La vecina
-Ven, ven Ricardo, deja de hacerte pajas como un loco y prueba un coño de verdad- me dejó alucinado, me estaba diciendo que me la follara.
Me llamo Ricardo, soy de Sevilla, tengo el pelo moreno y la piel blanca, soy alto, fuerte y galán (según las mujeres). De lo más íntimo puedo decir que soy una fiera en la cama y de tamaño estamos bien. Tengo veintiocho años, aunque la historia que os voy a contar pasó ya hace once años. Estaba en el instituto, era un chico estudioso (vamos, que no suspendía) y muy amañado para los trabajos manuales, aunque en el tema de llevarme a una chica al huerto lo tenía más mal; no porque fuera feo, al contrario, por lo visto le daba miedo a las chicas, porque pensaban que me iba a reír de ellas. En mi clase había una chica, Clara, tenía los ojos azules, el pelo completamente rubio arena con rizos muy sexys, unos labios finitos y siempre mojados por un color rosa pálido, su sonrisa era brillante y blanca, su cuerpo era el de una estrella de cine, tenía unos pechos que se la levantaba a cualquiera y unas piernas que gloria de aquel que las pudiese abrir para comer del fruto prohibido. Era una chica explosiva, solía ir con minifalda a media altura de los muslos finos y lisos que tenía, llevaba casi siempre un top que se le amarraba justo por debajo del pecho y con tacones pequeños pero justos para aquel atuendo, solía llevar una cinta de color rosa en el pelo, alrededor de su cabeza para alzarse el pelo hacia arriba, era la chica de mis sueños sin duda y yo babeaba por ella. Siempre me acuerdo de que cada vez que se me acercaba se me empalmaba de tal manera que tenía que sentarme o hablar agachado para que ella no se diese cuenta, aunque a mi entender, sí que se dio cuenta, pues entonces, ¿cómo iba a hacer lo que hizo? (aunque esto es para más adelante), lo que estaba diciendo era que me ponía tan empalmado y tan cachondo que cuando llegaba a mi casa tenía que encerrarme en mi habitación y tocarme una manuela para tranquilizarme. Mi casa es sencilla de barrio, es un duplex normal, en la planta baja tiene la cocina, el salón, el recibidor, un patio y un pequeño baño, si subes a la planta de arriba tienes las tres habitaciones y un baño. La habitación del fondo es la mía, en ella tengo una cama (en cuyo colchón guardo algunas revistas porno), un ropero (donde guardo un par de películas x) y un escritorio dando en contra de la ventana que da justo enfrente de la ventana del baño de mi vecina. La verdad que eso de tocarme una paja era casi diario, pues la verdad que Clara me ponía a tope, y en cuanto llegaba a mi casa me tenía que pajear.
Un día, estaba en el colegio tan tranquilo cuando de pronto siento que alguien me llama tocándome en el hombro, era Clara, y en ese mismo momento la polla se me volvió agua. Me dijo que quería hablar conmigo, pero en un lugar más privado. En ese momento yo no tenía clase porque el profesor no había venido, con lo que me hizo salir de la clase, y sin que ningún profesor nos viera nos metimos en el cuarto de baño de las chicas. En ese momento me miró a la cara con sus ojazos claros, yo no podía aguantar, tenía la polla ardiendo, me dijo: -Richard- me encanta que me llame así, pensé. –Me he enterado por ahí de que yo te gusto- no tuve otro remedio que responder que sí. –A mí también me gustas, a decir verdad desde hace mucho, y pensaba que podríamos... ya sabes... salir juntos-.
-Genial- le contesté yo, calmándome un poco. Y en ese momento me cogió y me pegó un morreo que flipas (en realidad quien flipó fui yo). Nunca me habían besado de aquella manera, sentí su lengua caliente y dulce rozar la mía, y me puse más cachondo aún. Y una cosa llevó a la otra y entonces ella me metió la mano en el pantalón y me agarró la polla con su fina mano, empezó a sacudírmela hacia arriba y hacia abajo, no podía resistirlo, me estaba gustando demasiado y me puse a gemir como loco. Entonces ella se puso de cuclillas y se metió mi trozo en la boca, aquella boca que antes ardía me estaba refrescando la calentura de la polla, aquella lengua lametaba el capullo de mi verga y después se bajaba hasta los huevos, produciéndome un cosquilleo que me me ponía a sudar. Mientras que ella seguía sacudiendo mi polla sin parar. Entonces con una de sus manos se levantó la falda, y cual fue mi sorpresa ¡que no llevaba bragas!, a mí me iba a dar algo, pero en ese momento sonó la campana y fue como despertar de un sueño del que no se quiere despertar, tanto para ella como para mí, porque la gente saldría de las clases, se meterían en los baños y ¡madre mía si nos cogen! Salimos del baño, nos fuimos a clase y nos sentamos juntos. Durante la siguiente clase de vez en cuando pasaba la mano por debajo de la mesa y me agarraba con fuerza la polla. Yo, para no ser menos, también la metía por debajo de la mesa y le acariciaba su suave clítoris, ella se volvía loca, aunque intentaba disimular para que nadie se diera cuenta. Al terminar el cole me dijo que si quedábamos por la noche para “terminar de hablar”, le dije que sí y quedamos para esa misma noche en su casa, pues sus padres salían a cenar. Cuando llegué a mi casa no pude aguantar y corrí hacia mi habitación y nada más entrar me hice una paja que me hizo soñar. Tal fue el gusto que me dio que me quedé dormido, totalmente desnudo y con la polla en mi mano. Cuando desperté mi madre me estaba llamando desde el piso de abajo, pues llegaba tarde a una cita que había previsto hacía ya dos semanas, era que tenía que arreglarle el motor al coche de mi vecina, y se me había olvidado por completo. Entonces me vestí y bajé corriendo al garaje de mi vecina. Mi vecina era una mujer de treinta y cuatro años, era morena de pelo y piel, tenía los ojos negros y tenía muy buen cuerpo para la edad que tenía. La verdad es que también llegué a chascármela una o dos veces pensando en ella. Me preguntó que si me había olvidado, pero le respondí que me había quedado dormido, entonces ella me miró, sonrió y dijo: -Sí, sí, ya- y se marcho.
Yo estaba en el garaje arreglando el motor y pensando en Clara, cuando de pronto...
-¡AHHHHHHHHHHHHH!- oí un grito que provenía desde el cuarto de baño del segundo piso.
-Está bien señora- pregunté, pues me asusté, pero no recibía respuesta.
Entonces entré en su casa y volví a preguntar, pero no respondía, entonces me armé de valor, aunque me seguía faltando y subí las escaleras con un miedo terrorífico. Volví a preguntar pero no oí nada. Cuando llegué al piso de arriba y me acercaba a la puerta del cuarto de baño, volví a oir otro grito más. Entonces me armé más aún de valor y entre en baño...
Lo que vi allí era para quedarse muerto, nunca me había pasado a mí, era alucinante, escalofriante...
Ella estaba sentada en uno de los bordes de la bañera, virada hacia la puerta, llevaba un camisón de gasa de color rojo fuego, a parte de eso estaba totalmente desnuda, se le podían ver claramente las tetas redondas y levantadas, con aquellos pezones en punta y amenazadores, se le veía la almeja, totalmente rasurada con un par de pelos en el centro haciéndo una raya en vertical. Con una mano se sujetaba el pecho izquierdo y con la otra estaba metiéndose un consolador de color rojo, aquello era una polla, medía más o menos dieciocho centímetros y si la agarraba con mi mano aún me sobraría para decir lo gorda que era. En ese momento, en el que entré en el cuarto de baño, ella me miró con una cara de zorra y me dijo:
-Ven, ven Ricardo, deja de hacerte pajas como un loco y prueba un coño de verdad- me dejó alucinado, me estaba diciendo que me la follara.
-¿Quién le ha dicho que yo me hago pajas?- le pregunté.
-Yo misma te he visto, casi todos los días por la ventana de este mismo cuarto de baño, la primera vez que te vi pajeándote estaba limpiando la bañera, miré por casualidad y te vi chascándotela. He de reconocer que me pusiste bien cachonda, tanto que hasta me tuve que masturbar hasta correrme de gusto- me respondió. –Y bien, me vas a follar o no- yo estaba inmóvil. –O tendré que ir yo misma-. Se levantó de la bañera, se quitó el consolador del conejo y se me acercó, se me tiro al suelo de rodillas, me bajó los pantalones y empezó a mamármela de tal manera que me corrí a los veinte segundos, le chingué toda su cara, ahora sí que parecía una zorra, estaba fuera de sí, me cogió me llevó a su alcoba, me hizo ponerme de rodillas a los pies de su cama y después se tumbó boca arriba con las piernas abiertas y me agarró por el pelo, me empujó hacia la rajita de su coño y me hizo lamérselo. Estaba jugoso, la tía no dejaba de soltar su flujo vaginal que era esquicito, y me excite tanto que no quería dejar de chupárselo, entonces me levantó, se puso a cuatro patas y me dijo que se la metiera hasta el fondo, entonces le metí mi polla dura por detrás, la tía empezó a gritar como una puta, y yo le pegaba en el culo nalgadas, a las que ella respondía con gritos de placer y con gritos de “más, más, o sí, más”. Aquella tarde fue inolvidable, me volví a correr como un cabrón en sus tetas y después volvió a mamármela, pero esta vez tardé más en correrme, corrida que por cierto se la bebió toda, pues me corrí en su boca, pero en vez de parar la tía siguió y siguió hasta que me corrí otra vez. Y después volvimos a follar como condenados, en la cocina, en el baño y en el garaje. Ese día follé como un hijo de puta.
Esta es mi historia, qué os parece, cañera verdad. Pues nada, aquí me despido esperando que hayáis disfrutado de mi relato.
¿Qué? ¿Qué qué pasó con Clara esa noche? Bueno, lo que pasó con Clara no te lo voy a contar, pues sí hubo algo. Es más hoy en día Clara es mi mujer y todas las noches disfruto haciendo el amor con ella, y no follándomela. Ciao.
( Este relato lo rescaté de un pequeño libro que escribí hace ya unos años al que titulé “ The Sex Fantasy ”, una pequeñita colección de 13 relatos cortos eróticos. Por aquel entonces mi nivel de escritura no era lo que es hoy en día así que por favor no seáis muy duros conmigo. Aunque acepto cualquier tipo de críticas… como he dicho antes es un relato que escribí hace mucho tiempo.
Si lo queréis también podéis escribirme a mi dirección de correo electrónico estaré encantado de poder aclarar cualquier duda que tengáis y si queréis seguiré publicando más relatos de esa colección.
Hasta pronto. )
Este rel