La Ventana

observar como las minúsculas gotas de agua caen una tras otra en una perfecta armonía salpicándolo todo, sin dejarse nada en su camino, refrescando el ambiente.

LA VENTANA

El día está nublado posiblemente acabará lloviendo así que he decidido quedarme en casa, bueno no solo por el tiempo que hace, es que me siento nostálgica aunque no sé muy bien porqué y no tengo ganas de nada.

Me siento frente a la ventana y observo a la gente que va y viene por la calle.

Veo a ese anciano que pasea a su cansino perro sin mucho entusiasmo, veo también a dos adolescentes, se están riendo, de vez en cuando miran a su alrededor y acto seguido se cuchichean algo y vuelven a reírse, una de ellas se sonroja, probablemente se estarán haciendo confesiones de su primer amor.

¡Ay! El primer amor. Que bonito y perfecto nos parece cuando lo vivimos y los cambios que sufrimos inconscientemente. La risa fácil, como la de estas chiquillas, el brillo especial en nuestros ojos como si de dos estrellas del firmamento se tratasen, el atisbo de una sonrisa que más bien parece una mueca imborrable y todos esos sentimientos y sensaciones que recorren nuestro cuerpo estando siempre a flor de piel esperando el momento oportuno para salir a la superficie….

Sigo observando la calle.

Ahora veo a una mujer cargada con bolsas y a un niño que va detrás de ella y cada vez se queda más rezagado, deduzco que es su hijo, pues la mujer se gira y le grita algo que no consigo entender, el niño acelera el paso y se coloca a su altura.

Se marchan calle arriba.

Alzo la vista y noto que el cielo se ha vuelto más gris, bajo la mirada y veo como las primeras gotas de lluvia lo salpican todo.

Me quedo absorta unos minutos en mis pensamientos y cuando vuelvo en mí una lluvia torrencial lo empapa todo.

Me gusta ver llover, observar como las minúsculas gotas de agua caen una tras otra en una perfecta armonía salpicándolo todo, sin dejarse nada en su camino, refrescando el ambiente.

Cada vez me cuesta más ver a través del cristal, es como si tuviera una cortina delante impidiéndome la visión de lo que me rodea en el exterior.

No queda nadie en la calle, está desierta a excepción de un gato callejero que busca cobijo. Mira a un lado…….. ahora hacia el otro, corre, se para, no sabe a donde ir, está calado hasta los huesos.

Algo llama su atención, cruza la calle y se introduce en una obra. Lo pierdo de vista.

Ya solo me queda observar la calle desierta, con este aguacero nadie se aventura a estar en ella, pero no importa, aún puedo contemplar las gotas de lluvia, como caen rápidamente desde el cielo, son empujadas por el viento para finalmente desaparecer estrellándose contra el frío y duro suelo donde cada una de ellas solamente deja una pequeña marca de lo que fue su existencia…..

Suena el teléfono, me levanto a cogerlo y mantengo una corta conversación. Cuelgo y regreso a mi sitio junto a la ventana.

Allí seguiré un rato más,  observando la calle vacía y las gotas de lluvia caer.

© Takhisis