La vecina de enfrente (2)
Al día siguiente le di vueltas a todo lo que había pasado y pensé en que igual el novio se daba cuenta de que su novia tenía el culo un tanto más abierto de lo normal La verdad es que ella podía excusarse con cualquier cosa un poco inteligente y me tranquilice.
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Al día siguiente le di vueltas a todo lo que había pasado y pensé en que igual el novio se daba cuenta de que su novia tenía el culo un tanto más abierto de lo normal… La verdad es que ella podía excusarse con cualquier cosa un poco inteligente y me tranquilice.
Por la tarde recibí un mensaje de Verónica que decía tal que así:
- Hola. Que sepas que lo de ayer me ha encantado y tengo muchas ganas de repetirlo. No pienso dejar a mi novio porque todo eso es muy complicado, pero tampoco quiero dejar de perder tu polla y ya estoy deseando que me vuelvas a follar como ayer. Por cierto, eres un cabrón. Aun me sigue doliendo el culo una barbaridad. Espero que se pase pronto porque si no te juro que te mato.
El mensaje que hizo cierta gracia por la última frase, y a la vez aumento mi ego porque tenía a esta chica a mis pies y quería más. Además, mi polla parece que reaccionó y enseguida se me puso dura de solo imaginarme el próximo encuentro que tendría con ella.
Me levanté de la cama después de una buena siesta y me fui a la ducha. Estábamos a jueves, pero era día festivo, así que aproveché para recuperar fuerzas durmiendo más de la cuenta. Cuando salí de la misma me miré al espejo, desnudo. Mi cara, mi cuerpo, mi pene… En cierta forma no me podía creer que tuviese a una tía casi desconocida, hasta hace unos días, deseando volver a estar conmigo, y que encima le hubiese gustado tanto como la había follado, el tamaño de mi polla, etc… Como solo había tenido una novia, mi experiencia sexual se reducía a una sola chica y pensé que tan mal no debió de ser aquella relación si tan bien aprendido había salido. Ahora ya había otra nueva que corroboraba lo bien que me lo montaba en la cama y la autoestima iba en aumento.
Salí del baño, me vestí, cogí el casco de la motocicleta y bajé al garaje comunitario del edificio. Por mi cabeza pasaban una y otra vez las imágenes de todas aquellas veces que me había cruzado con mi vecina en el ascensor, en el portal, el día que le pedí el número de su teléfono móvil, cuando la llamé todo nervioso… y hasta hoy, cuando por fin había quedado con ella, me la había follado y hasta roto el culo. Se dibujaba una sonrisa maliciosa y traviesa en mi cara. Arranqué la moto y me deje llevar. Necesitaba tomarme algo cerca de algún chiringuito de la playa.
Cuando por fin llegué pude comprobar que tenía tres llamadas perdidas de Verónica ¿La habría pasado algo? Cogí el móvil y la devolví la llamada, hasta que por fin descolgó:
- ¿Tu qué? ¿De qué vas? No me contestas al mensaje, no me coges el móvil, pasas de mí. Mira, si no quieres quedar más conmigo se acabó esto y ya, que no tengo por qué estar detrás de ti como una gilipo… -Aquí la corte, todo incrédulo de lo que estaba oyendo.
- Ey, ey, ey… ¿Pero qué te pasa, tía? Tranquilízate. No te he cogido el teléfono porque estaba conduciendo con la moto. –La verdad es que no entendía por qué estaba como una fiera. -¿Vale?
- Ya… y mi mensaje ¿Qué? ¿No lo has leído?
- Claro que lo he leído, pero estaba echándome una siesta y medio dormido como para contestar algo con sentido, jaja.
- Ya… bueno… Es que pensaba que ahora ibas a pasar de mi después de todo lo que ha ocurrido y me estaba cabreando a marchar forzadas.
- Ya veo, ya. No te fías una mierda de los tíos, eh. De todas formas, que te pongas así conmigo no tiene mucho sentido, que no soy tu novio.
- Ya, ya lo sé. Lo siento. Es que me dan unos prontos muy fuertes.
- Ni que lo jures ¿Seguro que no te pasa nada más?
- He discutido con mi novio.
- Ahhh… ya decía yo que algo sí que te pasaba. No descargues conmigo, eh.
- Que no, que no. Lo siento. Que tú no tienes la culpa.
- Pasa de él ¿Por qué no le dejas?
- Ufff, llevamos muchos años juntos, desde el instituto. No me atrevo a dejarle. Se enfadaría muchísimo conmigo y montaría en cólera, y no quiero pasar por eso. Además, todavía siento cosas por él.
- Si, sientes muchas cosas por el hasta que te meten una buena polla por el culo.
- Calla. No seas gilipollas ¿de qué vas?
- Yo lo único que sé es que ese tío no parece convenirte. Te tiene bastante dominada y sin embargo tú tienes muchas ganas de probar otras cosas. Ayer le has puesto los cuernos y te lo has pasado muy bien. Tú sabrás.
- Mira, es mi vida, tengo 21 años y ya soy mayorcita para tener que oír consejos de nadie. Te tengo que dejar. Adiós. –Y colgó.
El ataque de sinceridad que tuve no se lo tomo muy bien, pero creo que yo tenía razón. El tío ese era el típico novio dominante, violento, e imbécil que hacía con su novia lo que le daba la gana. ¿Yo no era nadie para decirle nada? Posiblemente… pero espero que al menos la hiciese reaccionar.
Me terminé la caña que me estaba tomando, pagué y agarre otra vez la motocicleta como alma que lleva el diablo, de vuelta a casa.
Al día siguiente me levante y fui a trabajar como otro día normal. Ya era viernes, y por tanto, solo había que estar por la mañana ahí. Recibí un mensaje de Verónica:
- Hola Romeo. A ver si me puedes dejar un CD virgen. Necesito grabar unas cosas y no tengo nada a mano.
- Ok. –le conteste. –Luego cuando llegue a casa te llamo a la puerta y te paso uno.
Bueno, su reacción parecía que era como que no pasaba nada. Ya hablaríamos lo que fuese cuando nos viésemos cara a cara… aunque con sinceridad, me importaba tres cojones todo esto. Estaba claro que esto no era más que sexo y que su vida era cosa de ella.
Cuando llegue a casa comí algo, y más tarde, una vez lavados los platos, entré en mi habitación, cogí un CD virgen y salí al pasillo de la escalera para llamar a Verónica a la puerta. Esta enseguida me abrió:
- Ay, hola Romeo. –se acercó y me dio un beso en los labios. –Pasa, pasa.
Ahí estaba otra vez, con el pelo suelto, un escote blanco que le hacía resaltar sus grandes tetas, y un pantalón vaquero que adivinaban unas piernas rollizas y un culo grande y redondo. No perdí tiempo en entrar. La cogí de la cintura, le empuje contra la pared, cerré la puerta de una patada y comencé a comerle la boca mientras le agarraba una vez más uno de sus tremendos pechos.
Ella correspondía igualmente agarrándome de la cabeza fuertemente y dejándose hacer. Cuando me separé, me apresure a comentarle:
- ¿Tu, que? ¿Ya se te han pasado los humos?
- Jaja, que imbécil. No estaba enfadada… simplemente un poco disgustada por la discusión que tuve anteriormente con mi novio. No era por ti.
- Pensé que ya no querrías hablar ni quedar más conmigo después de la última vez que hablamos.
- No, no te preocupes. Son prontos que me vienen. Pero tranquilo que no tengo nada contra ti. Ven, vamos a mi habitación.
Me cogió de la mano y nos aproximamos a la misma. Comprobé que no había nadie en su casa. Estaba sola y eso enseguida encendió mi polla. Allí estábamos otra vez, en el mismo lugar donde dos noches antes la hice mía, donde la follé a lo bestia… donde coroné al imbécil de su novio con una buena cornamenta mientras ella chillaba una y otra vez de placer.
- ¿Para qué era el CD?
- Es para una amiga. –me espetó. –Quería grabarle unas canciones y no tenía a mano uno ¿No te importa, no?
- No, no me importa. Ya me encargo yo de que me salga a cuenta. –y rápidamente le alcancé con mi mano derecha su coño por encima del pantalón vaquero que llevaba puesto.
- Jajaja, que cabrón eres. Ahora que pasa ¿Soy una cualquiera? Jajaja.
- Bueno… tómatelo como mejor quieras, jajajaja. –y la tiré encima de la cama.
Me puse tumbado a su lado derecho y nos comenzamos a besar. Mi mano iba bajando por el cuello hasta que conseguí meterla por debajo del top y el sujetador, agarrándole fuerte el pecho izquierdo, y sacándoselo fuero.
Acariciaba su pezón con la yema de mi dedo índice mientras nuestras lenguas se enrevesaban suavemente. Me aparte un poco y baje la cabeza hasta su pecho, donde conseguí comerle esa teta que ya estaba fuera, hasta donde me entraba en la boca. Verónica no dejaba de suspirar mientras sujetaba con una de sus manos mi cabeza. A la vez fui bajando mi mano por su cuerpo hasta alcanzar el coño, acariciándoselo por encima del pantalón. Levante de repente mi cabeza y se oyó un “chop” al soltar su pezón con mis labios.
- Me voy a quitar las gafas que esto es muy incómodo. –dejándolas apoyadas en la mesilla de noche de su cama.
- Jaja, vale, vale. –decía ella.
Volví otra vez al trabajo y esta vez tire de su top hacia abajo y conseguí sacar su pecho derecho afuera. Ahora ya tenía los dos a mi disposición y aproveche para hundir mi cara entre ellos. Eran enormes, y tenía que hacerlo, dado que nunca se me había presentado la oportunidad. Mi ex tenía buenos pechos, normales, pero esto… esto era otra liga.
Con cada mano agarraba una de sus tetas, le pasaba la lengua, arriba, abajo, a los lados, intentaba metérmelas en la boca… de todo. Como si mañana dejase de existir la vida. Ella jadeaba una y otra vez.
Sus manos pronto buscaron mi entrepierna, alcanzando a bajar la cremallera y metiendo su mano dentro de mi pantalón. Mi polla ya estaba bastante dura, pero dado su grosor, dureza, y la posición un tanto incomoda, la era bastante imposible sacarla fuera.
- Espera, que te ayudo. –la dije.
Me erguí, y me desabroche el pantalón para que ahora sí, pudiese poner a su disposición mi rabo, el cual enseguida agarro, acarició y empezó a masturbar.
- Joder, Vero… necesito follarte. No veas que ganas tengo.
- Y yo, pero aquí no podemos.
- ¿Pero si estamos solos, no?
- No, no… mi abuela está echándose la siesta en la habitación de al lado. No podemos hacer nada, no vaya a ser que se levante.
- ¿Qué no? Ven… - levantándome y abrochándome el pantalón. –Vamos a mi casa.
- ¿No hay nadie?
- No, estoy solo. Mis viejos están de vacaciones.
- Joder, haberlo dicho antes. –mientras conseguía torpemente volver a meter sus tremendos pechos dentro del sujetador y el top.
Nos levantamos, nos cogimos de la mano y deprisa salimos de su casa, cerrando la puerta, cruzando el pasillo de la escalera del portal y nervioso acertando a meter las llaves en la puerta de mí casa.
Una vez dentro nos fuimos a mi habitación. Mi casa era en forma exactamente a la mía, pero al revés dado que era la que estaba de frente. Esto nos hizo cierta gracia tonta.
Allí desabroche el pantalón tirándolo hacia abajo a la vez que mis calzoncillos, y sacando mi pene ahora morcillón afuera, me senté en mi cama, algo más pequeña que la suya, y la ordené:
- Ponte de rodillas.
- Joder, Romeo… mira que la tienes gorda, eh.
- Jaja, si, y bien que lo sabes. Venga, ponte de rodillas.
Obediente, Verónica se arrodillo en el suelo, me la cogió con cuidado y sacando la lengua, se aproximó a lamerla de arriba abajo. Eso me daba bastante morbo y enseguida mi polla reacciono volviéndose a poner muy dura.
- Wow, y es que encima no veas como se pone. Veo que te gusta.
- Pues claro que me gusta, Vero. Lo haces muy bien.
- Esa es la idea ¿no? A ver si consigo metérmela en la boca.
- Pero con cuidado, eh, con cui…. ¡ay! . –me quejé. Había metido la cabeza de la misma en su boca y una vez más me la había arañado con los dientes, lo que me provoco cierto leve dolor.
- Mira que eres quejica. A mi novio le encanta.
- Ya, ya me dijiste ayer. Pero yo la tengo esa parte más sensible. Lo mejor es que aprendas a abrir más la boca. Prefiero el calor de tu lengua que el roce de tus dientes, la verdad.
- ¿Cómo? ¿Así? –intentando en vano abrirla todo lo que podía, cosa que apenas pudo llegar a hacer para apenas meterse solo un centímetro más de rabo.
- Jeje, bueno, más o menos. Mejor te voy guiando.
Y con las mismas la agarre del pelo y la empecé a indicar como debería hacer el movimiento de la cabeza, poco a poco.
- Saca la lengua afuera todo lo que puedas. Eso me gusta ya que me roza todo el tronco.
- Grruuppp, gruuuupppp. –solo decía Vero.
- Jajajaja, me lo tomaré como un “vale”, jajajaja.
La cosa iba mejorando, y pronto aprendió a mover la lengua con delicadeza mientras su cabeza bajaba una y otra vez. La tiré del pelo hacia arriba sacándose violentamente mi polla de su boca, comprobando como la caían un montón de babas por la barbilla. No conseguía meterse ni la mitad de polla, pero generaba muchas babas que hacían que esta entrara y resbalara mejor. Su mirada de sumisa mezclada con morbo era para enmarcar.
Estaba claro que Verónica estaba acostumbrada a que la dominasen y yo no podía desaprovechar la ocasión.
- Ven, ahora cómeme los huevos.
Verónica se dedicó como pudo a pasar su lengua por mis testículos, de arriba abajo, intentándose meter los mismos en la boca para automáticamente volverles a escupir hacia afuera. La volví a tirar del pelo hacía arriba para que pasase su lengua por todo mi tronco y otra vez para abajo para que volviese a degustar mis huevos.
- Menéame la polla con la mano de mientras. –cosa que hizo de inmediato mientras su lengua seguía dedicada a darme placer en mi fábrica de esperma. – Eso es, muy bien ¿No haces esto con tu novio o qué?
- No, la verdad es que no. Solo se la chupo y ya está. Es muy clásico.
- Ya veo… menudo pringado el machito de los cojones.
- Jaja, pues si, ya ves.
- Ven, ahora cómeme el culo. –mientras empujaba su cabeza un poco más abajo, pasando su lengua por la zona del perineo, y acabando en el agujero de mi culo.
Verónica se resistió un poco. No parecía que la hiciese mucha gracia la idea.
- ¿Qué te pasa? ¿Te da asco o qué?
- Pues si ¿tú que crees?
- El otro día te he comido el culo y bien que te ha gustado.
- Ya, pero me lo hacías tu a mí, no yo a ti. Me da reparo.
- Anda, no me seas remilgada. Prueba, que no pasa nada. -Verónica se dejó hacer y presionándole la cabeza hacia abajo saco la lengua y tímidamente la paso por mi ano. - Eso es nena, así me gusta. No dejes de menearme la polla. -Volvió a sacar la lengua y empezó a jugar con ella. Cada vez le dedicaba más mimo. - ¿Ves como no es nada asqueroso? No sabe a nada.
- ¿Y tu que sientes? –preguntaba absurda.
- ¿Qué sentías tu el otro día?
- Pues cosquillitas… y algo de placer.
- Bueno, pues yo lo mismo, y si encima me estas sobando el rabo, mejor que mejor. –la resolví.
Verónica comprendió en seguida como debía comportarse y deje se agarrarla del pelo para que ahora si, ella sola se dedicara a darme placer a su capricho. Me lamia el ano primero con cuidado y luego intentando introducir la lengua un poco dentro. Parecía que la estaba empezando a gustar lo que hacía. Mientras tanto con su mano derecha no dejaba de masturbarme la polla, bajando y subiendo la piel de mi rabo arriba y abajo. Me saco la lengua del ano subió un poco y estando a la altura de la cabeza de mi rabo, dejo caer un buen chorro de saliva que enseguida apresuro a extender con su mano para que resbalase mucho mejor. Hecho esto, volvió a bajar hasta mi culo y prosiguió con sus lamidas, acelerando cada vez mas sus caricias en mi polla. Estaba en la gloria.
- Aprendes rápido, nena. Aprendessss, aahhhhh…. siii, joder…. mmmm…. rápidooo.
- ¿Te gusta?
- Si, mucho. Lo estás haciendo,… ahhhhhh…. genial. Esto no se lo haces al marica de tu novio ¿eh?
- Mi novio pensaría que precisamente esto es de maricas. Eso de que le toque el ano… como que no entra en sus parámetros sexuales.
- Jajaja… menudo pringado.
- Pues si, ya veo que a ti te da mucho placer.
- A mi y a todos. Lo que ocurre que los pringados siempre se retraen con estas cosas por miedo a que se les pegue algo “homosexual”, jajajaja, como si eso se pegase ¿sabes?
- Si, entiendo.
- No saben disfrutar del sexo. Sigue, nena, venga.
Volvió a hundir su lengua en mi culo y a pasarla de arriba abajo. Su mano desacelero la paja que me estaba haciendo a la vez; subió un poco la cabeza y se me tío la punta de mi polla adentro, succionándola suavemente. De repente se la sacó de la boca y me afirmó:
- Me encanta tu polla, Romeo. Es muy bonita.
- Jajajaja, eso no me lo habían dicho nunca. Me suena… no se… cursi, jajajaja.
- Jajajaja, pues si… pero es verdad. Es casi perfecta. Gruesa y dura… un poco mas larga y no se qué sería de ti.
- ¿Actor porno? Jajajajaja.
- Si, algo así, jajajajaja.
Volvió a metérsela en la boca. Pese a que a veces me seguía rozando con los dientes debido a que no la entraba bien, parecía que le había cogido el truco y ahora se aplicaba mucho mejor.
- Bien, Vero…joder… que bien lo estas haciendo. Muy…. Ahhhhh, muy bien… mmmmm. –movía su mano arriba y abajo mientras subia y bajaba su cabeza a la vez, con total dedicación. –Joder… muy bien, ahhhhhh.
- No te me vayas a correr. Tengo ganas de que me folles como el otro día. No veas como tengo el coño.
Acerté a bajar una de mis manos a su entre pierna y conseguí desabrocharle el pantalón para acto seguido meter un de mis dedos en su coñito. Sin lugar a dudas, esta tía estaba como una moto.
- Joder… estas chorreando, nena. Ven, quítate el top. – Agarrándola del mismo y tirando de el hacía arriba. Ella al instante prosiguió la jugada quitándose el sujetador y, por fin, liberando aquellas dos inmensas masas de carne en forma de pechos . –Ufff… es que no me puedo creer lo grandes que son, tía.
- Te gustan, eh.
- ¿Y a quién no? Quiero follártelas.
- Jajaja.
Vero comprendió lo que quería. Me agarró la polla, escupió encima y, como antes, volvió a extender su saliva por la misma. Volvió a escupir y repitió la operación, pero esta vez se la acerco a sus tetas y se la metió entre ellas, dejándola encajonada en medio.
Agarró con sus manos cada uno de sus pechos y empezó a masajearme el rabo. Este se perdía entre tanta carne y a mí se me quedó una cara de alucinada que era como para gravarme.
- ¿Esto es lo que querías, no? .-me preguntó.
- Ostias… si, joder… ahhhh, que bueno.
- No te corras, eh. Que ya te he dicho que quiero que me folles.
- Descuida… ahhhhhh, Dios…. Descuida que suelo aguantar mucho.
- Mmmm, como el otro día, que me hechastes tres polvos sin pestañear…
- Eso es, nena. Como el otro día.
- Me encanta. El imbécil de mi novio se corre enseguida. No me aguanta nada. –Volvió a separarse las tetas y a agarrarme otra vez la polla para colocársela mejor. Otra vez, escupió en su canalillo, y empezó a restregarse como al principio.
- Ufff, esto es la ostia… como me pones. Que pedazo tetas. El cornudo ese no te merece. Menudo gilipollas.
- Pues si, ya ves. No se que te gusta mas, si follarme o saber que tengo novio y le estas haciendo una buena cornamenta.
- Jajaja, tal vez ambas cosas.
- Eres un hijo puta morboso. Como te gusta dominar, eh.
- Te aseguro que todo esto lo estoy descubriendo ahora. Jamás me he follado a ninguna tía que tuviese novio.
- No me lo creo. –volvió a escupir y esta vez aceleró sus manos y el masaje de sus pechos.
- Ahhhhh, siiii, creeme.
- No me creo nada. Estoy segura de que tu has tenido muchas aventuras.
- No, te juro que tu eres la primera con la que me pasa algo así. Ahhhh, ostias…. Uffff. Para, para anda, que te voy a follar.
- ¿Si… me vas a follar? No veas que ganas tengo. –Soltándose sus tetas y levantándose como un resorte, mientras mi polla yacía muy dura sobre mi vientre, llena de saliva y con la punta morada.
- Si, quítate el pantalón.
Verónica hizo caso y automáticamente se deshizo del mismo, dejando al fin liberado su gran culo y ese coñito depilado totalmente que invitaba a devorar. Me levanté, la cogí por la cintura y la pegué un buen morreo mientras mi polla jugaba con la entrada de su coño dando pequeños empujones.
La tire sobre la cama, y alcé sus piernas agarrándolas con mis manos. Me agaché y le pase toda mi lengua por la raja, que mas que un coño parecía una fuente de lo caliente que estaba, rebosando sus flujos por todos lados.
- Ahhhhh, Dios… que lengua tienes, cabrón. Si… ahhhhh.
- Bufff, estoy que exploto.
Me erguí y me cogí la polla con una mano, acercándosela poco a poco a la entrada de su gruta. Primero la pase por su clítoris, masajeándoselo un poco con la punta. Esto la hizo dar unos cuantos jadeos. Luego baje e introduje un poco la misma para automáticamente sacarla. Así dos veces, a la tercera Verónica ya no podía mas:
- ¡No me hagas eso! ¡Métemela! ¡Métemela!... no me aguanto más.
- ¿Si? ¿Estas segura? Yo creo que así no se piden las cosas.
- No seas malo… Dios… métemela. –mientras volví a masajearle el clítoris con la punta.
- ¿Seguro que quieres?
- Si, si…. Fóllame, fóllame… si, venga, venga….
- Muy bien, aquí la tienes ¡¡¡hasta dentro!!! –y ni corto ni perezoso se la metí sin miramientos fuertemente y sin pausa, sin clemencia.
- ¡¡¡Ahhhhhh!!! ¡¡¡Cabrón!!! Dios… que gorda…. ¡¡¡ahhhhhh!!!
- Toma rabo, que es lo que querías, ufff, uffff. – empujando mi culo hacia adentro como si no hubiese mañana.
- Joder… ¡ah!, ¡no pares, no pares!
Agarre otra vez sus piernas y me las puse en los hombros, dejando todo su coño a mi disposición y permitiendo que la penetración fuese todavía más profunda.
- Ostias… siiii, que buena, ahhhhh, ahhhhh, que buenoooooo. –gritaba Verónica.
- Disfruta. Esta polla hoy es para ti. Toma, toma…
Sus tetas no dejaban de moverse para todos los lados. Cada vez que aceleraba mis embestidas, aquellas ubres reaccionaban como si de dos flanes gelatinosos se tratase.
- ¡Toma, joder!… ¡en todo el coño!… ¡hasta dentro!, ¡ahhhh, ¡ahhhh!
- Ahhh, ahhhh… si… sigue, sigue…
- Se va a enterar el cornudo de mierda este como te voy a dejar el coño.
- Joder… si… me lo estas destrozando. Como la siento… aahhhhh, ahhhhh… uff… es muy gorda… ahhhh
- Toma. - mientras le daba otra embestida aún más fuerte. –Toma… disfruta.
- Ufff… si…. Ahhhhh, ahhhhh.
Después de la mamada que me había hecho, la cubana, etc… estaba que no aguantaba mucho más. Me estaba poniendo cardiaco y se lo hice saber:
- Dios… no me aguanto… me voy a correr.
- ¿Ya?... Ufff… joder…. Me estas matando, no me dejes así… ahhhh, ahhhhh.
- Te vas a tener que joder, pero yo no me aguanto mas y me voy a correr. –repetí.
- No, joder, no… aguanta un poco más… ahhhh, Dios… como te siento.
Verónica bajó sus piernas de mis hombros y me agarro del culo haciendo que me hundiese un poco más. Aquello era demasiado, y aunque podía haber hecho el esfuerzo como otras tantas veces había conseguido, hoy quería ser egoísta. Me daba todo igual. Quería que aprendiese quien mandaba aquí, que me desease. Quería oírla suplicar que no parase. Pese a todo ya estaba decidido, y me iba a correr en su coño.
- Cállate. Luego si quieres, queda con el puta mierdas de tu novio y que te haga correr.
- No…. Yo quiero contigo… ahhhh, ahhhhh. Sigue, por favor Romeo, sigue, ahhh.
- Toma, toma, toma. –acelerando mis embestidas.
- Dios, si…. Asiiiiiii…. Ahhhhh, ahhhhhh, no pares…. ¡¡¡No pares!!!….
Me alcé un poco y me sujeté en sus tetas con las dos manos, apretándoselas a lo bestia mientras aceleraba el ritmo.
- Dios… que buena que estas, cabrona, toma rabo.
- No pares, sigue, sigue… ahhhh. –suplicaba Verónica.
- Te vas a joder.
- No, nooooooo, ahhhhhh…
- Siii, toma rabo…. Me corro, ¡¡¡me corrooooo!!! ¡¡¡PUTAAAAA!!!!
Tal como estaba, mientras la agarraba de sus ubres, hundí mi polla lo más profundamente que pude dentro de su coño y empecé a expulsar chorretones de leche. Un orgasmo brutal, coronado con ese “PUTA” que había resonada a grito pelado en toda la habitación.
Mi esperma poco a poco fue dejando todo lo que podía en lo más profundo de su coño, mientras Verónica jadeaba presa de estas últimas embestidas que la estaba regalando.
- Joder… joder… me has llenado el coño, cabrón.
- Si… ahí tienes tu premio…
- Dios… pero yo quería correrme contigo ¿Y ahora qué? Joder…
Di tres embestidas más hasta asegurarme que no me quedaba más lefa que expulsar y poco a poco fui saliendo de su coño. Este estaba al rojo vivo y un pequeño chorretón de esperma acompaño la salida de mi rabo mientras Verónica, aun exhausta resoplaba y se lamentaba que ya hubiese terminado todo.
- Mierda… tengo el coño súper caliente.
- Pues una de dos: o te haces un dedo o llamas al cornudo y que termine lo empezado.
- Que cabrón eres ¿Por qué te has corrido tan pronto?
- Porque me ha salido de la polla, jajajaja. -reí burlonamente.
- Pero que pedazo hijo de puta eres. Dios… que bien follas, pero esto… esto ya te vale. Y encima me llenas el coño de leche. No te he dado ningún permiso.
- Ya, claro… me da igual. Como no te negabas, pues me corrí sin preocupaciones.
- Y menos mal que tomo la píldora, pero joder… encima es que te has corrido como un toro. Que cabrón.
- Bueno, ya sabes lo que hay. El otro día cuando me corrí en tu cara y en tus tetas bien vistes lo que te podía venir encima hoy.
Verónica se levantó un poco disgustada por haberla dejado a medias y se fue para el baño a limpiarse:
- Ten cuidado, que no se te caiga nada por el suelo, jajaja. -Mientras comprobaba como le salía mi leche de su coño pringándole parte de sus piernas.
Al rato, salió del baño. Yo seguía tumbado en la cama en pelotas. Se acercó y se sentó a mi lado:
- Has tardado un poco ¿no? –la dije.
- No, lo justo y necesario.
- Ya… seguro que te estabas haciendo un dedazo por que no te aguantabas.
- Pues no… vete a la mierda. Me has dejado muy caliente. –dijo Verónica elevando un poco el tono.
- Ya sabes lo que te he dicho. Luego quedas con el cornudo y que te folle.
- Con él es muy difícil que me corra. No folla ni de coña como tu.
- Eso ya me lo puedo imaginar. –dibujando una sonrisa en mi cara.
- Menudo sobrado estas hecho.
- Simplemente estoy afirmando lo que tú ya me dices: que follo bien. Que te coma el coño, aunque sea. No se…
- Ja… eso si que no me lo hace nunca.
- De verdad… no sé que haces con ese inútil. Ven… agáchate un poco y despídete. Dala un beso.
- Si, claro, jaja… ¿y que mas?
- Venga, dala un beso.
A regañadientas, Verónica agacho la cabeza hasta mi polla, ahora morcillona, y con una pequeña gota de esperma en la punta. Se acercó un poco y la dio un beso en el capullo. Al apartarse salió un hilo de sus labios a mi polla producto de aquella pequeña gota que había quedado. Al romperse, ella saco la lengua para limpiarse los restos.
- Límpiamela un poco.
- Joder… ¡no!
- Venga, coño… límpiamela.
- ¿Tú crees que te lo mereces?
- Bueno… míralo por el otro lado: hoy no te he follado el culo. Me he portado bien.
- Ja, ja… ¿pero cómo eres así? A mi culo déjalo en paz. Hoy si te has portado mal, que me has dejado a medias.
- Mira, me estoy dando cuenta de que me gusta este juego de dominar. Y creo que en parte a ti te está poniendo muy caliente. Te aseguro que la próxima vez te recompensare muy bien. –me levante y me senté a su lado, pasando mis piernas por cada lado de su cuerpo. Acerque una mano a su coño y le acaricié el clítoris. – Pretendo que te vayas luego donde tu novio más caliente que un hierro al rojo vivo. Fóllatelo y luego me comparas.
- Ya te he dicho que con él me cuesta mucho correrme. Es un inútil en la cama.
La di un morreo y deje de tocarla el coño.
- Tu sabrás, pero creo que hoy no te va a quedar otra. –la desafié.
- Que cabrón eres.
- Si… lo soy… y te gusta. Y ahora, agáchate y límpiamela.
Me pareció increíble, pero Verónica, resignada o tal vez llena de morbo por aquella sumisión, se agacho hasta mi polla y se la metió en la boca, limpiándome los pocos restos que quedaban de esperma. Luego, una vez limpia, levanto su cabeza, me miró a los ojos y me dio un morreo en los labios.
- ¿Ves como no era tan complicado? Venga, y hazme caso. El próximo día que quedemos, me cuentas.
Verónica no decía nada. Parecía abstraída en sus pensamientos, como si aquello la confundiese. Nos vestimos, y nos acercamos a la puerta de mi casa, abrí y nos empezamos a despedir.
- Bueno… ya hablaremos. –dijo Verónica.
- Eso es… ya hablamos. A ver que tal. Mañana es sábado y saldré con los amigos por ahí, así que no podremos quedar.
- Si… yo también quedaré con las amigas y con mi novio… así que si eso… el domingo hablamos ¿vale?
- Ok… eso dalo por hecho.
De repente suena un telefonillo… pero no es el de mi casa… ¡es el de la suya!
- Uy… llaman a mi casa. Voy a abrir.
Vero rápidamente sacó las llaves y se apresuró a abrir la puerta. Insistían una y otra vez llamando al telefonillo ¿Quién sería? Por fin abrió la puerta y cogió el interfono:
- ¿Si?... ah… vale… sube ¿ya? Vale.
- ¿Quién es? –pregunté intrigado.
- ¡Mi novio!
- No jodas… ostias… casi nos pilla ¿le estabas esperando?
- Que va… se presenta a veces por sorpresa.
- Bufff… que mal rollo. Bueno, venga, cierro. Ya hablamos.
- Vale.
Casi ya cerrando la puerta me di cuenta de que me faltaba algo… ¡Mis gafas!
- ¡Ostias… espera, espera Vero! ¡No cierres!
- ¿Qué pasa?
- ¡Mis gafas!
- ¿Dónde están?
- En tu mesilla. Al lado de tu cama. Me las deje antes.
Verónica se apresuró a entrar deprisa a por ellas. Noté que ya estaba subiendo por el ascensor. Como nos pillase… podía sospechar nada bueno. Verónica por fin salió por la puerta de la entrada y me las dio.
- Ufff. Gracias. Venga… cierro que ya está aquí.
- Venga, ciao. - acertó a decirme.
Justo cuando cerré la puerta se abría la del ascensor. Curioso me asomé por el pestillo de la puerta. Ahí estaba su novio:
- Hola… ¿con quién estas? -pregunto el muy cornudo.
- Sola ¿por?
- ¿Por qué no me has abierto antes? –volvió a interrogar.
- Estaba en el baño.
El novio por fin se introdujo en su casa y Vero cerró la puerta. Mi corazón latía a mil por ahora. Casi nos pilla. Esperaba que no intentase nada sexual tan pronto con ella, no váyase a ser que notase algo raro en su coño… algo como que estuviese más dilatado de lo normal, jajaja.
Paranoias mías. Ya me contaría la próxima vez.
Continuará…