La ventana

Cuando no sabes si el morbo te hará disfrutar o te dará tanta verguenza que serás incapaz de excitarte.

Habíamos celebrado tu cumpleaños jugando desnudos toda la noche en el colchón y habíamos despertado el domingo a media mañana. Nos habíamos reunido en la casa prestada por un amigo mío, un bajo que se encontraba justo enfrente de un popular parque de Madrid. El suelo del piso estaba a la altura de las cabezas de los transeúntes.

Hacía un tiempo espléndido después de una semana de lluvias, y las familias se habían echado en masa a la calle, todos hacia el parque.

Cuando salí del cuarto de baño, vi que te habías puesto mi camisa y que estabas asomada a la ventana, recibiendo el cálido sol de la mañana. Desde atras tenias un aspecto soberbio, pues por debajo de los faldones de la camisa se veía la redondez de tu culo suave, tu cintura se transparentaba en el contraluz. Pese a la noche tan sexual que habíamos pasado, o quizá precisamente por eso, mi pene reaccionó como un resorte, poniéndose erecto casi de inmediato.... tenia deseos de gozarte una vez mas.

Así que me acerqué a ti, te dije "no te muevas y por favor, que nadie te note nada" y me arrodillé tras de ti.

Primero puse mis manos abiertas en tu culo y comencé a acariciarlo, suavemente, en círculos, con la palma de la mano. Es tan suave... Luego aumenté un poco la presión, por lo cual la rajita se separaba brevemente y se volvía a cerrar, y mi boca empezaba a relamerse.

Tu notabas cómo te empezabas a mojar, pero no podías hacer ningún gesto, prácticamente estabas en la calle, y la gente pasaba a escasos metros de ti, algunos incluso te miraban brevemente.

Ahora agarré tus gluteos y los separé, viedo los surcos de tu ano a tan solo unos centímetros de mi cara, de modo que sin poderme aguantar lo besé, fue un beso breve, como los que se dan en las mejillas, pero que hizo que tensases los gluteos pillandome la nariz. Entonces te di un azotito y relajaste el culete. Lo volví a abrir y ahora te di un morreo en el ano, un morreo profundo, húmedo y cálido. Mi lengua recorría tu ano, tu raja.... te mordia los mofletes. Incluso metí la lengua unos centímetros dentro de tu ano.

Tu respirabas muy fuerte, por la nariz, intentando no gemir. Quisiste girarte, pedirme que te tumbase y te follase, pero te lo impedí, hice que volvieras a ponerte en la ventana, y seguí comiéndome tu culo.

Introduje mi dedo corazón dentro de tu culo y empecé a agitarlo, mientas que con la otra mano empecé a tocarte la vagina y el clítoris, te introduje un dedo, luego dos y finalmente tres, y los movía, los movía adentro y afuera, cada vez más rápido.

Tu no gemías, pero tenías la boca entreabierta y los ojos entornados. Enfrente, al otro lado de la calle, en el banco más cercano del parque, había una pareja de cuarenta y tantos. Él leía el periódico pero ella te estaba mirando. Te miraba directamente, con atención. Estaba notando algo extraño, algo llamaba su atención, y tu te la quedaste mirando fijamente.

Yo me había sentado en el suelo, de espaldas a la ventana, y estaba entre tus piernas, que tu habías separado para hacerme hueco. Esaba lamiéndote la vagina, los labios mayores, el clítoris, los labios menores, metía mis dedos y mi lengua y mi nariz unas veces por tu ano y otras por tu vagina. Tu flujo caia por toda mi cara, la habitación olía a mujer. Mis manos acariciaban tus muslos, tus corvas, tus pies.

Estabas muy excitada, tenías la boca abierta y respirabas por ella. Y la mujer del parque hacía casi lo mismo, veías cómo su pecho subía y bajaba, cómo los hombros que su camiseta de tirantes dejaba a la vista estaban brillantes de sudor, como las aletas de su nariz se separaban, y como los pezones se apuntaban en el algodón de la camiseta.

Ya no pudiste aguantar más, te corriste, clavaste los dedos en el marco de la ventana, cerraste los ojos, echaste la cabeza hacia atrás con la boca abierta y un gemido escapó de tu boca; dos adolescentes te miraron con asombro, y la mujer del banco se pasó la lengua por los labios dirigiéndote una mirada arrobada y mi boca se inundó con un chorro de flujo, con el orgasmo de una mujer excepcional.

Feliz cumpleaños.