La vez que mi hijo me hizo sexo anal.
Si bien dicen que nuestros destinos están determinados, creo que más de una vez terminamos modificándolo, para bien o para mal
La vez que mi hijo me hizo sexo anal.
Mi nombre es Sonia, actualmente tengo 36 años, contadora, separada con un hijo, 1,66m cuerpo normal, medidas 87-64-93, pelo largo castaño.
A los 17 años quedé embarazada, gran escándalo familiar, pero al final mis padres estaban felices de tener un nieto, me ayudaron y a pesar de no estar demasiado convencida, nos casamos, Javier trabajaba con su padre, los míos, acondicionaron un quincho que tenían en el fondo de la casa, convirtiéndose en nuestro hogar.
Nació nuestro hijo, que llamamos Juan, por su padre y el mío que tenían el mismo nombre, lamentablemente o no, antes que mi hijo cumpliese un anito nos separamos.
Si bien mi padre, termino manteniéndonos, me obligo a que siguiese una carrera, él llevaba contabilidades dependiendo de alguien que les firmaba sus trabajos. Como me gustaban los números y lo ayudaba en su trabajo, opté por seguir Ciencias Económicas, que no me fue demasiado difícil, recibiéndome en menos de 5 años
Hasta acá todo bien, el niño crecía, mi ex esposo se fue a Espana, y yo trabajaba con mi padre, incorporando cosas nuevas a la contabilidad, aumentando considerablemente los ingresos, mi madre cuidaba a Juan bastante tiempo, reemplazándome en mis obligaciones como madre, algo que no me gustaba demasiado, porque lo malcriarlo bastante.
Por suerte por mi profesión y la gran ayuda de mi padre, obtuve un préstamo dando la posibilidad de comprar una casa, no demasiado grande, pero más que suficiente para Juan y yo. Por supuesto que a mi madre mucho no le agrado, diciendo que como cuidaría a su nieto etc, etc., es muy buena madre, pero muy absorbente.
El hecho que me fui con mi hijo ya de 6 años, a vivir mi vida, me costó corregirle ciertas costumbres, pero con paciencia y amor, lo fui logrando.
No tuve demasiadas parejas en ese periodo de mi vida, por trabajo, tiempo, pero fundamentalmente porque a mi hijo no les gustaban demasiado mis candidatos, era y es bastante adsorbente conmigo.
Todavía era bastante chico, pero en unos pocos años tendría su pareja, permitiendo hacer mi vida libremente, aunque a veces el diablo mete la cola. Nuestras vidas continuaron, éramos bastantes compinches en muchas cosas, lo dejaba dormir en mi cama, tratándolo no solo como un hijo, sino manteniendo esa relación de compañerismo.
Los años pasan rápido, ese niño, ya entraba en la pubertad a pesar que una, lo considera un “bebe” todavía, comienzan a surgir cosas que nos trasladan a la realidad.
Creo que reaccione, ante su crecimiento el día que salió del baño desnudo, sin saber que estaba, al ver su aparato reproductor bastante desarrollado, me llevé una gran sorpresa, que al percibir mi presencia, se tapó rápidamente.
Debo confesar que a pasar de olvidarme, sentía una pecadora estimulación al recordar ese momento.
También, cuando se levantaba y estaba preparando el desayuno me abrazaba por detrás percibiendo un bulto que oprimía mis posaderas, no sé si era imaginación, pero me motivaba bastante.
Otra vez entré en su habitación de improviso, y ante mi sorpresa, estaba desnudo en la cama, masturbándose, con su prominente verga totalmente erecta, cerré la puerta mientras un calor intenso corrió en mi cuerpo, notando que me humedecía bastante.
Pensé que era una depravada, y no sé cuantas cosas más, pero a pesar de eso me tuve que aplacar con una profunda masturbación, pensando que dado que carecía de pareja, esas reacciones eran justificables.
Una noche desperté totalmente excitada y mojada, donde en un sueño, más que erótico, mamaba el miembro de mi hijo. Opté por consultarlo con una amiga, modificando algunas cosas, contestándome:
“Amiga, consíguete un tipo, para que te aplaque, o conquista a tu hijo ” Largando una carcajada, aclarando que era una broma, aunque me dio la impresión que era en serio.
Mis alternativas era, conseguir a alguien, conquistar a mi hijo o masturbarme, por supuesto que la lógica era la primera, pero no era muy inmediata, a pesar de tener varios conocidos, pero, no me entusiasmaban demasiado.
Consciente o inconsciente, comencé a vestirme más sexy, a lo que mi hijo reaccionó de una manera imprevista, adulándome, abrazándome y hasta llegar a bailar una noche de una manera poco habitual entre madre e hijo.
Solía tocar mi pierna mientras mirábamos televisión, que me ponía muy cachonda, hasta una noche jugamos con los almohadones y luchamos donde hubo un contacto bastante tentador, sin caberme dudas en que a ambos no sucedía algo similar..
Si bien, percibía que la reacciones de mi hijo, me veían mas como mujer que como su madre, creo que era yo que debería dar el primer paso, aunque no era nada fácil.
Una noche cerca de las dos de la mañana suena el timbre, me sobresalte, cuando pregunte eran sus amigos que lo traían bastante tomado, me ayudaron a acostarlo, estaba vomitado, era un asco como estaba, lo desvestí dejándolo solo en slip, que estaba bastante orinado, percibiendo un olor nada grato. Como soy bastante hincha con la limpieza a pesar de la hora, terminé quitándoselo y una vez desnudo comencé a higienizarlo.
Limpie su miembro, notando que se iba rigidizando, estuve a punto de irme, pero me tenté, siguiendo con su aseo, el que se fue transformando en algo más voluptuoso, tocándolo suavemente mientras continuaba elevándose, atraída ante su miembro termine besándolo, pasando mi lengua, para finalmente llevarlo a mi boca. Oyendo que balbuceaba sin sentido, continúe un rato más, hasta que me quité el pantaloncito, accediendo cómodamente a mi sexo, hasta lograr un prolongado y rico orgasmo, que mientras me iba a acostar, pensé que era una depravada.
A la mañana siguiente solo lo regañé por el estado en que había llegado.
El día que cumplí mis 34, mis padres hicieron una reunión, con familiares y amigos, regresando a casa cerca de la medianoche, mi hijo me propone ver televisión, nos colocamos los respectivos piyamas regresando al estar, para ver una película, como era algo violenta, que por supuesto que a Juan le encantaban, me dio algo de sueño.
A pesar de tocar mi pierna, acariciándola lentamente, que me agradaba bastante, mi modorra, como consecuencia de lo que había bebido, no me permitía mantenerme despierta, así que me volqué en el sillón, apoyando mi cabeza sobre los muslos de mi hijo, mientras acariciaba mi cabeza, eso y mí letargo, hicieron que me quedase dormida, que al despertarme estaba viendo otra cosa.
Me levante con la intención de irme a la cama, en demostración de cariño, besé su muslo desnudo, intentando levantarme, pero lo impidió, tomando mi cabeza, apoyándola sobre su pierna, volví a acariciándola y besarla, mientras permanecía en esa posición, pareciendo encantarle esa gesto de cariño.
Permanecí, en ese estado, repitiendo mis suaves besos, que no me cabían dudas, que le cautivaba, acentuando esa intención y hasta pasar levemente mi lengua sobre esa piel.
Su mano acariciaba más mi cabeza, como dando por señalado, que le encantaba, sin pensar demasiado fui intensificando esas caricias tan emotivas, desplazando mas su pantaloncito, hasta descubrir su ingle, donde mi lengua comenzó a recorrerla.
Su mano no dejaba de acariciar mi cabeza, mientras continuaba humedeciendo ese lugar, que al tener mi frente apoyada en su pelvis, comencé a percibir su bulto que parecía aumentar su volumen.
Intensifique mas mis caricias, hasta que mi boca quedó apoyada íntegramente sobre su sexo a través de la delgada tela de su pantalón, metiendo mi mano hasta rozar su verga, quedando más que sobrentendido, que lo que sucedía era de mutuo agrado.
Sin dar respira a mi actuación, bajé su prenda, quedando al descubierto su verga, erecta como un mástil, a la espera de ser abordada.
Sin pensarlo, me arrodille frente a mi hijo en un arrebato de lujuria, tomando con mi boca su miembro, chupándolo de manera avasalladora, mientras oprimía mi cabeza, hasta introduciéndola en su totalidad, en un acto de ímpetu e impensable.
Mamaba su verga con desesperación, oyendo las exclamaciones de Juan, intensificando mi accionar, sacando la boca, para lamer sus testículos una y otra vez, de una manera descontrolada y vehemente.
Deseaba cobijar en mi cavidad bucal la totalidad de su sexo, sin poder lograrlo, terminando succionando su verga, intentando extraer su semen .hasta la última gota, hasta que después de un corto tiempo, su simiente invadió el interior de mi boca, disfrutando de ese sabor peculiar, de su esperma.
Permanecí, algo perpleja por lo que acababa de hacer, que me levanté rápidamente para ir al baño a lavarme, sin poder olvidar lo que había sucedido, apenas acabe con mi higiene, me fui a mi alcoba, sin decirle, “Buenas Noches ”, a mi hijo acostándome avergonzada por lo sucedido.
Me acurruque en mi cama, bastante excitada, tocándome sin dejar de pensar en su aparato, cuando después de un tiempo, aparece en mi dormitorio, totalmente desnudo, con su pene nuevamente erecto.
De manera automática, abro las sabanas, como invitándolo a acostarse, que rápidamente lo hace volcándose sobre mí, abrazándolo intensamente, mientras me quita las bragas, introduciendo su cálido sexo en mi cavidad, atrapándolo con mis extremidades, iniciando los movimientos característicos, en un coito tabú, entre madre e hijo. Hasta que mi ávida cavidad, comenzó a vibrar, elevando mi excitación, hasta llevarme a un delicioso orgasmo, después de bastante tiempo.
Su eyaculación fue casi inmediata, percibiendo su esperma regar el útero de su madre, algo tabú, pero sublime. Quedándonos abrazados en silencio, donde el contacto de nuestros cuerpos, parecían fusionarse, en ese momento paradójico.
Prácticamente no hablamos, como si cada uno iba asimilando lo sucedido, invitándolo a que se fuese a su cama. Me dormí rápidamente por la tensión acumulada, aunque a las dos horas me desperté recordando lo ocurrido, arrepentida en parte, sin dejar de pensar en ese especial momento.
A la mañana siguiente, me levante para preparar el desayuno, y si bien apenas nos saludamos, mientras merendábamos le digo:
“Hijo, si bien no puedo negar que disfrute lo sucedido anoche, creo que fue algo imperdonable por mi parte, fui la instigadora de algo que jamás debería de haber sucedido”
“Madre, no te tortures, es el mejor regalo que me has dado en mis dieciséis años, lo repetiría todas las veces que quieras”
“Si lo comprendo, y no me caben dudas que te encantó, siendo tu primer experiencia sexual, supongo, pero sabes que esto es algo atípico e inmoral. Pero debemos olvidarlo por el bien de ambos.” Pensaba en que dirían mis padres de enterarse, hasta sentía algo de vergüenza el día que los viese.
Si bien intentaba cortar de lleno ese inicio, no tenía dudas que me estaría dispuesta a repetirlo.
Traté de evitar, darle continuidad a esta situación, a pesar de las intenciones de mi hijo de reiterarlas, algo que se me hacía bastante difícil. Pasaron varios días de aquella noche, pero una tarde estaba por salir con unas amigas, después de bañarme, me perfumé y mientras me colocaba la ropa interior, en el momento que veo a Juan observándome.
Me sonreí, aunque lamenté no haber cerrado la puerta, mientras se acerca, diciendo:
“ Estas muy sexi, madre” Tomándome con sus brazos, besando mi cuello, intentando meter la mano entre mis bragas. Deteniéndolo de inmediato, a pesar que me habría gustado que continuase.
.”Por favor Juan, párate, tengo que salir y olvidemos este tema” empujándolo, tratando de zafarme. Por supuesto que esto trajo acarreado su mal humor, yéndose de manera brusca.
Terminé de vestirme, y antes de irme fui a saludarlo, que por supuesto ni me contestó. Mientras iba al encuentro de mis amigas, pensé bastante en lo sucedido, y hasta creo que de no tener que salir habría accedido a su intensión.
Al regresar a la noche a casa, no estaba, me preocupe bastante por su ausencia, sin saber donde estaba, pero a los veinte minutos llegó, apenas me saludo, comimos en silencio y se fue a su cuarto.
Me quedé mal, como si fuese una mala madre, por haber retado a su hijo sin motivo, así que apenas terminé de limpiar me fui a su dormitorio, para hablarle, tratando de que entrara en razones. Me senté a su lado, tomándole la mano, tratando de volver a explicarle sobre nuestra relación, que lo que habíamos hecho fue muy lindo, pero debía quedar en el recuerdo.
Al irme después de besar su frente, me llama abriendo su sabana, le digo que no con la cabeza, continuando hacia mi habitación.
Mi cabeza giraba a mil, sin saber realmente que hacer, la tentación era evidente, lo deseaba igual o más que mi hijo, me senté en la cama, mientras me desvestía, quedando solo con mi diminutas tanga, me toqué comprobando que estaba bastante mojada, pensando en masturbarme, aunque no tenía sentido, pudiéndolo aplacar de otra manera.
Después de varios minutos de reflexión, me puse la bata transparente, dirigiéndome a su habitación, parándome junto a su cama, tomándome de la mano, solo dije:
“No digas nada, esto será como una despedida, de esta relación. ” dándole un beso en sus labios.
Me quité la bata, quedando solo con mi breve tanga, mientras me observaba alucinado, ante mi cuerpo casi desnudo.
Me sentí alagada, al ver su rostro embelesado, por el cuerpo de su madre, me emociono ese instante, que se transformaría en un momento de comunión madre-hijo, muy distinto a la primera vez.
Me metí en su cama estaba desnudo, acaricie su miembro bien erecto, presto a entrar en acción, que algo arrebatado trató de montarme, frenándolo en su intención, diciéndole:
“Déjate llevar, disfrutemos de nuestros cuerpos, conozcámonos, la noche es nuestra” Estaba tranquila, entendí que era lo correcto, no lastimábamos a nadie
Su mano recorría mi cuerpo, tocando suavemente mis pechos, jugueteando con mis pezones, para chuparlos con total ahínco, hasta tensionarlos como dos vigías, besándonos levemente, hasta meter su mano entre mi prenda, detectando mi grieta totalmente húmeda, empapando sus dedos para llevarlos a mi boca.
Ese juego previo, lleno de un delicado erotismo, duro bastante, hasta quitar mi tanga, mientras la leve luz del velador permitía ver mi cuerpo desnudo, recorriendo con su mano desde arriba abajo, dejando que disfrutase de mí obsequio.
Me giró, tocando mis glúteos, metiendo su dedo por la unión de ambos, hasta tocar mi orificio, una y otra vez, evidentemente era su “juguete ”, así permanecimos un buen rato, hasta que sentí su miembro, introducirse en mi vagina, ante una exclamación de satisfacción brotó de mi boca. Un vaivén lento, mirando nuestros rostros de una manera embelesada, mientras su pistón friccionaba las paredes internas de su madre, lugar por donde fue parido.
Pronto ese bombeo fue adquiriendo un ritmo mayor, rodeándolo con mis piernas, como deseando tenerlo totalmente en mi interior, transformándose en un coito apasionado y salvaje, incrustando mis uñas en su espalda.
Para finalizar en una loca y desenfrenada copulación, entre madre e hijo, que al sentir su esperma regar mi interior mi orgasmo estalló, sintiendo que mis pezones descargaban la tensión.
No tardamos en dormirnos, desnudos y abrazados, despertándose Juan cerca de la dos de la mañana, para repetirlo, y así dos veces más antes de levantarnos, pasando ese domingo casi todo el día en la cama.
.Era de suponer que no sería nuestra despedida, más bien se fue intensificando, por mi parte deseaba recuperar ese tiempo de abstinencia, y por otro la juventud de mi hijo, que a veces permanecía bastante tiempo desnudo, dispuesto a tener sexo en cualquier momento.
Era evidente que nuestro roles, se fueron modificando pasando de ser su madre a amante, que íbamos rápidamente aceptando, a pesar que por supuesto, tampoco éramos un matrimonio.
Si bien Juan, pasaba parte del día desnudo, no podía adaptarme a lo mismo, fundamentalmente por la llegada imprevista de mi madre, que por desgracia tuve la estúpida idea de darle un juego de llaves de mi casa, hacia un tiempo, por alguna eventualidad.
Pero una tarde sucedió algo, digamos gracioso, aunque podría haber sido catastrófico, era un dia bastante caluroso, cerca de la cuatro de la tarde, decidí tomar algo de sol, me puse la bikini, que me quedaba algo estrecha, volcándome en la reposera.
Posteriormente llega mi hijo, pone la manguera y me moja, no me agrado demasiado lo que hizo, así que lo regane por esa estúpida ocurrencia, aunque me refresco bastante..
Después de un rato se acerca, se arrodilla a mi lado. Y me comenta:
“Porque no te quitas el sostén, ma”
“No, estás loco, me pueden ver”
“Porque, las consideras feas?”
“No, siempre estuve orgullosa de ellas”
“Con más razón, para exhibirlas”
Realmente, desde unos pocos edificios, podrían verme con prismáticos, pero me mantuve en no quitarlo, aunque mi hijo, siempre fue tan insistente, que por supuesto termine conformandolo.
“Te pongo, protector solar?
“Ya me puse”
“Pero en tus ricas tetas, no, ma”
“Esta bien, hazlo ”
Donde me volcó bastante emulsión, desparramándola con su dedo, pero fundamentalmente en mis pezones, que si bien intenté detenerlo, continuo, comenzando a producirme una imprevista excitación, en esa parte tan sensible.
Hasta que paso su lengua, moviendo los extremos de mis tetas, para comenzar a succionarlos, con toda su energía, algo que comenzó a motivarme..
“Por favor, para” Le digo de una manera autoritaria, pero con nada de convencimiento, contestándome:
“No te gusta?”
“Sabes que sí, pero estamos afuera”
“Es que eres tan sensual , que me excitas demasiado ” poniendo una cara de niño inocente.
Me sonrío ante su cómica expresión, mientras su mano no cesa de acariciar mi abdomen hasta meter la mano entre mi tanga, llegando a rozar mi vellosidad, intentando introducirla más adentro a lo que impido, su intención.
‘’Déjame tocarte, si esta húmeda la quitas, te parece?
“Eres un degeneradito ” Riéndome, cuando su mano toca mi sexo, que realmente está bien mojado, pasando su dedo para llevarlo a mi boca, que sin llegar a decir algo, desplaza mi malla hasta quedar desnuda.
Sentí algo de morbosidad, al pensar que alguien podría vernos, y saber que era su madre, me agradaba esa situación, a la vez que sus dedos hacían estragos en mi vagina, donde mi cuerpo desnudo, era exhibido ante mi hijo, que a pesar de haberme visto así, varias veces, no dejaba de producirme algo de pudor
Sin quitar su mano de mi abertura, comenzó a besarme, pero por primera vez su lengua se introdujo en mi boca, poniéndose en contacto con la mía, un momento de total frenesí, invadía nuestros cuerpos, mis gemidos fueron incrementándose, hasta que me montó, acoplando su erecta verga en el interior de mi matriz.
Donde como dos incontrolables cuerpos, nos fuimos fusionando, en un candente y apasionado coito, donde su acelerado bombeo, hizo que después de un tiempo, termino en sembrar su cálida simiente en el interior de su madre.
Quedamos un buen rato, tendidos hasta que Juan se volcó sobre la hierba, mientras recuperábamos energías, hasta que un ruido en la casa nos alertó que alguien había.
Rápidamente Juan corrió a su habitación, poniéndome la malla apresuradamente, y al entrar a la casa vi a mi madre, la salude, bastante sorprendida, notando que estaba algo seria.
“Pasa algo mamá?”
“No, nada” Contesto de una manera cortante, que a pesar de eso, volví a preguntar, y despues de insistir, me dice:
“Que ocurre, toman desnudos el sol?”
“Si, mamá, cual es el problema”
“Es que así se empieza, ya es grandecito mi nieto y su madre joven”
“Ay, mamá, no digas pavadas” Cambiando el tema y tratando de hablar de otra cosa.
No dudé que tenía razón, en lo que decía, pero por suerte no llegó unos minutos antes, porque nos habría visto y habría sido algo irremediable. A partir de ese día cambie la cerradura, diciendo que había perdido las llaves, eludiendo cada vez que me pedía unas copias para ella.
Sacado este incidente, debo confesar que lo pasábamos muy bien, hacía tiempo que no era tan feliz comencé a permanecer más tiempo desnuda en casa, donde esos juegos previos y de provocación se hacían bastante frecuentes, desde arrodillarme en cualquier momento para mamar su verga, o agacharme desnuda, dejando al descubierto mis aberturas, tentándolo para iniciar un apareamiento inmediato.
Pero había dos cosas que evitábamos, por mi parte no deseaba tener sexo anal, por su miembro algo prominente, me producía cierto temor, a pesar de las veces que lo intentó, suplicándole que no, como por su parte que después de esas semanas iniciales, nunca me hizo sexo oral.
Un día fui al Instituto de belleza que concurría habitualmente, Erika la chica que siempre me atendía me dice:
“Señora no quisiese hacer una depilación completa” Siempre me ofrecía algo, pensé que podía podar mi matorral, que era posible que mi hijo, podría tener algo de aberración.
Así que acepté, llevando mis aberturas libres de vello, algo que me acostumbré rápidamente, y hasta me sentía más sensual, esperando ser la atracción de mi hijo, al que no le comenté nada, hasta que él lo descubriese.
Esa noche después de cenar, me puse el camisón, sentándome con mi hijo a mirar televisión, algo que nos atraía mucho, apoyé mi cabeza sobre su hombro, y él su mano en mi pierna, con leves caricias, mientras disfrutábamos de una interesante película, donde esos mimos, se iban entrecortando, dándole algún beso esporádico, como intentando mantener ese acercamiento.
Estaba bastante excitada, aunque no lograba compenetrarlo en ese juego previo, pero apenas finalizo la película, se fue involucrando más intensamente. Su mano la introdujo bajo mi camisón, hasta llegar rápidamente a mi pantaloncito corto, besándonos desenfrenadamente, iniciando un encuentro bastante dinámico. Hasta que me los quitó, quedando al descubierto mi nueva depilación, mirándome a los ojos con una amplia sonrisa, para comentarme:
“Me encanta ver tu conchita, tan despejada, ma”
Alegrándome por su inesperada contestación, que a pesar de no ser muy delicada, me agradó, mientras acariciaba mi sexo, como si fuese la primera vez, separando mis piernas, y hasta mis labios vaginales, donde unos leves besos aumentaban mi libido. Donde su lengua no tardó en entrar en contacto, con mis labios inferiores, hasta rozar mi clítoris, centinela de este acto sexual, que me iba incitando a producir más flujo, por ese incipiente accionar.
Fui bajando su cremallera, cambiando de posición, hasta llevarlo a un sesenta y nueve alucinante, en donde cada parte aumentaba su ritmo a medida que el otro lo producía. Hasta que en determinado momento, el dedo de Juan se introdujo en mi ano, alterando más, mi sistema hormonal, donde mi boca succionaba desesperadamente la verga de mi hijo.
No me cavia dudas, que mis exclamaciones aumentaban esa tensión, cuando mi hijo, se levantó, quitándose el pantalón, girándome abruptamente acariciando mis glúteos para montarme por atrás.
Permanecí quieta, dispuesta a entregarme a su deseo, cuando su glande entra en contacto con mi ano, pero antes de introducirlo, algo cálido humedece mis glúteos.
Si bien me desilusione, no pensé que a Juan le afectase mucho más, que casi hasta llora, así que lo tomé entre mis brazos tratando de consolarlo, pasando de ser su amante a lo que realmente represento, diciéndome:
“Perdona, ma”
“No te preocupes, suele suceder, tranquilo” Mientras intentaba reconfortarlo, como si se le hubiese perdido o roto un juguete. Le dije que viniese a dormir conmigo a pesar de no ser una cama para dos, aceptando contento, como cuando lo hacía en su infancia.
Nos dormimos rápido, pero a la hora me fui de su cama. A la mañana siguiente, me levante para preparar el desayuno, mientras Juan dormía profundamente, no era demasiado tarde.
No sabía bien donde quedó mi pantaloncito, así que mientras preparaba el café y las tostadas, pensé en ir a buscarlo, cuando sorpresivamente, dos manos me tomaron por detrás, besando mi cuello una y otra vez, metiéndolas a través de mi prenda, oprimiendo mis tetas y pezones, percibiendo su bulto apoyarse en mi raya.
Pegando su pelvis a mi culo, fue levantando mi camisón hasta quitarlo, inclinándome contra la mesada, mientras su glande, retomaba la posición de la noche anterior, buscando mi codiciado esfínter, quedándome quieta esperando esa intromisión.
Rápidamente, su contacto se fue haciendo más evidente, al sentir que comenzaba a obstruirse mi intacta salida, a la vez que sus manos me desplazaban para permitir una entrada, más eficiente.
Sentía como la punta de su miembro, buscaba mi aro, su extremidad se oprimía contra él, tratando de introducirse. Era algo doloroso, pero mi calentura, superaba a cualquier sufrimiento, además era como tener una nueva experiencia entre madre e hijo, que realmente me atraía..
Sintiéndolo introducirse dolorosamente, centímetro a centímetro, a través de mi recto, supongo que cada vez más irritado por el dispositivo penetrador, hasta que el esfínter parecía latir para tolerar mejor esa incursión.
Cuando al fin terminó de entrar y la cabeza se alojó profundamente, dejando sus genitales pegados a mi ano, acariciando mis glúteos, como para apaciguarme o demostrar su supremacía ante esa “copulación anal”.
Era atroz sentir su falo metido hasta mis entrañas, dando la sensación de partirme, rogándole que no se moviera, quería disfrutar su aparato en mi interior dejarlo adecuarse a mi conducto, mientras acariciaba mis glúteos y hasta pellizcarlos, diciéndome cerca del oído:
“Eres divina madre, y tienes un hermoso culo, te adoro”
Creo que eso me emocionó más que su penetración, aunque sentir los latidos de su miembro en mi intimidad, no dejaba de hacerme vibrar, comprimiendo mi ano, aprisionando su verga, hasta que súbitamente empezó su impetuoso bombeo, fue fabuloso. Cada vez que penetra su verga, mi cabeza iba para atrás.
El dolor formaba parte de ese acto, transformándose en algo delicioso, que si bien mi actitud era pasiva, recibía constantemente el ímpetu de su actividad, manteniendo mi cuerpo en un estremecimiento continuo.
Comencé a clamar como sacada, ese roce en las paredes de mi conducto, era alucinante, exhalando gemidos y gritos de placer hasta mi último aliento, cuando una maravillosa convulsión inundo mí ser, que ayudando con mis dedos no tardé en tener un electrizante orgasmo, al percibir el esperma de mi hijo/amante colmando el recinto de mi recto. Mientras me dice:
“Gracias ma, eres una Diosa, espero que te haya complacido, y no hayas sufrido”
“No hijo para nada, me agrado, pero soy feliz sabiendo que he permitido llevar a cabo tu deseo”
Nuestra relación se iba afianzando demasiado, pero no hice objeciones, el destino determinaría nuestro futuro, al punto de que decidí, comprar una cama tamaño King, bien ancha, que al verla mi madre , me comenta: :
“Parece que has encontrado pareja, al cambiar la cama a una matrimonial”
“No madre es para acostarme con tu nieto”
“Eres terrible, siempre diciendo barbaridades”
Y así quedaron las cosas.