La ventana
Todo lo que se puede ver por la ventana.
Vivo en un ático, y la ventana de mi baño da a un patio de luces desde donde puedo la ver las ventanas de los baños de los pisos inferiores. Siempre he valorado muy positivamente esta situación estratégica, y las largas horas de espera, observando los baños de mis vecinos me ha permitido vivir alguna experiencia muy excitante, especialmente los meses de verano y en las horas nocturnas, cuando la gente no sospecha que alguien pueda entretenerse a mirar.
En el piso de abajo vive un matrimonio con su hija adolescente. Alba esta muy desarrollada por la edad, tiene unos grandes pechos y un gran culo, sin ser gorda, viste muy provocativa y en varias ocasiones que había coincidido con ella en la escalera ya le había podido ver el tanga sobresaliendo de los pantalones bajos de cintura. En definitiva, está muy buena con ese aire zorrón que acompaña a muchas adolescentes. Para mi fortuna, frente a su venta está colocado el espejo del baño y, siempre y cuando dejen la ventana entreabierta, me ofrecen una vista inmejorable de sus actividades en tan noble estancia de la casa. Hasta ese día solo la había podido ver sentada en la taza haciendo sus necesidades y siempre vestida.
A su madre si que la había podido ver en alguna ocasión y me había proporcionado buenas pajas pues es una señora de unos 45 años de buen ver, de grandes curvas que su hija ha heredado. Muchas veces se levanta por la noche a mear después de despedir a su marido que tiene que madrugar mucho para ir a trabajar. Entre bostezos y aprovechando la claridad que me ofrece su luz encendida en medio de la oscuridad de la noche, la he visto muchas veces, desperezándose en el baño, levantando los brazos, mostrándome una gran pelambrera negra que adorna sus axilas. Siempre duerme con livianos camisones de tirantes que permiten una estupenda visión de sus pechos que apenas pueden contenerse en tan ligera prenda. Seguidamente, se levanta el camisón hasta la cintura para seguidamente levantar la taza del water y proceder a sentarse. Ese es el momento esperado pues con ese ingenuo gesto me ofrece una maravillosa visión de su gran culo blanco y de su peludo coño. La mayoría de días sólo mea pero en algunas ocasiones, pequeños pedos, que el silencio de la noche hacen audibles, delatan que está cagando. Esos son los mejores días pues la operación se demora más tiempo para el placer de mis pupilas. Luego, se limpia el ano una y otra vez con varios trozos de papel mecánicamente observa hasta que tras varias pasadas las manchas de caca son casi imperceptibles. Eso me pone a mil, ver a tan estupenda señora, levantando ladeada ese culo blanco, pasando una y otra vez trozos de papel por su ano que luego observa doblándolo otra vez para volverlo a introducir en medio de ese maravilloso surco hasta que considera que su ano está limpio.
Volviendo a su hija, este verano, mis largas horas de espera se vieron recompensadas. Cuando el marido se fue a trabajar oí voces y seguidamente se encendió la luz del baño. Entraron las dos, madre e hija, hablando del calor que hacía que era insoportable. La madre iba con el liviano camisón de tirantes y la hija con unas braguitas blancas y una camiseta que dejaba al descubierto su ombligo. Mientras la hija se miraba en el espejo, la madre se sentó en la taza a mear, podía escuchar perfectamente el ruido del pipí al chocar con el agua del inodoro, de repente, una gran ventosidad acompaño a su meada, provocando las risas de ambas. Tras eso, la mujer procedió a limpiarse con un trozo de papel, mientras la hija esperando su turno para sentarse en la taza se bajó las bragas por debajo de la rodilla.
Por fin podía ver su culo, blanco y apetecible como el de la madre. Cuando la madre se levanto, la hija se dio la vuelta para reemplazarla, dejándome a la vista su coño; era tan peludo como el de la madre. Se sentó a mear mientras la madre estaba de pie frente a ella comentando no sé que del fin de semana. Cuando Alba acabó, se limpio con un trozo de papel y se levanto, sin subirse las bragas diciéndole a su madre que si podía ver si tenía un granito en el culo que todo el día que le provocaba molestias.
La chica se inclinó y abriéndose las nalgas, me ofreció uno de los mejores espectáculos de mi vida; un culo blanco bien abierto con su ano contrayéndose por la presión de las manos al separar las nalgas. El contraste de su ano marrón con la blancura de su culo se me ofrecían lujuriosamente. También su ano estaba rodeado de un anillo de pelos. Su madre, para inspeccionar la zona en busca del molesto grano se agacho y quedó frente a ese ano. Enseguida lo inspeccionó tocándolo con sus dedos, comentándole que no veía nada. La hija le respondía que a ella le picaba el agujero del culo. Ante esa insistencia la madre separó los pliegues de su ano e insistió en que no se le veía nada. Le comentó que a lo mejor le había salido un grano en el interior del recto. La hija le preguntó que se podía hacer en esos casos y la madre le respondió que le pondría un poco de crema en el interior de su culo pero antes tenía hacer caca para dejarlo limpio, añadiendo entre risas que seguro que le hacía falta pues le olía mucho el culo a caca. Las dos rieron y más cuando la mujer le dio a oler el dedo con el que había explorado el ano a su hija para aseverar su afirmación.
Alba se sentó nuevamente en la taza y rápidamente soltó una andanada de pedos seguidos de varios "plops" indicando que estaba haciendo una gran cagada. La madre reía con la hija comentando que iba a despertar a todo el vecindario sin saber que al menos uno de sus vecinos ya estaba despierto, observándolas y con una tremenda erección por lo que veía.
Cuando acabo se limpio lo mejor que pudo y nuevamente se incorporó separándose las nalgas para que su madre le aplicara la crema que le aliviaría el escozor. Entre risas, la madre le comentó que le iba a desvirgar el culo y untándose el dedo corazón con crema se lo fue introduciendo lentamente en su recto para esparcir la crema. Alba soltó una exclamación cuando el dedo de la madre venció la resistencia de su esfínter y penetró en su ano. Entre bromas de dio un cachete en las nalgas a su hija diciéndole que su dedo era más grande que un supositorio pero más pequeño que una polla. Seguidamente lo movió circularmente para esparcir la crema cuando se dio cuenta que el coño de su hija se estaba mojando como respuesta a esa manipulación, diciéndole lo golfa que era y que si el baño antes olía a culo, ahora olía a culo y a coño, riendo las dos. Finalmente, lo extrajo de su ano acompañado de un profundo suspiro de Alba.
Mientras la madre se lavaba las manos Alba se subió las bragas advirtiendo a su madre que por la mañana tendría que repetir la operación. Como os podéis imaginar, esa noche no dormí esperando la mañana.