La ventana abierta

La vida en un convento es siempre represiva, austera, llena de reglas que si llegas a romper te arrepientes en seguida pues te la recuerdan una y otra vez. Sin embargo ella deja la ventana abierta aunque este prohibido

La vida en un convento es siempre represiva, austera, llena de reglas que si llegas a romper te arrepientes en seguida pues te la recuerdan una y otra vez. Ella aun novicia no se acostumbraba a tantas cosas, no estaba ahí por que quisiera si no por que era necesario para su supervivencia. No tenia otro lugar en donde esconderse, así que apretaba los labios y escondía su cabellera. Ella no rompía las reglas frente a nadie, sin embargo cuando caía la noche y estaba encerrada en su pequeño cuarto hacia cosas que no debería como dejar la ventana abierta. Estaba prohibido para todas hacerlo (nadie sabia por que) sin embargo no se podía, pero ella lo hacía, pues le gustaba ver la luna. Otra cosa era que no usaba el horrible y pesado blusón para dormir que todas llevaban, si no que debajo de su colchón escondía un suave camisón de seda que se ponía ya que todas dormían, sobre todo los días de calor, pues la suave brisa que entraba a su cuarto era tan refrescante que marcaba sus pezones. Esas noches no se reprimía y su mano se divertía entre sus piernas hasta que tenía que taparse la boca con la almohada para reprimir sus gemidos.

Una de esas noches acababa de empezar cuando oyó un ruido que venía de la ventana, rápidamente se incorporo con los ojos fijos en ella, sintió una ráfaga de viento que la obligo a cerrar los ojos y al abrirlos había frente a ella un hombre demasiado apuesto y vigoroso como si hubiera salido directamente de su mente. Antes de haber pensado siquiera en gritar el la beso con pasión. Enredando sus lenguas haciéndolas una. Ella no podía pensar pues mientras la besaba había colado una poderosa mano entre sus piernas pero acariciándola con delicadeza y en los puntos exactos como si supiera donde podría hacerla mas feliz. Mientras lo hacia la llevo a la cama y la recostó. Subió el camisón hasta descubrir sus pechos de los que su boca se adueño al instante. Sus labios carnosos besaban, lamian y recorrían cada centímetro de sus grandes montañas. Empezó a mamarlos alternativamente como si estuviera sediento e intentara sacarles leche que aun no tenían. Ella reprimía sus gemidos con fuerza pues el descubría sus puntos sensibles como si le hubiera hecho el amor toda la vida. Después de un rato su boca siguió bajando lamiendo su vientre hasta llegar a su conchita. Estaba empapada y empezó a comérsela con igual pasión que sus pechos.

Pasaba de su perla a sus labios hasta empezar a entrar en ella con su lengua. Ella no tardo en correrse. El se incorporo frente a ella y libero su miembro. Inmenso, viril, erecto, ella no pudo decir nada y solo se sujeto de las sabanas. El la abrió de piernas frente a el y tomándola de la cadera empujo hundiéndose en su conchita ardiente. Ella se tapo la boca, el placer era indescriptible. El no se detuvo hasta entrar todo en ella, empezó a bombear, muy suave al principio pero aumento el ritmo mas y mas, entrando en ella con fuerza. Ella se corrió una y otra vez, hasta que sintió que el explotaba y dejaba su leche dentro de ella. El la beso justo a tiempo para atrapar sus gemidos de placer. El dejo que ella recuperara el aliento pero sin despegarse de ella, le dio la vuelta y recostándola boca abajo hizo que respingara sus nalguitas. Volvió  a tomarla de la cadera y volvió a poseerla pero esta vez entrando con fuerza.

Ella escondió su cara en la almohada ahogando sus gemidos en ella. El la empalaba con fuerza suficiente para mover la cama. No supo cuantas veces se corrió antes de que el volviera a llenarla con su blanco liquido. Antes de que el sol asomara el la coloco sobre el y la hizo montarlo hasta volver a llenarla. Ella aun conectado a el se recostó en su pecho y se quedo dormida pero su conchita siguió succionando.

Al despertarse tenía su horrible blusón del convento puesto y oía como una religiosa la regañaba por no levantarse temprano. Al instante le vinieron las imágenes de la noche anterior y durante la semana hasta llego a pensar que había sido todo una ilusión de su mente intranquila. Sin embargo la semana siguiente el mismo día y a la misma hora de la semana anterior su misterioso visitante volvió a aparecer frente a ella en una ráfaga de viento para pasar una noche aun mas apasionada que la primera. Durante tres meses las visitas no se detuvieron. Al cuarto un pequeño bulto apareció en su vientre y no puedo ya negar la semilla de su visitante dentro de ella. Fue expulsada de inmediato. Sin embargo mientras la veían marcharse una ráfaga de viento obligo a las religiosas a cerrar los ojos y al abrirlos ella ya no estaba.