La vecina

La vecina lleva meses provocando al vecino, es así como lo atrae a su casa aprovechando el covid 19; él va deprisa y se la encuentra dispuesta, pero todavía se hace derogar un poco.

La vecina

Introducción

Hace unos meses que me mude a otra casa dentro de mí mismo pueblo, de un tirón localice a los vecinos; para ver cómo me llevaría con ellos: algunos saludaban y preguntaban, pero más allá de ser cotillas…no parecen ser de los que se quejan por todo o te amargan la vida, meses posteriores de vivir allí tan tranquilo; alquilo una casa una muchacha joven que llevaba mucho tiempo vacía, era una muchacha linda y que hablaba un idioma extranjero. Como era verano, a veces se asomaba en tanga y en tetas; lindas tetas y buen culo la verdad, de cara bonita y si es lista o buena persona lo tiene todo.

Porque las dos cosas, no puede ser.

Muchas veces llegue a pensar que lo hacía a propósito, porque daba la casualidad; que siempre que llegaba de trabajar o que iba a trabajar, ella estaba en su ventana de esa forma. Llego la epidemia, pero ella seguía haciendo lo mismo; pasaron 1, 2 y tres semanas de estar encerrado. Ella seguía haciendo lo mismo al mismo horario.

Un día, me asomo a mirarla; entonces ella abre la ventana, me sonríe y la sonrío.

-      Hola vecino – me dice como si tal cosa.

-      Hola vecina. – la saludo, un poco intimidado; perdiéndome en sus pechos que ahora veo mejor al inclinarse.

-      ¿estas aburrido? – me pregunta.

-      Claro, llevo casi 4 semanas encerrado en casa y solo. – me quejo.

-      Qué casualidad, yo igual; pero estaba pensando algo. – empieza a decir.

-      ¿el qué? – le pregunto interesado.

-      Tu estas solo ¿verdad? – me pregunta.

-      Si – contesto, intentando saber a dónde quiere llegar.

-      Yo también estoy sola, ¿no sería mejor, compartir la cuarentena? – me pregunta, dejándome alucinado.

-      Me encantaría. – contesto sin pensar.

-      ¿En tu casa o en la mía? – me pregunta.

-      Como prefieras. – le respondo.

-      Vente – me ofrece.

-      ¿ahora? – le pregunto.

-      Claro, tonto; si funciona, haces maletas y te vienes. – me responde.

-      ¿y si no? – le pregunto.

-      Hago maletas yo y me voy. – responde, dejándome claro que solo hay dos opciones; en su casa o en la mía.

-      Voy, espérame. – digo, ansioso.

Me echo colonia, desodorante; dejo toda mi casa apagada y bien cerrada, salgo corriendo para ella y miro muy bien que no me vea nadie.

Me siento como que rompo la ley, mi corazón late a mil; mi polla esta empalmada, ya me veo llegando y follandomela. Ella me espera con una sonrisa en la ventana, una vez llego a su casa; ella abre la puerta, entro y subo las escaleras. Al subir veo su culo embutido en un tanga negro metido entre sus nalgas, ella está echada para delante; asi que lo veo todo en su esplendor, ella se da la vuelta en tetas y me sonríe.

-      Hola – digo un poco cortado.

-      Pasa y siéntate, ponte cómodo; ¿quieres tomar algo? – me pregunta.

-      Si, un café. – respondo aun cortado.

Me siento en una silla que tiene junto a una mesita, no tiene sofá; solo cama, dos sillas y una mesa. Al pasar por su lado, me besa en los labios y me sonríe; le sonrío de vuelta, mientras me hace el café canturreando y bailando la observo.

-      ¿Cómo te gusta el café, vecino? – me pregunta.

-      Me llamo… - empiezo a decir, pero me interrumpe.

-      Nada de nombres, vecino y vecina está bien. – me responde.

-      Me gusta templado y con dos de azúcar. – le contesto.

-      Vale, aquí lo tienes; pruébalo y dime si está bien. – me pide.

-      Está muy bien, me ha gustado tu oferta. – añado para empezar una conversación con ella.

-      Solo pensé que era una tontería estar solos cada uno en su casa, si tú me miras todos los días; te enseño cada día, es mejor…tener compañía, eso pensé. – me dice sus pensamientos.

-      Si, la verdad es que estoy de acuerdo; me gustaría tener tu compañía. – me sincero.

-      Ya la tienes, ¿y ahora qué? – me pregunta, tajante.

-      ¿ya quieres que me lance? – le pregunto, intimidado.

-      ¡No! Sería mejor conocernos, pero antes; ponte cómodo. – me pide.

-      Ya estoy cómodo, mujer. – le respondo.

-      No, cómodo asi. – dice y se agarra las tetas.

-      ¿Ah? Que me desnude ¿no? – le pregunto y ella asiente.

Con todo el corte del mundo me voy quitando prendas hasta quedarme en bóxers, ella se fija en mi cuerpo; en la erección, sin ningún tabú y le doy la ropa.

Ella la doble y la pone bajo el mueble de la tele, que está encendida; bajita, me siento en la silla.

-      ¿mejor? – pregunto súper cortado.

-      Súper bien, veo tú ya venias preparado. – ríe divertida.

-      Si, tu llevas unos meses preparándome. – le confieso.

-      Eres muy gracioso, eso me gusta. – ríe y se me agarra del brazo, como si no estuviéramos desnudos.

-      Me gusta lo natural que eres. – apunto, ella sonríe.

-      No hay que avergonzarse del cuerpo, nacimos asi; solo hemos crecido y nos hemos desarrollado. – me responde, como si no pasara nada.

-      ¿entonces qué pasa si te cojo una teta? – le pregunto.

-      No se prueba. – me propone.

Agarro una teta suya con cierta timidez y apuro, es bastante blandita y jugosa; ella pone cara de gusto, pero no pasa nada.

-      ¿Qué paso? – me pregunta.

-      Nada – respondo.

-      ¿y ahora que vas a hacer? – me pregunta.

-      Seguir, porque si no pasa nada; ¿para que parar? – la interrogo y ella solo sonríe.

Le magreo las tetas, durante un buen rato; ella se deja en silencio, aunque su olor a cambiado y noto que se está excitando.

-      ¿solo te gustan mis tetas?

-      Me gustas entera

-      Entonces, ¿Por qué solo tocas mis tetas?

Veo su cara de lascivia, como abre las piernas; una de mis manos se dirige a su entrepierna que esta mojada y mis labios se dirigen a su boca. Ella agarra mi herramienta, primero como yo por encima de la tela; pronto nos sobra la tela a los dos, asi que ella empieza a hacerme una paja y yo empiezo a hacerle unos dedos.

Nuestras bocas se devoran, mis manos exploran sus tetas; ella se desnuda al poco, me desnuda y se me sienta encima de cara. Le como las tetas, mientras se la mete sin contemplaciones; ella gime y dice cosas en su otro idioma, eso me pone y le doy más fuerte. Ella grita me lame, me chupa; me muerde y me besa, me acaricia por todos lados y por mi parte hago lo mismo.

-      M-me voy a correr. – le aviso, con cierto miedo.

Ella me tapa los labios con su boca, me da más fuerte; más rápido, incluso mete más cadera para hacerlo más placentero. El primer chorro se lo echo dentro cuando la tiene metida hasta el fondo, ella arquea la espalda al notarlo; sigue dándome, mientras va el segundo y ella empieza a temblar…por ultimo grita como loca, cuando echo el tercer chorro; esta súper mojada y no para, sigue dándome y dándome.

-      Lléname de leche, mi vecino. – me pide, entre gemidos.

Eso trae consigo dos cosas, un morbo brutal de los instintos animales y un miedo atroz; del cerebro civilizado, pero en estos momentos de euforia sexual prima el instinto animal. Ella va cambiando los ritmos lento y rápido; fuerte y suave, circular y recto.

Eso me está volviendo loco, pronto voy notando que me voy a correr otra vez; ella parece exhausta pero no para, jadea y me besa con pasión. Entre acometidas, tocamientos; besos, mordiscos y lametones.

-      Lléname, lléname toda. – me vuelve a pedir, lo que causa que me voy otra vez.

-      Ahhh – gimo, mientras me desbordo en su interior.

Ella arquea su espalda de nuevo y tiembla como loca.

-      Pídeme que pare o no paro. – me avisa.

-      Para, que vamos a la cama.

-      Vamos, que te voy a ordeñar.

Me agarra de la polla, llevándome a su cama individual; mientras su chocho, está lleno de mi semen que escurre por sus piernas.