La vecina de enfrente (3 y final)

El novio por fin se introdujo en su casa y Vero cerró la puerta. Mi corazón latía a mil por ahora. Casi nos pilla. Esperaba que no intentase nada sexual tan pronto con ella, no váyase a ser que notase algo raro en su coño… algo como que estuviese más dilatado de lo normal, jajaja. Paranoias mías.

El novio por fin se introdujo en su casa y Vero cerró la puerta. Mi corazón latía a mil por ahora. Casi nos pilla. Esperaba que no intentase nada sexual tan pronto con ella, no váyase a ser que notase algo raro en su coño… algo como que estuviese más dilatado de lo normal, jajaja.

Paranoias mías. Ya me contaría la próxima vez.

Al día siguiente ya era sábado. Por la mañana me lo pasé dando una vuelta con la moto, visitando a mis abuelos, etc…, y entre mis quehaceres empecé a tramar la noche. Tocaba quedar con los amigos y salir un rato por ahí, tomar unas copas y hacerse unas risas. Pero el día todavía era muy largo.

Por el mediodía me acerqué a casa para comer. Aparqué la motocicleta en el garaje comunitario y salí por el portal hacia el supermercado para coger una barra de pan. Como no, y como solía ser habitual, me cruce nuevamente con Verónica que también estaba cogiendo pan y alguna cosa más allí mismo:

- Vaya, vaya Vero… es como si el destino nos uniese, eh.

- Jaja, ya te digo. Demasiadas coincidencias ¿no me estarás siguiendo, no?

Nos echamos los dos a reír y nos dirigimos hacia la caja del super para pagar. Estuvimos hablando sobre que tal nos estaba transcurriendo el día y poco más. Cualquiera que nos viese no sospecharía que apenas un día antes habíamos estado follando como posesos; como amantes que se esconden de algo y de alguien.

Una vez pagamos nuestras respectivas compras, salimos fuera y me dijo “ven, acompáñame que te acerco con el coche” . Nos introdujimos en el mismo, arrancó y nos fuimos al garaje.

- Venía del pueblo y he parado antes para hacer la compra. Como pilla a mano

- Ya, me he imaginado. No creo que fueses tan vaga como para coger el coche para diez metros de nada, jajaja.

- Jodeeerrrr, pues claro que no, jajajaja.

- No te extrañe, que cosas más raras he visto por ahí. Y por cierto… ¿cómo acabo la cosa ayer?

- Ufff… mi novio estaba un poco mosca. Le expliqué que estaba en el baño y que por eso no había podido abrirle antes. Parece que se lo trago y se tranquilizó un poco, pero ya tenía intenciones de montarme el pollo.

- Joder… menudo elemento. Aquí hay algo que no me has explicado, porque me cuesta creer que exista gente así, o al menos en mi entorno no conozco a nadie como tu novio… tan propicio a montarte pollos así como así, tan desconfiado...

- Pues ya ves, él es así. No se fía de mi. Pero de nunca. Cuando empezamos a salir yo tenía 16 años mas o menos y estaba bastante desarrollada ya para la edad. Era la comidilla del instituto, y el pues se ponía bastante celoso y no eran pocas las veces que acababa a ostias con alguien, sobre todo cuando salimos por ahí. Los amigos también son muy dados a peleas, y que mas quieren ellos que liarla. Pobre del que se acercase a decirme algo a mi o a alguna de mis amigas... que la mayoría son novias de ellos.

- Pues que mal rollo tía ¿no le abras puesto los cuernos más veces o algo así? Esa desconfianza que te tiene

- No. Lo que ha pasado contigo no sé por qué ha sido. No te creas que esté tan segura de lo que estoy haciendo.

- Yo creo que lo haces por despecho. Por revelarte al dominio que te tiene impuesto.

- No lo se, la verdad.

- Y bueno… que… ¿al final te resolviste el “problema”? –la dije con sorna.

- Mira, eh… eres un capullo. No veas como me dejaste. Cuando llegó mi novio y después de la discusión, mi primera reacción fue follármelo para correrme de una puta vez, pero por miedo a que notase algo raro en mi coño me tuve que aguantar. Nos fuimos al cine a ver una película, luego nos tomamos algo por ahí y cuando por fin nos íbamos para casa no me aguante más y me lo tiré en el coche.

- Jajaja, que buena.

- Vete a la puta mierda. Eres un cabrón. No sabes lo mal que lo pasé.

- Haberte hecho un dedo en el baño, tonta.

- Que te jodan. Yo quería una polla.

El coche por fin llego a la puerta del garaje, nos metimos dentro y Vero aparcó en su plaza. Giró la llave y paró el motor. Nos quedamos mirando el uno al otro, y yo, animado, alargue mi mano y le agarre el pecho derecho.

- ¿Ya estás? Mira que eres. Sin venir a cuento ya me metes mano.

- Y bien que me conoces. Soy de impulsos. No me puedo contener. –mientras metía la mano debajo del vestido de verano y lograba sacarle el pecho afuera.

- Shhh… ¿Qué haces?

Mi cabeza se acercó al mismo y empezó a succionar su pezón el cual enseguida reacciono poniéndose muy duro.

- Ufff, venga, para Romeo… ya, ya. –apartándome la cabeza e intentándose guardar la teta otra vez dentro. – Eres terrible, eh.

- Jajaja, si… lo reconozco. El vicio me puede.

Vero se acercó a mi y me plantó un beso en todos los labios mientras volvía a esconder su teta.

- La verdad es que no sé por qué me dejo hacer todo esto. Me pones muy caliente, me encantan tus ojos, la forma que tienes de mirarme, con vicio; las cosas que me haces en la cama… Lo que hago está mal, pero es que no me aguanto. –confesó Vero. – De esto jamás nadie puede saber nada.

- Por supuesto que no, nena. Te la juegas tu y me la juego yo. Así que estate tranquila.

Nos volvimos a dar un beso. Salimos del coche y nos dirigimos al ascensor.

- ¿Y esta noche qué? ¿Vas a salir? –preguntó Vero.

- Si, claro. Ya he quedado con los amigos.

- Ligaras mucho, eh. –me contestó con voz cantarina.

- Que va ¿Que voy a ligar? En el fondo me corto mucho. Y además, en esta ciudad ya sabes como son las tías: o tienes pasta o date por jodido.

- Anda, anda. No somos todas así. A ver sino porque tu y yo hemos acabado liándonos.

- Bueno, ese día supongo que me aseguré de que a ti te interesaba tener algo conmigo. La forma en que mirabas, me hablabas, etc… me dieron valentía para atreverme a lanzarme.

- Jajaja, muy hábil… y no lo hiciste mal.

- No, ahora estoy seguro de que no lo hice mal, jajajajaja. Pero vamos, que en el mundo de la noche es todo más complicado. Aquí las tías son muy cerradas. Yo salgo a pasármelo bien con los amigos ante todo. Lo demás es un añadido.

- Bueno, pues a ver qué tal se te da. Que conociéndote… eso de que te cortas no me lo creo.

- ¿Y tú? ¿Vas a salir?

- Sí. Me viene a recoger mi novio y nos iremos a la discoteca del pueblo donde nos juntamos con sus colegas y las novias de estos.

- ¿Y que hacéis?

- Pues entramos, bailamos, nos tomamos algo… y a veces nos quedamos en la puerta con los porteros, hablando, porque son amigos de nuestros novios y nosotras de mientras nos quedamos allí en la entrada.

- ¿Eh? ¿Y por qué no entráis?

- Ja, nuestros novios no nos dejan. No quieren que entremos solas y que aparezcan los típicos babosos a ver si consiguen ligar con nosotras. Se puede montar gorda. Siempre tenemos que ir con ellos.

Mi cara era de incredulidad y desencajada a mas no poder.

- Joder, Vero… de verdad… parece que vivimos en dos mundos distintos. Y veo que el resto de tías de tu grupo debéis de ser parecidas. No entiendo como os dejáis dominar de esa manera.

- Bueno, eso ya lo hemos hablado. No vengas ahora a darme lecciones que soy mayorcita.

- Si… será mejor que pase del asunto. –la espeté.

Cuando por fin el ascensor llegó, nos subimos y dimos a nuestro piso. Habíamos provocado un silencio un poco incómodo. Al poco llegamos a nuestro piso y salimos al descansillo.

- Bueno, pues eso… pásalo bien esta noche ¿vale?

- Ok, Vero. Descuida.

- Oye, y antes de marchar… pásate por mi casa, que me gustaría ver como vas, jeje.

- Jajaja, vale, vale. Pero vamos, no te pienses que me acicalo mucho, eh.

- Bueno, aunque sea para vernos un poco.

- Ok, vale, venga… a eso de las diez de la noche te pego a la puerta.

- Vale. Un beso. - nos acercamos y nos dimos un pequeño beso en los labios.

- Ciao.

- Hasta luego. –guiñándome un ojo.

Cada uno nos metimos en nuestras respectivas casa y cerramos las puertas. Esta tía me estaba trastocando toda la idea que tenía sobre la dominación, el machismo, la sumisión, etc… En parte me daba pena por la clase de pareja retrógrada que tenía, aunque luego, cuando estaba con ella solo pensaba en sexo, sexo y más sexo. Me daba demasiado morbo y ella parecía encantada, como si cuando estuviese conmigo se liberara de tanta opresión.

Comí y la tarde paso sin mucho más que hacer: una peli, un videojuego, una paja, visitar algún foro, etc… lo normal. Ya estaba próxima la noche y me dispuse a cenar algo. Luego me di una ducha,  me afeité, me vestí con un vaquero, una camisa negra, y unos zapatos igualmente negros. Me perfumé un poco y me dispuse a salir por la puerta.

Recordé pegar un toque a Vero antes de irme, ya que le apetecía verme, así que cuando salí de casa y atranqué la puerta, me acerque a la suya y llame. Al rato oí movimiento dentro de la casa y ahí aparecía Vero, invitándome a entrar. Ella también se había preparado para la noche, poniéndose un vestido rojo algo ceñido que hacia resaltar sus tremendas curvas, sobre todo sus pechos, arma que sabía usar muy bien para llamar la atención. También se puso unos zapatos de tacón y el pelo suelto recién alisado. El moreno de su piel hacía el resto… Estaba tremenda:

- Que guapo vienes.

- Anda, ya. Si ya te he dicho que no voy muy allá. Tu si que estas guapa… demasiado.

- Que si, que si… que estas muy guapo.

- Bueno, eso es por que me he afeitado, jajajaja.

- ¡Y que bien hueles!

Vero se acercó me miro a los ojos y empezó a darse un morreo conmigo. Alargué mi mano hasta su cintura y con la otra la agarré una de las piernas levantándosela un poco, hasta conseguir desequilibrarla y caer apoyada en la pared. Mi polla pronto reacciono y ya estaba más dura que una piedra, buscando ese roce con su entre pierna, dando suaves empujoncitos.

Consiguió zafarse de mis labios y expuso su cuello a mis lamidas de lengua, mientras la oía suspirar y jadear poco a poco. Por fin reacciono, hizo fuerza y me aparto con sus manos de su lado.

- Ufff, para joder. Siempre igual contigo, eh. Ufff ¿es que tu nunca te cansas?

- Vaya… es que así como vas… ¡estas tremenda! Tengo poca fuerza de voluntad para contenerme ante tanta belleza.

- Jajaja, mira que eres zalamero, eh. Ostias… y mira como se te ha puesto la polla, jajaja. - señalando el bulto del pantalón.

- Pues si, y es todo por ti.

- A ver, anda, vamos a bajarle un poco el hinchazón. –me dijo con pícaramente.

Verónica se puso de rodillas, me bajo la bragueta y como pudo, intento sacármela… pero tal y como sucedió la otra vez, estaba complicado, así que una vez mas me desabroche el pantalón, me lo bajé y por fin pude liberar mi polla.

Puso cara de vicio, se acercó a ella y lo primero que hizo fue olerla. Luego saco la lengua y empezó a repasarme todo el tronco, primero por un lado, luego por otro, y al final por debajo, llegando hasta la punta del capullo e introduciéndoselo en la boca.

Se la saco de la boca y escupió un poco encima del mismo para, otra vez, volvérsela a introducir. Bajaba un poco la cabeza y volvía a subir. Se la sacaba, me repasaba el tronco y otra vez se la metía. Me di cuenta de que apenas me hacía el daño que me había hecho días atrás cuando me rozaba con sus dientes y se lo hice saber:

- Joder, nena… que bueno. A penas me haces ya daño.

- Jeje, eso es que aprendo rápido.

Y por fin otra vez se la metió en la boca… esta vez intentando comprobar hasta donde llegaba. Era inútil… apenas conseguía llegar hasta la mitad y parecía que me la intentaba devorar. Desistió y volvió a mi capullo, dejando resbalar sus labios poco a poco hacia afuera hasta que por fin se la saco de la boca y me dio un beso en la punta.

- Ale, ya está.

- ¿Cómo que ya está?

- Pues que ya está. Esto es para que te vayas animado.

- ¡Animado! Esto es una putada ¿has visto cómo estoy?

- Si, ya lo he visto bien. Ahora nada, te la guardas y te aguantas… como yo ayer, jajaja.

- Pero que capulla eres. Así que esto es como venganza por lo de ayer, ¿eh? Vete a la mierda.

- Anda, no te quejes que menos da una piedra. Además, deberías irte que en quince minutos viene mi novio por aquí a buscarme.

- Mmm, dale un beso de bienvenida con lengua… a ver si le sabe a algo “raro”.

- Jajaja, que mamón. No, no pienso hacer eso. Ahora me voy a lavar los dientes.

- Venga, anda… que el cornudo sepa a que sabe una buena polla.

- Joder, macho… estas como una puta cabra.

- Jajajaja… puede, pero no me digas que no es morboso.

- Es una cerdada. –me soltó medio riéndose, medio alarmada.

- Tú hazlo y me cuentas.

- Anda, venga, lárgate que este está punto de venir. –indicándome la puerta.

- Vale, vale… ya me piro.

Abrí la puerta de la entrada que tenía a mi espalda y con las mismas me fui. Cogí el ascensor, baje al garaje, arranque el coche y fui a buscar a los amigos para salir de fiesta por la ciudad.

La noche se desarrolló como siempre: alcohol por un tubo, bailoteos, risas, vaciles, etc… lo de siempre. Lo de todos los fines de semana. Yo encima conteniéndome en contar a mis colegas la aventura que había tenido esta semana con la vecinita… era como cuando alguien salva el mundo y la única condición para que no se vaya todo al traste es que nadie pueda saber que fuiste tu… bueno…, vale… es exagerado, pero me sentía parecido, jajaja.

Por fin a altas horas de la madrugada, nos marchamos. Nos acercamos a la estación de autobuses para coger un nocturno que nos llevase a casa y retirarnos de una vez. El coche ya le iría a buscar al día siguiente. Estaba bien aparcado.

Al llegar a casa me metí en mi habitación, me desnude, me tumbé en la cama y comencé a recordar lo sucedido horas antes con Verónica. La muy cabrona me había empezado a hacer una buena mamada y me había dejado a medias como venganza por lo del otro día. Eso no podía ser… era yo el que la tenía que manejar y dominar a mi antojo. Se había reído de mí y pensé que al día siguiente me las pagaría. Ya se me ocurriría algo. Me agarre la polla, empecé a masajearla y me masturbe hasta correrme. Mañana sería otro día.

Ya estando en domingo, el día transcurrió como siempre. Sin muchas novedades. Me llamaron mis amigos para ir a la playa; cosa que acepte, pero antes me vinieron a buscar para poder coger mi coche, el cual había dejado perdido por la ciudad la anterior noche.

Tomamos el sol, nos bañamos y cuando ya dejó de pegar fuerte recogimos nuestras cosas y nos fuimos a una cafetería cercana para tomarnos unas cañas. Aquí recibí un mensaje de Vero que me pedía que me acercara a la noche a su casa… y que de paso trajese tabaco. Jajaja, ahora también me había convertido en recadero.

A eso de las diez de la noche, como ya resultaba de costumbre piqué a su puerta. Vero me abrió con un pequeño pijama de verano puesto, compuesto por una fina camiseta de tirantes y un short que dejaba su culo moreno a disposición de cualquiera. Demonios, otra vez se me iba la cabeza y me entraban ganas de follarmela ahí mismo sin miramientos. Pero bueno… había que contenerse un poco… pero solo un poco.

- Pasa Romeo. –con una sonrisa dibujada en su cara. Cerró la puerta y nos fuimos al salón a sentarnos en el sofá. -¿Qué tal el día?

- Genial. He estado con los colegas en la playa, me he bañado, etc… ¿y tu?

- Vengo de casa de mi novio. Hoy dormí allí.

- Ah, mira que bien ¿la liaste mucho ayer?

- Que va, tío. Lo de siempre: nos pasamos toda la noche en la puerta de la discoteca. Un aburrimiento que no veas, tal y como hacemos otras veces, ya sabes

- Wow…. “planazo”, eh. –dije con sorna.

- Si, ya ves. Luego nos fuimos para casa y ya.

- ¿No habéis follado?

- ¡Que cotilla eres! ¿Y a ti que te importa?

- Pues eso, porque soy un cotilla.

- Si, nada más llegar follamos. Bueno… me folló, porque yo poco puse de mi parte. Y hoy después de comer también.

- Te noto un poco disgustada.

- Puede ser. No me he corrido. Ya te conté que este no es muy allá en el arte de amar.

- Ya, me imagino. Y claro… ahora quieres que te resuelva la papeleta, eh.

- Jajaja. Mas o menos.

- Después de lo de ayer… no se yo si te lo mereces.

- Oye… ahora estamos iguales, eh, que tu el otro día me hiciste una igual.

- Jajajaja. Anda, anda.

Nos tumbamos en el sofá y seguimos hablando como si tal cosa, mientras en la televisión daban un programa de esos tontos de verano.

- ¿Y tu qué? ¿Ligaste mucho ayer?

- Pues si mira… acabé ligando con una rubia.

- ¡¿En serio?! –me soltó sorprendida.

- Si… como me dejaste a medias, iba más caliente que un clavo ardiendo y lo di todo esta noche. Al final pille con una rubia tremenda. Me la lleve para el baño del pub, nos empezamos a enrollar y acabe rompiéndole el culo. No veas como chillaba la muy cerda.

- Joder… que cabrón eres.

- No… en serio… dime que no te lo has creído, jajajajaja. –mirando incrédulo a su reacción.

- Jajajajaja, pero que mamón eres. Lo has dicho tan convencido que me lo había tragado hasta el fondo.

- Jajajaja, joder Vero… que esto no es una película porno, jajajaja. Ligo con una rubia y la termino dando por el culo en los baños. Todo muy normal y corriente, claro.

- Jajajaja, pero que imbécil. Te lo juro que me lo había tragado. Joder… yo también

- Anda que ya te vale. Hasta te habías puesto un poco celosa.

- Bueno

- ¡¿Te has puesto celosa?!

- No… si… no se.

- Vero… no deberías, eh.

- Ya, pero si. Ahora lo pienso y me daría rabia que te follaras a otras teniéndome a mí.

- Ja… ¿y yo que debería de pensar cuando follas con el cornudo de tu novio?

- Ya… bueno… no se

- Me gusta mucho el sexo y no te garantizo que me pueda contener y estar solo para ti. Ahora mismo estoy a gusto follando solo contigo, pero vamos… es solo sexo. No tenemos nada mas.

- Ya, ya lo se

Me fije que dada la postura como estábamos, a Vero se le había salido parte de un pecho por la camisa de tirantes, dejando ver en todo su esplendor su pezón, que estaba duro… posiblemente presa de una pequeña excitación producida por esa historia que acababa de inventarme.

Agaché un poco la cabeza y pase mi lengua por toda la teta. No me cansaba de ellas. Ella me miraba con cara picara. Le gustaba mucho como lo hacía.

- Hijo ¿ya estas otra vez? Te las voy a envolver y llévatelas a casa.

- Jajaja… no me vendrían mal.

- Mira que eres… yo aquí hablando contigo y en cuanto me descuido con una teta escapada, no has perdido el tiempo para comérmela.

- Y te gusta.

-…si, y en el fondo me gusta. Pero no se… no se qué me pasa. Yo no era así.

- Y ahora lo eres. –la desafíe.

Mi mano bajó hasta su entre pierna, y como otras veces, alcanzó a colarse debajo de su short y su tanga, hasta que por fin pude acariciar ese coñito suave, depilado, sexy. Vero me miró un poco sorprendida, pero se dejó hacer mientras abría poco a poco su boca a modo de placer y echaba su cabeza un poco hacia atrás. Ya era una vez mas mía.

- Te odio. -Alcancé a oír saliendo de su boca. Mi dedo tocaba suavemente su clítoris, arriba y abajo, y luego dando círculos. Luego juntaba otro dedo y el masaje iba aumentando la velocidad.

La postura de tumbados que teníamos encima del sofá no era la más propicia, así que Vero tiró del short hasta abajo consiguiendo poner su coño a mi disposición, acomodándose mejor abriendo una de sus piernas y posándola en el suelo a modo de ancla cual borracho utiliza cuando la cama se le mueve como un barco.

Aparté la tira del tanga a un lado y continué con el trabajo manual. Mis dedos aumentaban el ritmo dando círculos, mientras disfrutaba de los pequeños jadeos que salían de su boca. Vero entrecerraba los ojos y se dejaba llevar. Yo aprovechaba una vez mas para pasarle mi lengua por su teta y darle un pequeño mordisco a su pezón. Ahora deje su clítoris en paz e introduje un dedo en el agujero de su coño, comprobando que ya estaba muy lubricado.

- No voy a marearte mucho. Te la voy a clavar aquí y ahora.

- Venga, quítate el pantalón y fóllame… lo estoy deseando. Pero no me hagas lo del otro día. Quiero que me folles como la primera vez.

Como un rayo conseguí tirar de mi pantalón hacia abajo junto con el calzoncillo, disparándose mi polla como un resorte recién liberado y apunto de penetrar la cueva caliente de mi vecina una vez más.

Aparte otra vez el tanga a un lado, pose la punta del capullo en su clítoris, dando círculos mientras ella jadeaba un “Dios” sincero, de gusto y placer. Bajé un poco, apunte a su cueva y a lo bestia se la introduje… sin miramientos.

- Ohhhhh, joder… siiii. Que ganas tenía

Empecé a empujar, cual baile salvaje, mi culo como si se me fuera la vida por la polla, sintiendo la estrechez de su coño caliente y lubricado a mas no poder; notando esas paredes que el cornudo de su novio no conseguía, ni podía, dar mas de si y que estaban succionando y tragando todo el grueso de mi falo, mientras la dueña del mismo volvía a sujetarme con las piernas fuertemente asegurándose que no me escapaba.

Agarré el único pecho que tenia al aire y acercando mi boca al mismo comencé a mordérselo a lo bestia, como si se me fuera la vida en ello, como si me fuesen a quitar ese premio. Vero solo podía dar gritos de placer.

- Ahhh, ahhh… que bestia eres ¡Empuja más fuerte! ¡Fóllame, joder! ¡¡¡Fóllame!!!

Mi lengua fue subiendo hasta que por fin se posó en su cuello. Comencé a lamérselo y empecé a notar como se estremecía de placer. Verónica estaba en la gloria y yo me sentía como una puta máquina.

Preso de la excitación coloque mis manos tras su espalda, haciendo fuerza hasta que conseguí levantarla y sentarla encima mío sin permitir que mi rabo saliese de su coño. Ahora ella en esa posición era la que mandaba. Estábamos acoplados lo máximo posible y sin perder un segundo comenzó a mover su culo de un lado a otro mientras mi polla salía y entraba en su coño a toda velocidad.

- Así me gusta, Vero, así me gusta, ahhh… Me encantaría que fueses mi putita.

- Joder… siii, ahhhhh…. ¿ahora solo quieres que sea tu putita?

- Si… mi puta personal. Mueve más rápido el culo, ¡vamos!

- Ahhhh, ahhhh… que bueno, joder

- Mi puta preferida. La que se deja follar por otro que no es su novio. Por otro que no es el cornudo de su novio.

- Joder… eres un cabrón… pero me encanta… siiii, soy tu puta ¡soy tu puta! ¡follame!

Poco a poco comenzaba a notar como me ponía mas bestia, mas violento. Mi cerebro ya no me controlaba. Vero era mía. Ahora mandaba mi polla. Mientras Vero empujaba, mis manos se agarraron firmemente a su culo ayudándola con las embestidas, mientras sus tetas, una al aire y la otra todavía oculta, dibujaban un hipnótico zigzag.

Con fuerza, agarré la tira del tanga que tenía por el culo y con las dos manos se lo rompí:

- Ey… me has roto el tanga, cabrón.

- Cállate. Ya te compraré uno nuevo. – y acto seguido lo volví a romper por su cintura.

Tiré del mismo a un lado y conseguí sacárselo. Ahora ya no estorbaba mas, y el contacto de su coño con mi polla volvía a ser total. Tal como estaba agarrada, intenté levantarme, a lo que Vero solo alcanzó a decir que no iba a poder.

- ¿Cómo que no? –Y haciendo fuerza conseguí levantarla en volandas, sujetándose ella automáticamente en mis hombros y dejándose follar en el aire salvajemente.

Mi polla entraba y salía. Su coño ya se había amoldado del todo sin problemas. Sus piernas se agarraban a mi cuerpo para no caerse.

- Ostias, si… como te siento. Como me abres. Me encanta como me follas. Dios, ahhhh, siiii, siiiigueeee

Cuando mis brazos ya se notaban cansados, en el aire la di la vuelta para, a continuación, dejarla caer en el sofá. Vero rápidamente se acercó, me agarró la polla llena de sus flujos y se la metió en la boca, devorándomela presa de la excitación, consiguiendo abrir esta mas de la cuenta. Ya apenas me hacía daño. Había aprendido la lección.

Tiré de su pelo hacía atrás, sacándole el rabo que estaba saboreando y permitiéndome ver el espectáculo de su boca llena de saliva cayéndole encima de su camiseta y parte de su pecho desnudo.

La empuje contra el sofá. La agarré de los tobillos y tiré de sus piernas hacia arriba, consiguiendo tener su coño y todo su culazo a mi disposición mas que perversa. Aquello era todo un festín que yo solo me iba a comer.

Vero me ayudó y se sujetó las piernas para que el acceso a sus puntos de placer fueran mas fáciles. Me agache y comencé a pasar mi lengua por todo su coño. Llegué a su clítoris y comencé a succionar una y otra vez, aprisionándolo en mis dientes, y dándole pequeños golpes duros y muy rápidos con mi lengua.

Lo soltaba y otra vez pasaba toda mi lengua por su raja. Me desviaba para comerle el interior de sus muslos, poco a poco, y otra vez acaba en su coño. Se lo escupía, le restregaba la saliva por el mismo y bajaba mi lengua por su zona perineal, con el consiguiente tembleque de piernas debido a la excitación, hasta terminar en el agujero de su culo. En su ano.

La mire a los ojos para comprobar cual era el grado de excitación que tenía… Su cara lo decía todo: vicio. Vicio total. Estaba entregada. Sumisa.

Hizo un pequeño gesto como de consentimiento e inmediatamente comencé a comerle el ano, para rápidamente introducirle mi lengua en el mismo. Una vez dentro la empecé a mover en círculos y Vero solo alcanzaba a jadear una y otra vez.

Saque mi lengua de este, y subí otra vez hasta su clítoris, lamiéndole de camino otra vez el perineo, y los pequeños labios de su coñito. Como antes, volví a succionar su clítoris, apresándolo con los dientes y dedicándome de lleno a golpearlo con mi lengua. Vero estaba a punto y enseguida se acabaría corriendo.

Mientras seguía entregado a su clítoris, uno de mis dedos bajo a su ano, bien lubricado por la comida de hacía poco y fui metiéndoselo suavemente. Vero no se quejaba. Parecía que ya la daba igual todo. Mi dedo fue introduciéndose más y más hasta que ya por fin se metió de lleno. Solté su clítoris y volví a lamerle el coño, mordisqueándole suavemente los labios y volviendo a comerle el botón del placer otra vez. Alternando.

Saque el dedo de su culo y aproveché para meterle otro mas. Los junté y poco a poco intente otra vez abrirme paso por el pequeño agujero que días antes le había roto violentamente. Esta vez ya no costaba tanto. Vero estaba aprendiendo a recibir placer anal mientras le comía el coño, y parecía encantada. Solo se la oía jadear y suspirar.

Cuando conseguí meter mis dos dedos, hice un pequeño vaivén mete-saca para poder dilatarlo aún mas. Vero no se quejaba. No le dolía. Atrapé otra vez su clítoris y aceleré todo lo que pude mi lengua contra él. Vero empezó a chillar más y más:

- Siiiii, sigue… no pares, no pares Romeo, por Dios… no pares… ahhhhh, ahhhhh.

Yo obediente seguía y seguía con mi lengua y mis dedos y Vero solo sabía mover su cabeza a un lado y a otro. Cuando le empezó a temblar todo el cuerpo, era la señal de que venía lo inevitable: una buena corrida.

- ¡¡¡Dios!!! ¡¡¡Me corrooo!!! ¡¡¡Me corroooo!!!

Vero se empezó a revolver como una culebra a un lado y a otro. Yo intentaba hacer fuerza contra su retorcido meneo, pero fue inútil. En uno de esos espasmos bajó una de sus piernas y me tiró al suelo, sacando los dedos de su culo con violencia y dejándole a ella sola retorcerse de placer mientras chillaba y jadea… hasta terminar todo en suspiros.

- Joder…. Esto ha sido la ostia. Que cabrón eres… que cabrón eres… ufff.

Vero se encontraba en posición acurrucada encima del sofá, tapándose con una mano el coñito que me miraba fijamente, y derrotada sin apenas moverse. Yo aun empalmadísimo, me acerque a ella y acerté a darle un beso en su hombro. Vero no reaccionaba… solo suspiraba, cada vez más lentamente. Relajada.

Otra vez preso de la lujuria, me agarré la polla y apunté directo a su coño, apartando la mano que lo protegía y clavándosela sin miramientos. Entrando hasta el fondo gracias a los flujos generados en su corrida. Introduciéndola sin problemas.

- Romeo… joder… ¿no me dejas ni descansar un poco?

- Te he dicho que eres mía. Y te mereces buena polla.

Vero calló y se dejó hacer. Empecé a acelerar el ritmo. Tal como estaba, así acurrucada, su coño hacía aún más presión sobre mi polla, y eso me excitaba de sobremanera. Recordé como se había dejado comer y masturbar el ano, y como este se dilató sin problemas al invasor digital.

De esta manera, pensé que era buen momento para hacer mío, una vez mas, ese culazo que quedaba expuesto, salido un poco fuera de la perspectiva aérea del sofá. Saqué mi polla y con la punta fui rozando su sensible piel genital hasta ponerlo a la entrada de su ano:

- Ufff… no se Romeo… no quiero que me duela como el otro día.

- Tú tranquila, Vero, mira que bien te he metido los dedos. No te has quejado y ya ves luego que pedazo orgasmo acabas de tener mientras te comía el coño.

- Dios, si… ha sido la ostia… La ostia… joder… Pero por favor… no me hagas daño… métela con cuidado.

- En el fondo, cuando te desvirgué el culo el otro día, te llegó a gustar algo.

- Uff… no se… digamos que algo si… pero me hiciste mucho daño. Ahora me ha gustado mucho como me has metido los dedos y no me ha dolido. Hazlo poco a poco, por favor.

Eso era un permiso libre en toda regla. Escupí en la punta de mi polla, ya de por sí bien lubricada con los flujos de su coño y con mi mano la dirigí hasta apoyarla en la entra de su culo, en su ano. Poco a poco iba haciendo presión. Sacaba un poco y volvía a intentarlo. Volví a presionar y el agujerito parecía que ya se iba dando de si.

- Tócate el coño, Vero… suavemente.

- Ufff, a ver si puedo. Me lo has dejado muy sensible.

Vero empezó como pudo a masturbase poco a poco. Yo de mientras veía como la punta de mi polla iba introduciéndose milímetro a milímetro por ese culo, bastante mejor que el otro día. Vero no se quejaba y parecía que le estaba gustando. Dejaba su boca entre abierta y a veces lo combinaba frunciendo el ceño para otra vez poner cara de placer.

- Espera… espera, Romeo… me duele un poco. –haciendo que le sacase la punta del ano.

- Ven… ponte como antes de frente, abriéndote las piernas.

- ¿No será mejor que me ponga a cuatro patas? –replicó Verónica.

- No… hazme caso. Quiero que me veas como te la meto poco a poco.

Vero me hizo caso, se puso de frente y se sujetó las piernas dejando a mi disposición su coño y su culo. Volví a agarrarme la polla, se la pase por el clítoris, se la metí un poco en el coño para lubricar y volví a bajar hasta la entra de su ano, haciendo presión con la punta. Esta se introdujo nuevamente si problema. Ahora podía ver perfectamente como Verónica lo disfrutaba. No dejaba de mirarme fijamente mientras sentía como poco a poco mi polla se iba colando por la parte de atrás. La entrada prohibida.

Cuando conseguí meter toda la cabeza, deje de presionar y la saque un poco, para otra vez volver a introducirla. Volví a sacarla y otra vez la escupí para lubricar. Ese culo empezaba a aceptar todo el grosor de mi rabo y a Vero le estaba gustando. Era una sensación estupenda el notar como las paredes de su culo iban rozándose con mi polla ayudada de una fina capa de saliva.

Tal como estábamos ya metidos de lleno en el ajo, el teléfono empezó a sonar. Vero se asustó un poco y apretó fuerte su ano, lo que le produjo cierto dolor hasta que moviéndose violentamente consiguió sacarse mi polla.

- Auhhh, joder… mierda…. Mi novio… es mi novio.

- ¡No jodas!

- Si, ya sabes: Me llama a estas horas para comprobar que estoy en casa.

- Venga, cógelo y haz como que no pasa nada.

Verónica se levantó deprisa del sofá y se acercó hasta la mesita del salón donde estaba incesantemente sonando el teléfono inalámbrico.

- ¿Si? –dijo Vero con una voz un tanto apurada. – Hola cariño, si… aquí ando… viendo la tele… ¿y tu?...

Me levante y me senté en el sofá viendo como Vero, de espaldas frente a mi, hablaba con el cornudo de su novio. Estaba preciosa. Aún conservaba la camiseta de tirantes puesta, pero su culazo quedaba totalmente al aire, dejando recrear mi imaginación. Me encantaba ese culo. Grande y rellenito, con la piel dura y tersa… moreno.

Yo estando muy agarrotado, y aproveche para empezar a masturbarme viendo el espectáculo. Joder… era muy fuerte. Vero hablando con el gilipollas ese mientras tenía a su amante tirado en el sofá haciéndose una paja esperando a que volviese para terminar de follarla el culo como se merecía.

No me aguantaba mas… la tenía ahí, hablando de banalidades con el inútil de su novio y yo muy caliente. Mi cabeza empezó a pensar maliciosamente… me la tenía que follar. Me levante en silencio y me acerque a Vero cogiéndola por la cintura desde atrás. Vero dio un pequeño empujón para que me apartase, pero no la deje, y lo único que consiguió fue pegar su culo a mi polla, la cual seguía muy empalmada.

Verónica notaba lo caliente que tenía el rabo apoyado en su culo. Mientras seguía conversando con el cornudo alcancé a pasarle la lengua por el cuello, pero otra vez se intentó liberar. Se estaba poniendo muy nerviosa y a mi me estaba dando muchísimo morbo estar metiéndola mano mientras ella hablaba con su novio.

Poco a poco baje una mano hasta conseguir llegar a su coñito. Estaba muy mojado. Verónica en el fondo estaba disfrutando todo esto:

- …claro cielo, si, me lo pasé genial… si… a ver si vamos un día

Ella seguía a lo suyo, y yo muy salido. La agarre una vez mas de la cintura con las dos mano y la llevé hasta la mesa de comedor. Se resistió un poco, pero al final se dejó hacer. Hice que se apoyase en la misma dejando expuesto hacia afuera su culazo. Y tal como estaba me agarré la polla, y poco a poco fui introduciéndosela en el coño. A Verónica le cogió un poco por sorpresa y se empezó a poner mas nerviosa todavía. Aquello era peligroso porque el novio se podía mosquear, y a mi me estaba dando un morbo tremendo.

La agarré de los hombros para que se estuviese quieta y poco a poco empecé a empujar… suavemente. Vero dejo de moverse y se dejó hacer

- Si cari… pues claro… espera, espera un poco que voy a la cocina a ver como va la cena, que me la estaba haciendo.

Vero tapó el micrófono del inalámbrico y me miro con cara de odio.

- ¿Estás loco? ¿Es que quieres que nos pillen? No seas tan hijo de puta.

- Cállate y haz como que no pasa nada. Sigue hablando como si tal cosa.

- Joder, Romeo… ostias… esto es muy fuerte. –y mi respuesta fue empujar hasta el fondo mi polla. –Mierda… Ufff

Vero destapó el micro y siguió hablando con el cornudo como si tal cosa. Yo seguía empujando suavemente. De repente me la saque, y ahora sí, volví a buscar su culo, el cual seguía estando un poco dilatado de antes. Escupí, acerqué la punta y en cuanto Vero la noto dio un respingo que yo rápidamente evite haciendo fuerza con mi brazo para que se estuviese quieta.

- No cariño, estoy sola -estaba claro que el novio había notado que Vero estaba un poco acelerada.

Cuando se calmó, la punta empezó a introducirse por su ano… poco a poco… como antes. Entre el morbo y el placer de ver como ese culazo iba succionando poco a poco mi rabo, el orgasmo acabaría llegando tarde o temprano. A Verónica no le quedaba otra que actuar mientras hablaba por el teléfono:

- Vale… si… ya se lo diré

Mi polla empezaba a invadir su culo. Vero empezaba a poner pequeños gestos de dolor mezclados con placer. Su respiración era acelerada, y seguía dejándose hacer ¿hasta dónde llegaría? Por fin ya iba por la mitad. Dejé de hacer presión y acerque una de mis manos en busca de su coñito, para masajeárselo. Aquello la debió de resultar demasiado, pues dejó de hacer fuerza con su esfínter y mi rabo por fin se acabó colando hasta el fondo como si su culo de una chupona se tratase.

- ¡Ahhhh!… no, nada, nada… estoy descalza y me he dado con la mesa de la cocina.

Por fin, estaba dentro. Su culo era otra vez mío. Volví a acelerar mi mano en su clítoris, y poco a poco daba pequeños empujones con mi polla.

- Cielo… te tengo que dejar. Se me va a quemar esto. Si… vale… hasta mañana… te quiero. –y colgó.

Jajaja, te quiero le dijo. No hay cosa mas rocambolesca que decirle a tu novio “te quiero” mientras tu amante te está metiendo una pedazo polla por el culo.

- ¡¡¡Hijo de puta!!! Me estas matando… joder…. Me matas

- Calla y disfruta… esto te encanta y lo sabes

- Ahhh, joder…. Como quema, como quemaaaaaa... Me estas rompiendo el culo, cabron….

Mi mano aceleró el masaje en su clítoris. Verónica se desestabilizo fruto de ese placer-dolor y calló indefensa encima de la mesa del salón, exponiendo su culo al invasor viril. Fue entonces cuando empecé a empujar un poco mas fuerte, mientras mi mano no dejaba de moverse

- Dios… ¿Qué me haces? Romeo… no… joder… no puedo… no puedo… Mi coño… Mi culo… ahhhh, ahhhh.

- Aguanta, que esto te está gustando… Joder… como aprietas, ahhh.

Sus piernas la empezaban a fallar y no conseguía mantenerse en pie. La agarre del pelo y la tiré hacia mi violentamente, sin sacarle la polla del culo, aguantándola con el otro brazo justo debajo de sus pechos.

- Ponte a cuatro en el suelo. Estoy a punto de correrme y te pienso llenar el culo de leche.

- Joder… joder… me muero… me muero.

Ella ya no pensaba, se dejaba llevar por el placer, y sola se dejó caer hacia un lado. Obediente, consiguió ponerse a cuatro patas en el suelo, exponiendo su culazo al aire. Por detrás me agaché hasta conseguir apuntar mi rabo otra vez a su culo y sin piedad se la volví a meter hasta el fondo. Vero echó hacia atrás sus manos y consiguió abrir un poco mas su ano para que la penetración fuese profunda.

- Ahhhhhh…. cabrón…. ¡fóllame!

- Tócate el coño mientras te rompo el culo. Veras como te encanta.

Verónica ya estaba totalmente entregada y así hizo. Aquello era demasiado. Los dos tirados en el salón, yo rompiéndole el culo y ella a cuatro patas dejándose hacer… parecía otra.

- Vero, ufff, no voy a aguantar más… me corro… me voy a correr

- Joder…y yo… Dios, esto es la ostia. –y aumentó el ritmo de sus dedos masajeándose el clítoris.

- Veroooo, te lleno el culo de lechee…. ¡puta! ¡¡¡Tomaaaaa!!!….

- ¡¡¡Siiii!!!!....

Por mi tronco notaba como iba desarrollándose mi corrida y como iban saliendo varios chorros de leche caliente que le llenaban el culazo hasta lo mas profundo. Vero no perdió coba y automáticamente, al notar ese calor por el culo, empezó a convulsionarse presa de su masturbación e inmediato orgasmo, dejándose caer encima del suelo conmigo encima y atrapándome la polla entre sus dos posaderas.

Aquello era un cuadro. Los dos resoplábamos como si se nos hubiese ido media vida en ese polvo. Yo conseguí liberarme y me eché a un lado suyo en el suelo. La leche le empezó a rebosar fuera del ano, cayendo por uno de sus muslos.

- Dios… esto ha sido la ostia… la ostia. –afirmaba Vero.

- Joder… que bueno… eres tremenda, nena. Menudo culo tienes… que bien lo has hecho

- Ay… mi culo… me duele un poco pero joder… como me he corrido

- ¿Ves como merecía la pena?

- Ufff… si… pero a ver mañana como lo tengo… esto no puede usarse así todos los días, que me matas.

- Jajaja… me ha encantado. Al final se ha tragado toda mi polla hasta el fondo.

- Dios… no me puedo creer que me haya entrado eso. Dios… joder….

- Jajaja, pobre cornudo… “Te quiero” le dices con mi polla metida en el culo, jajaja.

- Eres un hijo de puta… porque me has calentado demasiado… pero yo no soy así

- Nena… no te sientas mal, eh… Pero me ha hecho mucha gracia, jajaja

- Payaso… Mira… no se… déjame recuperar un poco… ya pensaré en otro momento lo que hemos hecho… Dios… me has dejado doblada, cabrón

- Me ha encantado. Hoy ha sido mucho mejor que las otras veces

- Si… eso sin duda… Ufff… que calor tengo… Ven… vamos a la ducha.

Verónica se levantó a duras penas. Todavía le temblaban las piernas. Me agarró de la mano y nos dirigimos al baño. Juntos nos metimos en la ducha y empezamos a enjabonarnos el uno al otro. Vero me agarró la polla que en ese momento estaba ya morcillona y me la limpio con agua y jabón, con mucho mimo.

- Madre mía… que gorda. Y pensar que esto se ha colado en mi culo.

- A ver… date la vuelta. –y acto seguido le toqué el ano para comprobar como estaba. – Ufff… joder nena… está súper abierto… espero que mañana no me eches la bronca, jajaja.

- Jajaja, que mamón… aunque me duela te lo voy a perdonar porque me has follado como nunca nadie lo había hecho.

- Te he follado como te merecías… Ahora eres mi putita -mirándole con ojos tiernos y agarrándole de la cintura.

- Si… tu putita -con la cabeza un tanto baja y diciéndolo con timidez.

Terminamos de ducharnos, salimos de la bañera y nos secamos con una toalla. Verónica parecía estar pensando para si misma en lo que acababa de hacer… creo que en el fondo sabía que había hecho mal, pero no me decía nada. Su silencio era un tanto incómodo.

Una vez vestidos me acompañó hasta la puerta y nos despedimos:

- Bueno, Vero… ya hablamos ¿vale?

- Si, descuida… ya te llamaré.

- Venga, descansa, un beso.

Y nos fundimos en un pequeño beso juntando nuestros labios.

Epilogo

Al día siguiente Verónica no me llamó. Tampoco al siguiente, ni al siguiente… Por supuesto, ella tampoco contestaba a mis llamadas. Ya nunca nos cruzamos por el portal, ni el ascensor, ni el descansillo de entrada a nuestras viviendas. Era como si me evitase.

Presuponía que al final todo esto le había hecho pensar en su relación con su novio y ya no quería saber nada más de su amante. Seguramente se sentía muy mal con todo este asunto. Además, era demasiado peligroso conociendo el temperamento del cornudo. Si se enteraba, la mataba.

Hice vanos esfuerzos por intentarme cruzar con ella de alguna manera, pero no hubo forma. Semanas después la vi de la mano con su novio, paseando por la ciudad como si tal cosa. Como si jamás hubiese roto un plato.

Meses después nos cruzamos por fin en el ascensor. Nos quedamos mirando pero no nos dijimos nada. Apenas un hola y que tal… pero ninguno de los dos sacó el tema sobre lo que había ocurrido aquella semana loca de verano.

Fue pasando el tiempo y un día le pregunte a su madre por ella. Me comentó que había roto con el novio este y que se había ido a estudiar a Madrid y que al final había encontrado trabajo de lo suyo. Pensé en que por fin tuvo los cojones de romper aquella tormentosa relación y me alegré por ella.

Como resultado final de esta historia, mi sensación fue la de haber encontrado un tesoro que prometía mucho, pero que por un tropiezo este se acabó cayendo por una alcantarilla haciéndolo irrecuperable.

Bueno… menos daba una piedra.