La vecina de al lado
Era la tía más imponente que había visto en mi vida, con un cuerpazo que quitaba el hipo. ¿Qué como lo sabía?. Muy fácil: ¡estaba desnuda!.
LA VECINA DE AL LADO
Me desperté sobresaltado en mitad de la noche por una fuerte pesadilla. Al pasarme la mano por la frente ésta estaba empapada en perlas de sudor, así que para despejarme me fui a la cocina a beber un poco que agua. Como la persiana de la ventana nunca está bajada, podía ver bien en la penumbra, motivo por el que no di la luz. Estaba apoyado en la mesa recuperando el aliento cuando algo de luz extra me llegó a la cocina. Llevado por la curiosidad me acerqué a mi ventana y vi que en el piso de enfrente alguien había dado la luz. Otro insomne como yo, pensé. Seguí mirando para ver quien era, y cuando apareció, quedé boquiabierto: era la tía más imponente que había visto en mi vida; de 175 de alto más o menos, largo pelo castaño que llevaba en melena lisa, sus ojos me parecían castaños, de mirada risueña, y un cuerpazo que quitaba el hipo, con un culo bien formado, respingón, unas tetas deliciosamente firmes y una cintura estrecha. ¿Qué como lo sabía?. Muy fácil: ¡estaba desnuda!. Iba completamente en cueros. Debía tener como 20 ó 22 años, y tenía las mejores curvas que había contemplado nunca. Quedé embobado mirándola, y ella no pareció percatarse de mi presencia a pesar de que la luz de la cocina me dejaba bastante al descubierto. Debido a cierto desnivel, nuestros pisos no estaban completamente igualados, si no que el mío estaba ligeramente por encima(tampoco mucho), lo suficiente para tener buena vista del aquel manjar por el que mi boca suspiraba para comérmelo del todo.
Y de golpe, apareció por el umbral de la cocina un tío, desnudo igual que ella, que si no era culturista le faltaba poco, pues estaba bastante cachas. Fue con la tía y se enzarzaron en una batalla de besos con lengua que llevó a ella a ponerse tumbada sobre la mesa de la cocina mientras él la metía mano por todas partes, y lo que no estaba acariciando lo besaba implacablemente. En la posición ventajosa que tenía parecía tener butaca de primera fila para ver el espectáculo, y viendo que no habían reparado en mí, me quedé a observar(tonto sería de no hacerlo).
El tío se ensañaba con ella de un modo apabullante, era como un pulpo sobón que no paraba de tocarla, besarla, acariciarla y meterla mano de arriba abajo. Cogiendo una banqueta de debajo de la mesa se sentó y se puso a comérselo todo, abriendo sus labios vaginales de par en par y metiendo la cabeza entre sus piernas, penetrándola con la lengua. Aunque por desgracia no podía oírlos, veía perfectamente la cara de ella, y con los gestos que hacía tenía que estar pasándolo de miedo. Su cabeza giraba de un lado a otro y su boca se entreabría y volvía a cerrar presa de unos gemidos que tendrían que resonar de un lado a otro. Solo de imaginármelo me ponía a tope. David Jr. ya estaba bien despierto dentro de mis pantalones de pijama, y no pude contener las ganas de sacarlo de su prisión y pelármela lentamente ejerciendo de mirón.
El individuo se pasó no menos de un cuarto de hora devorando todo el coño de la nena, que por lo menos ya habría tenido un buen orgasmo entre tanto lengüetazo por uno y otro lado. El tío abandonó su cómodo sitio y se puso al lado de ella para que se la mamase. Tenía una buena herramienta el musculitos. La chica se la tragó toda y comenzó a mamarla como una posesa, cogiéndola con las manos y acercándola más a su boca. Besó su glande un montón de veces, pasó la lengua por él, recorriéndola a lo largo de los huevos a la puta y vuelta, disfrutando de aquella masa de carne ardiente como si se tratase de un niño con un juguete nuevo. Él echó hacia atrás la cabeza con los ojos cerrados, dejándose llevar por la evidente sensacional mamada que le estaban haciendo(y yo allí machacándomela como un mono viendo aquella escena, lo que hubiera dado por estar jugando con la nena). Ella se la jaló hasta al fondo, o más bien dicho se tragó todo lo que pudo, chupando con fuerza y no dejándola salir. Estuvo tanto tiempo con ella en la boca que pensé que salvo que respirara por la nariz tenía un aguante de impresión. Ni siquiera la dejaba de chupar del todo, pues aunque se la sacaba siempre le quedaba algo dentro de la boca, aunque fuera el glande. Debía hacer unas mamadas como para derrotar ejércitos enteros. Y luego decían que Cleopatra una vez se la mamó a los 100 invitados de una fiesta que dio en palacio. ¡Ésta fijo que lo hacía mejor!.
Fascinado por aquello mi monstruosa paja tocaba su fin, pues me era imposible contenerme por más tiempo, así que raudo y veloz cogí papel de cocina para limpiar el suelo justo después de que mi paja se convirtiera en el orgasmo más visceral y profundo de cuantos recordaba. Apreté los dientes tan fuerte como pude para no dar gemidos que despertasen a mis padres, los cuales, por fortuna, sabía que jamás despertarían a aquellas horas de la noche(eran las tres y media, más o menos). En cuanto limpié el suelo de semen tiré el papel a la papelera y seguí mirando. El apogeo estaba a punto de llegar y no podía perdérmelo. Colocándose entre las piernas de ella el musculitos acercó su polla a los labios vaginales de ella, avanzó un poco y sin usar las manos consiguió penetrarla con facilidad. Se echó sobre la nena tomando posesión de sus tetas, lamiendo los pezones, besándolos y chupándolos como el obseso sexual que parecía ser. Sus caderas iniciaron el ritmo de bombear y sobre la mesa de la cocina se estaba tirando a aquel bombón de labios carnosos y curvas vertiginosas. ¡¡Y yo me había vuelto a empalmar!!. Viendo como le entraba la polla a aquella nena me puse a cien, quería ir a follarla como aquel tío se la estaba follando.
Aquellas formidables tetas fueron estrujadas cosa fina, parecía que a ella le gustaba que jugaran así con su cuerpo por las caras que ponía. El tío desplazó las manos hasta posarlas en el culo, apretándola y masajeándolo hasta que se volvió a poner de pie y con el culo la sostenía y atraía hacia él para que pudiera penetrarla mejor. Los movimientos que hacían eran fantásticos, se acompasaban como el pulso y los latidos del corazón: era evidente que no era la primera vez que se montaban un numerito como ese. Ella, con la cara perdida, por un momento abrió los ojos y me escondí, rezando por que no me hubiera visto. A los pocos segundos me incorporé y al ver que seguían a lo suyo, suspiré de alivio. Apoyándome en el alfeizar apoyé mi cabeza en mis manos y me relamí fantaseando con aquel cuerpo de diosa que estaba siendo usado de una manera que solo podía calificar de fantástica. Le estaban echando un polvazo y padre y señor mío. Bajé una de mis manos y tuve que hacerme otra paja porque mi calentura no podía contenerse. ¡¡Menudo polvo, vaya vicio de mujer!!.
Por los movimientos pude ver que su maniobra de usarla como una muñeca se estaba acabando, pues dejó de sostenerla por las nalgas. Ella giró las piernas entorno a sus caderas haciendo el efecto de tenaza para no dejarlo escapar, a lo que él respondió con unas acometidas que la hicieron arañarlo por la espalda. Vi como el gimió de dolor pero no paró, todo lo contrario, le dio bastante más duro como si la castigara por hacer aquello. Por los movimientos tan bruscos que él le daba parecía estar violándola, pero nada más lejos de la realidad. Ella tenía la boca abierta y los ojos cerrados: aquello la gustaba, y a mí no digamos. Mi segunda paja de la madrugada estaba próxima a acabar, pero quise aguantar al menos hasta que él se corriera. Como mi paja comenzó bien avanzado el polvo, la suerte estuvo de mi lado y con ojos saltones y vidriosos vi como él se sacó la polla de ella y la puso en su cara, corriéndose y dejándola embadurnada. Ella se llevó al semen a la boca y lo tragó todo. Me corrí a lo grande viendo aquello.
Satisfechos, la pareja se prodigaron algunas y toqueteos especiales por sus cuerpos y luego, tras un beso en la boca, primero se marchó él y luego ella, que fue a la nevera a beberse leche. ¡¡LECHE!!, pero si había recibido de sobra. Yo me encontraba fuera de sí. ¿Quién era esa tía?, ¿cuándo había llegado al barrio?, ¿cómo podía estar tan buena?. Fue la noche que más problemas tuve para dormir. No podía quitarme de la cabeza la imagen de aquella tía desnuda sobre la mesa mientras se la cepillaban. Estaba claro que tenía que conocerla, tenía que saber quien era. Mi polla me pedía a gritos que la encontrase para colarse cual serpiente entre sus piernas y por supuesto no me iba a quedar con las ganas de ser un mirón. Quería follármela e iba a conseguirlo.
Esa mañana siguiente salí de mi edificio y di la vuelta a la manzana de casas para entrar en el otro portal y buscar su piso. Comprobé todos los buzones hasta dar con él, y me encontré con cuatro nombres. ¡Cuatro!. ¿Cuál sería?. Había Victoria, Adela, Luisa y Noelia. Mi frustración por aquel enigma me consumía por dentro, hasta que al volver a fijarme, se me encendió la bombilla. ¿Cuatro tías en un mismo piso?. Eso solo podía significar una cosa: ¡estudiantes de universidad!.
Como la universidad de la ciudad estaba a dos palmos del barrio, los edificios de la zona solían acoger a los estudiantes que alquilando el piso vivían allí todo el año lectivo. No sabía que tan cerca de mí hubiera uno de esos pisos. Eso fue la mejor pista que tenía para saber quien era, así que decidí irme y esperar a mañana para saber quien era la susodicha reina de la juerga nocturna. Pasé el día entero fantaseando con hincarme a aquella diosa, tan absorto estaba que hasta mis amigos me preguntaban si me había pasado algo. Yo les decía que no, que simplemente tenía otras cosas en que pensar y que por eso parecía ausente. ¡Como para no quedar en blanco pensando en aquella hembra!.
Me fui a la cama haciendo verdaderos esfuerzos para conciliar el sueño, pues mi lascivia, 24 horas después del evento, aún seguía muy alta. Estuve dando vueltas en la cama hasta que tuve que saltar de ella porqué no aguantaba más. Me levanté y quise poner la TV para pasar el rato, pero fue que mirando a la cocina me entró la duda de si volvería a repetirlo. Por la forma que tenían de montárselo era evidente que el cachas aquel era el novio de ella. Menudo maromo. Aún así estaba deseando follármela, aunque me dejaran en una camilla de hospital. No iba a quedarme con las ganas, y precisamente, con ganas de satisfacer mi curiosidad, me levanté de la salita y me dirigí a la cocina con la esperanza de que el espectáculo se repitiera. Esperé durante media hora sin que nada pasara, y cuando me disponía a irme, vi que la pared que tenía enfrente de mí(y el umbral de la puerta que estaba al lado a mi izquierda) de repente brillaba más. Me giré presa de la emoción y allí estaba mi diosa. Estuve a punto de gritar de alegría, pero me contuve. Cogí una banqueta y me senté para ver aquello, no sin antes coger también papel de cocina para limpiar el suelo para cuando acabara de pajearme.
Mi diosa del sexo estaba de nuevo en la cocina en pelotas con todos sus encantos a la vista, pero cuando el tío apareció, ¡no era el de ayer!. El de ahora era un chico de color, un armario empotrado que me recordaba al Papá Oso de Armageddon . Madre de dios, que mostrenco. Ella fue a abrazarlo y él la cogió del culo, elevándola y sosteniéndola en el aire cuando ésta cruzó las piernas por las caderas de él. Apoyándose en la mesa de la cocina de espaldas a él, la chica separó sus piernas y arqueó su espalda, mientras el nuevo amante se arrodilló para lamerla y coger el clítoris con los dedos, jugando con él, pellizcándolo y retorciéndolo. Mi diosa particular meneaba algo las caderas para facilitar la tarea de Papá Oso, que no cejaba en devorarla entre las piernas. Era una postura diferente a la de ayer, pero no por eso menos excitante. Las manazas de él cogieron aquellas nalgas y las apretaron dejando espacio para que pudiera meter más la lengua por el coño padentro. David Jr. ya estaba despierto y mi mano trabajando en él, pelándomela con paciencia para disfrutar de mi peli porno particular.
A lo largo de interminables minutos el chico se dedicó en cuerpo y alma a ponerla cachonda, devorándola con su boca y saboreándola con la lengua. Cuando él paró, se cambiaron de posición: él quedó apoyado ligeramente contra la mesa de la cocina, y ella se puso a sus pies para chupársela, pero yo no estaba seguro de que aquello fuera posible: ¡¡joder que impresionante manubrio tenía el cabronazo ese!!. Aquello era un morcillón de tres pares de narices que en verdad me traumatizó. ¿Realmente la iba a penetrar con eso?. ¡Imposible, la destrozaría!. Completamente idiotizado por aquella visión vi con mis ojillos verdes como la nena abrió la boca que pensé que iba a desencajar la mandíbula, y consiguió tragarse aquel alfanje árabe, aunque claro está le fue imposible metérsela toda en la boca, pero eso no fue óbice para no darle una mamada de impresión que ojalá pudieran hacerme a mí algún día. La forma en que la sacaba de su boca y la volvía a meter era un show de cinco estrellas. Cuando se la sacaba pasaba la lengua para mojarla y facilitar su labor de feladora, y luego volvía a tragarla, moviendo la cabeza de lado a lado para saborearla como una maniaca.
Mientas veía la madre de todas las mamadas mi paja culminó con un sensacional orgasmo y una buena corrida que salpicó la pared. Sentí que me ardían los pulmones y que mi respiración era trabajosa. Apoyé el codo en el alfeizar y la cabeza en la mano para recuperar el aliento. Tragué saliva y seguí viendo: ahora hacía el juego de cogérsela con las manos y menear la cabeza para hacer de liana enroscada. El mulato ponía unas caras que me hacían reír, porqué estaba en Babia. Le noté muy tenso, y entonces la apartó, por lo que era evidente que estaba a punto de correrse y no quería hacerlo en su boca. Movió la mesa al centro de la cocina y la puso allí como si fuera un juguete, abierta de par en par. Ahora tenía mucha mejor visión, tanto que casi me pareció ver sus labios vaginales, a pesar de que estaba de cara a la ventana, pero sí vi en todo su esplendor el mejor par de tetas de mi corta vida. Que pezones tan firmes, que gozada de montañas nevadas. Bufff, ¡ya me había vuelto a empalmar!.
El armario empotrado se cogió su arma pesada e intentó barrenarla, pero debido al tamaño le costó meterla tal como supuse, pero nuestro Papá Oso no se dio por vencido e hizo más intentos tras dedicarle unos minutos extra a besarla la pucha y comérsela, alternando con aquellos pezones sonrosados y deliciosamente erectos. Volvió a intentar la penetración y tras tres intentos su esfuerzo dio su fruto: la empaló con una fuerza descomunal, tanto que tuvo que ponerla la mano en la boca para acallar el grito que evidentemente habría despertado a las compañeras de piso. Fue entonces que él se giró con gesto temeroso, como si no quisiera que alguien despertara. ¿Por qué?, me pregunté. ¿Acaso escondían algo que no debía saber el resto del mundo?. La incógnita y la fantasía me hicieron divagar al tiempo que observaba aquella tranca clavándose hasta el fondo dentro de ella. Los empujones que propinaba parecían ser como mazas de demolición, todo el cuerpo de esa chica temblaba y se convulsionaba con ese polvo bestial, pero la cabrona lo gozaba que era una barbaridad a tenor por las caras que ponía, las veces que se relamió y la forma de atraerlo hacia ella para tener su cuerpo sobre el suyo propio. Se besaron fogosamente y él pasó los brazos por debajo de sus piernas, abriéndola más aún y penetrando con mayor facilidad y lujuria, y yo con ganas de entrar allí y montarme un trío. ¡Dios, tenía que follarme a esa Afrodita de nuestro tiempo, tenía que hacerla mía!.
La impresionante follada me puso caliente como pocas veces he estado. El placer del mirón se me había despertado y mi polla estaba que reventaba, así que seguí pajeándome con lentitud, ya que no deseaba corridas precoces. Quería alargarlo tanto como ellos el polvo. El mulato agarró las tetas de ella con fuerza, y a pesar de que eran de buen tamaño, pudo agarrarlas sin problemas en cada mano, meneándolas, agitándolas como le dio la gana, cogiendo los pezones con el pulgar y el índice y moviéndolos con ambos dedos. La pasión que aplicaba en follarla era recompensada por las caras que ella ponía. Solo de verla así apetecía ir para que comiera polla y bebiera leche en cantidad. Anhelaba visitar aquel cuerpazo y darle placer por arriba y por abajo, día y noche; entrar en su dormitorio, meterse en su cama mientras ella durmiese y pasárselo en grande, seguro que no protestaría. Dejé de divagar y me centré de nuevo en la pareja de enfrente, cuyo polvo parecía tocar a su fin: ella dobló las piernas, poniendo los pies sobre la mesa, él se las agarró para sujetarla y continuó empujando y follando, metiendo y sacando, metiendo y sacando le dio al "mete saca mete saca mete saca" hasta que lo vi echar la cabeza hacia atrás y quedar como paralizado. Ella también quedó paralizada con la boca abierta del todo. Tuvo que ser un orgasmo desgarrador, parecido al mío cuando me corrí por segunda vez momentos después, manchando de nuevo la pared(ya que estaba casi pegado a ella).
Pensando que se irían a dormir me levanté, limpié las pruebas del delito, tiré el papel a la basura y puse la banqueta en su sitio. Iba a irme cuando al volver a mirar, vi que ella se había dado vuelta y él, que ahora me daba la espalda, se puso delante de ella para que se la mamara. ¿Es que aún les quedaban fuerzas?. No puede ser, pensé, no después de aquel polvo, pero por si las moscas no me marché: volví a sentarme y fruncí el ceño divertido a la espera de ver que pasaba. El mulato meneaba las caderas como si la estuviera follando por la boca, y me pareció que la sujetaba por la nuca para evitar que ella intentara sacarse aquel enorme miembro erecto. Se curvó sobre ella y dio cachetadas en su culo hasta dejarlo enrojecido, según vi cuando él se apartó de ella. Girando 180º sobre la mesa volvió a su anterior posición y apuntó de nuevo, pero no a la vulva, ¡iba al culo!. Me levanté de mi asiento con una mueca de absoluta sorpresa. Apuntó, avanzó un poco, empujó, empujó más, otra vez, más aúuuuuuuunn ¡¡y se la metióooooooo!!. Oh dios míooooooooooooo no podía creerlo, él había logrado meter aquel salchichón por el culo, y había entrado casi toda. De nuevo tuvo que taparla la boca para evitar los gritos, y cuando se hubo calmado, ella asintió a algo que él le había dicho: deduje a ciegas que él había preguntado si ella quería seguir, y ella, en plan pendón, había dicho que sí. Cogiéndola de las caderas empezó a culearla de lo lindo, meneándose lentamente para que el culo dilatara lo bastante para recibir de mejor grado aquel mástil de ahora en adelante. No sabía si ella acababa de perder la virginidad anal, pero el pensar que efectivamente así era, y que había sido esa morcilla la primera en entrar hizo ponerme erecto, así que volví a coger papel de cocina.
Era la primera enculada que estaba presenciando, y no imaginaba lo mucho que una mujer podía disfrutar con eso. Por las caras contraídas de placer que estaba poniendo mi musa sexual supe que lo estaba gozando segundo a segundo. Mi diosa del sexo había elevado mis deseos por martillearla cada día, cada hora, cada maldito segundo. Mujeres así no son tan fáciles de encontrar, ¡¡y yo tenía una enfrente mía!!. Por amor del cielo, que enculada recibía, que fuerza tenía el Papá Oso. Éste pasó sus manos por debajo de los brazos de ella, sujetándose de las tetas, tirando de ellas, volviendo a cogerlas, apretando, soltando, volviendo a apretar Que gozada de noche, nunca me hubiera imaginado que pudiera hacerme tres pajas casi seguidas y más aún haciendo de mirón. Tenía tal calentura que por algunos momentos pensé que iba a hacer estallar la casa entera. Tenía que follármela, que metérsela ¡¡PERO YA!!.
Salvaje. Solo así podía y puedo describir la enculada que la universitaria recibía entre pecho y espalda. Al mulato parecía encantarle dar por el culo a una mujer como ella, pues no dejaba de hablar algo. Debía estar diciéndola unas guarradas de las buenas, de esas que suben las cotas de placer hasta nuevas cumbres. La mía ya estaba por las nubes, y la paja que me hacía se me antojaba interminable. Debieron pasar como 10 minutos de mete saca en aquella preciosidad de culo respingón, el cual ya estaba como el túnel del Canal de la Mancha. La polla de Papá Oso iba y venía sin resistencia alguna, pero iba más deprisa cada vez. Para ellos estaba al caer el segundo orgasmo, y el tercero para mí. Si hubieran podido oírme a través del patio de vecinos habrían alucinado: "fóllala Papá Oso, métesela toda, encúlala jodeeeeeeeeerr no pares, destrózala el culo, rómpeselo cabrón, que lo goce eso es, asíiiiiiiiiiiiii". Mi mano iba a toda caña fustigándome la polla como un mico, buscando ese tercer orgasmo de la noche. Me costaba abrir los ojos para mirar, pero mis deseos por ver como se corría en su culo eran demasiados como para ignorarlos. Agarré con fuerza el alfeizar con mi mano libre y resistí un poco más a tiempo para ver como entre movimientos enloquecidos y serpenteantes ambos se corrieron y por fin la embarró el culo, llenándola de semen. Ya no pude soportarlo más y conseguí ese tercer orgasmo, que me dejó sin más fuerzas. Por fortuna a ellos también y se retiraron tras un beso en sus labios y una visión sublime: ella se giró, quedando de espaldas a mí, y el la separó las nalgas, mostrando lo dilatado de su orto. Solo de ver eso sirvió para estar fustigándome toda la noche.
Esa mañana que siguió desperté con unas ansias terribles: necesitaba saber el nombre de mi musa, tenía que saberlo. Me aposté cerca de la universidad poco antes del timbre de salida y esperé a verla salir con las amigas. La espera dio su fruto, y entre las últimas que salieron, estaba ella con sus cuatro amigas. Me sorprendió ver que las cuatro hablaban al mismo tiempo y las cuatro se entendían. Agudicé el oído para ver si salía algún nombre de ellas, pero nada, no había manera. Caminé a pocos metros detrás de ellas para escuchar mejor, pero mi esfuerzo fue vano. Antes de darme cuenta ya habíamos llegado a su portal y se metieron. Me quedé muy decepcionado, hasta que pasé justo delante volviendo a casa y las escuché repartiéndose al correo. De golpe escuché: "Luisa, para ti de tus padres". Al girarme de refilón, ¡¡ERA ELLA, MI DIOSA, MI MUSA!!. "Luisa", susurré. Su nombre fue como un regalo del cielo. Por fin podía ponerme nombre a aquella diosa que cada noche me daba un show fantástico. También pude pillar los nombres de los demás y relacionarlo con otros tres monumentos de mujeres, con más curvas que una vuelta ciclista. Vaya cuatro diosas tenía al lado de mi casa, menudas "vecinitas": Noelia era pelirroja, de piel morena, pelo corto y ojos azul cristal, con unas tetas algo pequeñas pero con un culo fenomenal; Victoria era rubia, de ojos verdes y piel blanca, con unas domingas bien firmes, como las de Luisa, pero un culo algo plano, y Adela tenía el pelo castaño como Luisa, pero rizoso, no liso, con los ojos color avellana, y era la que tenía el par de melones más grande de todos, dos verdaderos melones para meter la cabeza, y lo que no era la cabeza jajajajaa. Eran realmente cuatro bellezas, pero Luisa era Luisa, y ni por asomo las demás me excitaban tanto como ella. Con impaciencia esperé a la madrugada, pensando en quien aparecía: ¿sería Papá Oso, o sería el musculoso anterior?. Me consumía la curiosidad.
Apostado en mi lugar de vigía, preparado con una munición de kleenex(más prácticos que el papel de cocina) y mi verga en ristre, esperé que Luisa apareciera. Tardó como 10 minutos, pero finalmente lo hizo y apareció como siempre, mostrando orgullosa su cuerpo serrano, con aquellas carnes calientes y sensuales que mi cuerpo ansiaba con desesperación. Apoyándose en la repisa de la cocina se sonreía, por lo que vi que estaba esperando a uno de sus amanes nocturnos. ¿Quién sería esta vez?. Necesitaba saberlo, lo necesitaba de verdad. Y de repente ¡chas!. El tío apareció, sí, ¡pero no era ninguno de los anteriores!. Era un pelirrojo flacucho, nada que ver con los anteriores. Y cuando no me había repuesto de la primera impresión, ¡apreció otro!. Éste era más corpulento, pero nada de cachas como los anteriores. Y era rubio platino, a diferencia de los morenos de los otros días y el pelirrojo que estaba a su lado. Mis ojos estaban que no daban crédito. ¡¡Luisa se iba a montar un trío!!.
Poniéndose más o menos en el centro de la cocina, el rubio se puso detrás de ella y el pelirrojo delante, el primero comiéndole el culo y el segundo las tetas, mientras Luisa se echó hacia atrás para que sus tetas estuvieran a mejor disposición de los comensales. El rubio rápidamente dejó de comerle el culo, poniéndose al lado del pelirrojo y entre los dos comiéndola las tetonas de lujo. A veces se alternaban, pero los dos se ensañaron en chupar de aquellas cerezas que debían saber a gloria. Cuatro manos iban de un lado a otro, dos de las cuales agarraban de aquello culo de ensueño y lo apretaban, estrujaban, masajeaban, cacheteaban un culo para dar y tomar. Ellas los abrazaba acogiéndolos, diciendo que siguieran, pidiendo más. Menuda diosa de mujer, que ganas por follar tenía. Al ver como separó las piernas pude deducir que uno de ellos estaba hurgándola, tocándola en su vulva mojadita, excitándola poco a poco, notando como se iba humedeciendo como crema de vainilla, y mi polla se iba endureciendo hasta ser como el acero.
El pelirrojo se agachó para meter la cabeza entre sus piernas y probar el sabor de sus jugos, por lo que era éste quien la había estado metiendo mano. Luisa decidió echarse sobre la mesa de la cocina, y mientras el pelirrojo seguía comiéndole el coño con total dedicación, el rubio se puso al lado de la cara de ella con la polla tan dura como la mía. Ella abrió la boca y simplemente la engulló por completo en su boquita a la vez que recibía lengua entre sus piernas. Viendo como mamaba y la mamaban me masturbaba con una maliciosa sonrisa pensando en como podría ser yo el que estuviera allí dándolo todo. Me relamía imaginando en como abrirla de piernas, hincársela hasta los huevos y correrme entre caóticos gritos de lujuria. Centrándome de nuevo en el trío que había al otro lado del patio de vecinos, los dos tíos habían cambiado de posición, y ahora era el rubio quien se lo comía todo y el pelirrojo quien estaba disfrutando de una señora felación que Luisa hacía. Al igual que Papá Oso ayer, el pelirrojo movía algo las caderas para follarle la boca, intentando metérsela toda. Ella no parecía quejarse, pues posó sus manos en el culo de él para evitar dejar de mamarla. El rubio, por su parte, continuó sus avances metiendo la lengua dentro de la lasciva morenita, lamiendo y chupando los jugos, sacándola luego para jugar con el clítoris, probando a meter un dedo, que debía quedar bien mojado de tanto jugo que segregaba. Luisa estaba a punto.
El rubio no espero más preliminares: se alzó, se puso sobre ella, se la cogió con la mano y se la metió bien metida. Luisa quedó como en trance unos segundos, con una impagable cara de felicidad. El pelirrojo, al igual que yo, decidió esperar, conformándose con ser testigo del polvo de su corpulento amigo, que follaba como si llevara años sin hacerlos. Era una especie de bestia que la acariciaba con furia, con saña, queriendo tenerla como si ella fuera una muñeca, dando pollazos en su vulva a diestro y siniestro. El tío aquel estaba practicando con ella sexo duro, y Luisa, aunque parecía que no gustaba de aquello, no intentaba quitárselo de encima, si no que sus forcejeos eran más fingidos que reales. Todo era apariencia: ella disfrutaba de aquel polvo violento. Con cada acometida Luisa se movía ligeramente en la mesa, su cara se contraía para luego relajarse y cerraba los ojos para recrearse en lo estupendo que se la estaban follando. Debido a la fuerza con la que se la follaba el orgasmo sobrevino con rapidez y ambos se cogieron de las manos gritando de placer. La escena hizo que mi paja también fuera más deprisa y que me corriera poco después de que ellos lo hicieran.
En cuanto uno se apartó, el otro tomó el revelo. Ella lo recibió con los brazos abiertos y le cogió el manubrio para clavárselo dentro suyo. Se contoneaba en la mesa y atraía al pelirrojo, animándolo a follarla. Él se sonrió con malicia y la levantó de la mesa. Se fue un momento y volvió con una especie de colcha que echó sobre el suelo. Él se echó sobre la colcha y señaló a Luisa, la cual se sentó sobre la cara de él para unos más de sexo oral, además por partida doble, ya que ella estaba a la altura de mamársela al pelirrojo, y así lo hizo en plan glotón. Como estaban de perfil, podía ver la escena a las mil maravillas. En cuanto acabé de limpiar el semen del suelo me aposté otra vez junto a la ventana, viendo con cara ilusionada como el trío iba a consumarse: Luisa se sentó sobre el rubiales, se clavó la polla ella solita dentro de su panocha, el pelirrojo se puso detrás de ella, apuntó al orto y mi Afrodita particular echó la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados cuando sintió que dos vergas la tenían penetrada.
Como había pasado el suficiente tiempo mi polla ya estaba de nuevo en plan de entrar en acción y así lo hice, pelándomela mientras me deleitaba con aquella visión: Luisa con dos pollas, cada una llenando sus ricos agujeritos. Aunque les costó, al final alcanzaron un ritmo común de penetrada y se pusieron a bombearla como locos. Ella se agitaba en todas direcciones, su cuerpo se retorcía con absoluta locura. Debía estar gozando de aquel trío como una obsesa sexual, lo mismo que yo, con la polla en la mano pajeándome como un verdadero simio. Fue un delirio de noche en el que, tras acabar aquel primer trío, cambiaron la posición para probar el cambio de agujero. Luisa tuvo polla por arriba y por abajo hasta hartarse. Me dio tiempo a hacerme dos pajas más, llegando como ayer a un total de tres. Aunque ya no podía tocármela más debido al cansancio quedé viendo como ellos seguían a lo suyo hasta que se retiraron a dormir. Acto seguido hice lo mismo sonriendo con total maldad: iba a conseguir follarme a aquella hembra, y ya sabía como hacerlo.
Esa mañana de Sábado que siguió me puse cerca de su portal para verlas salir y así seguirla para saber de donde Luisa conseguía tanta polla para ella sola. Si era algo ilícito pensaba usarlo contra ella. Aparecieron a los 10 minutos las cuatro con los chicos, y al verlos todos no pude si no sonreír como un diablo: ¡resultó que los tíos eran los diferentes novios de cada una!. El cachas de la primera noche era el novio de Luisa, Papá Oso el de Adela, el rubiales lo era de Victoria y el pelirrojo de Noelia. De modo que se follaba a los novios de sus amigas. Menuda arma tenía en mis manos. Mi cabeza desvarió todo lo que quiso y más: ¡¡me la iba a follar de verdad!!.
Dado que iban todos juntos decidí esperar un día más, y tras un nuevo espectáculo nocturno(esta vez tres contra una, en donde la follaron, encularon y chupó polla a placer, mientras yo tuve que resistir el hacerme pajas para guardar fuerzas), a la mañana siguiente me aposté en su portal, deseando que ella saliera a solas. Mi objetivo se cumplió, pero solo parcialmente, pues Luisa salió pero acompañada por Victoria. Fueron a un parque cercano y yo las seguí a fin que coger un momento para hablar con Luisa a solas. La suerte me acompañó ya que, una vez en el parque, Victoria se puso a dar la cháchara con dos amigas y Luisa quedó sentada en un banco cercano. Me senté a su lado y ella se giró para verme. En plan secretito me acerqué a ella y le conté que sabía su secreto, que sabía lo que hacía por las noches a espaldas de sus amigas. Luisa quedó muy trastocada y me preguntó que qué quería de ella. Se lo expuse claramente, pero ella protestó. Viendo que Victoria estaba ahí al lado dije que iría ahora mismo a hablar con ella, pero Luisa me frenó y aceptó mis condiciones. La dije que lo quería ahora mismo, y me fui a su portal a esperarla. 10 minutos de espera o se lo diría a sus compañeras de piso. Casi agotando el tiempo Luisa apareció sola y subimos a su piso, que era bastante acogedor. En cuanto se cerró la puerta tiré voladores de la alegría. Nos fuimos a la cama y la eché allí. La desnudé con calma, acariciándola por todas partes, recorriendo y descubriendo cada recoveco de su cuerpo, admirando la tersura y perfección de sus curvas. Luisa se dejaba hacer mientras mi boca se pegó a su cuerpo y comenzó a chupar sus pezones.
Me quité la ropa y en seguida me quedé desnudo mostrando mi ya perfecta erección. Hice que me la cogiera y me pajeara un poco a la vez que probaba el sabor de sus labios. Mmmmmmmm que manjar, era mucho mejor de lo que me había imaginado, mil veces mejor. Di besos cortos, suaves, duros, largos, de tornillo Luisa, según pude ver, reaccionaba lentamente a mis caricias, cediendo poco a poco su resistencia, o eso me parecía. Metí mano entre sus piernas y toqué aquella panocha de viciosa. Los labios estaban finamente dibujados, abiertos de manera permanente un par de centímetros. Normal, con tanta polla que se metía por ahí. La abrí de piernas, contemplándola como la perra que era, desnuda y abierta enseñándolo todo. Que ardor de mujer, no podía esperar a follarla, aunque no quise metérsela sin que antes nos montásemos un 69 de los que hacen época. La felación que me hacía era de morirse, su boca me chupaba de tal modo que parecía querer arrancármela a cachos, y el cunnilingus que estaba dándola tampoco era nada desdeñable. Era la primera concha que me comía, me lo estaba pasando bomba. Cuando se mojó bebí de sus jugos, excitándome más, tanto que ahora sí que no podía esperar. Me salí de ella y me puse en posición para hincársela. Tenía la verga a punto de nieve, así que la hice avanzar: mi glande chocó con sus labios vaginales, hice esfuerzo de empujar y a la primera ya se la había metido.
El ardor que tenía en el cuerpo fue como estar en un día de verano a 30º C. Quedé conmocionado por sentir aquella pasión. Me puse encima de ella, la cogí bien cogida, y meneé las caderas: al fin me la follaba. Ufffff que señor polvo iba a pegarla a esa guarrilla de coño caliente. Luisa no tardó en ponerse a gemir como una perra en celo, parecía que estuviera en el cielo. Las acometidas que perpetraba me parecían descomunales, una verdadera gozada que a cada momento alcanzaba nuevas cotas de placer. Estaba tan húmeda que mi manubrio se deslizaba a la perfección por su vulva. Mmmmmm era increíble. Luisa era un pibón que jadeaba y recibía polla de maravilla. Sus caderas se menearon a ritmo de mi penetrada, acompasando mis movimientos con los suyos, gozándolo como yo pensaba. Pasé mis manos por debajo de sus brazos y la cogí por los hombros, apretando con fuerza y follándola más fuerte. Aaaaaah aaaaaahh aaaaaaaaaahh no quería parar de follármela, no quería salir de allí nunca. Ella se aferró a mi espalda y me arañó, a lo que respondí con severas y más potentes acometidas. Me encontraba tan cachondo que sentí sobrevenir el orgasmo un poco antes de lo esperado, así que intenté ir más lento para alargar el momento y gozar algo más de aquella cuca de putilla, pero no podía, estaba demasiado excitado. Bombeé y bombeé con rabia animal, llevándola a ella también el orgasmo y gozando ambos al mismo tiempo, en un paroxismo sin precedentes, llenándola de mi leche y ella chorreando sobre mi verga. Fue el mejor orgasmo hasta la fecha.
Ella creyó que había terminado, pero estaba equivocada pues quedaba algo que quería probar por encima de todo y no iba a dejar pasar la oportunidad. La volteé dejándola boca abajo, hice ponerme en pompa y me dispuse a encularla: Luisa forcejeó intentando evitarlo, pero no le fue posible y también se la endiñé por el culo. Estaba tan dilatada que ni siquiera tuve problemas al penetrarla. No perdí tiempo queriendo dejar que se amoldase, de modo que la sodomicé como yo siempre quería hacerlo. Mis meneos la tenían loca, pero totalmente enloquecida hasta tal punto que no sabía si estaba gozándolo de placer o de dolor. Esa mezcla tan exquisita fue como un incentivo extra para seguir perpetrándola a mi antojo, sometiéndola por entero a mi capricho. ¡¡Aquello casi era mejor que follarla, que delicia de culo!!. Ya había enculado a alguna compañera en otra ocasión, pero Luisa fue lo más de lo más. Su culo era perfecto para tragarse pollas y correrse dentro. La cogí de las tetas y las apreté como había visto hacer las noches pasadas, hincándola más fuerte a golpes secos y brutales para que ella gozara como sabía que haría. Llevado por el calor del momento me curvé sobre ella para darle un par de chupetones en el cuello y así excitarla más. La salvajada de mis acometidas nos llevó a gozarlo nuevamente, llenando su culo de leche. Tras ese segundo polvo la besé y me disponía a irme satisfecho, pero ella me replicó.
-¿¿Dónde te crees que vas??.
-A casa-dije-. Aquí ya he terminado.
-De eso nada. Aquí solo acabas de empezar.
-¡Eh!, tú a mí no me mandas, si no me voy a tus compañeras y les cuento que te follas a sus novios.
-Por mí puedes hacerlo cuando quieras-replicó con malicia-.
-¿¿Cómo??, ¿¿es que quieres que lo haga??.
-Solo si quieres, pero no les contarás nada nuevo. Ellas ya lo saben.
-¿¿¡¡QUÉEE!!??.
-Niñato insolente. ¿Quién diablos te hizo creer que ellas no estaban enteradas de mis actividades nocturnas?.
-No es posible. Si en una de las noches tú y el otro tío os girasteis por si alguien se despertaba.
-Eso era porqué Victoria y Noelia tenían examen y no queríamos despertarlas, pero aquí todas follamos con todos y todo lo sabemos. Para eso nos montamos buenas orgías los ocho juntos de vez en cuando.
-¿Y no me dijiste nada?, ¿me dejaste creer que ellas no lo sabían?.
-Tú no me lo preguntaste.
-¡¡Eres una zorra, me engañaste!!.
-Y tú me chantajeaste, y me violaste-recalcó cruzada de brazos-.
-¡Un momento!. Yo no te he violado.
-Apuesto a que tu madre no piensa igual si voy a hablar con ella.
Aquello me provocó un escalofrío de pies a cabeza.
-Jaaajajajaajaa-rió- fue fantástico hacerme la inocente para así jugar contigo. "Oh no por favor no se lo digas a las otras, haré lo que tú quieras"-bromeó haciendo muecas de niñita inocente-. Te has colado amigo. Si querías follarme, solo tenías que pedirlo-aclaró-. Para algo somos universitarias, nene.
Me obligó a quedarme allí mientras ella llamaba a las demás, que vinieron acompañadas de sus novios. Nunca en toda mi vida me sentí tan pequeño e impotente. Las cuatro lobas me ataron a la cama y me retuvieron 12 horas, abusando de mí cuando las venía en gana: me chuparon, pajearon y follaron tantas veces que perdí la cuenta. De vez en cuando me daban algo de comer para mantener las fuerzas, y alguna de ellas follaba con alguno de los tíos delante de mí para que yo hiciera de mirón y me pusiera cachondo. Para cuando me soltaron estaba con la mirada perdida, agotado a más no poder, mientras ellas reían a mi costa. Me llevaron a la puerta de su piso y me dejaron marchar.
-No te olvides volver de vez en cuando si quieres follar-se despidió Luisa-.
¡Encima cachondeo!. Como estaba demasiado cansado para protestar me limité a volver a casa, recibiendo además un broncazo de los gordos por mi ausencia, y un buen castigo. Solo entonces aprendí lo sabio que es ese dicho de "no te metas donde no te llamen". Conste que dos meses después, cuando me crucé de nuevo con Luisa, ésta me preguntó que tal estaba como si fuésemos amigos, usando su recurso para utilizarme de vez en cuando en compañía de sus amigas. Al final incluso acabamos siendo amigos y todo. ¡Increíble!. ¡Si me lo hubieran dicho no lo hubiera creído!. Cuando pienso en ello no sé si enfadarme, alegrarme, llamarme estúpido o felicitarme. Aún hoy, dos años después, no dejo pensar en aquellas 12 horas de esclavo sexual, en como me usaron para satisfacer sus caprichos y como supieron manipularme, pero sobretodo pienso en mi madre, en la cara de extrañeza que tenía al no entender, pese al severo castigo que me puso y al agotamiento que mi cuerpo mostraba, por qué yo no podía dejar de sonreír