La venganza de Johana

Encontre a Johana cuando descubrió que la estaban engañando y abandonaba a su novio.

Esto me sucedió hace ya algún tiempo, una tarde en la que me encontraba visitando a mis primos. Estaba a punto de marcharme, cuando escuché a un vecino que discutía con su novia, de lo cual posteriormente me entere que pasaba hacia ya varios días. después de despedirme y cuando me acerqué a la puerta para salir, escuché un portazo muy fuerte y al abrir la puerta de me encontré con Johana, la vecina, hecha un mar de lagrimas.

Habíamos convivido durante el ultimo cumpleaños de mi primo, y aunque no soy ningún galán, estoy seguro que le caí simpático. Tomamos el elevador y mientras llegamos a la planta baja, no dijimos nada. Al abrirse la puerta, ella no daba muestras de salir, y no pude menos de preguntarle: - Disculpa, se que no es asunto mió, pero, estas bien? Al darle pie, ella enjuago sus lagrimas con la mano - No, acabamos de romper y no tengo a donde ir. - Acompáñame, te invito un café y platicamos un rato. tal vez vi mal, pero vislumbre una mirada extraña en su cara.

Subimos a un taxi y nos dirigimos a un Vips, donde ella tuvo la oportunidad de contarme un poco mas calmada que descubrió que la estaban engañando. Y paso de estar enojada a triste y luego nuevamente a enojada. Obvio que para ese entonces ya llevábamos un par de horas platicando, principalmente ella. Yo la escuchaba y de vez en cuando le daba algunas frases de consuelo, pero por mas esfuerzos que hacia no podía evitar mirar sus piernas y su busto.

Normalmente me precio de ser discreto, pero inevitablemente ella se dio cuenta de mis miradas. - Te gusta lo que ves? Contra el hecho de que me descubriera, decidí contestarle con sinceridad - Si, tienes unas piernas muy bonitas - Y solo me has visto las piernas? - me pregunto mientras se inclinaba exhibiendo un poco mas sus pechos. Para los que son fans de las pechugas colosales, se van a decepcionar: sus pechos eran medianos, y los lucia con una blusa en v. - Johana, sabes que soy un hombre normal. Claro que te he visto el busto, al menos lo que se puede ver, y la verdad me parece muy bonito.

Al verla sonreír me pego la verdad en la cara. Deliberadamente se exhibía, incitándome con la promesa de mas. Trate de calmarme, no quería echar a perder la oportunidad. Así que empecé platicar de otras cosas, tratando de mirarla únicamente a los ojos. Por fin, después de otro rato, la invite a ir a otro lugar. - Y a donde iríamos? - Pues como es domingo no hay ambiente en ningún lado, si quieres podemos ir a un bar para tomar una copa. - y si vamos a tu casa? - claro, pero cierras los ojos cuando lleguemos a mi depa. Ahí me arrepentí de no tener sirvienta, porque si bien mi depa no estaba tan desordenado como el del típico soltero, no lo había arreglado en toda la semana.

Subimos y le ofrecí una copa, y fui a la cocina para destapar una botella de vino. Estaba en eso cuando la oí detrás mió, y sentí como me apretaba en un abrazo a mi inexistente cintura. Con esa declaración de guerra, la separe un poco y me voltee hacia ella. Por supuesto nos vimos a los ojos, paseo su lengua entre los labios y me dijo: - Me hubiera gustado enamorarme de alguien como tú - y me estampó un gran beso en la boca que me dejó encantado, tomó una de mis manos y la llevó hasta uno de sus pechos, me tomó un momento reaccionar pero rápidamente comencé a acariciarla. Y así besándonos llegamos a la recamara, donde quedamos desnudos en un santiamén. Besaba sus labios y su cuello, acariciando sus senos, baje hasta ellos, y los mame ricamente y empecé a morderle tiernamente los pezones, realmente eran fantásticos y enormes. Al mismo tiempo que acaricie su vagina con mis dedos y penetre suavemente con ellos. Por un momento se detuvo y se incorporó. Yo permanecí tendido sobre la cama y ella parada junto a mi.

  • ¿Piensas que soy fea? Sorprendido porque creía haberle demostrado que me gustaba, y porque dado el caso el feo soy yo, me quede mirándola un instante y la tome de las nalgas. - Johana, ese idiota no sabe nada Fue mi sincerísima respuesta.

  • Ven, quiero hacer un 69. Me puse encima de ella, con la pausa obligada para ponerme el gorrito de látex. Aquí jugo en mi contra mi altura, ya que soy alto y mi verga no estaba a su alcance en su totalidad, apenas alcanzaba a chuparme el glande y yo tenia que encoger el cuello. Así que para hacer las cosas mas fáciles, nos acostamos de lado y ahí si nos chupamos con deleite. Johana no tiene mucho vello pubico, lo que ayuda a no "guardar" olores, pero de cualquier forma mis narices estaban saturadas de su aroma. Así embriagado por sus jugos y su olor, empecé a meter y sacar mis dedos de su puchita, rozando con fuerza sus labios enrojecidos por la pasión. Me concentre en su boton, me gusto sentir como se agrandaba entre mis labios, al menos 1 cm.

  • Ay que rico siento, que rico, me encantas, te amo, soy tuya, hazme mas cosas, no te voy a dejar nunca, me encantas.

Me decía tantas cosas, todas me calentaban mas, se vino sin lugar a dudas. Y otra vez me manifestaba con esta clase de frases su agradecimiento.

Yo todavía estaba a la mitad, así que decidí probar a chuparle el culo, su mejor atributo. Su anito estaba empapado por sus jugos. Pensé esto va a ser fácil. Le puse un dedo en la entrada, ella sintió raro y quiso quitarse, le dije. Johana esto te va a gustar mucho. - ¿No te da asco? - Por el contrario, me dan ganas de comerme esto tan rico. Su olor a hembra, mezcla de perfume, sudor y sexo, era irresistible. Con mi índice y el pulgar empece a frotarle el clítoris, suavemente. Ella se dejaba hacer, así que empecé a pasar la lengua de su vagina al perineo, sin queja alguna. Con la otra mano abrí sus nalgas, y vi su culito por primera vez. Era pequeño y marrón, con unos pliegues delicados, casi no tenia vello alrededor. comencé entonces a lamer la raja de sus nalgas, y luego empecé a hacer círculos alrededor de su arandela. Me fascino verla estremecerse cuando por fin sintió mi lengua en su anito. Su sabor amargo era un afrodisíaco para mi, quería mas y empecé a lamerla en forma amplia, para después concentrarme en ese ojito precioso. Ella bufaba de la emoción, pero cuando sintió que intentaba meter un dedo, se movió para evitarlo.

  • Déjame, eso es sucio Tenia varias opciones: convencerla de que me dejara seguir o tomarla por la fuerza. Pero me decidí a tener paciencia. Obvio que ayudo en esta decisión que mi verga había estado desatendida durante un largo rato y ya andaba humeando de la calentura.

Así que la puse en la tradicional pose del misionero, ella cogió con su mano mi pene y lo situó en la entrada de su vagina, bastó empujar suavemente y comenzó a deslizarse por aquel túnel adaptándose a el cómo si fuese un guante, y la penetre hasta que sentí mis pelotas en sus nalgas. Se juntaron nuestros vellos, nos revolcamos como animales, girándonos, con mi pene hinchado y a punto de explotar en su vagina caliente. Me tomo por las nalgas y me ayudaba a que la penetrara mas profundo, yo acelere el ritmo. La verdad que me estaba volviendo loco, ella estaba tan excitada que mojaba toda la sabana de la cama y me mojaba mis testículos y su respiración era entrecortada y sinuosa. Desde mi posición podía verse perfectamente su coño totalmente abierto , su enorme clítoris erecto y sus grandes pezones totalmente desafiantes. Quise prolongar aquella cogida un buen rato, pero no pude contener durante mucho tiempo el orgasmo. Esta mujer es una maravilla, se viene con una facilidad que me encantaba, yo también me vine de la emoción. - ¿te gusto? - Johana, me encantas

Ella se quedo a dormir conmigo, con gran gusto de mi parte. Le preste una camiseta, pero insistio que yo era todo lo que necesitaba para darle calor, asi que dormimos desnudos en mi cama.