La vida de Carlota, parte 1

Una sociedad nueva, con normas nuevas, y una vida que cambiará para siempre.

Mi vida era relativamente agradable. Hasta los 48 años, podía decir que fuí feliz. Después de la gran guerra, hace treinta años, el número de hombres que quedaron vivos fue muy escaso, comparado con el de las mujeres, con lo que se decidió que los hombres tendrían muchos derechos, entre ellos, someter a las mujeres, para asegurar la pervivencia de la especie. Las mujeres pasamos a ser practicamente esclavas, sometidas a ellos, con los años, hasta límites que hace cien años hubieran escandalizado.

En mi caso, digo que fuí afortunada porque con dieciocho años, recién impuesta la ley, fuí reclamada, como era el procedimiento, por mi novio, mi primer novio, el único, el chico al que amaba, que me convirtió legalmente en su esclava, y con el que hice durante mucho tiempo una vida practicamente de esposa.

Claro que él decidia cuando teniamos sexo, que cosas quería, y todo lo que se refería a nuestra vida , pero me dejaba mucho espacio libre para poder seguir haciendo las cosas que me gustaban, leer, pintar, pasear...en esos paseos solía ver a muchas amigas mias convertidas en literalmente perras amaestradas, obligadas a hacer cualquier barbaridad que a sus propietarios se les ocurriera, ya fuera en publico o en privado. Gracias a que mi marido/dueño me habia colocado un collar especifico los Machos que me encontraba no podian hacer uso de mi, lo cual me ahorraba muchos problemas, si no contabas con ese collar de exclusividad cualquier hombre podía hacerte lo que quisiera. Así en cualquier paseo por el parque podia encontrarme señores montando a esclavas, en un banco, o apoyadas en un arbol, algunas siendo paseadas con collar y cadena al cuello, siempre que el tiempo lo posibilitaba, totalmente desnudas, claro. Si iba por la ciudad, la situación no era diferente, no había problema en ver a una esclava practicar una felación en una terraza, mientras su dueño tomaba una cerveza, o ser obligadas dos esclavas a realizar escenas lesbicas para el disfrute de sus dos amos, por el mero hecho de verlas y entretenerse sin mas.

El objetivo de la ley era que la especie no se extinguiera, con lo cual cualquier medida anticonceptiva estaba totalmente prohibida. Las mujeres fertiles podian tener seis, siete hijos, tanto varones como hembras. Solian ser llevados a granjas, donde eran educados, de maneras diferentes hasta los 18 años, edad en la que se les enviaba a lugares lejanos, para que no se fomentara la endogamia. Los hombres pasaban a ocupar su lugar de Amos y las mujeres el que les tocaba, esperando que su propietario las tratara bien.

Como digo, todo cambió el año que cumpli 48. Mi marido comenzó a frecuentar unas amistades diferentes, a salirse del circulo habitual, y me sorprendió poco a poco, primero solicitandome cosas diferentes respecto al sexo, como el sexo anal, algo que jamás me habia planteado, despues guarradas, como orinar sobre mi , incluso un dia se presentó en casa con dos de esos amigos y fuí ofrecida como quien ofrece una cerveza, a que hicieran uso de mi cuerpo, lo cual hicieron, sin privarse de nada.

Desde ese momento el trato que me dispensó fue muy diferente, me fue prohibido volver a leer, pintar, se me prohibio cualquier tipo de ropa que tapara mi cuerpo, y el collar de exclusividad me fue retirado. Todo eso sin contar que mi marido comenzó a dejar de dormir conmigo, y a hacer uso sexual de esclavas de sus amigos, mucho mas jovenes y atractivas, claro.

Poco a poco todo el respeto que me tenia se perdió, y me vi como veia a aquellas amigas mias de la juventud, desnuda, con collar, paseada por el parque por mi marido, y montada, sin miramientos, en cualquier lugar, haciendo el uso que le apetecia de mi cuerpo a él, o a cualquiera de sus amigos.

A estas alturas, la capacidad reproductiva mía había dejado de existir, habia tenido tres hijos y tres hijas, todos ya mayores de edad, que debian estar en cualquier

lugar lejano, haciendo sus vidas, ellos como Amos, ellas como esclavas. Yo pasaba a formar parte del grupo de mujeres que basicamente eran usadas como personal del hogar o como entretenimiento.

De esta forma pase unos meses, en los cuales mi marido me miraba ya no con amor, como antes, ni respeto, si no con asco, si no odio, creo que se daba cuenta que habia perdido muchos años a mi lado privandose de los caprichos que esa sociedad le daba, y me hacía culpable a mi.

Una mañana, despues de levantarme, actué como de costumbre. Desnuda, como siempre, preparé su desayuno, recogí la casa y me dirigí a su habitación, a despertarlo. Me metí bajo la sabana y me dispuse a chupar su polla, hasta que se puso dura y él con su mano y una palmada en mi cabeza me dio a entender que ya estaba despierto. Tras eso, descubrí la sabana y me puse de rodillas a su lado

  • Señor, me permite meter su polla en mi coño para darle placer, le pregunté, como tenia ordenado hacer cada dia, desde que habia cambiado su forma de tratarme....

  • perra, ( asi me llamaba habitualmente estos meses), me apetece mas que la claves en tu culo y llenar tus tripas. total, ya no podré dejarte preñada, es inutil usar tu coño.

-si, Señor, gracias por dar uso a mi cuerpo, dije con la cabeza agachada, colocandome en cuclillas sobre su polla dura y metiendola en mi ano, hasta hundirme totalmente , con algo de esfuerzo y comenzar a subir y bajar , dandole placer. Durante unos diez minutos estuve así, mientras el jugaba con mis pezones, salidos, miraba mis tetas, colgando, y comentaba que como se podia echar a perder un cuerpo de esta manera....me humillaba haciendome ver que ya era vieja y dejaba de ser atractiva.

Cuando note que un potente chorro caliente de semen me llenaba el intestino, me detuve, me hizo una señal con su mano para que me levantara, y poco a poco dejé libre su polla, coloque dos dedos en mi ano, para evitar que se derramara ni una sola gota de semen, y acerque mi boca a su polla, para lamerla y limpiarla de cualquier resto que quedase. mientras él miraba en su telefono los mensajes de sus amigos.

-Señor, puedo ir a asearme? pregunte tras dejar su polla reluciente

-No, perra, arrodillate en el suelo junto a la cama.

Así lo hice, sin sacar mis dos dedos de mi ano, a una orden suya, abrí la boca, sabiendo lo que tocaba, se sento en la cama, metio su pene flacido y orinó. Tras eso, volvi a chupar su pene para limpiarlo y obtuve el permiso para retirarme. Por el pasillo, con dos dedos dentro de mi culo y lagrimas en los ojos, me daba cuenta de como una vida puede cambiar en tan poco tiempo, sin saber que mucho antes de lo que esperaba, cambiaría muchisimo más.........