La vecina de enfrente
Dentro de mis experiencias, siempre me ha gustado destacar la que me ocurrió con la vecina de enfrente del edificio donde vivo. Notaba en su mirada que desde hacía tiempo yo le gustaba, y ni corto ni perezoso, un día en el ascensor le pedí su número de teléfono. Aquello era el inicio de una aventura
Dentro de mis experiencias, siempre me ha gustado destacar la que me ocurrió con la vecina de enfrente del edificio donde vivo. Notaba en su mirada que desde hacía tiempo yo le gustaba, y ni corto ni perezoso, un día en el ascensor le pedí su número de teléfono. Aquello era el inicio de una aventura.
Voy a empezar a contar algunas de mis experiencias sexuales las cuales están llenas de anécdotas y estoy seguro que el público va a saber apreciar. Todo esto son historias reales con los nombres cambiados.
Estamos en verano de 2007. Hacia unos cuantos meses que había roto con mi novia, con la cual llegue a estar saliendo cerca de cinco años. Una relación con altibajos que un día, tras una discusión, decidí dar por terminada. Tenía 24 años, una sola chica conocida en mis experiencias sexuales y mucho por descubrir.
Así pues, volví a ponerme a rodar en el mercado del amor y el sexo, del cual solo había tenido experiencia con mi ex. Durante esos cinco años llegamos a hacer de todo dentro de lo que se entiende por “normal” en una relación heterosexual: besos, sexo oral, penetración vaginal, penetración anal, etc… Siempre consideré esta relación amorosa como bastante buena dentro del entorno sexual pese al inconveniente relativo que suponía el grosor de mi pene, el cual le producía cierto dolor en las primeras embestidas y el cual la dejaba el coño bastante escocido tras el acto. Pero esto serán una serie de historias que ya contaré en otro momento.
Como iba diciendo, tras esto, me tire cerca de unos cuantos meses sin probar “cacho”. Muchas veces quedaba con mi ex para ver que tal nos iba y terminábamos follando como locos hasta que ya un día me dijo “nunca más”. Mis ansias de sexo, que siempre fueron muchas, me tuvieron masturbándome todos los días durante meses dado que nunca he sido bueno ligando ni tampoco tenía a nadie detrás con quien quemar mis ansias de coño caliente.
Pero todo esto cambió el día que conocí a la hija de la vecina de enfrente. Vivo en una ciudad pequeña, en un edificio al que me trasladé hace unos años y donde el contacto con los vecinos era más bien poco porque siempre he ido a lo mío. A la hija de la vecina de enfrente la había visto muy poco y más bien de refilón. En otras palabras… que nunca me había fijado en ella hasta que un día llamó a mi puerta su madre.
Esta iba acompañada de la susodicha carpeta y bolígrafo en mano:
- Hola Romeo ¿qué tal estas? ¿Estás muy ocupado? - me soltó.
- No, que va. - Con cara desinteresada total. Es una vecina que realmente nunca me ha caído bien porque siempre me ha parecido muy cotilla y pesada.- Dime ¿Qué querías?
- Veras, esta es mi hija, Verónica.
Mmm, Verónica, eh. Ahora sí que pude contemplarla de arriba a abajo. Morena de piel, cabello largo y castaño, ojos marrones, sonrisa traviesa, un poco rellenita sin llegar a estar gorda… y la joya de la corona: unos pechos enormes. Me preguntaba si entrarían en la palma de mi mano. Ésta vestía como la típica choni de 21 años salida de una discoteca y con pendientes de aro. No obstante, la chica era guapa y me empezó a dar morbo.
- Ah hola, yo soy Romeo. - me acerqué a ella y nos dimos dos besos. Ella sonrió y me espeto un “hola” un tanto avergonzada.
- Veras, Romeo. Mi hija está estudiando enfermería y le han mandado hacer un trabajo que consiste en recolectar datos en la zona donde vive para saber el índice de diabéticos que hay por aquí. Es un test muy sencillo… Ella no se atrevía a llamar a la gente y la estoy animando, y como tú eres muy simpático, seguro que no te niegas a contestar ¿a qué no?
Mi cara era un poco incrédula, pues daba por hecho que una chica de esa edad ya debería valerse por ella misma para salir de esta clase de apuros… pero se lo perdone, ya que estaba buena y me interesaba conocerla un poco más.
- Claro que no, sin problema.
- A, pues muy bien. Gracias Romeo. Yo me tengo que ir. Aquí te dejo con ella.
- Ok, vale. No se preocupe. - La madre cogió el ascensor y se largó, dejándonos a los dos solos delante de la puerta de mi casa, entreabierta. - Bueno Verónica, pues tú me dirás. - lanzándole una sonrisa de complicidad.
- Ya lo siento. Es que me daba un poco de vergüenza.
- Nada, mujer. No te preocupes, venga dime.
Verónica comenzó a lanzarme una ristra de preguntas comunes sobre mi edad, donde había nacido, donde vivía, donde trabajaba, etc…
- Ey, ahora ya sabes muchas cosas de mí, eh. Jajajaja.- reíamos los dos.
- Pues ya, jajaja. Con esto ya está hecho. Espero que no te haya molestado mucho. - mientras su mirada se clavaba profundamente en la mía sin dejar de sonreír, como una chica traviesa. Es ahí cuando empecé a pensar que le había gustado.
- Sin problema. No te apures, jejeje. Oye, ¿llevas mucho viviendo aquí?
- Si, hace unas semanas. Antes vivía con mi padre, pero ahora me he venido aquí.
- Ahhh, así que te veía tan poco. Bueno, ahora ya se algo de ti, jajaja.
- Si, jajaja.
- Oye, pues nada, a ver si coincidimos más por aquí.
- Jajaja, vale, vale.
Sin más, nos despedimos con dos besos y cerré la puerta. Me había fijado en cómo me había mirado y me dio una corazonada. O era una chica maja, o sencillamente tenía ganas de conocerme más a fondo. La chica me había atraído, estaba bastante bien, y hacía meses que no tenía nada con nadie. Tal vez esta era con la que volver a descargar el potencial guardado tras la ruptura con mi ex.
Los días iban pasando y alguna que otra vez coincidíamos en el portal o en el ascensor del edificio. Siempre nos saludábamos con una sonrisa de complicidad y una mirada de querer comernos el uno al otro.
Como no las tenía todas conmigo, pues soy precavido y algo vergonzoso, nunca me lanzaba a algo más, hasta que un día dejé mi moto aparcada en frente del portal. Estaba tomándome un café y asomado a la ventana donde pude ver como Verónica se acercaba con una barra de pan camino de su casa. Al pasar al lado de mi motocicleta, esta se quedó mirándola embobada. Sabía que era mía, y comprobé como acercaba una mano para acariciarla. Pensé que a esta chica no había duda de que le atraía y corto ni perezoso salí de casa y me metí en el ascensor con intención de cruzarme con ella.
Y así fue. Cuando se abrieron las puertas me topé con Verónica:
- Ey, ¿qué tal? - le dije sonriendo.
- ¡Ah, hola! Que susto, jajaja. Bien, bien, jeje, aquí me ves, que vengo de coger el pan.
- Je, ya hay hambre, eh.
- Pues sí, a ver si comemos de una vez, que he desayunado pronto y no aguanto más ¿tú que te cuentas?
- Pues nada, lo mismo que tú. Que iba derecho a coger el pan. Por cierto, te veo muy guapa, eh.- mientras le giñaba un ojo. - Como se nota que estamos ya en verano. Ese moreno de piel te queda genial.
Verónica se puso roja, pero no dejo de sonreír e incluso más todavía en cuanto oyó el cumplido.
- Gracias. Pero tú sí que estas guapo, eh, jiji.
- Nada, anda, no exageres. Por cierto… a ver si me pasas tu número de móvil y quedamos un día a tomar un café ¿no? Me caes bien y seguro que nos echamos unas risas, jeje.- aquí le había lanzado el arsenal sin pensármelo. El que arriesga triunfa, y si no, al menos sale de dudas.
- Ah, pues si… ¿Por qué no? jiji . -Wow, no me lo podía creer. Había picado. - Apunta, es el 696…
- Ok, apuntado queda, jeje. Una tarde quedamos y nos tomamos unas cañas ¿vale?
- Jeje, vale. Cuando quieras. –mientras me guiñaba un ojo y me lanzaba una sonrisa cómplice.
Lo cierto es que me había resultado más fácil de lo esperado. Por mi cabeza habían rondado veinte mil posibilidades al hacerle esa pregunta, pero al final salió la buena, la que deseaban oír mis oídos. Esta era la mía.
Pasaron los días y yo me encontraba un tanto nervioso por la situación. No quería cagarla, tenía ganas de que pasase algo con Verónica, y los nervios en el estómago me hundían la valentía.
Un día, tras salir a descansar en el curro, se me pasó por la cabeza llamarla. Me encontraba muy seguro de mí mismo y esa tarde podía ser idea para quedar con ella. Así que cogí el móvil y le llame. Después de unos cuantos sonidos de espera, por fin cogió el móvil:
- ¿Si?
- Hola, Verónica. Soy Romeo, ¿Qué tal?
- Ah, Romeo, jeje. Bien, muy bien ¿Y tú? ¿Qué tal estas?
- Pues aquí ando, en el curro, descansando un poco. Estaba aquí pensando en mis cosas y me he acordado de ti.
- ¿Ah, sí? ¿Y eso?
- Pues ya ves… que hace días que no nos cruzamos por el portal y me ha picado la curiosidad por saber que era de ti.
- Ah, jajaja. Pues aquí ando, guapo, jaja, estudiando un poco.
- Bueno, eso está genial. Hay que labrarse un futuro.
- Ni que lo jures. A ver si término de una vez, que menudo agobio tengo encima.
- Ah, pues mira. Si quieres despejarte un poco ¿Qué te parece si quedamos cuando salga de currar y nos tomamos algo? Así desconectas, que seguro que falta te hace.
- Mmm, bueno, pues no estaría mal… Vale, por mi bien. ¿Cómo quedamos?
- Jeje, bien, pues podemos quedar en la cafetería que está en la costa del aeropuerto ¿sabes dónde te digo, no?
- Si, si, claro ¿a qué hora quedamos si tal?
- Pues a mí me vendría bien a eso de las 19:30 ¿Qué te parece?
- Genial. A esa hora me paso por allí.
- Ok, pues allí nos vemos, jeje.
- Ok, pues lo dicho. Luego nos vemos. Besos.
- Venga, besos. –y colgó.
La cosa estaba yendo genial, en parte no me lo podía creer, pero si… aquello era real. Esa tía estaba interesada en quedar y quien sabe cómo podía quedar la cosa.
Entre otra vez dentro de la oficina y me dispuse a terminar el trabajo que tenía entre manos. No dejaba de dar vueltas al asunto. En cuanto saliese de allí me iba a encontrar con Verónica, mi vecina, la chica guapa de las tetas grandes. Me daba bastante morbo la situación ¿Qué podría pasar?
Miraba el reloj nervioso una y otra vez, hasta que por fin dieron las 19:00 para salir de allí escopetado. Los compañeros de trabajo no sabían que me pasaba ni por qué me había ido corriendo como el viento sin apenas despedirme de nadie.
Fui andando a paso acelerado entre callejuelas hasta que por fin me subí al coche, arranque y desaparecí dirección la costa, en la cafetería donde habíamos quedado.
Una vez llegué, coincidencia o no, aparque y al lado mío llego otro coche aparcando a la par: era ella. Salimos a la vez de nuestros respectivos coches y nos saludamos:
- Ey, hola. Jajaja, hemos llegado a la vez. - le comente.
- Ya, jaja, que casualidad. Somos puntuales, eh, jajaja.
- Ya te digo. Pues nada, ya estamos aquí ¿Vamos dentro y pedimos algo?
- Claro. Vamos.
Verónica se presentó con un vestido de verano blanco, holgado, con tirantes que tenía una falda muy corta que dejaba entre ver unas magníficas piernas torneadas al sol. Sus pechos, ya grandes de por sí, parecía que iban a estallar en cualquier momento, pues a la chiquilla le encantaba que el escote quedase bien apretado. Como dicen por aquí, no eran tetas, si no berzas. Estábamos en pleno julio y el tiempo acompañaba.
Nos metimos dentro de la cafetería y el barman nos atendió. Un café con leche para ella. Una caña para mí. Una vez servidor, agarramos nuestras consumiciones y salimos a la terraza. Esta está rodeada de árboles de un parque próximo y tiene la peculiaridad de estar al lado del mar y tener vistas al aeropuerto por uno de sus lados.
Nos sentamos y comenzamos a charlar un poco sobre nosotros.
- Y dime, Vero ¿Cuánto llevas estudiando lo de enfermería?
- Pues un tiempo. En realidad es un módulo profesional.
- Ah, pensé que era una carrera o algo. Jajaja, como ando.
- No, que va, jeje. Es un módulo y ya le estoy terminando. A ver si empiezo el siguiente curso las practicas. Tengo unas ganas de trabajar que no veas.
- Pues sí, no me extraña. Teniendo curro te independizas y a vivir la vida. Yo sigo con mis padres, pero en cuanto tenga ahorrado algo, me marcho.
- Si, eso sería lo ideal. Vivir sola sin que nadie este incordiándome. No aguanto a mi madre. Es muy pesada.
- Si, supongo que como todas. Jajaja.
Seguimos hablando de banalidades, conociéndonos un poco, nuestros gustos, etc… Lo cierto es que no teníamos nada que ver. Mientras ella era la típica choni que se pasaba el día viendo la televisión y sus programas tontos, a mí me interesaban otras cosas más culturales. No le di más importancia porque mi objetivo era acabar fallándomela de alguna manera. Me ponía cardiaco, sobre todo cada vez que me sonreía. Además era de esas tías que en seguida te cogen del brazo, acarician por cualquier motivo mientras hablan contigo, etc… Le gustaba el contacto físico, vamos.
Así estuvimos un rato hasta que ya terminamos lo que habíamos pedido y se me ocurrió que podríamos dar una vuelta por el parque que teníamos al lado. Cuando llegamos a un banco, nos sentamos y continuamos con nuestras historias, etc…
- Oye, creo que no te lo había dicho todavía, pero hoy me has venido muy guapa, eh.
- Jajaja, ¿sí? Me gusta mucho este vestido, y con el calor que hace…
- Pues quítatelo y estas más fresca, jajajaja
- Jajajaja, menudo caradura estas hecho ¿no?
- Solo hasta donde me dejan
- ¿Ah, sí? Es bueno saberlo. – Mientras me daba una palmada en la cara.
Es aquí cuando nos quedamos mirando y si pensármelo me lancé a besarla. Era ahora o nunca… pero graso error: me aparto la cara.
- ¡Oye! No. - me soltó ella.
Yo con cara de idiota me quedé blanco. No me lo esperaba. Todo este rato convencido por que se moría por mí y ahora resulta que me aparta la cara.
- Ups… lo siento. Yo es que… de repente… me habían entrado ganas de besarte.
- Ya… pero es que no. Veras… es que tengo novio.
Aquello resonó en mis oídos como si cayese un edificio encima de mí. Eso sí que no me lo esperaba. Todo este tonteo previo, esas miradas, esa confianza, etc… para que al final resultase que la niña tenía novio.
- Ya sé que tenía que haberlo dicho antes.
- Pues la verdad… me estabas hablando de tu vida y lo has obviado totalmente. Pensé que querías algo más de mí, la verdad.
- Ya, bueno, pero no. Ya te digo que tengo novio y no está bien. Me caes bien. Solo eso.
Me quede blanco, y me sentí como un absoluto gilipollas. Yo convencido de que estaba loca por mis encantos y ahora resulta que simplemente le caía bien y ya. Aquí andaba yo más caliente que una herradura en la fragua, como loco por comérmela, devorarle las tetas y follármela como un salvaje y nada… mi gozo en un pozo.
- Ahm… pues vaya. Perdona si te molestó.
Ya no sabía que más decir. Hubo un silencio hasta que Verónica por fin habló:
- Esto es un poco incómodo. Si quieres irte, vete.
Yo reaccione y pensé ¿Por qué voy a irme? Me lo estaba pasando bien hablando con ella. Que la den por el saco. Que sepa que yo soy de otra pasta.
- No, no me voy. Estábamos conversando bien y a gusto y podemos seguir como si aquí no hubiese pasado nada ¿te parece?
- ¿Ah, sí? Pues por mi bien. Ya siento esto, pero es que teniendo novio como que no voy a hacer nada con nadie.
- Si, si, lo entiendo, Vero. No te preocupes. Sigamos con nuestra conversación y ya está no pasa nada.
Y así fue, seguimos hablando de nuestra vida, nuestros problemas, nuestras historias. Le hablé de mi ex, de cómo me iba ahora, en que trabajaba, etc… Estuvimos cerca de una hora más charlando como si tal cosa.
La verdad es que pese a ese mal trago, ese desliz, yo me sentía otra vez a gusto y con las defensas bajas. No hacía más que mirarle las tetas. Bajo ese escote se escondía algo muy grande y ella parece que se dio cuenta pero no me decía nada. Aún más, sabía que me gustaba y a ella eso parecía gustarle también.
En un momento dado, yo no sé qué coño se la pasó por la cabeza, pero Verónica se levantó como si tal cosa y se sentó encima de mis piernas. Yo me quede un poco helado. No se a que venía de repente eso… pero sospechaba que esta tía estaba tan caliente como yo. Me paso un brazo sobre mi cuello y me dijo:
- ¿Sabes qué? Eres realmente muy majo. Pensé que te ibas a ir muerto de vergüenza por lo de antes y aun así te has quedado hablando conmigo como si nada.
- Ya bueno, si nos lo estábamos pasando bien, no vamos a arruinar la conversación por esa tontería ¿no?
- Pues sí, tienes razón. Toma, te mereces esto.
Y Verónica de repente me empezó a besar. Junto sus labios con los míos e introdujo su lengua en mi boca como si tal cosa. Ahora sí que no entendía nada. La tía que hacia una hora me había rechazado, ahora la tenía sentada encima mio comiéndome los morros, mientras mi polla empezaba a despertarse.
O estaba loca o no podía aguantarse la calentura o que. En ese momento me dio igual todo y la seguí el juego. No desaproveche la ocasión para agarrarle una de esas tetas a las que tantas ganas tenía:
-Ey, jajaja, no seas malo. Me llevas mirando toda la tarde las tetas. No te podías aguantar, eh…
-Veo que te has dado cuenta… ufff, como para resistirse. Es que me parecen la leche ¡Que grandes!
- Jajaja, sois todos iguales, eh. Jajaja. Hombres.
- Oye y esta faldita no te queda nada mal.- mientras poco a poco iba bajando una de mis manos por la misma.
- Jajaja, para anda.
- Ya veo que te acabas de depilar las piernas. Las tienes muy suaves. -Mientras esta misma mano se empezaba a perder por dentro de sus muslos.
- Si, esta misma mañana me hice la depilación. Si que están suaves… uffff…. si. -Ese “ufff” salió de lo más profundo de ella en cuanto uno de mis dedos empezó a tocarle el coño por encima del tanga. Acariciándoselo suavemente. - Bueno, venga, vale ya que aquí nos puede ver alguien… y solo falta que encima sea alguien conocido y se lo comenté a mi novio.
Su novio. Me había olvidado de ese detalle. Estaba tan salido que ya todo me había dado igual. Verónica estaba un poco intranquila por la situación a la vez que excitada:
- Veras, Romeo. Es que mi novio, como se entere de esto me mata. No veas como es. Siempre está metido en peleas, y no se corta por nada.
Reconozco que me había entrado un escalofrió. Por lo visto, su novio era un quinqui de pura cepa que se pasa el día en el gimnasio. El típico perdedor que no tiene ni oficio ni beneficio y se piensa que la vida consiste en ver quien sobresale más por encima en la calle de mala muerte donde ha crecido. Todos los fines de semana tenía algún problema con alguien en la discoteca de moda, y además era muy celoso. No eran pocas las peleas que provocaba porque supuestamente alguien miraba a su novia. Verónica, con el típico vestido de choni ajustado hasta las trancas, estaba tremenda, y era inevitable que todos la mirasen.
- Mira, vámonos. Mi madre se va a eso de las 22:00 a trabajar. Pásate por mi casa luego y te invito a cenar ¿vale?. - resolvió Verónica.
- Ok, me parece bien. No vayamos a tener al final algún problema. Luego me paso por tu casa.
Fuimos andando hasta el parquin de la cafetería y ambos nos subimos en nuestros coches, yéndonos cada uno por su lado como si aquí no hubiese pasado nada.
Faltaba poco para que diesen las 22:00 y yo estaba otra vez de los nervios. Por fin había conseguido besarla y meterla mano a base de bien. Le había gustado y estaba claro que Verónica quería algo más. Si no, no me hubiese invitado a su casa a cenar.
Cuando por fin dieron las 22:00 me persone como un rayo. Pique a la puerta y allí estaba, con una camiseta y un pantaloncito corto abriéndome la puerta e invitándome a pasar. Estaba claro que ese era su pijama y revisándola de arriba abajo comprobé que no llevaba sujetador.
Ahí estaban otra vez esas tetas, tras la camiseta, marcando pezón, llamándome otra vez a que las metiese mano. Así pues, una vez dentro de su casa, la di un pico mientras, sin perder el tiempo, una de mis manos agarraba una vez más uno de sus pechos:
- ¡Ay!, jajajaja. No te puedes aguantar nada, eh, jajaja. Mira que eres.
- Uff, como para no. Es que son muy grandes. Me encantan.
- Gracias. Jeje. Mira, te he hecho una ensalada. -invitándome a pasar a la cocina.
- Vaya, no sé que decir… no hacía falta Vero.
- Que si, no te preocupes. Anda, siéntate y cena, que tendrás hambre.
- Bueno… hambre de otra cosa, jajaja
- Jajajaja, anda, no me seas encima salido.
- Jajajaja… ya me iras conociendo. - mientras le guiñaba un ojo de complicidad.
Ambos nos sentamos a la mesa de la cocina y comenzamos a cenar juntos las respectivas ensaladas. Seguimos retomando la conversación de antes con algún que otro piropo de entre medio.
- ¿Sabes? Me tiene flipada tus ojos verdes.
- Bueno, gracias. No es por creérmelo, pero si. Me lo dicen mucho, jajaja.
- Es normal.
- Como normal que te digan lo buenas que estas ¿no?
- Jajaja… no, no me lo suelen decir mucho por que como casi siempre estoy con mi novio, a ver quién es el valiente que dice algo. Vamos, va este y lo mata.
- Joder… menuda pieza debe de ser tu “querido”.
- Bueno, si… esas cosas de él no me gustan. Es demasiado dominante…
- Si, tan dominante que es y no sabe atender a una preciosidad como tú.
- Bueno, bueno… caya, anda.
Justo en ese momento suena el teléfono de su casa. Salió de la cocina y fue corriendo a cogerle. Puse un poco el oído a ver quién podía ser el que llamase a estas horas… ¿su madre? A ver si nos iba a pillar en bandeja. Pero no…
- Si… ya estoy en casa… Nada, he estado estudiando un poco y ahora estoy cenando... Veré un poco la televisión y me iré a dormir… Si, estoy sola… Mi madre acaba de irse… Ajam… vale… si… mañana te llamo y hacemos eso… vale… besos… yo también a ti.
Verónica volvió a la cocina y yo le pregunté intrigado… aunque ya sospechando:
- Mmm, ¿ese que te ha llamado era tu novio?
- Si, mi novio.
- Jaja… vaya como miente la princesita.
- Ya ves… igual querías que le dijese que estas tu aquí.
- Jajaja, no, para nada, bonita. Menudas horas a las que te llama ¿no?
- Si… llama todas las noches a diferente hora para comprobar que estoy en casa.
- No jodas… ¿siempre?
- Si, siempre. No se fía de mí.
- Bueno, jaja, algo de razón tiene.
- Si, claro. Que sepas que nunca le he puesto los cuernos. A ver que te piensas.
- Bueno, no soy yo para decir nada. Me da igual, aunque lo de antes… bueno… ha sido un desliz ¿no? Jajaja
- Anda, calla. Tu, que me has engañado.
- Jajaja, que cara tienes. Ey, que al final has sido tu quien se ha lanzado.
- Si, claro… pero tu empezaste. Anda, acábate eso.
Le eche una sonrisa. Pese a la peligrosidad de su novio a mi ya todo me daba igual y quería comprobar hasta donde podía llegar esta chica con esta mentira.
- Ven, acompáñame, te voy a enseña mi cuarto.
Me agarro de la mano y nos metimos en el mismo. Tenía buen tamaño, de color rosa con una cama de matrimonio en el centro. Nos acercamos a un somier y me enseñó una foto de ella con su novio.
- Mira, es este.
- Vaya… no tiene cara de peligroso. Me lo imaginaba peor.
- Pues si, pero no sabes que temperamento tiene. No se casa con nadie, y siempre le gusta llevar la voz cantante. Menudo es.
- ¿Ah, si? ¿Y dime? ¿Qué crees que dirían ahora si me viese haciendo esto? .-ni corto ni perezoso estando detrás de ella, metí mis manos por debajo de su camiseta y le agarre aquellas dos tremendas tetas firmemente.
- Ufff… para, eh…
- ¿Qué pare? ¿Estas segura que quieres que pare? . –y acto seguido acerqué mi boca a su cuello y empecé a pasarle mi lengua por el. Sabía que eso era un arma infalible para derrotar a cualquier mujer.
- Mmm, no se… ufff.
Mi polla ya se había empezado a poner dura tras el pantalón y no desaproveché la ocasión para pegarla a su culo tal y como estaba en esa posición. Ella pudo comprobar que algo pasaba ahí atrás y se dejó hacer, pegando aún más si cabe, su trasero.
Estando amasando aquellos dos trozos de carne, aproveche para bajar una de mis manos e introducirla en el pantalón del pijama buscando el coño que antes me había sido negado en el parque. Tal y como ocurrió antes, deslice uno de mis dedos por encima del tanga, notando como la cabrona ya estaba encharcada. La situación le estaba poniendo a cien.
Conseguí apartar a un lado el mismo y acaricié por primera vez ese coñito al que tantas ganas tenía. Estaba de suerte: la choni tenía el coño totalmente rasurado. Como a mí me gusta.
Continúe acariciándoselo mientras buscaba su clítoris al que empecé a masajear suavemente. Luego, volví a bajar hacia su agujero, el cual se había puesto aún más húmedo que antes. Verónica estaba en éxtasis, mientras se mordía un labio mirando fijamente esa foto que tenia de ella con el gilipollas de su novio. Introduje un dedo dentro de la gruta y gimió:
- Uhhhhh.
Estaba totalmente a mi merced. La cogí de la cintura, la di la vuelta y la empecé a besar mientras volvía a hacerle un buen dedo mientras le agarraba uno de sus pechos esta vez muy fuerte. Se quejó un poco y le pellizque un pezón:
- Ayyyy. Con cuidado.
Me la quede mirando y le pase mi lengua por toda la boca. Volví a besarla, saque mis dedos de su coño y se los metí en la boca. Puso al principio un poco cara de asco, pero la miré fijamente y en seguida comprendió que lo que tenía que hacer era lamerlos… lamer sus propios flujos. Comprendió que esa noche ella iba a ser mi puta. Estaba desatado y esta chica lo iba a pagar a base de bien.
Me separé de ella y la empuje para que cayese encima de su propia cama. Agarré su camiseta y tire hacia arriba. Por fin pude verle las tetas al natural. Eran enormes. Una 115 por lo menos, con unos pezones muy grandes, del tipo “galleta María”. Me agache y comencé a devorárselas mientras ella me agarraba la cabeza y no hacia otra cosa que jadear.
- Oh si… ufff, que bueno. Que bueno… mmm, siiii.
Las ganas que tanto la tenía por fin estaban siendo recompensadas con lo merecido. Yo estaba muy caliente y ella perecía que aún más. Me levante y la cogí una de sus manos. Quería que comprobase lo que me pasaba entre las piernas. Me la empezó a tocar por encima del pantalón y se quedó con cara un poco extrañada. No se lo esperaba lo que iba a venir ahora.
Me desabroche el cinturón y le aparte la mano, me baje el pantalón y a la vez los calzoncillos. Ella se quedó con una cara entre medio asustada e impresionada. Mi pene de 18 cm le había causado impresión… pero no por su largura, si no por su grosor… demasiado grosor. Prácticamente como una de sus muñecas. Un trozo de carne, duro como una piedra, ligeramente curvado hacia arriba y con la cabeza morada a punto de estalla.
Se hecho hacia atrás un poco asustada y dijo:
-¡Pero qué es eso! .- mientras no dejaba de quedar impresionada. –Eso a mi no me entra.
- ¿Cómo que no? Jajaja, ya verás como si.
- Que no, que no. Que es muy gorda.
- Mira, cógela. –mientras le agarraba una mano y me la llevaba a la polla.
- Ufff, y es muy dura. Pesa. Pero madre mía… wow.
- Que ¿la de tu novio es así?
- Que va… de larga es parecida, pero ni de coña es tan gorda. Es que esto, vaya… va a doler.
- Que no, que va. Mira, pruébala. –mientras se la acercaba a la boca.
Verónica la abrió un poco y pronto empuje para que se introdujera el capullo. Lo demás lo hizo ella. Me la agarro cómodamente y empezó a pasar su lengua por la cabeza y a intentar metérsela.
- Ufff, pero que gorda… no entra casi. – Ella insistía, pero la verdad es que no parecía tener mucho arte y no dejaba de arañarme con los dientes, lo que me producía una sensación de dolor desagradable. –Jo, como me gustaría que mis amigas viesen esto, jajaja.
- Jajajaja, seguro que les encantaba, jajajaja.
- Si, no lo dudes.
- Oye, pues pásales mi número de teléfono.
- Tienen novios.
- Si, pues como sean como tu…
- Jajaja que gracioso. –mientras me la volvía a menear y a intentar metérsela en la boca.
La agarré del pelo e intente introducirla un poco más… pero aquello era imposible. Me hacía demasiado daño, así que con las mismas, la tumbé en la cama y tire de su pantalón hacia afuera junto con su tanga. Ahí estaba ese conito depilado y deliciosa al que tenía ganas de hincarle el diente.
Me acerque con decisión y empecé a pasarle la lengua por encima, hasta que alcance el clítoris y comencé a comérselo primero suavemente y luego más rápido. A cada golpe de mi lengua, se estremecía.
- Dios… Romeo, joder… sigue… esto nunca me lo hace mi novio. –la verdad es que la revelación me dejo un poco shockeado… ¿Qué clase de novio no le come el coño a su novia?
Continué con esta segunda cena mientras introducía a la vez uno, dos y hasta tres dedos en el coño, oyendo como Verónica no dejaba de jadear y nombrar a Dios una y otra vez. Me agarraba la cabeza y me la apretaba contra el coñito como si no hubiese mañana.
Lo tenía a rebosar de flujo y pensé que ese era el momento para follarla bien follada. Así que me levante, me puse de rodillas en la cama mientras ella me miraba y me preguntaba:
- ¿Qué haces? ¿Por qué paras?
- Por esto. –y me cogí la polla, me recline y se la metí de un solo empujón hasta dentro sin miramientos.
- Dios…. Joder… que bueno, cabrón. No me la esperaba. Ahhhhhhh.
- ¿Ves como si iba a entrar? ¡Toma! . -y volví a hincársela hasta el fondo.
- Joder, si, siiiii, siiiii, que gorda, como la noto, ahhhhh, ahhhhh. Dios… siiiii. Ahhhhh
Levanto sus piernas hacia arriba y me aprisiona con las mismas, lo que hacía que yo empezase a empujar cada vez más rápido y fuerte, una y otra vez. Pronto empezó a sentir su primer orgasmo:
- Joderrrrrrrr, siiiiiiii, me corrrroooo, sigue, sigueeee….. ufff, mmmm…. Ahhhhhhhhh ¡¡¡Me coroooooo!!!
Y Verónica exploto en un sonoro orgasmo como parecía que jamás nunca había tenido.
Sudada entera, parece que se relajó un poco y me pidió un poco de tregua para recomponerse. Yo todavía no había terminado y todavía podía aguantar un poco más.
- Joder… Romeo… que me has hecho? Me tiemblan las piernas. Ufff, que bueno. ¿Y todavía sigues empalmado?
- Ya ves, nena. Tengo la bendición o el inconveniente, según como se mire, de que aguanto bastante y me cuesta correrme un poco.
- Uffff, vaya… pues espera que me recupero un poco y continuo contigo, jeje.
- Así me gusta, que lo des todo, nena.
Verónica, me agarro la polla y empezó a pajearmela poco a poco.
- Madre mía, no me puedo creer que me allá entrado todo esto. No veas que bien la sentía. Ufff.
- Bueno, es lo que tiene. A más grosor, mas llena.
- Si, ya he podido comprobarlo. La verdad es que es grande. Muy grande. Un poco más larga y te podías dedicar al porno, eh.
- Jajajaja, no hubiese estado mal, jajaja.
Verónica parece que ya recupero algo de fuerzas y se agacho hasta mi polla y empezó a pasarme la lengua.
- Antes veo que te hacía daño con los dientes.
- Si, es que la tengo sensible.
- A mi novio le gusta que le roce. Pero bueno, como a ti te molesta, te pasaré la lengua con cuidado.
- Jajaja, vale. Pero vamos a tener que enseñarte a que habrás bien la boca para hacerme unas buenas mamadas.
- Jeje, eso dalo por hecho, Romeo. No puedo desperdiciar esto, así como así.
Ni corta ni perezosa, Verónica se dedicó a limpiarme el sable con la lengua. De arriba abajo y de abajo a arriba. No lo hacía nada mal.
- Oye, Vero… entonces que pasa? ¿Qué el mamón de tu novio no te come el coño?
- No, que va. Dice que le da asco. –sacándose mi polla de la boca.
- Menudo cenutrio. A mi me encanta comer coño. Es un placer oírte jadear. Él se lo pierde.
- Ufff, la verdad es que he flipado. Es todo un descubrimiento esto que me has hecho. Espero que me repitas el numerito. –mientras no dejaba de menármela.
- Descuida que habrá más veces. –mientras le guiñaba el ojo.
Y sin quitar la sonrisa de la cara Verónica se puso recta encima mío y apunto mi polla a la entra de su coño, el cual seguía chorreando flujo como si fuese el fin del mundo.
La cara de Vero era todo un poema. Mientras bajaba poco a poco por mi polla, su cara se iba tornando en puro placer hasta cerrar los ojos y dejar la boca entre abierta. Notaba como resbalaba por su coño, como su calor me envolvía, como rozaba con sus paredes vaginales… Cuando mi polla ya estaba totalmente dentro solo llego a decir:
- Dios.
Ahí estaba Vero ensartada hasta el fondo, dejándome ver unas vistas espectaculares de la caída de sus tetas, que pese a ser tan gordas y grandes, hacían frente a la gravedad, mostrándose erguidas… firmes.
En esto que empezó a mover su culo de adelante hacia atrás, poco a poco, como queriendo notar como mi rabo iba saliendo y metiéndose poco a poco en su coñito. Sus manos se apoyaban en mi pecho y sin abrir los ojos ella seguía a los suyo.
- Ostia que bueno, Vero. Me encanta.
Vero no respondía, se había quedado en éxtasis. Hasta que por fin abrió los ojos y me miro a la cara. Cambio su cara a una risa burlona y con las mismas paro y se puso de cuclillas. Me agarro de las manos en alto y comenzó a botar… ella y sus tetas, las cuales no dejaban de bailar una y otra vez, arriba y abajo. Eran impresionantes.
La solté las manos y cayó encima mío sin dejar de empujar una y otra vez. Volvió a erguirse y alcance sus pechos los cuales amase salvajemente mientras ella no paraba de menearse.
Con las mismas la empuje hacia un lado y extrañada al salirse mi polla de su coño, la obligue a ponerse a cuatro patas. Ahora empezó a entenderlo. Antes de nada, pude comprobar el agujero del su culo, el cual parecía pedir a gritos un lengüetazo, cosa que no tarde en hacer, correspondiendo Vero con uno de sus jadeos:
- Ahhhh, uhmmmm.
Me agarre el rabo y volví a apuntar a su coño, metiéndosela de una sola embestida… sin compasión.
- Oh, si… que bueno Romeo.
- Joder, no veas como me pones. Que ganas tenía de follarte.
- Y yo también que te crees. Fóllame, fóllame fuerte… uffff, siiiii.
- Toda, toma polla.
- Ohhhh, siiiii, joder…. Siiii, ahhh, ahhhh, ahhhh.
Así tal como la tenía sus tremendas tetas no dejaban de bailar de un lado para otro, lo cual visto desde el espejo de su armario me producía un morbo indescriptible. Me estaba follando a la hija de mi vecina, en su propia casa y encima teniendo novio. Esta niña era una bomba.
Lleno de ego, mientras no dejaba de embestirla, la tire del pelo hacia mi y la dije al oído.
- ¿Te gusta, eh? ¿Te gusta cómo te estoy follando?
- Siiiii, ahhhh, me encanta… uffff, esto es muy fuerte. Sigueee, ahhhh.
- Toma rabo. Dime ¿te lo hace así el cornudo de tu novio?
- No… joder… no, ni de coña. Tu me follas como una diosa, ahhhhh, siii, sigue…
- Mírale al mamón de él, en la foto. Tantas medidas y vigilancia para que al final su novia se esté follando al vecino ¿No te da vergüenza?
- No, ahhhh, sigue, sigue… se lo merece…. Por inútil.
- Y el pensando que estas durmiendo plácidamente, y lo que estas es recibiendo polla como una bendita.
- Siiii, siiiii, sigue, sigue…. Joder…. Me voy a correr, sigue… ahhhhh, sigue….
- Mira mamón. –grité mirando al retrato. –Así se folla a tu novia, cornudo de mierda.
Y acto seguido empecé a empujar fuerte y muy rápido una y otra vez.
- Siiii, siiiii, ahhhhh, me voy a correr…. Me voy a corrrerrrr…. Ahhhhh
Tiré del pelo y la grite:
- Diselo, dile al cornudo quien te está follando.
- Joder… mi vecino, Romeo me está rompiendo el coño, siiiii, mi vecino, ahhhhh, siiiii, me corrooooo ¡¡¡me corrooooooo!!!!! ¡¡¡¡¡Ahhhhhh!!!!!
Y una vez mas Vero cayó derrotada con muchas convulsiones tras un orgasmo si cabe mas fuerte que el anterior. Jadeando y resoplando sin parar…
- Dios… esto ha sido demasiado… ufff, me voy a morir de gusto.
Su culo seguía mirando hacia arriba, y ni corto ni perezoso le saque el rabo del coño para poder pasarle una vez mas la lengua por ese agujero. Primero se lo rodeé, y luego intente introducírsela. Lo tenía bastante cerrado.
- Uhmm, Romeo, Dios… ¿y ahora que me haces?
- Tu disfruta. –y continúe comiéndoselo despacito “y con buena letra”.
Mientras me dedicaba de lleno en la tarea, no perdí el tiempo y comencé a pasarle la yema de los dedos por el clítoris. Verónica reacciono quejándose un poco pues lo tenía algo irritado después de las últimas embestidas, pero yo simplemente se lo acaricie e intente que disfrutase lo que venía a continuación.
Cuando parece que ya se relajó algo, conseguí introducir si cabe más mi lengua en el agujero del culo. Lleno de saliva levante mi cabeza y acerque uno de mis dedos para ver como reaccionaba.
Parecía que no había respuesta, así que comencé a metérselo un poco:
- Romeo… que me haces… ufff.
-Tranquila. Tenía ganas de comerte también este culazo, cielo.
- Ahhh, me tienes rendida… hazme lo que quieras.
Parecía que ese era el toque para, por supuesto, intentar introducirle la polla por el culo. Así que me acerque sigilosamente con la misma todavía llena de flujos, escupí un poco en su agujero para lubricarlo más y me dispuse a introducirlo poco a poco.
- Ahhh… uffff, no, no… eso si que no va a entrar.
- Tranquila… ya verás como si…
- Ufff, no se… nunca lo he intentado.
- Ahm… ¿de verdad me estas dejando ser yo el primero?
- Ahora mismo no estoy como para razonar nada. Creo que te lo mereces… ufff… pero con cuidado, por favor.
Seguí a lo mío y por fin conseguí meterle la punta.
- Dios… Romeo… ufff… creo que no, que no puedo… esto duele. La tienes muy gorda. Para un poco…
- Tranquila, espera. Voy a lubricar un poco mas.
Me la saque otra vez y volví a escupir para lubricar, primero al agujero del culo, el cual ya daba signos de estar un poco abierto, y luego a mi polla, la cual de un momento a otro no iba a dar más de si y pedía correrse cuanto antes.
Volví a lo mismo de antes, metiendo la punta poco a poco. Esta vez parecía que iba más fácil… yo ya estaba a cien. Me había follado a la vecina que tantas ganas tenía, encima ella tenía novio y a mi me estaba dejando desvirgarla el culo. Esto era una gran noche.
Continúe empujando poco a poco:
- Joder… joder… Dios… como duele, Romeo.
- Aguanta que ya casi esta.
Seguí empujando hasta que por fin pase la primera barrera y ella me lo hizo saber también:
- Ahhhh, Dios…. Me estas rompiendo algo… ahhh.
- Calla, esto ya casi esta. –mientras seguí poco a poco metiéndosela.
- Duele, ufff… Dios…
- Poco a poco, cielo… poco a poco. –una de mis manos empezó a masajearle a la vez el clítoris para que se relajase un poco, cosa que parecía funcionar.
- Oh… duele, pero, uff… no se que me estás haciendo. –mientras mi polla iba milímetro a milímetro resbalando dentro de su virginal culo.
- Tu aguanta… ya verás. Si todo lo que te he hecho ha sido darte placer.
- Si… pero, es muy gorda… ufff, no voy a poder. –lloriqueaba Vero.
- Si puedes… ya casi esta cariñó… uffff, siiiiii, ya casi.
Por fin pude introducírsela entera y comencé a masajearle el clítoris aún mas rápido para que dejara de pensar en la pedazo polla que acababa de meterla en el culo.
- Ya esta, ya la tienes dentro.
- Dios… no me lo puedo creer. Pero esto duele muchísimo… por favor, termina con esto.
Tranquila, ya verás que bien.
Y empecé poco a poco a dejar que su culo se acostumbrase. La verdad es que estaba resultando un poco difícil, ya que ella estaba muy nerviosa y lo pasaba realmente mal.
Comencé a embestir cada vez un poco mas rápido. Me estaba poniendo a cien, y cuando eso ocurría me volvía muy violento, y mas aún teniendo a mi placer el segundo culo que desvirgaba en mi vida (el primero fue el de mi ex… pero eso ya será otra historia).
Vero no dejaba de gimotear e incluso comprobé como le caía una lágrima por la mejilla. A mi esto me estaba poniendo cada vez mas burro, y seguí empujando un poquito mas… tarde o temprano acabaría corriéndome, pues la situación me ponía demasiado excitado.
- Oh, Romeo, por favor… termina ya. Me estas matando. Uhhh..
- Ostia… aguanta un poco… ufff, ohhh.
- Venga… me vas a romper. Ahhhh, ahhhhh… Dios.
- Aguanta, cielo. –mientras mi polla empezaba a entrar ya un poco mas rápido en su trasero.
- Ahhh, ahhh, Dios… esto es demasiado.
- Si, joder… me voy a correr… si, uffff.
- Sácala, sácala… que me estas rompiendo, para, para…
- Joder… no, ahora no, no puedo.
- ¡Sacala! Correte en mis tetas, venga… joder… uhhhh, duele demasiado… me estas rompiendo.
Y ni corta ni perezosa se empezó a revolver consiguiendo zafarse de mi embestidas anales. Acto seguido se dio la vuelta y me agarro la polla fuertemente, dirigiéndola a sus tetas:
- Joder… Vero… me corro, me corrooooooo, ¡¡¡ahhhhhh!!!
Y de repente un buen chorretón de lefa salto a su cara acompañado de otro que caño en su pecho izquierdo y otro que terminó en el canalillo. Había sido un orgasmo apoteósico.
Verónica no dejaba de meneármela mientras veía su rostro desencajado con algunas lágrimas producto de la desvirgación anal que acababa de tener.
- Ufff… ¿ya estas a gusto? –me dijo
- Si…. Si… ya estoy muy a gusto. Esto ha sido la ostia.
- Si, si que lo ha sido, pero esto último que has hecho sobraba. Te lo perdono porque me has follado y me has dado dos orgasmos como nunca he tenido, pero me has roto el culo y duele mucho.
- Lo siento nena, pero no he podido aguantarme. Te tenía muchas ganas.
- Eres un bestia… joder… como follas.
- Perdona… pero se que en el fondo te ha gustado todo lo que te he hecho.
- Todo… casi todo.
- Aprenderás a apreciarlo.
- Eres un cabrón…
- Lo se… y te gusta. Date la vuelta. -Resignada obedeció y se dio la vuelta. –Saca el culo.
- ¿Eh, que me vas a hacer? Ya valió, eh. Deja mi culo en paz.
- Tranquila. Quiero ver si está todo bien.
Ella me hizo caso y saco su culo hacia arriba. Ahí estaba ese agujero recién follado y bien follado, que parecía la boca de un metro. Pude comprobar el balance de daños que la había provocado: tenía restos de sangre, pero nada grave.
- No te preocupes, está todo bien. Ve al baño y dúchate. Lávatelo bien.
- Dios, no veas como me está quemando ¿seguro que está bien?
- Si, no te preocupes. Cuando termines de ducharte, ponte un poco de crema para el cuerpo. Te vendrá bien.
- Uhm… te hare caso, pero que sea la última vez.
- No te preocupes. Sé que me he pasado, pero es que me he puesto muy bestia y no me controlo.
- Pues contrólate, por que vale que me has follado como nunca, pero esto último me ha dejado doblada.
- No te preocupes. Te pido perdón. Ahora me marcho, y ya hablamos.
- Muy bien… hablaremos.
Nos dimos un pico y sin más me dirigí a la puerta de entrada dando un hasta luego que no fue devuelto.
Al día siguiente le di vueltas a todo lo que había pasado y pensé en que igual el novio se daba cuenta de que su novia tenía el culo un tanto más abierto de lo normal… La verdad es que ella podía excusarse con cualquier cosa un poco inteligente y me tranquilice.
Por la tarde recibí un mensaje de Verónica que decía tal que así:
- Hola. Que sepas que lo de ayer me ha encantado y tengo muchas ganas de repetirlo. No pienso dejar a mi novio porque todo eso es muy complicado, pero tampoco quiero dejar de perder tu polla y ya estoy deseando que me vuelvas a follar como ayer. Por cierto, eres un cabrón. Aun me sigue doliendo el culo una barbaridad. Espero que se pase pronto por que si no te juro que te mato.
Continuará…