La ventana indiscreta

Una pequeña exhibición para los ojos de mi vecino adolescente...

Me desnudé lentamente. Sabía que él estaría mirándome desde su habitación, desde el otro edificio. Me excitaba saberlo, imaginármelo tocándose mientras yo, como al descuido, mostraba todo mi cuerpo.

No se desde cuando lo hacía, yo lo había descubierto unos días antes, por casualidad, escondido detrás de las cortinas de su habitación, mirándome mientras yo salía de la ducha. No tendría mas de catorce  años.

Me envolví en un toallón blanco. Frente al espejo del tocador, estiré mi ropa interior entre los dedos, con estudiada demora, como examinándola. Elegí una tanga de encaje, blanca y sugerente. De espaldas a la ventana, abierta como al descuido y con las cortinas corridas, dejé caer el toallón, me quedé desnuda enfrente a los tres cuerpos del gran espejo de mi habitación. No quería que perdiera ningún detalle de mi cuerpo.

Por el reflejo del espejo podía ver su cara, escondido detrás de la cortina de su habitación. Parecía que los ojos se le iban a salir de las órbitas.

Caminé por todo el cuarto, como buscando algo, completamente desnuda. Iba  ser un espectáculo que nunca olvidaría mi vecinito.

Me paré frente a la ventana.

Vi como se ocultaba, ràpidamente, dentro de su cuarto.

Puse los brazos en la cintura, elevé mis senos, giré la cabeza hacia un lado para que mi largo cabello no ocultara ninguno de mis atributos, como contemplándome en el espejo.

Estaba excitándome y los pezones se me endurecieron, pardos en medio de mis areólas. Sentía una agradable sensación entre mis piernas, una humedad como hacía tiempo no sentía. Imaginaba al chico mirándome, tocándose, frotándose el miembro con las manos, acariciándose…

Ensimismada en esos pensamientos hùmedos, no me percaté que el chico me estaba mirando fijamente, de pie frente a su ventana. Me ruboricé como una quinceañera. Me sorprendió, estaba desnudo de la cintura para abajo y con su mano se sostenía el miembro, masturbándose despacio.

Me mantuve inmóvil, mirándonos de ventana a ventana, mientras el apuraba su tarea.

No sacaba los ojos de mi cuerpo, mientras su mano derecha subía y bajaba rítmicamente, envolviendo su pene.

Me quedé mirándolo. Mi vecinito estaba masturbandose frente a mi, con el placer grabado en su rostro.

No se porque, pero me excitó tanto que me empecé a acariciar los senos, respingando mis pezones, tocándomelos, mientras él le imprimía mas velocidad a su placer.

Deslice mi mano abierta por mi vientre, hasta el comienzo de la hendidura de mi vulva, me acaricié el clítoris con los dedos, mientras con la otra mano apretaba mis senos, sin dejar de mirarlo.

Lo vi temblar, cerrar los ojos y finalmente, expulsar un chorro de semen de su miembro. Siguió con su mano un momento, después se detuvo.

Me quedé quieta.

El se dio la vuelta, cerró las cortinas y bajo la persiana de su habitación.

Me quedé mirando su ventana, desnuda…

(continuará…)