La venganza

Una larga historia con un poco de todo....

Una tarde de jueves estaba aburrido en casa sin planes para el largo fin de semana que tenía por delante. Mi novia estaba de viaje visitando a su familia. Así que sin mayores planes y con mucho tiempo libre, me puse a jugar en el computador. Como siempre jugué a mis juegos favoritos, carreras de autos y luego a Call of Duty a matar soldaditos.

Al cabo de un par de horas, me aburrí y empecé a navegar sin rumbos por internet. Como siempre, controlé mis correos, Facebook y una que otra página de fotos de chicas desnudas. Me aburrí en pocos minutos, siempre lo mismo. Seguí  navegando en internet y me tropecé con una página donde había cientos de distintos tipos de fotos porno. Al cabo de unos minutos, puse a chatear en una página que entraba hace algún tiempo, pero haciéndome pasar por una chica, más precisamente usando el nombre de mi novia. Me conecté para divertirme un rato y comencé a chatear. Como siempre, los chats se basan en lo mismo, gente que busca gente para sexo. Entre los contactos, tengo un par de ex amantes de ella y algunas amistades. Me gustaba hablar con los ex amantes para hacerlos calentar con reencuentros imposibles en situaciones aún más insólitas. Ocasionalmente, alguna amistad me enviaba algún mensaje que trataba siempre de responder de manera neutra sin mayores detalles para no causar problemas.

Al cabo de unos minutos, comenzó a hablar conmigo una amiga que se llamaba Suzanne, una muchacha que tenía un muy buen sentido del humor. De estatura un tanto baja, pero con un buen físico. Hablamos de cualquier cosa durante un rato y nada más. Seguí durante un rato molestando a algunos muchachos, pero al cabo de un rato, me aburrí y me despedí de la sala.

Seguí aburrido en casa, mirando TV y al estar un tantop inquieto decidí salir a dar una vuelta por el pueblo. Aún no del todo convencido, me bañé, y me cambié para salir sin saber lo que la noche tendría para ofrecer.

Salí de casa y caminé, aprovechando una buena noche de primavera y al cabo de unos 200 metros una flamante camioneta 4x4 se detiene, me toca bocina, y al bajar los cristales polarizados, me encuentro con un rostro familiar. Era Suzanne, la amiga de Ester con quien había estado chateando unos minutos atrás. Qué coincidencia. Se detuvo y con una voz suave me dijo: Carlos, soy yo, Suzanne. Sube.

Me quedé sorprendido unos segundos y no supe cómo reaccionar, pero instintivamente me dirigí hacia la puerta del carro  y la abrí, ahí comprobé que Suzanne no estaba simplemente dando vueltas sino que estaba vestida para buscar alguna presa.  Su pequeño, pero curvilíneo envase, estaba vestido con un ajustado vestido corto y unas botas. No pude dejar de ver sus prominentes pechos y sus piernas esculpidas por horas de gimnasio lucían más que tentadoras debajo de esa falda ajustada y esas botas con tacos altísimos.

Suzanne, me miró y me dijo: Venga! Sube!, Cuando estaba casi sentándome, me dijo: Deja ya de mirarme las piernas, que no queda bonito. Y se acercó para saludarme y me dio un beso en los labios. Rozándome mis labios casi como si fuera un error. Mi cuerpo se electrizó en un segundo y pensé que quizás no había sido mala idea salir esa noche.

-        Ups! Que mala puntería.

Dijo con una sonrisa maliciosa y un guiño de ojo.

En cuando me terminé de colocar el cinto de seguridad, Suzanne comenzó a manejar sin siquiera preguntar a dónde. Me dijo que estaba aburrida y salió a dar una vuelta. Al llegar a una señal de stop, colocó una mano en mi pierna, se acercó y me dio otro beso, esta vez no hubo error, el beso fue dirijido directamente a mis labios. Sus labios se abrieron sutilmente para dejar paso a la punta de su lengua. Me estaba empezando a excitar. Me quedé rodeado de su perfume y mis labios con sabor a su lápiz labial. A penas terminamos de besarnos, ella se dirigió a su bolsa y se aplicó otra generosa capa de labial carmesí.  Siguió manejando camino hacia las afueras de la ciudad, yo supuse que con destino a uno de los tantos moteles que hay por la zona. En cada señal de stop nos besamos con más ganas mientras su mano seguía firme en mi pierna, y de a poco comenzaba a acariciarla de la rodilla hasta la mitad de mi muslo. Yo, para mis adentros, pedía a gritos que se acercara más a mi entrepierna que a esta altura estaba más que ansiosa de recibir una caricia. Mi lengua trataba de limpiar el carmesí de mis labios y alrededor de la boca, pero debo admitir ahora que me gustaba su sabor y me producía un morbo extraño.

Al cabo de unos 35 minutos de viaje llegamos a un camino lateral que Suzanne tomó casi sin mirar. No se veía nada más allá de los pinos al costado del angosto camino. En ese momento, reaccioné que no tenía la menor idea de dónde me encontraba. Suzanne pareció darse cuenta de esto y cuando estaba a punto de preguntarle dónde estábamos, su mano llegó a mi entrepierna.

Cerré mis ojos y disfruté de sus caricias. Antes de que pudiera darme cuenta, mi cinturón estaba desprendido, mi cremallera baja y su mano rodeando mi pene. Mi pene no es la gran maravilla que me hubiera gustado tener, pero sus casi 20 cm siempre fueron bien recibidos por todas mis novias. Llevé mi mano izquierda a sus piernas y me fui acercando a sus firmes y grandes pechos, cuando alcancé a rozar uno, sacó su mano, me subió la cremallera y me dijo algo bruscamente: Llegamos.

Abrí los ojos y si poder ver mucho más allá de lo que iluminaba la luz interior de la camioneta. Salí de ella y me encontré con Suzanne que ya estaba esperándome. Me acerqué para darle un beso y un bueno magreo, pero me esquivó diciéndome, vamos adentro, preparo unos tragos. Me tomó de la mano y me guió por el garaje casi en una total oscuridad.

Llegamos al living de ese caserón y con una estufa a leña como única luz ambiente,  me dijo que me sentase allí. Yo ya podía imaginar las escenas que vendrían a continuación. Digna de cualquier película. Los dos amantes rodando por la alfombra enfrente de la estufa alternando poses. Durmiendo abrazados y despertándose sólo ara continuar con más sesiones de sexo. Estaba un poco ansioso por empezar en aquel instante.

Suzanne volvió con dos copas de champaña y una botella abierta. Me alcanzó una y propuso un brindis. Por nosotros, por una nueva aventura. Chocamos las copas y bebimos de un solo trago. Recargó las copas y me empujó contra el sofá. ¡Bebe!, me dijo, con vos firme y autoritaria. Terminé mi segunda copa y me abalancé sobre ella.

Suzanne y yo nos besamos entrelazando nuestras lenguas, danzando a la luz de la hoguera. Mis manos frotaron ese firme trasero, sus pechos esculpidos por la tecnología y los ejercicios me recibieron gustosos.

En un santiamén, me encontraba desnudo frente a ella aun completamente vestida. Mi pene palpitaba expectante. Suzanne me besó profundamente y sentí su cuerpo contra mi desnudez. Froté mi polla contra su falda. Suzanne me acarició la espalda clavándome suavemente sus largas uñas. Luego se retiró y empuño mi pene. Comenzó a masturbarme suavemente. Deteniéndose sólo para darme sabias caricias en el glande o mis testículos.

Se retiró unos segundos y me sirvió otra copa de champán y me la tomé sin desperdiciar un segundo, quería volver a las caricias anteriores. Bajé mis manos e intente levantar la falda del ajustado y corto vestido café  de Suzanne, pero me retiró las manos y me dio un fuerte bofetón. Me quedé sorprendido por su reacción.

En ese momento, en medio de la confusión, sentí un tremendo mareo y pérdida del equilibrio. Suzanne se percató y hábilmente me tomo en sus brazos sin dejarme caer.

Estaba en sus brazos, casi sin poder mantenerme en pie. Suzanne sujetó fuertemente mi aún erecto pene y siguió masturbándome como antes. Me encantaba lo que hacía. Me acomodó en la alfombra y mientras con una mano me masturbaba, con la otra me acariciaba los pezones y los testículos. Me daba escalofríos. Sabías exactamente cuándo detenerse para evitar que me corriera. Me mordió mis pezones y me preguntó si me gustaba eso: - Me encanta los que me haces Suzanne. Sigue no pares por favor. Dije con esfuerzo ya que mis palabras no salían fácilmente de mi boca.

Dirigió su cabeza a mi entorpecida boca y me beso profundamente, sentí su lengua en el fondo de mi boca. Luego sin mediar palabra se dirigió a mi pene y se lo metió enteramente en su boca. Lo hizo dos o tres veces y yo creí que me iba a correr en ese instante. Pero no fue así. Suzanne sacó mi pene de su boca y se dirigió a la mía y me beso nuevamente dejando parte de los sabores de mi pene en mi boca.

Sin mediar palabra, Suzanne, me volvió a dar un bofetón aún más fuerte que el anterior. Sólo atiné a decir lo mucho que me dolía. Siguió con mi pene en su mano masajeándolo y me apretó las tetillas y luego me dio otro bofetón. Esta vez me dijo: - ¿Te gusta lo que te hago putito? Te voy a hacer todo lo que me venga en gana y te va a encantar. Con la primera copa de champán te di un cóctel de pastillas, anfetaminas, viagra y unas pastillas de efecto hipnótico que reducen tu voluntad a cero. Así que serás mi juguete al menos por el resto del fin de semana.

Y sin decir nada, volvió a pegarme otro bofetón. Se metió mi pene en su boca y me lo besó por unos segundos.

Se levantó, y se dirigió hacia un aparador cerca de la estufa, y trajo una maleta. La abrió y me dijo al oído mientras me apretaba firmemente mis huevos. – Tienes mucha suerte esclavito. La mayoría de la gente no conoce el placer que tú vas a experimentar.

Me colocó unos grilletes de cuero separadas por un bastón en pies y manos, de tal manera que quedaba inmóvil separado de manos y pies.

Se acercó a mí y me dio un beso en los labios y con un control remoto similar al de un TV, una cadena con candado con llave bajó del techo con un zumbido mecánico. Suzanne fijó el bastón de mis manos a la cadena y en cuanto comencé sentir el zumbido nuevamente los grilletes jalaron de mis manos elevándome. La cadena siguió elevándome hasta dejarme suspendido a unos pocos centímetros de la alfombra.

Suzanne se acercó a mí me dio un profundo beso mientras con una mano masajeaba mi pene y con la otra apretaba mis tetillas. Sin soltar mi polla que parecía de hierro, dejó de besarme y se dirigió a ella. Comenzó a meterla por completo en su boca. Yo comencé a gemir e intenté mover mi pelvis, a lo que Suzanne respondió soltando mi polla y sujetando el bastón de mis pies a un gancho al suelo de tal manera que apenas podía moverme.

-        Te vas a mover sólo cuando yo te lo ordene. Vas a hablar cuando yo te lo ordene. De acuerdo esclavito?

-        Si!. Suzanne. Pero suéltame por favor!.

Suzanne se apartó y me azotó las nalgas con una especia de paleta de madera. Semejante golpe me hizo largar un aullido de dolor. Suzanne me ató un pañuelo en mi brazo y me comenzó a masajear mi polla que había perdido parte de la erección por semejante golpiza. Se la metió completamente en su boca y pasó su lengua por toda su extensión. No tardó mucho en ponerse dura cómo una piedra nuevamente.

-        ¿Te gusta cómo te como el rabo esclavito?

-        Si!, me encanta!.

-        Tú no entiendes nada. Esto te va a costar caro. Cuando yo te pregunte algo, me responderás añadiendo “ama” a todo lo que me digas. ¿Está claro?

-        Si, ama. Dije algo vacilante.

-        Muy bien. Así vamos un poco mejor. Ahora vamos a mejorar tu educación. Te daré algo para que no puedas reprimir lo que sientes y me seas incontrolablemente honesto.

Sentí un pinchazo en el brazo y acto seguido sentí un intenso frió por todo el cuerpo.

-        Surgirá efecto en unos minutos, dijo Suzanne entre rizas.

Me tomó con fuerzas de las mejillas me dio un beso y luego me propinó un bofetón con el cual no pude más y comencé a lloriquear. Suzanne comenzó a reír más fuerte y me agarró los testículos con mucha fuerza con una mano y con la otra meneaba mi polla para hacerme recuperar la erección.

-        Ves maricón, lloras como una nena y ni siquiera puedes tener la polla tiesa. Estos huevos –decía haciéndome llorara aún más del dolor- no te sirven de nada. Ya te voy a dar tu merecido. Tu sabes que te lo mereces, verdad?

-        Si ama. Dije entre sollozos.

Suzanne volvió a su maleta y saco una loción con un olor un poco ácido y me la repartió por todo el cuerpo. Los brazos, axilas, el pecho, el bajo vientre, mis piernas, y tomo luego una buena cantidad y me la frotó por la entre pierna y generosamente por mi culo, en todos sus rincones.

Salió de la sala por espacio de unos minutos. Mis brazos comenzaban a sentir el efecto de soportar mi cuerpo por tanto tiempo. Escuché sus tacones acercándose, y supliqué que me dejase ir.

-        Déjame ir Suzanne por favor. Te lo suplico.

Suzanne dejó la bandeja sobre la mesa y se dirigió a mí, y me dijo al oído:

-        Eres un maricón muy desobediente. Tu comportamiento te va a salir muy caro. Ahora veras cuan mala que puedo ser.

-        ¡No!, ¡No!, ¡Por favor!; Grité tratando de zafarme.

Suzanne sin mediar palabra me azotó tres veces con todas sus fuerzas con la paleta de madera. Lo que hizo que saltar lágrimas de dolor inmediatamente.

-        ¡Llora putito! Llora que te lo tienes bien merecido.

Al cabo de unos minutos estaba rendido, no aguantaba más, sin embargo por algún extraño motivo estaba cada vez más excitado.

Suzanne volvió y al verme así, me dijo: - Así me gusta verte con tu pene tieso apuntando al cielo. Mientras comenzaba a pasar un paño húmedo por todo mi cuerpo retirando toda la loción de mi cuerpo. Al minuto sentí un poco de frío; Suzanne se retiró y cuando regresó, comenzó nuevamente pasar otra crema por mi cuerpo, esta crema tenía un olor más suave, se sentía mucho mejor que la anterior, sobre todo en mi cuerpo, se sentí muy suave. Suzanne se esmero en mi zona genital y no dudó ni un segundo en darle unos buenos lametones a mi pene que estaba a punto de estallar, cuando ya sentía mi primer y tan deseado orgasmo aproximarse a pasos agigantados a puro mérito de la habilidad oral de mi ama, esta se retiró y me preguntó si me gustaba lo que me hacía; - Si ama, me encanta, deja que me corra, por favor!.

-        Ni lo sueñes putito, jaja!!! Te has venido portando muy mal esta noche y pagaras por ello.

A continuación Suzanne, terminó de repasar mi cuerpo con crema y puso un anillo de goma alrededor de mi pene que parecía iba a explotar en cualquier momento. Mi excitación era tremenda a estas horas, sólo quería correrme. Colgado y desnudo como estaba, pero aún así sólo quería correrme.

Suzanne, utilizó los controles e hizo que descendiera a nivel del suelo. Mis piernas no pudieron resistir mi peso y caí sobre la alfombra. Suzzane reía al ver esta deplorable exhibición, acostado, atado de pies y manos y mi pene totalmente erecto agitándose de un lado al otro.

-        Así me gusta verte, todo depilo y sin quejarte. Odio los pelos. Me dijo Suzanne disfrutando de una copa de champagne. – ¿Quieres beber algo?, preguntó como si nada.

Yo no atiné a nada, solamente intenté levantar mi cabeza para ver, pero no pude, Suzanne rápidamente apoyó sus tacos agujas sobre mi frente, para impedírmelo. En ese momento comencé a entender el porqué sentía un poco de frío aún estando a pocos metros de la estufa de leña. Suzanne, me dijo que si quería tomar algo que abriera la boca, así lo hice a lo que ella comenzó a vaciar una copa de champagne sobre mi boca. De más está decir que no desde la altura que lo hizo, toda mi cara quedó llena de champagne, aunque con la sed que traía intenté tomar lo que más pude. Suzanne estaba encantada con la escena. A continuación, acercó la botella de champagne y vació el resto en mi boca y sus alrededores.

Suzanne se arrodilló y comenzó a limpiar mi cara con su lengua, pasó su lengua por mis mejillas, por mi frente, barbilla, mis orejas, lentamente,  ésta mujer me estaba desesperando. Con una mano rodeó mi pene y comenzó a masturbarme una vez más.

-        Hm… que rico putito. Cómo te voy a disfrutar este fin de semana- Tomó un trago de champagne de su copa y me lo dio de beber de su boca. Luego metió su lengua en mi boca.

-        ¿Te gusta lo que te hago mi esclavito putito? – preguntó sin dejar de m

-        Si, mi ama, me encanta.

-        Bueno entonces, dime que eres mi putito y que puedo hacer lo que desee contigo.

-        Si ama, puedes hacer lo que desees conmigo.

-        No, no, repite tal cual yo te lo dije, aún no te sabes comportar adecuadamente.

-        Ama, puedes hacer lo que desees conmigo. Repetí automáticamente.

-        Muy bien, se ve que vas aprendiendo tu lección.

Me dijo suavemente mientras comenzaba a imprimir más velocidad y presión en las maniobras con mi pene. Comencé a gemir en un segundo por el orgasmo que estaba a punto de alcanzar. Suzanne se acercó a mí y me chupó una de mis tetillas. Me sentía en el cielo. En ese momento sólo pensaba en acabar con todas mis fuerzas. Cuando pensé que por fin iba a poder descargarme Suzanne una vez más se detuvo y me dijo:

-        ¿Quieres acabar?

A lo que sin dudar ni un segundo le contesté:

-        ¡Sí! Quiero correrme, por favor, no aguanto más.

Casi cuando la última palabra terminaba de salir de mi boca, reaccioné y dije:

-        Mi ama Suzanne. Dije con casi medio segundo entre una frase y la siguiente.

-        Demasiado tarde esclavo. Esto te va a costar muy caro. Ya me tienes cansada con tu falta de obediencia.

-        Discúlpame ama, por favor continua.

-        De acuerdo, pero antes harás absolutamente todo lo que yo te ordene, ¿De acuerdo?

-        De acuerdo ama, todo lo que digas.

-        Muy bien, entonces comenzaré con los preparativos para hacerte mi putita. Ese será tu castigo por ser tan desobediente.

-        ¿¡Qué!?  ¿Cómo que tu “putita”? ¿Qué significa eso?

-        Cómo osas cuestionarme, acaso te has olvidado lo que me dijiste hace menos de un minuto. Dijo casi gritándome y visiblemente muy enojada.

-        Eres un esclavo de lo peor y pagaras por ello.

-        Pero Suzanne, yo no quise hacer esto.

-        Cómo que dices eso ahora, hace dos minutos me dijiste que sí y ahora te echas atrás mariconazo. Al fin y al cabe verás cómo te gusta. Vas a disfrutar más que haciéndote el hombrecito. Te voy a hacer una putita muy obediente.

A continuación, Suzanne me pegó un bofetón en la cara y un aún más fuerte en los testículos. Cerré los ojos y pegué un grito de dolor. Se acercó nuevamente a mí y me volvió a pegar en la cara con todas sus fuerzas, mientras pellizcaba mis tetitas hasta casi hacerlas sangrar.

-        No te preocupes que disfrutaras mucho y luego me lo agradecerás, maricón. Estarás feliz de ser mi putita esclava. Dijo sin soltarme mis doloridas tetillas.

En aquel momento pensando en todo lo que me estaba pasando y el dolor que estaba sintiendo, comencé a lloriquear.

-        Eso. Así es. Llora mariconcita. Vas a ser una buena nena putilla. Dame un beso y dime que sí, si quieres que te suelte.

-        Si, seré una buena nena putilla ama. Dije para luego darle un beso. Pensando en cuando y cómo podría escapar de esta tortura.

Suzanne me soltó y me besó por unos minutos acariciando mi cuerpo totalmente depilado. Me, dolían las tetillas, los testículos, los brazos, las piernas, pero aún más me dolía mi propio orgullo por haber caído en esta trampa de esta manera y de no tener escape.

Suzanne me dijo que iba a comenzar con mi re educación inmediatamente.

Me dijo cuales eran las reglas que debía cumplir sino quería sufrir más castigos:

  • No podía hablar. Sólo responder a lo que mi Ama preguntaba. Siempre diciendo “Por favor y gracias Ama Suzanne”.
  • Cuando hablaba de mí, tenía que hacerlo en género femenino.
  • Debía seguir absolutamente todas sus instrucciones al pie de la letra y sin protestar.

Me dijo que a partir de ese momento me llamaría Carla. Sería mi nombre de esclavita. Suzanne me retiró los grilletes de los pies y me puso una venda en los ojos y me llevó al cuarto de baño, prendió el agua de la lluvia y me dejó en ella lo que me pareció unos 10 minutos. Yo estaba aturdido, sin saber qué hacer, pensaba en cuando terminaría esta tortura y cómo haría para escapar. La ducha se sentía muy placentera. De a poco iba recobrando un poco de claridad en mis pensamientos.

Suzanne se me unió en la ducha y comenzó a frotarme el pelo con champú y el resto del cuerpo con unos jabones de aroma muy suave. Supe que ella estaba desnuda por el roce de sus firmes tetas en mi. MI pene reaccionó al instante y se puso firme. Suzanne, me dijo:

-        Bien niñita Carla, ya vas quedando limpita lista para el siguiente paso. Eso sí, no sé qué haremos con ese pene inquieto. Creo que vamos a tener que tomar medidas. ¿Qué me dices putilla?

Me preguntó mientras me sacó fuera de la ducha arrastrándome de mi pene.

-        Mi ama, no se preocupe. Yo me ocuparé de que no esté más de esa manera.

Contesté rápidamente temiendo lo peor.

-        Bueno que así sea entonces. Toma y sécate bien. Que ahora debo ponerte crema por el cuerpo para que lo tengas bien suavecito.

Me traté de secar lo mejor posible, más que nada para demorarme lo más posible. Pero secarse con las manos atadas y con los ojos vendados es mucho más difícil de lo que parece.

Suzanne regresó al cuarto de baño y me ordenó que pusiera mis manos sobre el aparador. Comenzó a pasarme una crema que se sentía muy suave y bien perfumada. Cuando estaba pasándomela por las nalgas, sentí un fuerte pinchazo y di un respingo. Comencé a sentir un calor esparcirse por la zona del pinchazo.

-        No seas tan maricona. Es sólo una inyección. Es para que no te quieras hacer la rebelde conmigo. Y no niegas tus verdaderos sentimientos. Y así puedas disfrutar de ser la putita que quieres ser con mayor libertad.

-        Gracias Ama Suzanne. Respondí casi sorprendiéndome.

Suzanne continuó poniéndome crema. Cuando llegó a mi culito. Se detuvo y me aplico gran cantidad de crema. Diciendo que debía dejarlo bien suavecito para cuando esté dispuesta a usarlo. Ese pensamiento me dejó muy inquieto y sin pensarlo di un pequeño respingo, Suzanne lo notó y me dijo. No te preocupes que ya llegará  el momento adecuado, no te pongas ansiosa, que tendrás todo lo que deseas. Este último comentario me dejo más intranquilo que antes, sobre todo por el uso del género femenino.

Una vez que estuve seco, comencé a sentir un poco de frío. Suzanne, me dijo que ahora era momento de vestirme. Pero que debería hacerlo yo solo – o textualmente cómo ella dijo “solita” -. Me sujetó de los testículos y la base del pene con mucha firmeza y me dirigió hacia un cuarto donde me ató una mano a un barral que tenía (aparentemente para este fin) en un costado de la cama. Soltando mis partes finalmente, me dijo:

-        Siéntate en la cama y sácate la venda que quiero que elijas la ropa que TU te vas a poner.

-        Si ama, lo que tu digas. Contesté de manera automática.

Mi erección que parecía eterna estaba ya totalmente desaparecida. De alguna manera sentí un alivio si bien seguí tan excitado como antes. Pero estaba rendido, física y mentalmente por la situación. Suzanne sin embargo parecía cada vez más descansada.

Cuando por fin me deshice de la venda que traía sobre los ojos, tardé unos segundos en acostumbrarme a la iluminación de la habitación, pude ver cómo Suzanne se encontraba de espaldas a mí con el cajón de un aparador abierto y estaba sacando ropa interior de mujer de ella. Braguitas de de varios tipos y colores, sostenes, luego unas pantimedias, luego se fue al clóset y sacó un vestido blanco y uno negro, unas botas, unas sandalias y dejó todo sobre la cama en la cual me encontraba sentado.

-        Bueno putita, llegó la hora de empezar a verte cómo una nena. Elije la combinación que quieras y te vistes. YO regresaré en unos minutos a ver cómo vas para comenzar con tu maquillaje.

-        Ama, pero,. Si yo.. balbuceé

-        ¿Qué dices? Ni se te ocurra mariconazo. Ya sabes que eres mi putita. Y así lo harás. Repite ahora. “Si, ama, yo soy tu putita y haré todo lo que me ordenes”.

-        Si, ama, yo soy tu putita y haré todo lo que me ordenes. Repetí sin pensar sorprendiéndome a mi mismo.

-        ¿Cómo te llamas? ME preguntó Suzanne.

-        Carlos dije, medio dubitativo.

Antes de poder terminar de decir mi nombre, Suzanne ya estaba pegándome un bofetón.

-        Te llamas Carla. Y no quiero escuchar ese nombre nunca más. Y quiero que desde ahora siempre pienses en ti en femenino. Estás cómoda en la cama.

-        Si ama. Dije.

-        Si, ¿qué? Retrucó casi al unisono.

-        Si haré lo que me pides ama.

-        Y, ¿qué más?

-        Estoy cómodo. Perdón, cómoda. Me sorprendió a mi mismo que respondía de manera autónoma casi sin pensarlo.

-        Así está mejor. Sin embargo tienes mucho por mejorar. Ahora te dejo regreso en unos minutos

Suzanne se retiró y me dejó ahí. Atado y desnudo, confundido y sin muchas opciones. No sabía qué hacer. Busqué la forma de soltar mis grilletes de mis manos o del barrote del costado de la cama, pero no encontré forma. Me recosté en la cama, totalmente fatigado tratando de sopesar mis opciones, pero no encontraba muchas salidas. Vestir ropas de mujer no era algo que tenía pensado hacer, tampoco me resultaba totalmente irrazonable. En ese momento me detuve, cuando me di cuenta que estaba viendo la ropita que tenía ante mí, y sin pensarlo ya estaba eligiendo algunas cosas. Me sorprendí a mi mismo por esta actitud. Y me recosté en la cama. Me quedé profundamente dormido.

Me desperté totalmente descansado al cabo de lo que me pareció fue una eternidad. Estaba descansado, pero un poco dolorido. Todavía me encontraba en el mismo cuarto. Se podía ver que era ya de día. No estaba segura de cuánto tiempo.. me quedé helada.. de nuevo al pensar en mí en manera femenina, lo hice dos veces sin ni siquiera pensarlo. ¿Qué me estaba pasando? Me pregunté a mi misma. Al moverme un poco en la cama. Note que traía medias de mujer y una tanga! Que digo... estaba con un sostén y con un vestido. Me sorprendió al notar que las medias y la tanguita se sentía muy sexys, ese sólo pensamiento me produzco una tremenda excitación y sentí mi pene crecer entre mis nalgas. ¿Dónde se encontraba? De a poco fui comprendiendo. Estaba totalmente vestida de nena. Tenía unas braguitas blancas de lycra de tipo hilo dental, mi pene estaba acomodado hacia atrás de manera que no se notase; unas pantimedias color tostado, un sostén blanco de lycra que hacía juego con las braguitas. Pero, ¿qué es eso? ¿Tenía tetas? Me toqué un poco asustado, para luego comprobar que era algún tipo de prótesis, que por cierto se veía muy real. Finalmente tenía unas sandalias de tacón y un vestido corto blanco.

Verme así por debajo de las sábanas, me provocó un mar de sensaciones que nunca había tenido. Primero rechazo y simultáneamente una excitación increíble. Me sentía muy cómoda, pensaba en mí en forma femenina y masculina al mismo tiempo. No terminaba de entender lo que estaba sucediendo.

En ese momento Suzanne entró a la recamara con una bandeja con lo que parecía ser el desayuno y me saludó:

-        Buenas tardes Carla putita mía. Cómo has dormido.

-        He dormido bien ama. ¿Qué hora es? Pregunté.

-        Son las 5 por la tarde. Has dormido bastante, pero has tenido una noche y mañana agitado. ¿Te gusta la ropita que elegí para ti? En cuanto termines con la merienda bajaremos a conversar a la sala. Tengo visitas y quiero que te conozcan.

-        Si ama, me gusta. Peor no quiero que nadie me vea así.

-        Mira putita, por última vez te lo digo. Si tienes alguna ilusión de volver a tu vida pasada harás todo lo que yo te digo sin protestar. ¿Me has comprendido?

-        Si.

-        Si ¿que? Me dijo enojada bofetón de por medio.

-        Si. Ama. Respondí automáticamente.

-        Bueno ahora tómate este té que he traído para ti. Debes tener mucho apetito.

-        Gracias ama.

Mientras me senté en la cama preparándome para tomar el té, pude ver con un poco más de detenimiento la ropa que traía puesta y cómo se sentía en mi piel. Se sentía muy sexy debo admitir. Aunque en ese momento era todo tan confuso. Las prótesis que tenía en el sostén me daban unos pechitos de una forma y tamaño más que apetecibles. Se veían muy reales. Al frotar mis nalguitas con las sábanas y sentir sus caricias, mi pene se puso duro y se me hizo un bulto por debajo del vestido. Suzanne lo advirtió y puso su mano en mi pierna y comenzó a acariciarla.

-        Que lindas piernas depiladitas. ¿Te gustan mis caricias? Te ves muy guapa, ¿sabes?. Inclusive el maquillaje que llevas te va a la perfección.

Me quedé inmóvil un segundo con la taza de té en la mano sin saber qué hacer ni qué decir. Suzzane disfrutó cada momento. Sabía muy bien lo que hacía. Se acercó a mí y mientras con su mano comenzaba a acariciar mi polla a punto de explotar me dijo:

-        Cuando te dormiste anoche, te dí un somnífero y te volví a depilar. Te vestí con esta ropita y te aplique una capa de maquillaje casi permanente. Sólo te durará un par de días. Te pinté los ojos, le di forma a tus cejas, tus labios, ahora podrás usar aretes y te verás como una putita hermosa.

En ese momento me di cuenta que al costado de la cama había un espejo y me miré y me sorprendí en lo femenina que me veía en el espejo. No estaba del todo mal. Por otro lado, los masajes de Suzanne me estaban por provocar un orgasmo más que intenso, que se me venía negando hace horas.

Suzanne, bajó mis braguitas, dejando salir mi pene al aire, y luego de humectarlo unos segundos, me deslizó un anillo de goma ajustable en torno de la base de mi pene el cual ajustó muchísimo.

-        Putita. Sólo te vas a correr cuando yo diga. Además las nenitas acabamos de otra manera. Y tu tendrás que aprender esto también.

e dijo y luego me dio un sabroso beso en mis labios pintados de rojo carmín. Se sentía muy, muy sexy. Aunque aún quería acabar. Estaba desesperado por ello.

-        Ahora tendremos que hacer algo para bajar esa erección. Te cuento que mientras dormías, también te aplique varias dosis de hormonas femeninas de acción rápida. Además de ponerte a escuchar una serie de mensajes subliminales auto hipnóticos para hacerte olvidar tu lado de hombrecito. Pero me doy cuenta – decía mientras me apretaba firmemente  mi pene – que aún no te olvidas de él.

-        No, ama. Aún no me olvido.

-        Pero quieres hacerlo. ¿Verdad?, putita.

-        No estoy seguro mi ama.

-        Tranquila putita, termina tu té y hablaremos después.

Terminé mi té, aún disfrutando de los masajes de Suzanne en mi pene. Y de las caricias de la ropa interior en mi cuerpo. Cuando dejé la tasa sobre la bandeja, noté que está falto de coordinación. Todo se estaba tornando borroso rápidamente. Al caer dormida nuevamente escuché a Suzanne decir.

-        Eso descansa putita que ya falta poco.

Dormí unas cuantas horas y me desperté nuevamente con Suzanne a mi lado.

-        ¿Cómo dormiste putita?

-        Bien ama. Dormí bien. Aunque tuve sueños extraños. Sentí voces. Risotadas. Sentí la voz de mi novia.

-        En los sueños pueden pasar muchas cosas. ¿Cómo te sientes ahora?

-        Me siento bien ama. Un poco mareada – dije sin ya casi sorprenderme de usar la forma femenina.

-        Bueno, podemos ir a la sala. Quiero enseñarte a comportar como una verdadera nenita. ¿Quieres?

-        Si, ama. Si quiero.

-        Bueno así será entonces.

Cuando me levanté de la cama, lo primero que noté, fue que ya no estaba más atada. Seguía aun vestida, pero mi vestimenta había cambiado. Suzanne me había puesto unas braguitas negras, body de lycra negra, medias negras muy sexys y brillosas, se veían muy elegantes. Unos zapatos de taco altísimo y muy delgado, en ese momento me preocupé si serían cómodos o no o cómo haría para caminar en ellos. Para terminar tenía un vestido ajustadísimo negro largo y una peluca de pelo negro liso. Cuando terminé de incorporarme, no podía creer cómo me veía al espejo. Estaba irreconocible. Cuando comencé a caminar, me sorprendió lo cómodo que eran los zapatos y la poca dificultad que tenía para caminar en tacos.

-        No lo haces mal. Las lecciones de anoche ayudaron mucho. Anoche no podías ni dar un paso. Dijo Suzzane mientras me daba un pequeño beso en los labios y me tomaba de la mano dirigiéndome a la sala.

Este último comentario me dejó un poco pensativa. Pero ya a esta altura no me sorprendía nada.

Al llegar a la sala vi que era de tarde aún. Nos sentamos en los sillones frente a la estufa. Y sin pensarlo crucé las piernas de una forma muy femenina. Suzanne, me dijo con vos autoritaria:

-        Carla, sírveme un trago de champaña.

-        Si ama. Lo que desees. Y sin pensarlo, me levanté, me dirigí al bar, abrí una botella de champaña y comencé a servir en una copa.

-        Gracias putita. Ahora ve y pone algo de música suave.

-        Si ama. Y me dirigí al centro musical y puse un disco Jazz a medio volumen. ¿Está bien así ama? – pregunté.

-        Si putita. Gracias. Ven si siéntate a mis pies.

Caminé hasta el sillón donde se encontraba Suzanne y me senté en la alfombra a sus pies sin pensarlo ni por un segundo. Todo lo que Suzanne me decía obedecía inconscientemente.

-        Costó mucho trabajo, pero veo que eres una esclavita un poco mejor que antes. Sabes en unos minutos llegaran los invitados a la cena de esta noche. Así que quiero estar lista para atenderlos. Y quiero que obedezcas todo lo que ellos te ordenan. ¿Está claro?

-        Si ama. Todo lo que desees.

-        Bueno, así me gusta. Ahora ve y sírvete un trago triple de whisky, tómalo y tráeme la botella a mí.

-        Si ama.

Tal cual lo ordenado. Fui al bar, me serví un largo trago de whisky y lo tomé de un solo trago. El ardor en mi garganta fue insoportable. Nunca me gustó el whisky y menos ahora. Me dirigía Suzanne con la botella en la mano y cuando llegué se la alcancé.

-        Aquí tienes ama.

-        Mira sino serás tonta putita. Estas caminando como un muchachito. Ahora te pondrás a desfilar par mi y quiero que cuando camines contonees bien tus caderas.

Me levanté y caminé de un lado a otro de la sala tratando de menear las caderas como podía, al cabo de dos vueltas, estaba haciéndolo bastante mejor. Se sentían muy sexys las medias en mis piernas. El cabello rozando mis hombros. El vestido acariciando mis nalguitas. Estaba excitada. Pensé en mi pene en un segundo. Pero no lo sentía. No me cabían dudas que estaba excitada, pero mi pene no parecía responder. Seguí caminando unos minutos más disfrutando de las nuevas sensaciones hasta que el efecto de la bebida se empezó a sentir gradualmente.

-        Carla. Ven. Quiero que me des placer antes que lleguen los invitados. Ven y siéntate

Allí fui. Me senté en la alfombra. Cruce mis piernas. Acomodé mi pelo y miré a mi ama.

-        ¿Qué deseas Suzanne?

Suzanne, separó levemente las piernas y me dijo:

-        Hazme correr.

-        Si ama como tú lo ordenes.

Me acerqué suavemente a Suzanne y le separé lentamente las piernas. Puse la palma de cada mano en la cara interior de sus muslos y a medida que los iba acariciando, los iba apartando, más y más.

Su falda iba abriendo camino a su vulva y al estar al descubierto, me acerqué a ella y comencé a pasarle suavemente la lengua de arriba abajo, cada vez un poco más profundo, humedeciendo sus labios, separándolos de a poco, dejando su carnoso interior aflorar ante mí. Yo estaba aún más caliente que Suzanne y sus suspiros me volvían loca. Sólo quería sentirla gozar.

Introduje mi lengua en su profunda cuevita, Suzanne suspiró profundo, yo estaba orgulloso de saber el placer que le estaba dando. Inicié un lento movimiento como si la estuviera follando con mi lengua. Suzanne me tomo del cabello y me pidió que le diera de sus jugos. Me hundió la cara en su vulva y la apretó fuertemente, luego me tomó del cuello y me beso profundamente. Me limpió mi lengua de todos sus jugos. Le encantaban. A mí también. Sobre todo sentir el placer que le estaba dando. Me parecía increíble sentir tanto placer sin siquiera hacer nada por mí. Sólo estar tumbado en el suelo vestido de nena y orgullosa de todo esto.  Cuan sexy me sentía con ese vestidito, esas medias, tanguita, todo. Estaba tan cachonda como Suzanne. Quería yo también correrme. Pero este pensamiento fue interrumpido por Suzanne empujando nuevamente hacia su entrepierna a continuar mis faenas.

-        Sigue putita hazme acabar. Ordenó Suzanne.

-        Sí ama. Contesté dócil y orgullosamente.

Mojé un dedo, chupándolo con mi boca, llenándolo de saliva y presioné firmemente en la entrada de su culito. Suzanne abrió más aún sus piernas, claramente invitándome a follar su culito. Mientras mi dedo entraba y salía de su culito, que estaba ampliamente lubricado por sus jugos vaginales, mi lengua se dedicaba a su hinchado capullo rosa. Suzanne gemía y agitaba sus piernas en el aire, era una clara señal de que mi trabajo estaba siendo aprobado.

Introduje un dedo de mi otra mano en su caliente y húmeda cueva al tiempo que hacía lo propio en su culito, eso sí, teniendo mucho precaución de no dañarle con mi uñas. Suzanne pedía más y más. Añadí finalmente un tercer dedo en su culito y un segundo en su almeja y los metía y sacaba frenéticamente, Suzanne aullaba de placer, mi manos entraban y salían alternadamente de su culito y de su rajita mientras mi lengua jugueteaba con su erecto botón, detuve mis dedos en su interior y me concentré en su clítoris y Suzanne estalló en lo que serie una serie de tres o cuatro orgasmos muy pero muy intensos. Aprisionó mi cabeza entre sus piernas de manera que no pudiera escapar, hundiendo mi cara en su almeja. Mis dedos jugaban en su interior, en círculos,  de arriba abajo, hacía lo que podía, mientras Suzanne continuaba acabando, gritándome groserías con voz ronca de placer.

-        ¡Así puta, que bien que lo haces! Sigue follándome. Así mariconcito, que eres mi nenita ahora. Ya verás cómo te doy lo tuyo. Decía entre orgasmos. Sacudiendo su cuerpo y el mío entre sus piernas a su antojo.

Yo, sólo atinaba a tratar de no sacar mi lengüita de botón, cosa que era prácticamente imposible, ya que con tanto ajetreo, Suzanne terminó de refregarse con su clítoris por casi toda mi cara.

Finalmente, al cabo de unos minutos, Suzanne se detuvo y abrió sus piernas. Caí a la alfombra y retiré mis manos de Suzanne lentamente. Estaba rendido sobre la alfombra. Y en ese momento me vino un segundo de claridad y me vi vestido de mujer, con medias, tangas, sandalias, vestido, sostén, maquillado, con peluca, uñas esculpidas y totalmente depilado; mi pene dio un salto y se puso cómo una roca dentro de mínimas mis braguitas. Esto ocasionó que la presencia del hilo dental y las pantimedias entra mis nalguitas se hiciera más notable y al moverme sobre la alfombra sentí las pantimedias acariciar mis depiladas piernas, coronadas por esas sexy sandalias de taco aguja, mi pene estaba como una roca.

-        Putita, vete a arreglar un poco esas manos, ese pelo y ven para que te maquille nuevamente. Interrumpió mis pensamientos con firme vos Suzanne, pareciendo haberse olvidado que hace unos minutos mi cara y mis dos manos estaban enterradas en su entrepierna.

-        Si ama. Dije automáticamente. Y me puse de pie dispuesto a ir al cuarto de baño a asearme como se me había ordenado.

-        ¿Qué es eso? – preguntó Suzanne casi a los gritos y con notable disgusto al ver el votable bulto de mi entrepierna.

-        Es que tengo muchas ganas de correrme yo también. Dije un poco avergonzado.

-        Ven aquí - dijo Suzanne.

Me aproximé a ella y levantó la falda de mi vestido para dejar al descubierto a mi erecto pene que estaba totalmente fuera de mis braguitas y sólo contenido por mis pantimedias. Suzanne pasó su mano sobre él. Qué hermosa sensación. Nunca antes lo había sentido. Lancé un gemido.

-        Te gusta putito, ¿verdad?

-        Si ama, es muy placentero.

Suzanne, me acercó a ella, tomándome de mis nalgas, sin por eso acariciarlas a su gusto, marcando el contorno de mi culito y haciéndome sentir las pantimedias y las braguitas en él. Deliciosa sensación. Con sus manos acariciando mi cola por encima de las pantimedias y a merced comenzó a pasar su lengua por mi durísima polla, desde el borde de la braguita hasta la punta de mi glande, esto me volvía loco, yo sólo le dejaba hacer, quería acabar. Suzanne cogió mis testículos y con un hábil movimiento los hizo desaparecer en los vestigios del canal inguinal, con lo cual desaparecieron de mis braguitas. Comenzó a pasar rápidamente su lengua por el frenillo de mi pene y luego bajó tan sólo un poco las pantimedias de manera que mí hinchado glande quedase al aire y se le metió en la boca. Lo mojó bien y rodeó con su lengua unas cuantas veces comencé a mover las caderas instintivamente y a ceñir mi culito. Suzanne comenzó a rozar mi culito por encima de la braguita, debo admitir que no se sentía para nada mal. En realidad todo aquello me estaba encantando. Suzanne se dio cuenta de aquello y sacó mi pene de su boca y continuando sus masajes en mi culito me dijo:

-        Te gusta mi manera de tocar tu culito, ¿verdad putita?

-        Si ama, me encanta.

-        Tienes un lindo pene, pero sé que lo que quieres es tener algo adentro. Lo sé. Dime que es así.

-        Si ama. Quiero tener algo en mi culito. Contesté sin pensarlo, pero debo admitir que tampoco me molestó mucho el decirlo.

-        Bueno putita, ya te tocará. Tu culito lo pide. Dijo finalmente, cogió el elástico de la cintura de las pantimedias soltándolo encima de mi hinchado glande.

Mi erección desapareció casi por completo del dolor. Suzanne aprovechó esto y me ordenó que me acomodase, colocando mi pene hacia atrás de tal manera que quedase contenido por mis braguitas y las pantimedias. Lo hice, sin saber cómo, pero sabía hacerlo.

-        Pensabas que iba a dejar que acabes. Ja… ja… ja… lo harás en su debido momento. Ahora ve y termina de arreglarte que ya llegaran los demás invitados. Apurate.

-        Si ama.

Me dirigí al cuarto de baño y lavé mis manos, mi cara. Y por primera vez me vi detenidamente al espejo. Allí pude ver que mis cejas y el poco vello facial que tenía estaba cuidadosamente depilado lo que me daba unas facciones más femeninas de lo normal.

El vestido tenía un corte muy sexy y le daba a mi cuerpo masculino unas muy sugerentes curvas. Me estaba excitando verme así en el espejo.

-        Putita, quiero te des un buen baño, te pones esta crema humectante que aquí te dejo y luego te acomodas bien toda la ropita. Aquí también te lencería limpia. No quiero que nada esté fuera de lugar, luego me avisas cuando estés lista y te maquillo. Me dijo Suzanne mientras ponía cerrojo a la puerta.

Escuché como Suzanne hablaba con alguien y se reían. Esas risas me eran  familiares. Nuevamente casi sin pensarlo, me desnudé y me bañé a conciencia. Era la primera vez que tocaba mi cuerpo totalmente depilado. Mi piel se sentía muy suave. Era muy agradable.

Me lavé el cabello, que a propósito lo tenía mucho más corto de lo que lo recordaba. Y al terminar salí, me sequé y comencé a aplicar la crema tal cómo me lo habían ordenado.

Esperé un minuto o dos  y comencé a vestirme. Primero las braguitas, de lycra blancas con detalles de raso, cola less, me acomodé los testículos y el pene para disimularlos tal como lo había hecho Suzanne anteriormente. Instintivamente me miré al espejo. No se notaba nada. Me coloqué el sostén y las prótesis que tenía un color muy similar a mi piel y casi no se notaba la diferencia de donde comenzaba la prótesis y donde era mi piel. Volví a mirar al espejo me gustaba lo que veía. Nunca lo hubiera admitido, pero sí, me gustaba.

Me senté sobre el retrete y me coloqué las pantimedias nuevas, negras, sedosas y brillosas, nunca me había puesto medias pero me llamó la atención la destreza “natural” con que me enfundé en ellas. Me acomodé las pantimedias en mi entrepierna y entre mis nalgas, cosa que disfruté bastante, es más, me giré para mirarme al espejo y ver mi culito redondo cubierto por esas hermosas pantimedias. Luego me puse el vestido negro y largo que se veía muy elegante, de un material elastizado, que se ajustaba perfectamente al contorno de mi cuerpo. Me acomodé los breteles sobre los hombres  y la espalda y acomodé mi pecho en su lugar. Se sentía muy femenino hacer todo esto. Lo estaba disfrutando realmente.

-        Apúrate putita que no tenemos toda la noche.

-        Si ama. Ya casi termino. Sólo me falta calzarme las sandalias.

La puerta del cuarto de baño se abrió y Suzanne me estaba esperando. Me llevó a su cuarto y me sentó en una silla. Comenzó a maquillarme y luego me acomodó nuevamente la peluca. Cuando terminó con el maquillaje, me ordenó que me pusiera las sandalias. Así lo hice y me ordenó que desfilara para ella, nuevamente seguí sus instrucciones.

-        Ama, ¿puedo preguntarte algo? Por favor.

-        Putita. ¿Qué deseas?

-        Me llama la atención la destreza para el manejo de cosas y situaciones netamente femeninas que he adquirido en este corto tiempo. Sólo quería saber cómo es posible.

-        Putita. Para que sepas, has estado en tratamiento más tiempo del que crees. Hace una semana que eres mi prisionera y te tengo bajo mi completo control. Es más, hay mucho más por detrás de todo esto. Pero ya te irás enterando a su debido momento. Se puede decir que tengo un control hipnótico sobre ti.

-        Pero, ¿cómo es posible? Y mi trabajo? Mi novia? Cómo les voy a explicar esto a todos? ¿Hace una semana que estoy aquí?

-        Putita, ¡silencio! Ya te he dicho que todo se aclarará a su debido tiempo.

-        Si ama.

Suzanne sacó una cámara de fotos y comenzó a sacarme fotografías. ME pidió que me pusiera en poses sexys, en la cama, en una banqueta peinándome el cabello, etc.

Cuando terminó me tomó de la mano y me dijo ya estas listas. Ahora vas a ser el centro de la reunión. ME llevó a la sala y nos sentamos enfrente de la estufa. Me sirvió una copa de champagne y brindamos.

-        Por mi esclava putita que hoy perderá su virginidad. Repite.

-        Por vuestra esclava putita que hoy perderá su virginidad. Repetí automáticamente.

Chocamos nuestras copas y tomamos. Suzanne apenas si tocó la bebida, sin embargo me ordenó que tomase más deprisa. Y así lo hice. En menos de 5 minutos había tomado casi toda la botella de champagne. Demás está decir que ya estaba un poco alegre.

Suzanne me informó que esa noche, vendrían a cenar unos amigos suyos a quienes yo tenía que atender y complacer en todos y cada uno de sus deseos. Sin cuestionar nada. Y luego me miró fijamente a los ojos y me dijo

-        Cuando suene la campana, irás a recibirlos y les dirás “Bienvenidos, soy Carla vuestra esclava de esta noche para lo que gustéis” . Responderás el saludo que ellos te den y los acompañarás a la sala y les ofrecerás de beber a todos. ¿De acuerdo?

-        Si ama, de acuerdo.

-        Muy bien putita. Estate lista. Va a ser una gran noche.

La campana sonó y di un respingo, me levante y fui presurosa hacia la puerta. Cuando llegué a esta, mi corazón estaba latiendo con toda su fuerza, parecía querer saltar fuera de mi pecho.

Abrí la puerta y repetí de acuerdo a lo ordenado: “ Bienvenidos, soy Carla vuestra esclava de esta noche para lo que gustéis”

Eran cuatro personas, tres chicos y una chica. Todos traína antifaces así que no podía verles la cara. Dos de los chicos eran morochos. El otro rubio. Los tres muchachos llevaban trajes y se veían bien. La chica se veía muy guapa. Pelo largo ondulado color café y un cuerpazo que en ese momento sentí envidia. Un vestido largo de fiesta que le quedaba pintado.

-        Gracias Carla. Te ves muy sexy. ¿Podemos pasar? Me preguntó uno de los muchachos.

-        Si, por favor, pasen y los enseñé adentro.

El primero de los muchachos, tomó a la muchacha de la mano y la acompañó a la sala. Los otros dos los siguieron. Cerré la puerta y me dirigí a la sala.  Estaban todos ya sentados hablando con Suzanne.

-        ¿Qué desean beber?

-        Tráenos champagne Carla. Dijo Suzanne.

-        Si ama. Y me dirigí a la cocina, saqué una botella de champagne, copas y regresé a la sala.

Serví las copas y todos brindaron. Serví otra ronda y me ordenaron por más bebida. Así lo hice.

Al cabo de la tercera botella. Me dieron una banqueta y me pidieron que me siente en ella. En el medio de la sala.

Uno de los muchachos se acercó a mí y me dijo:

-        Hola soy Gastón. Quiero que me saques la camisa y los pantalones.

-        Si Gastón.

Y comencé a desprenderle la camisa. Tenía un cuerpo esculpido por años de gimnasia. No se podía ver su cara debido a la máscara, pero su físico era imponente. Desabroché su cinturón y luego sus pantalones, cuando bajé su cremallera comencé a sudar al sentir movimientos por debajo de la tela de sus pantalones.

-        Veo que te gusta mi cuerpo putita. Sácame los zapatos y calcetines.

-        Si Gastón.

Me agaché a desabroché sus zapatos y luego saqué sus calcetines. Me incorporé y continué con los pantalones. Tiré de la cintura de los pantalones hacia abajo y Gastón quedó únicamente en calzoncillos. No pude más que mirar su entrepierna para comprobar que su físico era más que generoso en esta área de su anatomía también. Me quedé unos segundos mirando lo que parecía ser un bulto de considerables dimensiones.

-        Vamos ahora desviste a Jorge. Me dijo Gastón y me señalo al chico rubio que se veía más bien jovencito.

-        Si, Gastón. Lo que ordenes.

-        Suzanne, tenías razón. Este putito, es una esclavita bien zorrita. La vamos a gozar mucho. Dijo Gastón mientras me veía caminar hacia el sofá en busca de Jorge.

Me acerqué a Jorge y lo tomé de la mano para llevarlo al centro de la sala. Jorge estaba sentado al lado de la muchacha y el otro muchacho a su costado. Jorge estaba ocupado tocando las piernas y los pechos de esa bella morocha, ella a su vez estaba ocupada besando al otro muchacho. Yo estaba parada allí mirando esa hermosa mujer disfrutando de esos hombres.

-        Sácale los zapatos. Putita.

Dijo Suzanne, que se había acercado a Jorge y estaba palpando los glúteos y el semejante paquete que insinuaban esos calzoncillos.

-        Si ama.

Contesté mientras me arrodillaba a desabrochar los zapatos de Jorge, primero uno después el siguiente luego le saqué los calcetines. Jorge seguía entretenido sobando suavemente los pechos de la muchacha por encima de su vestido y besando su cuello, ella por su lado tomaba otra copa de champagne.

-        ¡Qué mariconazo que eres! ¿Te gusta estar así vestido de nenita?

Me preguntó la muchacha cuando terminó con su copa de champagne.

-        Si. Me gusta mucho.

Contesté sin quitarle los ojos de encima. Es voz me era muy familiar, estaba seguro de conocerla. Pero mi memoria era algo confusa últimamente.

-        Bueno putito. Ya tendrás lo que te mereces. Ahora ve y sírveme más champagne. Y luego terminas de

-        Si señora.

-        Y luego terminas de desvestir a Jorge - agregó Suzanne.

Cumplí con la primera de las órdenes y volví hacia el muchacho. Desabroché su cinturón y luego su pantalón, tiré de él y Jorge quedó en calzoncillos también. Me quedé un segundo atónito mirando su entrepierna. Nunca había tenido un pene erecto tan cerca de mí y menos de esas proporciones.

En ese momento sentí que Gastón me tomaba de la cintura y apoyaba su pene en mi culito. Y me empujó casi encima de Jorge. Alcancé a poner una mano sobre la rodilla de Jorge para evitar la caída. Comenzó a acariciar mis piernas y mi culito mientras sentía su pollón crecer entre mis nalgas.

Suzanne se aproximó a mí y me colocó una venda en los ojos que anudó fuertemente. Luego me colocó grilletes de cuero en las muñecas, los tobillos y el cuello. Cada uno provisto de una cadena. Gastón me tomó de la cadena que asía el grillete del cuello y dijo:

-        Ahora vas a ver lo que es bueno putita.

La mano de la muchacha, me llevó una mano hacia el cinturón del tercer muchacho y la otra la posó directamente sobre la polla de Jorge. Agarró mi manó y me la frotó junto con la suya por toda la polla de Jorge que crecía más y más. Nunca había tocado otro pene que no fuera el mío. Esto me puso las carnes de gallina. Con la otra mano hacia lo que podía para sacar los pantalones del tercer muchacho. Al no poder, la muchacha me ayudó.

-        ¿Te gusta tocar a un macho de verdad, no es cierto mariconcito? O ¿Cómo quieres que te llame putito?

-        Sí, me gusta. Me llamo Carla.

Dije tragando saliva al notarme terriblemente excitada por la situación.

-        Hmm.. así. Tocadme las tetitas. Uno en cada una.

Gemía la muchacha, bajo la atención de los dos hombres.

-        Quiero tu polla Ariel. Dame de comer esa polla gordita.

Dijo a continuación y se escuchó lo que sólo podía ser una mamada de antología. Ariel suspiraba de placer.

Gastón se puso a mi costado y tomó mi mano y la llevó a su polla. La toqué un rato, sentirla caliente por encima de la tela de los calzoncillos fue muy excitante. Estaba excitadísima. Bajé mi mano y palpé sus testículos. Luego volví a subir lentamente sintiendo todo el relieve de esa polla enorme hasta el glande que estaba más allá del elástico de los calzoncillos, pasé mis dedos por todos los rincones de ese glande.

La muchacha gemía a toda voz. Disfrutando de las atenciones de Jorge y Ariel.

-        Cómetela putito si eso es lo que quieres desde hace años. Una buena pija de macho. Y verás cómo estos machos hacen gozar a una hembra como se debe.

Me acerqué al pene de Gastón y pude sentir su olor. Su olor a macho. Pero en ese momento me quedé congelado. Esa voz, esa voz al conocía. Estaba seguro de eso. En ese momento Gastón empujó mi cabeza contra su glande y sólo atiné a abrir la boca y dejarlo entrar. Caliente, suave, hinchado y grande, bien grande. Gastón siguió empujando y sentí avanzar ese mástil de carne dentro de mi boca hasta topar con mi garganta, instintivamente abrí aún más mi boca permitiéndole entrar apenas en mi garganta. Esto me provocó una sensación un tanto desagradable. Con mi otra mano seguía meneando la polla de Jorge que se sentía enorme de grande. Jorge bajó sus calzoncillos y me quedé con esa enormidad en mis manos. La meneé de arriba abajo lo mejor que pude. Era enorme.

Suzanne vino por detrás y comenzó a acariciarme las piernas y la espalda. Lo hacía muy bien. Llegó a mi entrepierna y comenzó a sobarme mi culito, metiendo sus manos por le medio de mi raja. Me estaba excitando mucho esto. Gastón me tomó de la cabeza y hundió su polla hasta el fondo de mi garganta, me ahogué y tosí.

-        Toma puta. Dijo Gastón.

-        Ahora comerás una buena polla. Siguió.

Que me hablara así me excitó mucho, abrí aún más mi boca y su polla entró un poco más. Sentí sus grandes testículos contra mi pera. Wow!, no podía creer, que tenía todo eso dentro de mí. Me sentí orgullosa. Gastón la sacó lentamente y pude disfrutar de pasar mi lengua por toda su extensión. Que pedazo de polla tenía ese muchacho. Cuando llegó al capullo se detuvo y me dejó que lo besara a placer.

-        Así, chúpala como a ti te gusta. Pónmela bien dura si quieres que te folle.

-        Claro que si mi machote. Te comeré esa polla.

Dijo la muchacha mientras se dedicaba a comerle la polla a Ariel.

Suzanne, rompió mis medias y corrió el hilo de la tanguita y comenzó a pasarme la lengua por mi culito, cosa que me provocó escalofríos. Cerré los ojos aun vendados y disfruté de ese momento. Eché la cabeza hacia atrás, con lo que Gastón hundió su polla en el fondo de mi garganta. Mi pene se puso durísimo en ese segundo y quería salirse de su encierro. Gastón comenzó a mover su cadera de adelante hacia atrás follándome por la boca, yo abría la boca gustosa, dejando ese pedazo de carne entrar y salir de mi garganta. Me fascina particular mente sentir su vello púbico contra mi nariz y sus pelotas  golpear contra mi barbilla. Me estaba encantando. Por otro lado intentaba pajear lo mejor que podía a Jorge. Pero esto último se me estaba dificultando un poco.

-        Enséñale al putito este como se debe pajear una buena polla.

Dijo Jorge a la muchacha. Esta sin dejar de chupar la polla de Ariel, estiro su mano y por sobre la mía comenzó a masturbar de una manera experta, que yo trataba de imitar, la polla de Jorge que pareció recuperar vida y empezó a ponerse dura entre nuestros dedos. Sacó por un segundo la polla de Ariel de su boca y dijo:

-        ¿Ves mariconcito como se pajea una polla? Espero que lo hagas mejor ahora.

Intenté seguir sus movimientos con mi mano lo mejor que pude. Esto me estaba poniendo como loca. Suzanne se acercó a mi oído y me dijo:

-        Quieres algo más, ¿verdad?

-        Si ama, dámelo todo.

-        Miren como esta putita quiere más. Dijo Suzanne y todos rieron.

Sentí algo frío y un poco pegajoso alrededor de mi culito, los dedos de Suzanne estaban esparciendo algo por él. A continuación Gastón sacó su polla de mi boca completamente y pude respirar un poco más desahogada. Jugaba con su glande con mis labios. La muchacha seguí con sus faenas con Ariel y Jorge, estos encantados con su trabajo. Suzanne se acercó a mí nuevamente y sentí que apoyaba algo en la boca de mi culito, presentí lo que  venía a continuación. Cerré los ojos. Suzanne tomó de la cadena que sujetaba mi cuello y tiró fuertemente de ella. Al mismo tiempo que me penetraba sin mediar hasta el fondo de mi culito con un pene de goma fijado a su cintura con un arnés de considerable dimensiones.

-        Ah…

Alcancé a decir extasiada de placer y de desgarrador dolor y en cuanto tuve la boca abierta, Gastón me metió su pene hasta el fondo de la garganta. Mi pene estaba que no daba más, quise llevar mi mano a él, pero Gastón no me lo permitió; tomó las cadenas que unían los grilletes de mis muñecas y las ató fuertemente en mi espalda.

Suzanne, sacó el pene de mi culo lentamente. Me pareció que era interminable. Mi culito ardía.

-        ¿Te gusto putita?

-        Mm mm... Respondí con la boca llena con el pene de Gastón que comenzaba a bombearme por ella.

Que digo, no me había gustado, estaba encantada. Sentía que iba a acabar en cualquier momento. Suzanne me tomó de las caderas y volvió a penetrarme con más fuerza que antes, sentí esta penetración aún más profunda que la anterior. Suzanne ahora comenzó a meter y a sacar este pene de mi culo,  lo sacaba totalmente y me volvía a penetrar lo más profundo que podía. Gastón hábilmente calculaba el tiempo de manera que las embestidas anales de Suzanne hicieran que mi garganta tragase más y más de su pene.

Yo, estaba encantada. Quería más.

-        Mira  cómo disfruta este putito de dos pollas. Tenías razón. Semejante mariconazo era esta putita.

Le dijo Ariel a la muchacha mientras Suzanne me daba una fuerte nalgada que me hizo dar un respingo.  Estaba gozando como nunca lo había hecho.

-        Si bebe, dame esa polla que la quiero dentro de mí. Ya sabes cómo me encanta ese pollón que tienes.

Dijo la muchacha a Jorge.

Fue con esta frase que mi mundo dio un giro de 180 grados. Me encontraba allí vestido completamente de mujer, tangas, sostén, pantimedias, peluca, maquillado. En un estado de obediencia hipnótico. Con una polla en el fondo de mi boca, y otra entrando y saliendo de mi culo. Quise moverme, pero mis manos estaban fuertemente atadas, los grilletes me tenía completamente inmovilizado. Estaba completamente humillado. Mis piernas flaquearon y se doblaron, pero cuando no pudieron aguantar más mi peso, mis manos me sostenían por la espalda. El pene que Suzanne por detrás y el de Gastón por delante eran mis únicos sostenes.

Suzanne se dio cuenta de esto y me penetró profundamente y dijo:

-        Chicos, la putita se dio cuenta de cómo son las cosas.

Todos rieron a mis costillas. Comencé a llorar de la humillación y desesperación.

Gastón comenzó a agitarse y su pene se puso durísimo. Me cogió de los costados de la cabeza y penetró mi boca a gusto, llenándola de caliente polla hasta el fondo de mi garganta. Yo sollozaba desconsolado. Gastón retiró su polla de mi boca sólo a medias.

-        Así putito, cómete mi lechita que te va a encantar. Hmm… ahh.. así.

Y comenzó a correrse en mi boca. Su corrida era muy abundante. Tenía un sabor metálico y un poco amargo. Gastón seguía largando chorros de su espesa semilla en mi boca, llenándola. Yo, aun penetrado por el dildo de Suzanne, no dejaba de llorar.

-        Ahora putito, cierra la boca así la saboreas bien antes de tragártela. Pero no tragues nada aún. Quiero que me limpies la polla y la dejes reluciente.

Cerré la boca tal cómo me habían ordenado. Su textura de mucosa y sabor agridulce no eran del todo desagradable, pero en ese momento, me parecía lo más repugnante que podía tener en la boca. Comencé a pasar mi lengua por toda la polla de Gastón limpiándola poco a poco a medida que se iba achicando en mi boca.

-        Gastón sácale la venda de los ojos que quiero que vean como un verdadero macho penetra a una hembra. Dijo la muchacha.

Gastón, retiró la venda de mis ojos, que tardaron unos segundos en acostumbrarse a la luz de la sala. Al principio lo púnico que podía ver era el abdomen de Gastón. Su polla estaba de ya casi fuera de mi boca ya que había perdido su erección totalmente.

-        Linda boquita tienes putito. Se ve que te gusta chupar pollas.

Me dijo Gastón retirándose. Cuando estuvo lo suficientemente lejos giré mi cabeza y comprobé que mis peores temores eran realidad. Esa muchacha era mi novia. Y estaba mamando la polla de Ariel, uno de sus viejos amantes  que al tenía no muy grande, pero era gordísima. El otro muchacho, el de la polla gigante, era Jorge otro de sus amantes y yo aún tenía la boca repleta de leche de Gastón, otro de sus amantes, quien se reía delante de mí. Agaché mi cabeza y comencé a llorar aún más desconsoladamente. Tragué todo lo que tenía en mi boca.

-        ¿Por qué me haces esto?

Ester levantó la vista, me miró de costado y sacó la pija que tenía en su boca lentamente, con mucha cara de placer y mirándome todo el tiempo.

-        Suzanne fóllale bien el culo al putito este. Que quiero que vea como coge un verdadero macho.

Suzanne ni espero un segundo y sacó el consolador de mi cuerpo, untó más lubricante en mi culito y sin medias más acometió contra el metiéndome toda la polla brutalmente, luego continuó ese violento mete y saca de ese pene de goma de mi culo a toda velocidad. Continué llorando mientras era follado violentamente por Suzanne.

Gastón ayudó a Suzanne y me giraron de manera que quedé mirando de frente el sofá donde se encontraba Ester con sus dos amantes. Suzanne no disminuía su ritmo. Me empezaba a acostumbrar a esas penetraciones.

Ester se incorporó. Me miró cruelmente y se fue sentando en la polla enorme de Jorge. Primero sólo dejó entrar el glande.

-        Oh.. que delicia esta cabecita. Siempre me hace ver las estrellas.

Subió y bajó unos segundos sobre ella y luego se la enterró hasta la mitad aproximadamente. No había manera de disimular el placer que le estaba produciendo. Subió y se sacó ese pollón de adentro. Se volvió a sentar sobre él, pero esta vez entro casi toda. Ester gemía de placer. Sus manos acariciaban sus pechos mientras comenzaba un frenético sube y baja sobre ese mástil de carne. Nunca había visto un pene de este tamaño. No era de extrañar el placer que sentí Ester. Ester parecía que pronto alcanzaría un gran orgasmo, se agitaba y dejaba que su almejita engullera toda esa carne. Yo estaba hipnotizado por la escena. Observaba cada detalle. Mi culo recibía gustosamente las embestidas de Suzanne y poco a poco me estaba relajando. Ester se detuvo en seco, aún enfundada por la polla de Jorge y me miró fijamente.

-        Suzanne explícale a este mariconcito de que se trata todo esto.

-        Si querida.

Suzanne dejó de follarme y retiro el pene de mi culo cómo sin importarle lo que estaba haciendo. Inmediatamente desee tenerlo nuevamente adentro. Se sentí muy bien. Suzanne se dirigió a mí y pude ver el instrumento que me había causado ese placer y para mi sorpresa era muy pequeño en comparación con el placer que sentía. Era más chico que la palma de mi mano. Suzanne se sentó frente a mí, y comenzó a hablar mientras con una mano acariciaba las tetas de Ester que cabalgaba suavemente  a Jorge.

-        Putita. Cuando subiste a mi carro, hace 3 semanas, caíste en el más elaborado plan de venganza y amor que jamás hubieras podido imaginar. Llegaste a casa y estuviste a merced de Ester. Ella estuvo todo este tiempo supervisando tu transformación en Carla y tu entrenamiento y educación.

-        Pero, tres sem..

Intenté decir.. Pero no pude seguir, mis palabras se vieron interrumpidas por una mirada de Ester. Sólo esto fue suficiente para inmóvil y mudo.

-        Ves putito. Con sólo mirarte y respondes a lo que te ordeno.

Me dijo Ester sin dejar de follar con Jorge.

-        Durante la primera semana. Nos encargamos de tu apariencia primaria y comenzamos el proceso de esclavización. Depilación, cremas, dieta, corte de cabello, etc. Luego, todos te enseñamos a vestir de nena mientras te encontrabas en un trance hipnótico de tal manera que lo aprendes con el subconsciente y lo haces aún sin pensar en ello. Por ejemplo, colocarte el sostén, las pantimedias, acomodarte tus partes en tu tanguita y caminar con taco aguja, sentarte como una dama, arreglarte las uñas, comer y hasta pensar con una putita.

Mi cabeza era un torbellino de ideas, pensamientos, sensaciones. No termina de comprender todo esto. Estaba demasiado confundido. Ester, sin embargo, estaba disfrutando todo esto casi más que la increíble follada que estaba recibiendo por parte de Jorge. Le veía la cara de placer al ver mi confusión y mi desaliento.

-        Hace años que se que eres una putita reprimida y lo sé. Se nota en todo lo que haces. Siempre me miras mi vestimenta, mis pinturas. Cuando vamos de compras tus ojos y miradas lo dicen todo. Además de que eres un pésimo amante. Y ya que tanto me torturas para saber cómo eran mis otros amantes, he decidido convencer a estos tres machotes para que te muestren como follan los hombres de verdad.

-        Y nosotros hemos estado encantados con la idea. Sobre todo al saber que Ester nos dijo que haría lo que fuese para convencernos. Y fueron varios meses de convencerme a pleno sexo. Ja ja ja.

Rió Gastón cuando yo comenzaba a llorar nuevamente, totalmente humillado.

-        Ya, ya putita. Que desde ahora serás nuestra esclavita para todo lo que queramos, si es que quieres seguir siendo nenita. Pero eso me lo dices luego.

Dijo Ester, pero fue interrumpida por Jorge que empezó a cabalgarla más a prisa, lo que generó que Ester se mordiera los labios y cerrase los ojos por el enorme placer que le estaba dando el entrar y salir de esa mole de carne tiesa.

Ester se giró de manera que quedó de espaldas a mí mientras comenzaba a gemir más fuertemente. Ariel se incorporó y se paró delante de mí y dijo:

-        Putito, chúpame la polla. Ponla bien tiesa y verás cómo le follo el culo a esta princesita.

Me agaché e intenté meter esa polla en mi boca, pero me resultó casi imposible, sólo una parte pude retener ya que era demasiado gruesa. Tenía un glande enorme que parecía un hongo. Pasé la lengua por toda su extensión, de arriba abajo.

-        Escupe mucha saliva y espárcela con tu lengua.

Junté toda la saliva que pude y se la escupí en el glande. Luego Ariel empezó a restregar su polla por mi lengua y mi cara. Se puso durísima y súper gorda.

Ester, gemía a punto de alcanzar un gran orgasmo. Subía y bajaba de esa polla a un ritmo desenfrenado. Se giró y me miró a los ojos y se rió con una sonrisa maliciosa.

-        Ven mariquita. Acércate quiero que veas cómo acabo.

-        Si, Ester dije.

Me acerqué al sofá. Ariel se puso detrás de Ester, la tomó de la cintura y le hundió esa polla gorda en su culo. Ester gritó de placer y comenzó a venirse a los gritos. Se giró y sujetó a Ariel de los glúteos, éste le tomó del cabello y le metió la lengua en su boca y se comieron la boca mutuamente. Ester se contorsionaba con la polla de Jorge aun entrando y saliendo de su almejita, Ariel no se movía aún. Ester empezó a disminuir sus convulsiones y Jorge se dedicó a besar y sobar los pechos de Ester.

-        Ven y prepárame para esta fiesta.

Dijo Gastón, mientras se situaba al lado mío con la polla en semi erección.

Ester se dejó caer y su cueva, luchaba por tratar de albergar toda la polla de Jorge, casi sin éxito. Ariel sacó su polla del culo de Ester y echó un escupitajo en su agujerito y luego, sin mediar más se la hundió de nuevo en las profundidades del culito de Ester que gritó de placer.

Abrí la  boca y metí la polla de Gastón en mi boca e inconscientemente imitaba el ritmo de vaivén de Ariel en el culo de Ester con mi boca en la polla de Gastón. Este la sacó y me pegó con ella en la cara.

-        Ester mirá cómo le gusta la polla a este mariquita. Y tú, no te quedes así y abre la boca.

Ester giró su cabeza y me miró con la boca abierta al tiempo que Gastón me escupió dentro de ella y luego metió su pene hasta el fondo. Comenzó a sacarlo de mi boca a medida que se agrandaba y miré a Ester y nuestros ojos s se volvieron a encontrar. Esto obviamente le producía un gran placer porque al instante empezó a venirse nuevamente, sin dejar de mirarme al tiempo que Jorge empezaba con leves movimientos a meter más y más polla dentro de Ester. Ariel tomó a Ester de los hombros y le hundía su gorda polla dentro del estrecho culito de Ester que sin dejar de mirarme seguía riéndose y viniéndose a pleno goce. A estas alturas, el pene de Gastón estaba a punto en mi boca y ya me lo tragaba con total facilidad.

Suzanne se reincorporó a la fiesta y acomodó sus pechos de tal manera que Ester pudiera hacer uso de ellos a su antojo. Ester ni lerda ni perezosa comenzó a besar uno de los pechos de Suzanne sin dejar de mirarme ni de correrse. Finalmente su orgasmo pareció terminar al cabo de dos o tres minutos. Gastón sacó su pene de mi boca y se dirigió a Suzanne y comenzó a follarle el coñito por detrás. Suzanne encantada, comenzó a gemir.

Ariel por su lado no paraba de bombear el culo de Ester, lenta y ceremoniosamente. Ester en señal de agradecimiento por el buen polvazo que acaba de brindarle, tomó a Suzanne e hizo que se dieron un largo beso.

Estas escenas que estaba viviendo, si bien me eran altamente humillantes, por otro lado el sexo que se estaba practicando me tenía totalmente empalmado. Sentía mi pija totalmente erecta golpear contra mi vientre, sujeta dentro de su tanguita.

-        Si, putito tenías razón con Suzanne hace tiempo que somos amantes. Pero que quieres con esta preciosura de mujer. Mira estas tetas. ¿Acaso no te gustaría tener unas tetas así? Dijo Ester.

-        Si, Ester. Me encantaría. Contesté sin pensar.

Jorge no se estaba moviendo mucho y su pene estaba perdiendo erección, con lo cual lo sacó de Ester, provocando un quejido de satisfacción por parte de ésta. Y se acercó a mí, parándose de frente a mí.

-        Maricón, por fin nos vemos las caras. Ester tenía razón. Eres tan o más marica que lo que nos habían dicho. Limpia los jugos de la zorrita de Ester.

-        Si, Jorge.

Volví a contestar en un estado de total automatismo. Ya no podía pensar. Sólo actuaba, Respondía a los diferentes estímulos que recibía y reaccionaba a consecuencia.

Jorge, se acercó y pude ver de cerca esa semejante herramienta que le colgaba entre las piernas. Era enorme. Cuando la tuve a mi alcance, sólo pude alcanzar la parte superior de esa monstruosidad ya que el resto colgaba por debajo de mi barbilla. Pasé mi lengua por la base limpiando restos de jugos de Ester, luego uno de los costados y luego el otro, tratando de levantar ese pene con mi lengua, cosa que no era nada fácil, pero debo admitir me estaba encantando.

-        Ester mira cómo trabaja el mariconcito con la polla de Jorge. Dijo Suzanne.

-        Wow. Se ve que lo está disfrutando. Jorge, ¿qué tal lo hace?

-        Lo hace bien, pero tiene mucho que aprender. Nadie lo hace como ti bebé. Respondió Jorge.

Traté de prestar atención a las quejas y seguir con mis faenas. Poco a poco las partes de esa polla que estaban  a mi alcance iban quedando limpias y el resto de la polla comenzó a crecer. Me hice un poco hacia atrás para contemplar esta escena. Esta polla a medio crecer era gigante, más que polla era un pollón de esos que sólo se ven en películas porno. Ariel dejó el culito de Ester, lo que la alivió a ella y se recostó en el sofá justo al alcance de Suzanne que comenzó a comerle la almejita. Ester estaba fascinada, sobre todo porque Suzanne comenzaba a acabar por el polvazo de Gastón lo que incrementaba la excitación general del grupo.

La polla de Jorge estaba ahora a mitad de mi alcance, con lo cual iba limpiando todos los restos de los jugos de Ester de ella. Jorge estaba claramente disfrutando de mis esfuerzos. Su polla creciendo cada vez más a medida que yo avanzaba con mi limpieza. Finalmente llegó el punto en que pude alcanzar su glande e intentar meterme ese mástil de carne en mi boca.

Ariel por su lado, fuera de mi vista, se había lubricado bien esa pollota gordota suya y vino por detrás de mí.

-        Ahora putito. Te voy a romper el culo, literalmente. Porque te lo tienes bien merecido por ser tan maricón y gilipollas.

Me tomó de las caderas, apoyó su glande con forma de hongo en la entrada de mi culito. Lo primero que sentí fue una sensación de calor, muy distinta a lo que había sentido con el pene de goma de Suzanne y luego Ariel me empujó hacia atrás al mismo tiempo que me encestaba una brutal penetración.

Esta vez grité pero de genuino dolor. Y comencé a llorar de dolor. Esa penetración fue desgarradora. Todo mi interior me ardía en llamas. Ariel sin miramientos, sacó su polla con el mismo descuido con el que la había metido dentro de mí.

Jorge aprovechó y me tomó de las mejillas, apretándolas de manera que mis labios formasen un círculo y comenzó a empujar su polla en mi boca, si bien aun no estaba del todo erecta, me costó mucho trabajo recibirla. Era muy grande. Ariel, nuevamente fue a su acometida. Me tomó por las caderas y hundió su pene dentro de mí, provocando otra oleada de dolor, con su ancho pene totalmente dentro de mí, me tomó de los hombros y la hundió más aún, instintivamente quise gritar, pero esto sólo provocó que la gigante polla de Jorge se metiera aún mas in mi garganta. Casi no podía respirar. Ariel comenzó a retirar su polla de mi dolorido culo, hasta dejar sólo su abultado glande dentro de mí, dejó que me relajara unos momentos, disfrutando de cómo Jorge introducía su enorme polla lo más profundo que le permitía mi estrecha garganta. Esto me estaba dificultando la respiración notablemente, cosa que poco preocupaba a nadie más que a mí. Jorge sacó prácticamente toda su polla de mi boca, salió totalmente lubricada con una saliva un poco más espesa de lo normal y pude tomar una bocanada de aire e incorporarme un poco. Giré mi cabeza para alcanzar a ver cómo Suzanne hacía venirse a Ester en otro orgasmo más, nunca había visto a Ester venirse tantas veces y mucho menos de esa manera. Su cuerpo se arqueaba y emitía sonidos guturales y pequeños gritos de placer, inclusive ocasionalmente decía algunas obscenidades con voz ronca, mientras parpadeaba a toda velocidad.

-        Veo que las chicas la están pasando muy bien. Dijo Jorge.

-        Si, dijo Ariel, pero yo también me quiero venir.

Ariel, me tomó de las nalgas y empujó hacia atrás sólo con la suficiente fuerza cómo para que el glande saliera de mi dolorido culito casi por completo, sólo sentí una parte pequeña de su cabezota dentro de mí. Jorge, me tomó del cuello, colocando la palma de su mano a lo largo de mi cuello como quien toma una botella en sentido horizontal y firmemente comenzó a introducir su gigante polla en mi garganta, cada vez más y más profundo. Esto me estaba provocando arcadas, pero Jorge seguía empujando. Sentía cómo semejante polla avanzaba dura y firme por mi garganta. Estoy seguro que Jorge podía sentir el paso de su polla por mi garganta con su mano. Cuando hubo llegado casi hasta su fin, tenía su vello púbico a pocos centímetros de mi nariz y sus testículos rebotando contra mi pera, Ariel me tomó de los hombros y cerré los ojos, sabía lo que se venía. Pero esta vez, lo esperaba gustosa. Tal cual lo esperado o aún mejor, Ariel empujó nuevamente con todas sus fuerzas y sentí mis adentros abrirse a desgarrante velocidad para darle paso a ese ancho y gordo pene. Este empujón hizo que los pocos centímetros de polla de Jorge que aún tenía fuera de la garganta entrasen en mí, ahora sí estaba totalmente empalada por una gorda polla que me estaba literalmente rompiendo el culo y una enorme polla que me llenaba toda la boca y la garganta.

-        Chicas, miren al putito este cómo está lleno de pija.

-        Hmmm… que mariconazo eres. Yo sabía que te iba a gustar la pija, pero nunca pensé que tanto. Dijo Ester.

Mientras Ariel y Jorge comenzaron a alternar sus vaivenes copulatorios, entrando y saliendo de mi culo y mi garganta, Ester se incorporó del sofá y fue en búsqueda de una cámara fotográfica. Se puso en un buen ángulo y dijo:

-        Sonríe putito.

Aprovechando un momento en que se me veía la cara llena con media polla de Jorge y a Ariel con toda su polla en mi culo, sacó un par de instantáneas.

-        Esto, putito. Es una de las tantas garantías que tenemos para  asegurarnos que no te harás el valiente con nosotros luego. Es más te aconsejo que desde ahora en adelante obedezcas todo lo que te ordenamos para evitar así que estas fotos sean publicadas por todo internet.

Nuevamente, me vi atrapado en esta trama de venganza, humillación en que había caído y si bien, debo reconocerlo, estaba comenzando a realmente disfrutar el polvazo que me estaban pegando, me sentí totalmente humillado una vez más, mi cerebro se puso en blanco cómo un autómata y sólo comencé a llorar.

-        Mira la putita está llorando. Dijo Jorge.

-        Será por cómo le estoy rompiendo el culo. Dijo Ariel.

Ambos se rieron y comenzaron a aumentar su ritmo. Esta vez, ambos penetraban al mismo tiempo, por lo que la polla de Jorge se iba adentrando más y más en mi garganta. La gorda pija de Ariel la sentí en el fondo de mis entrañas, desgarrándolas a su paso. Ariel me tomó de las caderas y comenzó a follarme frenéticamente, comenzó a gemir anunciando que iba a acabar. Jorge tenía su polla completamente en mi garganta y ya no podía respirar, sin embargo, él continuaba entrando y saliendo de ella al ritmo que marcaba Ariel. No tardó mucho y me comencé a sentir totalmente mareada. Ariel, se venía dentro mío, sentí sus chorros de semen en mi interior mientras él seguía bombeando cómo si nada aconteciera. LA polla de Jorge se puso cómo una roca en mi garganta y Jorge comenzó a follarme velozmente con cortos movimientos en mi garganta, mis piernas flaquearon y empecé a desfallecer, pero antes sentí como Jorge vaciaba su enorme polla dentro de las profundidades de mi garganta. Sentí el calor de su semen en mi interior. Cerré los ojos y me desmayé.

Abrí los ojos, para ver un panorama no muy diferente de lo último que recordaba. Aunque esta vez no estaba atada. Estaba sobre la alfombra de la sala. Me comencé a incorporar, pero me costó bastante trabajo, ya que me sentía muy débil. Escuché voces al otro lado de la sala. Eran las mismas voces. Me fui incorporando lentamente, tratando de ordenar mis pensamientos. ¿Quién era yo?, ¿Qué era yo? Aquello que recordaba último, ¿había sido un sueño? Pero una breve inspección de la situación aclaró muchos de estos interrogantes. Miré hacia mis pies y aún calzaba pantimedias y sandalias. El vestido, se veía un poco sucio, pero seguía allí. Mi boca y mi garganta tenían un sabor que sólo traían imágenes más que inquietantes a mi memoria. Dirigí mi mano hacia mi trasero y acomodé, instintivamente, mis braguitas en su lugar. Acomodé mi cabello, lo mejor que pude y me puse de pie.

-        Vaya, vaya miren quien se está despertando. Dijo Ariel desde una mesa donde se encontraban todos desayunando, todos aún desnudos.

Bajé la cabeza un poco avergonzado sin saber qué decir ni hacer.

Ester se acercó a mí, y pude apreciar su perfecta figura. Su corte de modelo. Sus tetitas perfectas, su delicada y sexy manera de caminar.

-        Buen día Putito. ¿Disfrutaste lo de anoche? Dijo con una gran sonrisa y luego me dio un profundo beso de lengua.

-        Si. Mi ama. Dije, prácticamente sin pensarlo.

-        Qué rico sabor a corrida qué tienes. ¿Te gusta?

-        Si. Ama;  dije llevando mi mirada al suelo, me gusta.

-        Bueno, ahora ve y te das un baño, te arreglas y vienes a desayunar con nosotros, ¿vale?

Ester se volvió a la mesa riendo en parte por el control que claramente estaba ejerciendo en mí y parte por los comentarios que recibía desde la mesa. Pude observar su hermoso y perfecto culito cuando se iba y no dejé de sentir un poco de envidia por esa perfecta anatomía.

Sin decir más, me metí en el cuarto de baño y prendí la ducha. Me desnudé y esperé unos minutos hasta que el agua se puso lo suficiente caliente. Me duché tratando de limpiarme profundamente como si esa ducha pudiera borrar mi memoria. Al pasar el jabón por mi cuerpo, éste fue recordando las sensaciones de aquella noche una por una. Al principio, volví a sentir mi piel completamente depilada. Al pasar el jabón por mis piernas, recordé las caricias de las pantimedias cuando me las puse por primera vez. Una delicia. Luego llegué a mi entrepierna y comprobé al tocar mi pene que me estaba excitando al recordar esto, pero no sentí deseos de masturbarme. Luego, me lavé mi culito y sentí un poco de ardor por el trajín sexual que me había dado Ariel y recordaba sus gritos al momento de correrse dentro de mí. Me di cuenta que quería volver a sentirlo, cuando apreté mis nalguitas con fuerzas. Finalmente cuando llegué a mi cara, vi caer el agua manchada con parte de maquillaje y lo primero que vino  a mi mente fue mi imagen en el espejo cuando Suzanne terminó de vestirme y maquillarme por primera vez y lo fea que me debía ver esta mañana delante de todos. Puse más esmero aún en lavar mi cara perfectamente. Fue allí cuando volví a sentir el sabor, proveniente de mi garganta y mi boca, al semen de Jorge que ahora recordaba vagamente caliente y muy abundante en mi garganta y mi boca. Sentí ganas de chupar una polla. Esa polla.

Inmediatamente, abrí la boca y traté de enjuagar lo más que pude de ella. Caí al piso de la ducha llorando desconsoladamente al darme cuenta de lo que estaba sintiendo. Cuán humillante era todo esto. Me quedé llorando en estado fetal durante varios minutos. Sin encontrar salida, solución, ni lógica a todo lo que me estaba pasando.

Me incorporé y cerré el agua de la ducha y me sequé. Me envolví en la salida de baño y me sorprendí al darme cuenta que sin pensarlo, me había puesto un gorro en la cabeza. Me lo saqué y saqué también la salida de baño y me até una toalla a la cintura. Salí enojado dispuesto a encarar a Ester por esta situación. Salí del cuarto de baño y en cuanto escuché sus voces, me paralicé. Me sentí inmediatamente desnudo. Confundido pero aún enojado, me dirigí al cuarto a vestirme.

Al llegar al cuarto, me senté sobre la cama y terminé de secarme, tratando de ordenar mis pensamientos. Pude ver que allí estaba extendida, la ropa que llevaba puesta el jueves por la noche. Cuantos días ya de eso, pensé. Esos recuerdos se me hacían tan lejanos. Al lado de esta ropa, había tanguita, sostén, pantimedias, una minifalda, una blusa ajustada y unas botas negras de gamuza. Me quedé encantado con las botas y lo primero que vino a mi mente fue, me las quiero probar. De más está decir que no volví a mirar mi antigua ropa y lo más rápidamente que pude me fui poniendo mi ropita de nena. Tanguita, pantimedias,  tuve que dejar de acariciar mis piernas y mis nalguitas porque esto me estaba comenzando a excitar y no quería tener un bulto en la tanguita. Luego me coloqué las prótesis y el sostén. Se veían muy naturales. Fantaseé por unos segundos con tener pechos propios. Me puse la blusa color negra a continuación, luego la minifalda de gamuza color café. Debo decir, que quienquiera que haya estado eligiendo mi guardarropa tenía un muy buen gusto. Finalmente, tomé las botas y me las probé. Me encantaron. Mi corazón latía de la emoción. Me senté en una butaca enfrente del espejo, crucé mis piernas y comencé a maquillarme. No tardé mucho, lo hice con facilidad y casi con mucha naturalidad. Se ve que en este tiempo estuve entrenada en buenas manos. Cuando terminé, coloqué mi peluca. Esta vez era una de color café oscuro con largas ondas. Me peiné la peluca y me coloqué aretes. Me hice hacia atrás en mi asiento y observé cómo me veía. Estaba contenta cómo me veía. Me puse de pie y me dirigí a la sala.

Al llegar a la sala, estaban todos sentados charlando en la mesa. Escucharon el ruido de mis pasos y dirigieron sus miradas hacia mí.

-        ¡Finalmente te decidiste a ser una nenita, putito! ¡Bravo! Dijo Ester guiñándome un ojo.

-        Ahora nos vas a tener que atender a todos, esclavita. Dijo Suzanne.

-        Si ama. Contesté presurosamente.

-        Ven y toma tu medicina antes de comenzar las tareas. Me ordenó Ester.

Me acerqué a Ester y tenía una péquela caja con varias píldoras de diferentes colores. Y un vaso con jugo de naranjas. Me dio las píldoras y las tomé una por una con pequeños sorbos de jugo.

-        Tienes que tomar estas píldoras todos los días, cuatro veces por día. Me dijo Ester mientras me miraba fijamente.

-        Si, ama.

-        Muy bien.

Mientras tomaba mis píldoras. Ariel, qué se encontraba a mi izquierda, comenzó a acariciar mi muslo, metiendo su mano por debajo de mi falda y entre mis nalgas. Instintivamente, moví mis caderas hacía atrás.

-        Te gusta putita, ¿verdad? Dijo Ariel, riéndose.

No dije más que asentir con la cabeza. Todos rieron. Ariel siguió unos segundos más y dijo:

-        Ven, sé que tienes ganas de comer un poco de polla zorrita. Que luego quiero follar a Ester.

En un santiamén, me metí debajo de la mesa y entre las piernas de Ariel. Me acerqué a su polla. Tenía un olor un tanto amargo, pero sin dudarlo mucho levanté su cabecita con mi lengua rozando levemente sus testículos. Sentí como Ariel dio un pequeño respingo. Introduje la cabeza del glande en mi boca y lentamente fui limpiando y extrayendo el capullo de su envoltorio. Me costó un poco al principio, debido a su forma, estaba contenido dentro de su prepucio, pero una vez que comenzó a crecer, al aumentar su tamaño, que era de por sí considerable, brotó de su encierro. Gastón, que estaba del lado opuesto de la mesa, tenía entonces mi culo directamente enfrente a él, no tardó mucho en hacer caso al invite. Comenzó a levantar mi falda y a tener acceso a mi trasero. Lo sobó durante un rato, pasando su mano por toda la extensión de mis nalgas, sentí su mano acariciar mis nalguitas y meter su mano entre ellas como si nada. Yo, instintivamente movía mi cintura de adelante a atrás para ya sea ayudar a las caricias que recibía de Gastón o a las que yo le daba a Ariel. Gastón siguió sobándome el culo y yo seguí disfrutándolo un buen rato. Me estaba excitando mucho aquello. Jorge sentado a la derecha de Ariel, separó sus piernas para dejar a la vista su terrible herramienta. Su glande colgaba por debajo del borde de la silla. Estiré mi mano y comencé a acariciarle. Su polla reaccionó de inmediato. Volví con mi boca al grueso capullo de Ariel e  introduje ese sabroso capullo por completo en mi boca, que a propósito quedaba prácticamente repleta con él. Lo metí y saqué de mi boca repetidas veces succionando fuertemente y pude ver como el resto de esa gorda polla crecía dentro y alrededor de mi boca. Saqué su glande de mi boca y comencé a pasar mi lengua por el grueso tronco. Desde la base hasta el capullo, rodeando con mi lengua todo lo que podía alcanzar de esa polla. Estaba disfrutando muchísimo de aquello y sé que Ariel también porque su polla crecía más y más frente mí. Por otro lado sus piernas se separaban cada vez más otorgando mejor acceso a toda el área. Con esto, mi lengua circulaba libremente por su entrepierna.

-        Ester, has creado una putita de campeonato. Dijo Gastón.

-        Viste, te lo había dicho mil veces.

Ariel bajó su mano y me tomó de la parte posterior de mi cabeza y hundió su polla en mi boca. Su ancho glande luchó por entrar a mi garganta. No lo consiguió. Saqué todo lo que pude de esa polla de mi boca y Ariel repitió su movimiento, esta vez abrí lo más grande que pude y su glande apenas si entró unos centímetros en mi garganta. Pude escuchar los gemidos de Ariel.

Por otro lado mi mano derecha recorría toda la longitud de la polla de Jorge que le llegaba casi hasta las rodillas. Por Dios, que pedazo de herramienta. Jorge hizo para atrás su silla y antes de que pudiera enterarme, Suzanne estaba a horcajadas montándolo frenéticamente.

Gastón dejó de tocarme y no me extraño mucho porque, ya que a los pocos segundos, escuché a Ester metiéndose su rabo en la boca.

Ariel estaba ahora follando descaradamente mi boca y me estaba encantada sentir cómo su polla estaba como una roca y sus gemidos me anunciaban que pronto iba a recibir mi premio. Creo que mi boca es mejor delo que yo pensaba porque no terminé de pensar esto y Ariel se estaba descargando en mi boca, que se vio desbordada por la cantidad de polla que tenía y la leche que de ella emanaba. Me quedé solamente con su abultado capullo en mi boca, mientras con la lengua acariciaba su puntita para que no dejase de darme su espeso y caliente semen. Traté de no tragar nada, pero indefectiblemente parte se iba escurriendo hacia mi garganta.

Suzanne, estaba extasiada montando la enorme polla de Jorge. Mi mano, que seguía masturbándole, se iba llenando de los líquidos de la almejita de Suzanne que luchaba sin mucho éxito con albergar ese pollón.

-        Flaca, tenías razón. La polla de Jorge es increíble. Ahora entiendo porque lo follaste cada vez que pudiste.

Dijo Suzanne mientras comenzaba a tener un orgasmo. Retiré mi mano y dejé que Suzanne se introdujera todo lo que podía albergar de esa polla. Jorge comenzó a mover su pelvis verticalmente, lo que le ocasionó un segundo orgasmo a Suzanne que no parecía aún haber terminado con el primero.

La polla de Ariel estaba achicándose en mi boca y yo me esforzaba para limpiarle de la mejor manera. Finalmente la retiró de mí y pude disfrutar de dar vueltas con mi lengua por toda mi boca recolectando todos los vestigios de su corrida. Disfruté lentamente el sabor agridulce y algo metálico y la consistencia de su semen.

Jorge, comenzó a agitarse y a correrse dentro de Suzanne quien alcanzaba por tercera vez consecutiva un orgasmo con las profundas penetraciones de Jorge, Suzanne estaba extasiada de sentirse tan llena de polla. Desde debajo de la mesa pude observar con lujo de detalles todo el espectáculo, hasta que vi unas gotitas de semen escurrirse por el tronco de la polla de Jorge.

No me contuve más y me acerqué y comencé a limpiar los jugos que se lentamente iban descendiendo por el tronco de semejante polla. Comencé por los testículos de Jorge, hasta dejarlos totalmente limpios, luego comencé a subir por el tronco hasta toparme con la almejita de Suzanne. Comencé a limpiarle la almejita a Suzanne que se acurrucaba en el pecho de Jorge. Suzanne, besó a Jorge agradeciéndole por semejante follada. La polla de Jorge salió fuera de almejita de Suzanne y ésta comenzó a desprender restos de la corrida de Jorge que me apresuré a juntar. Metí mi lengua lo más profundo que pude dentro de la caliente cueva de Suzanne, dejándola tan limpia como lubricada. Estaba lista para otra follada. Decidí que no podía quedar así, entonces, llevé mi boca a la polla de Jorge y comencé a chuparla para dejarle en condiciones de penetrara a Suzanne nuevamente. Le limpié el glande a conciencia, dejándole reluciente y luego bajé por el tronco hasta la mitad más o menos, en este momento la polla ya estaba de un tamaño enorme y la apunté con mi mano a la entrada de la vagina de Suzanne que lentamente se fue deslizando por ella.

El orgasmo de Ester, que hace un buen rato venía montando la polla de Gastón, era inminente. Ester estaba sentada sobre Gastón pidiendo más y más polla. Me percaté en ese momento que yo también quería más polla y tenía menuda erección debajo de mis braguitas, cosa que me ruborizó y esperé que nadie se percatara. Ester gemía de placer.

Ariel se acercó a ella, le echó un escupitajo a su gorda polla y le separó las nalgas a Ester y sin mediar más la penetró por el anito de Ester que gritó enfurecida del placer.

Giró su cabeza y le dio un beso de lengua a Ariel. Ariel al ver su boca abierta le escupió dentro de ella. Esto le encantó a Ester. En ese momento Ariel se salió y volvió a penetrar violentamente a Ester, que deliraba de placer.

-        Así te gusta que te rompa el culito, ¿verdad?

-        Si, bebe. Rómpemelo como la primera vez.

Yo miraba atónita la escena, cuando Ester se percató de esto.

-        ¿Ves putito? Así se hace gozar a una hembra. Estos son machos de verdad.

Me sonrojé. Y quise desviar la miraba. Pero Ester me ordenó que me acercara. Así lo hice, Ester me atrajo hacia ella.

-        Que olor a polla y corrida que tienes maricón. Se ve que lo estas pasando bien. Ahora quiero que observes bien cómo me voy a correr para que veas cómo es una corrida real.

Me quedé mirándola a los ojos y no pude contener más la humillación de esos insultos y comencé a llorar. Unas lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas llevando restos de rímel desde mis ojos por todas mis mejillas. Esto poco le preocupó a Ester que sin dejar de mirarme comenzó a correrse. Subía y bajaba violentamente al ritmo de las penetraciones de Ariel que le taladraba el ano con su gorda polla.

-        Ahh… así... lléname el culo de leche. Dijo Ester mordiéndose el labio con fuerza.

Yo continuaba llorando, lo cual aumentaba el placer de Ester que comenzaba a alcanzar un segundo orgasmo con la polla de Ariel profundamente enterrada en su ano y Gastón cabalgándola a toda velocidad. Ester me tomó de la mandíbula y me miró fijamente y cruzó mi cara con una fuerte cachetada sin dejar de correrse por ello.

-        Ahora mariconcito vas a limpiarnos a los tres.

No pude emitir sonido. Sólo moví mi cabeza de arriba abajo en señal de afirmación.

Ariel, perdió su erección y me dio su gorda polla con restos de corrida para que la limpiase una vez más esa mañana, algo que ya no me era extraño y lo hice de manera automática, esta vez no lo disfruté tanto cómo antes. Pero obviamente a Ariel poco pareció importarle. Al poco tiempo de terminar. Ester estaba acabando por tercera vez consecutiva, yo siempre había pensado que aquello era un mito, pero ahora lo podía comprobar con lujo de detalles.

A su vez, Suzanne había dejado que Jorge le metiera semejante polla por su culito y estaban pasándolo de  mil maravillas, tanto así que mientras los observaba, Jorge se corrió dentro del culito de Suzanne que con vista extraviada recibía el caliente semen de Jorge en su interior.

Ester, habiendo terminado tres veces, cayó rendida a un lado de Gastón quien aún no se había corrido y su polla seguía tiesa como al principio. Ester me recordó las órdenes y me acerque a su palpitante vulva y limpié todo lo mejor que pude. Gastón se puso por detrás de Ester y comenzó a follarle la boca. Metió su polla íntegramente en la boca de Ester que no parecía disgustada debido a cómo comenzó a mojarse. Seguí limpiándole la almejita a Ester hasta que quedo impecable. Ester tomó a Gastón por los glúteos invitándole a penetrar aún más hondo en su garganta.

Suzanne se bajo del pollón de Jorge y se acercó a mí.

-        Te vas a tener que ir a retocar el maquillaje putita. Te ves horrible.

-        Si ama. Le dije. Y me comencé a incorporar.

Gastón se corrió dentro de la boca de Ester que no desperdició ni una gota. Siguió bombeando un par de veces más y retiró su polla de Ester y me la dio para que la limpiase. Así lo hice, pasé mi lengua por toda su extensión hasta dejarle limpia. Gastón como si nada, tomaba jugo de un vaso. Ester saboreaba la generosa corrida de Gastón en su boca, como si de un plato de repostería se tratase.

Cuando di por terminada mi tarea, me incorporé y de dirigí al baño a arreglar mi maquillaje. Me lavé la cara y luego apliqué nuevamente maquillaje. Cuando salí del cuarto de baño, estaban todos descansando a la vuelta de la mesa del desayuno.

-        Gracias Gastón, tu sabes que siempre me gusta comenzar las mañanas con un poco de leche calentita.

-        No hay de qué. Negrita. Le respondió Gastón cariñosamente.

Me quedé unos segundos observándolos a la distancia. Sin saber bien qué hacer. Quería salir corriendo hasta el fin del camino.  Estaba totalmente humillado. En ese momento de soledad, volví a un estado de semi consciencia. Me encontré nuevamente ante la humillante imagen de verme vestido de mujer, con falda, medias, tangas, sostén, peluca, maquilla y habiendo sido follado, se corrieron en mi culo, mi garganta, limpié restos de semen y líquidos vaginales, comí corrida de una almeja. Chupé y lamí pollas y testículos hasta hacerlos acabar nuevamente. Recordé la polla de Jorge entrando en mi garganta y depositando su caliente néctar, el ancho pollón de Ariel rompiendo mi culito, ver a Ester correrse una y mil veces al ser follada de semejante manera. Me di cuenta en ese momento que tenía una tremenda erección, que recordar esto me había excitado sobremanera. ¿Cómo era posible todo esto?

-        ¡Hey! putito, no te quedes allí. Ven aquí.

Dijo Ester interrumpiendo mis pensamientos. Sin pensarlo mucho me dirigí hacia la mesa.

-        ¿Qué deseas Ester? Dije, con un tono de enfado.

-        Miren el putito, parece que tiene algo entre las piernas después de todo. Has disfrutado todo esto mariconcito?

-        Si. Dije sorprendiéndome por mi automática respuesta.

Ester metió su mano por debajo de mi falda y tomó mi polla, que asomaba por fuera de mis braguitas, y por encima de las pantimedias, me quedé helado.

-        Has sido sincero hasta ahora putito. Dime, te ha gustado verme gozar así. Dijo mientras comenzaba a masturbarme lentamente por encima de mis pantimedias.

-        Si, Ester, me ha gustado mucho.

-        Bueno. Me alegra porque lo vas a ver muy a menudo, sabes.

Las caricias de Ester estaban poniendo mi polla durísima. Suzanne vino y me abrazó por detrás y pude sentir sus generosos pechos contra mí. Estaba excitadísimo. Ariel acercó una banqueta por detrás de mí Suzanne, comenzó a levantar mi falda y bajar mis pantimedias sólo por la parte de mi trasero. Corrió mi braguita. Gastón ató mis pies con unos grilletes que me resultaban familiares, alguien me colocó un cinto ancho de cuero con anillas a los lados, luego tomó mis manos, les colocó unas esposas que fueron fijadas al cinto por las anillas. De esta manera quedé absolutamente inmóvil.

-        Bueno, mariconcito. Ahora quiero que te sientes. Dijo Ester, sujetando fuertemente, mi polla.

Me hice hacia atrás en ademán de sentarme y mi culito se encontró con un objeto, Suzanne rápidamente lo acomodó para que quedase directamente en la entrada de mi culito. Ester aun sujetando de mi polla, empujó hacia abajo firmemente al tiempo que Suzanne hacia lo propio tomándome de los hombros. Este objeto resultó ser un dildo de enormes proporciones que estaba atado al taburete. Sentí un poco de dolor al ir descendiendo sobre semejante polla plástica, pero por otro lado me estaba gustando. A mitad de camino. Ester comenzó a masturbarme nuevamente haciendo presión hacia abajo. Instintivamente comencé a subir y a bajar por ese tronco. Cerré los ojos.

-        Te gusta de verdad putito. ¿No? Dijo Ester aumentando la velocidad de sus movimientos.

-        Si. Me encanta. Contesté

Realmente me estaba gustando mucho. Estaba disfrutando a pleno de cabalgar ese juguete. No iba a demorar mucho en correrme. Comencé a subir y a bajar más de prisa y con movimientos más amplios. Subía cada vez más y bajaba cada vez un poco más permitiendo que ese dildo entrase cada vez más profundamente en mi interior. Podía sentir como paso a paso mi cuerpo iba adaptándose a ese enorme dildo y lo disfrutaba sentir entrar y salir de mi interior.

-        ¿Ves ahora cómo eres una mujercita, putito? Dime que eres Mi esclavita, putito.

-        Si. Soy TU esclavita. Dije aumentando la amplitud y la velocidad de mis movimientos.

Ester soltó mi polla que estaba durísima y me tomó de los grilletes de los pies. Uno de los muchachos me cogió por las axilas y Ester levantó mis piernas de tal manera que quedaron horizontales. De esta manera me hicieron descender sobre el dildo hasta tenerlo completamente adentro. Luego me ajustaron la base que era una especie de braguita de cuero, de manera de ajustarme fuertemente la cintura con unas hebillas de cinturón. Estaba totalmente empalado por este enorme dildo. Me colocaron mis braguitas; luego subieron las pantimedias y acomodaron la falda.

Me descendieron sobre el asiento nuevamente, provocando que el dildo entrase aún más profundo. Creí que iba a desmayarme. Bajaron mis piernas de tal manera que quedé sentado. Me liberaron los pies y me pusieron de pie. Al ponerme de pie, las pantimedias y mis braguitas presionaron al dildo firme en su lugar.

-        Ahora camina para nosotros putito. Dijo Ester.

Comencé a caminar lentamente, sentía toda la longitud de semejante polla plástica dentro de mí. Una avalancha de sensaciones me invadió. Caminé unos metros más, a cada paso que daba el arnés con forma de tanguita se iba ajustando más a cuerpo y a su vez presionando el dildo poco a poco cada vez un poco más profundo. Llegué a un extremo de la sala y me tuve que apoyar en el muro ya que este último paso terminó por empujar los últimos centímetros de dildo en mi interior. Sentí como el arnés con forma de tanga se metía entre mis nalguitas quedando como una tanga de hilo. Pasé mi mano por mi trasero para comprobar esto y efectivamente pude comprobar que no me quedaba ni un centímetro de ese semejante dildo a la vista, me lo había introducido todo. El placer que me estaba produciendo no me permitía enderezarme, junté coraje y me separé del muro y casi caí al suelo, mis piernas fallaron y empecé a temblar. Mi cuerpo se convulsionaba. Gemí del placer. En eso se acercó a mi Ester y metiendo mano entre mis nalgas empujó el dildo con sus dedos aún más adentro.

-        Te das cuenta mariquita. Te estás corriendo como la mujercita que eres.

Fue ahí que comprendí lo que sucedía, todo ese placer no era casualidad. Efectivamente me estaba corriendo. Estaba teniendo el mejor orgasmo de mi vida sin ningún lugar a dudas. Era una sensación maravillosa.

Ester me tomó de la mano y me llevó al otro extremo de la sala. Trastabillé, casi no podía mantenerme en pie. Me asaltó otro orgasmo en cuanto di un par de pasos.

-        Ay.. ay

Fue lo único que atiné a decir con semejantes orgasmo.

-        Ve putito. Siéntate allí. Quiero que camines bien. Dijo Ester indicándome un sillón de madera en la sala.

Fui caminando lentamente, lo más erguido que me era posible. Pero mis piernas flaqueaban por las oleadas de intenso placer que estaba recibiendo. Mis rodillas chocaban unas contra la otra. Finalmente llegué al asiento indicado. Los muchachos estaban a los lados disfrutando del espectáculo.

Me senté en la silla lo más suavemente que me fue posible sin embargo al doblar mi cuerpo y apoyar mi trasero en la silla, esto me hizo tener un tercer orgasmo, no lo podía creer, no sabía que esto era posible. Volví a cerrar los ojos y puse mis manos sobre mis piernas y me toqué los pechos, este orgasmo parecía no acabar más.

-        Adiós putito. Nos veremos nuevamente.

Dijo Jorge mientras vi que los muchachos se dirigían a la puerta de entrada.

Suzanne vino hacia mí nuevamente con los grilletes y colocó grilletes en mis pies sujetándolos a los pies del sillón, me tomó de las manos y me esposó cada una en cada brazo del sillón. Mi cabeza quedó sujeta por un cinturón que no permitía que me moviese en lo más mínimo. Mis espasmos estaban calmándose, pero todo esto me tenía completamente rendido. No tenía fuerzas ni siquiera para preguntar de qué se trataba todo esto. Pero aún así las ligaduras me mantenían firmemente en posición.

Ester se sentó frente a mí y me dijo:

-        Ahora viene lo mejor putito. Cuando cuente hasta tres, te olvidaras de todo lo que viviste en estas semanas y volverás a ser el mismo que hace tres semanas, pero seguirás obedeciendo todo lo que te ordene.

Tres semanas pensé, todo ese tiempo estuve aquí, y mi trabajo…

-        Uno, dos y tres…

Esto último interrumpió lo que estaba aconteciendo y comencé a despertar de una especie de sueño. Intenté moverme pero no pude. Sentí un intenso dolor en mi interior y en mi trasero. Lo primero que vi fue a Ester sentada delante de mí. Estaba sentado y mi cuerpo estaba cubierto por una manta. Ester estaba vestía unos pantalones negros de lurex y una blusa blanca.

-        No te muevas querido. ES por tu propio bien.

-        Ester, ¿qué es lo que pasa? ¿por qué estoy maniatado?

Intenté zafarme, pero esto provocó una molestia en mi interior. ¿Qué es lo que sentía? Comencé a darme cuenta que mis pies no calzaban mis tenis que mis piernas no estaban con pantalones, mis calzoncillos no se sentían así, tengo algo ajustado en el pecho.

-        Ester, ¿qué es todo esto? Dije un poco ofuscado y algo molesto por no entender la situación, intentando levantar la voz.

-        Bueno querido, te lo voy a explicar.

Ester se sentó cómoda en un sofá, se sirvió una copa de champagne y  se acomodó.

-        Ester, pero tú no bebes alcohol. Dije.

-        Hay muchas cosas que no sabes de mí. Dijo Ester riéndose. ¿Quieres que te cuente? Prosiguió.

-        Si, ama. Dije sin pensar. Eh… si Ester. Cuéntame ya mismo.

Dije intentando reponer mi compostura. Sin todavía terminar de entender porque había dicho aquello.

-        Bueno, por ¿dónde comenzar? Supongo que mejor por el comienzo. Desde hace mucho tiempo que sé que tú tienes un fetiche con la ropa femenina. Con el tiempo me fui dando cuenta qué es mucho más que un simple fetiche.

-        Pero, ¿qué dices mujer? Dije enfadado.

-        Calla y no hables hasta que no te lo permita.

Quise objetar esto último pero tampoco pude.

-        También hace tiempo que conozco de tus conversaciones con mis ex amantes en el chat. Ellos me lo contaron.

Pero ¿cómo es posible qué se diera cuenta? Pensé. ¿Qué quiere decir con que ellos se lo contaron?, ¿está en contacto con ellos?

-        Durante mucho tiempo soporte este juego tuyo, hasta que hace alrededor de un año que decidí esta venganza. Cuando uno de ellos me contactó y fue con esto que me decidí a hacerte pagar con la misma moneda. El que primero me contactó fue Gastón, que se dio cuenta casi inmediatamente de que eras tú y te hacías pasar por mí. Luego empecé a seguir el rastro y llegué a los demás. Para que te digo que desde ese entonces que me estoy follando con los cuatro. Pero en esto te debo agradecer, porque hace tiempo que no lo pasaba tan bien, además me reencontré con Suzanne y volvimos a ser amantes como en los viejos tiempos. Te noto sorprendido.

-        Cómo que te estuviste follando a todos ellos. Con razón no querías tener nada conmigo. Eres una zorra. NO tienes derecho a tenerme así atado.

-        Ja, ja, ja, eso ya lo veremos. Veremos quién es más zorra. ¿Quieres que siga con el relato?

-        Si. Dije con una extraña mezcla de intriga y excitación. Por algún extraño motivo me excitaba al pensar en Ester follando con Suzanne.

-        Bueno, continuó entonces. Decidí entonces que me iba a vengar de una manera muy placentera y ejemplar. En estas últimas tres semanas te eduqué como una mujercita. Te enseñé a vestir y a comportarte como una. De hecho, lo hiciste muy bien y a muy buen agrado. Lo que me demostró que podíamos llegar a un acuerdo duradero donde las dos seríamos felices. Tú serás mi esclavita y yo tu ama y así podrás vivir como una putita a las órdenes de tu ama y si te portas bien te dejaré que recibas un poco de polla tu también. ¿Vale?

Me quedé perplejo con lo que me estaba diciendo.

-        Pero, ¿qué es lo que estás diciendo? ¿Cómo crees que me voy a creer lo que me estás diciendo?

-        Ay ay, mi putito. Siempre vives enojado y amargado cuando lo único que quieres es una buena polla. Suzanne, ven por favor y enseñémosle a este putito cómo son las cosas.

Suzanne apareció atrás de mí, me miró y me dio un beso en la boca. Metió su lengua dentro de mi boca.

-        Hola esclavita. ¿Cómo estás?

-         Bien ama. Gracias. Contesté automáticamente. Me quedé helado. Totalmente sorprendido por esa respuesta.

Suzanne se dirigió hacia donde Ester estaba sentada y comenzó a besarle. Le besó los labios, el cuello, le masajeó los pechos. Ester desabrochó la blusa de Suzanne y se zambulló en sus enormes pechos. Suzanne se sentó a horcajadas de Ester. Continuaron besándose, Ester subió su mano por el suave muslo de Suzanne pasándola por debajo de su falda hasta llegar a su entrepierna. Tiró de sus braguitas hasta dejar espacio suficiente como para poder alcanzar su almejita. Cuando lo hizo, Suzanne empujó la cabeza de Ester más profundamente en sus redondos pechos. Esto estaba comenzando a excitarme. Me intenté acomodar en el asiento y en ese momento fui más consciente de las cosas que sentía. Al moverme en el asiente, sentí mis piernas muy suaves y mis pies no estaban calzando mis tenis, intenté mover los dedos dentro del calzado y se sentía muy suave, conseguí juntar las piernas y mis rodillas se tocaron, se sentía muy agradable. Noté que esa sensación se extendía hasta mi cintura y obviamente tenía un calzón muy pequeño porque lo sentía en el medio de mis nalguitas, lo cual no se sentía para nada mal, es más, me estaba excitando sobre manera lo que sentía. No podía distinguir si era por lo que sentía en ese momento o por el espectáculo que estaba observando entre Ester y Suzanne. Suzanne se había trepado a Ester de manera que su almejita le quedaba a la altura de la cara y Ester comía ferozmente de ella lo que producía grandes gemidos de placer a Suzanne, que disfrutaba a plena voz de aquello. Ellas parecían ignorar completamente mi presencia, hasta que unos segundos antes de comenzar a correrse, Suzanne, me miró.

-        Te gusta putito. ¿No te estarás excitando?

-        Si. Me encanta. Estoy muy excitado.

Y con esto último comenzó a correrse. Ester no paró ni un segundo de comer su almejita. Suzanne estaba fascinada. Yo estaba completamente excitado. Suzanne se recostó sobre el sofá aún agitada por el orgasmo que Ester le había generado.

Ester finalmente emergió entre sus piernas y fue directamente a la boca de Suzanne y se besaron apasionadamente. Suzanne disfrutó de recibir parte del sabor de su propia almeja de la lengua de Ester. Yo tenía ganas de saltar de la silla, pero apenas si podía moverme. Intenté levantarme, y comencé a correrme de una manera que nunca lo había hecho, que manera de gozar. Me sacudía sin control, lo que provocaba aún más placer, esto parecía no tener fin, instintivamente comencé a subir y bajar sobre mi trasero con el poco movimiento que podía tener, el placer era demasiado intenso. Volví a correrme.

Mis gemidos, llamaron la atención a las muchachas. Ester me miró y se volvió sobre Suzanne.

-        ¿Qué opinas, si le damos a este putito la sorpresa de su vida? Mira como se está corriendo.

-        Si. Dijo Suzanne aún recuperando el aliento.

Ester se puso de pié y se dirigió hacia mí. Yo estaba aún convulsionándome del placer que estaba sintiendo sin llegar a comprender qué y porque me estaba corriendo de esta manera.

Ester se acercó y retiró la manta que cubría mi cuerpo de pies a cabeza y luego retiró el cinturón que sujeta mi cabeza. Lo que observé a continuación me dejó sin palabras. Al soltar mi cabeza, ésta cayó casi de inmediato hacia abajo y vi mis piernas enfundadas en pantimedias, llevaba una falda y una blusa. No sólo eso, tenía pechos. No podía dejar de observar atónito. Inmediatamente el aire comenzó a acariciar mis piernas cubiertas por las pantimedias. La sensación no era desagradable. Mas que digo, era muy agradable. Fue ahí que vi que mis pies calzaban unas botas de gamuza con un taco aguja. Quise mover una de mis piernas para poder observar un poco mejor tanto mis piernas como ni nuevo calzado. Allí pude notar que mis piernas estaban completamente depiladas, no se veían nada mal, llegue hasta mi falda y continué imaginando que podía tener debajo de ella y pude sentir que tenía una tanguita que se ajustaba fuertemente a mi cintura y su parte trasera se introducía entre mis nalguitas. A pesar de estar totalmente confundido con la situación, lo que estaba experimentando si bien era nuevo, no me era totalmente desagradable, poco a poco me iba agradando cada vez más y sin pensarlo me estaba excitando.

-        Ves putito. YA no preguntas tonterías. Sé que te gusta estar así. ¿Quieres que te libere as [i puedes verte por completo? Pero antes debes prometerme que no intentaras ninguna tontería.

-        Si Ester, libérame por favor. Prometo no hacer ninguna tontería. Conteste automáticamente.

Ester me libero las piernas primero, apenas si podía moverlas, estaba absolutamente exhausto. Luego las libero mis manos y mi cintura y finalmente me dispuse a ponerme de pie. Al querer incorporarme, pude sentir como desde mi culito hasta muy profundo entro mío estaba  empalado por algún objeto enorme. Pero cuando y como era esto posible.

-        Pero, Ester, ¿Qué es esto que tengo adentro mío?

-        Tienes tanto que aprender. Te introdujimos un dildo con un arnés con forma de tanga, de tal manera que no te lo puedes sacar y se mantiene profundamente en su lugar. ¿Te gusta?

-        Debo reconocer que la idea me resulta totalmente desagravie, pero contrasta notablemente con la realidad de lo que siento.

-        ¿Te gustó? ¿Sí o no?

-        SI, me gusta.

-        Bueno, entonces, ponte de pie y camina por la sala.

Lentamente, me tome de los brazos del sillón y comencé a inclinarme hacia delante para ponerme de pie. El solo hecho de inclinar mi torso hacia delante, provocaba que este dildo se moviera dentro de mí dándome sensaciones muy extrañas, aunque por ello desagradables.  Dudé unos segundos antes de ponerme finalmente de pie ya que no estaba seguro de las fuerzas que aún quedaba en mis piernas ni de mi habilidad de andar con botas de mujer.

Me puse de pie lentamente y finalmente cuando me enderecé, el dildo me provocó un intenso placer que me hizo estremecer, trastabille un poco pero finalmente camine por la sala,  me resulto totalmente natural caminar en botas de mujer e intentaba mantenerme erguido lo mas que me era posible, finalmente llegue a un espejo y me pude ver completamente. Mi cara, mi pelo. Estaba maquillado, completamente vestido de mujer, tenía peluca y hasta aretes. Totalmente confundido. Pero no me venía mal, no me sentía mal. Qué es lo que me  estaba pasando.

-        Te gusta lo que ves. ¿Verdad putito? Dijo Ester acercándose por detrás.

-        Si. Contesté sin pensarlo mucho. Aun evaluando el torbellino de idea y sensaciones que pasaban por mi cabeza.

-        ¿Te das cuenta con la naturalidad que te desenvuelves? Eras ya toda una mujercita.

Dijo Ester tomando me por la cintura y luego acariciándome el culo por encima de la falda. Se sentía muy agradable. Inconscientemente hice mi cintura hacia atrás lo que provoco que el dildo que tenia dentro se moviera en una manera que me provoco un respingo. Ester se dio cuenta y llevó su mano y comenzó a acariciar mis nalguitas por encima de mis pantimedias. Seguí caminando por la sala. No tuve problemas en caminar con las botas y se sentían muy cómodas. Ester acariciando mis nalguitas por sobre las pantimedias me estaba dando una sensación deliciosa, comencé a arquear la espalda permitiéndole más acceso y metió su mano entre mis nalguitas y presiono de la base del dildo fuertemente hacia mi interior. Comencé a correrme inmediatamente.

-        Así putito. Córrete. Quiero verte gozar como el mariconcito que eres.

Comencé a gemir de placer. No pude soportar mucho más tiempo de pie y me tuve que sostener del respaldo del sofá. Suzanne se acercó a mí y me tomó de los brazos y me arrojó de bruces sobre el sofá. Caí sin ofrecer mucha resistencia. Suzanne colocó unos cojines debajo de mi vientre de tal manera que mi culo quedó empinado, Ester se acercó por detrás mío, me levantó la falda, bajó mis pantimedias y apoyó su pelvis contra mi culito. Me desabrochó el arnés de la cintura, pero no sentí ningún alivio a la presión en mi interior. Ester tomándome por la cintura comenzó a retirar el dildo de mi interior. Creí que me desmayaría. El placer era demasiado intenso. Bajé mi cabeza hasta apoyarla sobre un cojín. Ester seguía extrayendo lo que parecía ser un interminable objeto de mi interior, se detuvo por un segundo y  me penetró nuevamente  con él profundamente, esto provocó que lance un grito de dolor ahogado por el inmenso placer que estaba experimentando. Suzanne me tomó del cabello y levantó mi cabeza.

-        Ester, este putito está disfrutando demasiado. Si, quieres más polla, tienes que pedirlo por favor a tu ama. Y demostrarle que eres su esclavita.

-        Si. Ester mi ama, por favor, dame más polla. Soy tu esclavita y haré todo lo que me ordenes. Dije sin pensarlo.

Ester, sin decir palabra retiró nuevamente el dildo de mi culo lentamente, dejando que mi anito sintiera cada pliegue plástico de esta herramienta. Cerré mis ojos y mordí mi labio disfrutando plenamente de todo esto. Ester siguió parsimoniosamente con esto hasta prácticamente tenerlo todo eso afuera de mi. Ester introdujo unos pocos centímetros dentro y finalmente lo retiró todo. Sentí un poco de alivio realmente y también sentí un poco de brisa en mi culito. Ester, metió su mano por debajo de mis pantimedias y agarró mi pene, que estaba duro como una roca, y lo recorrió con su mano. Hasta ese momento no había pensado en mi pene de hecho. En ese momento pensé en que seguramente tenía todo lleno de restos de corrida, había ya perdido la cuenta de la cantidad de orgasmos que había tenido.

-        Qué bien mariconcito. Tienes la polla totalmente seca. Esto significa que has aprendido a correrte como una verdadera putita.

Me dijo Ester sorprendiéndome con este comentario. Sin darme tiempo a nada, apoyó la cabeza del dildo en la entrada de mi culito y me dio una fuerte palmada en las nalgas y me penetró. Me tomó de la cintura y hundió el resto del dildo en mi culo. Comenzó a follarme con mucha fuerza, sacando el dildo en toda su extensión y luego penetrándome completamente con él. Hizo esto durante menos de un minuto y comencé a correrme. Mi cuerpo tembló de placer, mis gemidos acompañaron las penetraciones de Ester que me dio un par de palmadas en el trasero. En otras circunstancias hubieran resultado dolorosas, pero me estaba encantando la follada que estaba recibiendo. Mis piernas flaqueaban, sólo atinaba a abrirlas lo más que podía, arquear la espalda y empinar mi culo para dejarle acceso a Ester.

-        Gemí putito. Goza con esta polla que tienes en tu culo.

Me insultaba Ester, que se estaba calentando notablemente. Me tomó fuertemente del cabello y se echó encima de mi espalda. Suzanne me tomó de las manos, inútilmente en realidad porque no tenía ni fuerzas ni voluntad de oponerme a estas amazonas, y me hizo sentarme a horcajadas de Ester. Esta con sus manos en mis nalgas comenzó a levantarme lentamente hasta sacar casi todo el dildo de mi culo y luego me dejó caer pesadamente sobre él, el dildo entró violentamente dentro de mí y comencé a venirme por enésima vez esa noche, ya no tenía fuerzas para nada. Sólo atinaba a dejarme follar por mi dueña. Era su putita. No había vueltas que darle al asunto.

Ester estiró su mano y alcanzó mi polla que parecía explotar. Comenzó a masturbarme lentamente, pasando su mano por todo el tronco.

-        Mira Suzanne, que desperdició de polla. Este mariconcito nunca la supo usar conmigo.

Ester comenzó a empujar el dildo en mi culo con cortos movimientos que yo comencé a ayudar. Elevé mis piernas hacia el cielorraso resbalándome sobre el atlético vientre de Ester y dejando que el dildo me penetrara profundamente. Ester aumentó sus movimientos al escucharme gemir. Abrí mis ojos al sentir un caliente chorro de semen golpearme en la cara e instintivamente abrí la boca, para recibir parte de mi segunda descarga que era muy abundante. Suzanne ayudó a Ester a apuntar mis descargas directamente a mi cara que recibió gustosa las descargas de mi polla. Me encantó el sabor de mi propio semen. Suzanne se acercó y con un dedo recorrió los abundantes restos que habían quedado en mi blusa y algunos de mi cara y me los dio de comer.

-        Come putita que estas muy debilitada.

Chupé su dedo gustosamente. Saboreando cada uno de los restos de mi corrida. Pero aún quería más y seguí montado la polla de Ester, gimiendo como una niña, sentado sobre ella subiendo y bajando sobre ese mástil de plástico.

-        Eres una verdadera putita viciosa. Ahora te voy a dar más polla si me lo pides. Dijo Ester comenzando a follarme con descaro.

-        Follame, más duro por favor.

Y sin demorar más me corrí abundantemente, procurando yo misma ahora apuntar mi pene a mi boca, tratando de no desperdiciar ni una gota de ese sabroso semen que brotaba de mi durísima polla. Junté nuevamente los restos que me saboree largamente mientras suavemente subía y bajaba de la polla de Ester.

Cuando finalmente me detuvo, absolutamente rendida, quedé recostada sobre Ester. Con el dildo aún profundamente en mí. Suzanne se acercó y besó a Ester en los labios.

-        Lo conseguiste mi amor. Finalmente hiciste de él, una esclava putita. Ahora podrás hacer lo que quieras con ella. Te pagará los años de engaños y mentiras.

-        Si, Suzanne, esto no es más que el comienzo de mi humillación.