La venganza de soledad

Soledad no busco quien se la hizo, si no quien se la podia pagar.

Desde que salí de la secundaria, llegue a tener muy poco contacto con Soledad. Y es que desde que le conté lo que hacia con su historia con el maestro de Taller, ella cambio mucho. No podía culparla, creo que tome su historia como buen incentivo para mis fantasías eróticas.

En pocas ocasiones me llegaban cartas de ella contándome lo que hacia, como le iba en su trabajo y cosas por el estilo. No me contaba mucho de su vida privada, creo que ya no me tenía confianza. Pero en una ocasión me contó que había conocido a un hombre que la hacia sentir experiencias que nunca había sentido. El era de Guadalajara y me pidió de favor que la acompañara, ya que el deseo de su pareja era hacerlo con dos mujeres a la vez, y ella quería corresponderle de la mejor manera por la gran atención, que según ella me dijo, él le daba. Además, me decía que de alguna manera me tenía más confianza a mí que a otra persona. Por el momento no se me hizo raro lo que me decía, pero después vería su maquiavélico plan.

Nos pusimos de acuerdo por teléfono, su voz había cambiado, obviamente después de mas de 10 años sin verla tendría que haber cambios. Pero cuando la vi, me quede impactada: ya no era tan chaparrita como antes, seguía estando delgada, su busto seguía estando pequeño, pero sus piernas y su trasero lo compensaban muy bien. Su cara también había tenido grandes cambios, seguía con esos pómulos de ensueño, su boca chica y sus ojos rasgados, pero se veía más estética, mas fina, algo que probablemente por su trabajo tenia que hacer, ya que ella era representante de una compañía de cosméticos y tenia que estar muy bien arreglada.

Soledad me recibió en el aeropuerto, estaba vestida con un traje sastre de color beige, saco y falda larga hasta los tobillos, blusa blanca y zapatillas del mismo color de su bolso: beige para variar; se veía muy formal.

Me recibió con un fuerte abrazo y nos dispusimos a ir a comer, ya que en la noche seria toda la acción. En la comida me contó como pretendía darle la sorpresa, pero se impresiono que yo no tuviera reparos en hacerlo. Le comente que ya antes había hecho algo parecido y que incluso ya había tenido mujeres como parejas. Ella se quedo muda por un momento y susurro con voz baja: "No has cambiado en mucho". No hice caso a su comentario y seguimos con la sorpresa.

Ya en la noche me llevo a la casa de su pareja. Me lo presento y me dijo que se llama Eduardo. El es atractivo, se ve que estaba pasados de los cuarenta, delgado, ojos color miel, tez clara, su cabello pintaba algunas canas que lo hacían ver mas deseable. El tenía puesto un traje ya que había llegado de una conferencia, según me dijeron.

Soledad me llevo al baño para que nos diéramos uno mientras Eduardo se ponía cómodo. Al finalizar el baño, Soledad me dio un babydoll, unas medias, guantes y unas zapatillas, todo de color blanco. Me dijo que me peinara como si fuera una niña, con dos coletas, una a cada lado. Ella por su parte se vistió más mistress, también con un babydoll, botas hasta media pierna y guantes de piel, todo de color negro.

Procedimos a salir del cuarto de baño y nos dirigimos a otra habitación donde estaba Eduardo ya esperándonos. El lugar tenía muchos aparatos, parecían de tortura, el lugar estaba algo oscuro -a media luz- y tenia prendida unas teles con videos porno.

Eduardo estaba completamente desnudo mostrando su virilidad. El largo de su pene es promedio, pero su grosor era para espantar. Pensé que si quería hacerme un anal me dolería demasiado. Comenzamos con lo habitual: jugar con su miembro que poco a poco se ponía más largo y más grueso. El se veía que estaba fascinado con lo que estábamos haciendo. Soledad se lo metía hasta la garganta y lo masturbaba con sus anginas. Luego hacia yo lo mismo, pero no duraba tanto como ella y me alejaba pronto para volver a intentarlo. En ocasiones usábamos la lengua por todo el tronco de su pene hasta que llegábamos a la punta y comenzábamos a besarnos. ¡Dios! Era la primera vez que besaba la boca de Soledad y no me decepciono, besa genial, masajeando mi lengua con la suya, mordiendo mis labios y retirándose para que mi deseo persista.

El pene de Eduardo estaba más que dispuesto a comenzar las arremetidas, ya que comenzaba a sacar líquido transparente. Pero, ¿Quién seria la primera? A Soledad se le ocurrió la idea de que la que no aguantara mas tiempo el pene de Eduardo en la garganta seria la primera. Obviamente perdí, ya que ella al parecer tiene muchas mas experiencia en esto del deep troath que yo.

Pero a Eduardo se le ocurrió que me colocara en uno de los aparatos, el cual yo accedí. Así que me coloco en el cepo, donde mi cabeza y ambas manos son amarradas por decirlo así en dos tablas de madera, para esto hay que estar agachado. Pero Soledad agarro unos especies de tubos y las amarro en mis piernas para que no pudiera flexionar las rodillas y tener separadas ambas piernas. Así que ahí estaba, en forma de escuadra con todo mi trasero al aire, reluciente y esperando a que Eduardo me penetrara.

Eduardo coloco un aparato en mi nariz, obligándome a respirar por la boca y además coloco otro artefacto en mi boca negándome que la pudiera cerrar. Eso como que ya no me estaba gustando, pero me dije que era para complacer a Soledad sobre todo (me sentía culpable por lo que hice cuando era joven y quería compensarla de alguna manera).

Soledad se me acerco y se coloco en cuclillas poniendo su rostro frente al mío y me pregunto:

-¿Estas bien?

Yo asentí con la cabeza.

-Que bien-prosiguió. Por que lo que vendrá quizás no te guste. ¿Sabes? Cuando yo te conté mi historia con el profesor, te lo conté por que pensé que me entenderías, no para que lo usaras para tus perversiones. Así que esta es mi venganza… espero que lo disfrutes. Termino mientras me acariciaba el rostro.

Eduardo saco unas tijeras y me corto el babydoll que tenia puesto, dejando solamente los guantes y las medias. Mientras Soledad se ponía un cinturón que rodeaba sus caderas y que tenía un pene de plástico duro, muy largo y grueso.

Yo trate de zafarme, pero Soledad se me acerco y me dijo:

-No te preocupes, no te va a pasar nada malo, o por lo menos no te va a suceder algo que no hayas ya sentido. Termino de decirme eso, me sonrió y me escupió en la cara mientras me gritaba: ¡Maldita perra!

Por la posición en la yo estaba no podía ver mucho solo vi que se alejaba Soledad mientras Eduardo se colocaba frente de mi. Por el aparato en la boca era fácil el acceso a esta, así que Eduardo agarro su pene y lo dejo ir hasta el fondo de mi garganta, una y otra vez. No tarde en devolverme, y el no tardo en volverme a empujar su tremendo pene en mi garganta, masturbándose con mis anginas. Por un rato lo dejo ahí adentro, haciendo que se me fuera el aire y tratando de zafarme, pero el cepo estaba bien cerrado y no me permitía moverme mucho.

Saco su pene apenas un poco para que yo pudiera tomar un poco de aire y volvió a introducirla hasta llegar al ahogamiento. En varias ocasiones volví el estomago por las arremetidas que Eduardo me hacia. Y en eso se alejo un poco.

Soledad se mostró de nuevo, con una sonrisa sarcástica y con ojos de lascivia y maldad.

-Bueno, ahora me toca a mi- Dijo mientras agarraba el pene que tenia en su cintura-. ¿Como lo quieres, con lubricante o sin el? Yo no podía hablar por el aparato en mi boca y por que lo único que quería era tomar aire.

-Muy bien. Como no me dices nada yo decidiré por ti. Mmm… veamos… creo que lo utilizare sin lubricante.

Y Soledad se coloco detrás de mí, permitiendo que Eduardo de nuevo me penetrara hasta la garganta. Por la posición en la que estaba mi trasero estaba muy levantado, además por las zapatillas que tenía puestas.

Mientras Eduardo me ahogaba con su pene, sentí en mi ano el pedazo de platico que Soledad estaba a punto de introducirme.

-¿Sabes? El maestro me dejo ir su tremenda verga en dos empujones- Comento mientras movía en círculos el pene de plástico en mi ano. Yo tratare de igualarlo… ¡o mejor aun! Lo tratare de hacer en uno, siempre y cuando aflojes tu trasero, por que si lo pones duro te dolerá de mas.

Yo trataba de zafarme del cepo, pero los candados no cedían para nada. Eduardo seguía con sus arremetidas por la boca, que poco podía hacer caso a lo que hacia Soledad.

Y en eso sentí la primera embestida en mi trasero. Me dolió tanto que solté un aullido de dolor que se ahogaba con las arremetidas de Eduardo en mi garganta.

-Que mal. Solo pude meterte una cuarta parte. Lo intentare de nuevo- Dijo Soledad.

Soledad saco el pene y lo volvió a empujar con más fuerza hasta que sentí que su cuerpo chocaba con mis nalgas. El dolor era tremendo, tenia ese enorme pene de plástico de mas de 30 cm. en mi trasero y con el grosor que tenia me desgarro el ano lo suficiente como para sangrar.

-Yo pensé que ya estabas acostumbrada a que te reventaran el trasero, pero veo que no- Comento con una pequeña sonrisa.

Eduardo seguía con sus arremetidas violentas en mi garganta y Soledad solo estaba ahí, sin moverse, como que esperaba a que mi ano se acoplara al pene. Pero en eso salio de un tirón lastimando mas mi esfínter y antes de que pensara algo mas, volvió a empujarlo con tanta fuerza que el cepo se modio de su lugar. Y entonces comenzó con las arremetidas violentas por mi trasero.

Yo no sabia que sentir, si las embestidas de Eduardo que me provocaban vomito y hasta en ocasiones ahogamiento, o el dolor en mi esfínter por las arremetidas de Soledad.

-¿Sabes que es lo mas bonito de esto?- Pregunto Soledad -. Que como soy mujer y este no es mi pene, puedo estar así por horas, embistiéndote y nunca terminar. Pero seria aburrido solo lastimarte de esta manera. Tengo que idear otras formas de lastimarte, así como el maestro me lastimo y de la cual tú te regodeabas en las noches al masturbarte con mi desgracia. Y lo mejor es que tú accediste a esto, que ingenua eres Janeth.

Así estuvimos por un buen tiempo, ya mi trasero estaba algo entumecido por los golpes en mi esfínter; y lo que ahora me dolía mucho era el estomago por volver demasiado y Eduardo se veía que no iba a terminar.

En eso Soledad se separo. Y le dijo a Eduardo que cambiaran de posición. El accedió de inmediato y se coloco detrás mío para dejármela ir también de un golpe. Su pene no era tan grande como el que traía Soledad y ni tan duro, así que de cierta forma era mas agradable sus golpes.

Soledad por su parte se coloco frente de mí y solo me veía, ahí, siendo humillada y embestida por el trasero.

-¿Te gusta así?- Pregunto, mientras se quitaba el cinturón -. Voy a buscar algo mas grande, se que ese hermoso trasero tuyo puede aguantar mas.

Soledad se alejo y trajo consigo un bat con una funda en forma de pene. Yo me espante, ¿acaso era tanto su coraje como para que me introdujera semejante palo? Soledad se me acerco, me agarro el rostro y me dijo:

-¿Ves? Esto va a estar en tu trasero, ¿sangraras más? Y mientras me decía eso me soltó una bofetada y me escupía de nuevo en el rostro.

Eduardo, que no había dicho ni pío en todo este tiempo le pidió a Soledad que trajera un vaso de tequila que estaba ahí cerca. Soledad se lo llevo y comencé a sentir sus fluidos en mi recto, su grito ahogado en el placer y la risa de Soledad. Cuando saco su pene pude sentir el vaso cerca de mi ano, que al estar totalmente abierto saco de inmediato todo el semen que Eduardo me había introducido, cayendo dentro del vaso de tequila. Era bastante, ya que había llenado la mitad del baso, que aunque es pequeño, para la cantidad si que era demasiado. Eduardo se tumbo en un sillón que estaba frente de mí, y se quedo solo observando como Soledad proseguiría con mi sufrimiento.

Soledad se coloco detrás de mi. Yo trate de decirle que no lo hiciera, y a la vez tenia todavía fuerzas para tratar de zafarme. Pero por la posición en la que estaba, la verdad era muy incomoda, la espalda me lastimaba, mis piernas estaban cansadas, mi cuello me dolía, mi garganta estaba irritada, mi estomago tenia cólicos y mi ano estaba desgarrado. Así que lo único que hice fue llorar.

-¡Si perra, llora. Llora como yo lo hice cuando ese maldito me violo! – Grito Soledad -.

Tendrás tu merecido, y de un golpe, de nuevo, sentí el pedazo de palo penetrar de nuevo por mi trasero. Una y otra vez, cada vez sentía que estaba mas dentro y Soledad lo movía de cierta manera que parecía un enorme taladro, se ve que, o bien había practicado bastante para la ocasión, o ya lo había hecho con anterioridad. Sus golpes eran muy duros y en eso me dejo el palo lo más hundido en mi trasero. Y así comenzó a fustigarme las nalgas con no se que, probablemente con uno mas de los aparatos que tenia a la mano.

Eduardo se levanto y comento que tenía que ir al baño a orinar. Pero Soledad le dijo que para que ir al baño que estaba lejos, si podía usar mi boca como inodoro. Eduardo se me quedo viendo como con cierta lastima, pero no tardo mucho y se me acerco, metiendo todo su pene en mi boca que aun seguía con ese aparato y comenzando a orinar. Sus chisguetes eran muy fuertes, tanto que en ocasiones no me quedaba de otra más que tragar el orín que me aventaba. Me ahogaba, yo trataba de obtener aire y Soledad comenzaba de nuevo con el palo las arremetidas a mi trasero. Eduardo termino de orinar y se alejo para tumbarse de nuevo en el sillón.

Soledad termino también, pero dejo el palo lo más hundido en mi trasero. Ella se acerco a Eduardo y le dijo que aun no había sentido ella rico. Así que comenzaron a tener relaciones frente de mi, mas de una hora estuvieron los dos hasta que Soledad termino, pero Eduardo eyaculo en el recto de Soledad, después de esto ella utilizo el vaso de tequila para sacar todo el semen de Eduardo y llenar por completo ahora si el vaso.

Por mi parte estaba exhausta. Y les hice una seña de que ya me liberaran de ahí. Soledad dijo que lo harían, pero que no termina aun el castigo. Así los dos comenzaron a quitarme el aparato de mi nariz y boca. Me quitaron los tubos que tenia en las piernas y me quitaron del cepo. Por la posición en la que estaba, no podía moverme mucho, lo cual aprovecharon para colocarme en una mesa y amárrame de nuevo ahí. Con manos, pies y la cabeza totalmente inmóviles, comenzaron con el final.

Me colocaron un embudo en la boca, de tal manera que no podía escupirla. También, me pusieron de nuevo el aparato en mi nariz apara que no pudiera respirar. De esta forma, Soledad se coloco encima de mí, poniendo su sexo encima del embudo y comenzó a orinar, provocando que me tragara todo su orín. Luego Eduardo volvió a orinar pero también en el embudo, lo cual también trague sin poder hacer nada. Y al final, me dejaron ir todo el semen que estaba en el vaso y también me lo trague.

Eduardo saco una solución, y con una jeringa me la inyecto, haciendo que me durmiera por un largo rato. Cuando volví en mi, ya era de mañana. Yo estaba completamente limpia, al parecer me habían duchado. Pero seguía con mis dolores de espalda, cuello, estomago y trasero.

Estaba en otro cuarto, en la cama. Me levante pesadamente y comencé a vestirme sin decir ni una sola palabra. Cuando baje me encontré con un tipo en la sala que me pregunto si estaba bien. Solo asentí con la cabeza y le pregunte por Soledad y Eduardo. El me dijo que no estaban, que él era el dueño de esa casa y que solo se lo había prestado a su amigo. Me dio una carta de Soledad. Lo que me dijo no me sorprendió, pero me causo extrañeza.

Cuando estaba en el avión procedí a leer la carta leer Soledad. Y al abrirla solo decía:

"Esta fue mi venganza, espero que no me odies, pero creo que ahora ya estamos a mano. Cuídate y estuviste genial."

Tire la carta y pensé que por cuanto tiempo había estado Soledad tramando su venganza. No he vuelto a saber nada de ella hasta el momento.

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