La vecina casada y hetero sometida (II)

Continua mi depravación y emputecimiento a manos de mi joven ama

Ante todo disculpas por tardar tanto en volver a escribir, pero entender que una tiene un dia a dia ajetreado –verano, vacaciones, la familia rondando por casa- y además aunque no os lo creáis cuesta hablar de ciertas cosas… Gracias por la multitud de mails recibidos, algunos en tono correcto y otros no, pero bueno… disculpad que no os conteste a la mayoría, pero bueno, c’est la vie, que dicen los franceses. Y para los que no habéis leído el primer relato os recomiendo leerlo para ver de qué va mi historia en https://todorelatos.com/relato/178522/

Los siguientes días los pasé en un estado de excitación y nervios sin parangón: sexualmente había tenido un par de orgasmos de los que hacía tiempo – si es que alguna vez lo hice- no disfrutaba, y por otra parte me atormentaba no saber quién era mi ama, cómo había conseguido la información sobre mí, y lo peor, qué pensaba hacer con ella y conmigo…  Durante el fin de semana nada supe de la viciosa rubia que me había seducido/forzado, y entre los nervios y la excitación estaba tan ausente que apenas atendía a los quehaceres cotidianos o las conversaciones de mi marido y de mi hija. Intentaba convencerme de que tal vez se habría dado por satisfecha con haberme follado y que volvía a ser “libre” , y al mismo tiempo lamentaba no tener noticias suyas... una discreta averiguación de un detective me hizo saber que el teléfono móvil se correspondía a una tarjeta prepago y estaba a nombre de un inmigrante subsahariano – que según me explicó el detective solían vender sus números o contrataban otros como titulares interpuestos a cambio de dinero cuando iban a cambiar de país o regresar al suyo- y que por tanto era imposible de rastrear… en definitiva, mi vida era un sin vivir, y pasada una semana, cuando ya daba por supuesto que no volvería a saber nada de la viciosa niña rubia un lunes me llegó un whatsApp

-          Zorra, esta semana quiero que estés disponible para mí una noche. Invéntate una excusa o búscate la vida, pero no aceptaré un no por respuesta…

Con el corazón desbocado releí el mensaje una y otra vez, intentando decidir cómo haría para no levantar sospechas en casa. Dados los horarios de mi esposo – que estaría fuera por trabajo- y de mi hija – que tenía una cena/fiesta de cumpleaños en casa de una amiga y se quedaría a dormir con ella- el jueves era el día ideal,  y así se lo dije a mi ama, que aceptó la fecha pero insistió en que me las arreglase como fuese pero que esa noche estuviese a su total disposición, y que haría oídos sordos a sus súplicas del tipo “es imposible”, “mi marido y mi hija…” “quedamos otro día y haré lo que quieras” etcétera. Me dijo que me iría dando instrucciones y que pobre de mí que la desobedeciera.

La primera me llegó el martes a mediodía, cuando me dijo que quería que me depilase, recortase los pelos del coño y me hiciera las ingles brasileñas. Como nunca me había hecho tal cosa y no quería ser la comidilla de mi centro de estética habitual cogí el coche tras almorzar y me fui a un concurrido centro comercial. La chica que me atendió – bajita, morena, delgada y con pocas tetas pero un buen culo- se recreó de lo lindo aplicando la cera y las cremas, de tal manera que me excitaba por momentos y lo mío me costó disimularlo…. El miércoles por la mañana me llegó por mensajería un paquete de un vestido que mi ama me ordenaba poner para esa noche: cuando lo vi me dio un vahído: negro, sin mangas, con una cremallera transversal delantera y una falda más que corta era inexistente, que apenas cubría mis nalgas… el paquete venía acompañado de una nota manuscrita que ponía “para usar sin ropa interior” y dejaba a mi discreción la elección de los complementos. Tras mucho dudar decidí combinarlo con unas sandalias blancas de cuña y una cazadora de cuero de mi hija que me quedaba tan ajustada que no me permitía abrocharla. El jueves sobre las ocho, nada más salir mi hija de casa y quedarme sola me fui a darme un baño relajante, me maquillé discretamente y tomándome un vino para tranquilizar mis nervios me dispuse a esperar. A eso de las nueve me llegó un nuevo whatsApp indicándome que me esperaba en un determinado restaurante en media hora, como si adivinase que estaba lista y esperándola, y diciéndome que me identificara en la recepción…  Llamé un Uber y allí me dirigí, con el corazón en un puño y a la vez con un cosquilleo de excitación en el coño… Me presenté a la recepcionista del local – muy refinado y ciertamente de lujo- y ella – morena, de veintipocos años, con poco pecho pero unas piernas interminables –me guió hasta un reservado donde tras abrir la puerta me encontré a mi ama… La cabrona se levantó para recibirme – lucía espléndida, con un vestido blanco de tirantes y falda ibicenca que resaltaba aún más su piel dorada por el sol, con la melena recogida de peluquería y sus labios y uñas de un rojo intenso- me sonrió amistosamente y me dio un suave pico en los labios que me desconcertó por la presencia de la recepcionista, a la que despidió rápidamente

-          Muchas gracias Mónica, danos cinco minutos y vuelve con una botella de Möet Chandon para tomar nota del menú

Cuando la puerta se hubo cerrado tras de mí la pérfida rubia se separó para admirar mi atuendo y apoyándose sobre la mesa me dijo

-          Estás muy guapa Mari, se ve que he acertado con el modelo y la talla, pero ahora quiero ver si has obedecido también con mis instrucciones: levántate la falda y enséñame el coño

Yo, paralizada, apenas logré balbucir

-          Pero la camarera está a punto de regresar y…

-          Hay tiempo de sobra, pero cuanto más tardes en obedecerme más riesgo habrá de que vuelva y te sorprenda… haz lo que te mando y no me rechistes

Roja de vergüenza procedí a remangar la falda del vestido sobre mis caderas dejando a la vista mi coño depilado. La rubita se acercó de nuevo sonriendo lascivamente y mientras con la mano izquierda comenzaba a tocarme con la derecha abrió la cremallera del vestido hasta dejar al descubierto mis senos, cuyos pezones estaban sorprendentemente erectos debido al roce con la tela, la vergüenza y la excitación del momento. Tras unos instantes así subió su mano de mi entrepierna a mi boca y me dijo

-          Chúpalos y comprueba lo bien que sabes

Mientras yo lo hacía ella recompuso mi vestido y me invitó a tomar asiento, con el tiempo justo para oir unos nudillos llamar a la puerta. Por suerte el reservado estaba con la luz baja y la camarera mantenía la mirada apartada de mi, concentrada en servir las copas y anotar los platos: sin darme opción a opinar mi ama eligió ostras, caviar y fresas con nata, una cena tan ligera como afrodisíaca. Comimos con moderación y bebimos alegremente, poco a poco mis nervios se fueron diluyendo al comprobar que la rubia era de conversación agradable, hablamos de todo un poco, sobre todo de mí – mis gustos musicales, el matrimonio, la maternidad…- tirándome de la lengua sutil y lentamente, pero sin revelar ella nada respecto a quien era y cómo había llegado hasta mí… Tras la cena – que insistió en pagar, cosa que hizo en efectivo según pude ver, quizás para no darme pistas de su identidad- sugirió tomar un gin-tonic en un discreto y no lejano local que ella conocía y tras llamar un taxi nos dirigimos a un local que parecía oculto entre las naves de un polígono industrial de las afueras… No tenía letreros, ni luces o puerta de acceso llamativas, sino que parecía una puerta más, pero tras identificarse ella por el videoportero – pronto constaté que era conocida y habitual del recinto- un portero mulato, de cabeza afeitada, en torno a 1.90 metros de altura y con un traje de Armani que le quedaba como un guante y que dejaba ver a las claras su excelente constitución física abrió levemente la puerta y nos invitó a entrar una vez comprobó nuestros carnés de vacunación, requisito indispensable para acceder al local según me dijo cortésmente.

Lo cierto es que a esas alturas de la noche el champán ya iba haciendo sus efectos, y mis nervios estaban adormecidos por el alcohol y la agradable cena. Dejamos las chaquetas en el ropero y accedimos a una sala inmensa que me dejó boquiabierta como si fuese una quinceañera: el local, que aparentaba ser una nave industrial necesitada de una mano de pintura y alguna reforma por afuera rezumaba lujo y elegancia en su interior. Además, el tamaño del mismo y su evidente exclusividad hacía que la gente que allí estaba no estuviese ni mucho menos agolpada. La mayoría de los clientes estaban entre los veintimuchos y los cuarenta y pico años, todos bien arreglados y vestidos, rezumando dinero y elegancia… las mascarillas brillaban por su ausencia, y viendo mi mirada ir y venir de un lugar a otro mi ama me tranquilizó

-          No te preocupes, este no es un pub cualquiera sino un club privado, el local cuenta con un buen sistema de ventilación y espacio más que suficiente, así que no te preocupes. Y agarrándome del brazo me dirigió a unos butacones situados en un extremo de la sala y pidió dos gin-tonics al barman, que solícito acudió a atendernos

Tras brindar por una noche divertida, disipar mis temores y apurar las copas mi ama se levantó y tirando de mí dijo

-          Y ahora vamos a bailar

Hubiera podido protestar, decir que llevaba ya mucho tiempo sin hacerlo, que se me daba mal o qué se yo, pero lo cierto es que en el estado de euforia en el que me empezaba a encontrar me apetecía. A mi marido no le gusta, además es celoso y tras una escena en la última boda a la que acudimos antes del Covid por según él “desmelenarme” no había vuelto a hacerlo. Bailamos como locas y con complicidad zorreamos  un tanto con cuántos hombres – jóvenes y maduros, algunos de muy buen ver- se acercaron a ligotear con nosotras, sacando eso sí nuevas rondas de alcohol gratis sin parar… No sé cuánto tiempo llevábamos así – no llevaba reloj y había dejado mi teléfono dentro de la cazadora en el ropero- cuando la rubia, espantando a los dos moscones que bailaban con nosotros con una sonrisa y diciéndoles que íbamos al lavabo y que pronto volveríamos me cogió de la mano me susurró al oído

-          Ven

Yo, exultante a esas alturas, me dejé llevar como un corderillo, pero al llegar a la zona de los lavabos y ver la cola que había a la entrada de los mismos la rubia me guiñó un ojo, sacó una llave de su bolso y abrió una puerta que ponía “reservado” en letras doradas tirando de mi hacia su interior. Tras enceder la luz pude ver una pequeña sala con una mesa baja y unos sofás así como una toilette privada al fondo. Entró primero ella a orinar, cosa que hizo sin cerrar la puerta ni dejar de comentar lo bien que se lo estaba pasando… al hacerlo pude comprobar que tampoco llevaba bragas y que el pelo de su coño lucía recortado sobre su pubis y afeitado en torno a sus labios vaginales. Mientras se lavaba las manos pasé yo al baño, y cuando estaba yo refrescándome en la pileta la rubita se pegó a mí por detrás y mientras me besaba el cuello – cosa que hizo erizárseme el pelo de morbo y excitación al momento- agarró mis tetas y me susurró al oído

-          Aún estás muy buena pese a ser una madura. Seguro que todos los tíos con los que has estado bailando afuera se morirían de ganas por tenerte así ahora

Y a la vez que abría la cremallera de mi vestido tiró de él hacia abajo hasta que éste cayó sobre mis tobillos dejándome toda desnuda frente al espejo. La muy zorra comenzó entonces a amasarme las tetas y jugar con mis pezones mientras me susurraba

-          Abre los ojos y mírate, toda sexy, excitada y dispuesta… ¿prefieres ser el juguete de una jovencita o prefieres que te follen un par de garañones y te rellenen de polla, puta?

Yo estaba a mil, completamente fuera de mí, apoyadas las manos en el cristal y mirándola con los ojos turbios y la boca entrecerrada semiocultos por mi pelo suelto le contesté

-          Lo que mi ama quiera, haré lo que mi ama quiera

Ella me giró violentamente, me agarró del cuello y tras besarme con pasión me contestó

-          Por supuesto putita, recuerda que me perteneces, y no porque pueda chantajearte, sino porque no eres más que una zorra sumisa, reprimida y sedienta de sexo

Y colocando sus manos bajo mis axilas me ayudó a auparme sobre el mármol de la encimera y separándome las rodillas me ordenó

-          Y ahora ábrete el coño , guarra

Fuera de toda lógica obedecía a esa adolescente de apenas la edad de mi hija y no pude evitar un gemido al sentir su lengua abrirse paso a través de mis labios vaginales en busca de mi clítoris… en ese momento volví a olvidar el chantaje, a mi esposo… en definitiva, lo irracional y peligroso de la situación, y sólo me concentré en mi placer como una hembra apareándose. Lo cierto es que la hija de puta sabía jugar conmigo: me llevaba al borde del orgasmo pero me lo negaba una y otra vez, se retiraba cuando veía que pretendía aprisionar su rostro contra mi coño con mis muslos y mis manos y en cambio se levantaba y me besaba lascivamente haciéndome sentir la humedad de mi sexo en su cara… Al cabo de unos instantes, o de unos minutos – había perdido la noción del tiempo, además de la cordura y la decencia- le supliqué

-          Ama, permita a su putita correrse, por favor…

Ella,sonriendo satisfecha me contestó

-          ¿Harás todo lo que te ordene?

Yo, más caliente que la chimenea de los Altos Hornos, le contesté

-          Si ama, haré lo que sea

Entonces ella me bajó de la encimera cogiéndome de la mano y me llevó a los sofás del reservado ordenándome

-          Ponte cara a la pared, a cuatro patas, como las perras, la mirada baja y el culo en pompa YA, zorra

Mientras lo hacía ella me azotó las nalgas sin piedad – las marcas de sus dedos me perduraron hasta el día siguiente- y me dijo

-          Voy a hacer entrar a uno para que te folle como a la cerda que eres mientras me comes el coño: tal vez sea de los que has estado zorreando en la pista de baile, tal vez al negro de la puerta o puede que a un amigo de tu hija. Pero tú no vas a girar la cabeza y te limitarás a dejarte ir y gozar, entendido puta?

-          Sí ama, musité cabizbaja

La rubia se deshizo de la falda ibicenca – incluso en la penumbra del reservado pude intuir su coñito brillante de jugos-, sentó sobre el respaldo del sofá frente a mí, y se abrió las piernas ordenándome que comenzara a comerla mientras ella  cogía su teléfono y mandaba un mensaje a su cómplice: como después descubriría, Ahmed es un camello marroquí de unos treinta años, depravado y canalla, al que de tarde en tarde mi ama le compra hachís o pastillas cuando tiene una fiesta “especial”. Como ella sabía que le encanta el sexo, sobre todo con occidentales, se le había ocurrido ofrecerle la posibilidad de follarse a una española madura pero buenorra a cambio de algo de su mercancía…  Además, corría el rumor de que estaba muy bien dotado y que le gustaba el sexo duro, y eso era lo que mi dueña quería para su nueva perrita. Entró sin hacer ruido – debía tener una copia de la llave- y mientras disfrutaba de la vista de una mamá a cuatro patas comiéndole el coño a un bombón adolescente empezó a desnudarse rápidamente: al hacerlo mi ama me informó entre suspiros de placer que ciertamente el semental gastaba una buena tranca: no muy gruesa pero si muy larga, de por lo menos veintipico centímetros, con unos grandes y peludos testículos colgando de la misma. Con voz decidida le ordenó “fóllatela” y agarrándome de la cabeza me enterró la boca contra su coño mientras me decía

-              Ahora relájate y disfruta como una golfa de lo que hasta hoy te perdiste por mojigata

El moro me agarró por las caderas y lenta pero firmemente me enterró el rabo hasta los huevos. Yo, que hasta entonces y desde que me casara no había catado otra polla, y menos de ese calibre, me retorcía, gemía, bufaba y tragaba flujos en un intento desesperado por respirar mientras él me empalaba cada vez más fuerte y profundo y ella me decía

-              Venga guarra, aprovéchate, que a buen seguro que a tu marido no se le pone dura desde hace mucho, y ni harto de viagra tiene un rabo tan grande y duro como éste. Pórtate bien y déjate llevar, que te prometo que nadie va a saber nada de esto nunca

Y para acabar de vencer mis escrúpulos y mi voluntad se arrodilló ante mí y comenzó a comerme la boca lascivamente, mientras me sobaba las ubres colgantes y le susurraba al moro

-              Cómo me gusta follarme a heteros casadas, convertiros en mis juguetes y abriros el cuerpo y la mente a nuevas experiencias…. Y tú, cabrón, dale duro a la cerda que lo está deseando

Enlazadas nuestras lenguas, lujuriosas nuestras miradas e inflamadas mis tetas, mi coño y mis sentidos no tardé en explotar en un orgasmo tan devastador como repentino

-Sííííííi…. Diosssssss….. me corro…… Agggghhhhh……

Y enterrando el rostro sobre la moqueta para ahogar mis gritos de gusto continué bufando y temblando de gusto, sin ni tan siquiera haber visto quién me estaba follando, mientras mi ama procedía a masturbarse ante mí y exclamar

-              Así me gusta perra, que disfrutes de la follada. Y ahora levanta bien las grupas y disfruta

Y mirando a Ahmed, que pese a estar cogestionado y sudoroso mantenía el ritmo le dije

-              Venga cabrón, que ésta casada reprimida y mal follada sienta lo que es un macho de verdad… móntala duro

Y sacando su pollón hasta prácticamente el glande el moro procedió a continuación a darme unos golpes secos y profundos hasta el fondo. Loca de placer, con el maquillaje corrido, la mirada perdida, hilos de saliva colgando de mi boca y cachonda perdida volví a correrme gritando

-              Joder, cabrones, que bueeeenoooo….. Sííííí….

Y cuando boqueaba en busca de aire para no caer desmayada, chorreando sudor y flujos y roja como la grana la putita se corrió ante mi gritando…

-              Venga moro, vacíate en su coño y préñala

Ahmed, aullando algo ininteligible en su lengua,no dudó en obedecerla y vació sus cojones dentro de la mí, la antaño señora y madre de familia, mujer seria y decente… al sentirme rellenar de semen hasta la matriz abrí los ojos como platos y asustada grité

-              Nooooo, cabrones, nooooo….

Pero mi ama, sacando del bolso una pastilla me la mostré y me dijo

-              Esta es la píldora del día después. Pórtate bien, sé obediente y cuando todo acabe te la daré. Pero si no haces lo que te ordeno dejaré que te las arregles con tu marido, guarra

Y agarrándome del pelo y obligando a levantar el rostro de la moqueta me ordenó

-              Ahora putita, vas a lamerle la polla al moro, hasta dejársela bien limpia primero y volver a ponérsela dura después

-              Pero yo nunca he....

-              ¿Y qué? me cortó, tajante. Tampoco nunca te habías comido un coño, corrido dos veces seguidas ni convertido en sumisa. Chúpasela y déjalo contento, mientras disfrutas de cómo te abre el culo otra mujer

Y acto seguido me incorporó a medias recostándome contra el sofá, me abrió las nalgas y lenta pero firmemente procedió a pasar su lengua cada vez más rápido y más profundo desde mi clítoris hasta mi esfínter, mientras el moro reaccionaba al morbo de la situación y volvía a empalmarse situándome su pollón delante de mi cara. Entre besos al glande y gemidos de placer ante el tratamiento que me estaba dando mi ama me giré y dije

-              Despacio ama, por favor, estoy muy sensible aún…

Ella procedía a un constante lamido mientras con la mano izquierda sobeteaba su clítoris y con la derecha introducía un dedo previamente lubricado en gel en mi culo esfínter mientras se burlaba

-              Pero bueno… ¿qué tenemos aquí? Si estás toda encharcada, zorra. Ahora va a resultar que además de estirada eres una puta… mejor, así entrará más fácil y disfrutarás más, me dije, al tiempo que me metía un segundo dedo en el culo arrancándome un gemido

Yo me debatía entre el placer y la vergüenza ante las sensaciones contradictorias que sentía, pero en ningún momento recuerdo haber dejado de lamer la polla al moro ni de haber restregado mi coño y mi culo por la lengua de mi viciosa dueña. Al cabo de un rato eran dos los dedos que inundaban mi culo, horadándolo, invadiéndolo, sin que pudiera ni quisiera hacer nada… al mismo tiempo, la polla del moro recobraba su vigor entre mis labios, mientras éste me follaba la cara con rabia, apretando los dientes, agarrándome del pelo y diciéndome

-              Así, perra infiel, así, chúpamela como no se la chupas a tu marido… nunca me he corrido en la cara de  una puritana casada, mmmm… y  es algo que me encantaría

-              Ya has oído zorra, chúpasela bien, me ordené mi ama soltándome una nalgada en el culo tan violenta que hizo escapar un gemido de mi boca

Mi ama, perdido el control, aumentó la velocidad y profundidad de su exploración anal, dándole cada vez más profundidad y velocidad a sus dedos en mi culo. Yo, vencida por la lujuria, comencé a masajearme las tetas y a pellizcarme los pezones, suavemente al principio pero cada vez más y más fuera de mí. Viéndome salidad perdida, mi ama me frotó furiosamente el clítoris con su mano y al empezar a correrme rió

-              Cómo me gusta follarme a zorras que se las dan de señoras…  te gusta que te follen duro, ¿eh perra?

-              Yo… no…. se….lo que me pasa….yo…. jodeeeerrrrrrrr….. agggghhhhh

Y gruñendo como una cerda en el matadero volví a correrme de nuevo, hasta quedar echa un guiñapo en el suelo. Ahmed me levantó, me sentó a duras penas en el sofá medio derrengada y mientras él se pajeaba furiosamente ante mi cara yo procedí a separar sus nalgas mientras le decía

-              Si no quieres que te desvirgue el culo de forma tan brutal que te lo desgarre tendrás que pedir que se corra en tu cara como una buena esclava sumisa

Ante esta disyuntiva apenas conseguí balbucir

-              No, por favor, no puedo más, estoy muerta….

Pero mi ama se mostró inflexible y me dijo

-              Tú misma, será el culo pues…

Aterrada ante la posibilidad de que tremenda polla me lo rompiese, no tardé en recular

-              Por favor, te suplico que me trates como a una de tus putas y te corras en mi cara, deseo sentir cómo me llenas la cara de semen - los gemidos de mi ama eran constantes mientras hablaba, delatando que mi sometimiento y humillación realmente la excitaba, y aunque aún no entendía ni cómo  ni por qué, también a mí-.

La puta volvió a masturbarse furiosamente en el suelo mientras contemplaba mi sometimiento y dijo

-              Venga puta, levanta y ponte a cuatro patas. Chúpale y cómele la polla a Ahmed, y tú, moro, córrete en la boca de la guarra y déjala bien pringosa a la muy puta, que no solo se folla a una jovencita que podría ser su hija, sino también a un moro, se deja desvirgar la boca y el culo y se corre mientras lo hacen. Vamos Ahmed, acabemos con esta cerda de una vez

Y a cabo de unos instantes nos corrimos los tres casi simultáneamente… Tras ello quedé semiincosciente y hecha un guiñapo sobre el sofá, Ahmed se vistió y se fue tras decir que le gustaría repetir y dejarle a mi ama una diminuta bolsa de droga – “la puta ha merecido la pena” le dijo- y ésta, tras ir al lavabo asearse y recomponer su ropa, volvió por mí al cabo de un rato y dándome suaves cachetadas en la cara me despertó diciéndome

-              En pie dormilona, que te acompaño hasta casa… No podía imaginar que mi noche no había acabado todavía…

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