La venganza puede ser muy placentera
Breve historia de la vez que quise vengarme de mi novio y me llevé una (enorme) sorpresa.
Me llamo Milena, tengo 23 años, y voy a contar una de las experiencias más divertidas que tuve en mi vida.
Fue en mis primeros años de la universidad. En aquella época era una chiquilina que apenas había tenido pocas experiencias sexuales, todas con mi novio de aquel entonces. Yo era muy inexperta y bastante dependiente, así que él se aprovechaba de mí todo lo que quería. Tal vez en otro momento hable de eso. Solo mencionaré que con él tuve la primera vez por todos los lugares penetrables de mi cuerpo, y que él siempre encontraba la manera de hacer que lo obedezca.
Pero, también fue un idiota y me engañó con otra amiga. Ahí es donde empieza esta historia.
En aquel entonces, tenía yo 20 años. Una niña blanquita, 1.62 de estatura, cabello marrón oscuro. Con las tetas medianas pero bien formadas y levantadas; un culo apetecible. Nada de otro mundo pero tampoco tenía mucho que envidiar a otras compañeras. Me enteré que mi novio había sido infiel un lunes por la tarde. Lo maldije con palabras que nunca utilizaba. Sentía muchísima rabia, porque aún con todo lo que le había entregado, se fue con otra. Una amiga me dijo que él se lo perdía. Y luego de un par de días, yo me dije lo mismo. Ese sábado sería mi cumpleaños y mis padres estaban de viaje, así que aproveché la casa vacía para invitar a muchos amigos e intentar no pensar en él. Pero aparte de eso, quería vengarme con todo mi ser. Y quería que él se enterara de que no lo necesitaba.
Así que me puse una meta. Esa noche debía mínimamente liarme a besos con cualquier chico.
Llegó el sábado, y me puse el mejor de mis vestidos veraniegos. Escote, sin ningún tipo de brassier. Cortito abajo, muchos centímetros por encima de la rodilla. Tono rosa pastel. Resaltaba perfectamente mis atributos. Obviamente, con muchas fotos para el Instagram, para que todos vean lo buena que estaba.
A mi novio nunca le gustaba que bebiera mucho, así que esa noche me propuse beber la mayor cantidad de alcohol. Como era de esperarse, luego de unas horas ya estaba bastante ebria. Uno de los chicos, Luis, no paraba de echarme ojo, pensando que no me daba cuenta. Él era un año mayor que yo, un muchacho fuerte a simple vista. La idea entró sutilmente en mi cabeza.
Éramos como 15 personas en total en mi casa, entre chicos y chicas, todos bailando en el patio delantero. Todos muy ebrios. Yo me había asegurado de tener a Luis como pareja y aprovechaba cada canción para pegarme más a su cuerpo, rozándolo en todo momento. Finalmente le dije al oído que sí podía acompañarme adentro de la casa un segundo, que tenía que buscar una botella en el fondo.
Cuando llegamos le dije que me abrazara un momento, porque necesitaba sostenerme. Me agarró por detrás, con sus brazos rozando la parte baja de mis tetas. Podía sentir lo dura que estaba su verga, bien apretada contra mis nalgas. Él estaba listo para todo. Dije "bueno, ahora me volteo y lo beso", pero no hizo falta. Sentí como empezaba a besarme el cuello lentamente, mientras me apretaba más fuerte contra su cuerpo. Solté un gemido y le dije que no se detuviera. Siguió con su lengua subiendo hacia mi oreja, mientras sus manos se abrían paso por el escote del vestido. Mis pezones se endurecieron ante el contacto directo de sus dedos. Podía sentir mi coño quemándome la entrepierna por tantas ganas. Imaginaba la forma de su verga apretándose entre mis nalgas y no aguanté más. Tenía curiosidad de sentirla, tocarla.
Dejé caer el vestido, y volteándome me puse de rodillas. Él no perdió tiempo e hizo desaparecer su ropa, dejando al aire su verga sumamente endurecida. Era casi el doble de larga que la de mi ya ex novio. Me quedé atontada. La tomé con ambas manos, frotándola, mientras mi lengua recorrería cada centímetro de su dimensión. Finalmente abrí la boca y empecé a chuparla. Podía sentirla yendo hasta el fondo de mi garganta y yo luchaba contra las arcadas que generaba, pero estaba decidida a no parar. Me fascinaba el tamaño que tenía estando endurecida.
Él no quería distraerse con otras cosas, así que me levantó del suelo y me despojó de la ropa interior. Me puso contra la pared y sin mediar palabras insertó su lanza hasta el fondo. Grité y gemí como una puta. Nunca había sentido tanta satisfacción. Él embestía y embestía una y otra vez, con mucha fuerza. Me apretaba las tetas con sus manos, mordía mis labios besándome. Y no paraba en intensidad un solo segundo. Arremetida tras arremetida.
En cuestión de minutos, que podrían haber sido horas, tuve un orgasmo brutal. Quedé temblando contra la pared y él solo sonreía observándome.
Pensé que ya se había corrido también, pero no, ahí estaba su vergota bien dura. "Cómo es posible", pensé. Mi ex solo duraba unos minutos y este ni se ha inmutado.
Luis disfrutaba el momento y no tenía pensado ir a menos.
¿Alguna vez lo has hecho al aire libre?- dijo
¿Qué?- balbuceé.
No se detuvo con explicaciones. Me condujo al césped del patio trasero. No lo podía creer, quería poseerme ahí.
- Luis, pueden vernos por las ventanas si vienen hacia aquí- dije.
Él se encogió de hombros. Quise agregar algo más pero apretó su cuerpo contra el mío y me silenció con un beso. No había forma que le lleve la contra de esa manera.
Se acostó y me hizo la señal para que lo cabalgara. Yo no podía negarme a una verga así, tan levantada pidiendo mi cuerpo. Así que me dejé insertar hasta el fondo. Él no perdió tiempo y con sus movimientos me hacía saltar a gran velocidad. Mis tetas subían y bajaban, botando al ritmo de mis gemidos. Estaba ahí, en mi patio, totalmente expuesta y siendo penetrada libremente. Nunca me había imaginado así, ni siquiera cuando mi ex me hacía pasar vergüenza a propósito. Juraría que alguien nos miraba desde una ventana pero no me importaba. Solo tenía cabeza para las embestidas salvajes. Solo tenía ojos para la verga de Luis penetrándome sin perdón.
No aguanté un minuto más y caí en otro orgasmo. Quedé de rodillas en el césped, exhausta, rota, satisfecha.
Él también ya estaba apenas. Solo entendí las palabras "correrme" y "tetas" y pude ver cómo me apuntaba con su verga y el chorro blanco llenaba mi pecho y parte de mi boca. Además de tenerla grande, también sabía cómo dejarme totalmente mojada.
Vi como se cerraba una de las cortinas de la ventana y confirmé lo que ya sospechaba. Me alegró saber que alguien fue testigo de mi posesión. Con Luis solo atinamos a reír, ebrios y felices. Tuvimos que volver antes de que todo el mundo notase nuestra ausencia.
El rumor obviamente se corrió y mucha gente en la universidad solía preguntarse si era cierto que ocurrieron cosas en mi cumpleaños. Hasta supe que mi ex estuvo preguntando. Idiota, nunca volvería a tener una chance de tenerme.
Luis y yo nos hicimos buenos amigos después de eso. Obviamente lo hicimos varias veces más durante mucho tiempo. Ahora solo me gustan los hombres que pueden llenarme enteramente.
(Gracias por leerme! Hice un relato breve por ser la primera vez. Pueden escribirme al correo si quieren más detalles. Capaz escriba más historias)