La ventana
Me cambio de casa y conozco a mis nuevos vecinos
Estaba obsesionado con ellas ¿sería mi imaginación o eran ellas las que estaban forzando la situación? Vaya situaciones estaba viviendo últimamente…
Todo comenzó cuando me fui a vivir compartir piso en verano con unos amigos de la universidad, en Madrid. Hasta entonces había estado en un colegio mayor, y creía que era el momento de dar el paso a irse a otro sitio.
La casa es un 3er piso con 4 habitaciones, 2 baños, y un salón-cocina bastante grande. En el momento de sortear las habitaciones, me tocó la única interior.
- Qué mala suerte - pensé yo en aquél momento, sin saber lo que vendría después.
Mi habitación estaba al lado de uno de los baños, el más pequeño. Ambos daban a un patio interior. Esas dos estancias estaban al final del pasillo, entonces el baño prácticamente lo usaría yo solo, mientras que los otros 3 compartirían el otro.
Las viviendas de enfrente eran simétricas, es decir, mi ventana quedaba delante de otras habitaciones, y al lado había siempre una ventana opaca que debía ser el baño.
Los primeros días fueron para colocar las cosas de la mudanza, entonces tampoco tuve mucho tiempo de fijarme en los vecinos. Pero cuando ya estuvimos instalados, pude conocer más o menos quiénes vivían enfrente, ya que mi mesa de estudio estaba pegada a la ventana.
En unos pocos días pude saber que los del 2º eran un matrimonio con un niño pequeño de unos 3-4 años, los del 4º unos señores mayores de unos 75 años, y enfrente los del 3º un matrimonio de unos 45 años con dos hijas un poco más pequeñas que yo (yo tengo 23). No sabía que esta familia me iba a proporcionar situaciones de lo más morbosas.
Por lo que pude observar, la habitación que tenía delante no la usaba nadie regularmente. Supongo que los padres estarían ubicados en la habitación más grande, y las hijas en las otras dos. Entonces, esa cuarta habitación la usaban para otras cosas como guardar una bici, planchar, o guardar ropa. Tenían un par de armarios, donde como supe después, guardaban las cosas de invierno/verano que no usaban regularmente.
Aún no he descrito a mis vecinos: el padre es un señor alto, calvo, con cuerpo de deportista, fuerte y atlético. No debe llegar a los 50 años, y para su edad se ve que aún hace deporte. La mujer parece más joven, de 40 y pocos, bajita, pelirroja y con muchas curvas, por no decir un poco gordita. Caderas anchas y pechos bastante grandes, una exhuberancia de mujer, adornada con una melena pelirroja rizada, como una leona. Sus hijas eran rubitas, delgaditas, y con unos cuerpos, sobre todo la mayor, que prometían mucho. Calculo que tendrían 16-18 años.
En agosto, como es sabido, Madrid se vacía, y casi todos los vecinos se debían de haber ido de vacaciones porque no vi mucha actividad en el edificio. Todo iba con normalidad hasta que llegó una calurosa tarde de sábado de septiembre. Tenía examen de recuperación el lunes, y me quedé estudiando después de comer.
Entonces, en la habitación de enfrente, veo que aparece la madre con un cesto de ropa. Estaba mas morena que de costumbre, debía haber estado en la playa. Dejó el cesto en un lado y montó la tabla de planchar.
Como dije, mi habitación está justo enfrente, entonces puedo ver más o menos bien todo el interior de la habitación, debido a que no tienen cortinas. Yo tampoco las tengo, entonces yo también puedo ser visto.
Seguía estudiando cuando levanto la vista y veo a la madre planchar. La verdad es que hacía mucho calor, yo estaba con un ventilador y con agua bien fría, pero aun así debíamos estar por encima de 30ºC. Al poco tiempo se veía que ella estaba sudando la gota gorda, entre el calor de la plancha y el que ya hacía de por sí. Entonces hizo algo que me dejó un poco perplejo.
Llevaba una camiseta blanca de tirantes y unos pantalones cortos. Entonces, de repente, ¡se quitó la camiseta! Debajo llevaba un sujetador también blanco, que resaltaba bastante su moreno. No era nada que no hubiera visto otras veces, incluso ella en la playa no iría muy diferente con su bikini, pero la situación era muy excitante porque estaba viéndola mientras ella estaba tranquilamente en su casa.
La madre siguió planchando, ahora más fresquita con su nuevo vestuario. Estoy seguro de que me vio, porque estábamos muy cerca y yo estaba con mis libros cerca de la ventana. Pero no pareció importarle, porque siguió planchando hasta que terminó todo el montón de ropa.
Al acabar, se volvió a poner la camiseta, recogió todo y se fue. Era el preludio de lo que iba a pasar la semana siguiente…