La vecina que se transformaba a la noche (3)

Sandra me invitó a su fiesta de aniversario de casada y así festejar conmigo pese a sus invitados del sexo que su marido no le daba. Pero todo fue mas fuerte....

Luego de aquel domingo tórrido de sexo, me mantuve en calma hasta el miércoles de esa semana. Cuando llegué del trabajo vi, debajo de la puerta de mi departamento, una tarjetita de Sandra, que me daba su número de celular para que la llamara.

Ordené mis cosas y llamé a mi vecina.

Apenas atendió sabía que era yo y me dijo:

Estoy en casa, en un ratito paso por tu departamento

Mientras la esperaba, me cambié, quedé en bóxer y remera, tomé un refresco, me tiré en un sillón y prendí la televisión. Golpearon en la puerta de servicio. Era Sandra, como lo imaginé, con un saco largo de lluvia.

Hola cosita – dijo con su estilo particular, mientras me besaba en los labios - ¿Me extrañaste?

Si – le dije – pero pensé que estabas trabajando y no quise molestarte

No molestas, tu no me molestas jamás – dijo con seguridad – Quiero decirte que el domingo pasado, hiciste algo que odio me hagan, pero a ti te lo perdono

¿Qué hice? – pregunté realmente desconcertado

Te cogiste a Gloria, en mis propias narices – me retrucó

Pero veamos las cosas – le dije seriamente – tú y yo no somos pareja, ni matrimonio, ni nada que contenga lazos. Hicimos un trío, ella estaba caliente, me gustó, no me aguanté y la cogí. ¿Dónde está lo malo?

Lo malo está en que, yo, mientras esté contigo, cojo contigo y te pido lo mismo. – dijo con voz de enojada – Debo de reconocer que me calentó ver como te la cogías. Que me gustó verla gozar y por eso en un arrebato cuando se la sacaste te la chupé, pero me dio excitación y bronca a la vez.

Mmm te pusiste celosa me parece – le dije con sorna

Si, quizás si – afirmó – pero soy de esta forma. Bien pero eso ya es pasado, ahora vine a decirte que hoy me gustaría verte e invitarte a comer. Festejamos diez años de casados y hemos invitado a varias personas. Mi marido, me dijo que te invitara, porque luego de tu charla del domingo está interesado en las inversiones y yo en tu pija, así que coincidimos en que vengas, con intereses distintos.

¿A qué hora es? – pregunté

A las veinte, en una hora – respondió – ya tengo todo preparado, solo te recuerdo que esta noche es mía, por lo tanto no voy a dejarte ni un segundo solo.

Pero Sandra, es tu aniversario de casada – mientras le decía esto me reía – tu marido va a querer coger esta noche, pero además va a querer estar contigo.

Se puso a reír y me contestó:

Amorcito, el no existe en mi vida, todo es por estatus, no hay amor, antes de que me toque con su pija, me quemo con aceite. Hemos cogido al principio y jamás, pero jamás me besó la concha, nunca me la puso por el culo, todo aburrido, tedioso, asqueroso. Solo sentir que acababa y se desplomaba a mi costado ya para dormirse. Yo corría al baño, me sacaba lo poco que largaba y con mucho jabón y agua me limpiaba toda. Así hasta que me fui del dormitorio.

¿Hace mucho que te fuiste de la cama?

Casi tres años – dijo pensativa

¿Y has cogido mucho en estro tres años?

No te creas Carlos, apenas dos cañitas, ya fracasé en mi primer matrimonio y en este estoy igual. Mi madre que tiene la posesión de todos los bienes de mi padre, me vigila para que no me separe y luego despilfarre, según ella, ese dinero. Me aguanto porque es mucha plata y por miedo a que se la deje a mi hermano que es un puto maricón.

Bueno - le dije – no sé que tienes planeado pero a las ocho pm estaré allí. ¿De gala o de sport?

Como quieras – pero sin bóxer ni slip

¡Estás loca! - le grité

Si, por culpa de esa pija que me enloquece - me contestó – mientras se abría el piloto que tenía puesto y estaba desnuda.

Me abalancé sobre ella, como me calentaba aquella puta vecina, era tan puta, tan caliente que me hacía parar la pija al momento. Me bajé el bóxer y le mostré mi verga enhiesta.

Mmm – hizo - ¿La quieres guardar ahora? – mientras decía eso dejó caer el abrigo. Se arrodilló y fue gateando hasta mí – La perrita quiere leche – decía en tanto se acercaba y con la boca abierta y lengua afuera lamía la punta de mi pija.

Está grande – decía con voz de puta – y la ponía toda en la boca – Mira como me la como – volvía a hacer lo mismo.

La agarré de la cabeza por ambos lados y comencé a cogerla por la boca. Se levantó despavorida y empezó a decirme:

Cogeme por favor cógeme, no me hagas esperar.

Me senté en una de las sillas de la cocina, mi pija estaba apuntando al techo. Ella entendió, fue hacia mí, puso una pierna de cada lado e inmediatamente se fue sentando en mi verga hasta que sintió que estaba toda penetrada. En ese momento comenzó un sube y baja espectacular, por suerte la silla aguantó nuestros pesos. Sentía en mis piernas el jugo de aquella hembra, por entre mi pija y las paredes de su concha caían gotas de su leche, era algo increíble. Empezó a acabarse y se hundía más y más en mi pija, sus tetas entraban y salían de mi boca, le mordía los pezones, su lengua venía hacia mí y la besaba. El olor a sexo inundaba mi cocina.

Me voy a acabar toda, te voy a dejar esa pija llena de jugos, y como soy una perra puta, quiero que aguantes y me acabes en la boca – terminó de decir aquello y se vino en una tremenda acabada. Aguanté como pude, mientras le mordía los pezones y más gritaba. Se levantó, sacó mi pija de su concha totalmente embadurnada de sus jugos. También había de los míos porque yo, algo, había acabado. Se arrodilló y se puso la verga en la boca. Con su mano derecha la pajeaba y con su mano izquierda se pajeaba ella. Le dije:

Me acabo, te voy a dar mi lechita

Si papito damela - los chorros de semen salieron como torrentes. Todos dentro de su boca, por la comisura de sus labios salían hilos de mi semen. Ella lamía con su lengua todo y se estremeció en un orgasmo que provocó son su mano. Siguió lamiendo mi verga.

Quiero que no necesites lavarla, yo te la limpio con mi boca – decía esto y descabezaba la pija, que aún se mantenía con dureza y la lamía toda, pequeñas gotas en la cabeza sobresalían y Sandra las absorbía.

Terminé – dijo cono orgullo – me voy para casa, esto recién empieza.

Me dio un beso en la boca, tenía semen en sus labios, se puso el tapado de lluvia y se fue. Me incorporé, levanté mi bóxer tirado, acomodé la silla y fui a la sala a mirar televisión y esperar a que se hiciera la hora para ir a la fiesta.

Al rato, oí que había gente por el pasillo, lo cual me daba la pauta que eran los invitados que comenzaban a llegar. Fui hasta la mirilla y vi a dos mujeres, de la edad de Sandra, terribles hembras. Al rato una pareja, no veía mucho pero se distinguían las formas, ella estaba de romperse. Me animé, pero para estar tranquilo lo primero que hice fue llamar a un colega de mi empresa y le dije que al otro día, que era feriado y habíamos quedado en almorzar juntos, no iría porque debía ir a la capital. Esto me daba la tranquilidad de no madrugar. El otro paso era, aguantar, yo me tiraba un polvo pero había posibilidades de tirarse varios o por lo menos de cogerse a varias mujeres. He aguantado mucho siempre, pero necesitaba aguantar más. Me decidí y llamé a la farmacia, pregunté por el viagra. Me ofrecieron de 25 mg, de 50 mg y de 100 mg. La verdad, jamás había averiguado tal cosa, por lo tanto el farmacéutico, que se dio cuenta de mi ignorancia al respecto me preguntó:

  • ¿Es prescripción médica o para uso circunstancial?

  • Uso circunstancial – le aclaré

  • Digamos que va a tener una noche prolongada – acotó el comerciante

  • Vea – le dije – quiero poder aguantar lo más posible ¿Está claro?

  • Perfecto – sentenció – le mando el de 50 mg ¿Usted sufre del corazón o tiene problemas coronarios?

  • No – le contesté

  • Bien entonces no va a tener problemas, lo toma una hora antes de la relación y tiene un efecto de casi cinco horas, de acuerdo a cada persona, pero por lo que usted me dice quizás le surta más efecto.

Me enviaron el viagra de la farmacia y lo tomé inmediatamente. Leí en el prospecto que el efecto era a la hora, tal cual me dijo el de la farmacia. Me puse un ambo negro, camisa rosa claro y corbata oscura con tonos en rojo y como me pidió Sandra, sin bóxer.

Miré mi reloj, marcaba casi las nueve de la noche. Salí hacia el departamento de mis vecinos. Se oían voces y música. Toqué el timbre y me abrió el marido de Sandra.

Adelante, gracias por venir, venga que lo presento con algunos amigos, todos interesados en la inversión del balneario que hemos hablado el domingo.

Percibí a Sandra que estaba con unas personas, tenía puesto un vestido entallado a media rodilla, color negro, resaltaba sus pechos, abierto en la espalda que casi le llegaba al inicio del culo. Además, calzaba unas sandalias de tacón fino, color negro y como siempre, sin medias. Me saludó a lo lejos con un mohín que me asustó porque si nos veía el marido, allí mismo se pudría todo. Hablé con algunas personas, hasta que me encontré con Gloria, estaba sentada en uno de los sillones de la sala, en el mismo donde hacía tres días la había apoyado para cogerla. Nos saludamos y nos pusimos a conversar. Ella se levantó, estaba vestida con una falda negra con medias del mismo color, una chaqueta negra y debajo una especie de top, blanco, que resaltaba aquellos pezones que me encantaron. No pasaron ni diez segundos que apareció Sandra.

Hola – dijo – ¿Están servidos?

Si – le contesté – muy bien servidos

Ah – expresó con cara de desconfiada – miren que lo que sucedió el domingo no lo olvido

Yo tampoco – dijo Gloria

Los tres no reímos.

Estuve dando vueltas por el lugar, el marido de Sandra me presentó a dos personajes que intentaban financiar el proyecto del balneario y con ellos conversé. En un momento comencé a sentir un calor enorme en mis mejillas y como una especie de ansiedad. Cuando me di cuenta, tenía la pija a mil, generándome un bulto enorme en el pantalón sin bóxer. Menuda idea la mía de tomarme un viagra y encima hacerle caso a Sandra. Caminaba por el lugar, estaba con calor, me quité el saco. Salí al balcón, allí estaba Sandra con otra persona. Me llamó, me presentó como su asesor financiero. Me tomó del brazo, nos introdujimos en la sala, pasamos por ella y fuimos hasta un pasillo que llevaba al baño central y a los los dormitorios laterales. Allí no había nadie, pero se percibían personas que entraban y salían.

Entonces Sandra dice:

El baño está al fondo licenciado

Gracias - le dije sin entender mucho, pero fui para el baño. Entré, cerré la puerta. Al rato escucho dos toques. Abro la puerta del baño, era Sandra. Así como entró la agarré de la cintura y la llevé contra la misma puerta. Comencé a lamerle los labios y a meterle mano por todos lados. Ella quiso saber si le había hecho caso, metiendo mano en mi verga. Cuando la tocó y se dio cuenta de cómo estaba:

Ah Carlos que pedazo de pija, estás sin bóxer como te pedí

Si – le dije mientras le subía el vestido y me encontré que estaba desnuda – Te voy a coger ahora acá mientras tus invitados te buscan-

¿Me vas a coger? ¿Me tengo que dejar? Decía esto y se daba vuelta haciendo movimientos con su culo contra mi verga. Aquello fue el acabose para ella, en un armario de la ducha hallé un acondicionador de pelo, me bajé el pantalón, embadurné mi verga con el viscoso líquido. Puse otro poco en mis dedos y se los introduje en el culo de Sandra. Ella dio un salto y dijo:

Mmmm ¿Qué me vas a hacer papito? ¡Qué lindo se siente eso mi amor!

Terminaba de decir eso cuando le clave toda mi verga en la puerta de su culo, entrando de golpe gracias a la ayuda del acondicionador.

Ves lo que te iba hacer – le dije – que te iba a comer ese culo que andas moviendo

Si, si, si y como me gusta Carlos, tengo tu pija enterrada en mi culo. Hay me siento enculada, me gusta, me gusta.

Mientras te cojo por es orto divino, te voy a hacer una pajita que no vas a olvidar jamás – le puse mis dedos en medio de su raja húmeda totalmente y comencé a moverlos dentro. No era difícil encontrarse con su clítoris ya hinchado e inmenso, como siempre lo he dicho, el más grande que he visto en mi vida. La viscosidad que emanaba aquella hembra era impresionante, chorreaban mis dedos.

Cuanta leche mamita, me bañas los dedos

Amor con ese pedazo de carne llenando mi culo, como para no acabar y acabar.

En eso, golpean la puerta,

Ocupado - dijo ella con voz ahogada.

Sandra estás ahí – la voz del marido que preguntaba por ella

Si, estoy acá, ya salgo – contestó moviendo más su culo, con mayor aceleración.

¿Te sientes mal? – preguntó el pobre cornudo

Me siento bien, termino y voy – mientras seguía diciendo en voz más baja – me siento divina, cogida, con mi culo lleno de pija como siempre quise

Dijo esto y empezó a gemir, sus fluidos la delataban, estaba acabando. Se acabó toda.

Mi amor - me dijo – no me acabaste

Como pude salí dentro de ella y mi verga estaba como si recién empezara, pero sin miras de acabar.

Ahh me quedo acá – dijo en un arrebato de locura – no puedo dejar eso así

No – le dije – ahora ve antes que se den cuenta, luego seguimos.

Así hizo, se retiró pero antes me besó la pija con todo el vicio que tenía. Salió del baño y yo cerré la puerta. Me mojé la pija con agua fría para ver si lograba bajarla, apenas lo logré.

Me levanté el pantalón, acomodé mi verga como pude y salí nuevamente a la sala.

Sentía que todos me miraban, porque el bulto era complejo de ocultar, pero en realidad era mi paranoia porque cada uno estaba en lo suyo. Busqué a Sandra y se encontraba con su marido y unos amigos. Hasta que siento una voz que me dijo:

Desapareciste con la anfitriona – era Gloria

Si, para que te voy a mentir – le dije – me la cogí en el baño

Que bien – reprochó – así que ya vivió el primer polvo de la noche

Bueno el primero no – le dije – porque en casa se fue con la boquita llena

Ahh, o sea que ya tuvo su ración antes – reprochó

Sí. ¿Y tú que buscas?

Nada, ya sabes que si busco algo podemos tener problemas-dijo con voz de tristeza

Pero el que busca siempre encuentra – le contesté

¿Te parece? ¿Si, por ejemplo, yo busco, qué encontraría? - preguntó

Me acerqué un poco más a ella y le dije:

Una verga caliente con ganas de perforarte ese culito que le otro día se comió el consolador.

Ahh, - dijo – que hermoso sería

Si me sigues se te puede dar – le contesté

Comencé a caminar por la sala, hasta llegar al pasillo que llevaba a los dormitorios. Entré al que estaba la final del corredor, donde dormía Sandra. Atrás venía Gloria, cuando pasó, cerré la puerta, la empujé contra la cama, le subí la falda negra, tenía una tanga negra y porta ligas.

Que puta estás – le dije

Si, sabía que vendrías, por eso me puse así. Ponme la tranca en la concha por favor.

Pídelo – le dije

Dame pija, cógeme – se movía en la cama como una gata en celo. Le arranqué la tanga

Vas a andar toda la noche sin tanga - le dije

Le abrí las piernas, metí un dedo en su culo y con fuerza la penetré por la concha.

Empecé a bombearla, ella gritaba. Se abre la puerta. Entra Sandra.

Sabía que iban a venir acá – dijo con rabia – son dos hijos de puta, cogiendo en mi cama.

No vas a hacer un escándalo – le dije

Dejé a gloria así en la cama, fui hacia Sandra y la besé en la boca.

Salí cerdo - me dijo –

La agarré de las caderas, la di vuelta y la tiré en la cama al lado de Gloria. Sin darle tiempo le subí la falda y le pasé la pija por la puerta de su concha.

Hipo de puta, se la estabas poniendo a ella - me decía – ahora ponémela a mí y que esta puta vea como me coges.

¿Y a mí? – dijo Gloria

Le hice una guiñada a Gloria y comencé a darle por la concha a Sandra. Mientras acariciaba el culo y la concha de Gloria que se retorcía en la cama. Las tenía a las dos con el culo para arriba y con sus conchas largando fluidos.

¿Ves como me coge? - decía Sandra

Se la saqué y se la puse a Gloria que sintió el impacto y gimió diciendo:

Ahora me coge a mí la tengo yo adentro y se la voy a acabar

¡Ora vez! – gritó Sandra – no me la saques más, quiero la acabada dentro de mí y se empezó a acabar cuando sintió que le ponía en su concha el consolador que había sacado de su mesa de noche.

Gloria, por su lado, estaba totalmente descontrolada y gemía, hacia gestos con su boca y lengua, se retorcía, más cuando sintió que con el otro consolador le rozaba la entrada de su culito cerrado.

Por favor, quiero que me cojas por el culo, la quiero allí

Que puta resultaste – le dijo Sandra

Ustedes me hicieron puta ahora quiero sentir como una puta - le respondió

Sandra se levantó, le abrió el culo y me dijo:

Pónsela, hazle ver lo que es una cogida por el culo.

Gloria estaba tan caliente que ni se dio cuenta que su amiga le metía su dedo y el consolador con el que se había acabado hacía un instante. Apunté mi pija a aquel culo que me ponía a mil. Sandra empezó a acariciarle todo el culo a Gloria. Esta se dio cuenta y le dijo

Por favor, lesbianismo no, estoy ardiendo pero conservemos eso

No, Gloria, no somos lesbianas, nunca toqué el culo de una mujer pero si te van a encular en mi casa y mi macho, quiero ver como se te abre- Dicho esto, Sandra con sus manos abría las nalgas de Gloria y giraba sus dedos alrededor de su culo, mientras yo sentía que mi pija estaba tan dura y parada que me pesaba. Se la saqué de la concha. La mano de Sandra tomó mi verga y la apuntó en el culo de aquella hermosa hembra. Estaba el orificio dilatado, los dedos de Sandra y el consolador habían hecho que se abriera. Puse mi verga en la puerta y empujé. Gloria gritó, pero comenzó a gemir y a hablar:

Ahhh que divino se siente, que sensación tan especial, me dan ganas de acabar y acabar y acabar.

En eso golpearon la puerta, se oyó la voz de una mujer que dijo:

¿Sandra estás ahí?

Si mamá – contestó

¿Qué haces? – preguntó la madre

Estamos, con Gloria, viendo una ropa, ya vamos

¿Puedo pasar? – dijo la mujer

Ya estamos por salir, ve a atender a mis invitados que nos vestimos y vamos – dijo Sandra mientras con su mano comenzó a tocar la concha de Gloria que se apretaba contra la cama para no gritar y ser escuchada por la vieja.

Quiero ver que se siente tocar una vagina que no es la mía – dijo Sandra – ¡Qué caliente estás Gloria!

Estoy por acabar – digo gloria – me acabo, me acabo, dame tu lechita en el culo, por favor, Carlos, por favor

No lograba acabar, mi verga estaba parada al tope, pero no podía acabar, el efecto del viagra era tremendo, me daba para seguir. Comencé a dar enviones, sentí que la sensibilidad venía a mi pija y percibí que mi acabada se acercaba.

Siento como se te hincha más y más – gritaba gloria – me vas a acabar, me doy cuenta. Me vas a coger, el culo es tuyo.

Decía esto, se ponía más caliente moviendo más y más el culo para ser enculada. En tanto Sandra, se hacía una paja y observaba como penetraba a su amiga, mientras con su otra mano me acariciaba los testículos. Me acabé, un torrente de leche invadió el culo de Gloria. Ella lo sintió.

Ahh – gritó – ¡Qué hermoso! Siento tu semen hirviendo en mi culo, me acabo.

Volvió a acabarse, con la ayuda de la mano de Sandra, que no aguantó y tocó la vulva de su amiga.

Saqué mi verga del culo de Gloria. Caí rendido en la cama. Ambas mujeres se arreglaron.

Vamos - dijo Sandra – Tu – me dijo a mí – sal después por las dudas

Un momento - les dije – Esto no puede quedar así.

¿Qué? – preguntó Sandra

Sí – le retruqué – tenemos toda la noche

Ahhh claro, pero ahora vamos a ver a los invitados hace, casi media hora que estamos acá – reiteró Sandra mientras se acomodaba el vestido.

Hay – dijo sobresaltada Gloria – miren lo que me pasa

Se levantó la falda y por sus piernas bajaba toda mi leche. Se limpió con un pañuelo que le dio Sandra y las dos salieron a la sala. Detrás salí yo, iba observando las hembras que había en aquel lugar. Tomé por el pasillo y fui hasta el baño. Entré, me lavé los genitales y tan solo el tocar mi verga ya sentía que comenzaba a endurecerse el tronco. Sabía que el viagra era efectivo, pero nunca imaginé que podía ser de esa forma. Cuando salí del baño, me topé con una mujer que tendría unos treinta y cinco años. No muy alta, pero con unas tetas inmensas enfundadas en un vestido azul de minifalda, con unas piernas tostadas hermosas. Pelo negro, atado en un moño y un par de ojos negros, grandes, coronados por unas pestañas afinadas. Tenía labios finos, delineados, color rosa que los hacía apetecibles y sensuales. La saludé y me dijo:

  • ¿Está libre el baño?

Si – le contesté mientras me di vuelta a verla, para admirar el culo que llevaba.

Me fui a la sala, busqué a Sandra y cuando la hallé le pregunté quien era esa mujer.

¿Te cogiste a Gloria, te pedí que solo me cogieras a mí y ahora te quieres coger a mi concuñada? –

Es la mujer de tu hermano – le pregunté

No – me dijo – es la mujer del hermano de mi marido

Ehhh, no puede ser – le dije

¿Por qué? – pregunta

Porque tu marido me lo presentó y es un vejestorio – le respondí

Hace como cinco años que están casados, mi cuñado tiene mucha plata – y se reía – Ya le pusiste el ojo, que hijo de puta que eres.

Te propongo algo – le dije

A ver – dijo con cara de negociar, mientras le decía a un mozo que fuera avisando que se iba a aprontar la mesa para la cena

Te pido que me la entregues y te aseguro que mientras esté en este edificio, te voy a coger todas las noches que podamos

¿Tanto te gustó? - me pregunta

Si, está divina - ¿Aceptas?

No, ya te dije lo que pienso – dijo enojada

Bueno, me voy – le dije y fui a buscar mi saco

Retiro mi abrigo de una improvisada ropería que habían instalado en el escritorio, cuando me cruza Gloria:

¿Te vas?

Si, - y le expliqué el motivo de mi ida

Ahh – dijo – así que te quieres coger a Isabel, la concuñada de Sandra. Yo la conozco, es muy linda, si quieres te ayudo.

¿Cómo lo harías?

Déjamela a mí, todo sea por la cogida que me diste y que aún me duele el culo, pero me siento una mujer.

Se fue, devolví mi saco, había que ver la cara de quien atendía la ropería y volví a la sala. Me vio Sandra, pero me ignoró, aunque de reojo observaba.

Llegó la hora de sentarse a cenar y se dispuso una gran mesa para todos los invitados. Éramos unas treinta personas, aproximadamente. En la cabecera Sandra con su marido y luego los invitados distribuidos a lo largo de la enorme mesa. Busqué a Isabel. La vi que iba junto con su marido a ubicarse, fui detrás de ella. No sabía de la gestión que pudo haber hecho Gloria. En eso, la voz del esposo de Sandra que dice:

  • Alto a todo el mundo, vamos a entreverarnos, yo me voy a la otra cabecera y acá dejo a mi mujer – le dio un beso a Sandra y se fue al otro lado, mientras iba, decía – esta es la mejor forma de disfrutar una fiesta y no estar atados a lugares fijos.

Se armó tremendo lío, ruido a sillas, risas, mi objetivo era Isabel ella quedó allí donde estaba y el marido siguió el ejemplo de su hermano, saliendo de su lugar y yendo para el otro extremo. Cabe señalar que ambos estaban bastante pasados de copas. En ese escándalo, los mozos estaban con cada de traste porque tuvieron que detenerse para esperara que se acomodaran de nuevo. Sentí en medio del lío alguien que me toca la espalda, era Gloria, venía detrás y se sentó a junto a mí. A mi derecha estaba Isabel, que conversaba con la madre de Sandra, la cual había quedado a su lado. A mi izquierda se sentó Gloria, que tenía del otro lado a un hombre, algo entrado en años y en copas a esa altura. Enfrente, estaba el marido de Gloria y a sus costados dos hembras que no sé quienes eran pero estaban divinas. Le hizo un comentario, el marido a Gloria para que me lo dijera a mí. Entonces, ella de inmediato se acerca y me dice, mi esposo quiere que te invita a su casa, mañana de tarde, como es feriado, para hablar del tema del balneario. Lo miré a él y le dije:

Nos hablamos mañana, al mediodía, porque como va esto no vamos a acostarnos antes de las cuatro de la madrugada.

Ok – dijo el cornudo e hizo un gesto como que no quería que vieran que hablábamos del tema por lo que le dijo a la mujer que estaba más cerca de mí – explícale un poco Gloria

Carlos – dijo Gloria – no te voy a hablar de lo que este quiere, te voy a hablar de lo que nosotros queremos, pero como él cree que es ese tema podemos hacerlo tranquilos. Mañana, te pido que vayas, así de paso conoces mi casa.

Antes de continuar con el diálogo con Gloria, voy a pintar un poco como estaba todo para que el lector entienda lo que yo veía y como se daban los hechos en aquella reunión. A esa altura eran las doce de la noche, muchos de los comensales estaban bastante pasados de bebidas, incluyendo a los anfitriones y me refiero a la propia Sandra. La música estaba bastante alta y había llegado un grupo u orquesta que estaban armando todo en la sala. El ruido a voces era impresionante, mezclado con la música y con los movimientos de los mozos, más el clásico ruido de los utensilios, los fones de esa comida fueron inolvidables. Es por eso que todo se podía, pasabas inadvertido, nadie reparaba en el otro, había pocas parejas y mucha gente sola, como yo por ejemplo. Dicho esto continúo con el diálogo que tenía con Gloria.

Me decías que fuera a tu casa – le comenté

Sí – dijo – así sabes donde vivo y cuando este se vaya al extranjero, podemos vernos, evitando esta locura de Sandra, que hoy me tocó. En el momento me excité, pero ahora me da asco.

Tranquila – le dije para que se calmara – fue algo hermoso y ya pasó. ¿Has hecho alguna averiguación de Isabel, la que tengo a mi lado?

¡Cómo te gusta! Estás enloquecido con ella por lo que veo.

Sí, verdaderamente me gusta, y más ahora que le veo las piernas en todo su esplendor – Isabel estaba sentada a mi lado, al sentarse el vestido mini que tenía se le recogía y dejaba sus piernas al descubierto. Estaba realmente hermosa, que hembra de campeonato. Que fuerza tenía en aquellas piernas con un color tostado, seguro que hacía cama solar.

Estuve hablando con ella – dijo Gloria – como ves te hago los mandados, parece una locura pero me gustas y me gustaría poder ver como te la coges.

¿En serio? – pregunté asombrado

Si, en serio – contestó muy segura

Desde que me has hecho el amor, tengo otra postura frente al sexo. Descubrí que puedo disfrutarlo, gozarlo, que nada está prohibido y mirar siempre ha sido mi mayor deseo.

Bien, entonces el trato es que, si lo logro, tu miras, escondida porque no sé si ella dejaría.

Ok, entonces aceptado el trato – dijo con brillo en los ojos, mientras dejábamos paso a que los mozos sirvieran el primer plato. El marido de gloria levantó la copa en son de saludo y con mi vaso de refresco aprobé.

Te cuento – comentó gloria – Cuando la encontré en el balcón comenzamos a hablar y le pregunté por cosas banales hasta que terminamos en los maridos. Por supuesto en los hombres que había en la fiesta y como estaba todo. Le dije que a mí me gustabas tú e hice que te viera cuando hablabas con su marido y el hermano, el esposo de Sandra.

¿Y, qué te dijo? – pregunté ansioso

Que estabas bien y si te conocía

¿Qué le respondiste?

Que sí, que te conocía, que eras un ejecutivo de finanzas, que te habías cogido a Sandra que estaba muerta contigo y te celaba como una perra

Ehhh – le dije

No te aceleres – interrumpió hablando bajito – ella con Sandra no se pueden ver y con tal de darle rabia es capaz de todo. Además, Isabel, es una mujer muy moderna, sumamente liberada y te echó el ojo.

¿Estás segura? – pregunté, ya sin esperanzas

Si, Carlos, soy mujer, además conozco a Isabel desde hace años. Es demasiado mujer para ese hombre, así que estimo que algún desahogo debe de tener y si la observas bien, desde que hablamos tiene los pezones erguidos. Soy mujer, te dije, y sé de esto, pese a que no tengo mucha experiencia cogiendo. Además – dijo con seguridad – por algo esta sentada en ese lugar.

Si - le dije - pero fui yo el que se sentó

Se sonrió y dijo:

Parece mentira, que seas tan ingenuo, se quedó ella y mandó cambiarse al marido.

Comenzamos a comer y en un momento que pude le dije a Isabel si me alcanzaba la panera, lo cual hizo con un gesto que me encantó. Le agradecí y me hizo una especie de mohín, un gesto delicioso. Como yo no estaba para chiquitas me acerqué, en medio del bullicio, porque la orquesta había empezado a entonar algunos temas, le dije:

Me llamo Carlos, nos vimos en el pasillo que va al baño, espero no te enojes, pero eres la mujer más hermosa de la fiesta, por eso me senté acá

Me miró, echando su cabeza hacia atrás y contestó:

Gracias, que amable de tu parte. – respondió con gracia

Espero no te haya molestado, pero bueno yo soy así

¿Así cómo? – preguntó

Directo, sincero, digo lo que pienso

¿Siempre eres así? Volvió a preguntar

Claro – respondí

A ver – dijo – entonces te pregunto. ¿Hay en esta mesa alguna otra mujer que te guste?

Tú eres la que más me gusta, pero si, hay más mujeres que me gustan – respondí mientras la madre de Sandra no sé que cosa le decía e Isabel si distrajo por un segundo

Perdóname – me dijo – veo que tu respuesta fue sincera, pero sigo. ¿Entre las mujeres que te gustan, en esta mesa, conoces a alguna?

Si – le respondí

Bien, veo que por ahora tus respuestas suenan sinceras, continúo ¿De esas mujeres que conoces, que están en esta mesa y que te gustan, con cuantas te has acostado?

Fue más directa que yo. Me la quería coger, seguía su juego y no deseaba perderme a esa mujer que era un manjar, una hembra que me tenía loco. Mi verga de solo verla se paraba, no sé si por lo mucho que me gustaba, por el efecto del viagra o por las dos cosas juntas. Entonces, con la sinceridad del juego le respondí:

Con dos, pero hasta acá hemos llegado, porque no te daré más datos, soy un caballero y eso me lo reservo.

Me parece muy bien – dijo – creo que puedo darte el diagnóstico, eres sincero. Si me perdonas, voy hasta el baño. Se levantó y se fue.

Ya todo era un poco desordenado porque la orquesta había comenzado a entonar temas del momento y algunos bailaban o se movían, por la música y por el alcohol. Sandra estaba totalmente borracha, su madre le recriminaba mientras ella seguía tomando. La eludí y fui hasta el balcón, donde no había nadie. Entré a la otra sala, algunas personas conversando, estaba el marido de Sandra, con su hermano, el marido de Isabel y el esposo de Gloria. Me llamaron a integrar la ronda, fui hasta ellos, en eso, entró Isabel y se sentó junto a su esposo. Él la ignoró, siguió hablando del balneario. Estaba cruzada de piernas y observaba como en la otra sala bailaban. Le dije a Isabel:

¿Señora, no baila?

No tengo con quien – y miró al marido

Estoy cansado amor - le dijo el veterano

Ya ve, no puedo - se reía

No me animé a sacarla, pero pedí disculpas y fui hacia la pista. Había un revuelo, Sandra se había caído, producto del alcohol y de sus tacos. Yo ayudé a levantarla y la llevamos a su dormitorio, íbamos la madre, gloria y yo. Comenzó a sentirse mal y la ayudamos a que fuera hasta el baño de su dormitorio. Encima de la cama estaban los dos consoladores, disimuladamente Gloria los escondió. Me retiré y en camino a la sala veo a Isabel.

  • Estoy buscando a gloria ¿No las has visto?

Está en el dormitorio de Sandra que no se siente bien – le respondí

Ahh- expresó – entonces las dejo

Cuando salió para volver a la pista la llamé. Se detuvo y fui hacia ella. Le dije al oído

  • Eres hermosa.

Ya me lo habías dicho – respondió

Pero ahora te lo digo en el oído, te lo susurro - le soplé en su oreja y le repetí – eres hermosa

Mmm me dio frío – dijo

En ese momento le besé el cuello. No se movió, solo dijo:

Nos van a ver y se va a armar tremendo lío

La tomé de la cintura y la llevé hacia la puerta del baño, golpee, la abrí al instante y entramos juntos.

¿Qué haces? – me dijo

La empecé a besar, busqué desesperadamente su lengua, abrió los labios y me la entregó. Era dulce, suave, mentolada. Mis manos comenzaron a tocar sus caderas, su culo, a bajar por sus piernas para luego subir por dentro del vestido. Estaba tocando a una hembra deliciosa, con piernas perfectas, macizas y llegué a unas nalgas duras, carnosas, de mujer cuidada. Sentí que ella me abrazó al besarme y se entregó a mis manos. La apoyé contra la puerta del baño, allí donde me cogí a Sandra, ahora tenía apuntalada a esta hembra.

Vamos a otro lado – dijo

¿Adónde quieres ir? – pregunté

Me tomó de la mano, salimos del baño. Fuimos hasta una de las habitaciones interiores, abrió la puerta, entró raudamente y me hizo entrar a mí. Cerró con llave. Prendió una de las lamparitas que estaban al costado de la cama, de una plaza y me dijo:

¿En qué estábamos? – con voz y cara de hembra

En esto - le dije y le pasé mi lengua por el escote del vestido, entre sus tetas. Fui hasta el cierre que estaba en la espalda y lo bajé suavemente. Ella no hablaba, solo miraba. ¡Qué hermosa mujer, por favor! Cuando hube bajado todo su cierre, desde sus hombros hice caer el vestido. Ella hizo un movimiento para que llegara hasta el suelo. ¡Qué hermosura antes mis ojos! Unas tetas perfectas, no tan grandes como aparentaba, pero perfectas, con pezones rosados puntiagudos, aureola muy pequeña todo era pezón. Un abdomen perfecto, una tanga blanca, que traslucía su concha y le hacía un huequito en su raja. La hice dar una vuelta, para admirar a aquel culo perfecto, con la tanga metida entre sus nalgas.

Eres hermosa Isabel – le dije mientras la besaba en los labios y mis manos suavemente se apoyaban en sus pezones. Era una mujer para coger con tranquilidad, con mucha suavidad. Ella se desabrochó su moño y dejó caer su pelo hacia los hombros. Sacudió su melena y se abrazó a mí, diciéndome al oído:

Me parece que tú eres hermoso también, quiero verte.

Desabrochó mi pantalón y cuando lo bajó, la pija saltó enseguida hacia delante. Se sorprendió, pero no dijo nada, porque sintió que yo le estaba tocando por encima de su tanga la concha. Pasaba mi mano desde el inicio hasta el fondo. Suavemente tomé de cada lado de su elástico y fui bajando la tanga. Aparecieron unos vellos en su pubis, fui bajando con mis manos por sus piernas mientras me iba arrodillando. Le hice levantar una pierna y saque su diminuta tanga hacia un costado, ella misma la saco del otro pie. Quedé frente a una concha hermosa, muy estrecha, pero suave, sensual, llena de aromas. Con mi mano acaricié sus vellos, gimió. Se sentó en la cama de una plaza que había en la habitación, casi sobre el borde, la hice recostarse para que de esa forma quedara frente a mi todo su sexo abierto. Me arrodillé junto a ella y le lamí el ombligo, con mi lengua se lo rodee todo hasta que la sentí gemir más fuerte. Fui bajando con mi boca y lengua por su piel hasta llegar a su pubis. En los pelitos de la puerta de entrada a su concha enredé mi lengua, los humedecí, los hice mojar de tal forma que casi se pegaban a su piel. Empecé a bajar, ella levantaba su cabeza y me observaba, estaba ansiosa, deseaba que de una vez enterrara mi lengua en los labios de su concha. No lo decía, era una mujer inhibida, pero su cara la delataba.

Te gusta que te bese así de esta forma - le pregunté

Me encanta – dijo con voz ahogada

Bajé a sus labios vaginales y por primera vez vi de frente a aquella concha palpitante. Era estrecha, pero hermosa, rosada, depilada cuidadosamente y posé mis labios, Isabel gimió, seguía sin expresarse. Toda su concha estaba empapada, totalmente mojada, los líquidos de sus jugos comenzaron a fluir de tal forma, que por los labios de su vagina se veían pequeñas gotas viscosas semitransparentes. Tomaba esas gotas con mi lengua. Pasé un dedo por su rajita. Ella se estremeció y emitió un grito pequeño, ahogado de placer. Fue cuando con los dedos de mis dos manos abrí aquella almejita y la penetré con mi lengua. Ella sintió todo eso, fue cuando hizo un movimiento con su pelvis y acarició mi cabeza con sus manos. Inicié, en ese instante, la chupada de concha más deliciosa que hice en mi vida. Pude sentir como los jugos de esa mujer ardiente me llenaban la boca. Su sabor era diferente, casi agridulce y lo que más me impactaba era la cantidad. No pude más y para lograr tragar todo aquel semen femenino aparté mi cabeza de entre sus piernas y bese el culito totalmente cerrado que tenía allí a mi alcance. Isabel hizo movimientos como que se incorporaba y caía nuevamente en su posición, no esperaba eso y la hizo acabar. Acabó por primera vez, gemía y movía su cabeza hacia los costados, daba convulsiones con su pelvis, contra mi boca. Hasta que lanzó un profundo y erótico:

  • Ahhhhh me acabo – dijo en susurros y su semen de mujer me impactó en la cara. Acabó con fuerza, era la primera vez que sentía eso en una hembra. Su leche saltó hacia mi cara. Subí por su pelvis, por su vientre, fui hacia sus pechos, los rocé y cuando llegué a su boca, la tenía abierta, me esperaba y derramé en ella mucho del semen que me había dejado en su acabada. Se sorprendió, pero dejó que junto con mi saliva todo eso inundara su boca. Nuestras lenguas se cruzaron y por primera vez sentí su mano tocando mi verga.

¿Te gusta? – le pregunté

Si – dijo- es grande y dura

Tiraba con sus manos, me llevaba hacia su concha

Penétrame por favor – dijo – házmelo

¿Quieres que te coja?

Si, si quiero coger, eso es lo que quiero, coger, coger – se descontroló cuando sintió que la punta de mi verga empezaba a penetrar su vulva y se abría paso por aquella estrecha, hirviente y empapada concha. Mi empellón final, la hizo sacudirse y comenzamos un ritmo infernal. La sacaba y la entraba toda de golpe, aceptaba ese juego, me acariciaba la espalda, era una delicadeza de mujer. Mientras la cogía le miraba su cara y la besaba en los labios, ella abría su boca y me besaba. Todo era ternura, cuando sentí que iba a acabar, aceleré el ritmo y se vino en una feroz acabada, me apretó con sus manos mi espalda y sentí su concha contraerse de tal forma que aprisionaba mi verga. Salí de ella y me puse encima de su estómago, le mostré mi falo erguido y se lo pasé por los pezones, por entre medio de las tetas, por su mentón y por sus labios. Ella instintivamente abrió la boca y con su lengua comenzó a jugar con la puntita en mi orificio. Tomó mi pija con sus dos manos e inició una chupada fenomenal, ahora si se veía como una hembra, su pelo negro le daba un toque sensual, ella lo recogía hacia atrás. Había que ver a aquella mujer, hermosa, desnuda, saboreando mi verga haciendo que su boca fuera una concha perfecta. Con sus manos la pajeaba y con su boca también. Aceleró el ritmo, yo puse mis manos en su vientre, dos dedos dentro de su concha y uno en su culito. No tardó en empezar a gemir, sabía lo que se venía le dije:

Si sigues así me harás acabar – sintió eso y comenzó a chuparme más fuerte hasta que un torrente de leche saltó en su boca y otro torrente de fluidos saltaron en mis dedos. Observaba como ella seguía aferrada a mi verga tomando todo lo que emanaba de ella. Terminó, me miró, se acostó en la cama y me dijo:

Ven a mi lado

Me recosté con ella, sentí como apoyaba su cabeza contra mi pecho y me besaba las tetillas. Se levantó, comenzó a vestirse. No hablaba nada, hasta que dijo:

Fue hermoso, me gustaría volver a verte, en un lugar diferente y con todo para nosotros.

Cuando lo desees – le dije

Ahora me voy, cuando nos veamos en la sala te doy una tarjeta personal.

Ella salió primero. Al rato salí yo, se habían ido algunas personas, otros estaban en deplorable estado. Vi a Gloria con su marido, el esposo de Sandra y su hermano, el recién cornudo, los saludé. Retiré mi saco de la ropería y me fui al departamento.

Apenas me dio tiempo de ir al baño, sacarme la ropa y caer rendido en la cama. Pero la reflexión fue única: bendito viagra

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