La vecina del cuarto
Un encuentro casual con mi vecina en las escaleras nos lleva hasta su casa donde se desarrolla una complicidad mutua que nos hizo disfrutar como nunca antes lo había hecho.
Volvía a casa después de haber tenido clase en la universidad, y puesto que ese día habíamos tenido unas clases más prácticas, tuve el privilegio de salir pronto y llegar a mi casita para las 12 del mediodía.
Abrí la puerta del portal y me encontré con Nuria, la vecina del cuarto. A pesar de sus 36 años se conserva muy bien, parece una veinteañera camino de los treinta, pero nunca la echarías su edad real. Además es deportista y se cuida mucho. Eso se le nota nada más verla, por no hablar de su simpatía y su dulzura. Aunque últimamente parecía más triste. Supongo que a causa de que hace poco rompió con su pareja.
Venía de haber hecho la compra ya que llevaba un carro lleno hasta los topes y por si fuera poco también traía consigo varias bolsas.
El edificio en el que vivimos es un poco antiguo y no hay ascensor. A mí no me supone mucho problema el tener que subir hasta el segundo piso cargando con ciertas cosas, pero subir hasta el cuarto piso con el carro lleno y varias bolsas realmente se antojaba difícil.
- ¿Necesitas que te eche una mano? – Pregunté antes si quiera de darla tiempo a que me viese ya que se encontraba de espaladas a mi-.
- ¡Ay! Hola Álex, no te había visto. – Se giró para dedicarme una sonrisa, mirar toda la compra que había hecho y proseguir hablando.- La verdad es que he querido hacer toda la compra del mes de una y no me he planteado cómo subirla-.
- No te preocupes, te echo una mano que no me cuesta nada y así no tienes que hacer varios viajes-.
- Gracias. La próxima vez haré compras más pequeñas-.
Hizo amago de cargar con el carro pero la verdad que se veía demasiado pesado así que me ofrecí a cargarlo y que ella subiese las bolsas. Accedió y subió delante de mí hasta llegar al cuarto piso. Abrió la puerta y entró, mientras que yo me quedé en el rellano sin saber muy bien si entrar o irme ya, cuando me dijo que entrase.
La cocina quedaba cerca de la entrada, a mano derecha. Entré junto con el carro mientras ella se quitaba el abrigo y lo dejaba sobre una de las sillas de la cocina. Siempre solía vestir de negro, o al menos con prendas oscuras. Aunque esto no impedía que llevase ropas que marcasen las curvas de su cuerpo.
- ¿Te dejo esto por aquí mismo?
- Oh sí ¡gracias! Me has venido de maravilla, espero que no tuvieses prisa.- Dijo mientras se disponía a sacar la compra de las bolsas.
- Para nada, no te preocupes.
Me quedé embobado con una sonrisa en la cara mientras la veía ordenar la compra. No sé cuantos segundos me quedé en esa posición hasta que recobré el sentido justo cuando sacaba una bolsa de palomitas.
- Me bajo ya, disfruta de la peli. ¡Una peli sin palomitas no se disfruta igual!
- Sí, lo malo que son paquetes muy grandes para una sola persona. Pero qué le vamos a hacer.- En ese momento miró hacia abajo tristemente.
- Invita a algún amigo o amiga. Seguro que alguien se anima.
- Que va, a mis amigos no les gustan mis pelis. Dicen que son muy típicas y aburridas. Es que soy fanática de las pelis de crímenes y detectives. Pero debe de ser un crimen ver esas pelis.
No pude evitar mirarla con una cara de asombro para justo después empezar a reír a carcajada limpia por ese chiste tan absurdo.
- A mí me gustan esas pelis. Te mantienen alerta y con intriga. Además es divertido intentar adivinar quién es el asesino. Aunque por lo general los descubro rápido.
- Yo soy súper buena cazando a los asesinos. Aunque nunca sabes cómo acabará la historia. Y no sabía que tenía a un Sherlock Holmes de vecino. Aunque sin duda si hay alguna Sherlock en este edificio soy yo misma.
Reí como un niño pequeño. Soy muy picón y siempre caigo en esas tonterías así que no pude evitar contestar.
- Habría que ver quién es Sherlock y quién Watson…
- ¿Acaso lo dudas querido Watson? Esta tarde iba a ver una peli de estas, si quieres te subes y lo comprobamos. Aunque quizás no quieras aceptar que yo estoy por encima querido Watson.
- Jajaja eso está hecho. ¿A las 5-6 te viene bien? Pero después no te enfades si te llamo Watson por la escalera querida Nuria.
- Tranquilo, tendrás suerte si no te tomo como sirviente para que me limpies la casa querido Álex Watson.
- Nos vemos a la tarde que tengo que hacer algunas cosillas de la universidad antes de comer. No vale ver la peli antes eh.
No sabía cómo me había soltado tanto, pero el caso es que estaba cómodo y me sentía a gusto hablando con ella. Cosa extraña teniendo en cuenta que rara vez había tenido una conversación medianamente larga con Nuria.
Fui a mi casa, y la verdad que entre revisar alguna cosa de la universidad, hacer la comida, comer y recoger se me pasó el tiempo volando. Así que para cuando miré la hora ya eran las 17:30. Estaban mis padres en casa y cómo me parecía extraño decirles que iba a subir a casa de la vecina. Cogí el abrigo y les dije que había quedado con unos amigos.
Mientas subía me empezó a entrar un cosquilleo en la tripa, y dudé un instante antes de llamar al timbre. No tardó mucho en abrirse la puerta. Mi vecina vestía toda de negro, algo habitual en ella como ya he dicho, con una camiseta que tenía un ligero escote, pantalones ajustados y unas botas con un pequeño tacón.
- Has tenido suerte, justo acabo de volver de hacer unos recados. Aunque veo que tú también vienes de la calle. Pasa y ponte cómodo, el salón está al fondo.
Pasé al salón y me quité el abrigo. Era una casa moderna, un ambiente agradable y acogedor. Además el sofá era grande y blando y la tele tampoco se quedaba atrás en cuanto a tamaño. Era como estar en un cine de lujo.
- Dame 5 minutos que prepare las palomitas y nos ponemos con la peli. Mientras, ¿quieres algo de beber?
- Agua, gracias-. Dije mientras me ponía cómodo en el sofá.
- Uy, que chico más sano. Tranquilo que si pides otra cosa no me chivaré a tus padres.- Dijo guiñándome un ojo.- Es broma tranquilo, soy un poco vacilona.
Trajo las bebidas y, junto con estas, las preciadas palomitas. Puso la película, bajó un poco las persianas, para que hubiese menos luz en el salón y así poder disfrutar mejor de la película, y se sentó a mi lado.
- Si no te das prisa acabaré con las palomitas, que yo soy muy glotona.
Era un comentario inocente pero no pude contener una ligera sonrisa.
- ¿De qué te ríes tú pillín?- Me preguntó maliciosamente.
- Nada, nada, seré yo quién te deje sin palomitas. Te acabarás arrepintiendo de haberme invitado.
Ambos nos pusimos a reír, ya habíamos alcanzado una complicidad amistosa lo suficientemente cercana como para soltarnos un poco.
- ¿Te importa si me quito las botas y me pongo más cómoda? Las películas con un tono serio y de suspense hacen que entre en tensión.- Dijo Nuria con un tono ‘tenso’.
- No te preocupes, tú como si estuvieses en tu casa… Pero primero dame las palomitas que uno con los nervios come más de lo habitual.
- Mira que yo soy vacilona eh, pero tú no te quedas atrás. Como si estuviese en mi casa dice… Que poca vergüenza. Pero mientras tú solo buscas la manera de picarme yo estoy un paso más cerca de averiguar quién es el asesino.
Y tras decir eso, me guiñó el ojo nuevamente y me sacó la lengua. No me esperaba tener una vecina tan simpática y agradable, y la verdad que lo estaba disfrutando de lo lindo. Seguimos disfrutando de la peli unos pocos minutos más y comiendo palomitas cuando de pronto gritó ella:
- ¡Lo tengo! ¡Ya sé quién es el asesino! Muajajaja.
Era imposible, para que os hagáis una idea, la película trataba sobre una familia odiada en el barrio debido a los negocios turbulentos del padre, el hijo mayor muere asesinado y con cien posibles sospechosos, ella va y dice que el asesino es el panadero que sólo ha salido 3 segundos en un segundo plano.
- Es imposible, no puede ser él, eso no tendría sentido.- Dije casi riéndome debido a tal afirmación.
Se quedó retándome con la mirada cuando me dispuse a beber agua.
- ¡Uy!, que alguien tiene nervios porque ve cercana su derrota. Eh, querido Watson.
- Ni por asomo, pero no te preocupes que en pocos minutos ya sabré quién ha sido el asesino.
- Si si, te vas a quedar con el culo al aire jovenzuelo.
Se puso a comer palomitas mientras arqueaba una ceja en tono de reto. Y lo cierto es que no pensé lo que dije, tal vez fue por la confianza que habíamos generado hasta ese momento pero me solté:
- Más quisieras ver mi lindo culito.- Y le saqué la lengua como signo burlón tal y como ella hizo previamente.
Lo que no me esperaba es que tuviese unos rápidos reflejos para contestar antes de que me diese cuenta.
- Pues estaría bien ver cómo bajas a tu casa con el culo al aire. Así que, querido Watson, cuando se descubra que el panadero es el asesino, te vas a tu casita como Dios te trajo al mundo.- Y tras decir eso rió maliciosamente.
No sabía cómo reaccionar, eso me pilló por sorpresa y había dos opciones, o agachar las orejas, o salir respondón. Y por una vez en mi vida fui valiente.
- Sí claro, si tu aciertas yo bajo en pelotas arriesgándome a que los vecinos me vean al natural y mis padres también. Pero, ¿y yo que gano de no ser así?
- ¿Acaso no te parece poco el estar disfrutando de una película en mi compañía?
- No, no, no, aquí o se apuesta de verdad o nada.- Dije contundentemente, quizás demasiado.
- Uy con el niño, que de santo no tiene nada. Está bien, ¿qué es lo que quieres apostar?
- Mmmm, primero di tú y dependiendo de qué elijas me lo pienso.
En ese momento ella no pudo aguantar la risa y se rió a carcajada limpia hasta acabar con dolor de tripa.
- Muy bien querido Watson. Si tengo yo razón te vuelves a casa sin ropa. Además si algún día quieres recuperarla tendrás que hacer de sirviente para mí como buen Watson que eres. Barrer, fregar o si quieres hasta te permitiré darme masajes.
- Si anda, te has quedado en la gloria eh. Yo también quisiera tener un sirviente que me haga de todo…
Antes de que pudiese continuar se me adelantó para decir:
- Trato hecho, si eso es lo que quieres eso será.
En sí no habíamos acordado nada, no sé si lo había hecho para después poder negarse ya que en sí yo tampoco había apostado por ningún asesino, pero tampoco quise darle importancia.
La película transcurrió de manera que se me pasó el tiempo volando mientras hacíamos comentarios y nos reíamos sin parar. Y llegó el momento donde se desveló al asesino… ¡Fue la hermana que estaba harta de ver a su hermano cometer mil y un delitos de lo más deleznables!
- Oleé, ¡conservaré mi ropa!
- No me lo creo, ¿la hermana? Eso no se lo cree nadie.
- La próxima vez será querida Watson. No siempre se puede tener razón. Pero me lo he pasado muy bien. Espero que tú también, la próxima vez que vayas a ver alguna película del estilo no dudes en llamarme.
- No, no. Tú ahora no te vas dejándome así de mal. Yo siempre cumplo con mi palabra.
En verdad tampoco sabía ni que pedir, además que como ya he dicho no le daba importancia a la apuesta, yo me lo había pasado genial esa tarde. Pero como siempre, antes de que pudiese decir nada, se me adelantó.
- Al menos déjame que te haga un masaje de espalda y te vas a casa como un señor.
- Uuuu, como un señor. Eso suena bien.- Una sonrisa tonta iluminó mi cara y me tumbé boca abajo en el sofá.
- Pero quítate la camiseta hijo mío. Deja ver esos músculos de gimnasio.
Era raro porque por un lado ya tenía confianza pero por otro empecé a tener nervios. No sé si de timidez o de excitación.
Me quité la camiseta y me volví a tumbar. Ella se sentó sobre mí y comenzó a pasar las yemas de sus dedos por mi espalda. Primero haciendo suaves movimientos muy amplios abarcando toda mi espalda. Después esos movimientos se fueron haciendo más suaves y se dirigieron a la parte superior. Pronto las caricias se convirtieron en dulces pellizcos con todos los dedos por los hombros para después ir bajando en zigzag por toda la espalda haciéndome cosquillas con las uñas. Fue masajeándome toda la espalda con una suavidad con la que casi me quedo dormido. Y al final volvió a jugar con las uñas. Poco a poco apretándome más.
No sé cuánto tiempo había pasado pero yo estaba en la gloria.
- Creo que te he dejado unas pequeñas marcas con las uñas, pero se te nota feliz.
Me levanté y me recompuse para ponerme la camiseta.
- Sí, ha sido genial. Gracias por el masaje. Si alguna vez necesito desestresarme ya sé a dónde acudir.
- No hace falta que lo jures.
Y en ese momento guió sus ojos hacia mi zona baja con una sonrisa picarona. No me había dado cuenta pero estaba teniendo una erección y no lo podía disimular.
- Ahora mismo también necesitas que alguien te desestrese parece…- Continuó diciendo con tono jocoso.- Y que te haga de todo eh pillín, ¿a esto te referías?
No sabía dónde meterme, me estaba dando bastante corte y quería explicarme, pero como siempre y una vez más, antes de poder reaccionar ella se adelantó.
- Mírame a los ojos y dime que no te referías a esto.- Dijo mientras pasaba una mano por mi entrepierna.
Yo me quedé sin palabras, y la verdad aunque nunca se me había pasado por la cabeza, mi vecina estaba muy bien y yo tampoco era un angelito, así que me dejé llevar.
Mientras me hacía ojitos iba pasando su dulce mano por mi entrepierna de arriba abajo. Antes de que me diese cuenta ya tenía los pantalones desabrochados y tenía mis calzoncillos al aire. La mirada de malicia de Nuria me ponía a mil y sus dedos tenían algo con lo que nunca antes me había encontrado.
Siguió jugando con sus dedos, pasándolos por mi pecho para volver a jugar con mi pene. Tras esto me bajó los calzoncillos y se dedicó a hacerme cosquillas por el tronco del pene hasta subir al glande.
Ella parecía disfrutar más que yo viendo como no podía controlar como mi cuerpo palpitaba ante tal masaje. Acercó su cara hasta mi oreja mientras frotaba con su pecho mi entrepierna para decirme:
- No te preocupes, que tal como querías te haré de todo hasta llevarte al cielo.
Volvió a bajar para seguir frotando su pecho contra mi pene pero esta vez hacia abajo. Y cuando tuvo su cabeza a la altura de mi cintura, sacó la lengua para darme un pequeño lengüetazo sobre mi glande. En ese momento un calambrazo recorrió todo mi cuerpo y no pude evitar temblar. Ella no estaba dispuesta a acabar rápido, quería hacer que la desease, y por eso subió para darme besos por la tripa, muy suaves y dulces mientras con su mano masajeaba mi polla.
Y justo cuando iba a pedirle que ya pasase al siguiente nivel porque no me aguantaba más, fue como si me leyese la mente. Bajó su cabeza y se metió el glande en su boca. Primero jugó con sus labios carnosos, deslizándolos por el glande, para después succionarlo y besarlo.
Cerré los ojos para disfrutar del contacto aún más, y pronto sentí como se humedecía todo el tronco. Se lo estaba introduciendo lentamente y no pude evitar abrir los ojos. Al hacerlo me encontré como me miraba fijamente mientras subía y bajaba lentamente. Su lengua comenzó a moverse recorriendo el tronco y cuando subía jugaba con el glande haciendo amplios círculos. Al llegar a la punta me daban descargas eléctricas que me ponían la piel de gallina y después volvía a bajar. Cada vez se la introducía más y más. No es que tuviese un aparato enorme, más bien algo normal, pero nunca es fácil tragársela entera, aunque Nuria casi ya lo había conseguido.
En el momento en que yo estaba disfrutando tantísimo pero creía que aguantaría un rato más, decidió acelerar el ritmo, dando lametones más fuertes, subiendo y bajando más rápido y chupando como nunca me lo habían hecho.
Ahora sí que no iba aguantar mucho más de no ser porque paró, y dándome besitos por el pecho fue subiendo hasta mi oreja para darle un par de lametones.
- ¿Acaso no quieres acabar dentro de mí?
Ya estaba completamente mojado, listo para terminar, pero hice todo cuanto pude para disfrutar un rato más.
- Demuéstrame que no eres un angelito y no te preocupes por el preservativo, tengo mis propias protecciones.
Aquella frase me encendió y justo era la chispa que me hacía falta para dar el siguiente paso. Cambiamos de posiciones y ella pasó a estar tumbada. Le quité la camiseta, pasé mis brazos por detrás suya, la levanté hacia mí, haciendo que quedasen nuestros pechos en contacto y le solté el sujetador. Me lancé a su cuello para besarla, y bajé sin dilación hasta su pecho. Comencé dando pequeños besos por la zona más amplia de su pecho para ir escalando la montaña hasta llegar a la cima y chupar esos pezones. Si quería provocarme lo había conseguido, así que de paso le di unos pequeños mordisquitos.
Seguí bajando con mis labios hasta llegar a la cintura y allí le desabroché el pantalón y tiré hacía abajo llevándome las bragas de paso. No iba a perder el tiempo, yo ya estaba encendido.
Separé ligeramente sus piernas, le agarré por las muñecas mientras extendía sus brazos hacia arriba, y besándole el cuello fui introduciendo mi miembro sin prisa pero sin pausa. Una vez entró del todo retrocedí para comenzar un vaivén rápido mientras yo seguía lamiendo su cuello.
No sería capaz de aguantar mucho así que tras un par de minutos decidí cambiar de postura. Solté sus muñecas, saqué mi miembro y agarrándole de la cintura la puse de rodillas sobre el sofá. Hice que se inclinase hacia adelante y me dispuse a acariciarle con mis uñas por la espalda mientras la penetraba por detrás. Ella se retorcía por las cosquillas de la espalda y poco a poco fui aumentando la intensidad con la que clavaba mis uñas así como el ritmo de penetración.
El ritmo de su respiración aumentaba, se la veía disfrutar y eso me encantaba. Pero no quería que acabase así, quería sentirla muy cerca cuando llegase al orgasmo. Por eso la volví a tumbar boca arriba para sentir su pecho contra el mío mientras aceleraba todo lo que podía. Mi abdomen no se podía contraer más rápidamente y comencé a suspirar en su oreja fuertemente, me estaba viniendo y quería hacérselo saber. Convulsioné durante unos cuantos segundos hasta que me quedé sin fuerzas. Desde luego que a pesar de mi juventud, sabía que esa noche la recordaría por el resto de mi vida como una de las mejores.
Me reincorporé y me iba a sentar en el sofá cuando ella me agarró del brazo.
- Ya he visto que has disfrutado como nunca, pero no creerás que me vas a dejar así, ¿verdad?
Tiró de mí, y agarrándome de la cabeza me llevó hasta su clítoris. No dudé ni un segundo y puse mi lengua a trabajar. La verdad que no soy un gran experto en este tema, pero quise dar lo mejor de mí.
Comencé muy suavemente con grandes círculos mientras con mis manos acariciaba sus muslos. Mantenía mis ojos cerrados para concentrarme plenamente en lo que estaba haciendo, sin embargo de vez en cuando miraba su abdomen para ver como se contraía y así saber cuando acertaba de lleno en el punto más sensible.
Cambié a darle lengüetazos de arriba abajo y fui acelerando para después volver a hacer círculos pero esta vez más pequeños y rápidos. Ahí se aceleraron sus contracciones de abdomen pero no duraron mucho. Por eso bajé un poco el ritmo, y volví a empezar lentamente a hacer círculos más amplios. Repetí el mismo procedimiento que antes y esta vez al llegar a los círculos pequeños me apretó la cabeza.
- Hazlo más fuerte.
Apreté más mi lengua y aceleré todo lo que pude. Ella empezó a convulsionar, suspirando cada vez más y más fuerte hasta que empezó a soltar gemidos de placer.
Estaba mojadísima, el sofá acabó empapado, pero ahora mismo ambos estábamos en el cielo.
- Espero que hayas disfrutado. Mover la lengua no se me da muy bien.
- Ha estado genial. Creo que ambos hemos disfrutado mucho. Además no digas eso, que si quieres practicar yo me ofrezco voluntaria para cuando quieras.
- Te tomo la palabra, subiré a practicar todo lo que pueda.
Su sonrisa hacía temblar todo mi cuerpo. Había sido uno de los mejores días de mi vida, y sin duda aquel día fue el inicio de una relación maravillosa con mi vecina.