La vecina putita 2

Me sigo follando a la vecinita que resultó ser una puta y conozco a sus tres amigas y sus prácticas sexuales.

Ya hacía tres semanas que Carmen estaba a mi merced. Cada vez que lo deseaba estaba dispuesta a mis deseos. La antigua portería del edificio está vacía y yo la utilizo cuando quiero. Cada día desayuno a las 10 y siempre tengo compañía. Mientras me como el bocata, Carmen me come la polla. Son quince minutos muy placenteros que ya he cogido como rutina. La portería está completamente amueblada y a mí me sirve como refugio y picadero. La otra tarde apareció Carmen con tres amigas de la facultad. Sabía que estudiaba farmacia y como es tradición en esta carrera, son más chicos que chicas. Cuando me vio me presentó a sus amigas. Raquel era alta y delgada, con una larga cabellera rubia y ojos verdes. Tenía un bonito cuerpo. Esther era algo más baja, moreno tanto de piel como de cabello. Llevaba solo un vestido escotado que dejaba a la vista unas bonitas tetas. Y por último Elena era la más gordita sin ser obesa. Cabellos morenos rizados, cara de expresión jovial y una sonrisa franca permanente. Bonito culo y tetas contundentes. Les pedí si podía hacerles una foto a las cuatro y las chicas no dudaron en hacérsela.

Cuando me quedé solo empecé a maquinar una de mis fantasías. El sábado fuí a una tienda especializada en artículos de espionaje y compré varias cámaras minúsculas y un sistema de grabación que podía controlar desde la tablet. No pude esperar más y esa misma tarde pasé por la portería a instalarlas. Todo el sistema se activaba con un sensor de movimiento. El lunes llamé a Carmen para explicarle mis intenciones. Sin decirle nada de las cámaras le propuse una idea que me había pasado por la cabeza cuando vi a sus amigas. Suponía que alguna tendría novio y que no sabría donde ir para estar a solas con él. Yo le ofrecía la posibilidad de utilizar la portería con esos fines. A cambio de un poco de  dinero para mí les abría las puertas del apartamento. A Carmen le pareció una buena idea y me dijo que ya se lo propondría a sus amigos a ver si a alguna le seducía la idea. Al mediodía me quedaría y le dije a Carmen que se pasará para estar juntos. A la una se presentó con un pequeño vestido floreado y, según me dijo, sin nada debajo.

Me la acerqué a mi cuerpo y la estrujé entre mis brazos, pasé mis dos manos bajo la falda y efectivamente encontré sus desnudos glúteos que amasé con dedicación. Nos besamos apasionadamente y Carmen, al notar la polla dura, se la restregó entre sus piernas. Le quité el vestido y magreé sus tetas mientras lamía los pezones. Carmen me quitó el pantalón y el calzoncillo y liberó mi dolorida polla. Se arrodilló y me la besó cariñosamente. Besos, lametones, hasta que se la metió dentro de su boca y empezó a sorber todas las babas que había sacado por la puntita. No quería que parara, pero tampoco correrme todavía así que le pedí que fuera con calma. Le cogí de las tetas, una con cada mano, y empecé a sobárselas. Tengo que reconocer que las tetas me vuelven loco. Es en lo primero que me fijo cuando veo a una chica.

Cuando ya no pude aguantar más le pedí que dejara de chupar y pasé a la acción. Fuimos hacia el dormitorio y Carmen se tumbó en medio de la cama bien abierta de piernas. Me lancé sobre su coño y comencé a lamer llenando con mis babas cada rincón de su sexo. Estuve unos largos minutos hasta que la chica lanzó un sonoro grito de placer y jadeó complacida. Mi polla había recuperado dureza y decidí que había llegado el momento de acabar la faena. Le puse la punta en la rajita y poco a poco se la fui metiendo. Notaba su coño húmedo muy receptivo a mi polla. Tras varias embestidas más furiosas me corrí llenando sus entrañas con mi leche. Después le pedí que se vistiera y se fuera a casa. Yo me fui a comer.

A la tarde, cuando volví al trabajo, cogí la tablet y me dispuse a ver la faena del mediodía. La grabación fue desfilando ante mis ojos. La calidad de imagen y sonido era extraordinaria y al recordar los acontecimientos mi polla se endureció. Ya tenía otro jueguecito que me podría dar muchas tardes de placer.

A la mañana siguiente apareció Carmen acompañada por su amiga Raquel. Me dijo que a ella le gustaría alquilar el apartamento si no era demasiado caro. Le contesté que le parecían quince euros, sin límite de tiempo. Ella aceptó. Me pagó y yo le di una copia de la llave que podía devolver a Carmen cuando la hubiera utilizado. Me dijo que esa misma noche había quedado con su novio para ir al cine y quería darle una grata sorpresa. Suponía que la idea de follar le apetecería más que una película romántica.

Al día siguiente, después de hacer mis trabajos matutinos me dediqué a “ir al cine”. Encendí la tablet y pude ver toda la noche de amor juvenil.

Se abría la puerta con la imagen de Raquel y su novio besándose. No había pasado ni un minuto y ya estaban completamente desnudos camino de la habitación. Como ya intuía cuando la vi, Carmen tenía un bonito cuerpo, con unas tetas no muy grandes algo caídas, unas caderas muy marcadas y un coñito con un poco de vello púbico completamente rubio. Era rubia natural, no había la menor duda. Cuando llegaron a la habitación se morrearon mientras el chaval le amasaba las nalgas.  Raquel estaba muy pendiente de su polla, que no paraba de coger con fuerza. Le estaba haciendo una paja y a decir de la expresión del chico era del todo placentera. Después él empezó a besarle las tetas y lamer los pezones que se fueron endureciendo a pasos agigantados. Raquel seguía estrujando la polla del chico hasta que empezó a babear. Entonces la chica se arrodilló y lamió la puntita absorbiendo hasta la última gota del líquido preseminal. Estuvo unos minutos en la labor logrando una buena erección del muchacho. Mientras él había jugado con el coñito de la chica y se lo había humedecido. Cogió la mano de Raquel y fueron hacia la cama. Se dieron un largo morreo mientras él seguía con su mano en el sexo de la chica y ella masturbandondo la polla del chico. Raquel alcanzó el orgasmo gracias a los ágiles dedos de su novio. Fue entonces cuando la chica se tumbó en la cama y él encima. Estuvieron restregándose hasta que la polla del muchacho buscó el camino del coño de ella. Casi de manera instintiva, como si fuera una serpiente con vida propia, la polla encontró el camino. La lubricación de la vagina de la chica ayudó mucho y la penetración se completó. Estuvieron follando con energía unos largos minutos, ella abajo y él cabalgando con ímpetu mientras le sobaba las tetas y le mordisqueaba el cuello. A medio hacer, ella le cogió de la cintura y de un golpe seco le volteó sobre la cama. Ahora era ella la que dominaba la situación, subía y bajaba como si estuviera en un tiovivo de feria. Cogió la polla del muchacho y cabalgó sin dejar de aferrarse a ella. La polla hacía de barra para evitar posibles caídas. Es lo que su mamá siempre le había dicho, “cojete bien para no caerte, cariño”. El muchacho no pudo aguantar más y lanzó su semen con fuerza dentro del coño de Raquel. La dejó llena de leche y ésta empezó a resbalar por los muslos de la chica que seguía cabalgando para sentir como la polla se iba desinflando dentro de su vagina. Cuando ya era un pequeño gusano se colocó junto a él y descansó su espalda en la cama. Durante unos minutos se quedaron adormecidos jadeado, entrelazados y con cara de satisfacción. Después del descanso se besaron, vistieron y salieron del apartamento. THE END

Mi sesión particular de cine había acabado y yo estaba como una moto. Tenía ganas de follarmela y Carmen sin aparecer. No la vi en todo el día. A la mañana siguiente se presentó con las llaves. Tenía prisa para llegar a la universidad y me quedé con las ganas de darle un revolcón. Abrí la tablet dispuesto a volver a volver el polvo de los dos enamorados y me llevé una sorpresa. La noche anterior se había grabado otro fichero. Según marcaba el reloj había sido a las 9 de la noche. Cuando se abrió la puerta vi a Carmen que entraba acompañada de alguien que al principio no vi. Acaso tenía novio y no me lo había dicho o era un cliente. Cuando vi la cara de la otra persona me quedé parado, era Esther que estaba morreando a Carmen. No podía salir de mi asombro. También le gustaban las mujeres o es que era lesbiana. Las dos chicas se fueron besando camino del comedor. Se sentaron en el sofá y siguieron con la labor. Mientras se besaban se iban magreando sobre la ropa. Se sobaban las tetas con deleite y poco a poco, con parsimonia. se fueron desnudando. Como ambas no llevaban mucha ropa lo consiguieron rápidamente. Carmen empezó a besar las bonitas tetas de Esther que ya tenía entre sus manos. Mientras tanto la amiga se dedicaba al coño de la otra. Carmen dejó las tetas e imitó a Esther. Las dos hacían trabajar sus dedos sacando placer de los coñitos que empezaron a chorrear. Después fue el turno de las lenguas. En unos segundos montaron un 69 perfecto y empezaron a besar, lamer, sorber sus respectivos coños. De tanto en tanto daban descanso a las lenguas para gemir acción que daba nuevo ímpetu a las amigas. Después de un orgasmo compartido Carmen se levantó y fue hacia su bolso. Esther se mostró sorprendida y le preguntó lo que hacía. Cuando Carmen se volvió con una cosa en la mano tenía en su cara una expresión de diablesa. Miré con detención y me di cuenta de que lo que llevaba Carmen en la mano era un consolador,  más bien uno en forma de una perfecta polla de unos 25 centímetros de largo y grueso... Esther cuando lo vio dio un gritito entre sorpresa y deseo.

-Metemela hasta el fondo, le dijo Esther a su amigo mientras suspiraba. Aquí tienes mi coño bien humedecido.

Carmen se metió la polla de goma en la boca y le hizo una mamada para lubricarla y bien llena de babas se la introdujo a la amiga que había abierto las piernas cuando vio llegar semejante artefacto. Se la fue metiendo y sacando con parsimonia hasta que Esther le pidió que aumentara el ritmo al empezar a notar los primeros síntomas de orgasmo. Tuvo una fantástica descarga eléctrica que le recorrió todo el cuerpo. Empezó en su clítoris y tras la vuelta por todo su cuerpo impactó de lleno en sus neuronas. Tras la descarga llegó la calma. Carmen la besó con delicadeza y le chupó los pezones que estaban duros como piedras. Después fue Carmen la que probó el pollón de plástico, pero ella quería algo distinto. Fue a la cocina y volvió con un bote de margarina, que a falta de mantequilla le podría servir. Le dijo a Esther que embadurnara el consolador con una buena cantidad de margarina y que metiera también una cantidad en su culo. Así lo hizo y cuando ya estaba bien lubricados se puso con el culo en pompa dispuesta a ser enculada. Esther puso la punta de la polla en el culo y fue haciendo fuerza. Le costó un poco metérsela, pero cuando estuvo dentro la polla empezó a moverse con cierta facilidad. Carmen dio un grito cuando la tuvo dentro, pero cuando se relajó todo fue perfecto. Se puso a cuatro patas para que la polla entrará con más facilidad y sus tetas empezaron a moverse al ritmo de las embestidas. Carmen aprovechó para masturbarse y al cabo de unos minutos se había corrido. Las dos chicas se besaron, vistieron y salieron del apartamento. La visión de semejante escena me había puesto tan cachondo que no pude resistirme y me fui al lavabo para desahogarme. Por mi mente pasaron muchas cosas que serían buenas para mis intereses.

Cuando Carmen pasó, por la noche, a devolverme la llave de la portería no me hizo ningún comentario. La muy zorra tenía secretos para mí. Ella no lo sabía y no podía decir nada para no descubrir mis cartas y que supiera que el apartamento estaba lleno de cámaras. Solo le dije que tenía ganas de follármela y que en esta ocasión sería distinto. En el apartamento le dije que en primer lugar me pusiera la polla a tono haciéndome una mamada y que después quería probar su culito. Cuando me puso la polla dura como una piedra me dijo que había una cosa que facilitaría la labor de la penetración y se fue hacía la cocina. Cuando vi lo que quería traer sonreí, pero no le dije nada. Carmen me embadurnó una buena cantidad de margarina en toda mi polla y me pidió que llenara su ano también. Metí uno de mis dedos lleno de margarina, después dos, después tres, hasta que el ojete estuvo dispuesto a recibir mi polla. Se la metí de una buena embestida. Carmen gritó, entre dolor y placer y me la estuve follando unos largos y placenteros minutos. Me corrí dentro y cuando la saqué le pedí a Carmen que me la dejara limpia y reluciente. La chica tragó y tragó y se zampó toda la margarina y el resto de semen. Todo un manjar según me dijo. Mientras nos vestíamos me dijo que su amiga Elena también quería la llave. Al día siguiente pasaría a recogerla.