La Venganza

Solo una Historia de mucha acción.-

Felipe es un hombre de 34 años, descendiente de suizos, rubio, alto, ojos pardos, buenos modales, perteneciente a una familia tradicional de su ciudad, devenida en desgracia y hoy solo poseedora del buen nombre. Después de hacerse cargo de la herencia familiar fueron más las deudas que los bines que recibió. Y con mucho trabajo y empeño, pudo salvar de los deudores, la casa paterna y una parte del negocio familiar, el cual, trabajando a brazo partido, intenta hacer funcionar y que volviera a tener la presencia que tubo hace ya algunos años.

Felipe está casado desde hace dos años y once meses con Miriam, una morocha típicamente de rasgos latinos, de 25 años de edad, piel trigueña, de abundantes y ensortijados cabellos negros; hermosos y vividos ojos marrones, labios carnosos, sonrisa a flor de boca; perfectos hombros rectos que forman un espléndida espalda que termina en un firme, redondo, grande y sensual culo; piernas torneadas y demarcadas por el ejercicio físico; vientre plano, y unos pechos que dejan sin habla al solo hecho de verlos, redondos, grandes, firmes, y por sobre todo, naturales.

Felipe conoció a Miriam porque los presento la madre de ella, quien era la empleada domestica de la familia de Felipe. Él, impactado por la belleza no pudo más que conquistarla y porque no decirlo, rescatarla de las miserias y carencias de los suburbios donde vivía la joven y su familia. Estuvieron 6 años de novios y en este tiempo Miriam quedo definitivamente sola, ya que su madre falleció, a su padre nunca lo conoció y un único medio hermano que tenia, no le prestaba atención y no tenia casi contacto con ellos.

El primer año de casados fue bueno, transcurrió con discusiones de parejas como las tiene todo el mundo y con amor y comprensión superaron los escollos que el destino del ponía en el camino. El segundo año no fue bueno, Felipe estaba volcado de lleno y absorbido por la herencia de los padres y por el negocio familiar que le demandaba la mayor parte de su tiempo y pensamientos. Esta situación no colaboraba con su relación de pareja, y mucho menos con su vida sexual, que nunca fue muy variada, nada fuera de la rutina, Miriam no quería cosas raras, solo de vez en cuando le permitía a Felipe tener sexo anal, casi nunca se dejaba besar el coño y tampoco se la quería mamar a su marido, situación que desesperaba la pobre Felipe.

Las discusiones después del segundo año de casado empezaron a ser muy violentas, los insultos y agravios de ambas partes eran terribles. Miriam por su parte no parecía colaborar en nada para calmar los ánimos; mas, en reiteradas oportunidades, le reclamaba por la mala calidad de sexo, que según ella, Felipe le daba. Lo acusaba de impotente, de tener cada vez menos deseos, que sus erecciones ya no eran como antes y que ella, por esa razón, no tenia orgasmos, y como esto, un sin numero de agresiones de este tipo.

Felipe estaba ya arto de lidiar con esta situación, sentía que su mujer estaba fría, distante, apática; volver a casa después de una jornada de trabajo ya no tenia nada de placentero, siempre era una oleada de problemas que le presentaba su mujer, y él parecía superado por la situación.

Antes de que sucediera lo que sucedió y que cambio la vida de ambos, pasaron estos eventos que vale la pena mencionar.

Felipe recién llegado a su casa, cansado del trabajo, es recibido por Miriam que tenia una sonrisa picara y extraña, le tenia preparada una bonita cena, con música suave y un excelente clima. Cenaron, bebieron se besaron y fueron juntos hasta el sótano de la casa, donde Felipe tenia armada una pequeña vinoteca o bodega, a buscar un buen vino para acompañar la noche de amor que les esperaba. Y ahí mismo, en el sótano, Miriam empezó con coqueteos dejando caer su ropa hasta quedar completamente desnuda. Felipe la beso con pasión, se desvistió con prontitud, puso a Miriam de espalda sobre una pequeña mesa, beso los enormes pechos de su mujer, se detuvo un buen rato en los pezones, mientras que con sus manos acariciaba la entrepierna que humedecía en gotitas como de roció su poco abundante pero renegrido bello púbico. Felipe se acomodo entre las piernas de su mujer, y sin necesidad de sujetar su miembro, solo con la erección que tenia dirigió su pene a la vagina de ella y éste entró hasta el fondo de un solo movimiento. Miriam dejó escapar un suspiro, casi devenido en jadeo, y Felipe se empezó a mover con avidez. Jadeos, besos y abrazos, se hicieron dueños de la escena. Estuvieron así un rato hasta que Felipe se dio cuenta que estaba a punto de llegar al orgasmo, entonces, para prolongar la acción, retiro su pene del interior de Miriam, se arrodillo frente a ella, clavo su cara en el sexo de su mujer y le comenzó a comerle el coño con locura. Ella jadeaba y jadeaba, mientras enredaba sus dedos entre los rubios cabellos de su marido, y en un par de segundos más, entre besos y lamidas, Miriam contrajo las caderas, elevó la pelvis y dejo que un orgasmo invadiera su cuerpo y la boca de su marido, que lo disfruto con gusto y satisfacción. Felipe le dio solo unos segundos para que ella se recuperara, la tomo por los brazos, la giro haciendo que quedara de espaldas a él, la recostó un poco sobre la mesa y le introdujo suavemente su miembro por detrás en su humedecida vagina. La poseyó con locura, ella jadeaba nuevamente, hasta que Felipe, casi con vergüenza, le pidió que lo dejara poseerla por el culo, a lo que ella, giro su cabeza y le dijo: - Mi amor, si me lo haces por la cola nunca vamos a poder tener nuestro hijo! Y lo que yo quiero pedirte, y por eso la cena de esta noche de amor, es que tengamos un hijo!

Felipe la miro desconcertado, no podía creer lo que le pedía y en el momento que se lo pedía, se la estaba cogiendo con alma y vida y le salía con una cosa como esa. Los pensamientos del joven se obnubilaron, por un segundo su cerebro y sus ideas escaparon del planeta o mejor dicho del universo. Cuando volvió en si y casi balbuceando le respondió a su mujer: - Bueno querida, después lo hablamos, ahora déjame terminar con mi faena!

Ella le respondió al mismo tiempo que elevaba el volumen de su voz: - No mi amor! Es un tema que tenemos pendiente y no puede esperar, lo hablamos hoy mismo cuando terminemos con esto!

  • Esta bien! Le respondió él, casi sin dar crédito a la situación que vivía.

Entonces sin mas preguntas saco su pene de la vagina de su mujer y lo dirigió hacia su ano, tan pequeño, ajustadito, casi virgen. Presionó con su glande la entrada del culo y ella empezó a quejarse del dolor. Felipe hizo oídos sordos y entonces siguió presionado, Miriam grita que no quería, que la dejara, que ya era demasiado. Él la calló con un grito de ira y desesperación al tiempo que le decía: - Ten paciencia por favor!, ni siquiera pude ponerte la puntita dentro del culo y ya estas gritando! Y cállate por favor que se me va la erección!, agregó el joven. Miriam se quejaba con pequeños sollozos mientras Felipe intentaba meter la puntita de su instrumento en el ajustado culo de Miriam. Los quejidos y los sollozos de ella, sumado a la situación de mierda que estaba pasando hicieron que Felipe perdiera la erección y entonces, mientras su marido quedaba cabizbajo y resignado ella se de vuelta y le dice: - Que es lo que te sucede? Otra vez perdiste la erección?

Felipe casi sin aliento le responde: -Basta ya por favor, terminemos con este maltrato, es demasiada la carga emocional que me propinas, ya no lo soporto!

Miriam, despiadada, sin corazón, como un guerrero que esta a punto de comer el hígado del muerto que yace a su lado en el piso le contesta: -Basta de que? No te das cuenta que eres impotente, que no me podes follar como me merezco, hasta el culo te doy y ni así me podes coger! Así nunca vamos a poder tener un hijo! Tengo que creer, que si quiero que me cojan bien cogida, voy a tener que buscarme un negro con una polla enorme, así me hace gozar!

Felipe la observó sin contestar, solo pensaba en la cantinela del versito de ella, del negro con una buena verga que le diera placer y todo ese bla, bla,bla bla,bla......., que ella le decía y lo torturaba.

Entonces Miriam, para terminar con su ritual de carnicería espiritual, le dice gritando y mientras se intentaba vestirse: - A un tipo bien dotado y con una buena pija, sin dudarlo le daría mi culo! Por lo menos tendría algo para meterme dentro!, no como vos que encima que tienes una cosita de nada que ya ni funciona!

Felipe quedó solo en el sótano, desnudo y sentado junto a la mesa bebiendo el vino que habían buscado para festejar una noche de amor, ternura y lujuria.

Felipe era una buena persona, con buenos sentimiento, pero ese día sintió que ya nada valía la pena, que el hartazgo lo había superado, y que era el momento de tomar revancha.

Felipe se quería vengar de su mujer. Y elaboro mentalmente un perfecto plan el cual comenzaría a llevar a cabo desde la mañana siguiente.

Solapada, artera, silenciosa y secretamente comenzó haciendo las averiguaciones necesaria para llevar a cabo su obra, averiguó en un lado y en otro, busco en los sitios más accesibles y en los más oscuros y riesgoso, hasta que fue juntando una a una las piezas del rompecabezas; entonces pudo darse por satisfecho y llevar adelante su plan, el que tenia día y hora establecidas y prefijadas.

Felipe sorprendió a su mujer con un llamado por teléfono a media tarde, era el día de su tercer aniversario de casados; le dijo a su mujer, con voz tierna y en un tono picaresco que se prepare para pasar una noche inolvidable, que se ponga poca ropa y muy sexy y lo espere en casa a media luz como a la 20,30hs. Miriam, que no estaba de buen animo, para variar, se hizo rogar un poco, pero al final accedió.

Felipe, tal lo conversado por teléfono con su señora, llegó del trabajo con una botella de champaña en la mano y en la otra una caja de bombones. Esperó ser recibido por su señora, la cual bajo por las escaleras con solo una bombacha, medias, liguero, zapatos de tacones todo en color rojo intenso y combinando, y eso sí, sin corpiño. Cuando Felipe la vio, se asombro, hasta podría decirse que titubeo en llevar a cabo su plan, pero recordó todo este tiempo de malos tratos, los vejámenes mentales que le hacia sufrir su mujer, y por otra parte, reflexiono, que de alguna manera, le estaba cumpliendo el deseo a ella.

Felipe la beso, la abrazo y le dijo al oído: -Sígueme mi amor! Y ella accedió, siguiendo el recorrido propuesto por su marido el cual termino en el frió sótano de la casa. Miran sorprendida al entrar al recinto, mira a Felipe y le dice: - Pero porque aquí? Y que es todo esto? Le pregunto a su marido un poco asustada y otro poco sorprendida.

De los muebles que habitualmente había en el sótano, no quedaba casi nada, solo las estructuras fijas que mantenían los vinos que Felipe cuidaba; pero había agregado en el lugar una pequeña mesa rectangular puesta a lo largo y en el centro del ambiente, casi tocando uno de los lados y sobre la punta de la mesa un espejo de pie, alto y enorme, en el cual se podía ver reflejada casi toda la habitación. Sobre la angosta mesa había unas cuerdas blancas, no muy gruesas; y alejada de la mesa a unos metros una silla con rueditas y sobre esta una cámara de filmar.

Felipe sonrió y contestó: - Parte de la sorpresa mi amor! Y continuo diciendo: - Ahora quiero que te recuestes sobre la mesa, boca abajo y mirando el espejo! Al tiempo que retiraba las cuerdas. Ella titubeo por un segundo pero hizo tal cual lo pedido, se tendió sobre la mesa y casi imaginando lo que le esperaba tomo con sus manos los ángulos de la misma, al tiempo que mirándose al espejo podía ver como sus pechos se aplastaban contra la superficie de la mesa; su cabello renegrido se desordenaba y su mentón se apoyaba sobre la tabla fria del mueble y clavando sus ojos en la imagen reflejada por el espejo, pudo ver a su marido que la observaba desde atrás.

Felipe le pregunto: - Estás cómoda así? Y Miriam asintió.

Felipe tomo las cuerda, les separó las pierna y sujetó con ellas una pierna a cada pata de la mesa, de manera que impedía a su mujer cerrarlas y/o moverse, por otro lado, dejaba expuesto su bello y perfecto culo con esa hermosa y diminuta tanga roja que a duras penas lograba tapar su sexo. Pasó por delante de su mujer y sujetó cada mano con cada pata de la mesa, dejándola con los brazos extendidos y de esta forma la inmovilizó por completo. La lió con suavidad pero con firmeza y una vez que estuvo bien sujeta le pregunto: -Estas bien querida? No hay nada que te moleste o incomode? Y ella respondió: -Estoy muy cómoda! Pero cuidado con lo que vas a hacer mi amor!

Felipe camino rodeando la mesa y a su mujer atada a ella, se paró detrás de Miriam y la miró a través del espejo, pasó una mano por el contorno de la redondeada cola de su mujer y se dirigió hacia la puerta de ingreso al sótano. Miriam, que lo miraba a través del espejo, se sorprendió al ver que su marido se dispusiera a dejarla sola en ese lugar, pero imaginó que era parte de la sorpresa y aguardo con ansias. Solo un minuto después, veía la imagen reflejada en el espejo de la puerta del sótano que se abría, era su marido quien regresaba y ella respiro aliviada, pero solo por un momento, ya que tras él, observó surgir de entre las penumbras la figuras de un sujeto, alto, robusto y negro, tremendamente negro, parecía llevar la noche en su piel, y para su asombro, no era tan solo una persona que acompañaba a su marido, sino que aparecieron otros dos sujetos más; tan negros, tan altos y tan feos como el primero. Los tipos llevaban puesto solo los slip, estaban casi desnudos. Miriam se conmovió, se espanto y grito: -Pero esto que significa?

Felipe sonrió irónicamente y le respondió: -Tu regalito mi amor! Este era tu deseo! No es así? No querías estar con un negro bien dotado?, Y, como yo soy tan bueno con vos, a falta de uno te traje Tres para que no te quedes con las ganas!. Ella enloqueció de la furia, se sacudía intentando soltarse de las ataduras, la tiempo que insultaba a Felipe el que a todo esto ya estaba sentado en la silla con rueditas, como un espectador de lujo y comenzó a filmar la escena con su cámara de video. Miriam seguía intentando escaparse e insultaba a los gritos, tanto a su esposo como a los otros tres sujetos.

Felipe, mientras filmaba, les iba presentando los tipos a su mujer y se los nombra uno por uno El primero era Guyot, el segundo, más alto y terriblemente dotado era Ohambú y el tercero con el diente de oro se hacia llamar Uhusim. Miriam seguía intentando escapar e insultando a los miembros presentes.

Felipe miro a los hombres que estaban ahí parados, estáticos y les dijo: -Señores, manos a la obra, que mi dinero vale y quiero que lo respeten!

Uno de los negros, se acercó como atraído por un imán, al culo de la mujer y comenzó a tocarla, las manos del negro eran enormes, y la acariciaba y manoseaba como investigándola. Los otros lo siguieron y comenzaron a desvestirse quedándose en una fracción de segundo en pelotas. Miriam, que los miraba por el espejo, estaba espantada, les gritaba los improperios que se le ocurriesen y Felipe sonreía y filmaba.

Los negros la empezaron a manosear, la resistencia de Miriam parecía excitarlos, uno de ellos a media lengua, ya que ninguno dominaba bien el español, le decía al otro lo buena que estaba esa hembra. Uhusim lo corrió al que estaba sobre el culo de la mujer y la tomo por las caderas jalándola hacia arriba al tiempo que le decía: -Hembrita saca colita que te quiero ver bien los agujeritos!. Miriam asqueada solo intentaba resistirse, entonces Uhusim, se arrodillo por detrás de ella, le arrancó la tanguita roja, le clavo la cara en la vagina y la comenzó a lamer con desenfreno. Miriam gritaba: -Noooo!!!!

Pero el negro no se dio por enterado; los otros dos le acariciaban la espalda, le lamían el cuello, uno intentaba tocarle las tetas, etc. Realmente la estaban intentando domar pero la yegua salvaje no se dejaba doblegar.

Felipe observaba absorto, conocía de los dotes de sus contratados, pero cuando los instrumentos de los negros fueron creciendo por la excitación, parecía no dar crédito a lo que veía, las vergas de los tipos median fácilmente, unos de 25 centímetros de largo, tremendamente gruesas e increíblemente paradas. Más que miembros humanos parecían falos de alguna bestia salvaje.

Felipe se incorporó de la silla donde se encontraba sentado, interrumpió la acción diciéndoles a los 3 hombres: - Señores, un minuto por favor; quiero que se paren delante de mi mujer y que le muestren sus dotes de hombres! Ella va a estar muy complacida! Agregó Felipe; los sujetos no dudaron un segundo, se pararon delante de Miriam y le ofrecieron ante sus ojos los tres terribles penes. Cuando Miriam pudo apreciar esas tremendas pollas, se quedó por un instante muda, callada, absorta, para luego gritarle a su marido: - Felipe, no permitas que pongan eso en mi cuerpo, me van a lastimar! Me van a partir al medio! Por Favor no lo permitas!

Felipe no contesto ni una palabra. Dos de los negros se pusieron detrás de la joven y uno quedo parado delante de ella. Uno de los que estaba atrás comenzó a tocarle y refregarle la humedecida vagina de la mujer, fruto de la saliva de Uhusim; la acaricio con fuerza y en unos de los movimientos dejo que su dedo mayor se deslizara hacia el interior del sexo de Miriam, para luego comenzar un mete y saca con ese dedo, que era tanto o más largo y grueso que el pene de Felipe. Miriam grito e insulto al negro; el otro sujeto, que también estaba detrás de la mujer, se metió un dedo en su propia boca, lo salivo bien salivado, y chorreando baba, lo junto al orificio anal de Miriam y comenzó a presionar haciendo que éste se incrustara despacio, pero firme, hasta que la ultima de sus falanges desapareció dentro del ano de la sometida mujer. Ella, al sentir el dedo penetrando en su culo, no pudo más que dar un grito ahogado, sacudió las caderas como intentando sacárselo de adentro, pero el negro, parecía entender que Miriam disfrutaba de la penetración, porque empezó a retirárselo del ano hasta que quedara íntegramente fuera, para luego volver a incrustárselo de un solo movimiento y hasta el fondo de la ajustada cola de la mujer, y así sucesivamente.

Miriam seguía emanando quejidos de angustia y dolor. Ella abría la boca como que fuera a gritar, pero solo le salían monosílabos indescifrables. Guyot, que estaba parado delante de la mujer, con su pene casi rozando los labios de ésta, aprovecho la posición, la jaló de los cabellos fuertemente hacia arriba y hacia atrás forzando a Miriam a que quedara con la boca abierta y entonces, le hizo tragar la tremenda polla, que a duras penas, lograba entrar en la boca. Miriam, al parecer intento defenderse queriendo morder el miembro de Guyo, a lo que el negro sin dudar le aplicó un buen golpe con el revés de la mano, conmoviendo las ideas de la señora y haciendo que entendiera que eso no volvería a suceder; y tal como hasta el momento, siguió insertándole la tremenda tranca, hasta lo más profundo de la garganta. Tan profundo se la hacia tragar, que a cada embestida del miembro, Miriam respondía con una arcada, y le llenaba de saliva la polla a Guyot.

Miriam tenia los ojos llorosos, y el maquillaje corrido, un poco por las nauseas que le provocaba la verga llegando hasta el fondo de su garganta y otro poco por la impotencia que sentía; aunque en su rostro se notaba un alo de resignación. Ella ya no atinaba a insultar o sacudirse, solo respondía a los hechos con gestos y sonidos.

Felipe solo observaba, se regodeaba con la escena, disfrutaba de cómo se desarrollaba su plan. Miraba y escuchaba como los negros que estaban detrás de su mujer le susurraban palabras obscenas mientras abusaban con sus dedos de los orificios de Miriam. Guyot que estaba haciéndose mamar la polla, la incitaba a que degustara de la verga que se estaba comiendo.

En eso, Guyot abandona la boca de la señora y con su pene chorreando saliva, se dirige hacia atrás de Miriam, quita de en medio a los otros dos sujetos y entonces le dice a la dama: - Disfrute señora de su saliva! Al instante que sujetando su tremendo instrumento hace blanco en la vagina de Miriam e imprimiendo presión a su falo, fue atravesando la delgada superficie del bello pubico de la mujer, los labios de la vagina se hicieron una a cada lado y como succionando el pene éste se empezó a introducir en el interior de la mujer hasta desaparecer por completo, quedando entrelazados los bellos púbicos de Miriam con los del Guyot..

Felipe miro a su mujer con cierta curiosidad, ya que mientras el negro le metía ese tronco de carne por la vagina, ella emitía un sonido similar a un chillido, al tiempo que apretaba las manos ciñendo las sogas que la sujetaban por las muñecas, y cuando el pene hizo fondo en el interior de Miriam abrió grande la boca y despidió un sonido, similar al que se emite, cuando se deja escapar una bocanada de aire. El negro le dijo entonces:- Y señora, le gustan las vergas negras?

Ohambú, que estaba desocupado, tomando el ejemplo de Guyot, sujetó del pelo a Miriam y le hizo comer la tranca de carne; lo hacia suave y profundo, muy profundo, tan profundo que hacia ahogar a la mujer, para que ella le llenara de baba la vergota negra. Uhusim, el tercer sujeto y que hasta el momento solo acariciaba la espalda de Miriam, decidió entrar en acción colocándole un dedo en el ano y haciendo una salvaje presión, hizo que su dedo penetrara en una fracción de segundo, incrustándose hasta lo más profundo de su cuevita, logrando de esta forma que la señora tenga todos los orificios tapados y entonces Miriam gritó: -Basta por favor! No lo soporto, me están rompiendo toda! Me lastiman! Siento que me están partiendo!

Nadie le presto atención.! Guyot desde atrás clavaba y sacaba acompasadamente el falo de las entrañas de la joven, Uhusim, lo acompañaba en el ritmo, metiendo y sacando su dedo del ano de la mujer, y Ohambú le tapaba la boca llenándola con su poderosa polla.

Guyot disfrutaba al máximo cada embestida, sentía como su poderoso miembro se habría camino por la estrecha vagina de Miriam; hacia que cada penetración fuera lenta y profunda, muy profunda, disfrutando con cada centímetro que su pene rozaba las pareces calientes y suaves de la cavidad vaginal de la joven mujer. Guyot disfrutaba de tomar fuertemente por las caderas a Miriam al tiempo que le comenzaba a incrustar la tranca en el coño. Entonces, de repente, Guyot empezó a embestir e incrustar su pene con frenetico movimiento, rápido, salvaje, profundo; tan profundo y violento que parecía sacarles gemidos de desesperación a la sometida damisela. De repente Miriam comenzó a gemir, Guyot aprecio como la vagina se llenaba de humedad lubricando suavemente las pareces de la cueva de la joven, y el negro decidió acelerar sus movimientos. Miriam parecía dar pequeños jadeos, casi como disimulando, pero lo que no podía disimular, era el hecho de que a cada profunda penetración de Guyot, ella levantaba su culo, como ofreciéndoselo a la verga que la penetraba, y también facilitaba la inserción del dedo de Uhusim que le perforaba el ano. Así transcurrió la acción por unos segundo, hasta que pareció que Guyot estaba por llegar al orgasmo, cuando de repente, el negro saco su miembro del interior de la dilatada vagina, se detuvo por unos segundos, tomo aire y le dijo a Uhusim que estaba junto a el: - Sigues tu! Uhusim, sin quitarle el dedo del culo a Miriam, tomo su tranca en la mano y de un solo golpe la clavo hasta el fondo de la enrojecida vagina de la joven, arrancándole a ésta un gemido que se confundió con el sonido gutural, que emitió el negro, al sentir su pene delicadamente abrazado por el coño de la dama. Uhusim perforaba a Miriam con su barreno de carne a un ritmo vertiginoso, no tenia piedad, solo lo guiaba la calentura, era un animal en celo, como una caballo salvaje fornicando a su yegua. Cuando Ohumbú le quito la polla de la boca y se hizo a un lado de la joven, ella pudo verse reflejada en al imagen del espejo, vio la imagen de una mujer sometida, con el rostro enrojecido, con el cabello revuelto, con mirada desencajada. Vio reflejarse la imagen del negro que la follaba desde atrás y se detuvo en los gestos de éste; también observó como los otros dos negros, estaban junto a ella con esos poderosos miembros erguidos, miró el pene de Ohambú, brillante de la saliva que ella le había aplicado por la fuerza, y de verdad que no lo soportó más; basta ya de mentirse, se dije para si, era el momento de quitarse la careta y asumir la realidad. Esto que le sucedía era lo que ella realmente quería; necesitaba ser follada, poseída, sometida, quería tener una buena pija clavada en su coño, y si bien no era la forma en que lo hubiese pensado, era lo que deseaba, necesitaba y quería. Y entonces levanto su rostro de la mesa, sacudió su cabeza desordenando aun más sus rizados cabello, arqueo la espalda, levanto el culo y grito con fuerza: -Quiero que me cogas con fuerza!, Cójeme fuerte muy fuerte y no te detengas negro de mierda! Y agrego, al tiempo que miraba Guyot, quien todavía tenia el pene hinchado y a punto de correrse: -Ven negrito y pon tu pijota en mi boca, que quiero besarte y darte tanto placer como vos me diste! Guyot no dudo ni un instante y le puso su verga a disposición de la dama para que esta la comiera, la chupara y lamiera.

Felipe, observo a su mujer extasiado, absorto, no podía creer lo que escuchaba y solo atinó a permanecer sentado, absorto y en silencio mientras continuaba con la filiación.

Ohumbú tomo coraje y decidió soltar las ataduras que sujetaban a la mujer por sus manos y al instante en que se sintió libre, Miriam, aferró con sus manos a la verga que tenia en la boca y la sujeto como con miedo de que se escapara.

Los tres negros reían y disfrutaban de la escena, todo era perfecto. Miriam gozaba como perra en celo y ellos la disfrutaban enardecidamente.

Uhusim seguía desde atrás fallándose a Miriam a un ritmo infernal, hasta que ella dejo salir de su boca la verga de Guyot al instante que decía: - No pares de follarme por favor; no te detengas! Entonces la mujer se aferró a los borde de la mesa apretando sus manos y grito: -Estoy acabando! Estoy llegando! Y jadeó y gimió como loca, como poseída, hasta quedar tendida sobre la mesa. Uhusim no pudo soportar la excitación y cuando ella comenzó a gemir y a sacudirse por el orgasmo Uhusim llenó la cabida de Miriam con su esperma y ella respondió con sus caderas, meneándolas en forma circular, como acariciando el pene de Uhusim. El negro se dejo caer sobre el cuerpo de Miriam y quedaron ambos apoyados en la mesa, mientras ella desde atrás le acariciaba con su mano la cabeza.

Felipe no comprendía bien lo que sucedía, o no lo quería entender, Miriam estaba gozando y no era lo que el precisamente pretendía. Entonces casi con furia les dijo a los otros negros: -Uds. dos sigan con el plan, ahora ataquen por donde ya saben! Y mirando a Uhusim, que todavía yacía sobre el cuerpo de Miriam le reclama: -Vos muévete y sujétala bien!

Miriam, pareció no entender, tampoco hizo mucho por comprender lo que pasaba, solo intentaba recuperarse del agobiante y profundo orgasmo que había tenido.

Uhusim sujetó con las cuerdas nuevamente las manos de la mujer, Ohaumbu que todavía no había logrado penetrar a la mujer por ningún lugar se paro detrás de ella y salivándose generosamente la mano le aplico su baba en el esfínter anal de Miriam y entonces le acercó su enorme pene. Miriam entendió la situación que estaba por afrontar y comenzó a los gritos, pidiendo piedad. Suplicaba por su integridad física y decía: -No por favor, por el culo no! Se los ruego, hago lo que me pidan, pero por el culo no! Me van a matar del dolor! Mi esfínter es muy estrecho! Piedad por favor! Por el culo NOOOOOOOO!!!!!

Y entonces sintió que el enorme glande de Ohambu presionaba sin piedad contra su cola abriéndose camino por este nuevo sendero casi nunca usado. La presión y la lubricación hicieron que el glande lograra entrara en el culo de Miriam y entonces, cuando ella sintió tremenda penetración empezó a gritar y a sacudirse como poseída, tanto que casi hace caer la mesa donde se apoyaba. Uhusim la tomo firmemente de los cabellos, sujetándola con ambas manos y Guyot la lió, desde un lado y por la espalda. Ohambu se logró reacomodar y con sorpresa vio que el pene se había salido del esfínter, dejando a la vista el dilatadísimo ano de Miriam, tan dilatado que se podía ver dentro de su recto. Ohambu se reacomodo en la posición que estaba, volvió a lubricar con saliva el culo de Miriam y volvió a insertar su tranca en el hinchado culo. Primero entro su glande, y luego empezó a embestir para que se incrustara milímetro por milímetro el tronco de su polla. Miriam gritaba de dolor, gritaba como loca. No emitía palabras, solo monosílabos y daba alaridos de dolor. Ella sentía que ese barreno de negra carne que la perforaba la estaba desgarrando, estaba por perder el aire y la conciencia, quería desmayarse, pero los negros la atosigaban con palabras y sacudones para que ella no se pierda ni un segundo de las sensaciones que le provocaba esa vergota en su estrecha cola.

Ohambu no se detuvo ni un solo instante, cuando parecía que el pene no entraba más, lo retiraba un poco y volvía a embestir haciendo que entrara lo que quito y un poco más aun. Lentamente hizo su trabajo hasta que logro una penetración casi completa. Miriam solo gritaba como loca y se contorsionaba intentando, en vano, librarse de la situación.

Ohambu esta como poseído, estaba tremendamente excitado, su morbosidad estaba en lo más alto; ver como la mujer sufría, gritaba y se contorsionaba lo excitaba en grado extremo. Ohambu asolaba sin piedad el culo de Miriam, tanto así, que gustaba de quitarle íntegramente el pene del culo para mirar como quedaba extremadamente dilatado el esfínter de la mujer, entonces echaba a reír y le volvía a incrustar el falo por el culo. La fornicó hasta que la penetración fue tan profunda que sus testículos golpeteaban contra los glúteos de la Miriam. El endiablado negro abusaba analmente de la mujer al tiempo que le separaba las nalgas para observar como el ano de Miriam parecía salirse de lugar cuando empezaba y retirar su pene, para luego dilatarse al extremo cuando volvía a insertarlo. El negro jugó y jugó con la cola de Miriam hasta que la excitación lo superó y sujetándola por las caderas, la apretó hacia él con fuerzas y dejo que su semen llenara el culo de Miriam en forma abundante y caliente. Entonces se detuvo solo un instante, y sin sacarle la polla del culo a la mujer, lo llamo a Uhusim y le dijo: - Ven pronto que no quiero que se escape si una gotita de semen! Uhusim corrió al instante y automáticamente que Ohambú retiraba la tranca del culo, Uhusim le insertó la suya hasta el fondo y comenzó la acción penetrándole con firmeza el dilatado culo.

Miriam no tenia paz, la sensación era horrorosa, un pene de ese tamaño metido, la hacia sentir desgarrada, las paredes de su esfínter le ardían, la penetración era tan profunda que le hincaba en lo más profundo de su intestino. Sentía con precisión como la perforaba cada milímetro venoso del terrible y oscuro falo. Las paredes de su culo le transmitían a la perfección cada detalle del pene que la surcaba. Y ella, la pobre Miriam, solo podía gritar y aullar de dolor.

Uhusim se la culiaba despiadadamente, se la metía y se la sacaba del orto como si tuviera necesidad de hacerle daño. El frenesí era indescriptible; tanto así que en un momento el negro grito y le dijo: - Puta, zorra! Te lleno el culo con mi esperma! Trágame con ese culo toda mi leche! Y también le inundo el trasero con liquido seminal, caliente, abundante y blanco.

Uhusim, mirando a Guyot le dijo: - Hermano, ahora es tu turno de disfrutar esta hermosa cola de esta bella hembra!. Y en el preciso momento que Uhusim retiraba su pene, Miriam grito: -Basta, esperen por favor, que ya no lo soporto, creo que me estoy haciendo encima! Y entonces a la vista y sorpresa de todos, comenzó a despedir por su ano, tal como una enema, los chorritos del esperma que le habían dejado depositado los dos negros. Mientras hacia esto, Miriam tenia una especie de reacción espasmódica, acelerando las contracciones de su esfínter anal despidiendo con velocidad hasta la ultima gota de semen depositado en su culo. El liquido blanco, lechoso y caliente, le corría por los muslo y se había desparramado por la habitación.

El olor a sexo invadía el ambiente, Felipe estaba inmóvil, extasiado, todos miraban a Miriam que yacía sobre la mesa, parecía desmayada, estaba abatida. Por sus piernas corrían hilos de semen que terminaba su recorrido en el piso. En su dilatado y enrojecido culo podían verse escapar algunas gotitas de blanco esperma. Ella tenia la mirada extraviada y clavada en el espejo.

Guyot se tomo el trabajo de liberarla de las ataduras, y ella como un muñeco de trapo cayo al piso. Guyot se arrodillo junto a ella casi con un gesto de ternura y entonces se recostó a su lado; la movió y levanto en un solo movimiento e hizo que la espalda de Miriam quedara pegada a su pecho, con la ayuda de Ohambú, le doblaron las piernas y la sujetaron con sus manos y cuando ella estuvo en una posición tal como en una camilla de parto, Guyot desde atrás la empozo a follar otra vez por el culo, y en un par de embestidas, Miriam ya tenia otra vez toda, la poderosa pija metida en el orto. Ella ya no se defendió, solo dio gemido he hizo un par de bruscos ademanes con sus manos. Ohambu aprovechando la posición le separo las piernas un poco más y le introdujo su pene por la vagina. Miriam era victima de una doble e intensa penetración. Los penes cada uno por su agujero trabajaban como pistones, Miriam estaba hecha un sándwich, entre los dos negros, y el contraste de su piel con la de ellos era hermoso. Guyot desde el piso besaba su cuello, Ohambu encima de ella, amasaba su pechos, lamía sus pezones y la besaba en la boca metiendo su lengua dentro. Miriam ya no respondía a los estímulos, solo miraba a los hombres que la sometían.

Uhusim se acerco a ella, se arrodillo junto al rostro de Miriam y le acerco su pene a la boca. La mujer en un acto casi impensado movió su mano hasta sujetárselo he hizo los movimientos necesarios para que la tranca entrara en su boca y ella lo comenzara a lamer y succionar con dedicado tesón. Los movimientos incordiándoos de los cuatro parecían propios de una danza de poseídos.

Miriam giro la cabeza hacia su costado y busco con sus ojos, a su esposo, cuando lo encontró solo pudo ver como Felipe filmaba extasiado su mejor film porno, él no le presto atención, casi no se dio cuenta que ella lo miraba. Miriam vio a Felipe indiferente, ausente, frió, inconmovible. Felipe le estaba pagando con la misma moneda. Ella no lo podía permitir, no podía doblegarse en el final de la contienda, no podía ni quería demostrar que estaba abatida, y entones sin previo aviso o causa que lo justifique comenzó a reír a carcajadas, reía como loca, reía y jadeaba, jadeaba y gritaba; jadeaba, gritaba y miraba a su marido que permanecía inmóvil y filmando, y entonces le dijo casi gritando:- Mírame Felipe! Mira como gozo! Mira como me gusta tu regalo! Mírame Hijo de Puta!

Entonces Miriam decidio comenzar a gozar, se relajo y empezó a alentar las acciones de los tipos diciendo: -Vamos no paren, no se detengan, follenme lo más duro que puedan!

Al instante Miriam los cambio de posición, puso un negro debajo de ella y se le sentó encima haciendo que se incrustar esa negra polla en su vagina, tomó otra de las vergota y se la empezó a mamar y permitió gentilmente que otro negro se la ponga por el culo. Ella a los gritos anunciaba un nuevo orgasmo, mientras uno de los negros la acompañaba llenándole de semen la boca, de la que no dejo escapar ni una gotita. Siguieron así un instante más y ella grito que llegaba a un nuevo orgasmo, y el otro negro que estaba con la polla clavada en la vagina solo atinó a apretarle los hermosos pechos antes de gemir y llegar a un intenso orgasmo dentro de la lubricada y tibia cueva de la mujer. Por último, el negro que tenia la verga clavada en el culo de Miriam, le dio dos violentas embestidas con su miembro clavándoselo hasta el fondo, al tiempo que le depositaba todo su esperma. Miriam grito un poco de dolor y otro poco de placer, pero acompaño el acto, moviendo sus caderas de arriba hacia abajo, como danzando, mientras estimulaba con ellos el orgasmo del negro.

Cuando todos se tranquilizaron los tres negros hicieron a un lado a Miriam y la dejaron suavemente depositada sobre el piso y ella quedo ahí, quieta como dormida.

Los tipos se marcharon luego que Felipe los acompañase y pagase por los servicios que habían prestado. El marido volvió hacia el sótano, donde se había realizado la acción, y su mujer ya no estaba; caminó por la casa hasta llegar al dormitorio y entonces escucho que Miriam se estaba duchando. Él se recostó y espero que ella volviera. Pasaron unos instantes hasta que Miriam regresó al cuarto. Ella se recostó junto a él, lo miro a los ojos con melancolía y tristeza. Lo miró como se mira a alguien en una despedida. Miriam acercó su boca a la de él y tiernamente beso sus labios y solo dijo: - Adiós mi Amor!, se dio vuelta dando la espalda a su marido y quedó dormida.

Felipe no pudo contestar, tenia un nudo en la garganta que no le permitía pronunciar palabra alguna. Sintió desolación y una profunda tristeza, se le pusieron los ojos brillantes, vidriosos. Se recostó sobre su lado dando la espalda a su mujer y espero que el sueño se apoderara de el, mientras pensaba en todo lo que pudo ser y no fue.-