La vecina de enfrente

Primer contacto con mi vecina madura de enfrente

B uenas este es mi primer relato espero que os guste.

Me presento soy Álvaro, tengo 19 años, soy alto, moreno con gafas. Vivo con mis padres en un pueblo cercano a la ciudad. Debido a mi corta edad no he tenido contacto apenas con el mundo sexual, en otras palabras, soy virgen. Es cierto que si tuve algo con una chica pero no llego a nada.

Llevaba tiempo rondándome por la cabeza la idea de tener relaciones sexuales con alguna chica / mujer (sinceramente me daba igual la edad ya que cada cual me aportaría algo seguro) pero lamentablemente no se daba la ocasión ni en la universidad en la cual estudiaba ni en mi vida cotidiana como tal. Pensé en darme de alta en algunas de estas paginas de citas tan famosas del momento pero me daba mucho corte ya que soy algo tímido.

Aproximadamente hace medio año (5-6 meses) se mudaron al piso de enfrente una pareja con dos niños pequeños. Solo al llegar se pasaron por nuestra casa a presentarse y la verdad me parecieron muy majos los dos aunque directamente conmigo no hablaron pero si lo hicieron con mis padres y de ahí mi impresión.

Ella se llama Ana, tiene 39 años y actualmente había pedido una excedencia en su trabajo para poder cuidar a sus hijos ya que estos eran pequeños. Ana es morena, de estatura baja, delgada pero con unas buenas tetas a simple vista y un culo muy destacable para su pequeño cuerpo. Tiene una mirada muy sensual para mi gusto. Todo ello provoco que me empezara a fijar en ella de ahí en adelante.

Él se llama Miguel es militar y pasa mucho tiempo fuera . Miguel era alto con cuerpo atletico y con poco pelo. Hacían muy buena pareja ambos dos para mi gusto.

Con el paso del tiempo mi madre y Ana empezaron a llevarse muy bien hasta el punto de llegar a intercambiarse números de teléfono y las llaves de cada casa por si en alguna ocasión alguna de las dos partes tuviera algún problema con ellas. Yo cada vez me iba fijando más en ella porque me parecía una pedazo de mujer.

Repentinamente una noche tuve un sueño erótico con mi vecina en el cual me la follaba sin parar perdiendo así mi virginidad. Me levante esa mañana muy excitado ya que recordaba con todo detalle lo que había soñado. Pero pronto me di cuenta de que dicho encuentro en la realidad sería totalmente imposible, solo me podría conformar con verla de vez en cuando por el edificio o bien a través de la ventana de mi habitación que se encontraba en frente de una de las habitaciones de sus hijos.

Llegando un día de la universidad coincide con Ana en el ascensor ( Me puse muy nervioso). Entablamos una conversación donde ella me pregunto sobre lo que estudiaba etc. Al verla de cerca, sus tetas me parecieron más grandes de lo que yo pensaba que eran. Nos despedimos al llegar cada uno a nuestra puerta.

Cuando entre en casa me di cuenta de que mi pene estaba erecto gracias a Ana. Como no estaban mis padres en casa aproveche dicha erección y me masturbe pensando en mi vecina. He de reconocer que fue una paja increíble ,me corrí como no lo hacia en tiempo y todo gracias a ella.

A partir de ese momento cada vez que me cruzaba con ella o la veía a través de la ventana mi pene se ponía muy duro. Era algo que jamas me había pasado con nadie, era como una fuerza superior a mi, incapaz de controlarla. Para mi el porno había dejado de tener sentido y casi todas las veces que me masturbaba iban dedicadas a ella.

Como sabía que mi madre tenía su número de vez en cuando cogía su móvil para ver que fotos tenía en su perfil de Whatsapp, eran fotos totalmente normales para nada provocativas pero para mi eran especiales llegándome a excitar al verlas. Cierto es que utilice algunas de esas fotos para masturbarme pensando en ella.

El tiempo avanzaba y yo seguía siendo virgen pero cada vez con más ganas de estrenarme. Ojala mi primera vez fuera con mi vecina pensaba constantemente pero sabia perfectamente que era algo imposible.

Un día cualquiera al levantar la persiana de mi habitación me lleve una gran sorpresa. Mis vecinos tenían una especie de cuerdas que iban de lado a lado actuando de tendedero, casi nunca ponían nada de ropa ahí debido a los olores de comida que suelen existir en un patio interior de un edificio. Pero cual fue mi sorpresa aquella mañana cuando al abrir dicha persiana vi ropa de los niños pero lo realmente importante fue lo que vi en la zona derecha de las cuerdas.

Al principio no me lo podía creer, me decía para mi esto es otro de mis sueños. En un extremo de las cuerdas sujetadas con unas pinzas se encontraban prendas de la ropa interior de Ana. Concretamente tenia tendidos una braga brasileña morada junto a dos tangas de encaje blanco y negro, también pude ver a su lado dos sujetadores de encaje. Al verlos se me vino a la cabeza como le quedarían esos conjuntos de lencería en su potente y explosivo cuerpo. Como consecuencia de mi imaginación mi pene se volvió a activar pidiendo guerra jajaj. No podía desaprovechar esa ocasión así que empece a pajearme mirando sus tangas y pensando en como le quedarían.

Pero he de reconocer que fue muy irresponsable por mi parte ya que no conocía si Ana se encontraba en casa en aquel momento. Sabía que Miguel estaba fuera de la ciudad por cuestiones laborales ya que mi vecina se lo había contado a mi madre.

Si Ana entraba en aquel instante en la habitación que se encuentra en frente de la mia podría ver como me masturbaba. Fui muy descuidado ya que deje mi persiana totalmente subida y mi cortina apartada para poder ver bien todo aquello sin pensar que así me vería perfectamente si entrara.

El resultado fue lo que se veía venir, cuando me faltaba muy poco para correrme, Ana entró en la habitación. Yo no me di cuenta de su presencia hasta que escuche un grito fuerte. Era ella, pensé madre miá me ha pillado.

En ese mismo instante me quede paralizado solté rápidamente la mano de mi miembro.

Me quede con cara de panoli mirándola fijamente mientras que ella también se encontraba similar a mi pero con un gesto de incredulidad y aparentemente cabreado. Yo era totalmente consciente de la que había liado y de lo que esto podía suponer. Entre otras cosas que se lo comunicara a mis padres .

Cuando pude reaccionar baje rápidamente la persiana me vestí y salí de mi habitación avergonzado. A partir de aquello estuve unos días muy nervioso y a la vez avergonzado sin querer salir a la calle por si acaso me cruzaba con ella. Lo bueno de todo aquello es que los días pasaban y no le contó a mis padres lo que había hecho.

Un día me arme de valor y decidí acercarme a su puerta para disculparme por todo lo acaecido. Previamente me asegure que no estuviese su marido ni mis padres para evitar que el problema fuese aun mayor.

Toque el timbre, note que miro por la mirilla pero no abrió. Por eso dije en voz alta que solo quería explicarle lo sucedido y disculparme por ello. Finalmente decidió abrirme eso si con cara de pocos amigos.

Entablamos una conversación donde para mi sorpresa daría un giro radical de la situación. Continuara….

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