La vestidora de Mathilde

Un matrimonio juega al morbo mediante la masturbación mutua. Ella le pondrá a cien con una historia real ocurrida antes de una boda.

LA VESTIDORA DE MATHILDE

Hola, me llamo Luis, tengo 30 años. Estoy casado, con una chica latina encantadora, ardiente, que se llama Brenda. A veces, en la cama, no terminamos follando, y sí con una sabrosa masturbación mutua, llena de fantasías y situaciones calientes. Como ella sabe que me excitan mucho ver a dos mujeres haciéndoselo, a veces me susurra al oído como seria meter a otra chica en la cama. Sobre todo amigas o alguna prima de nuestras familias. Eso nos pone mucho…. Y casi siempre lo hacemos después de alguna cita: un cumpleaños, por ej. "Viste como iba Carol…-me dice- , la mini que llevaba, se le marcaba el tanga al sentarse…". O "¿que tetona se ha puesto Adriana, verdad?. Me gustaría verle las tetas, debe tener unos pezones bien ricos"… Mmm, y todo así, mientras me pajea lentamente. Nos encanta jugar.

Hace poco sucedió algo que reavivó de alguna manera nuestra sexualidad juntos. Una amiga nuestra, francesa, se casaba después de estar saliendo varios años con un chico. Ambos encantadores, la verdad. Por supuesto nos invitó y dos días antes de la boda, subimos a Francia en autocar. Un viaje bien pesado, por cierto, desde Madrid. Cuando llegamos a Toulousse era primera hora de la mañana teníamos la cabeza como un bombo. Nos fue a esperar a la estación el padre de nuestra amiga y, después de hacer unas compras, nos dirigimos a su casa. Y por fin, desayunando, apareció Mathilde.

Ella es una chica guapa, de rasgos finos, lo que se dice una chica bonita, que no necesita pintarse exageradamente, ni tampoco es su estilo. Mas bien delgada, clarita de piel, pelo castaño en media melena y ojos cafés. Y sensual, como casi todas las francesas. Vestía una camiseta de manga corta y short, tal vez ni se habría cambiado después de levantarse. Nos dimos dos besos, los míos despacito, saboreando un poco a Mathilde, que no mide por cierto distancias, y le gusta abrazar a sus amigos, acariciarte los brazos, en fin…una verdadera amiga.

Yo la miré con disimulo sus senos, que marcaban finamente la camiseta. Lo justo, nada de dos bombas, ni tetazas, nada de ciencia ficción. El short era ancho, estilo explorador, y enseguida sus piernas, perfectamente depiladas, terminando en unos pies que enseñaba sobre unas sandalias de playa. Ultimamente, os confieso, que me fijo mucho en los pies de las chicas. Sobre todo si los llevan en esas sandalias de tacón alto, tan sexys. Y los pies de Mathilde eran de los que te invitaban a pensar en hacer cosas con ellos…ya me entendéis.

Sentí una leve erección mientras desayunábamos, pero entre las risas, los recuerdos de los viejos tiempos, etc., la cosa derivó por otros caminos como era natural.

Aquel día fue de mucho ajetreo con los preparativos de la boda, en los que participamos activamente, y nos reímos mucho, aunque terminamos derrotados. Nos acostamos hechos polvo, pero contentos por estar allí y haber pasado un día con nuestros amigos. Y el recuerdo de Mahilde, por supuesto, me animó a "buscar" un poco a mi mujer. La verdad es que nos pone darnos el lote en cama ajena. En aquella en particular nos había confesado Mathilde que ella y su novio echaron sus primeros polvos. No íbamos a dejar pasar la ocasión nosotros. Poco después ya tenia a mi mujer encima mío, morreandonos, con las lenguas fuera. Mmm, yo la metía mano bajo las bragas, sobándole el culo. Quien sabe si en esos momentos las tres parejas estabamos haciendo sexo. Nosotros, mathilde y su novio , que tenían esa costumbre como muchas parejas en Francia, de dormir juntos en casa de los padres, y claro esta, también los padres de Mathilde. Pensar aquello me excitó aún mas

-¿Te imaginas…? Le dije a mi mujer. Todos follando ahora

Y ella incrementó mas el lengüeteo, los besos, las caricias. El juego le excitaba. Tal vez nuestras fantasías hacían cambiar los papeles. Y yo pensaba que me tiraba a Mathilde, y mi mujer que se lo hacia con ella y su futuro esposo, en un trío riquisimo. No lo sé. Yo desde luego sí que pensaba en la francesita, mientras masturbaba a Brenda, antes de metérsela. Sin embargo, ella dejó de besarme para bajar por mi cuello, chupando mis pezones, y más abajo, el ombligo, y aún mas… hasta que comenzó algo que me encanta. Mientras yo me pajeaba, Brenda me lamía entre los huevos y el culo. Y cuando sentí la lengua caliente de mi mujer en mi ojete, lo admito, fantaseé con que era Mathilde la que me lamía. Mmmm, que morbo.

Al día siguiente cuando desperté, Brenda ya no estaba en el cuarto. Como le gusta madrugar, imagine que ya andaría desayunando o dando una vuelta. En realidad, no me había comentado que iba a acompañar a mathilde a la peluquería y a la sesión de maquillaje. La boda seria por la tarde. Así que desayune, e hice un poco de vida social con familiares de Mathilde, aunque mi francés es muy torpe. Pero nos reímos un rato, hasta que por fin volvieron las chicas. Mathilde muy guapa, maquillada en tonos pastel, muy suaves. No me atreví a darle dos besos y le di la mano, y a ella le entró la risa. Y como por arte de magia, de nuevo, las dos amigas desaparecieron por un buen rato. Y más sesión de francés macarrónico por mi parte, claro. Menos mal que un licorcillo francés aliviaba la situación, jaja.

Por fin, después un leve almuerzo, la boda. Fue por la iglesia, aunque no entendí nada del francés de la ceremonia, muy similar a las bodas españolas. Brenda llevaba un vestido negro, de cocktel, que le había dejado una amiga suya, ligeramente escotado, y algo por arriba de las rodillas. Medias color carne y zapatos negros de tacón. Me encantaba ver a Brenda vestida, así, sofisticada. A ella le gustaba siempre ir cómoda, con ropa ancha. Bueno, y que decir de los novios, elegantes, encantadores, todo sonrisas. En fin, ya sabéis, la típica estampa de bodas. Luego en el banquete, ya corriendo el champan francés a discreción, no dejé de fijarme en algunas chicas, y también en más de una madurita que estaban de toma, pan y moja. Me encanta el glamour de las bodas, esos vestidos escotados, cortos algunos, las medias, las sandalias de las que os hablaba antes. Vale, soy un poco fetichista, lo reconozco, leñe, jaja. Precisamente estaba aprovechando que mi mujer se había ido a por unos canapés para mirarle las piernas a una rubita de pelo corto, ya mamá por cierto, pero con unas piernas de escándalo. Enfundadas en unas medias blancas semitransparentes. Me imaginé el principio de esas medias en un elástico de lencería en los muslos, o quien sabe, tal vez prendidas en un liguero. De nuevo mi maldita erección, y más que eso, un dedo que me señalaba la espalda.

Me volví, era Brenda, sonriéndome….

-Mirón….

-No, que va, estaba

-Anda, anda,… - me dijo, lanzándome un piquito en los labios.

En el autocar de regreso a Madrid, íbamos recordando los mejores momentos de la fiesta. En especial el baile, pues hasta sonó la imprescindible Macarena, y algo de Ricky Martin. En fin, que Brenda, como buena latina, se marcó unos caderazos que a más de una gabachin dejaron infartado. Lo que no hiciese el champan, que corrió, hay que decirlo, a tope.

Entonces, Brenda, me dijo que cuando llegásemos a casa, tenía algo para mí. Algo que contarme. Yo no sabia por donde podían ir los tiros. Supuse que alguna anécdota de la boda, pero que va, estaba bien equivocado. Frío, frío

Ya en nuestro apartamento, después de una ducha, y cenar algo…le recordé a Brenda eso que me tenia que contar. Pero se fue por las ramas, con una sonrisa picarona… Mmm, eso me hizo sospechar que lo que fuese, me lo iba a contar después, en la cama. No me equivoque.

Mientras mi mujer se cepillaba los dientes, yo me eché en la cama, iniciando una lenta pajita sobre las sábanas. Desde novios, me daba morbo que cuando ella entrase en el cuarto, me encontrara masturbándome. Ella sonrío al verme y se metió en la cama, apagando antes las luces. Casi al instante, sentí su mano acariciando mi vientre, rozando con sus uñas mi polla. Yo estaba muy excitado. Deseaba que empezara a contarme ya mismo. ¿Qué habría ocurrido? No tenía ni idea.

-¿Recuerdas la mañana de la boda, cuando regresamos Mathilde y yo de la peluquería, que nos volvimos a perder un rato largo…?

-Sí, es verdad, qué historia

Mmm, qué paja mas rica me estaba haciendo

-Mathilde me pidió que como era su madrina, le ayudase a vestirse. Que como tenia recién pintadas las uñas, no podía hacerlo ella sola.

Entonces sentí una punzada por ahí abajo. La cosa prometía, se estaba poniendo bien excitante. Vestir a Mathilde, verla desnuda, ayudarle a….

-Así que entramos a su habitación

-Aja-

-La ropa estaba toda desplegada sobre su cama. Y no solo el vestido en si, también, como te imaginaras, las medias, el liguero, el sujetador

-Sigue por favor

Brenda muy sabiamente, hizo una pausa. Aprovechó para internarse aún más en las sabanas y llegar a acariciarme con sus dedos en todo el escroto, mientras me metía un poco la lengua en la oreja, pues debo decir que su relato me lo susurraba directamente al oído.

-¿Quieres decir entonces, que le viste desnuda???

-Claro tonto, ¿cómo si no?? Hubo una sonrisa de complicidad entre nosotras, pues nunca antes nos habíamos visto así, y Mathilde empezó a desvestirse hasta que, se quedó sin nada.

-¿Cómo es…?

-¿Cómo es que…?

-Ella, desnuda

-Mmm, muy linda, la piel muy blanca, parecía una muñeca, maquillada, con las uñas de los pies y las manos recién pintadas. Sabes? En la peluquería le depilaron el poco vello que tenia en las piernas y las axilas y…algo más.

-¿Qué? ¿Qué quieres decir?

El ritmo de la paja se incrementaba sabiamente por su parte. Hicimos una pequeña pausa para morrear. Pero yo estaba muy ansioso

-Que le depilaron también ahí abajo, dejándole solo un bigotito sobre los labios. Se lo tapé cuando le puse el tanguita, todo de encaje, pero con partes transparentes. Le rocé un poco el culete, lo tiene blandito, ¿sabes?

-¿Así que empezaste por los braguitas…?

-Claro

-¿y te gustó lo que veías?, dime la verdad..

-Que cosas tienes… _dijo metiéndome luego la lengua en el oído-.

-Luego le puse el liguero, todo a juego con la ropa interior. Del mismo encaje de color blanco nupcial.

-Mmm

-Hasta que llegó el turno de las medias. Las remangué bien, despacito, y ella sentada sobre una butaquita, puso su pierna en posición. La subí lentamente, primero la izquierda. Nos sonreímos, andábamos la verdad un poco cortadas, pero el tiempo apremiaba. Mis dedos rozaban sus piernas, no tenia nada de vello, era suave, que piel tan suave

-Sigue por favor, me estas poniendo a tope

-Y luego la otra media, hasta que se la até al liguero.

-Se la debía ver muy sensual, desnuda, solo con esas prendas

-Ya te digo. Le di una palmada en el culete y nos partimos de risa. Faltaba el sujetador

-¡Ah!

-Dime

-Cuéntame con detalle, ¿cómo tiene las tetas?

-Jaja, sabia que me lo ibas a preguntar.

Ralentizó la masturbación para acariciarme el culito. Casi me metió un poquito del dedo. Qué delicia

-Pues las tiene muy blanquitas, por la copa del sujetador. Y los pezones son rosados, con una bolita deliciosa. Debe usar una talla 85. Antes de abrocharle el sujetador, mathilde se puso una crema reafirmante en los pechos.

-Vaya

-¿Queee? -preguntó Brenda divertida-.

-¿Te habría gustado ponerle tú esa crema en los pezones?. ¿eh?

Pero no me contestó, solo sonrío, y aumento el ritmo de la paja. Estaba terminándose el juego.

-Estaba divina, un ángel en lencería. Cómo debió comérsela su marido en la noche, de arriba a abajo. De arriba….a abajo….así, mira

Y le dio ritmo definitivo al pajote. Entonces dijo una de sus palabras mágicas

-dámela toda, todaaaaa

Y me corrí en una catarata.

Le he pedido varias veces a Brenda que me cuente lo ella y Mathilde, me pone a mil. Y fantaseo a solas pensando que no me dijo toda la verdad, y que ellas dos pudieron enrrollarse, besarse, en fin… espero que os haya gustado esta historia. Todo es real menos algunos nombres, y si me queréis escribir para comentarme lo que os apetezca, compartir fantasías y hablar también por el messenger, aquí os espero

¡Hasta pronto!

Luis

Khein_robert@hotmail.com