La Venganza
Relato acerca de la venganza sexual de una madura con su ex amante y su relación con un adolecente
La venganza
Se sentía exhausta, la posición inclinada sobre la cama la estaba incomodando, sentía cansancio en las piernas, sin embargo soportaba todo esto por la delicia de sentir las violentas arremetidas, el jovencito se la estaba cogiendo de a "perrito": ella arrodillada en la orilla de la cama con el torso pegado al colchón y la grupa en alto, con el culo parado, y el miembro erecto entrando y saliendo de la cueva caliente, abierta y viscosa que era su sexo; ya se había venido tres veces y quería más, mucho más; y justo cuando el orgasmo llegaba de nuevo, irrumpiendo desde el fondo de su ser, haciéndola gemir ruidosamente, escuchó el breve pitido "pipi pipi", era su teléfono celular que le avisaba que había sido recibido un nuevo mensaje, pero no podía hacer nada pues estaba a merced de su "novio" de casi 18 años que en ese momento eyaculaba en su pepa distendida y chorreante, y cerró los ojos para abandonarse al placer de sentir los espasmos de la verga al llenarle de semen la vagina. Luego se olvidó un rato del teléfono, pero ya cuando el chico se bañaba y ella estaba a solas sobre la cama, tomó el pequeño aparato y presionó la tecla de mensajes, reconoció el número y leyó "¿ya tienes novio? ¿o todavía sigues añorando mi verga?, cuando te decidas me llamas, ya sabes que aquí tengo lo que necesitas". Al leer aquello primero se estremeció, fue como si la hubieran descubierto haciendo algo malo o prohibido, pero luego una leve sonrisa, entre cínica y lujuriosa, se dibujó en sus labios y pensó "¡si supieras cabrón!, la cogida que me acaban de dar , ya no necesito tu verga, ¡idiota!, tengo otra, más nueva y bien buena", y suspiró satisfecha.
Ya cuando su nuevo "novio" se había ido, mientras cambiaba la ropa de cama que lucía las manchas mojadas y olorosas del combate amoroso, recordó a su antiguo amante. Fueron amantes o pareja durante más de cuatro años, y todo iba bien, se sentía feliz y satisfecha, más en el aspecto sexual, pues aquel tipo supo despertar sensaciones y experiencias arrumbadas en el olvido, hasta convertirla en una hembra insaciable, deseosa siempre de probar algo nuevo y diferente en cuanto al sexo, hasta que poco a poco la relación se deterioró y él la abandonó, quizá para buscarse otra mujer, tal vez más joven, más nueva, pensó la madura. La ruptura fue dolorosa y traumática para ella que de pronto se encontró casi en la calle, con sus escasas pertenencias y casi sin dinero para emprender una nueva vida; llena de indecisión y sumida en la tristeza tuvo que hacer grandes esfuerzos para de nuevo ser una persona productiva y ganarse el sustento, encontró empleo como maestra de inglés en un jardín de niños, y a las pocas semanas empleo temporal en una preparatoria privada dando cursos de regularización para adolescentes, de esa forma pudo por fin rentar un departamento y librarse de la tiranía materna por haber regresado a vivir a su casa, quien siempre le reprochaba haber tenido la culpa de su último fracaso amoroso: "tú lo fastidiaste, lo cansaste con tus exigencias, siempre fuiste así, berraca y caliente, ¿ya se te olvidó? hasta tu marido se quejaba de que no te daba abasto". Pero desde los primeros días del rompimiento con "aquel" empezó a recibir esos mensajes donde él le ofrecía de todo, con el lenguaje vulgar y ofensivo que utilizaban durante sus encuentros amorosos, a veces ella contestaba tratando de posponer el encuentro, tratando de ser fuerte para no acceder a eso que ella extrañaba: la rica verga de su ex amante, hasta que conoció a ese chiquillo. Y recordó todo, como si fuera una atrevida película erótica.
Fue en la preparatoria donde conoció a ese adolescente, un chico normal, tal vez un poco más alto que sus compañeros, de facciones hermosas y mirada triste, fue su alumno durante casi dos semanas, durante los cuales el chico no mostró ningún avance y al final volvió a reprobar el examen de inglés, fue así que Tony le pidió que le diera clases particulares. Ana aceptó, pues necesitaba dinero, establecieron un horario por la noche, de dos horas lunes, miércoles y viernes. Ella sabía que el adolescente atravesaba por una etapa de confusión, era inteligente pero tal vez los problemas con su familia lo estaban afectando sobre manera, por ello, junto con el repaso del idioma fue tratando de ganar su confianza para así saber más de él y tratar de ayudarlo, el sistema funcionó, pero cuando la mujer se dio cuenta el chico estaba enamorado de ella, y lo peor, ella también sentía cosas "allá abajo" cuando Tony se le quedaba mirando embelezado, empero el avance del joven en los estudios fue significativo, presentó de nueva cuenta el examen en la escuela y logró aprobar y el curso "intensivo" terminó para desencanto de la madura y del joven que insistió en seguir yendo a la casa de Ana para tomar más clases de inglés, "¿inglés?, éste lo que quiere es cogerme", pensó Ana cuando supo la propuesta del chico y a su pesar lo citó un viernes para hablar del asunto, "le daré una mamadita, para que se le quite la calentura y ya", pensó la madura, creyendo tener controlado el "asunto".
La noche de la cita la mujer fue directa al grano: "mira Tony se bien lo que ocurre contigo, durante este tiempo nos hemos hecho amigos, muy amigos, y tú estás un tanto confundido conmigo, quieres cosas que no pueden ser entre ambos, yo bien podría ser tu madre, ¿te das cuenta?, pero me miras de una forma que no corresponde a lo que debe ser entre amigos y eso no es posible, también yo me he sentido inquieta en estos días en que hemos estado juntos, aquí, estudiando, pero entiende que si accedo a lo que deseas tal vez te haga daño, a mi ya me ha pasado y he sufrido mucho, ¿entiendes?, ¿si?, piénsalo por favor, y entiende que no puedo aceptar que sigas viniendo a mi casa, esto puede terminar mal --guardó silencio mirando hacia la ventana y casi mordiéndose lo labios añadió-- sólo hoy, ¿entiendes?, y sólo lo que yo te permita hacer, ¿si?, después seguiremos siendo amigos pero nunca algo más, ¿si entiendes?"; él se quedó sin poder hablar mientras la mujer lo tomaba de la mano y lo llevaba a la sala, cuando llegaron ahí Tony temblaba de nerviosismo, Ana también; ambos se sentaron en el sofá y se quedaron mirando por segundos inmensos sin saber que hacer, la mujer creyó que tenía que tomar la iniciativa y suavemente recorrió con su mano el rostro del chico y lo sintió temblar de emoción, luego acercó el rostro para besarlo en la mejilla y sintió el aliento caliente y la respiración agitada del adolescente, y mientras le ofrecía los labios entre abiertos su mano bajó primero por el pecho de Tony, luego más abajo, hasta la entrepierna, sobre el pantalón, ahí, sobre la rugosa textura de los jeans azules percibió un bulto y tuvo un estremecimiento, pero no pudo conjeturar nada pues ambos se besaban ansiosos, él apresurado pero con torpeza, ella con ansia, abriendo la boca, recorriendo con la lengua los suaves labios del chico y refregando la boca sobre la de él, así por largos segundos o minutos en los que la madura ya había sacado sus conclusiones sobre lo que su mano apretaba: "este viene bien servido, se nota que la tiene grande, pero eso tengo que comprobarlo", pensó ella; el adolescente pareció interpretar sus pensamientos pues se levantó del sillón para abrirse el pantalón y al bajarlo junto con su trusa de algodón, la mirada anhelante de Ana cambió al instante, sorprendida pensó "¡madre santa!, nunca había visto nada igual, que ´pajarote´, jesús bendito", y cuando por fin el chico se había librado de la ropa, acercándose con lentos pasos hasta donde ella estaba no pudo dejar de decir en voz baja "ayyy Tony estás muy grande de aquí" y su mano derecha, como si tuviera vida propia se extendió para agarrar el enorme palo de carne, erecto, que formaba casi un ángulo recto con sus piernas y se balanceaba de arriba abajo, y sin despegar los ojos de "eso" lo tomó, rodeó el grueso lomo de la verga, lo sintió muy duro y muy caliente, con la suave piel cubriendo el redondo glande, y su mano recorrió lentamente el miembro, no una sino varias veces, hasta pelar la redonda cabezota del pito, que encontró roja y mojada, brillosa de líquido; la madura ya no pudo contenerse, abrió los labios en círculo para posarlos sobre el enorme glande, pensando "nunca me cabrá toda, es muy grande, enorme" y recordó sus dotes, su depurada técnica para mamar una verga, era lo que más disfrutaba, o casi, se dijo para si misma, enrojeciendo del rostro; y contra su costumbre de mamar con los ojos cerrados, los mantuvo abiertos lamiendo delicadamente la cabezota, degustando del sabor entre salado y dulce, su lengua recorrió los contornos del glande, titilando, lamiendo, abajo, luego en la punta sonrosada, y cuando ya no pudo más suspiró anhelante y se fue tragando lo que pudo del enorme pito, llegó hasta la mitad y regresó a la punta, apretando la boca, succionando al sacarse el duro palo, para de nuevo ir comiendo poco a poco la verga de Tony, hasta lograr comerse dos terceras partes del palo, y cuando su boca ya se había acostumbrado al tamaño del miembro he iba de la punta hasta abajo, cada vez más rápido, cada vez con mayor excitación, sintió a Tony estremecerse y gemir, Ana pensó de inmediato que el chico iba a eyacular y apretó los labios sobre el lomo de la inmensa pinga, "anda chiquito, dame la leche, echa los mocos, dámelos cariño, anda papito lindo" se dijo para sí, y siguió mamando, sintiendo la verga palpitar y estremecerse, llenarle la boca de semen que tuvo que tragar, y Tony siguió viniéndose más, agitando el cuerpo, metiendo casi todo el tronco en la golosa boca de la mujer que no pudo tragar más y dejó que la leche saliera de su boca y escurriera, viscosa, obscena, por sus mejillas, por su barbilla, y cayera sobre su blusa blanca escolar, hasta que desfallecientes ambos se quedaron quietos, el joven suspirando, manteniendo la punta verga dentro de los cálidos labios de ella, Ana succionando el palo, ahora un poco flojo, pensando, "que venida, dios mío, ¡cuánta leche!, le vino muchísimo".
Momentos después ella se levantó evitando pudorosa la mirada del joven, fue al baño a limpiarse la cara con una toalla y quitarse la blusa manchada cambiándola por un blusón azul, así regresó con Tony, que descansaba sobre el sillón, recargado sobre el respaldo, con los ojos cerrados, pero mostrando impúdico el pene lustroso de semen y un tanto flojo, maltrecho; sin dejar de mirar el miembro Ana se sentó junto al chico, él la sintió y abriendo los ojos le dijo "yo también quiero besarte, ¿me dejas?"; "anda, bésame, aquí estoy", contestó la madura ofreciéndole la boca, pero él corrigió "si, pero quiero besarte ahí, abajo", ella se estremeció al escuchar aquello, no quería terminar cogiendo con el jovencito, no estaba en sus planes, además no quería que él la viera desnuda, el vientre flojo y marcado por estrías y la cicatriz de cesárea de tres partos; con el rostro rojo de vergüenza dijo "no creo que sea buena idea, no me pidas eso por favor Tony, ya te hice el amor así, ¿te gustó?, ¿dime?"; "si, fue maravilloso, pero quiero eso ",insistió el chico; Ana volvió a sentirse excitada, ya tenía tres meses sin sexo, y ahora estaba ahí, con ese chiquillo de enorme verga, pero la situación le apenaba --"yo, una vieja cogiéndose a este muchachito calenturiento, qué vergüenza"-- y a su pesar sin levantarse del sillón subió su falda hasta la cintura y sin quitarse el calzón --negro de nylon-- hizo a un lado la prenda, jalándola por una orilla, y así se quedó, apretando los parpados, ofrecida, expuesta a los ojos lujuriosos de Tony, que lentamente se arrodilló entre sus piernas para acercar poco a poco el rostro, meterlo entre las blancas piernas de la mujer, que primero sintió la delicada caricia de los dedos recorriendo su pepa ajada, carnosa, velluda, mojada, caliente, jalando más la pantaleta a un lado y abriendo la raja con las dos manos, para luego besar ahí, en el centro; la caricia tomó desprevenida a la madura que tuvo un estremecimiento en el vientre, luego sintió otro beso, y otro más en el nacimiento de la pepa, en el clítoris, luego la boca plena pegada en la raja abierta, escurriendo jugos, y el chiquillo lamió, besó, succionó, muchas veces la pepa distendida y abierta de Ana, que gemía, suspiraba, movía la pelvis a los lados, la alzaba diciendo "ay Tony, no Tony, ay, sí, ay, hummm, aaa, me vas a hacer venir, hummm, Tony, ya, por favor, deja, hummm, nnoooo, aaayyy", pero el ansioso chiquillo seguía lamiendo, succionando, halando los labios internos con su boca succionante, hasta que la mujer sintió que el paraíso le abría sus puertas y aferrando con ambas manos la cabellera de Tony, le refregó la pucha sobre el rostro en el momento que el orgasmo se posesionaba de ella. Y gimió y gritó "aaaahhhh, aaaaahhhh, hummmmm", desfalleciendo, perdiendo el sentido, sintiendo las deliciosas contracciones de su panocha, al final se quedó quieta, suspirando agitada, con los ojos cerrados, jalando aire a sus pulmones, disfrutando del inmenso placer alcanzado; por ello no sintió cuando el joven se levantó y sólo abrió los ojos cuando sintió pegado a su cara el bello rostro del adolescente, que trataba de juntar los cuerpos y mantener la pantaleta hacía un lado, dejando el campo libre para la cogida, y al momento el contacto de la verga sobre su panocha abierta le confirmó que se la iba a coger; Ana sólo abrió más las piernas y las alzó hacía arriba, como si con ellas quisiera sostener el techo de la habitación, sosteniéndolas con ambas manos, y se abandonó a la cogida, sintiendo como la gruesa cabezota distendía la entrada de su vagina y pensando "¡ay, qué vergota dios santo!" y cuando el glande ya estaba dentro, abriendo más su pucha se atrevió a decir muy quedo "despacio Tony, poco a poco, está muy grande", y cuando el enorme palo la penetraba lo fue guiando con voz entre cortada: "así, así mmmmijito, ¡huy!, duele, así cariñito mío, poco a poco, despacito papacito, ahora un poco más, aaahhh Tooooonnnnnyyyyy, aprieta un poco, ay chiquito no tanto, así, hummm, más un poco más, aaaahh así corazón, qué grande está ay, hummm, ¿ya papi?, ¿toooodo?", dijo cuando sintió los huevos duros pegados a la entrada de su pepa y se sorprendió pensando "¡madre mía, entró todo!".
Y no pudo pensar más pues el chiquillo se empezó a mover sobre ella, sacando y metiendo el pitote, sofocando a la mujer que se mantenía abierta y con las piernas hacia arriba, apuntando al techo de la sala, una y otra vez, con ansia, con furia, haciendo ruido al chocar con su cuerpo sobre su entre pierna, llenándola de placer, haciéndola suspirar "aaaahahhhh, ahhhhhaaahhhh, hummm", mientras la pinga de Tony ya chapaleaba entrando y saliendo de la pucha con sorprendente facilidad, hasta que Ana sintió el orgasmo llegar desde sus piernas, o más bien del fondo de su vientre, o desde lo más profundo de su ser, o todo ello junto y gimió ruidosamente un "aaaaaahhhhhhh, Toooooo .nnnny" y mientras alzaba la pelvis para recibir mejor la verga su panocha se contraía en espasmos deliciosos, y así siguió mientras el orgasmo se alargaba, se hacía interminable, o tal vez se había vuelto a venir, no lo supo, pues el adolescente seguía furioso, cogiéndosela de manera rápida y fuerte, entrando en ella con aquel garrote de carne que la llevaba de nuevo a la cima del placer, hasta que lo sintió vibrar y detener la cogida un instante para luego suspirar y caer sobre ella al eyacular; Ana sintió el maravilloso placer de sentir la verga vaciarse en la pucha, las contracciones deliciosas, los chorros de semen que bañaban su vagina, e involuntariamente empezó a apretar la pucha como ella sabía, sincronizando los espasmos con las contracciones de la verga, era maravilloso, se dijo la madura que ahíta y desfallecida suspiraba agitada acariciando la suave cabellera del jovencito acostado parcialmente sobre ella. Minutos más tarde, ambos satisfechos y cansados, se separaron; Ana miró al chico con vergüenza y se sorprendió al notar la misma reacción en Tony al ponerse de pie mostrando el pito cabizbajo goteando leche; ella hizo a un lado la cara cuando pudo bajar sus acalambradas piernas y tambaleante se levantó, cubriendo con una mano su sexo, colocando en su lugar el calzón negro que al momento se empapó de líquidos, sintiendo además que su mano se mojaba de lo mismo y que aquello viscoso escurría por sus piernas; el chico reaccionó y se acercó a ella para besarla levemente en los labios haciéndola estremecer y suspirar, hasta que la madura tuvo fuerzas para decir "ya Tony, vete por favor".
Al siguiente día cuando Ana entraba a la escuela las piernas le temblaban de nerviosismo, temía encontrarse con Tony, pero aunque secretamente lo deseaba se sentía culpable: "¡qué estúpida!, yo, una vieja dejándose coger por ese chiquillo caliente". Por ello ese día sólo acudió a sus clases para luego salir casi corriendo del plantel evitando cruzarse con el joven. El sistema funcionó tres o cuatro días, hasta que inevitablemente se encontró con él a la salida, Tony ya la esperaba, lo saludó apenas y él fue tras ella hasta que la mujer se detuvo para abrir su auto y tuvo fuerzas para hablar: "ya no me busques Tony, por favor, haz de cuenta que no pasó nada entre nosotros, sólo espero que seas discreto y no comentarlo con nadie, por favor", y subió presurosa al coche para alejarse del chico que la miraba con sus ojos tristes. Luego de esto varias veces vio al adolescente, de lejos, meditabundo, triste, recargado en la pared del pasillo que conducía a la salida, y en cada una de esas ocasiones Ana sintió un involuntario estremecimiento en el cuerpo, hasta que su oposición se derrumbó una noche saliendo de clases: ahí, junto al auto estaba el adolescente y sin mirarlo escuchó su voz apagada: "Ana quiero estar contigo otra vez" y la madura nunca supo de donde salieron esas palabras "yo también quiero, anda sube al carro". Nerviosos y temblando llegaron a la casa de la mujer, fueron hasta la sala y el ansioso chico abrazó a la mujer y la empezó a besar con pasión, Ana respondió con ansia a los besos de su amante y en cierto momento se separó para decirle junto al oído "¿no te arrepentirás de hacer esto?"; "nunca" le escuchó decir al chico, la madura suspiró para decirle "no digas eso, olvida esa palabra, el nunca no existe para nosotros, ya lo verás", y volvieron a besarse, refregando los cuerpos, sintiendo la mujer el duro palo pegar contra su bajo vientre, pensó llevarlo hasta su cama, pero no hubo tiempo: el adolescente hizo que le diera la espalda, ella como autómata se dejo hacer, sólo apoyó los brazos sobre el asiento del sofá, ofreciéndole el trasero; al momento sintió las manos de Tony bajarle con rudeza la pantimedia junto con el calzón de nylon rosa y suspiró cuando el miembro duro buscaba su vagina desde esa posición; Ana contuvo el aliento cuando el pene inició su entrada, distendiendo con dolor las paredes de su canal vaginal, y continuó así, con la respiración contenida, hasta que el bajo vientre peludo del chico quedó pegado a sus nalgas, hasta entonces pudo dejar escapar su respiración; las manos se aferraron a sus nalgas carnosas y un lento vaivén inició, Tony le sacaba casi todo el pito para luego meterlo poco a poco, varias veces, Ana no supo cuantas, pues luego el ir y venir se tornó más rápido, casi violento, los cuerpos chocaban, resonando en el silencio de la sala, y la mujer sintió llegar el primer orgasmo desde las puntas de sus pies hasta su vientre, y se agitó, gimió cuando ella reculaba, como exigiendo mayor placer, moviendo las caderas en círculo cuando el joven entraba con furia en su panocha ahora floja y abierta, y apenas se recuperaba del orgasmo cuando lo sintió eyacular, en chorros fuertes y acompasados, ambos gimiendo, provocando un placer intenso que generó un nuevo orgasmo en la mujer, que con esfuerzo podía mantener la posición, pues sus piernas se doblaban.
Cuando el pene dejó de palpitar en su interior pensó que Tony la soltaría, pero se equivocó, los embates reiniciaron acompasados, el continuo entrar y salir del pene en su vagina; la mujer hizo un esfuerzo para apoyar sus rodillas en el sillón y así se abandonó para de nueva cuenta sentir las furiosas acometidas del chiquillo que seguía aferrado con fuerza a sus caderas metiendo y sacando su pene enorme, así siguieron un rato más, en total Ana se vino cuatro veces y Tony dos, luego el chico la dejó libre y ambos quedaron desfallecidos sobre el sillón, adormilados, satisfechos; minutos después reiniciaron las caricias y los besos, y la mujer se levantó llevando de la mano al adolescente rumbo a su recámara, ella iba entre nubes, como soñando, él temblando pero con el pene de nuevo erecto.
Cuando llegaron a la cama, Ana se apresuró a desnudar al adolescente para luego quitarse la ropa a jalones y empujarlo de espaldas al lecho, en ese momento la madura abandonó todo recato, ya no le importaba que el chico descubriera en su cuerpo el paso de los años, por el contrario quería disfrutar, gozar, de su nuevo descubrimiento, de su nuevo juguete sexual, y sin dar tiempo a que Tony reaccionara la mujer se acostó entre las piernas abiertas del chico, que la miraba con ojos sorprendidos, más cuando Ana fijó sus lujuriosos ojos en los de él, al tiempo que sacaba la lengua para lamer el tronco duro, desde la bolsa velluda de los testículos hasta el prepucio, así recordó la madura las dotes que la habían dado fama entre sus amantes excelente mamadora--, y lamió, chupó, succionó largo rato haciendo gemir de placer al chico que a veces cerraba los ojos, y otras los mantenía abiertos, sorprendido de lo que le hacía aquella mujer, así hasta que Ana sintió palpitar el enorme palo, pero no quería que él se viniera tan rápido, o al menos no de esa forma, por ello, cuando tenía el glande sumergido hasta la campanilla la mujer regurgitó el pito lentamente a la vez que apretaba con su mano la base del pene para retardar la eyaculación y con voz cachonda le sugirió a su amante: "espera, no te vengas, yo también quiero gozar", a jalones terminó de quitarse la ropa para luego montar al sorprendido adolescente y quedar a horcadas sobre su vientre, sintiendo la punta del pito resbalar entre los labios de la pepa, alzó un poco el cuerpo y con la mano derecha dirigió el palo al sitio indicado y mientras suspiraba fue bajando el cuerpo, lentamente, disfrutando de la sensación al sentir como la verga resbalada hasta penetrarla por completo, y se quedó quieta mirando hacia el techo de la habitación, luego apoyó las manos sobre el torso del chico y se empezó a mover, con lentitud, primero subir, luego bajar, una y otra vez, luego moviendo la pelvis a los lados suspirando, las caderas hacia atrás y luego adelante, haciendo que la verga saliera y volviera a sumergirse entera, así en instantes eternos en que ambos se movían a contrapunto, el chico alzando la pelvis para penetrarla, ella bajando y removiendo las caderas, luego ambos quedaron abrazados, Ana untándole las chiches sobre el pecho, él amasando las nalgas, aferrándola para mantenerla bien clavada en la pinga que entraba y salía rápido y fuerte, Tony tocándole el ano con un dedo, haciendo redondeles ahí, hasta que la mujer sintió el dedo traspasar los pliegues apretados, y suspiró deseando "lo quiero ahí, que la meta en mi culo, que se venga ahí, dentro", y en esa posición Ana pasó la mano hacia atrás y sacándose el pito de la pucha viscosa lo dirigió a ese lugar, prohibido pero deseado por todos los hombres, el glande presionó sobre el ojete apretado, la mujer suspiró y cerró los ojos para decirle a su amante "anda Tony, cógeme por ahí, te quiero dentro, mételo todo por favor", y el adolescente presionó y ella se aflojó para permitir que entrara la cabeza de la verga causándole un agudo dolor que la hizo gemir, pero no podía dar marcha atrás, la verga ya se deslizaba llenando de esa carne su intestino, hasta que el palo duro entró todo, entonces se quedaron quietos, ambos mirándose con lujuria, pero en silencio, luego Ana sintió que la pinga se movía apenas, aumentando la dolorosa sensación, saliendo un poco y entrando de nuevo, y lo miró fijamente, con una especie de ternura y pasión, y se besaron pegando las bocas, jugando con las lenguas, y así se quedaron, las bocas pegadas, ambos pegados, ella sintiendo como entraba y salía el enorme pene, ahora con cierta facilidad, pues el ano se había distendido permitiendo la penetración que de dolorosa se fue tornando placentera, y así siguieron hasta que la mujer sintió la verga palpitar ahí, en su lugar más íntimo y secreto, luego sintió el primer chorro y las deliciosas palpitaciones de la verga al eyacular y ella se vino, o creyó venirse así, pues su pelvis también palpitaba, apretando con sincronía el pene que seguía llenándole el culo de mocos, cuando todo terminó siguieron abrazados, ella sobre él, lamiendo sus labios, besando su rostro, acariciando su pelo y moviendo ligeramente las caderas para sentir la verga que conservaba clavada en su ano dolorido y viscoso, sin importarle que un ligero olor a excremento inundara su recámara.
A partir de entonces Ana se hizo amante del chiquillo, se veían dos o tres veces por semana; la mujer estaba fascinada por los ardientes deseos del joven, que a su vez se mostraba cada día más caliente, más osado al momento del sexo, eso si, en la escuela apenas cruzaban palabra, habían acordado que nadie en el plantel podía siquiera sospechar que entre ambos hubiera alguna relación. Así hasta esa noche del mensaje, el envió de su ex amante: "¿ya tienes novio?...".
Luego de recapitular sobre cómo se había hecho amante de un jovencito, una idea empezó a tomar forma en su cabeza: la venganza. Su antiguo amante la había hecho sufrir, enamorarse perdidamente primero, despertar toda su lujuria, hacerla cómplice en toda clase de perversiones sexuales, acostumbrarla al sexo sin freno alguno, para luego sin mayor explicación, dolorosamente dar por terminada su relación, y aquellos mensajes, más que una invitación a reanudar sus relaciones, parecían una burla, una ofensa a su incapacidad de olvidar lo experimentado con él. "Lo que aquel no sabe es que ya tengo "novio" nuevo", se dijo riendo con sorna y pensando "sería bueno darle una pequeña lección". Esa idea fue madurando con los días: "¿y si le cuento todo en un largo mail?, no, debe ser algo más concluyente, más atrevido, más fuerte, más intenso, que no le quepa duda alguna de que ya no lo necesito para nada, ¿algo como una fotografía?, no, debe ser algo más fuerte, casi perverso, ¿algo como un video?", pensó la mujer estremeciéndose, para luego decirse convencida: "¡si, claro!, un clip de video, que vea con sus propios ojos que ya olvide su verga y todo lo que me hacía, algo que le provoque dolor, que lo lastime, así como él me lastimó y me hizo sufrir, como cuando me mostraba los videos que le tomaba a sus antiguas amantes, ¡claro!, ¡eso es!", y se sintió más tranquila, pero a la vez ansiosa, tratando de poner orden en su mente para llevar a cabo sus acciones.
Primero tenía que conseguir una cámara de video, luego tenía que aprender a usarla, nunca había tenido una; luego tendría que "bajar" el video en la computadora y editarlo, y para eso tenía que leer manuales y saber más de todos esos programas de los que ella "ni idea", pero tenía un aliado, Tony. Con cualquier pretexto logró que su novio le consiguiera una cámara de video digital y le enseñara a usarla, y un fin de semana en que lo citó en su casa hizo la primera prueba: colocó la cámara tras una cortina y justo cuando su amante anunciaba su llegada la puso en marcha; el chico nunca supo que había formado parte del "elenco" de la primera "película" de Ana, pues se dejó llevar por los ímpetus de la madura al hacerle sexo oral, vaginal y anal; cuando todo terminó y el adolescente se fue la madura pudo ver el "fruto de sus raptos eróticos" y se maravilló tanto que tuvo que hacerse una chaqueta frontándose con el dedo la panocha. Del video final quedaron tres minutos y medio en los que era evidente que Ana había olvidado por completo a su antiguo amante. Y con el mensaje: "Si, ya tengo novio, ¿quieres ver lo que hago con él?, te mando esto, que lo disfrutes!".
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