La vida de Carlota, parte 2

Siguen las vicisitudes de Carlota, ocupando el lugar en la sociedad que siempre debió tener.

Me aseé, calenté el café y la leche, exprimí el zumo y con la bandeja con pan, queso y embutido que había preparado antes subí a la habitación, donde él seguía con el telefono en la mano, escribiendose con sus amigos, con una sonrisa de oreja a oreja, ni me miró, simplemente se sentó en la cama, esperó a que le colocara un cojín en su espalda y siguió escribiendo, mientras comía y yo ocupaba mi lugar, arrodillada junto a la cama, a pocos centimetros de él.

Dejando el movil en la cama, acabó de tomar el café con leche, me miró, sonriendo.

-bien, puta, este es el último desayuno que me preparas, he decidido llevarte al mercado de esclavas, a ver que me dan por ti, creo que ha llegado el momento de

sustituirte por una esclava joven, que me excite, que me den ganas de follarla, comprenderás que tú ya no eres capaz de hacer eso, no?

-por favor, amo, señor, se lo suplico, no me haga eso, sabe que en ese mercado las esclavas de mi edad acaban siendo compradas para hacer autenticas barbaridades con ellas, por los años que hace que le sirvo, por si alguna vez me amó, señor, le pido que no haga eso, haré lo que sea, pero prefiero que sea en esta casa, donde he vivido toda mi vida rodeada de felicidad, señor, lo que sea!

Me miro, su sonrisa me asustó, no se que se la había pasado por la mente, pero no podía ser nada bueno.

-bien, perra, dijo mientras me daba la bandeja para que la recogiera...me lo pensaré, vete para la cocina, y haz tu trabajo, tengo cosas que hacer.

-gracias, Amo, le prometo que no se arrepentira, si adopta esa decisión, contesté, recogiendo la bandeja.

Mientras caminaba hacia la cocina pensaba en que al menos me había librado de ir al mercado, el simple hecho de verme expuesta, como la fruta o el pescado, y acabar comprada por cualquier depravado me hacia temblar de miedo. Pensando en esas cosas estaba, mientras fregaba los platos, cuando mi Amo entró en la cocina, ya vestido, elegante, listo para salir a su paseo o a donde le apeteciera, como hacía cada día. Me miró de arriba a abajo, con su cara de asco, como siempre.Paré de fregar, me sequé las manos, me giré y me arrodillé, como era mi obligación.

-Amo, perdón, no le escuché llegar, dije mirando al suelo.

-No pasa nada, perra, es normal haciendote vieja que ya ni oigas siquiera bien....he decidido que vengas hoy conmigo, al paseo, tiene que darte un poco el sol, estas demasiado palida, dijo girandose y dirigiendose al recibidor.

-si, Amo, como usted desee, dije, siguiendole , iba totalmente desnuda, tenia prohibido cualquier clase de prenda sobre mi cuerpo, al pasar por el gran espejo del salón la imagen que se reflejó me hizo ver a que se debía el cambio de actitud de mi marido.

168 cm, 63 kg, morena, pelo ondulado, hasta los hombros, con una 100 de pecho, pero caidos tras seis partos y todos criados a pecho, una pequeña barriguita, un culo ya ensanchado por la edad y la vida dura, y su consiguiente celulitis...que iba a ver él en mi que le provocara deseo?

Pensando en eso llegué a la puerta de la calle, donde él esperaba.hacía un bonito día, así que ni se puso chaqueta, y mirandome, me dijo que abriera el armario , donde encontré unos zapatos de tacon, de casi 15 cm, jamás había llevado algo así.

-Pontelos, me dijo, girandose para abrir la puerta.

Estaba claro que iba a ser la única prenda que iba a llevar, me los puse, incluso me daba vertigo, verme tan alta. El cogió del paragüero algo que jamás había visto allí, una fusta, de las que se emplean en hípica.

Con ella en la mano y conmigo a un metro de distancia, andando como una imbecil, intentando mantener el equilibrio, nos dispusimos a dar un paseo por el barrio.

Era un espectáculo verme, mis ubres, que es lo que parecían, iban de lado a lado a cada paso que daba, mis tobillos no soportaban el equilibrio, mi culo, claro está, convertía mi celulitis en algo parecido a un flan, durante media hora andamos , por parques, avenidas, la realidad es que casi todas las mujeres que nos encontrabamos estaban desnudas también, el día era espectacular y los Amos exhibían a sus propiedades.

Llegamos al parque central, el lugar de tertulias de los Amos, en mitad de la ciudad, un gran parque, antiguamente el habitual para los picnis familiares del domingo, y actualmente, un lugar de depravación donde entre burlas y risas pasaban la mañana practicando su deporte favorito, humillar esclavas.

Pasando entre varios grupos de Amos y esclavas, realizando sexo, en su mayoría, llegamos a un banco, ocupado por un señor y una esclava, de rodillas a su lado, que le practicaba una felación. Mi Amo se sentó a su lado, y saludo a su compañero, de forma amigable, eran conocidos. Yo miraba al suelo, como corresponde a una esclava, pero sin que se dieran cuenta pude ver su cara, era el hermano de mi marido, mi hasta hace poco, cuñado, podriamos decir, la última vez que lo vi aún yo no había perdido mis privilegios y podía comportarme con él como una persona normal.

-Vaya, vaya... por fin te decidiste a aceptar que no se puede desperdiciar una vida al lado de un trozo de carne como ese, sin valor.....hermano, dijo riendo.

  • si, hermano, me ha costado, pero he decidido que no merece la pena.

Yo miraba al suelo, aun depie, al lado de mi Amo, oyendo esos comentarios, cuando su mano se posó en mi culo, dandome un pequeño empujoncito

-venga, perra, saluda al señor como es debido, no olvides tu condición.

Me situé ante él, me arrodillé junto a la otra esclava, y oyendo como ella mamaba su polla, miré a sus pies

-Hola Señor, me alegro mucho de volver a verle.

-vaya con la esclava..hace no mucho me llamabas Pedro, recuerdas? ya le decía yo a mi hermano que hacía mal otorgandote tantas confianzas, menos mal que ha entrado en razón.

-si, Señor, ahora ya me ha puesto en mi lugar, como merezco, dije yo sabiendo que debía responder lo que se esperaba de mi.

-bien, Miguel, ahora que ya no estas enchochado con ella, puedo comprobar que tal és? siempre le tuve ganas a esta perra....

-claro, faltaría más. Ya la he cedido a otros amigos, y te aseguro que nadie se ha quejado.

Mi hasta hace poco cuñado hizo un gesto con su mano, haciendome subir la barbilla, mirandome a la cara, tras lo cual me ordenó levantarme, como pude, con los tacones, lo hice, y quedé ante él, mi coño a la altura de su cara, la esclava mamandole y él, con su cara de cerdo, sonriendo

-girate, perra.

Obedecí, mostrando mi culo

-Inclinate hacia delante, separa las piernas, y con tus manos abre tus nalgas, puta.

Volví a obedecer, mostrando mis agujeros.

-hermano, así al menos es visible e incluso podría ser apetecible, pero la verdad, cuando está depie, y no quiero pensar sin tacones, tiene un culo que da asco.

-lo sé,-dijo mi Amo- pero piensa que está casi sin usar, y que después de tantos años de buena y feliz vida, cualquier humillación que ahora recibe se multiplica por diez, al no estar acostumbrada..eso es lo que me ha decidido a no venderla, las posibilidades de divertirme con ella que tengo. La mayoria de la perras estan más que habituadas a este trato, ni piensan, mira esta misma que tienes aqui chupando, no sufre, sabe que es su condición y lo acepta, en cambio..mi perra...se hunde a cada momento con cada orden mía que la denigra.

El hermano de mi Amo metió su dedo en mi culo, sonriendo, dandose cuenta de lo que se podía llegar a divertir mi Amo conmigo a partir de ahora.

Se levantó, apartando a la esclava que le chupaba la polla, ya muy dura, y sin mediar palabra me la metió por el coño, asi, inclinada como estaba, apoyé mis manos en las rodillas, y a la vista de todo el mundo, con mis ubres balanceandose y mi Amo mirando, se corrió en mi coño como un animal.

Se volvió a sentar, y colocó a su esclava a chuparle la polla para limpiarle, dejandome a mi en esa posición, pudiendo ver como su semen afloraba de mi coño y bajaba en forma de gotas por mis piernas, mientras comentaban ya cosas del día a día.

Creo que las reuniones familiares en casa iban también a dejar de ser como eran.......