio. Te contare la historia.
Un día, al llegar a casa, estaba con la llave en la mano, para abrir la puerta y se abrió la puerta de al lado. Era mi vecino, un tío cojonudo, de unos treinta años que estaba casado. Me hizo pasar y no me respondia a ninguna pregunta, solo me dijo que callara. Me llevo a una habitación y me dijo lo siguiente: Mira Lázaro, tu eres un tío cojonudo y no me gusta herir a la gente como tu, pero creo que deberías oír esto. Me llevo a una pared que pegaba con el dormitorio de mi casa. Lo que escuche me destrozo el alma. Mi novia estaba gimiendo como una puta mientras una voz masculina, gangosa, casi animal, le gritaba groserías. Oír esto me lleno de ira, solo pensaba en entrar en casa y atravesar al maldito gangoso de mierda en la pared. Mi vecino me calmo. Me dijo que llevaba como cosa de un mes escuchando esto y que su mujer se fue con su hijo a casa de su madre porque le daba miedo que el hijo escuchase algo. Le di las gracias y me fui a la calle.
Lorena parecía algo mas calmada.
-Lázaro
-Si- sabia lo que me iba a pedir
-Siento haber dicho lo de los tíos y me gustaría pedirte que...
-Que siguiera
-Si, eso es
-Bien.
Baje a la calle y di un montón de vueltas mientras pensaba como era posible aquello. Ella no se podía quejar, no le faltaba de nada, la trataba bien (en todos los aspectos) y la muy zorra me lo pagaba así. Quizás te acuerdes de ella. Se llamaba Sara y era una chica morena, alta y con un buen culo y buenas tetas. Bien, mientras Sara retozaba con el gangoso, me surgió la idea. No se si te acordaras de nuestro compañero David. Después del instituto mantuve el contacto con el. Debo decirte que puso una tienda de electrónica y le marcha bastante bien. Vale, fui a verle y le pedí prestado una cámara un micrófono unidireccional de esos de las pelis, y una cámara con trípode. Me lo presto todo. Cogí todo el material y lo lleve al edificio enfrente al mío, que estaban construyendo. Situé el equipo en un quinto piso (yo vivía en un cuarto), y comencé a grabar.
Imagínatelo. El tío era un puto sátiro. Tenia el rabo enorme y estaba perforando a mi pobre Sara. Ella no mostraba contemplaciones. Estaba abierta de piernas como la mas vulgar puta, acariciándose el coño y las tetas empapadas en sudor. Sus tetas subían y bajaban cada vez que el sátiro embestía. Una y otra vez, una y otra. Estuvieron así por un buen rato, retorciéndose de placer, hasta que ella gimió como si la estuviesen torturando. Cerraba los ojos y hacia aspavamientos, arqueaba todo el cuerpo y se acariciaba el pelo y las tetas. Lo estaba grabando todo mientras se me escapaba una lagrima. Tantas cosas que habíamos pasado juntos a la mierda. El cayó casi dormido encima de ella. Debía estar agotado. Estaba sudoroso y cada uno de sus músculos (era un puto cachas) parecía que iban a reventar de lo grandes que estaban. Abrazo a Sara y le dio un gran beso mientras se quitaba de encima de ella. Cuando acabo de besarla dijo: Fernando eres maravilloso, no como el calzonazos de Lázaro, que no aguanta mas de dos polvos cada día....
-¿Lázaro?
-¿Si?- su voz volvía a parecer agitada, sonaba como si su corazón palpitase mas fuerte.
-Se que no te gustara, pero.. ¿podrías seguir con la historia?, me fascina.
-Claro, pero ¿qué te ocurre?, se te nota alterada...
-Es que... tu historia... me esta calentando... y...
-Vale déjalo no me digas mas ya sigo.
Ese día volví a casa como de costumbre, dejando el equipo en la casa del vecino. Cuando llegue ella había limpiado todo, había aireado toda la habitación. Parecía cansada. Pero yo estaba furioso aunque intentaba ocultarlo. Me pare frente a ella y le dije: cariño, ¿que te parece si echamos un polvo?. Ella se quedo muy pálida y me la empezó a negar. Dijo que estaba demasiado cansada como para hacer nada (créeme, no me extrañaba). Accedí y la deje seguir con lo suyo.
Al día siguiente salí del trabajo un poco antes y me puse a grabar. Al poco rato apareció ese cabronazo de Fernando. Empezó a besarla como si fuera a desaparecer o algo así. Ella solo llevaba un conjunto de lencería de color azul marino que yo le regale. El le quito rápidamente la parte de arriba y empezó a comerle, a morderle los pechos con gran avidez. Entre los mordiscos ella dejaba escapar pequeños gritos de placer. Fueron a nuestra habitación y una vez allí Sara le tiro a el en la cama, lo desvistió haciéndole saborear la excitación, le bajo los pantalones y entonces se mostró a una criatura viva intentando escapar de la prisión que formaban los calzoncillos. Sara metió la mano para cogerlo, cosa que no le costo, se lo llevó a la boca y comenzó a comerlo como si fuera un helado. Se lo trago entero, hasta las pelotas. Debía tener como un palmo de miembro en la boca, debía llegarle a la garganta, pero no hacia ningún gesto de asco. Mientras subía y bajaba, jugaba con la mano, igual que el, que entre gemidos de placer comenzó a posar la mano en el culo de ella, acariciando cada uno de los muslos como si fuese la tela mas sedosa que pudiera existir. Comenzó a levantarle el tanga del conjunto y ella empezó a moverse inquieta, sabedora de lo que le esperaba.
Al otro lado de la línea se podía oír un ruido que aumentaba cada vez mas la velocidad y la intensidad, se oían jadeos y quejidos, avisos del gran final, una felicidad en forma de exhalación que casi me dejo a mi sin aire. Casi me salgo de una curva al oír aquello, pero conseguí tomar el control y volví a poner el coche en su camino.
-¿Lorena, estas bien?- escuche al otro lado del aparato el roce de la tela con el teléfono y la voz de Lorena que me decía, como ida:
-Si estoy bien, gracias, pero sigue por favor...
-¿Qué estabas haciendo?- rápidamente le dije- Mejor no me lo digas, creo que me lo imagino. Seguiré con la historia:
Fernando la había cogido contra la pared, sin mas preámbulos la ensarto como una fiera, embistió. Ella lloraba, no se si de placer o de dolor, pero no intento huir. De repente el musculitos perdió fuerza ,le fallaron las piernas y casi caen al suelo. Sara le arrastro hasta la cama y allí comenzó de nuevo a lamerle la polla. El boca arriba y ella encima suya con una pierna a cada lado. En esta pose comenzaron a hacer un 69. ella tragaba el palo con avidez y el se deleitaba comiéndole la goma del tanga, se que suena burdo, pero así son las cosas .
Nuevamente comenzó a oírse el sonido del roce a través del teléfono.
Sara empezó otra vez con los movimientos incontenibles hasta que se corrió en el pecho de Fernando, llenando todo el tanga con sus fluidos. El, por su parte, tenia la polla mas dura que el tabique de la pared. Llena de caliente sangre. Después del orgasmo de ella cambiaron la postura. Parece que esa era la norma, alguno llegaba al orgasmo, se cambiaba la postura. Ahora fue ella la que se puso encima, cerro los ojos, alzo los brazos y comenzó con el sube-baja, haciendo también movimientos circulares con el culo. El la agarraba de la cintura, para después tocar sus pechos. Los dos estaban empapados en sudor y podía ver sus caras. Si. En la de ella se reflejaba el rostro de la felicidad, aun a sabiendas de que estaba destrozando la vida de alguien. En la de el se podía ver un reflejo de la de ella, pero mas aun, se podía ver como se sentía orgulloso de estar colocando los cuernos a alguien. El orgullo de saber que era él, el que lo estaba llevando a cabo. En poco tiempo su rostro se cambio por el de un sufrimiento, una angustia. Se iba a correr y quería aguantar lo máximo posible. Tenia todo el cuerpo duro y tenso. Ella lo notaba y empezó a gritar: córrete cabron, lléname con tu leche, reviéntame, dame por el culo si es lo que quieres pero córrete ya. El lo soltó y en la cara de Sara apareció una sonrisa, en la de el un gesto de triunfo. El la agarro del culo y empezó a masajearlo con violencia mientras ella se arqueaba hacia atrás y dejaba escapar un largo y sonoro suspiro. Al acabar los dos se miraron a los ojos y se sonrieron. El la volcó, la puso a cuatro patas y le dijo: puta, esta es tu noche de suerte, te pienso destrozar el culo. Sin mediar mas palabra y sin siquiera apartar el tanga empujo con todas sus fuerzas y con todo su miembro contra el pequeño ano de ella. Sara grito como si la estuvieran arrancando la piel a tiras. El empuje inicial consiguió, por una parte, que Fernando metiera la mitad de la cabeza de la polla, mientras que el resto se doblaba hacia un lado, y por otra parte, que ella fuera a dar de morros contra el colchón, dejando su perfecto culo en pompa, para facilitarle el trabajo. De otro empujón y otro quejido consiguió introducirle el resto. Alguien lo dijo una vez"con persistencia todo se puede". Ella dejaba escapar lagrimas, esta vez de dolor, pero el no la dejaba zafarse. Con el objetivo de la cámara pude ver como todo el cuerpo de Sara se tensaba y se le erizaba el pelo de la nuca. Ella dejo escapar un prolongado y bajo grito y quedo como desmayada.
Al otro lado de la línea se podía oír como unos suspiros, ruido de algo en movimiento y a Lorena susurrando muy por lo bajo ..." perme el culo verdad, cabron, pues es t"... y un gran suspiro final. Yo estaba en silencio y espere a que acabase. Estaba aparcando cuando su voz me interrumpió:
-¿Lázaro?, quería darte las gracias y decirte que te espero aquí para hacer todo lo que Fernando hizo con Sara, ¿me esta oyendo?.
-Si Lorena te escucho y me alegro de que mi dolor te halla servido de ayuda.
-Lo siento.
-No te preocupes, ahora me lo pagaras, estoy aparcando.
-Te espero impaciente.
Que decir tiene que subí a su habitación con la velocidad del rayo. Llame a la puerta y una voz que reconocí como la suya me invito a entrar. Estaba en la habitación y la encontré solamente con unas bragas pequeñísimas de encaje, tendida en la cama y con los ojos pardos que siempre tuvo. Unas tetas riquísimas y una cintura de avispa. Al verme sonrió, cerro los ojos, me acerque a ella y me beso.
La bese como si ella fuera el aire que necesito para respirar, lamí cada parte de su cuerpo y me entregue a ella con total devoción. Me desnudó y me trabajó la polla como la mas profesional de todas las putas. La agarre por la cabeza, del pelo y le pegue la cara contra mi polla. La muy puta no dejaba escapar nada. Me la comía entre quejiditos y suspiros silenciados por mi rabo. Estaba a punto de correrme, así que la aparte de mi con fuerza, la mire a sus pardos ojos y le dije:
-La comes bien, putita, pero me gustaría averiguar a que sabe tu coño.
-Ven y pruébalo cabron.
Se levanto, me agarro de la cabeza llevándola hasta sus pechos, que por supuesto manosee y mordí, y nos lanzamos contra la cama. Yo me tumbe boca arriba y ella se sentó encima de mi cara, dejando solo unos centímetros entre su bien depilado coño y mi cara. A esa distancia podía notar la diferencia de temperatura, el calor que ella tenia. Podía oler la esencia que desprendía, el olor que decía que quería ser follada hasta reventar. Le aparte un poco la lencería de un sugerente tono violáceo y me dedique a disfrutar de su raja, que a cada lametón segregaba mas y mas néctar. Le pegue pequeños mordiscos en el clítoris con el fin de arrancarle quejidos de placer. Lo hacia con dulzura, con miedo de que se rompiera como si fuera cristal. A cada lengüetazo dejaba escapar un suspiro, y entre ese y el siguiente me pedía mas; Lázaro, sigue cabron, que andas cerca . Me deleitaba con sus movimientos, con cada uno de sus giros. En una ocasión pude ver como ella jugaba con sus pechos y se arqueaba hacia delante. Respiraba cada vez mas rápido. En una fracción de segundo se echo sobre mi polla, se aparto el pelo de la cara y comenzó a hacerme la mas gloriosa de las mamadas. Empecé a jugar con su culo. Le metí la punta de un dedo en su rajita y cuando estuvo bien empapada se lo introduje poco a poco por el culo. Su respiración se hacia mas rápida por momentos hasta que en un gran suspiro descargo todo su orgasmo sobre mi, llenándome la cara de su ansiado liquido. Ella gritaba llena de alegría y placer. Nada había en su rostro que dijese que apenas hacia una hora había estado llorando.
-Lázaro, gracias por estos momentos.
-De nada, pero no es lo correcto lo que hemos hecho.
-Yo quería, tu querías y a pasado. Que le den por el culo a Luis.
-Si, llevas razón.
-Venga cariño, hazle cosquillas a mi chochete.
No me dejo cambiar de postura. Con un suave movimiento cambio de posición, se quito las mini-bragas y se ensarto en mi polla, dejándome la mas bella de las vistas. Sus dos pechos, bien duros y firmes, del tamaño perfecto, con unos pezones pequeños y erectos, que eran bañados por nuestro sudor y su pelo rojo y rizado como si fuera el agua de la lluvia que cayese sobre sus hombros hasta la mitad de la espalda. Se echaba alante y a atrás, haciendo movimientos ondulantes con las caderas, como si estuviera montando un purasangre. Mientras yo la agarraba por el culo, intentaba alcanzar sus preciosos pechos, pero su movimiento los dejaba fuera de mi alcance. Ahora era yo el que dejaba escapar pequeños jadeos, que pronto ella acompaño. Empecé a notar esa inquietud previa a la gran lluvia de leche, la gran corrida. Se lo dije y ella me pidió: no cabron, te vas a correr dentro como los hombres, destrózame como si fueras un toro montando a la puta de su vaca. Esto me dejo un poco confundido, pero arremetí con mas fuerza hasta que el chorro impaciente salió de la polla en grandes chorros. No los conté, pero fueron muchos. Ella estaba salpicada de sudor y se hecho hacia delante, arqueando el cuerpo y dejándome, por fin, sus tetas al alcance de mis ávidas manos. Me sonrió, y solo alcanzo a decirme entre suspiros: coge lo que es tuyo, no dejes nada para los gusanos. Se quito de encima y empezó a darme lametones en la polla, como si fuera un helado de fresa. Me fije en su coño que no dejaba de segregar hilillos de semen y liquido vaginal fundidos. Empecé a jugar nuevamente con su culo. Me gusta acabar lo que empiezo. Simplemente dejo escapar una especie de quejido. En poco tiempo su ano se dilato y mi polla estuvo lista otra vez. La aparte, la puse de pie y hable con ella.
-Ven, quiero probar una cosa.
Estaba sin fuerzas. La ayude a ir hasta una pequeña cómoda que había en la habitación. Hice que se agarrase con las dos manos a ella, que levantase el culo y... zas. Le empecé a meter la cabeza de la polla. Estaba tan eufórica que lo único que me pedía era que la partiese en dos. Hice un poco mas de fuerza y conseguí que entrase toda. Vi como se le erizo el pelo de la nuca. Ese precioso pelo que le caía sobre los hombros. La sujete por la cintura y comencé el baile. Estaba metiendola y sacándola como un animal, sin pensar, me deje al placer que esto me producía. Uno de los empujones fue quizás demasiado fuerte y casi cae al suelo. La ayude a colocarse y seguimos. Sus tetas se balanceaban hacia delante y hacia atrás como si estuviesen intentando escapar. Estaba notando como me venia otra vez y aumente el ritmo. Dejo escapar u pequeño grito de dolor y para entonces, acabe dentro de su culo. Se la saque y pude ver como chorreaba un poco, incluso de su coño aun caía algo.
-¿Estas bien?
-Si, si...
Se llevo las manos al culo, le tenia que haber dolido. Estaba como ida. Mire el mueble-bar y, efectivamente, había bebido un par de botellas pequeñas de licor. Se fue hasta la cama y se tapo hasta las cejas con las sabanas totalmente sudadas. Lo único que alcanzo a balbucear fue un buenas noches, quédate a dormir. Me acosté a su lado y me quede dormido. Debían ser cerca de la 6 de la mañana y quería saber si se le había pasado la borrachera para ver sus reacciones. La rodee con mis brazos y le empecé a besar la nuca. Se despertó, me miro y me saludo. Sus ojos tenían ahora reflejos amarillos de la luz que entraba por la ventana.
-¿Estas mejor?
-Si, gracias Lázaro.
-¿No estas enfadada?
-No
-O sea que no estabas borracha.
-Hace falta mas que eso para emborracharme.
-¿Y si quiero volver a repetirlo, tendré que emborracharte o...?
-No, siempre que quieras, ahí estaré.
-¿Somos amantes entonces?
-Si, por que no.
Así acabo esto, lectores. Desde ese día se vino a vivir a mi casucha, practicamos sexo muy a menudo y seguimos siendo amantes. Usamos el termino amantes porque el de novios implica boda, y eso no lo queremos. En cuanto a mi historia con Sara les puedo contar que después de estar grabándola como cuatro días o así le deje las cintas sobre la mesa de la casa y me fui. No he vuelto a saber de ella. Por supuesto le di las gracias al vecino y le dije que podía pasar a abusar de Sara cuando quisiera. Intentare escribir más historias según tenga tiempo, aunque puede que esta sea la ultima, no se. Me despido de ustedes.
Lázaro.