La vecina que se transformaba a la noche
Era una mujer caliente y le gustaba ser cogida en su casa con su marido durmiendo.
Gracias por todos los e- mails que me han mandado, la verdad me gusta que podamos compartir estas historias, que reitero, en mi caso, son reales.
En un momento de mi vida, por temas laborales, estuve radicado en una ciudad del interior por casi medio año. Vivía en un edificio de apartamentos, donde la estructura era de dos departamentos por piso, yo estaba en el octavo. Los dormitorios y el living daban al frente, con un enorme balcón. El apartamento vecino, era espejo del mío, por lo tanto la divisoria del balcón apenas era una reja pequeña. Casi nunca veía a mis vecinos, de hecho no conocía a nadie, excepto el portero, la señora que se encargaba de la higiene y el sereno. Un día, que llegaba temprano, aceleré el paso ya que entraba una señora y así no sacaba mi llave. La dama muy amablemente me esperó por lo cual agradecí el gesto. Cuando subimos al ascensor, la dejé pasar primero como corresponde a todo caballero. Le pregunté:
¿Qué piso?
Octavo - me contestó, para mi sorpresa
Ahh le dije somos vecinos
¿Sí? ¿Usted está en el 801? - preguntó
Si le respondo desde hace un mes más o menos
Mucho gusto, Sandra me tendió su mano
Igualmente, Carlos tomé su mano extendiendo el saludo
El ascensor llegó a nuestro piso, ella salió, se dirigió a su puerta y me dijo:
Cualquier cosa a las órdenes, vivimos mi esposo y yo y a veces podrá ver a mi mamá que nos visita
Muchas gracias vivo solo también estoy a las órdenes.
Nos despedimos y cada uno entró a su apartamento. Quedé pensando en mi vecina. En eso sentí ruido en el pasillo nuevamente y por la mirilla observé, era ella que sacaba una bolsa de residuos y la tiraba por el ducto de la basura. Si bien mi observatorio no era el mejor, igual recordaba a esa mujer. Le calculé unos cuarenta años. Cara redonda, ojos marrones, boca de labios algo gruesos pero no demasiado. Llevaba puesta una falda azul por la rodilla, con una blusa blanca de mangas cortas. Sus piernas se veían bien, los brazos eran llenitos pero no gordos y piel blanca. No pude verle los pechos pero parecían acordes a su cuerpo.
Una mañana de sábado, bajaba yo al hall del edificio y Sandra, mi vecina, con quien seguro era su marido que entraba. Nos saludamos y me dijo:
Carlos le presento a mi esposo
Extendí la mano y saludé a un hombre de unos cincuenta años largos, pelado, fumando un puro, de mi altura y con cara de pocos amigos.
Un gusto me dijo me comentó Sandra que es nuestro nuevo vecino.
Así es creo que le dije y allí terminó la conversación.
Subieron al ascensor y me quedé con Zoilo, el portero del condominio. Con él tenía un trato espectacular, porque además de darle buenas propinas, siempre lo trataba como corresponde a un trabajador, cosa que el resto de los copropietarios no hacían.
Al asegurarme que la pareja se había ya bajado en el piso, le pregunté:
¿Hace mucho que viven acá?
Desde que se construyó el edificio me contestó y como todo portero, inmiscuido en la vida de los otros siguió diciendo viven con la madre de ella que cada tanto viene.
Si, ella me había dicho algo le contesté
Ahhh Don Carlos, ya le habló a Doña Sandra- y se reía
Si nos vimos hace unos días. ¿Por qué la risa?
No, por nada, pero está linda la vecina tiró de una
Epa Zoilo, no sea así, es una vecina y vive con su marido le mandé, a ver si seguía porque me parece que algo podía sacar de esa conversación y la verdad, la vecina me gustaba.
Si, claro, yo no digo nada, solo que es una linda mujer
Estamos de acuerdo le respondí
Como vi que el portero se iba a callar por mi respuesta, le seguí el tren
¿Qué edad tendrá?
Cuarenta y siete contestó segurísimo
¡Qué información! - le bromee
Es que hace poco festejó su cumpleaños y sus amigos, en la puerta del apartamento, le pusieron un cartel con un 50 3
Que amigos bárbaros le dije en broma
Si contestó animado el marido estaba de viaje y fue una fiesta larga. En su apartamento, que estaba vacío, se metieron varias parejas.
Ahh, pero fue de orgía la cosa pregunté animado
Siiii, pero como estaba la madre de ella y algunos familiares, en la madrugada, los amigos salían del apartamento, borrachos y escandalizaron en el edificio. Algunos vecinos se quejaron, yo encontré a una pareja cogiendo en las escaleras y a otros en el apartamento que ahora ocupa usted.
Menos mal que no la encontró a ella le dije riéndome y para ver que me contestaba
No, ella estaba bastante tomada, casi borracha, sentada en el sillón de la sala cuando le fui a decir de las quejas de los vecinos y fue la madre de ella, una vieja de casi setenta y cinco años, con un carácter tremendo, quien se encargó de sacar a todo el mundo y terminar la fiesta.
¡Qué lío!
Si me dijo flor de lío. Más cuando vino el marido y se enteró de todo en la reunión con el administrador del condominio, que le presentó la queja de todos los propietarios.
En eso entraba una señora mayor, que vivía en el tercer piso y Zoilo la ayudó a cargar las bolsas hasta el ascensor. Le seguí con el tema porque me interesaba el asunto.
Dígame Zoilo, el marido se debe haber enojado
Se armó un lío tremendo en el apartamento, que yo, desde la portería los escuché, ella le decía maricón, no me defendiste.
¡A la flauta! expresé sorprendido- entonces fue dura la cosa
Sí, de lío, tanto que el se fue golpeando la puerta y cuando salió dijo en el pasillo, puta de mierda y se subió al ascensor.
No parece una puta me hice el tonto, pare ver que me contestaba
No creo, don Carlos, pero el tipo viaja mucho la deja sola, claro siempre anda su madre en la vuelta, pero uno ve cosas.
¿Qué cosas ve usted? No me haga misterios
Risas
No, para nada, pero como le puedo decir se ve que quería decir algo y no se animaba.
En eso se acercó a la puerta un joven con una cesta, era el empleado del autoservicio que traía una entrega para uno de los apartamentos. Zoilo lo hizo pasar. El muchacho le dijo que iba por otra cesta así subía todo de una vez, el negocio quedaba enfrente. El portero le dijo:
Cuando vengas tráeme cigarros
No retomamos la conversación, porque vino correspondencia para varios apartamentos y Zoilo revisó todo para clasificarlos y firmar los remitos. En eso volvió el chico de la cesta y le trajo los cigarros. Se los pagué yo.
Don Carlos no se moleste dijo agradecido cuando se desocupó
No es molestia es un gusto, dígame lo que iba a decir y no sabía como.
Ahh bueno, me parece que las cosas entre ellos no andan bien. Mire el otro día vinieron del club de alquiler de películas y le trajeron dos de pornografía.
¿Usted cómo sabe eso?
Porque el mandadero, quedó allí en la puerta lo atendí yo y le firmé la boleta y decía el nombre de las dos películas que venían envueltas.
Me parece que usted se ratonea con Sandra- le largué en broma
Don Carlos, no le niego que está linda, pero no es para mí, ese bombón es para usted se reía el muy maldito
No diga eso Zoilo a ver si se arma algún lío
Usted es un amigazo dijo en tono de afecto y le cuento que la señora Sandra me preguntó donde trabajaba usted, y que raro vivir solo en un apartamento tan grande
¿Le preguntó eso?
Si, ella estaba viendo si yo sabía algo, porque uno no es bobo y se da cuenta.
Claro, claro, bueno Zoilo me voy a almorzar
Dejé al portero, me había dicho cosas que la verdad me dejaron "engranado".
Esa noche, de primavera, no fui a ningún lado. Estaba aburrido, miré televisión, hasta casi las dos de la mañana. Cuando me iba a acostar, vi que no había cerrado la puerta del balcón, fui a cerrarla cuando decidí salir un rato. Era una noche fresca, pero no fría, se podía estar allí sin problemas. Miré para la casa de mi vecina y había luz. Con todo lo hablado me fui acercando al extremo de mi balcón, donde estaba la frontera con el de ella. En la misma divisoria me instalé, siempre mirando hacia el exterior, pero intentando percibir lo que pasaba detrás de mí, más concretamente en la casa de Sandra. Se oían voces. Me apoyé en mi ventana y comencé a escuchar. Hablaba por teléfono. Me vino un arrebato de locura y traté de mirar hacia dentro. Ella estaba sentada en su cama, con un teléfono inalámbrico, tenía puesta una remera con un numero 89 en grande. Estaba descalza y con las piernas cruzadas. Verdaderamente era una linda hembra, sentí que la pija se inquietaba. En eso entró en escena el marido y me alejé. Oí que discutían. Uno de los ventanales de su balcón estaba abierto, entonces me alejé mas hacia mi lado no sea cosa que cuando cerraran me vieran. Seguí allí por un rato hasta sentí que abrían el balcón ella salía y el marido también.
No te vayas para allí que nos escucha todo el mundo decía el pelado
No tengo ganas de discutir - retrucaba ella
Todo fue instantáneo, me vieron.
¿Ves idiota? le dijo el entre dientes
Hola me dice ella
Buenas noches contesto
Buenas noches dice el tipo y se fue para adentro
¿Disfrutando de la soledad de la noche? Dijo Natalia
Si, a veces es bueno este tipo de momentos le contesté
Bueno, entonces lo dejo para no interrumpir este momento
No me interrumpe, para nada. Ya terminé mi reflexión.
Ambos reímos.
Se sintió la voz del marido que desde adentro le dijo:
Por favor, cierra la ventana que me voy a acostar.
Si - dijo ella
Fue hasta la ventana y cuando se dio vuelta tenía esa camiseta larga pero que le dejaba al aire sus piernas y se le delineaba la tanga debajo. Estaba descalza. Pensé que se iría pero volvió a la "frontera" del balcón
Ten cuidado no te vayas a enfermar, estas descalza le dije con voz paternal
Gracias, estoy acostumbrada. Que galante por prestar atención en eso.
Si tienes que irte a descansar ve, no te quede para hacerme el "aguante" - le dije como con compromiso
No, para nada, ya me iba a dormir y no tengo ganas
Pero tu marido se puede enojar
No hay problemas, ya está roncando
En eso se levantó una brisa casi fría, y ella hizo un gesto de frío.
Ahora sí le dije- está frío, que pena que el tiempo atente contra nosotros y me reí
¿En serio lo dices? Si quieres podemos seguir charlando.
Está frío acá le contesté
Bueno, entonces si aceptas puedes venir y charlamos acá
¡Estás loca!
¿Por qué?
No sé me reía me parece una locura
Anda, ven.
Entré a mi departamento, tomé las llaves y fui a la puerta. Sentía que ella abría también su puerta y ambos nos encontramos en el pasillo.
Ven, es un gusto que podamos conversar, no tengo sueño y mi marido como te dije, está ya soñando
Ella no se había cambiado y seguía descalza.
Entramos a su piso, estaba muy bien amueblado, nos sentamos en un sillón largo en el otro extremo. Empezamos a hablar, me trajo un café para mi y un licor de huevo para ella. Cuando venía con la bandeja desde la cocina, la camiseta se le levantaba un poco más por encima de las rodillas y podía verle los muslos de las piernas. Me gustaba mucho, imaginaba tocarlos y besarlos, me estaba excitando, hacía casi una semana sin ninguna mujer. En el momento que deja la bandeja en la mesita del medio, se agachó un tanto, le vi casi sus nalgas, pude notar que tenía puesta una tanga diminuta y que se mantenía con carnes firmes, muy blancas y sumamente apetecibles. Mi verga estallaba. Esa mujer me calentaba y más aún sabiendo que la miraba y que el marido estaba en la otra parte del departamento. Se sentó a mi lado. Puso las piernas hacia atrás encima del sillón. Conversamos de todo. Eran casi las cuatro de la mañana. En ese momento le dije:
- Mira la hora
Mañana trabajas
No le contesté
Entonces no tienes apuro, salvo que no estés cómodo
Sandra, que dices, estoy muy cómodo
Ahh como te quieres ir
No es que me quiera ir, pero me parece que la hora, no es apropiada, no sé
Ya sé dijo te incomoda mi marido
Puede ser
Ni se entera, está roncando
Después de haber dicho así, le puse mi mano en una de sus piernas y le dije:
No me mal interpretes, pero eso me frena
¿Qué es lo que te frena? preguntó sin sacarme la mano
¿Qué haga esto por ejemplo? sin mediar palabra, me acerqué y la besé en la boca. En tres segundos, le roce los labios con mi lengua, se los mordí suavemente y me aparté esperando lo peor.
Pero igual no te has frenado me dijo y se acercó a mí para que la besara de nuevo. La besé, pero esta vez le metí la lengua hasta la garganta. Ella no se quedó atrás. Me separé y le dije:
Tu marido, si llega a venir nos mata.
No va a venir
Se acercó, comenzó a besarme el cuello a tocarme la pija por encima del pantalón deportivo.
Sandra y si nota que no estás en su cama
Amor, no duermo con él, ven.
Se levantó, me agarró de la mano y me llevó a una de las habitaciones del fondo, la que tenía baño en suite.
Pasa, acá duermo yo dijo con voz de zorra
El dormitorio estaba decorado con una cama grande y luces tenues.
Fue hasta una mesa redonda, pequeña, que había en una esquina y prendió unas velas de color azul. Fui detrás, la tomé por la espalda y comencé a besarle el cuello.
¿No tienes miedo ahora? dijo
No, ahora tengo ganas de conocerte
Me vas a conocer dicho esto se apartó de mi lado, fue hacia delante unos pasos y se quitó la camiseta larga. Estaba solo en tanga. Tenía unos tetones hermosos, para su edad, más duros que muchas de veinte. En realidad a mí me gustan esas tetas, con pezones grandes, de mujeres hembras que cuando se las tocas se acaban de primera. No tenía casi barriga, no era "lisa" pero su cuerpo estaba cuidado. La tanga era diminuta, las piernas hermosas, como me gustan a mí, portentosas arriba y delgadas abajo. Mientras ella hacía eso yo me saqué el deportivo arriba y abajo quedando en bóxer. Se notaba el bulto de mi verga pidiendo salir.
¿Que hay allí? - dice ella
Descúbrelo tu
Vino hacia mí, la agarré por la cintura y le di un beso en los labios, cuando iba a bajarme el bóxer, le tomé las manos las llevé a mis hombros, le volví a besar en los labios y bajé a chuparme esos pezones. No aguantaba más, me chupé aquellas tetas de una forma casi de desespero.
¿Te gustan mis tetas?
Son divinas le dije y ahora quiero que te saques la tanguita.
¿Qué me vas a hacer si me saco la tanguita?
¿Qué te gustaría que te hiciera?
Algo que hace tiempo no me hacen
¿Qué?
Me darías besitos
Ahh no le dije besitos no
Te da asco - me dijo con cara de mala y ya como para irse
Sandra, no te voy a dar besitos, te voy a chupar la concha, te la voy a exprimir, hasta que me acabes y me llenes la boca con tu leche.
Ahhh por favor
Se bajó la tanga y dejó ver una concha totalmente depilada. Se tiró en la mullida alfombra, abrió sus piernas elevando sus rodillas, se pasó la mano por la raja y me dijo:
Te espero, ven, cómeme toda.
Me bajé el bóxer y le mostré mi tranca. Me sentía orgulloso de ella en ese momento, estaba bien dura, parada, con brillo en la punta. Ella gimió.
Me paré entre sus piernas, besé sus rodillas, me fui inclinando y agachando a la vez, hasta arrodillarme y besar sus muslos. Llegué a su concha, era inmensa, abierta totalmente, unos labios gruesos como los de su boca por los costados le caían jugos que llegaban hasta el orificio de su culo. Desde allí le di una lamida larga y profunda. Ella gimió, sentí que se había movido. Cuando llegué a su concha, el clítoris estaba hinchado, jamás había visto un clítoris tan grande, lo toqué con mis dedos y Sandra se sacudió. En el momento que lo comencé a besar con mi lengua, inició un orgasmo prolongado, profundo, tanto que respiraba con mucha dificultad, jadeaba, se la veía agitada, temía que gritara y el marido nos oyera. Sentí que sus manos tomaron mi cabeza y me la hundían en su vagina, en ese momento tuvo el final de ese primer orgasmo. Su leche corría por la comisura de sus piernas, no hablaba solo jadeaba y un quejido fino y profundo le salió de su garganta cuando las paredes de su concha se contrajeron y apretaron mi lengua.
Que rica estaba, toda su leche me quedó en la boca. Subí hasta su boca y se la dejé en sus labios, se relamía.
Me gusta decía, mientras buscaba con sus manos mi verga
¿Qué buscas? le pregunté
Tu pija, quiero tocarla.
Se la puse en la entrada de su concha abierta y llena de jugos, la alfombra estaba toda humedecida. Le pasaba mi verga por los labios de su vagina, le hacía giros, jugaba en ella.
Cógeme, ponla toda adentro por favor, no me hagas esto.
Me levanté, la levanté a ella, la llevé a la cama. La hice acostar boca abajo dejando sus piernas al borde. Le hice levantar su culo, las rodillas se posaron en el borde de la cama, todo su ojete y concha a mi vista, mis dedos tocaron su concha. En esa posición apunte mi pija y de un solo empujón logré penetrar a aquella mujer.
Siiiiii dijo, ahogando el grito Ahora dame como a una perra.
¿Te gusta coger como una perra?
Me encanta que mi macho me haga esto. Me acabo tantas veces como me digas perra y me poseas, soy una perra, quiero pija, pija, me acabo.
Se acabó diciendo esas palabras. Me apoyé mas sobre su espalda y tome los pechos inmensos con una aureola en los pezones que formaba una visión hermosa, un pezón negro en un pecho blanco el contraste me encantaba. Le metí un dedeo en el culo y gemía. Viendo eso, saque mi pija de aquella concha inundada de leche y la pase por su culo.
Si me vas a encular en mi mesa de noche tengo crema esas fueron sus palabras
Abrí la mesita de noche y mi sorpresa fue que en el fondo vi un consolador de metal, del tamaño de mi verga. Sin que ella se diera cuenta lo tomé, le puse mi pija en la puerta de su culo, toda encremada y cuando empecé a penetrarla y ella inició un jadeo prolongado, le puse el consolador en la puerta de su concha.
¿Lo encontraste? ¿Qué haces? Mmmm me gusta
Cuando sintió que mi verga la enculaba y el consolador entraba en su concha, la doble penetración la excitó al máximo. Casi nos caemos de los fuertes movimientos que ella le imprimía a la cogida. No aguanté más y me acabé en su culo, sentí que un prolongado chorro salió e impacto dentro de Sandra. Ella también lo sintió porque lo dijo:
Que hermosa acabada, me llenaste el culo de lechita y ahora me acabo de nuevo - un grito ahogado por las mantas de la cama nos salvaron que el marido se llegara a enterar.
Nos tiramos en la cama, ella me besó en los labios y me dijo:
Ándate que son casi las 6 de la mañana, nos vemos el lunes.
Salí raudo, desnudo en el pasillo abrí la puerta de mi departamento y dormí hasta el mediodía del domingo.