La venganza es un plato que se sirve frio (final)

Al final todo explota

Mañana ya pensaría hoy solo quería seguir sintiendo. Por eso entré en la bañera y busqué la tibieza de su cuerpo bajo el agua y él me besó.

Nos enjabonamos mutuamente antes de aclararnos y salir.

Roberto se puso un albornoz y yo una toalla, bajamos juntos y preparó café. Me gustaban sus movimientos sin pretensiones, su tranquilidad y sus grandes manos. Pensé mientras me pasaba una gran taza. Antes de dármela me dijo:

-Quítate la toalla

Le mire y dejé caer la toalla a mis pies, vi encantada como su lenguaje corporal cambiaba y su mirada se oscurecía.

Mientras observaba el cambio se me ocurrió una maldad

-Vamos a desayunar al jardín

-¿Así? –dijo mirando mi cuerpo desnudo-

-¿Quieres que me vista?

-No

-Pues ven

Salí sintiendo su mirada clavada en mí y me metí bajo la pérgola, allí abajo nadie podía verme. Él se sentó donde lo hacía cada mañana y yo me senté a su lado. Él dejó el periódico en la mesa.

-Puedes leerlo, me encanta mirarte cuando estas concentrado.

Con una sonrisa abrió el periódico y yo seguí bebiendo mi café con leche.

-Por cierto gracias por el café esta riquísimo

-Tu sí que estas rica, pequeña

Me gustaba estar allí desnuda y mirarle como hacia muchas mañanas, el contraste de hoy lo hacía de lo más erótico y excitante.

Agarré el almohadón de mi sillón y lo tire al suelo junto a su silla, él lo miro sin saber lo que pasaba y antes de que pudiera hacer nada me arrodillé en él.

Me miró pero no dijo nada y se quedó quieto cuando agarré el cinturón de su albornoz y tiré lentamente de un extremo hasta que este se soltó, lo deje caer y abrí su albornoz.

Mire su polla y me relamí antes de decirle:

-Sigue leyendo muchachote

-Nena no voy a poder concentrarme

-Inténtalo

Cuando volvió al periódico metí mi mano y agarré su falo, este palpitó en mi mano y empecé a acariciarlo. El suspiró y apoyó el periódico en la mesa fingiendo leer y con la mano acariciaba mi pelo.

Dejé su polla y acaricié sus testículos, el separó las piernas y pude cogerlos mejor. Su mano dejó mi pelo y acaricio distraídamente mis mejillas, pasó los dedos por mis labios y los separé para lamer sus dedos.

Los chupé uno a uno mientras estrujaba sus pelotas, entonces el giró un poco la silla para quedar frente a mí sin dejar de mirar el periódico sobre la mesa.

Bajé la cabeza, saqué la lengua y la pasé por la punta, bordeé el glande y lo succioné con delicadeza.

Volví a pasar la lengua por toda la extensión de su carne ya dura y le oí jadear suavemente.

-Sigue leyendo grandullón si quieres que siga

Volvió a la lectura y yo a lo mío, chupé sin prisas durante un buen rato sintiéndole crecer en mi boca.

Bajé ahora a lamer sus huevos, los movía con mi lengua mientras apretaba la polla por la base. Succionaba y me los metía en la boca, animada por sus gruñidos de placer.

-No volveré a leer un periódico sin empalmarme –dijo con voz ronca-

Reí sin dejar mi tarea, se recostó un poco y separó más las piernas.

-Sigue nena que placer me da esa linda boquita.

Animada deje sus pelotas y seguí hacia su culo, saqué la lengua e imité lo que él me había hecho a mí. Hice círculos y luego empujé mi lengua dentro. El soltó un alarido cuando entró y separo más las piernas facilitándome así la tarea.

Notaba su polla palpitar en mi mano e hincharse más por la presión.

-Mi niña tienes que parar de hacer eso, porque necesito follarte y si sigues no podré en un buen rato.

Me apartó con suavidad y me dijo:

-Ven niña sube y sírvete tú misma –dijo agarrando su polla por la base como antes había hecho yo-

Coloqué una rodilla a cada lado y el la llevó a mi entrada.

-Baja zorrita clávate mi polla, mira como me has puesto, nunca la había visto tan gorda como la pones tú.

Bajé animada por sus palabras poco a poco, sintiendo como nos acoplábamos. El besaba mi cuello y yo empecé a mover las caderas en un lento vaivén.

Los dos empezamos a jadear, sus dedos se clavaron en mi carne, me ayudaba a moverme y me frenaba.

-Despacio preciosa quiero que te concentres en correrte, me encanta sentir en mi polla los espasmos de tu orgasmo.

Me froté y me moví hasta sentir como crecía en mi interior y como a continuación todo estallaba mientras no dejaba de hablarme.

-Si pequeña zorra, córrete con mi polla bien adentro –sus soeces palabras me incitaban a seguir-

Su dedo de nuevo buscó mi puerta trasera y de nuevo jugo lentamente en ella hasta penetrar despacio esta vez con dos dedos.

Me corrí enseguida entre gemiditos y espasmos.

-¿Vas a dejar que me corra con tu boquita mi niña? –dijo acariciándome-

No le contesté, descabalgué de mi montura y volví a los confines de la tierra, me llevé su polla a los labios y repetí la jugada anterior.

Su respiración cada vez era más entrecortada, entonces apreté más la mano de la base, pase mi lengua por el glande húmedo y lamí sus pelotas para de nuevo bajar a su ano. Metí la lengua dentro consiguiendo un par de alaridos por su parte.

-Criatura que bien chupas bruja

Empujé bien adentro y la saque varias veces antes de llevar un dedo y frotar con la yema la entrada antes de empujarlo, noté como se relajaba y empujé.

-Sigue pequeña, sigue

Empuje más y subí con mi lengua hasta su glande. Mamé chupeteando sin parar de entrar y salir con mi dedo.

-Nena no puedo más, deja que me corra cielo mío –suplico-

Le miré y succioné, aflojé mi mano que era lo que me pedía y un potente chorro llenó mi garganta mientras mi dedo entraba hasta el fondo.

El dio un fuerte alarido mientras se vaciaba en mi boca. Seguía jadeando ante el largo orgasmo y saqué despacio mi dedo. Luego limpié su polla con mi lengua y él no decía nada apoyado en el sillón.

Cogimos las tazas y me llevo de nuevo a la cama, donde volvimos a dormirnos.

Desperté a las cuatro de la tarde, nos vestimos y salimos. Paramos a comer, recogimos mis llaves y me pidió donde quería ir.

-A casa Roberto ya casi es “mañana”

-Bien aunque me cueste, te prometí que sin preguntas, que aceptaría lo que decidieras.

Bajé del coche sin mirar atrás para no derrumbarme, llegué a casa y esta me pareció fría y solitaria.

En el fondo tenía mi venganza; le gustaba y por ello como dijo se plegaria a mis deseos. ¿Porque entonces me sentía tan mal?

Dos días después terminé el trabajo en su jardín, el había salido de viaje y me llamó esa noche.

-Ya he acabado

-Sabes que no me alegro de ello, pero tenía que pasar. Estoy fuera.

-Lo se

Tras unos minutos de charla me dijo que podía a pasar a cobrar por su despacho, el estaría fuera toda la semana.

Pasé a cobrar y le mandé un mensaje.

-Gracias

-¿Cuándo volveré a verte?

-Dame un tiempo

Me deseó lo mejor y colgué sintiendo su voz fría al otro lado del teléfono, aceptó lo que le pedí y no le vi en varias semanas.

Toqué el timbre de casa de Laura, me habían invitado a cenar.

-Hola preciosa, pasa-dijo besando mis labios-

Necesitaba ese calor y me abrace a ella, está feliz por mi respuesta pego su cuerpo al mío y devoró mi boca mientras por detrás se acercaba su marido.

-Chicas, chicas no hay nada para mi

-Claro cariño –dijo Laura girándome hacia él-

Sustituyó a su mujer sobre mis labios, mientras ella detrás de mí me besaba el cuello, sobaba mis pechos y me susurraba al oído.

-Me encanta ver que vienes con ganas de pasarlo bien. No me lo esperaba, creí que solo sería una cena

Su mano bajó por mi torso y al llegar a mi cintura la giró para sobar el ya gordo paquete que había frotado mi cadera.

-Mira como me ha puesto esta zorrita con su sorpresita hambrienta –dijo apretando la mano de su mujer más-

Mientras ella le tocaba, el desabrochaba lentamente mi camisa, me la quitó y la tiró al suelo, pronto mis pantalones cayeron a mis tobillos y los rechacé.

No había planeado eso, de hecho no había hecho más que añorar a Roberto. Pero ellos me relajaban y necesitaba liberar mi adrenalina.

Pronto estuvimos los tres desnudos y me llevaron al salón, me tumbaron en una alfombra mullida y se arrodillaron cada uno a un lado.

Las manos de Laura acariciaban mis pechos, sus labios besaban mis pezones y los succionaban; mientras su marido seguía adueñándose de mi aliento mientras su mano subía por la cara interna de mis muslos hacia mi sexo.

-Toca mi polla, mira como me la pones... –dijo entre jadeos sobre mis labios-

Estiré el brazo y agarre su duro miembro, él se estiró sin apartar la mano de mi coñito pero facilitando que pudiera meneársela.

Laura nos miró y arrodillándose ante mí apartó la mano de su marido y bajó a lamer mi rajita, buscó con su lengua y al encontrar mi hinchado botoncito lo succionó.

Di un alarido de placer y ella tras sonreír siguió lamiendo.

-Preciosa chúpala solo un poquito cielo –pidió el girando mi cabeza-

Separé los labios y el empujó su polla dentro, era más corta y menos gorda que la de Roberto con lo cual podía moverse mejor dentro de mi boca.

El jadeaba de placer y mi cuerpo se convulsionaba al borde del orgasmo que su mujer estaba despertando en mí.

Chupeteo con fuerza y me corrí, aprovechó y metió mas polla en mi boca, entró y salió un par de veces hasta que tras un grito salió, se colocó detrás de su mujer que aún seguía lamiendo mi sexo y se la metió de un solo golpe.

Arremetió con fuerza en su interior un par de veces y ella chilló mientras se corría, y el arqueando el cuerpo se corrió dentro de ella.

Estábamos recuperando el resuello cuando sonó el timbre. Se puso el pantalón de pijama y abrió al ver que era el vecino.

-Venía a ver si querías echar una partida, me han dejado solo esta noche

Entonces el entreabrió más la puerta y ese hombre nos vio desnudas en la alfombra, le reconocí como el hombre que se había acercado solo en la fiesta y luego su mujer.

-No quiero molestar veo que estas liado

-Pasa si quieres. A veces también nos reunimos con algún amigo, pero tranquilo no molestas.

Entró y tomo la copa de vino que él puso en sus manos, yo estirándome sin vergüenza alguna me levanté y fui al aseo al volver vi al marido de Laura en el sofá, di la vuelta y vi a Laura de rodillas entre las piernas de ese señor mirándole.

El marido me sonrió y la escena me puso a mil, me senté en el brazo del sillón donde ese hombre estaba sentado y desabroché el pantalón de ese hombre, saqué la polla y agarrándola la llevé a la boca de Laura. Esta lamio con glotonería y el grandullón jadeo encantado.

En el sofá el marido se acariciaba mirándonos muy despacio.

-Quiero que te lo folles Laurita, cabalga a nuestro vecino nena.

Ella sin pensárselo se puso en pie, abrió las piernas y bajo clavándose la polla del viejo vecino. Este agarrándola del culo la terminó de clavar hasta el fondo.

El marido de Laura acerco el sofá y empezó a tocarme de nuevo mirando a su mujer mover las caderas con otra polla en su interior.

-Que zorra eres esposa como te gusta tener el coño lleno de polla

Ella jadeo con sus palabras y descubrí que lo que más le excitaba no era estar con otros era que su pareja los viera follar con otro, ahí residía su placer.

-fóllame –le dije al marido de Laura-

Este abrió los ojos como platos,  tiró de mi colocándome de rodillas en el sofá y me apoyó en el sillón, para que el viejo siguiera sobando mis tetas, él se colocó detrás y llevó su polla a mi entrada, empujó un poco, un poco más y al final un último empujón y estuvo completamente en mi interior.

-Que estrecha esta niña… que caliente pones mi polla.

Mi cuerpo vibro, me calenté, disfruté de todas las caricias y cuando por fin llegué al liberador orgasmo eché más de menos que nunca a Roberto, porque tras ese orgasmo mi cuerpo quedó saciado, pero dentro de mi sabía que nada volvería a ser igual que antes de conseguir el paraíso de manos de Roberto, solo con él...

Pasaron unos días y recibí una llamada, era para ir a ver un trabajo. Era el vecino de Laura.

Me propusieron arreglar su jardín para luego organizar allí la fiesta. Colgué contenta por el empujón que suponían todos esos trabajos y agradecí a Cloe haberme metido en ese círculo de gente con tanto dinero que podían gastarlo a su antojo.

Empecé a arreglar otro precioso jardín y a organizar otra fiesta. Como la otra vez lo pase genial.

A una semana de la fiesta hicieron una cena para inaugurar el jardín, iban Laura y su marido, los dueños de la casa y me invitaron.

En el coche pensé que tenía que ir al  centro a recoger unas cosas.

Entre a tomar un refresco y vi a Roberto en la barra con un par de hombres trajeados como el, uno de su edad y uno algo más joven. Repasé mi vestuario para ver si iba bien, coloqué mi falda corta vaquera y la camisa blanca, regañándome por no haberme cambiado los zapatos, estos eran planos y nada glamurosos. No parecía una profesional resuelta en absoluto.

Él me vio en ese mismo momento mientras me planteaba huir

-Hola, Gloria cariño. ¿Qué tal?

Acercó la cara y nos dimos dos besos. Los otros dos miraban expectantes.

-Un momento me muero de sed –le dije acercándome más a la barra, para que el diera las explicaciones-

Sentía los seis ojos fijos en mí y cuando volví a su lado, el más joven le dijo mirando mi escote

-¿Es tu hija, tu sobrina…? no veo parecido–pregunto con maldad-

-Roberto no tiene hijos dijo el otro cortando la insolencia del primero.

Él me miró y supe que le había entristecido.

-Soy su amiga –dije fulminando al otro con la mirada-

-Vaya con el jefe, no puedo creerlo nunca hubiera dicho viéndote que fueras amiga del jefe, no os imagino coincidiendo en ningún sitio, por eso creí que erais familia.

El otro lo fulminó también y este se encogió de hombros cuando Roberto le miró con rabia.

-¿Lo dices por mi edad, por mi ropa?

-Por todo en general

-Pues es que coincidimos en la cama y ahí llevamos los dos lo mismo. La edad francamente aunque no te lo creas es más un aliciente que un inconveniente.

Me alegró ver a Roberto sonreír tras mi comentario que dejó a ambos con la boca abierta, animada con eso me puse de puntillas y besé sus labios gordezuelos.

-Lo siento cariño he tenido que decirle la verdad a tu impertinente amigo sino te habría guardado el secreto de que somos folla-amigos.

-Gracias, te debo una –me dijo al oído-

Estaba en la cena oyendo las alabanzas de todos por mi trabajo.

Ultimamos los detalles que faltaban para la fiesta y tras la cena tomamos unas copas. Charlábamos animadamente cuando vi que Laura bajaba la mano y acariciaba el paquete de su vecino ante la atenta mirada de sus parejas.

Oí mi móvil al otro lado del patio y me levanté a por mí bolso. Era un mensaje de Roberto.

-Gracias por lo de antes, me han avasallado a preguntas, ninguno podía creérselo y en el fondo a veces cuando lo recuerdo no me lo creo ni yo. Bueno lo dicho te debo una.

Noté cierta melancolía y le respondí:

-De nada, me ha caído fatal tu amigo y quería darle una lección. Estoy en una cena en casa de los vecinos de Laura

Un segundo después respondió:

-Diviértete Gloria, pero acuérdate un poquito de mí y si te cansas de juegos ya sabes dónde estoy.

Cuando regresé con los demás lo primero que sentí fue calor al ver la escena:

Laura estaba sentada sobre la polla del vecino con las piernas abiertas, entre estas de rodillas estaba la vecina lamiendo el sexo de Laura mientras el marido de esta se follaba a la vecina como un perro detrás de esta.

-Ven, acércate –dijo el vecino-

Me coloqué de pie a su lado y el metió la mano entre mis piernas, apartó mi braga y hurgó en mi coñito ya húmedo. Menee las caderas buscando que me penetrara con dos dedos mientras desde atrás el marido de Laura sin dejar de follarse a su vecina subió mi vestido y me acariciaba el culo sobre mi braga.

Yo miraba las tetas de Laura saltar mientras esta cabalgaba y más atrás, más abajo las tetas de la vecina colgaban y también se movían a cada arremetida.

Miré de nuevo al vecino jadear extasiado cuando por fin tres dedos gordos abrieron mi sexo, gemí moviendo las caderas hasta correrme.

Ellos también gemían y yo de nuevo recordé y extrañé a Roberto;  se había metido bajo mi piel.

-Lo siento tengo que irme, me ha surgido algo.

Sin descabalgar los cuatro se despidieron de mí, coloqué mi ropa y me metí en mi coche.

Me apoyé en el volante cabreada por pensar en el cada vez que el sexo me correspondía.

Puse el coche en marcha y conduje a buen ritmo hasta llegar al sitio. Aparqué, salí del coche y me planté ante la puerta… de Roberto.

-Hola gloria, ¿qué ha pasado?-dijo este al ver mis mejillas rojas-

Tenía la cara encendida tras el orgasmo y el cabreo.

-Nada, vengo de la cena.

-No quiero ser descortés pero son casi las dos; dime a que has venido

Aún estaba en el portal y aun así sin dejar de mirarle metí mis manos bajo mi pelo, solté el botón del único tirante de atrás de mi cuello y dejé que mi vestido largo cayera a mis pies.

-Dos cosas nena, una estas en la calle, dos estas buenísima –dijo sin mover un musculo-

Unos segundos después se agachó, recogió mi vestido y cogiéndome de la mano me metió en su casa.

-Dime que quieres –dijo empujándome contra la puerta-

-Quiero que me folles hasta que pierda el sentido

-Me frustra que pongas la miel en mis labios y luego me la quites hasta que vuelvas a querer alimentarte

-Lo se

-Ahora mismo querría mandarte a la mierda, querría pedirte que te largaras y me dejaras en paz

-Lo haré si es lo que quieres

Solo entonces se acercó, me cogió la muñeca y llevó la mano a su pantalón de pijama.

-¿Crees que quiero que te vayas?-dijo frotando mi mano contra su erección-

-Si te sirve de algo yo también luchó contra lo que quiero y al final ganas tú

-Si te quedas hoy será distinto ahora mismo por encima de mi excitación esta mi rabia.

-No me importa, quiero quedarme

-Pues ponte de rodillas pequeña zorra, voy a darte lo que has venido a buscar –dijo sacándose la polla del pantalón-

Me puse de rodillas y acepté lo que quisiera darme, le miré sumisa.

-Chúpamela

Me lancé a lamerla desesperada por saborearla de nuevo. El me agarró de la nuca y me empujó haciéndome tragar toda su polla. Estuvo moviendo las caderas durante un buen rato y luego la sacó.

-Ahora chupa mis huevos bruja

También lo hice hasta que me apartó y me senté en el suelo viendo como él se deshacía del pantalón.

-Quiero que te pongas como una perra, se terminaron los juegos.

De nuevo obedecí esperando por fin que me penetrara, pero no lo hizo. Se arrodilló y sentí sus dientes en mi culo, separó mis nalgas y lamió mi raja, fue hacia mi agujerito, esta vez no fue tan suave como la primera vez que lo hizo pero aun así me enloqueció, sentirle y saber que estaba tan excitado como yo.

Tras unos minutos me cogió y llenó mi vagina magistralmente haciéndome gritar de placer; solo él me penetraba así y me llenaba por completo.

-¿Te gusta verdad pequeña golfa?

-Sí, no pares Roberto –supliqué jadeando-

Frotó con la yema de un dedo mi ano y empujó su dedo. Mi cuerpo se tensó y me corrí sollozando.

-Si preciosa es un auténtico placer provocarte un orgasmo

Salió despacio de mi vagina y mis juguitos resbalaban por mis muslos casi como si me hiciera pis. Temblaba de rodillas en el suelo aun con resuello cuando el agarrando su miembro lo llevó donde su dedo había estado dilatándome y empujó el capullo.

Sentí una punzada de dolor cuando venció el anillo, pero no se amilano y muy despacio siguió entrando mientras mordía y lamia mi espalda sudorosa.

-Sé que te duele pequeña pero solo será un momento, ¿porque nos niegas esto?

Empezó a moverse más, salía y entraba partiéndome en dos.

-Dímelo pequeña ¿porque en un rato saldrás corriendo?

Seguía moviéndose mientras yo lloriqueaba sentía una mezcla de dolor y placer que era toda una novedad que me desarmaba por completo.

-Tengo derecho a saberlo, no puedes pretender que te folle y luego me quede esperando la próxima.

Sus palabras me cabrearon y todo salió a borbotones.

-Salgo corriendo porque odio sentir esto contigo

Se quedó unos minutos parado y seguí hablando

-No me gusta porque se cómo eres, sé que eres de los que tienen un lio con una mujer más joven y cuando se cansan la dejan tirada a pesar de haber roto toda su vida para volver con sus mujercitas.

-¿De qué hablas Gloria?

Le di nombres y durante unos segundos siguió quieto, luego empezó a moverse rápido, profundamente. Con su mano buscó mi clítoris y lo frotó mientras seguía follándome con una rabia inusual, ambos jadeábamos sabiendo que todo había estallado. Que probablemente sería la última vez.

Ambos nos corrimos al unísono berreando como animales, sentí su semen en mi interior y entonces salió, recogió su ropa y me dijo.

-Me voy a dormir, no me puedo creer que me conozcas tan poco

Me dejó allí desnuda, temblando y hecha un ovillo. Oí la ducha de su habitación mientras me levantaba un minuto después se asomó y dijo al verme allí de pie.

-Nunca le puse una mano encima a esa chica, fue el imbécil que conociste en el bar, él era su jefe directo. Jamás haría algo así, me plantee echarle… pero tu amiga me pidió que lo dejara todo como estaba. Mira lo que es la vida siempre pensé que era muy joven para él, y mira nosotros, nos llevamos más -dijo con melancolía-

Me metí en la ducha del baño del pasillo llorando desconsoladamente. Lo había estropeado todo por nada.

No podía dejar de llorar, ni siquiera oí la puerta.

-vamos pequeña –dijo secándome-

Me llevó a su cama, me tapo y se echó a mi lado. Nunca le había sentido tan lejos. Me acurruqué y dejé que las lágrimas cayeran silenciosas.

-Perdóname, tenía que haber sabido que no eras…

Entonces él se acercó, se inclinó y me dijo:

-¿Has comprobado que no era yo?

-No ha hecho falta, nada más decirlo me he dado cuenta que debería saberlo… siento haberlo estropeado.

-Nadie es perfecto, cuando deje de dolerte el culito volveré a castigarte por tonta. Vas a tener que suplicar piedad mi niña.

Casi doy un salto al interpretar sus palabras.

-Entonces ¿me perdonas por pensar esas barbaridades?

-Solo si no vuelves a esas fiestas... –pensé que iba a pedirme que dejara de ir y estaba dispuesta a hacer lo que me pidiera, porque sin las fiestas podía pasar, sin el no-

-No quiero que vayas…sola. Quiero llevarte yo, que todos sepan que aunque juegues con ellos fuera de allí eres mía y te quedaras a mi lado.

-sí, sí, si

Le dije saltando sobre él y frotándome y sintiendo la tibieza de su cuerpo.