La vecina - I

De como, de la forma mas inesperada, comienza mi nueva vida.

Eran las dos de la mañana de un viernes de Agosto, volvía de cenar en casa de unos amigos en Madrid, tengo 45 y desde mi divorcio no salía mucho, se había puesto a llover de forma impetuosa y conducía despacio hacia la autopista que me sacaría de la capital. Al parar en el último semáforo de la ciudad la ví, era mi vecina del 2º en la marquesina del autobús, que se había convertido en una pequeña isla seca en medio del tremendo aguacero, debía de venir de fiesta porque llevaba un vestido muy corto rojo de tirante y unos zapatos de tacón alto y fino, sin pensármelo dos veces y envalentonado por el vino de la cena me paré a su altura y bajé la ventanilla.

_ Hola, soy Carlos del 5º A, ¿vas para casa?

_ Si_ y sin mediar más palabras abrió la puerta y entró en el coche.

Al sentarse en el coche la falda se subió aún más y pude ver de reojo las preciosas piernas que tenía.

_ Menuda nochecita se ha puesto ¿verdad? _ le comenté tratando de ser amable.

_ Te agradecería que nos ahorraramos la charla, estoy un poco cansada.

Y sin más, cerró los ojos y se recostó aún más en el asiento, a estas alturas la falda dejaba a la vista todas sus piernas y yo no podía dejar de mirarlas y más sabiendo que ella no me veía al tener los ojos cerrados.

_ ¿Te gustan? _me preguntó de improviso en voz alta.

_ ¿Co, como? _ balbuceé como un niño pillado en una falta.

_ Que si te gustan mis piernas, como no haces más que mirarlas.

_ Sí, mucho, tienes unas piernas preciosas

_ ¿Te gustaría acariciarlas?

_ Claro.

_ Hazlo

Puse la mano en su muslo y comencé a acariciarlo de abajo a arriba, tenía una piel muy suave y estaba muy caliente, casi febril...me costaba mantener la concentración para conducir y poco a poco me fuí envalentonando y subiendo hasta casi llegar a su coño…

_ He dicho la pierna

_ Perdona _ susurré avergonzado.

LLegamos a nuestro edificio y aparqué en la puerta, es lo que tiene Agosto, apagué el motor y me quedé en silencio, ella callada también con los ojos cerrados, aunque sabía que no estaba dormida.

_ ¿Quieres una copa o algo? Podemos subir a mi casa _ le dije.

_ Por que no.

Salí del coche para abrirle la puerta y subimos en el ascensor, con más luz pude apreciar lo guapa que era, el pelo negro largo y  liso, los ojos verdes, los labios carnosos.

Entramos en mi casa y le pregunté que le apetecía.

_ Un GinTonic_ me dijo, mientras curioseaba mis libros.

Cuando volví con las copas estaba sentada en el sofá y se había quitado los zapatos, bebimos en silencio…

_ ¿Qué es lo que más te gustaría hacer ahora? _me preguntó. Sé sincero, si no lo eres lo sabré y me marcharé.

Tardé unos segundos en responder, no porque no lo supiera, sino pq me daba vergüenza decírselo a una increíble mujer que podría ser mi hija…

_ Arrodillarme y besar y lamer tus pies.

_ Hazlo, pero desnudate primero.

Lo hice sin pensarlo, como un autómata, me desnudé y luego arrodillado, me puse a besar y lamer sus preciosos pies, con esas uñas perfectamente pintadas, el olor me embriagaba…

Mientras me dedicaba a un pie, ella ponía el otro sobre mi cabeza, acentuando el total dominio de la situación que tenía en ese momento, en todos los momentos a decir verdad.

Debía llevar ya un buen rato, aunque yo, al estar como en una nube, no lo había notado.

_ Para.

Obedecí de inmediato, pero no me atreví a levantar la mirada y la dejé clavada en sus pies.

_ ¿Lo habías hecho otras veces?_me preguntó.

_ No, nunca, soñarlo muchas veces, pero convertirlo en realidad no.

_ ¿Por qué?

_ No lo sé, he tenido varias relaciones, incluso llegue a estar casado, pero nunca tuve la confianza suficiente como para ni siquiera proponerlo.

_ ¿Y conmigo sí? Que casi no me conoces.

_ No sabría explicarte, ha sido todo muy natural, ha fluido solo, yo también estoy sorprendido.

La conversación se estaba manteniendo mientras yo seguía en mi postura, arrodillado, su pie derecho encima de mi cuello y la vista fija en el izquierdo.

_ Quiero que sepas que para mí no ha sido la primera vez, he sido muy dominante desde niña y aunque soy joven, ya he tenido un par de relaciones bdsm. ¿Te gustaría empezar algo en serio conmigo?, nunca he tenido un sumiso de tu edad, sería interesante.

_ Me gustaría mucho, de verdad.

_ Bueno, ahora estas muy excitado, no quiero que tomes decisiones en caliente, nunca mejor dicho, incorporate, pero sigue arrodillado.

Así lo hice, ella puso su pie bajo mis huevos y mi polla totalmente erecta y comenzó a jugar con ellos, a darles pequeñas pataditas inofensivas.

_ Estoy cansada, me voy a ir a dormir, pero antes quiero ver que tal se te da darme placer con la lengua, ¿Te gustaría, perro?

El oírla llamarme así, hizo que una corriente eléctrica sacudiera todo mi cuerpo.

_ Si, claro, me gustaría mucho.

_ Esta bien _ separó las piernas y pude ver que  llevaba un tanga rojo muy transparente, se lo apartó a un lado dejando a la vista su precioso coño depilado.

No tuvo que decirme nada más, comencé a lamer despacio, el olor de su coño me envolvía y su sabor me llevaba a la locura, jamás me había sentido así en la vida, metí la lengua todo lo que pude para llenarme de ese sabor y luego me dediqué al clítoris, cuando sentí su mano empujando mi cabeza y restregandola contra su coño supe que estaba a punto de llegar al final y un gran gemido unos segundos después lo corroboró.

Estuvimos así un rato, ella respirando fuerte y yo con la nariz pegada a su coño hasta que me apartó con el pie, se levantó, se puso los zapatos y fue hacia la puerta.

_ Te he dejado mi móvil apuntado en un papel, mandamé un Wathsapp con lo que decidas, piensatelo bien, y otra cosa, espero que si la respuesta va a ser “sí”, no te corras hasta que yo te lo permita.

_ De acuerdo...gracias.

Pero ella ya no me respondió, salió de mi casa y me quedé allí solo, escuchando como el eco de sus tacones se iba apagando según se alejaba de mi puerta.