La venganza de una lectora

Yo levanté de nuevo la cabeza, pero me vino una explosión de placer que no pude controlar y mi polla comenzó a hincharse en su garganta y sin poder evitarlo comenzó a palpitar y a escupir chorros y chorros de leche directamente a su garganta haciendo que se me nublase la vista y fuese incapaz de hacer movimiento alguno.

La venganza de una lectora

Todo empieza cuando recibo un correo de una chica que dice llamarse Claudia y que vive en la ciudad de Madrid.

Según sus correos a los que voy respondiendo les cuenta que tanto a ella como a su marido les encanta leer los relatos.

Después de un tiempo enviándonos y recibiendo correos, por circunstancias del trabajo, Claudia me informa que va a estar en Valencia durante dos días.

Yo le animo a conocernos personalmente aunque sea solo a tomar un café y ella después de explicarme que acude a mi ciudad por trabajo y que tiene la agenda completa, acepta y me informa que el primer día de su estancia no podrá ser, pero que el siguiente día me hará hueco para tomar un café y de esta manera ambos nos ponemos cara.

La llegada de Claudia a mi ciudad está prevista para finales del mes de Agosto y aun estamos a principios de mes, por lo que aprovechamos para contarnos más sobre nosotros a través de  los correos.

El día de su llegada por la mañana recibo un correo indicándome que está en mi ciudad y en el mismo correo me da la dirección del hotel en que se aloja y un numero de móvil por si surge algún contratiempo, de la misma manera yo la agrego a mi agenda y le mando un wassap a modo de saludo y para que ella también tenga mi numero.

La cita, si es que así puede decirse, está fijada para primera hora de la mañana de esta manera no hay compromiso por parte de ninguno y ambos después podemos proseguir con nuestros trabajos.

Llega el día fijado y cuando voy a entrar en la ducha veo que tengo un wassap de ella en el que se disculpa y me pide si hay posibilidad de retrasar por una hora la cita.

Yo le respondo que no hay problema  y que me diga una hora para tomar ese café.

Ella me responde que con una hora de retraso tiene suficiente y que cuando llegue al hotel la avise.

Entro en la ducha intentando despertar de una buena noche de sueño y después de una fresca ducha que siempre revitaliza, hago unas llamadas y retraso una visita que tenía para el día siguiente.

Cojo el coche y me dirijo al hotel indicado y después de aparcar entro en el hotel y pego una ojeada a los sillones que hay en la sala de espera y tras comprobar que no está allí me dirijo a la cafetería y tampoco la veo.

¿Que como sé que no está si ni tan siquiera tengo una foto de ella?

En el último correo me quiso enviar una foto para que la reconociese  y le dije que no, que me gustaban las sorpresas y que de todas formas iba a ser un café que mejor la vería en persona, pero que para conocernos podría llevar una prenda en especial que la distinguiese.

Y efectivamente, yo buscaba entre la gente que había en la cafetería en ese momento a una chica morena con melena y que se hubiese sujetado la melena con un pañuelo.

Volví a dar una vuelta por toda la planta baja del hotel en su busca y no vi a nadie con esa prenda sujetándole el pelo.

Cogí el teléfono para ver la hora y me di cuenta que tenía un mensaje sin leer de ella, así que lo abrí y en él me ponía que le surgió un imprevisto y que por favor subiese a la habitación 515.

Mi imaginación empezó a  hacer de las suyas y yo ya me imaginaba encontrarla desnuda en la habitación a la espera de mi llegada, así que me metí en el ascensor, pulsé la planta quinta y como iba solo el ascensor subió directamente a la planta sin hacer paradas.

Una vez en la planta mirando todas las puertas y siguiendo el orden de las mismas, encontré la 515.

Respiré hondo y llamé a la puerta con los nudillos.

Un momento – se escuchó tras la puerta –

Volví a respirar hondo y en ese mismo instante se abrió la puerta  y una mujer un poco más bajita que yo, a pesar de llevar tacones y embutida en un traje de color azul oscuro que le definía perfectamente toda su figura, apareció ante mí sonriendo mientras me preguntaba

¿Toni?

Si – respondí –

Pasa un momento- me dijo sonriendo - y disculpa, pero se me ha hecho tarde y tengo que enviar un correo urgente con unos cambios que me han surgido.

Al pasar el umbral de la puerta se acercó a mí y nos dimos dos besos en la mejilla a modo de saludo, en ese momento mi nariz percibió el suave perfume que Claudia levaba y que a mí me pareció de muy buen gusto.

Me hizo entrar en la habitación mientras ella se dirigía al portátil que tenia sobre el escritorio y sentándose en la silla al teclear apareció en la pantalla el correo que estaba en ese momento redactando.

Siéntate un minuto por favor – me dijo – esto lo acabo ya.

Yo me senté en el sillón que había tras ella frente al televisor apagado y me dediqué por unos instantes a observar sus movimientos.

Se le notaba un poco nerviosa y en ese momento pensé que había llegado en un mal momento y cuando iba a decirle que si prefería que la esperase bajo a que terminase, ella le dio al botón de enviar y cuando se cercioró de que el correo había salido de su portátil, bajó la pantalla cerrándolo del todo y se giró hacia mí.

Discúlpame – dijo de nuevo – un problemilla de última hora

No pasa nada  - respondí –

¿Ya has terminado o necesitas más tiempo? – pregunté –

No ya he terminado  -respondió – aunque si me dieses 10 minutos para darme una ducha sería perfecto.

Uffff – le dije sonriendo – tienes diez minutos exactos o cuando salgas no estaré.

Ella se dirigió al baño con prisas y sonriendo mientras me decía que tardaba nada y que ni se me ocurriese irme.

Después de verla desaparecer por la puerta del baño y escuchar cómo se cerraba, me senté en el sillón que había y me cogiendo el mando de la tele me puse a pasar canal tras canal para ver si había algo interesante mientras pasaba el rato.

Transcurridos  diez minutos desde que se había metido en el baño, llamé a la puerta y en tono de broma le dije que había pasado la mitad del tiempo, que se diese prisa.

Ella me respondió riéndose a la vez que decía que ya le quedaba nada que no fuese impaciente.

Me Salí a la pequeña terraza que daba a la calle a fumarme un cigarro mientras esperaba y estando apoyado en la barandilla de la terraza escuché una voz que provenía de dentro de la habitación y me indicaba que ya estaba lista.

Apagué el cigarro en el cenicero y al correr la cortina para entrar en la habitación, la vi de pie en el centro de la habitación envuelta en un albornoz y con el pelo aun húmedo.

Como que ya estás  -le dije –

Claudia poniéndose el dedo índice sobre los labios como indicándome silencio dirigió al teléfono de la habitación y mientras marcaba y se colocaba el auricular en la oreja me preguntó si disponía de tiempo o tenía mucha prisa.

Yo le respondí que no, que podía retrasar mis quehaceres algún rato.

Ella me miró sonriendo y en ese momento al otro lado del teléfono alguien le respondió y ella pidió si era posible que le subiesen una botella de cava a la habitación.

Tras unos segundos colgó el teléfono y girándose me miró sonriendo mientras acercándose a mi poco a poco andando con unos paso muy sensuales a la vez que lentos mientras muy poco a poco deshacía el nudo que sujetaba su albornoz, dejando caer la cinta que lo sujetaba.

Me quedé con la boca abierta y sin saber cómo actuar ante la nueva situación, ¿que habría ocurrido para ese drástico cambio?

Mientras yo pensaba y me quedaba quieto como un idiota, ella llegó hasta donde yo estaba  con el albornoz aun puesto, pero sin atar, dejando que parte de su cuerpo quedase al descubierto.

Al llegar a mi altura rodeo con sus brazos mi cuello y ladeando un poco su cabeza, comenzó a darme suaves besos en los labios, que hicieron que yo abriese mi boca e instantáneamente su lengua entrase en mi boca y ambas lenguas comenzasen como un juego de reconocimiento.

Cuando ya por fin la sangre llegó de nuevo a mi cerebro la cogí de la cintura por encima aun de su albornoz y atrayéndola  hacia mi sintiendo la dureza de sus tetas en mi pecho, continuamos esos besos haciéndolos cada vez más profundos y salvajes, era como si nos quisiésemos devorar uno al otro.

La separé de mí como pude y le pregunté el porqué de ese cambio mientras ella me empujaba hacia la cama haciéndome caer de espaldas y quedando tumbado en ella mientras Claudia se subía sobre mí colocando una pierna a cada lado de mi cadera y con el albornoz totalmente abierto.

Me sujetó las manos levantándolas sobre mi cabeza y apoyándolas sobre el colchón y sujetándomelas entrelazando nuestros dedos, quedó ella sobre mí en una posición que me permitía ver sus tetas a la altura de mi cara con unos pezones totalmente erectos que me excitaban simplemente de verlos tan cerca de mi boca y no poder morderlos.

Teniendo medio sujeto me contó que llevaba unos cuantos días sin sexo por circunstancias que luego me contaría y que mientras estaba en la ducha y escuchándome como la llamaba le entró el  morbo de estar simplemente separados por una pared en una ducha hablando con alguien prácticamente desconocido y que empezó a tocarse y luego lo pensó mejor y se dijo que porqué no aprovechar la situación.

Así que se armó de valor y aquí estoy encima de ti medio desnuda – me dijo con una sonrisa medio nerviosa –

Desenredé mis dedos de los suyos y metiendo mis manos por dentro del albornoz empecé a acariciarle su desnuda cintura mientras la miraba a los ojos en espera de alguna reacción por su parte.

Ella al sentir como acariciaban su piel desnuda se puso en tensión y cerrando los ojos dejó escapar un suspiro.

Veo que te gusta  – le dije –

Es una sensación extraña – respondió susurrando – eres el segundo hombre que me tiene en esta situación acariciando mi cuerpo.

Mientras ella hablaba mis manos habían pasado de acariciar dulcemente  su cintura a rozar sus pechos con las puntas de mis dedos muy dulcemente.

Intenté levantar la cabeza para poder alcanzar con mi boca sus pezones pero ella levantó su cuerpo evitando que mis labios saboreasen aquel manjar.

Poco a poco  -  me dijo – quiero que esto sea como una primera vez.

De acuerdo – le dije – pero para ser una primera vez deberías dejarte llevar y alejar tus pezones de mi cara.

Ella sonriendo se levantó se quedó de pie junto a la cama a la vez que se tapaba un poco con el albornoz, yo me levanté y colocándome frente a ella comencé a besarla suavemente en los labios mientras le decía que se dejase llevar.

Después de saborear sus labios y jugar con nuestras lenguas, apartándole la melena hacia un lado y bajándole un poco el albornoz hasta dejar sus hombros desnudos a la vista, me dispuse muy suavemente a besar su cuello y recorrerlo muy sutilmente con mi lengua humedecida.

Ella suspiraba e intentaba de nuevo besarme en la boca mientras yo apartándome le volvía a repetir que me dejase hacer.

Me coloqué detrás de ella y seguí besando y mordiéndole el cuello mientras con una mano le apartaba el pelo, con la otra la sujetaba de la cintura para que no se girase.

En ese momento sonó el timbre de la habitación y ambos quedamos desconcertados.

¿Esperas a alguien? - Le pregunté –

Yo no – respondió mientras buscaba por el suelo la cinta del albornoz a la vez que se lo recolocaba en el sitio.

Se dirigió a la puerta de la habitación preguntando quien era mientras yo tomaba asiento en el sillón intentando aparentar normalidad.

Abrió la puerta y apareció una camarera con una bandeja  con una botella de champan en una cubitera y dos copas.

¿Donde se lo dejo? – preguntó la camarera –

Déjelo en la mesita – respondió Claudia –

La camarera dejó la bandeja sobre la mesita y sacando un bloc del bolsillo se lo ofreció a Claudia para que firmase la entrega.

Muchas Gracias – respondió la camarera mientras cerraba la puerta –

Claudia se apoyó en la puerta una vez cerrada y dio un largo suspiro.

Que susto – dijo – no recordaba lo del pedido

Pues si – respondí – vaya forma de cortar el rollo.

Ambos nos reíamos por lo acontecido mientras yo me levantaba y dirigiéndome hacia la bandeja abrí la botella y llené ambas copas.

Claudia cogió la suya y yo la mía y ambos brindamos por “un rato tranquilos” y nos pusimos a reír de nuevo.

Dejé mi copa sobre la bandeja y acercándome a ella cogí el extremo de la cinta que anudaba su albornoz y tirando suavemente desaté la prenda dejando gran parte de su cuerpo a la vista, mientras ella visiblemente nerviosa, apuraba su copa y la dejaba junto a la mía en la bandeja.

Me acerqué un poco más a ella y posando suavemente mis labios sobre los suyos pude saborear el restos de champan que aun quedaban en su boca después de que ella apurase su copa de un sorbo.

Mientras me dedicaba a besarla ella se mantenía quieta en pie frente a mi sin con los ojos cerrados disfrutando de el beso, momento que aproveché para poner mis manos sobre sus hombros e ir deslizando suavemente el albornoz por su espalda dejándolo caer en el suelo y quedando ella totalmente desnuda.

La acosté sobre la cama boca arriba y mientras admiraba su cuerpo y ella con los ojos cerrados trataba de relajarse, yo me deshice de toda mi ropa.

Me tumbé a su lado y de nuevo muy suavemente comencé a besarla en los labios aumentando poco a poco la intensidad del beso saboreando  y jugueteando con nuestras lenguas mientras con una mano acariciaba muy sutilmente su cara bajando poco a poco por su cuello produciéndole escalofríos de placer.

Mi mano llegó a sus pechos rozándolos de nuevo con las yemas de los dedos mientras ella con los ojos aun cerrados aumentaba el ritmo  de su respiración.

Repasé todo su cuerpo con las yemas de los dedos, sin llegar a rozar pero acercándome mucho ni sus pezones ni su coño.

Mi excitación era tal que empezaba a sentir un dolo en mi polla debido a la extrema dureza que había alcanzado mi polla.

Sus pezones habían adquirido un tamaño increíble y no pude soportarlo más y acercando mi boca me dediqué a saborearlos, mordisquearlos con los labios y juguetear con mi lengua con ellos mientras Claudia sorprendentemente había aumentado su ritmo de respiración haciéndome entender que iba por buen camino y que le encantaba que jugara con sus pezones.

Bajé mi mano a su coño y al rozar su pubis simplemente con las puntas de los dedos ella emitió un fuerte y sonoro suspiro a la vez que recogía sus piernas.

Le abrí las piernas y pasé toda la palma de mi mano recorriendo la totalidad de su coño notando una  gran cantidad de humedad.

Estoy chorreando – dijo Claudia – aun no me has tocado prácticamente y estoy muy caliente y en un nada de correrme o de mearme encima – continuo diciendo – es una sensación extraña.

Sonriéndole y pensando que había llegado el momento, abrí sus piernas y colocando mi cabeza entre ellas me dediqué a saborear con mi lengua la parte interna de los muslos, hasta llegar a su ya muy encharcado coño.

Le pasé la lengua de abajo a arriba en una pasada rápida haciendo que Claudia volviera a suspirar fuertemente llegando incluso a cerrar las piernas aprisionando mi cabeza como queriendo que no me escapase de allí.

Continúe jugando con mi lengua en su coño, hasta descubrir un hinchado y duro clítoris que dediqué a mordisquear suavemente con los labios mientras ella atrapando mi cabeza con sus manos y hundiéndomela más en su coño comenzó a estremecerse dando pequeños saltitos sobre el colchón mientras me decía que se estaba corriendo.

¡No pares por favor! –Decía con voz entrecortada – no pares que me estoy corriendo.

Mi lengua adquirió mayor velocidad en las lamidas e introduciendo mi lengua lo más posible como si la estuviese follando con mi lengua mientras ella seguía sufriendo espasmos a la vez que aprisionaba más fuertemente mi cabeza con sus piernas.

Una vez se hubo relajado y dejó escapar mi cabeza me levanté de la cama y la vi con los ojos cerrados respirando fuertemente  intentando recuperarse.

Sin dejar que se recuperase y aprovechando el momento me situé de nuevo entre sus piernas y cogiendo mi polla con la mano comencé a rozar con la punta toda su raja.

Espera un momento – decía – deja que me recupere.

Haciendo caso omiso de sus palabras, comencé poco a poco a introducir mi polla en su coño prácticamente depilado viendo como mi polla muy poco a poco y con una facilidad espectacular debido a la excitación de Claudia, iba desapareciendo dentro de su gruta.

Una vez dentro del todo me quedé quieto dentro de ella  sin moverme notando el inmenso calor que desprendía su coño, mientras mi boca pasaba de un pezón a otro mordiéndolo, lamiendo y saboreando a la vez que escuchaba sus gemidos, que eran los que me indicaban según su intensidad si iba por buen camino o no.

Comencé a sacar mi polla poco a poco de su coño mientras la miraba a la cara observando sus gestos que eran de placer total.

Mis movimientos en su coño eran muy lentos, mi polla entraba hasta el fondo y después la volvía a sacar lentamente procurando que todo el troco de mi polla rozase lo máximo posible contra su clítoris.

Ella visiblemente excitada intentaba agarrándose a mi marcar un ritmo más rápido, pero cada vez que le mordía alguno de sus duros pezones con los dientes, soltaba un pequeño grito de placer que le hacía perder fuerzas.

Después de unos minutos embistiéndola profunda pero muy lentamente empezó a resoplar fuertemente a la vez que me volvía a repetir que le daba la impresión de que se iba a mear.

¿Me voy a mear o me voy a correr? –Decía -  que gustoooo.

En ese momento aproveché para morderle unos de los pezones que parecía tener más sensibles a la vez que mi polla entraba más profundamente si cavia dentro de su coño y ella cogiéndome la cabeza con sus manos me la llevo hasta su cara dándome un intenso y profundo beso que acallaba sus pequeños gritos del orgasmo que estaba a punto de venirle.

Rodeándome con sus brazos el cuello apretó su boca contra la mía y al mismo tiempo que yo volvía a entrar en su coño muy despacio pero todo lo profundo que podía, ella empezó a emitir una serie de sonidos por la boca a la vez que levantaba su cadera como intentando que la penetración fuese más profunda.

Mi polla estaba a punto de reventar y yo no quería correrme, así que aguantando mi polla todo lo profundo que podía dentro de su coño me quedé totalmente inmóvil mientras ella tensaba su cuerpo al mismo tiempo que abría los ojos de par en par y resoplando  fuertemente emitiendo un ¡ me corroooo! Que de no ser por mi boca pegada a la suya, hubiera escuchado todo el hotel.

En ese momento su cuerpo se destensó y sus brazos cayeron sobre la cama como derrotada y aun sufriendo las contracciones de la corrida, ella resoplaba pidiendo aire y solicitándome que la dejase descansar un segundo, por lo que saqué mi polla de su chorreante coño y me acosté a su lado sin dejar de acariciarle esas tetas que en un principio pensé que eran operadas y resultó que eran fruto de unos buenos cuidados.

Ha sido increíble – me dijo mirándome  – ha sido de nuevo como si no pudiese aguantar y me fuese a mear, era como estar en una montaña rusa cuando subes la pendiente, el placer me iba subiendo muy poco a poco y al llegar al final ha sido como dejar escapar todo el placer acumulado.

Yo continuaba a su lado tumbado acariciándola, cuando ella de repente se incorporó y abalanzándose sobre mi polla me dijo que era su turno.

Yo intenté sujetarle la cabeza pero ella ya había engullido en su boca más de la mitad de mi polla.

No tuve más remedio que dejarme hacer, y ella colocándose entre mis piernas comenzó a lamer toda mi polla desde el tronco hasta los huevos mientras yo cerraba los ojos abandonándome  al placer.

Levantando la cabeza veía como ella se engullía mi polla hasta casi el final mientras me miraba a los ojos.

De nuevo volví a descansar la cabeza sobre el colchón dispuesto a disfrutar de una impresionante mamada, cuando de repente dejé de notar su boca en mi polla y abriendo los ojos descubrí que se había levantado y en sus manos llevaba un cojín que me hizo poner debajo de mi cuerpo a la altura de mis riñones.

Hice lo que me indicó y quedé a la expectativa de ver que se le habría ocurrido, cuando de nuevo con sus manos me hizo tumbar y abrir las piernas.

Comencé de nuevo a sentir su lengua en mi polla recorriéndola de arriba abajo y de vez en cuando se la metía toda en la boca absorbiéndola mientras que con sus manos jugaba con mis huevos.

Yo seguía abandonado al placer intentando aguantar lo máximo posible para poder disfruta del increíble placer que estaba recibiendo, cuando de repente noté algo húmedo y caliente en mi culo.

Intenté incorporarme, pero ella con la mano me tumbó de nuevo a la vez que me decía que me dejase llevar.

Al mismo tiempo que con su mano jugaba con mi polla su lengua estaba recorriendo el agujero de mi culo llevándome a una sensación de placer increíble, yo no podía aguantar más y mi polla estaba a punto de reventar.

Después de dedicarse durante unos minutos a follar mi culo con su lengua, levanto la cabeza y se quedó mirándome mientras me preguntaba si me gustaba.

¿Que si me gusta? – Le dije – estoy como flotando.

Pues prepárate que ahora viene lo mejor – me dijo – déjate llevar y disfruta.

Le hice caso y me abandoné de nuevo al placer de sentir cuando sin esperarlo ella se introdujo toda mi polla en mi boca, y cuando digo toda es hasta la garganta, al mismo tiempo que introducía un dedo en mi culo.

Yo levanté de nuevo la cabeza, pero me vino una explosión de placer que no pude controlar y mi polla comenzó a hincharse en su garganta y sin poder evitarlo comenzó a palpitar y a escupir chorros y chorros de leche directamente a su garganta haciendo que se me nublase la vista y fuese incapaz de hacer movimiento alguno.

Como pude levanté la cabeza mientras mi polla aun palpitante soltaba los últimos chorros de leche en su garganta y me crucé con su mirada como de orgullosa de lo que acababa de conseguir.

Sacó su dedo de mi culo y tragando lo que quedaba de mi leche en su boca, se dedicó a limpiarla totalmente con la lengua, mientras esta iba perdiendo poco a poco erección.

Yo intentaba recuperar el aliento y volver a la realidad, mientras ella tumbándose a mi lado y acariciando con una mano mi pecho me preguntaba si me había gustado.

¡Ufffffff! Es lo único que salía de mi boca.

No podía hablar, tenía la boca seca y era incapaz de articular palabra, pero allí estaba yo con cara de tonto aun  alucinando de la increíble mamada que acababa de recibir.

Ella se levantó y se dirigió a la bandeja en la que estaban las copas y acercándome una me dijo si quería brindar.

¿Brindamos? – me preguntó –

¿Porqué brindamos? Le pregunté –

Vamos a brindar por el empate – dijo mientras levantaba su copa –

¿Por el empate? –pregunté yo –

Si – respondió – tú me has hecho disfrutar de una manera que no conocía y yo te he enseñado otra.

Cierto – dije yo - levantando la copa y brindando

Ambos miramos el reloj y vimos que se nos había ido media mañana y ambos teníamos cosas que hacer, así que propusimos una ducha rápida y volver a nuestros respectivos quehaceres.

Una vez en la ducha y mientras nos frotábamos el uno al otro ella me miró muy seria y me dijo que esto había sucedido sin que ninguno de los dos lo hubiese premeditado, que no lo teníamos previsto, pero que quería pedirme algo.

Adelante – le dije – pide.

Quiero pedirte dos cosas – empezó a decir – la primera es que si te apetece voy a quedarme un día mas y mañana por la mañana nos volvemos a ver y desempatamos.

Vale – le dije sonriendo –

¿Y la segunda? – le pregunté –

La segunda es que quiero que recuerdes todo esto como ha ocurrido y que no se te escape ningún detalle – me dijo –

¿Y eso? – pregunté –

Quiero que hagas un relato de esto que ha ocurrido hoy y me lo mandes – me dijo –

¿Y para que quieres que te lo mande?  - pregunté –

Si mañana vienes te lo contaré con pelos y señales – me dijo – aunque por ahora quiero que sepas que esto va a ser parte de una venganza.

¿Una venganza? – Pregunté - ¿a quién?

A mi marido – me dijo – pero mañana te lo contaré todo.

¿Confías en mí? – preguntó –

¿No me meterás en un lio? - Respondí –

No te preocupes – me dijo – confía en mí, ¿te espero mañana?

De acuerdo  - le dije – mañana nos vemos.

Ambos estábamos ya vestidos de nuevo para volver a nuestras respectivas vidas reales y en la misma puerta de la habitación ella me dio un suave beso en los labios a la vez que me decía que luego me llamaría para concretar para mañana.

De acuerdo – respondí –

Llegamos al hall del hotel y con otro beso nos despedimos ambos tomando cada uno un camino distinto.

Una vez en el coche sentado, pensé en todo lo que había ocurrido e intentaba retener todos los detalles para esa misma noche escribir el relato y enviárselo.

Esperaré a mañana – me dije a mi mismo – puse el coche en marcha y alejándome del hotel decidí que esperaría respuestas mañana, pero que esta noche haría el relato.

Son las doce y media de la noche y he acabado de escribir y le he mandado un wassap indicándole que lo tiene en su correo, que lo lea.

Media hora más tarde casi a punto de acostarme me pide que lo publique y que mañana me lo cuenta todo.

Decido de nuevo confiar y mando el relato esperando que sea de su agrado y ansioso por escribir y vivir la segunda parte.