La venganza de Rose

Relato que cuenta la visita de una chica chilena a su amigo en Barcelona para vengarse de él y dominarle hasta la extenuación. A pesar de sus calculados planes la situación no terminará como se espera.

Llegó al aeropuerto de Barcelona casi a media noche. El viajes desde Chile había sido largo y pesado, pero el objetivo de tan ansiada travesía le hacía más llevadero el cansancio de tantas horas de avión.

Tras recoger sus maletas su amiga Loreto la esperaba en la salida. Se fundieron en un intenso abrazo ya que hacía mucho que no se veían. Loreto se había ido a vivir a España hacía dos años por cuestiones de trabajo y, de momento, estaba establecida en la Ciudad Condal.

Conversaron de cómo estaban las cosas en Chile, el país natal de las dos; también hablaron de Barcelona, Cataluña y los catalanes, especialmente de uno que era el objetivo claro de Rose para decidirse a cruzar el charco en sus vacaciones de invierno.

Rose se quedaría en casa de Loreto, ya que vivía en un piso bastante grande en el cual tenía alquiladas un par de habitaciones a estudiantes de diversos lugares de Sur América y disponía de una habitación libre para su amiga.

Tras llegar al piso y sin alargar mucho más el encuentro porque Rose estaba cansada Loreto le dio un beso de buenas noches y la dejó que se recuperara de su jet-lack durmiendo relajadamente en la que sería su hogar el próximo mes de agosto.

Aunque estaba literalmente agotada Rose estuvo dándole vueltas al plan que había urdido en su ciudad natal durante tanto tiempo. Se quedó durmiendo recordando el día en que Iván la visitó, por sorpresa, en Santiago cuando ella salía de sus clases de magisterio. Se quedó tan alucinada que tardó casi todo un día en reaccionar. Su amiga Leslie y él habían pensado una audaz maniobra para sorprenderla y, ¡Vaya si lo consiguieron! Recordando ese mes en que Iván estuvo de visita y ella fue su cicerone mostrándole la ciudad, los lugares más típicos y, como no olvidarlo, las artes amatorias de las chilenas que le mantuvieron bien ocupado y gozando en todo momento de un sexo muy intenso y salvaje difícil de olvidar… hasta el punto que allí, en esa cama ajena y desconocida se sorprendió a ella misma tocándose por dentro de su pantalón desabrochado y notando la humedad característica que desprendía Rose cuando se excitaba de sobrada manera.

Pasados un par de días Rose puso en marcha su plan. Sabía que Iván estaba de vacaciones en su casa, solo. Él le había contado por mail que su pareja había marchado de vacaciones para poner tierra de por medio después de una época en la que las cosas no iban demasiado bien. Hacer vidas separadas les ayudaría a replantearse su futuro y, como mínimo, la mantendría alejada de él durante cuatro semanas. Eso le facilitaba mucho el acceso a él y evitaba que nadie pudiera echar al traste la venganza que tenía pensada.

Pensaréis que porqué una venganza. Si tan buen recuerdo le había dejado su visita por tierras suramericanas no tenía sentido que ella estuviera resentida. La explicación era muy simple: Tras su intensa visita marcada por una intensidad sexual desproporcionada, Iván puso en más de una vez en aprietos a Rose en la distancia, con tan sólo sus palabras y el recuerdo de todas y cada una de las escenas que habían vivido juntos en aquel departamento de estudiantes en el que él se alojaba. Gracias a su imaginación y perspicacia, Iván hacía que Rose se excitara en pocos segundos y, automáticamente, su conchita generara tal cantidad de flujos que provocaba obvios inconvenientes en cualquier momento, lugar y situación. Rose no ganaba en comprar ropa interior que siempre llevaba en su bolso por si acaso o, como en cierta ocasión, en la que estaba trabajando en su oficina bancaria y tuvo que salir de urgencia a una tienda a comprar una muda porque estaba completamente húmeda y avergonzada.

Volviendo al plan que centra nuestra historia, Rose estuvo durante las últimas semanas previas a su partida hablando mucho con Iván, preguntándole qué hábitos de vida tenía, qué hacía, con quien mantenía contacto y con qué frecuencia, etc. De esta manera pudo urdir un plan perfecto para que nadie reparara en que alguna cosa estaría sucediendo en casa de su amigo catalán y, al mismo tiempo, darle amplio margen de maniobra para actuar y abusar de Iván a su merced, sin compasión y devolviéndole todas ya cada una de los momentos delicados que la chica había sufrido.

De esta manera, en 2 días se preparó para localizar el pueblo donde vivía Iván y salió bien temprano en la mañana, cogiendo un tren que recorría toda la costa hasta Synera, dónde vivía su víctima. Con las simples indicaciones que había robado a Iván en sus conversaciones llegó a su departamento en 15 minutos andando. La suerte estaba de su lado: La puerta de la escalera estaba abierta, no tuvo que llamar la interfono y subió hasta su piso. Llamó al timbre y los segundos que pasaron hasta que se abrió la puerta le parecieron eternos.

Justo en ese momento sentía una mezcla de emoción y tensión por lo que estaba viviendo: Iba a volver a ver al hombre que la hizo tocar el cielo durante un mes y, al mismo tiempo, iba a vengarse y a cebarse en él para ajustar cuentas y quedar en paz con su orgullo.

Hay que decir también que Iván estaba durmiendo, por lo que esos segundos eternos fueron realmente interminables porque hasta que él no se levantó, se puso algo de ropa encima y abrió la puerta pasaron dos o tres minutos.

El chico abrió la puerta medio dormido, sin imaginarse por un segundo de quien se encontraría tras ella. Cuando pudo enfocar la vista y distinguir ese rostro que le resultaba tan familiar se despertó de golpe. No se lo podía creer. Sin cerrar la puerta miró hacia atrás y luego volvió a mirar bien atentamente si la persona que tenía frente a él era Rose, su buena amiga chilena. Las dudas se disiparon cuando ella entró y, sin mediar palabra, le cogió de sus partes más nobles y le dio un beso tan intenso y húmedo que  Iván soltó la puerta y tuvo que aguantarse en la columna y la pared de la entrada para no caerse. Rose cerró la puerta con su pie para evitar sorpresas y, especialmente, para que nadie viera que estaba allí y pudiera ser descubierta.

- Pero, pero… ¡¡Rose!! ¿Qué haces aquí? ¡Menuda sorpresa¡ Jajajajajaja – Dijo el chico alucinando. Con la emoción no se dio ni cuenta que, bajo sus pantalones de estar por casa tenía una erección impresionante. Evidentemente, Rose sí que se percató de ello.

- ¡¡Hola viejo amigo¡¡ ¿Cómo estás? ¿Qué te pareció la sorpresa? Te debía una, ya lo sabes…

Y los dos se fundieron en un nuevo abrazo que hizo comprobar a Rose que su vista no le engañaba respecto a las muestras de emoción del cuerpo de Iván.

Pasaron unos minutos de conversación, de risas y de puestas al día que iban más allá de una simple conversación por un chat. Tras los formalismos Rose se puso más seria, pero sin perder la sonrisa y le dijo a Iván:

- Bien, te preguntarás porqué estoy aquí, ¿No?

- Pues… bueno, si, claro… supongo que habrás venido a visitar a alguien, no se… ¿Estás de vacaciones?

- Si, si, tengo un mes de vacaciones y decidí venir a verte, no sin antes dejar preparadas ciertas cosas, información interesante referente a ti

Iván la miró sin entender mucho lo que decía, pero dejó que se explicara.

- Resulta que guardé todas las fotos que me has estado mandado todo este tiempo, conversaciones, grabaciones e incluso videos en un lugar seguro de Internet. Gracias a la colaboración de un amigo mío informático esa información permanecerá ahí colgada hasta finales de mes, que la colocará a disposición de todo tu entorno: padres, familiares, novia (si aún te aguanta), amigos, compañeros de trabajo, etc. a no ser que yo diga lo contrario.

- Pero, pero… - tartamudeó Iván al oír semejante aberración - ¿Cómo dices que has hecho qué? ¿Pero a santo de qué?

- Ya te he dicho muchas veces que me vengaría por todos esos momentos que me has hecho pasar. Tú siempre te reías y te sentías orgulloso de conseguir que mi conchita se mojara completamente al leer u oír tus palabras. No te puedes imaginar los malos momentos que he pasado por hacerme esas cosas. Y ahora… ha llegado la hora de pasar cuentas, mi querido amigo.

Iván no entendía nada, aunque sí que tenía claro que no quería que cierta información estuviera al alcance de nadie.

- Aquí tienes la URL donde encontrarás la información. Tienes un password para poder verlo todo pero no tienes permiso ni para borrar ni para hacer nada. Así creerás lo que estoy diciendo.

Sin perder un instante Iván se levantó y fue al ordenador que tenía frente a su cama. Entró en Internet y en pocos minutos comprobó que era cierto, que toda esa información estaba colgada pero todavía protegida por contraseña.

Por un momento se sintió totalmente perdido, estaba en manos de su amiga si se la podía considerar así y no tenía más remedio que obedecer.

Se dirigió al comedor donde estaba Rose sentada. Llevaba un ligerito vestido de verano, muy fino. No llevaba sujetador y posteriormente comprobó que tan sólo un tanga muy estrecho completaba su vestimenta. Unas sandalias adornaban sus pies. El pelo bien largo y negro le daba un aire de loba hambrienta mostrando una cara de satisfacción por haber conseguido su objetivo: Tener a Iván a su merced.

- Ven aquí… ¡Ya¡ - Le dijo Rose. Iván obedeció. Él tan sólo llevaba unos pantalones y una camiseta de tirantes, iba descalzo.

- Frente a mí, ¡¡¡venga!!! – Le ordenó.

Él se puso justo entre sus piernas. Rose le bajó de golpe los pantalones y le subió la camiseta haciendo que se la sacara, quedando totalmente desnudo. Tenía una semierección, ya que la sorpresa de la situación había provocado que perdiera su nivel de excitación máximo. Pero Rose no tardó ni un minuto en recuperar dicho nivel, lamiendo y chupando su polla como una verdadera experta. Pasaba su lengua por toda la longitud del miembro de Iván soltando mucha saliva y haciendo que sus labios succionaran cada milímetro de piel de tan erecto trofeo.

- ¡!Las manos atrás¡¡ - Le dijo Rose al intentar Iván coger a Rose por la cabeza para controlar el ritmo de la felación. De esta manera era ella la que controlaba cuándo se iba a correr y de qué manera.

Así estuvo un buen rato la chica, parando cuando él tenía próximo el orgasmo y volviendo a empezar el ritual hasta que lo tuvo bien desesperado.

- Bien… arrodíllate frente a mí, ¡Vamos! – ordenó la chica mientras tiraba de su polla para hacer que bajara rápido al suelo.

- Ahora mastúrbate y quiero que llegues al orgasmo, derramando todo tu semen sobre mi pie – al tiempo que dejaba caer la sandalia de uno de sus pies.

Ella cruzó las piernas y se apoyó sobre el respaldo del sofá, limpiándose los labios de los restos de saliva con la mano y relamiéndose con la lengua. Iván no tardó ni 30 segundos en correrse, soltando su néctar de la vida sobre el suave y lindo pie de Rose, coronado con unas uñas rojas que le daban un toque erótico imponente a su extremidad.

Una vez hubo acabado Iván la miró con cara interrogativa, no sabía que más tenía que hacer.

- Límpiame el pie… con la lengua, ¡Ya! – Le ordenó señalando su pie sobre el cual resbalaban las gotitas de semen. – Y no quiero que te lo tragues, quiero que lo mantengas en tu boca.

Iván sin rechistar y recordando la situación en la que se encontraba se agachó y, manteniendo las manos en su espalda se dedicó a recoger su propio semen con la lengua hasta que no quedó prácticamente nada, tan solo una piel brillante por la saliva que le supo a manjar de Dioses a pesar de obligarle a hacer esa guarrada.

Cogiéndole de la barbilla hizo que Iván se incorporar y se fundieron en un beso que Rose aprovechó para ingerir todo ese semen y saborear las mieles sexuales de su amigo en señal de su primera victoria y humillación.

- Vete acostumbrando porque por las mañanas desayunarás o esto o te emborracharás con mis flujos vaginales hasta quedar bien satisfecho .

- Y ahora guarda toda mi ropa en tu armario porque acabo de decidir que me quedaré una temporada en tu departamento. Hoy me iré a por el resto pero mañana estaré aquí alojada para todo este mes. Serás mi esclavo sexual y te voy a exprimir hasta la última gota de tu miembro. Me vas a satisfacer como a una reina y, el día que ya no puedas, no te preocupes, porque tengo cierto utensilio que me servirá para sustituir tu maltrecho apartito.

Iván sin decir ni palabra se levantó y procedió a ordenar la ropa del pequeño equipaje que llevaba su amiga.

Una vez hubo terminado volvió a los pies de Rose y ella, frente a su atenta mirada, se despojó de su vestido y le llevó, cogido del pelo, hasta la cama aún por hacer. Le tumbó en ella y le dijo:

- Bien, veremos ahora hasta dónde llega tu resistencia. Antes de tomar una ducha me vas a regalar un orgasmo y pobre de ti que tú también lo consigas. Sólo te lo voy a permitir cuando yo quiera y me apetezca .

Diciendo esto se subió a la cama y se sentó sobre la barriga de Iván. En ese momento se sintió como un auténtico objeto sexual para Rose y pensó en los 30 días que iba a pasar en cautiverio con esa sádica que, tal y como él recordaba, nunca tenía suficiente, siempre quería más y sin pausa ni descanso.

Rose había puesto un CD en la cadena de música para ambientar un poco más la situación. Sonaba un “regeton” con mucho ritmo pero sin ser muy acelerado. Iván recordaba cómo se movía su amiga en la pista de baile y sólo pensar el movimiento de caderas sentada encima de él hizo que se le pusiera dura como una roca, la cual cosa la chica notó al instante en su entrepierna y sonrió satisfecha del resultado obtenido.

Efectivamente, tal y como él había deducido Rose empezó a moverse al ritmo de la música, restregando sus braguitas sobre el miembro bien duro del chico. Lo hacía lentamente pero con un movimiento de cintura que conseguía tener la máxima zona de contacto con su preso de forma constante y sin descanso. Dicho rozamiento provocaba cierto placer a Iván que, de seguir así, seguramente le llevaría al inevitable orgasmo que sabía que tenía prohibido.

Rose llevaba el pelo recogido en una cola y se lo soltó al ritmo de las notas que fluían por la habitación. El pelo medio rizado cayendo sobre los hombros casi llegando a sus encantadores pechos puso a Iván aún más caliente. Como intuyendo que no aguantaría mucho más Rose se medio incorporó y se dio la vuelta, sentándose sobre la cara del chico. Lo hizo de tal forma que los brazos de él quedaron por encima de la cabeza, inmovilizados por las piernas de la chica y sin posibilidad de escapar. Las braguitas, completamente mojadas, desprendían un olor característico de las mujeres bien excitadas y, especialmente, el de Rose, que era fuerte por la mezcla del sudor y de los flujos que fluían desde hacía un buen rato. Ella, sin dejar de seguir la canción siguió restregando y aprovechando la nariz y la barbilla del chico para aumentar aún más su calentura y preparando su tan ansiado primer orgasmo en Barcelona.

Para completar el martirio Rose humedeció sus dedos con su saliva y empezó a jugar con los pezones de Iván, acariciándolos y pellizcándolos constantemente. Sabía que eso a él le encantaba y le ponía muy cachondo. Cuando se le secaron los dedos decidió hundirlos bajo sus braguitas y embadurnarlos de flujo. De nuevo volvió al ritual del martirio de los pezones y, vista la forma en la que él se retorcía parecía que estaba logrando su objetivo.

En un momento dado Rose se reclinó hacia atrás, de forma que la nariz y los ojos del chico quedaban ocultos entre sus nalgas mientras que su boca quedaba libre. Entonces ella se retiró la braguita a un lado quedando su coñito al aire libre.

- Vamos, saca tu lengua y lámeme la conchita… y esfuérzate si no quieres que siga castigándote.

Así lo hizo Iván, sin pensárselo un momento. Su lengua buscaba torpemente la hendidura de los labios inferiores de Rose. A cambio obtenía más y más jugos que caigan por las comisuras de sus labios. Era muy difícil alcanzar el clítoris, no tenía la lengua tan larga. Se esforzaba pero era casi imposible.

Lo que él no sabía era que Rose se estaba masturbando lentamente mientras veía como el chico se esforzaba. Eso la ponía muy caliente y sacaba provecho de ello. Así estuvo un buen rato en el que, gracias a la boca, Iván podía respirar porque la chica no dudaba en dejar caer todo su peso sobre su cara. Por suerte, 50 Kg no era un peso excesivo y él lo podía soportar.

Dispuesta a logar su primer orgasmo Rose cogió la goma del pelo que había usado para su cola y, dejándose caer hacia adelante la puso en la base del pene y de los testículos del chico, dando hasta 3 vueltas que provocó un estrangulamiento del miembro que, de bien seguro, evitaría el orgasmo aunque él no pudiera controlarse. Eso le aseguraba una polla bien llena de sangre, dura y palpitante para penetrarse sin miedo a provocar el orgasmo de su amigo.

Sin pensárselo dos veces se levantó de la cama, se bajó las braguitas y, acabando de sacar la camiseta a Iván se las puso en la boca amenazándole que no las escupiera.

- Quiero que las mantengas en tu boca hasta que yo te diga, ¿De acuerdo? Trágate mis humedades más íntimas porque va a ser tu dieta habitual , ya te lo he dicho.

Con cara de susto y la boca abierta no hizo más que facilitar el trabajo a Rose, que rápidamente se sentó encima de él y, casi sin esfuerzo, introdujo la polla de Iván bien dura hasta el fondo de su coñito. Cerró los ojos y emitió un gemido de placer sonriendo que le hizo confirmar que había conseguido su objetivo: Follarse a su amigo en su casa, a su merced y devolviéndole todos los malos momentos que él le había hecho pasar en la distancia.

Se tumbó encima de él, casi sin moverse para que el miembro no se saliera y empezó a lamerle la cara como si fuera un helado. La cabeza a un lado y la mejilla, oreja y cuello expuestos a la leona que iba a comérselo poco a poco. De vez en cuando hacía un ligero movimiento de mete-saca para comprobar la sensibilidad a flor de piel de su húmeda vagina. Evidentemente, no tardó ni 1 minuto en morder a Iván en el cuello haciéndole incluso daño. Él intento quejarse pero una lenta negación con la cabeza de ella le hizo desistir. Le parecía increíble cómo, estando concentrada en besar, lamer y chupar la cara, cuello y hombros de Iván podía mover las caderas de una forma tan precisa, lenta y profunda para ir follándoselo lentamente.

Evidentemente, Rose era una mujer sexualmente muy activa y muy sensible, por lo que tampoco tardo mucho en desencajar su rostro, que sus mejillas se sonrojaran, que su respiración se acelerara, que su movimiento de caderas se volviera cada vez más y más salvaje y que le llegara un orgasmo espectacular que le recorrió todo el cuerpo, desde la punta de los dedos de los pies hasta la el último cabello. Se abrazó a Iván para soportar los movimientos compulsivos de su cuerpo mientras gozaba de un placer máximo sobre él. Lentamente los movimientos se suavizaron y durante unos instantes reposó inmóvil sobre su pecho, respirando agitadamente recuperando el aliento.

Mientras, él, frustrado por su orgasmo prohibido tanto psicológicamente como físicamente no podía hacer otra cosa más que notar como su miembro palpitaba erecto en el interior de la chica, su paladar se empapaba de flujos viscos y gotitas de sudor de Rose recorrían su pecho cayendo por el costado.

No tardó mucho en incorporase y mirándole a la cara mientras le sacaba las braguitas le decía:

- Buen chico, te comportaste muy bien. Ahora me acompañarás a la ducha y recibirás tu “premio”.

Vaya, por fin su tan ansiado orgasmo sería una realidad. Rose se levantó lentamente y se dirigió al bañó revolviéndose el cabello como quien acaba de levantarse de un largo sueño. Él la siguió obediente con su miembro bien duro y rojo por su atadura castigadora. Rose abrió la mampara de la ducha y entró. Él se quedó fuera, esperando recibir órdenes. Entonces ella le señaló el suelo de la ducha, entre sus piernas.

- Vamos… ven aquí. Siéntate en el suelo. Te vas a duchar conmigo y recibirás tu premio, pero antes date la vuelta.

Él, sin entender mucho lo que pretendía se dio la vuelta y Rose, cogiendo el cinturón de un albornoz le ató las muñecas a la espalda. Con el extremo que sobraba le ató, si aún era posible más, de nuevo la base de su miembro reproductor haciendo que a pesar de la erección de caballo que presentaba su polla quedara mirando al frente totalmente perpendicular al suelo. Esto le provocó una excitación de placer y dolor; sin tiempo a reaccionar Rose le cogió por el pelo y le obligó a sentar de una vez.

Ella abrió la ducha y espero a que el agua saliera medio templada. Hacía mucho calor y el agua fresquita no era, ni mucho menos, despreciable. Evidentemente, no apuntó hacia la pared o el suelo, sino hacia el glande el muchacho, la zona más sensible que tenía ahora mismo el cuerpo. Con las piernas completamente abiertas, sentado tipo la posición de yoga más o menos, recibió el chorro de agua que aumentó a niveles insoportables su excitación. Sin poder mover las manos de la espalda (cualquier movimiento estreñía más el nudo de sus partes) recibió estoicamente su martirio húmedo.

Una vez el agua cogió la temperatura deseada por su amiga, ésta se dispuso a mojarse la cabeza y a refrescar todo su cuerpo. Al mismo tiempo puso una pierna a cada lado del chico quedando su coñito justo a la altura de la cara de Iván. Lentamente fue acorralándolo a un rincón del plato de ducha quedando éste atrapado entre la pared y el pubis de la chica. Ella, como si nada y cantando la canción que aún se oía de fondo siguió duchándose hasta que dijo:

- Ahora abre la boca… vas a recibir tu premio. Y no quiero ver que derrames nada, ¿Has entendido? – Le dijo de forma autoritaria.

Él, sin entender nada afirmó obediente y abrió la boca mirando hacia arriba, tragando el agua que caía de la ducha, lo que le obligaba también a cerrar sus ojos. De pronto, un sabor salado empezó a llenar su boca. Por unos instantes pensó que era jabón pero no…. No era jabón. Entreabrió los ojos y pudo ver como un líquido amarillo salía del coñito de Rose directo a su boca. Parecía increíble pero era cierto: Su amiga estaba meándose en su boca, como si fuera un simple retrete. El orgasmo le había provocado ganas de orinar y sentía un gran placer si lo hacía sobre un hombre. Él, sin poder evitarlo porque no tenía margen de movimiento empezó a tragar aunque, aprovechando que caía agua constantemente, escupía la lluvia dorada para evitar tener que ingerir tal guarrada. Evidentemente Rose se dio cuenta y, pasando uno de sus pies del lado del muslo del chico a su entrepierna le presionó la polla contra el plato de ducha. Él gritó y abrió la boca al máximo, lo que aprovechó ella para acercarse aún más, pegando su vagina prácticamente en su boca. De esta manera, el resto de orina que le quedaba se aseguró que no fuera escupida y fuera a parar al estómago del chico.

Por suerte no duró mucho rato pero fue inevitable la tos y el medio ahogo de Iván ante tal humillación y maltrato. Rose, riendo a carcajada limpia se dio la vuelta, dejando de presionar su polla y prosiguió con su ducha, pegando el culito en la cara de Iván mientras terminaba de ponerse el champú, la crema y enjabonarse todo el cuerpo minuciosamente.

Después de un buen rato de martirio cerró el agua y salió del plato de ducha. Se secó y seguidamente le indicó al chico que saliera. Le secó también como si fuera un niño chico y comprobó que la erección seguía intacta. La cara de odio y repulsión de Iván hacia ella la puso aún más cachonda. Obligando que se sentara en la taza del wáter Rose se puso encima del chico de nuevo penetrándose una vez más con su dura polla su coñito eternamente húmedo y puso sus pechos en la cara del muchacho.

- Chúpame lo pezones, vamos… hasta que estén bien duros…. Hummmmm si…. Así me gusta…

Sin opción a negarse Iván hizo un buen trabajo en los pechos de Rose. Ella soltó el cinturón de tela que mantenía la polla demasiado recta para que subiera y fuera más fácil la penetración. Así fue como tuvo su segundo orgasmo hundiendo su pecho en la cara de Iván y temblando toda ella recogiendo sus piernas y abrazando el cuerpo del chico para sentir más adentro su polla.

De nuevo tuvo unos minutos de recuperación que precedieron al ritual del secarse el pelo, peinarse, perfumarse y vestirse mientras Iván la miraba desesperado sentado en la taza del wáter.

- Buen chico. Ahora te quedarás aquí hasta que yo vuelva. Voy a por el resto de mis cosas y en un par de horas estaré aquí. Luego seguiré contigo y, quizá… pero solo muy remotamente… te dejaré tener un orgasmo .

Y para evitar tentaciones innecesarias, Rose ató a Iván de la barra de la ducha, con las manos por encima de su cabeza, usando de nuevo el cinturón del albornoz. Luego, empapando la toalla con la que ella se había secado la puso a sobre su polla usándola a modo de colgador. Esto provocó un gesto de dolor en el chico que mantenía la erección en contra de su voluntad.

- Y no quiero que se caiga… sino serás castigado muy duramente, ¿Te ha quedado claro? – Le dijo apretando la toalla hacia abajo.

- Sssssss…. Ssssiii, te lo prometo…. ¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaahhhh!!!!!!

- Buen chico… pórtate bien, vuelvo en ratito .

Y desapareció de su vista. Oyó el portazo y se preparó para soportar esa tortura durante dos horas… o más, con una erección considerable, sin poder tocarse y desnudo en la ducha.

Durante las más de dos horas que estuvo allí colgado, Iván tuvo tiempo de recordar todos y cada uno de los momentos que compartió con Rose en Santiago. Acababa de tener varias experiencias sexuales con ella y realmente las sensaciones habían cambiado mucho, aumentando hasta límites insospechados la excitación.

En parte era culpa de él, ya que llevaba muchos años explicándole a Rose lo que habrían podido hacer si hubieran tenido más tiempo, o si ella hubiera conocido un poco más el mundo de la dominación. De eso se encargó el chico, durante los últimos casi 6 años, de descubrírselo y al parecer “demasiado” bien.

La mezcla de miedo y de ansiedad por seguir siendo el objeto sexual de Rose le ponía nervioso y le excitaba sobradamente. En tan sólo un par de horas le había obligado a tragarse su propio semen, le había obligado a regalar dos orgasmos sin recibir ninguno a cambio y había sido su retrete humano… ¿Qué más podría obligarle a hacer? Por un momento pensó en torturas físicas del todo crueles pero estaba muy equivocado. Rose pretendía humillarle, hacerle sufrir y doblegar su voluntad hasta anulársela del todo. Convertirlo en su perrito faldero pero sin que perdiera el nervio o el enfado por la situación que iba a vivir. De este modo ella disfrutaría aún más con su venganza y se sentiría más satisfecha de su objetivo.

Perdido en sus pensamientos y aguantando como podía en esa posición (casi no sentía las extremidades superiores) oyó la puerta abrirse. En un momento de distracción la toalla había caído y él no se había dado casi ni cuenta pero supo que eso le iba a costar caro.

Entonces la vio, frente a él. Llevaba una blusa medio transparente, una minifalda y unos zapatos de medio tacón totalmente abiertos por delante, de verano. Una pamela y unas grandes gafas de sol le daban un toque de turista extranjera que la hacían aún más atractiva.

- Vaya, veo que has sido malo y nos mantenido la toalla en su sitio… no, no, no, esto no lo puedo permitir – Dijo mientras se acercaba sin sacarse ni las gafas. Dejó un par de bolsas sobre la cama y agarrando a su amigo por la polla y los huevos empezó a retorcérselos suavemente con cara de satisfacción mientras él gritaba y suplicaba que parara.

Cuando tuvo suficiente le soltó y Iván cayó de rodillas sobre el plato de ducha. Recuperándose de la falta de circulación y el dolor en sus partes. Rose le puso el cinturón del albornoz anudado al cuello, a modo de correa y le arrastró a cuatro patas hasta el comedor. Por suerte el piso tenía 40 m 2 y tenía que recorrer cero pasillos. Lo dejó entre la mesita de centro y el sofá. Ella fue a la cocina y se sirvió un Martini. Luego se acercó y, quitándose el sombrero y las gafas se sentó en el sofá. Estiró sus piernas y las apoyó sobre los riñones del chico. Él, de reojo, la observó mientras cogía una revista y se ponía a leer. La visión era espectacular: sus piernas se mostraban majestuosas frente a él; al llevar minifalda prácticamente se veían en toda su longitud. Ella, impasible, leía tranquilamente mientras él hacía de simple mueble.

De vez en cuando, como quien no quiere la cosa, apoyaba el zapato plano sobre la espalda de Iván, clavándole el taco sin hacerle daño pero creando cierta molestia. Cuando él se quejaba ella ponía su pierna más cercana en su cara, mostrándole el pie enfundado en tan lindo zapato de verano que obligaba a besar y lamer durante un rato.

Cuando se terminó la copa le ordenó que la dejara en la cocina. Él se levantó con el cuerpo adolorido y la llevó. Cuando volvió ella había apartado la mesa con sus pies, y apoyaba estos en el borde del cristal, dejando un hueco entre sus piernas para que cupiera… él.

Con señas le indicó su sitio y él obedeció. Reptó por debajo de su pierna izquierda y se puso de rodillas frente a ella. Rose se subió la falda ligeramente (no hacía falta subirla mucho más) y mostró su entrepierna desnuda, sin braguitas. La muy… había venido sin nada debajo. Al parecer se había calentado por el camino y vete a saber si no había tenido sexo con algún extraño por el camino. Ni él mismo sabía el monstruo que había podido crear.

Iván, experto en estos quehaceres del sexo oral, empezó con suaves besos en sus pies, zapatos, tobillos y pantorrillas hasta llegar al rasuradito coñito de su amiga, con un ligero vello en la parte superior del pubis. Repitió el ritual con la otra piernas hasta que tuvo seguro que ella estaba bien cachonda. Además, el Martini había ayudado a ponerla a tono, se notaba por el color de sus mejillas de nuevo rojizas y su tono de voz.

- Bien cerdito mío… veamos qué trabajito sabes hacerme. Recuerdo que tu lengua era espectacular. Espero que con el tiempo haya mejorado.

Él, sin mediar palabra se acercó definitivamente a su monte de Venus y con suaves besos fue contorneando sus labios menores, saboreando el gustito salado de un sexo que se mantenía tal cual desde su último orgasmo en el wáter. Ella empezó a retorcerse en el sofá, a gemir ligeramente y a hundirse bajo los cojines para acercar más su coñito a la boca de su amigo experto en cunnilingus.

Las gotitas de flujo empezaron a asomar por aquella hendidura aún sin haber tocado todavía su clítoris. Rose tenía una capacidad bárbara de mojarse tan sólo con el pensamiento. Iván las lamía y evitaba que cayeran al vacío, lo que aprovechaba para pasar su lengua por toda su zona sensible entre sus piernas y llegando casi al culito de su amiga.

No tardó en hundir su lengua en aquella rajita que palpitaba al ritmo del corazón de la chilenita cachonda. Los lametones eran cada vez más intensos, más duros, haciendo especial hincapié en su clítoris. Éste crecía por momentos hasta el punto en el que él pudo chuparlo, como si fuera un micro-pene y provocar aún más placer a la chica.

- Hummm, si, si…. Uffffff… que gusto me estás dando… sigue, así… duro, duro…. Hummmmm

Alternando entre la felación del clítoris y los lametones Iván introdujo un tercer elemento: Sus dos dedos más largos. AL mismo tiempo que la masturbaba uno de sus dedos se hundió en su coñito, penetrándola como si fuera un pene. Esto acabó de volverla loca, apretando su cabeza con sus muslos y levantando su culito del sofá rítmicamente. Ella cada vez gritaba más

- ¡¡¡¡¡¡Uffff, joderrrrrrr… muy bien, así, con los dedos, follame mientras me comes el coño, vamossss…. Hummmm, aaaaaaah…. Sisssssssiiiiii!!!!!

Iván le metió los dos dedos y la penetró con más rabia aún si era posible. Lamía y absorbía los flujos de Rose sin parar, ya casi no podía ni lamer porque ella no paraba de moverse, así que restregaba su cara por su coño para masturbarla por todas partes, mientras sus dedos se perdían en el interior de la chica.

No tardó mucho en soltar un grito ensordecedor y llegar a un orgasmo brutal que empapó la cara y el sofá del chico. Además, ese orgasmo pareció eterno porque no acababa nunca. Ella le presionaba la cabeza con sus piernas y le mantenía la cabeza inmóvil cogiéndole del pelo. Así lo tuvo un buen rato hasta que ella se tumbó en el sofá. Él, para evitar que le arrancara la cabeza se subió también al sofá y se tumbó con ella, quedando su cabeza entre sus piernas y el coñito empapado de Rose en su cara. No osaba apartar sus piernas para que ella no se enfadara. Ella, con la cara hundía en los cojines cayó en un sueño profundo tras el orgasmo, olvidando completamente que tenía a su amigo entre sus piernas con serias dificultades para respirar. Así estuvieron casi una hora en las que él, como pudo, aguantó estoicamente sin masturbarse porque si ella le pillaba podía enfadarse y no era cuestión de provocar a la “bestia”.

El suave tacto de la cara interior de sus muslos, la tersa piel de sus piernas que aprovechó para acariciar mientras ella dormía le hizo disfrutar del momento a pesar de la incomodidad. Sabía que gracias al “regalito” que le había hecho ahora ella le compensaría permitiéndole tener el primer orgasmo desde que ella estaba en Barcelona.

Pero lo que él no sabía es que lo tendría que rogar, suplicar y casi mendigar porque Rose había vuelto a su vida de lo más dura e intransigente. La venganza era una realidad y no había hecho más que empezar…

Pasada la hora la chica seguía durmiendo. Él, incómodo y borracho de los aromas íntimos de Rose estaba bastante incómodo. Por un momento una idea le cruzó la cabeza. Al momento quiso olvidarla, no le convenía, era muy arriesgado, pero… al mismo tiempo pensó que estaba del todo perdido. Si seguía obedeciendo con total sumisión la cosa podría empeorar y ser peor.

Finalmente se decidió a dar un cambio de rumbo a la situación. Era ahora o nunca, sabía que no tendría más oportunidades. Recordó que Rose le había dicho que si antes de final de mes no decía nada a su amigo la información de Iván quedaría al descubierto y todo el mundo podría verla. Tenía que ingeniárselas para que su amiga le dijera al colega informático de su país que todo iba bien y que podía destruir la información. Pero claro, eso no sería fácil, nada fácil. De entrada las tornas tenían que cambiar. Ella debía estar bajo su control y obligarla de alguna manera a que lo hiciera sin que se notara que era obligada. Para ello, primero había que doblegar su voluntad y que ella suplicara dejar de sufrir para acceder a sus deseos.

Lentamente fue sacando la cabeza de entre las piernas de Rose y se incorporó. Tenía la cara empapada; la muy “hot” había soltado flujos hasta durmiendo. La examinó sin tocarla y, efectivamente, estaba completamente dormida. Quizá no se había aclimatado al horario del país o el calor había hecho que subiera más el alcohol de lo esperado. La cuestión es que estaba totalmente K.O.

Rápidamente fue al armario de su habitación y sacó una bolsa de plástico. En ella había múltiples artilugios sexuales, especialmente relacionados con el mundo de la dominación, que le servirían para inmovilizar a su amiga. Llevó la bolsa hasta el comedor y la dejó con cuidado sobre la alfombra. Rebuscó un poco y encontró unas esposas. Con el fragor del orgasmo Rose había quedado casi desnuda, ya que su camisa estaba abierta y mostraba el hombro y parcialmente su espalda. La falda, con cremallera lateral, era un obstáculo fácil de evitar. Tampoco llevaba sujetador, por lo que no le costó mucho dejarla completamente desnuda. Cogió entonces unas esposas metálicas y se las puso en las muñecas. El frío contacto del metal provocó que Rose se moviera y un ligero gemido saliera de su boca cerrada pero no se despertó. Sigilosamente le ató los tobillos con un pañuelo cruzándolos para que no se lastimara. Finalmente, y esto fue lo más complicado, le puso una mordaza que consistía en una tira de cuero con una bola en el centro de color rojo. Le hizo abrir la boca lo máximo que pudo y se la ató con la hebilla detrás de su cabeza.

Eso fue el motivo del despertar de Rose. Empezó a mover la cabeza de un lado a otro, restregando su rostro sobre los cojines para despejarse y al instante se puso muy nerviosa cuando notó que no podía decir nada. Al mismo tiempo intentó levantarse pero sus manos a la espalda le impedían casi moverse. Las piernas se agitaron arriba y abajo nerviosas pero, al igual que sus muñecas, no tenían mucho margen movimiento. Entonces fue cuando giró su rostro buscando a su amigo y lo vio allí, de pie, observando la escena medio asustado, medio complacido porque había tenido éxito su operación.

Ella empezó a soltar improperios por su boca que la bola de plástico se encargó de ahogar. Él se acercó a ella y se sentó a su lado, dándole la vuelta para ponerla boca arriba. Rose, con cara de susto y enfado a la vez le miró. Su pecho se agitaba nerviosamente y se notaba que si pudiera liberarse saltaría sobre su cuello y le ahogaría con sus propias manos, pero… eso no era posible, estaba completamente indefensa y a la merced de su nuevo captor.

- Bueno, Rose… creo que las cosas han cambiado. Ha estado bien al principio, bueno, bien para ti, claro, porque has sido muy dura conmigo y te has divertido al máximo;  esto no puede quedar así. Si hubieras sido más light habría dejado que siguieras con tu juego pero he visto que la cosa se complicaba, así que no me ha quedado más remedio que actuar .

Ella seguía refunfuñando e intentando soltarse pero era inútil. Las esposas no se podían abrir y sus tobillos estaban muy bien atados.

- Y para empezar voy a hacer algo que hace rato estaba deseando. Me has provocado y … voy a tener que desahogarme para pensar con claridad. Y claro está, lo haré contigo. De momento seré bueno pero luego tendremos que negociar para reconducir nuestra situación.

Diciendo esto volvió a darle la vuelta y la puso de rodillas en el sofá. Cogió varios cojines y los puso frente a ella. La empujó y Rose cayó de bruces contra ellos, quedando su culito en pompa totalmente indefenso. Sus manos se movían intentando taparse o soltarse, no se sabía muy bien lo que pretendía. Mirando hacia atrás con ojos como platos temía algo que no había hecho nunca: Sexo anal. Más de una vez le había dicho que no estaba dispuesta a que nadie entrara por su puerta trasera y ahora… estaba totalmente indefensa y expuesta.

Iván se puso de rodillas detrás de ella, con una pierna a cada lado de las de ella, bien juntitas. Con el dedo empezó a acariciarle el culito y el coño que volvía a estar bien húmedo. Él tenía la polla bien dura, castigada por la chica durante muchas horas y deseosa de soltar su néctar de nuevo.

Cuando la tuvo bien lubricada se acercó y, agarrándole las muñecas con una mano para que no se moviera y acercando la polla a su culito la hizo desesperar. A pesar de la mordaza se entendía perfectamente el No a gritos que soltaba la chica desesperada.

Finalmente, sus temores se diluyeron cuando notó que la polla de Iván entraba en su coñito limpiamente, sin ningún tipo de impedimento y se hundía hasta el fondo. Al notarla soltó un suspiro de alivio y al mismo tiempo de placer al sentir el miembro bien duro en su interior. No podía moverse, no podía evitarlo y sumisamente debía de dejar que la follaran en esa postura. Él empezó un movimiento muy lento para gozar al máximo de la penetración.

- Hummmm…¿Qué tal, Rose, te gusta? Hummmm, a mi me encanta, siiiiiiii… toda mojadita, atadita para mi y a mi merced. Como han … hummmm… cambiado los papeles, ¿No crees? Ahora te voy a follar hasta…. Hummm… hasta que aguante… siiiii… aunque me temo que no será mucho por desgracia mía y suerte tuya.

La saliva caía por la comisura de la boca de Rose. No podía evitarlo y empapaba el sofá mientras los movimientos de vaivén marcaban el ritmo de su violación.

Por desgracia para él Iván no pudo aguantar mucho y el orgasmo no tardó en llegar. Como no sabía si Rose usaba anticonceptivos y en previsión de evitar problemas sacó su miembro palpitante y se corrió sobre la espalda de Rose, dejándolo todo bien empapado a causa de tanta acumulación. Ella, estoicamente, aguantó la lluvia blanca humillada y, además, insatisfecha porque no llegó al orgasmo.

Cuando hubo terminado y al cabo de unos instantes de recuperación se levantó y se dirigió al frente del sofá. Le sacó la mordaza empapada en saliva a rose y, ésta, intentó recuperar la movilidad de la mandíbula que se le había medio dormido. Él aprovechó ese momento para que, antes que ella empezara a hablar, meterle la polla hasta el fondo de la garganta y obligarla a limpiársela para dejarla reluciente.

La cogió del pelo y la mantuvo así, de rodillas sobre el sofá obligándola a engullir su miembro semi-erecto. Ella, sin querer empeorar la situación obedeció y la limpió con devoción. Una vez él consideró que el trabajo estaba hecho la soltó y dejó caer sobre el sofá de nuevo. Para evitar que lo manchara todo la hizo levantar y la dejó de pie sobre la alfombra.

- Eres un cerdo… - Le dijo ella a regañadientes… El pelo alborotado le medio tapaba la cara pero su mirada penetrante y de odio se abría paso entre sus encantadores rizos. Las piernas le temblaban por estar tanto rato de rodillas en esa posición tan incómoda.

- Lo siento, Rose, pero era o tú o yo . He tenido que tomar el mando para evitar que esto fuera a más. Si obedeces todo irá bien y esto terminará pronto. Dependen de ti.

- ¿De mi? Jajajajaja – Su risa descolocó a Iván,no se esperaba esa respuesta. - Te recuerdo que sigues en mis manos. Puedes haberme secuestrado tú a mí, pero si no aviso a mi amigo tus intimidades más retorcidas saldrán a la luz pública y serás el hazmerreír de todo el mundo, además de la vergüenza de tu familia.

En el fondo tenía razón, aún tenía ella la paella por el mango. Ahora el objetivo era convencerla por las buenas… o por las malas que debía hablar con su colega y decirle que lo olvidara todo. Estaba claro que tenía delante a una rebelde, a una mujer que sabía muy bien a que había venido y no sería de extrañar que este cambio radical de la situación estuviera ya en sus posibles planes.

Sin contestarla cogió de la bolsa otro artilugio: Una cadena de perro con un collar. Se lo puso a Rose y la llevó al baño cargándola como un saco de patatas. Colgando la cadena de la parte más alta de la ducha, dejándola bien corta para obligarla a ponerse de puntillas si no quería ahogarse. La tuvo un buen rato en esa posición mientras le pasaba agua por todo el cuerpo y la lavaba con jabón. Evidentemente se centró en las partes más sensibles de ella, incluso se atrevió a meter un poco el dedo en su culo. Ella le dedicó otra mirada asesina pero no dijo nada, ya que el agua mezclada con jabón le caía por encima y no quería tragársela.

Una vez la hubo lavado la sacó de la ducha y la secó con una toalla. De nuevo la cargó y la dejó caer encima de la cama.

- Podrás hacerme lo que quieras, violarme, humillarme… pero no conseguirás que anule mi orden. Te aconsejo que me sueltes, hagas todo lo que yo te diga y, a lo mejor… solo a lo mejor, te perdone la vida y evite que salga a la luz toda la información que tengo de ti. Y por eso… ¡¡¡¡¡¡¡MMMMMMMFMFMFMFMFMMFFFFFFF!!!!!!

No la dejó seguir hablando. Tenía que ablandarla y ahora tenía otra idea en mente. Le puso las bragas que hacía unas horas había tenido él en su boca. Aún estaban sobre la cama y seguían desprendiendo un olor muy fuerte a sus flujos e intimidades. Con precinto evitó que las pudiera escupir. Ella, de nuevo, refunfuño y le miró de mala manera, pero su rostro cambió cuando, de debajo de la cama, sacó una especie de cojín alargado, bastante alto y con forma de pirámide. Era como una silla de montar. La puso de rodillas sobre la cama y le abrió las piernas. Al tener sólo los tobillos atados las pudo separar sin problemas dejando su coñito a su merced. Le puso el cojín debajo y encajó el vértice de la pirámide entre sus labios inferiores. Poco a poco la hizo bajar hasta que se sentó sobre el cojín. Dicho artilugio tenía un cable con un enchufe y un mando para activarlo sin hilos.

Protestaba a través de su mordaza. Era evidente que no le gustaba su propio sabor pero menos aun lo que le había puesto entre sus piernas. Estaba de cara a la cabecera de la cama. Para que estuviera más “cómoda” le dobló los codos hacia arriba y ató las esposas al collar del cuello, de forma que quedaba todavía más inmovilizada y no podía hacer nada para quitarse el cojín de debajo.

Iván se sentó en la cabecera de la cama, apoyando su espalda en la pared y a un metro escaso de ella. Cogió el mando y lo puso en marcha. Apoyó las plantas de sus pies sobre sus muslos, para sentir la más de cerca como iba a temblar su amiga. Su cara de sorpresa fue impagable: El cojín empezó a vibrar bajo su coñito, estimulando directamente su clítoris. Por un momento sus ojos se quedaron en blanco. Era evidente que el contacto era total y la mini-vibración le estimulaba totalmente su órgano más sexual. Los gemidos se oían sordos a través de su mordaza. Las piernas le temblaban pero no podía moverse mucho, ya que si tiraba de sus muñecas se ahogaba con el collar que llevaba puesto. Su amigo, para fastidiarla, cogió la correa y la asió con la mano izquierda para inclinarla hacia delante de vez en cuando, más que nada para fastidiar.

Rose no paraba de gritar ahogadamente, los ojos se le ponían en blanco y su cuerpo temblaba constantemente. Era una dulce tortura que no le permitía llegar rápidamente al orgasmo pero que la estimulaba constantemente. Ella no controlaba ni el ritmo ni la intensidad, tan sólo podía recibir ese maravilloso y a la vez incordiante masaje en su clítoris sin posibilidad de defenderse.

A medida que el cojín se mojaba más y más por el efecto de los flujos vaginales iba aumentando la intensidad del aparatito. Ella gemía y gemía pero su orgasmo se resistía. Iván  sabía que necesitaba la penetración para conseguir fácilmente su premio y por eso le estimulaba sólo el clítoris, para alargar al máximo el clímax.

Para aumentar su sufrimiento se levantó y se puso de rodillas frente a ella. Empezó a lamerle la cara de forma despectiva, llenando cada centímetro de su piel con su saliva. Le mordió el cuello, le besó los hombros y finamente se dedicó en exclusiva a sus pezones. La lengua jugaba con ellos poniéndolos más duros aún de lo que ya estaban. Esto la ponía muy caliente, lo recordaba, e insistió cuando aumentó la potencia del juguetito hasta la máxima potencia. Rose temblaba por completo. Su cuerpo besado, lamido y chupado le traicionaba y le estaba ayudando a llegar a su tan ansiado orgasmo. Estaba totalmente entregada a la tortura y deseando que terminara de una vez.

De pronto… la máquina paró. Iván se retiró y se volvió a apoyar a la pared. Ella, totalmente indignada y casi botando sobre el cojín exigía su premio pero él… no se lo dio. Le quitó el cojín y la obligó a bajar de la cama, atando la correa a la pata de la cama, bien corta. Ella se quedó en esa posición incómoda sin entender nada, sin poder decir nada por sus propias braguitas en la boca. De su coñito manaban cataratas de flujo por el interior de sus muslos y se esparcían por el mármol del frío suelo. La imposibilidad de tocarse era desesperante. Si pudiera lo habría matado en ese mismo instante, lo odió más que nunca.

- Aquí te quedaras un buen rato, hasta que se te pase la excitación. Entonces… volveremos a empezar hasta que consiga agotarte y doblegar tu voluntad.

Rose se dejó caer totalmente sobre el suelo, tumbándose para recuperarse del esfuerzo, llorando de rabia por lo que le acaban de hacer. Era muy duro desear un orgasmo y quedarte a puertas de conseguirlo. Y el muy cerdo lo había hecho. Pensó que tendría su oportunidad, que tenía que aguantar como fuera todo lo que ese psicópata le iba a hacer. Era un pulso de poder a poder y ella aún no había dicho la última palabra. Mientras tanto… sus flujos seguían bajando por su garganta mezclados con su saliva mientras con las piernas empezó a rozarse como pudo para lograr su tan ansiado orgasmo.

Iván la observaba desde el sofá, haciendo una llamada a un amigo suyo que, al parecer, se uniría en breve a la fiesta para seguir torturando sexualmente a Rose y conseguir que ella se echara atrás con sus intenciones.

Pasaron un par de horas en las que Rose, sumisa, no dijo nada. Volvió a quedarse dormida; sabía que era la mejor manera de no ser consciente de la situación que vivía. A lo mejor, al despertarse se daría cuenta que todo había sido un mal sueño y que estaba tranquilamente en su casa descansando.

El timbre de la puerta la sobresaltó y de pronto volvió a la cruda realidad. Seguía tumbada en el suelo, desnuda y resacosa. Notaba la humedad en su entrepierna y recordó de golpe todo lo que le había hecho su supuestamente amigo.

- Hola guapa, ¿Qué tal? ¿Has encontrado bien el sitio? – Le dijo Iván a alguien, al parecer una chica, mientras le daba un beso.

- Si, si, sin problemas. Me indicaste muy bien. Además, aún recordaba un poco la dirección de la última vez que estuve por aquí

Sonaron unas risas de complicidad y siguieron comentando temas triviales para ponerse un poco al día, pero no tardaron en centrar su atención en Rose.

- ¿Esta es tu amiga? ¿La que te está dando problemas?

- Pues si, ésta es. Se ha puesto tozuda y quiere complicarme la vida y claro… necesito ayuda para convencerla que no es una buena idea. Quizá a ti se te ocurra algo para…

No tuve tiempo de terminar la frase que ya estaba frente a Rose, de cuclillas y observándola como un cazador analiza la presa que acaba de cazar y goza viéndola indefensa a sus pies.

Rose levantó la mirada y pudo ver unas zapatillas deportivas, calcetines muy cortitos y unas pantorrillas que asustaban. Estaba claro que era una chica deportista. No tardó ni dos segundos en poder contemplar por completo a la nueva invitada cuando ésta la cogió por debajo de los hombros y la levantó, poniéndola de rodillas frente a ella.

Los muslos hacían juego con sus pantorrillas, muy musculados, morenos y tensos. Unos shorts Adidas muy masculinos se complementaban con una camiseta de tirantes corta, que dejaba a la vista la cintura de la chica. Las abdominales bien marcadas, como no podía ser de otra manera, seguían formando un cuerpo atlético que, curiosamente, se complementaba con unos pechos más grandes de lo que es habitual en una deportista. Los brazos en jarra, fibrados y musculados completaban la figura de esa mujer escultural que parecía haber salido de los últimos juegos olímpicos. No era especialmente guapa per su pelo largo rizado recogido en una cola le daba un aire muy interesante.

Por tal cómo la miraba, Rose dedujo rápidamente que era lesbiana. Sus ojos adivinaban deseo y era evidente que les gustaba lo que estaban viendo. En un momento dado dobló su cuerpo sin mover ni un milímetro las piernas y cogiendo a Rose de la barbilla le levantó el rostro quedando a escasos milímetros del suyo.

- Tú y yo nos lo vamos a pasar muy bien, pequeña. Me parece increíble que mi amigo Iván haya tenido problemas con alguien tan niquis como tu, per está claro que lo tenías todo bien planeado para cogerle por las pelotas. Pero ahora soy yo la que te tiene a ti cogida por los ovarios y pienso disfrutar al máximo.

Rose la miraba con cara de asco, mezcla de repulsión por lo que le decía como por el hecho de ser homosexual. Era otro obstáculo a superar pero esta vez no lo veía nada claro. Con sus armas de mujer podría haber convencido a Iván para que la soltara y volver a coger las riendas de la situación pero contra esa marimacho… la cosa se complicaba.

- Perdona, Silvia, pero tengo que ir a un encargo. En un rato vuelvo. ¿Te importa ocuparte de Rose mientras tanto? Estoy seguro que tendréis muchas cosas de las que hablar. – Le dijo Iván guiñándole el ojo. Se dieron un beso y se fue.

- Pórtate bien, Rose, haz caso a todo lo que te mande Silvia, ¿Ok?Luego seguimos hablando sobre nuestro problemilla.

Y sin esperar un instante más Iván se fue. Rose se quedó mirando hacia la puerta, con rostro de pena pensando que se iba su última esperanza. Luego, notó la mirada de Silvia clavada en la suya y supo que la fiesta estaba a punto de empezar.

- No me gusta partir con ventaja, ¿Sabes? Así que te voy a soltar para que sea más justo. Vas a tener tu oportunidad, espero que sepas aprovecharla, aunque lo dudo mucho . – Le dijo esto mientras le quitaba el collar del cuello, le desataba los tobillos y le quitaba las esposas.

Rose aprovechó para saltar al otro lado de la cama y analizar la situación rápidamente: la había soltado pero estaba entre ella y la puerta, así que era imposible escapar. Por un momento pensó que la vía del diálogo sería la mejor opción.

- Mira guapa, yo contigo no tengo ningún problema, así que si me dejas marchar yo volveré luego a ver a Iván y lo arreglaré todo. Creo que le estamos dando demasiado importancia a esto pero no hay para tanto. Haremos una cosa: me dejarás coger mi ropa, vestirme e irme a casa de mi amiga, y aquí no ha pasado nada, ¿Ok?

Silvia la miraba con una sonrisa en la cara, inmóvil. Parecía que la escuchaba pero en realidad no prestaba nada de atención a sus palabras. Cuando Rose hubo terminado su discurso ella se quitó la camiseta de tirantes quedándose con el sujetador al aire. Realmente sus pechos eran impactantes. Estaba claro que se había operado pero tampoco eran una exageración, estaban muy buen puestos. Su bronceado sin defectos denotaba que tomaba el sol completamente desnuda.

Seguidamente se sacó las zapatillas, los calcetines (las uñas de los pies pintaditas de rojo, detalle que chocaba con su aparente masculinidad), se bajó los shorts deportivos y quedó con un tanga minúsculo que confirmaba lo de su bronceado integral. Además, al ser medio transparente se intuía que no tenía vello en su pubis. Dos lacitos minúsculos ataban los extremos laterales de la prenda. Cruzó los brazos y siguió escuchando a Rose, ya que vio que ésta se disponía a seguir hablando.

- Esto… a ver, no nos hemos entendido. Te he dicho que me dejes marchar, que tú y yo no tenemos ningún problema. ¿O acaso eres la “matona” de Iván y tienes que hacerle su trabajo sucio? Vamos, ten un poco más de dignidad y no dejes que… - No le dio tiempo de terminar, porque Silvia se acercó a ella y casi sin darse cuenta la tenía en su espalda, pegada a su cuerpo y con un brazo pasándole por alrededor del cuello, haciéndole una llave.

Rose instintivamente puso las dos manos sobre el antebrazo de su captora, que con un solo brazo la tenía de puntillas sobre el suelo, al ser más alta que ella. A duras penas la dejaba respirar y no tenía suficiente fuerza para liberarse. Silvia comprobó que le sería fácil dominar a esa chica y eso la excitó aún más. Con la otra mano comprobó el coñito de Rose y notó que estaba bien seco. Debería hacer algo para tenerlo a punto de caramelo, pero había tiempo, Iván aún tardaría un rato.

La soltó y sin darle tiempo a recuperar el aliento la apoyó contra el armario, levantando sus brazos por encima de la cabeza y sujetándoselos en lo alto con una mano agarrándola por las dos muñecas. De nuevo, de puntillas, no tenía posibilidad de defensa, ya que Silvia había puesto una pierna en medio de las de Rose y ésta era incapaz de zafarse. Fue entonces cuando Silvia se acercó al rostro de Rose, encolerizada y enojada y, girándole el rostro con la otra mano, le pasó la lengua por toda la cara, la oreja y el cuello, saboreando el sabor saladito de la chica. Sin poder defenderse tubo que soportar como esa mujer la lamía y besuqueaba recorriendo cada centímetro que estaba a su alcance. Al mismo tiempo, su poderoso muslo se rozaba con la entrepierna de Rose para ir preparándola para lo que iba a seguir. Girándole la cara en la otra dirección repitió la maniobra hasta que quedó satisfecha.

Con un movimiento rápido y manteniéndola aún cogida de las muñecas la tiró sobre la cama de bruces. Rose intentó darse la vuelta para levantarse y escapar pero Silvia cayó sobre ella, girándola por completo quedando rostro con rostro. La sujetaba por las muñecas ahora con los dos brazos, y de nuevo sus rostros quedaron frente a frente. Silvia había puesto una pierna a cada lado de las de Rose y dejaba su peso (considerable si lo comparamos con el de su víctima) para inmovilizarla. De nuevo intentó besarla pero ella se resistió. Pataleaba constantemente lo que obligó a la atlética mujer a estirar sus piernas y a enroscarlas en las de Rose para bloquearlas y dejarlas bien abiertas. Ante tanta fuerza era inútil resistirse. Al ser más alta no le costó mucho a Silvia tirar su cuerpo un poco hacia arriba y dejar los pechos frente a la cara de Rose. Lentamente fue dejando caer su torso hasta que la carita de la chilenita quedó hundida entre las mamas bien morenas hasta el punto que dejó de ver la luz. Tenía carne por toda la cara y, prácticamente, no podía respirar. Las manos bien agarradas, las piernas inmovilizadas, el peso del cuerpo de su captora y, de postre, las tetas que no le dejaban respirar. Fueron apenas unos segundos pero a ella le parecieron una eternidad. Cada vez que Rose tenía serios problemas para respirar Silvia se levantaba y la dejaba coger aire; seguidamente repetía la operación para seguir torturando a su víctima. Así estuvo un buen rato hasta que decidió soltarla.

Rose se medio incorporó para coger aire y antes de que pudiera urdir alguna maniobra notó como una tenaza le presionaba el cuello: Eran las piernas de Silvia que, en una ágil maniobra había puesto sus muslos alrededor de la cabeza de Rose presionando justo entre su cabeza y su torso. Cruzando los tobillos Silvia se aseguró que Rose no pudiera escapar, a pesar de tener las manos presionando sobre los fuertes cuádriceps de la chica sin éstos apenas notar nada. Silvia estaba tumbada de lado y Rose de cara arriba. Estirando un poco el brazo pudo llegar a tocar los pezones de su rehén que ya estaban medio duros. Yendo un poco más allá paseó la yema de sus dedos por el monte de Venus de la chica y notó como su coñito ya estaba medio mojado. A lo tonto se había empezado excitar y eso la ponía más cachonda a ella. Ver como se debatía por escapar la ponía a mil, aflojando la presión y aumentándola rítmicamente.

Sin soltarla la hizo rodar hasta tumbarla por completo en la cama. Silvia se medio incorporó y se puso de rodillas sobre el rostro de Rose. Se aseguró que los brazos de la chica quedaran debajo de sus dos espinillas con la mano abierta rodeando la rótula, de forma que le era imposible escapar. El tanga completamente mojado le quedaba en la cara, lo que hacía insoportable el olor a excitación mezclado con el típico aroma de alguien que ha hecho deporte no hace mucho: Era evidente que había venido corriendo desde alguna parte. Rose casi no tenía fuerzas para defenderse pero aún pataleaba en señal de protesta. Cuando abría sus ojos veía a aquella morenaza cachas sentada sobre su cara, con los brazos en jarra y disfrutando del espectáculo con una amplia sonrisa dibujada en su rostro. De ven en cuando corregía su posición para hacer coincidir su clítoris con los labios de la chica, que evidentemente no separaba para evitar tragar nada.

Cansada de las patadas en la espalda Silvia cogió los tobillos de Rose y se los pasó por debajo de sus axilas. Apretando fuerte dejó a su presa inmovilizada por completo. Sensualmente soltó los lacitos de su tanga cayendo éste hacia adelante. Sin soltar las piernas de Rose alargó una mano para tirar de él y sacárselo. Ahora estaba completamente desnuda y su coñito estaba completamente en contacto con la cara de la chilena cautiva.

Amenazándola con doblar sus tobillos dolorosamente la obligó a abrir la boca y a lamerle su rajita completamente húmeda.

Rose no había tenido relaciones sexuales con otra chica en la vida, aunque había intentado más de una vez hacer un trío con otra pareja. Realmente pensaba que su primera experiencia sería más tranquila pero estaba claro que estaba manteniendo relaciones sexuales con una chica de manera forzada y no le quedaba más remedio que obedecer.

De ésta forma empezó a lamer y chupar el clítoris que brillaba por los flujos que lo rodeaban. Al mismo tiempo, Silvia se frotaba para tener más zona de contacto y sentir más placer con las maniobras bucales que le estaba regalando la amiga de Iván. Así estuvieron un buen rato hasta que Silvia logró su primer orgasmo. Como no podía ser de otra forma, sus orgasmos eran directamente proporcionales a su potencia física, lo que provocó que soltara las piernas de Rose y la agarrara por el pelo para hundir aún más su rostro en su pubis. Ahí fue cuando ella rezó para no morir ahogada porque la presión era brutal. Notaba el peso sobre sus brazos de los potentes muslos, los temblores propiciados por el orgasmo y oía los gritos estridentes del orgasmo que le había proporcionado al cuerpo 10 que tenía encima.

Un minuto que pareció una eternidad fue lo que duró el orgasmo. Silvia soltó la presión sobre su víctima y se dejó caer a su lado recuperando el aliento. Rose, casi por inercia y sin apenas poder abrir los ojos por la cantidad de flujo que tenía en su cara se intentó levantar para huir pero Silvia la agarró del pelo obligándola a quedarse tumbada.

Pasados unos instantes Silvia se sentó en la cama, apoyándose en la pared y pasó una pierna por cada lado de la cabeza de Rose. La obligó a darse la vuelta y a quedarse boca abajo, con su acara de nuevo dos centímetros de su coño. Cogiendo las esposas se las volvió a poner y la mantuvo en el aire unos instantes cogiéndola por el pelo.

- Bien, ha estado genial pero ahora vas a seguir moviendo tu lengua en mi coñito. He de decirte que soy multiorgásmica y que necesito al menos dos o tres para quedar algo satisfecha. Y para ayudarte y motivarte él se encargará del resto.

Diciendo esto señaló al borde de la cama donde estaba Iván, que ya había vuelto, desnudo y con una erección impresionante. Por lo visto había estado observando toda la escena y se había puesto las botas. Rose le miró por encima del hombro pero no pudo mantener mucho la mirada de odio hacia él porque Silvia la soltó y su cara cayó de lleno sobre su coñito. Apretando de nuevo las piernas la inmovilizó para que no se moviera. Fue entonces cuando Iván se acercó a la cama, se puso de rodillas y se pegó al cuerpo de Rose, a la que puso de rodillas. Ella, con la cara hundida entre los poderosos muslos y respirando aromas de sexo y sudor notó como su amigo se encajaba detrás de ella y le pasaba la lengua por el coño y por el culito. La estaba lubricando bien y poniéndola a tono para la siguiente maniobra.

Fue entonces cuando Silvia separó sus piernas y, agarrando a Rose del pelo la mantuvo a 4 dedos de la cama para encajarla bien con su clítoris.

- Saca la lengua, zorra. – le dijo Silvia imperativamente. Ella le obedeció y la dejó fuera, pero sin tocarla. Bastó un primer enviste de Iván al meterle la polla hasta el fondo para que esa lengua se hundiera en la raja de Silvia y la nariz tocara de pleno con el clítoris.

Y así empezó un movimiento de vaivén que, a la vez de ser follada por su amigo Iván al estilo perrito su lengua penetraba y lamía el clítoris de Silvia masturbándola para conseguir su segundo orgasmo.

- Ufff… joderrrr… menuda zorrita está hecha tu amiga… que manera… de… lamerme, Dios… hummmm… deberías… quedártela… para que hiciera esto cada día, jajajajaja.

- Si… la verdad… es que… está buena la Rose… si… hummmm… y su coñito tan mojadito, como entra mi … uffff… mi polla dentro… siiiiiii….

Silvia estaba con las piernas semiflexionadas, en tensión y apoyada en la pared, con la mano se tapaba la cara y gemía mientras comentaba las excelencias de la lengua de Rose con Iván, que la penetraba a un ritmo constante pero sin prisas, para que durara al máximo el momento. Rose, mientras, con la cabeza a cuatro dedos del colchón, suspendida por la mano fuerte de Silvia agarrándola del pelo seguía haciendo su trabajo con devoción, sabedora que no tenía escapatoria y que, al mismo tiempo, recibía un enorme placer de su amigo mientras se la follaba. Además, la experiencia homosexual no le desagradaba a pesar de ser forzada por esos dos monstruos.

Casi al unísono Silvia y Iván notaron como ambos orgasmos llegaban poco a poco. La chica apretó la cara de Rose con fuerza para restregársela aún más y presionó su cabecita con las piernas casi doblándole el cuerpo a un lado. Iván empujó más y más fuerte y esta vez se corrió dentro de Rose, obviando el peligro de un posible embarazo; siempre están las pastillas del día después que lo arreglan todo. Rose, consciente de que era su oportunidad se concentró al máximo pese a la incómoda posición y también buscó su orgasmo que le llegó cuando Iván soltaba sus últimas gotas de esperma en su interior. Sus gritos agudos quedaron ahogados por el coño de Silvia que le tapaba toda la cara. La atleta quedó de lado, con las piernas juntas y atrapado la cabeza de Rose medio Dormida. Iván también cayó sobre su amiga apoyando su cabeza sobre los robustos muslos de la deportista y descansando su cuerpo sudoroso sobre los pechos de Rose, que al estar atada con las manos a la espalda poco pudo hacer para evitarlo y así se quedaron, los tres, bien dormiditos.

Rose meditó antes de caer en los brazos de Morfeo en la situación. Era consciente que no iba a aguantar otra violación así, otra sesión de sexo tan intenso, y esos dos parecían entenderse a la maravilla para hacerla sufrir y abusar de ella. Al final tendría que ceder a no ser… que pudiera escapar justo antes que despertaran. La única esperanza era despertar antes que ellos y que, por casualidad, se hubieran movido lo suficiente para abandonar su cautiverio.

Pasó una buena hora y Rose despertó, a un lado de la cama sola. Al otro, Iván estaba tumbado a través de la cama y Silvia tenía sus potentes piernas encima de él, un muslo encima de su pecho tocando con la barbilla y el otro sobre su polla, con una semi-erección por el contacto con la piel dura de la chica. Los dos bien dormidos y Rose vio claro que era su oportunidad, tan sólo tenía que encontrar la llave de las esposas.

No tardó en hacerlo, se desató y entendió que no era momento para la venganza. El primer asalto había concluido y seguía con cierta ventaja, ya que su amigo estaba pendiente de su aviso para publicar todos los contenidos de Iván. Se adecentó lo más rápido posible, escribió una nota que dejó sobre los cuerpos de sus dos violadores y se fue a casa de su amiga en Barcelona para pensar en cuál sería su siguiente movimiento.