La venganza-Primera Parte

Se desvela el contenido de los DVDs

Tras pasar toda la mañana no pudiendo ni ver los DVDs ni tirarlos a la basura intento llamar a Ricardo, necesito hablar con él. Pero a mis llamadas responde una aterciopelada voz femenina que me dice “el teléfono móvil al que llama…”, tras más de 20 intentos desisto.

Necesito hablar con alguien, y como siempre, el primero que se me ocurre en este exilio es el mismo: Javier. Me coje el teléfono al tercer tono:

-Dime Eva.

-¿Puedo invitarte a comer? –le suelto atropelladamente.

-¿Sabes que los empleados de dirección tenemos acceso al restaurante del hotel, verdad? –me responde sorprendido.

-Me refiero fuera del hotel, ¿en el restaurante de enfrente en 15 minutos? –le suelto atropelladamente.

-Eva, ¿estás bien? ¿te pasa algo? –hay preocupación en su voz.

-No, es sólo que necesito salir del hotel…

-De acuerdo, nos vemos en 15 minutos en frente.

Me retraso y llego unos minutos tarde, el me espera apoyado en la barra tomándose una cerveza y unas aceitunas. Me sonríe con su sonrisa abierta y franca que, me consta, en la carrera enloqueció a más de una y también sé que Javier las rechazó a casi todas, nunca tuvo nada con nadie y eso, en aquellos momentos de zozobra, me hizo pensar que quizá era yo su objetivo… desecho esa idea, ya tengo bastantes problemas y quiero relajarme.

-¿Te apetece tomar algo antes de sentarnos a comer? –me pregunta Javier.

-No, tengo lío así que mejor nos sentamos a comer.

Según nos sentamos me encuentro con los verdes ojos de Javier que me miran con interés.

-¿Ocurre algo? –pregunto algo intimidada.

-No sé, tu dirás, en el casi año y medio que llevamos aquí es la primera vez que compartimos mesa y mantel… Algo muy grave ha debido ocurrir –me soltó Javier a bocajarro.

Su brutal honestidad me sorprendió, Javier era, casi siempre, muy dulce conmigo y muy raramente me llevaba la contraria. Una perorata así era rara en él.

-Nada… ¿tan raro te parece que quiera comer con mi director financiero? –le respondí a la defensiva.

-Eva, ¿cuántos años hace que nos conocemos? –me preguntó, pero era una pregunta retórica- cinco años de carrera, tus dos años de becaria y el año y medio aquí… más de 8 años… ¿y todavía crees que no sé cuando te pasa algo? –sus ojos verdes me miraban con interés, no de modo inquisitivo- puedes contarme lo que sea, si no salí corriendo durante la carrera cuando… -titubeó y ví tristeza y algo más que no pude identificar en sus ojos- bueno, ¿me vas a contar que pasa?

-Bueno, es que igual es una tontería y te he molestado para nada…

-Tú nunca me molestas… -y me sonrió. Por primera vez, esa sonrisa provocó en mi una reacción más allá de la simpatía y decidí acallarla.

-¿Pedimos?

La comida va bien, hablamos de trabajo, de la última vez que hemos vuelto a casa… el evita el tema sentimental y yo el de los DVDs que ha provocado la invitación a comer hasta que ya con el café, necesitada de consejo, lo suelto a quemarropa:

-Javier, voy a contarte una cosa pero necesito de tu absoluta discrección y consejo –me pongo tremendamente seria lo que provoca que él haga otro tanto:

-Eso se da por descontado -le cuento lo del paquete, la nota y mi incapacidad para hacer nada en un sentido u otro- si quieres mi opinión sincera –me dice con semblante serio- yo creo que deberías ver qué contienen esos DVDs, en el mejor de los casos es una broma pesada y en el peor…

-¿En el peor? –pregunto.

-No lo sé, si quieres te acompaño y los vemos juntos…

-No, es algo que debo hacer yo sola.

Terminamos de comer y volvemos al hotel. Al regresar a mi despacho, en mi mesa los DVDs siguen allí, por alguna razón esperaba que hubieran desaparecido y con ello el desasosiego que me provocaban.

-¡Vámos Eva, si fuiste capaz de soportar las babosadas del profesor Urrutia puedes con esto! –me dije a mi misma mientras extraigo uno de los DVDs de su funda y lo introduzco en el lector de mi ordenador, las imágenes no las hubiera querido ver jamás:

Es la habitación 1414, de este mismo hotel, mi hotel. Al reconocerla, (por la copia de Las Señoritas de Avignon que había sobre el cabecero) supongo que se trata de la canita al aire de algún famosillo de medio pelo y suelto un bufido. Cuando estoy a punto de expulsar el disco dos figuras aparecen en escena y algo llama mi atención, yo conozco a aquellas personas… de hecho yo había besado la boca que besaba a la recepcionista en mi pantalla esta misma mañana… ¡en el video aparecía Ricardo! Mis ojos empiezan a llenarse de lágrimas y una enorme desazón comienza a inundarme.

En el video están Ricardo y Silvia, una de las recepcionistas, de pie, ante la cama besándose, mi ordenador no tenía altavoces por lo que paro el vídeo y trato de localizar unos auriculares, no sé porqué pero si el vídeo tiene audio necesito oírlo. Los encuentro, los conecto y arranco el video. El beso es apasionado, el sonido de sus lenguas entrelazándose y sus salivas llega a mis oídos con claridad.

-¡Como te he echado de menos! –oigo decir a Ricardo interrumpiendo el beso. ¿En serio? Entonces no es la primera vez, ni posiblemente la segunda, es algo habitual… mi tristeza empieza a ser sustituída por la ira, la rabia y… el morbo. Sí, quiero saber que pasaba, luego veré qué hacía pero por ahora tengo curiosidad.

Vuelvo a parar el video, quitarme los auriculares, levantarme y cerrar la puerta con pestillo. Necesito estar sola. Vuelvo a mi sitio y me acomodo para seguir viéndo el video.

Vuelven a besarse pero me doy cuenta de que las manos de Ricardo amasan con devoción los pechos de Silvia, mientras el beso se va haciendo cada vez menos profundo hasta que sus labios se separan y ellos se dan una tregua mientras se miran jadeantes.

Las manos de Ricardo van a los botones de la blusa de Silvia mientras esta deja los brazos caídos (yo nunca he sido tan pasiva en el sexo y siempre le he ayudado a desnudarme o le he desnudado yo a él). Enseguida aparece un sujetador, bastante feo, que apenas puede contener aquello que a Ricardo parece volverle loco en vista de su expresión. La blusa, que forma parte del uniforme del hotel, cae al suelo.

-¡Me encantan tus melones Silvia! –dice eufórico mientras hunde su cabeza en el canalillo y los aprieta para juntarlos. Aparta su cara lo justo para bajar una de las copas de su sujetador y liberar uno de sus pezones que en un visto y no visto es aspirado por sus labios, esos labios que yo he besado esta mañana.

Ricardo pone en marcha sus labios y su lengua para mayor placer de Silvia que disfruta como la lengua de mi chico juguetea con su pezón, irguiéndolo, erizándolo, haciendo que de su boca escapen los primeros gemidos… pero ella sigue estática, yo hubiera sujetado a Ricardo del pelo y le hubiera guiado por mis pechos. Mientras pensaba esto el sujetador de Silvia ha desaparecido y Ricardo lame con fruición el otro pezón mientras rota entre los dedos suavemente el primero. Se ve el pezón sobresaliente, duro y la envidia empieza a embargarme… y no solo la envidia, me sorprendo a mi misma tocando suavemente uno de mis pezones. Mientras, en la pantalla, los brazos de Silvia permanecen en sus costados. Después de haber erizado los pezones de Silvia, que brilla con la saliva de Ricardo, este vuelve a sus labios donde las lenguas vuelven a enzarzarse en una nueva batalla. Las manos de Silvia siguen inermes mientras que las de mi novio recorren la espalda de su amante en sentido descendente en busca del cierre de la falda, cuando llegan Silvia parece despertar, o al menos sus manos, que empiezan a desabrochar la corbata y la camisa de Ricardo sin dejar de besarlo.

El torso de mi chico entra en escena entra en escena en el mismo momento en que la falda de Silvia se desliza por sus piernas, (no es falsa modestia pero las mías son mejores, como son más firmes mis pechos y soy más activa en la cama…), revelando, una vez más su pésimo gusto para la ropa interior. A Ricardo parece no importarle y desliza sus manos dentro de sus bragas para palpar su culo directamente, para tocar la piel.

Se en que va a terminar esto, pero no puedo dejar de mirar. Me hace daño, pero, incomprensiblemente, me excita. No entiendo como me puede excitar ver como mi novio se magrea con otra pero es así.

Mientras estoy en estas Silvia ha espabilado y tras deshacerse de la camisa y de la corbata ha abierto los pantalones de Ricardo. La erección es palpable en los boxer negros, que yo le regalé, cuando los pantalones se deslizan con un siseo hasta los tobillos de mi chico. Mientras, él, ha pasado a la parte delantera de las bragas y la acaricia con suavidad por encima de la tela, tela que va cambiando de color delantando la excitación de ella y el buen hacer de Ricardo calentándola. Vuelvo a fijarme en sus bocas, ya se devoran mutuamente. Mientras, yo, fuera de toda lógica en contra de lo que siempre he dicho m ehe desabrochado la blusa y apartado las copas de mi sujetador y, tras ensalivar mis dedos, me acaricio mis pechos que han reaccionado premiándome con una descarga de placer.

En la pantalla Ricardo, ha apartado las bragas y acaricia ya los labios vaginales de Silvia con la yema de los dedos mientras la inclina a tumbarse en la cama. La imagen es tremendamente erótica, Silvia tumbada boca arriba con las piernas ligeramente abiertas, (por cierto, que coño más descuidado: lo tiene como una selva, ¿esta no sabe que existe la depilación?) y mi novio al lado lamiéndole un pezón vistiendo solo un boxer, en el que es evidente su excitación, y acariciándole los labios vaginales donde está clara también la calentura de Silvia por como brillan de la humedad. Los gemidos de Silvia, lo dejan también claro.

-Diossss… Ricardo… no paress… -gimotea la muy zorra. Ricardo para un momento para quitarle las bragas y dejarla desnuda. Si había pensando, incauta de mi, que se iba a quedar en magreos, esa era la penúltima frontera. Ricardo acerca su boca al sexo de su amante que, incomprensiblemente, lo aparta agarrándolo del pelo- No… eso no…

No entiendo nada, bueno, quizá se acabe todo aquí. A Ricardo le encanta el sexo oral, de hecho es bueno (aunque los he tenido mejores…) “ahí abajo”. Sonrío pensando que ya estaba, que ya había pasado, que mi novio la iba a mandar con viento fresco…

Me equivoqué.

Ante mi vista, Ricardo se levanta, sonríe y mira a Silvia que le devuelve la mirada y sin más preámbulos se deshace de su boxer dejando al descubierto su polla, esa polla con la que tanto me ha hecho disfrutar y que parece claro que va a hacer disfrutar a otra…

-¿La quieres? –pregunta meneándosela, orgulloso (sé que esto no encaja aquí pero tampoco es que sea algo extraordinario unos 16 cm)- ¿quieres que te folle?

Ella no le responde, sólo se humedece los labios, mientras se pellizca un pezón y se acaricia los labios vaginales como una furcia. Ricardo lo toma como un sí.

-Abre las piernas, voy a follarte como te mereces.

Va a pasar, Ricardo me va a poner los cuernos (en realidad ya me los habrá puesto) y yo lo estoy viendo cachonda perdida.

Veo como se van colocando, desde la ubicación de la cámara, y con los cuerpos interponiéndose no se aprecian los sexos de ambos pero las maniobras de Ricardo son evidentes, se está y se la está colocando para metérsela. Yo me excito aún más, como si aquello fuera una película porno que nada tuviera que ver conmigo. Mi falda ha cedido a mi excitación, igual que mi tanga (mucho más bonito y sexy que las bragas de Silvia) ha dejado paso a mis dedos que han empezado a acariciar mi coño con suavidad. Un movimiento de cadera de Ricardo y un “Aaahh” de Silvia atestiguan que se ha producido la penetración.

En mi monitor el culo de Ricardo empieza un bombeo suave, “ya está –pienso- ya me ha hecho una puta cornuda…” siento rabia, ira, pero sobre todo estoy excitada y hundo dos de mis dedos implacablemente en mi interior ahogando mis gemidos. En el video mi novio acelera sus embestidas:

-¿Te gusta Silvia, te gusta como te follo? –mientras sigue dándole golpe de cadera tras golpe de cadera.

-Sí… ah… no… paresss… -los cuerpos de ambos empiezan a cubrirse de sudor mientras se oye el golpe entre los dos cuerpos. Lo están haciendo como animales y siento algo más: envidia. Casi no puedo ni mantener los ojos abiertos de la excitación.

La pareja de la pantalla sigue con el misionero, un misionero brusco, como en el que me gustaría estar a mi ahora mismo, sus cuerpos sudados uno contra el otro y gimiendo como posesos. Se nota que no es la primera vez que se acuestan, seamos sinceros, éstos han follado varias veces. Veo como Ricardo le besa el cuello mientras sigue envistiéndole con fuerza y ella aprieta el culo de su amante para que llegue más adentro.

No sé si quiero seguir viéndolo, pero no aparto los ojos de la pantalla ni los dedos de mi coño. Ricardo acelera y profundiza sus empellones, señal de que está a punto de terminar. Silvia gime como una cerda y yo siento que mi orgasmo se acerca.

-AAAAAHHHHHHH… ME CORRO… ME CORRO… -dice el Ricardo del video, el video lleva 37 minutos. Veo como se queda estático sobre Silvia balbuceando.

-Ricardo, ¡te has vuelto a correr dentro sin condón! –le recrimina Silvia. Esa frase me espabila del todo y, a pesar de que mi cuerpo me sigue pidiendo un orgasmo recompongo mi tanga y coloco mis manos en mi mesa- algún día la vamos a liar…

-Pero te ha gustado… -le responde Ricardo ufano incorporándose. Veo su polla que gotea. Se inclina y besa a Silvia, más que un beso es un pico- voy a ducharme.

Silvia queda sola en la habitación y con unos kleenex que hay en la mesilla de noche se limpia el coño y se seca un poco la piel sudorosa. Acto seguido empieza a vestirse y, al llegar Ricardo desnudo secándose de la ducha, ¡Dios que bueno esta! Ella ya se puesto su horrible ropa interior y se inclina de espaldas a el recogiendo la blusa del suelo. Ricardo le palmea el culo…

La pantalla se va a negro.

Me quedo envuelta en un mar de dudas. Estoy muy enfadada, colérica. El que creía el hombre de mi vida me ha puesto los cuernos, además, lo ha hecho de una forma insulsa, aburrida: unos pocos magresos antes de un triste misionero…

Pero también estoy excitada, ¿me excita que me pongan los cuernos? ¿O simplemente me ha excitado ver una escena de mal porno? ¿Quien me ha mandado estos DVDs?

Algo, que no sé explicar, me impide irme a ninguna parte sin ver todo lo que contienen…