La venganza de la criada (fragmento)

Traducción de un fragmento ofrecido libremente por PF. El Lord recibe un regalo de su siervo.

La venganza de la criada (fragmento)


Título original: The Handmaiden's Revenge (c) 2001

Autora: Lizbeth Dusseau

Traducido por GGG, diciembre de 2001

Dos guardias de la guarnición de Sagemore encontraron a los viajeros a tres millas y los escoltaron a través de los bosques hasta las puertas de la verja. Tras la entrada, esperaba Sir Sagemore, pareciendo durante un instante un padre preocupado, hasta que la fortaleza quedó de nuevo cerrada.

"Señor," Casia se deslizó de la silla a las firmes manos del honorable Lord de su marido, luego se escurrió graciosamente hasta la tierra polvorienta a sus pies, inclinándose para besar el suelo como homenaje.

"Señora, resultas particularmente atractiva a mis pies," decidió Sagemore. "Puedes quedarte ahí hasta que te libere."

Ella no se movió, aunque parecía una bienvenida un poco áspera.

"Las manos tras de ti, esclava," siguió ordenando, mientras daba la vuelta alrededor de su cuerpo que había adoptado una actitud humilde. "Humm. Pero, con esta ropa," desenvainó la espada pasando la afilada punta por su espalda, presionando firmemente la carne bajo su camisa, "difícilmente puedo examinar los atributos por los que eres tan renombrada."

"Podría cambiarme para vos, Señor, como me proponía," ofreció. "Ha sido un largo viaje."

"No, no. Casi te prefiero de esta manera." Pellizcó la camisa y tiró hacia arriba haciendo una raja a lo largo de la espalda de la prenda. "Siéntate." Casia respondió de inmediato, colocando su trasero sobre los tacones de sus botas. Mirar al rostro de Sagemore, inspeccionar su orgulloso y musculoso cuerpo con los ojos fue suficiente para incendiar sus bajos, y trasladar sus pensamientos a lugares perversos. Podía sentir la humedad creciente en su entrepierna.

Se preguntaba, ¿habría estado tan ansioso él por el regalo de Nor como ese "regalo" estaba por tenerle a él? Saboreó la sonrisa malévola que curvaba levemente sus labios. Pasando la punta de la hoja a lo largo del cuello alto de su blusa, Sagemore lo enganchó con un movimiento repentino hacia arriba, que apenas rozó el lateral de su mejilla, y tuvo el efecto de revelar más partes de su cuerpo a la inspección. Casia se estremeció, mezclándose el miedo con la excitación. Este hombre no era uno de los seguidores serviles a los que Nor la entregaba a menudo. Era un poco como el propio Nor. Aunque más joven y más afilado que su estimado soberano, no era sin embargo tan misterioso como su marido había sido para ella en aquellos primeros meses de su vida en común. Acuchillando sus ropas, finalmente tuvo toda la blusa y su ropa interior desgarrada y hecha jirones, sus pechos desnudos a la vista.

"En pie," ordenó.

Casia se puso en pie, consciente solo entonces de que sus criadas, los guardias de Nor y muchos de los seguidores de Sagemore estaban mirando lo desvelado por la fuerza, con toda la atención clavada en el par.

Sagemore caminó a su alrededor, viendo lo que no podía ver y solo podía imaginar. "Resulta difícil creer que Lord Nor tuviera a su esclava vestida tan extrañamente para un encuentro sexual. Quítate el cinturón."

Los dedos de Casia desabrocharon rápidamente la hebilla y el cuero se deslizó al suelo a sus pies. De nuevo con su espada, Sagemore presionó con el extremo la entrepierna de la esclava donde la punta cosquilleó en los labios de su coño haciéndola respirar entrecortadamente. Tanta energía y ansia sexual reprimida emanaba de ella que no podía evitar comunicar su deseo floreciente.

Los ojos del Lord brillaron porque supo la verdad, como la supieron todos los que observaban la escena. Apretando la punta de su espada profundamente dentro de sus pantalones hendió hacia la izquierda, enganchando la tela, rasgándola como pretendía y permitiéndole conseguir un punto de apoyo desde el que continuar. Cada tajo estaba tan cercano a cortar la piel que Casia contuvo el aliento, incapaz de relajarse hasta que no quedó nada de sus pantalones salvo los andrajos que quedaban sobre su cuerpo. Se los sacudió de encima, saliendo del amasijo de lino marrón formado a sus pies, y dejó que su cuerpo rezumara anhelo mientras aparecía desnuda en posesión de este extraño.

"Espero presentarme más apropiadamente ante vos de esta forma," inclinó la cabeza respetuosamente mientras hablaba, "soy el regalo de mi Señor a su reconocido Lord; concedido a vos por el excelente servicio que habéis prestado a Illusia. Permaneceré quince días como vuestra esclava personal. Y conmigo mis doncellas Camilla y Katleen," se volvió hacia las dos, "están adiestradas para serviros también a vos."

"Entonces seas bienvenida, esposa de Nor. Ha sido un placer servir a mi Señor, obligar a retroceder al gentil, Titus... y ahora será un placer aceptar este regalo. Desde hace tiempo he soñado y esperado el momento en que pudiera tener una esclava noble como tú bajo mi control, en quien desahogar mis pasiones, a quien usar sin restricción..." su voz se apagó. Su cuerpo estaba a punto de estallar de deseo, pero no dijo nada más.

Se irguió de nuevo, concluida la bienvenida, el grupo fue escoltado hasta la humilde fortaleza y se les adjudicaron sus habitaciones... a todos salvo a Casia que fue llevada inmediatamente a las habitaciones de Sagemore.