La vecina

El inicio el el sexo de un jovencito por una familia muy peculiar.

Enrique, era un joven que vivía en una aldea gallega. Al lado de su casa vivía Laura, una mujer de 28 años, delgadita, muy guapa, alta, morena, de grandes ojos negros, grandes tetas y un culo impresionante. Su marido, que era 20 años mayor que ella,  andaba embarcado. Laura, tenía 2 hijastros, Toni, un joven guapote, moreno, de ojos marrones y delgadito, que era un año menor que Enrique, y Trini, que era de la misma edad que Enrique. Era morena, muy guapa. Tenía unas tetas casi tan grandes como las de su madrastra, y  también tenía un culazo.

Un día soleado de Agosto, que andaban Enrique, Trini y Toni, cogiendo piñas en el monte, le dijo Toni a Enrique:

-¿Puedo hacere una pregunta, Quique?

-¿Desde cuándo me pides permiso para preguntar algo?

-Es que se trata de algo muy personal.

-Te veo venir, pero pregunta.

-¿Me dejas que te la chupe?

No lo cogió por sorpresa. Tiró de sarcasmo.

-Y tu hermana mira como lo haces. ¿A qué sí?

Le respondió Trini, mientras se agachaba para recoger una piña abierta de entre unos pequeños tojos.

-Claro y me masturbaré viendo como te la chupa.

Enrique, estaba de suerte. Se la iban a chupar, aunque fuera otro joven, y iba a saber como se masturbaban las mujeres. De pensarlo se empalmó. Toni, vio el bulto en su pantalón. Se arrodilló. Le abrió la cremallera del pantalón, y como Enrique, no le dijo nada, le sacó la polla. Trini, al verla, exclamó:

-¡¡Pedazo de polla!! Eso debe medir 20 centimetros y pesar cuarto kilo.

Toni, no dijo nada, se la comenzó a chupar. Trini, se apoyó en una gran roca, y mirando para la polla de Enrique, levantó la falda y metió una mano dentro de las bragas. Toní, la chupaba de maravilla. Le daba chupadas al glande y  lo lamía. Pasaba la lengua por el frenillo, y a veces, se la metía casi toda en la boca, Enrique, le preguntó:

-¿Quién te enseñó a chuparla así?

-Mi madre.

-¡No jodas!

-No, yo se la meto en el culo. La jode mi hermana. La jode con los dedos.

Enrique, vio como Trini, se quitaba las bragas. Por primera vez veía un coñito. Poco después,  Trini, empezó a acelerar los movimientos de sus dedos sobre su clítoris, y le dijo a su hermano:

-¡Ya, ya, cariño!

Trini, se corrió con tal fuerza que parecía un arbolillo a merced del viento, y Enrique, al verla,  se corríó en la boca de Toni, que bebió su leche con sumo placer.

Toni, estaba empalmado como un burro. La sacó y le dijo a Enrique:

-¿Me la chupas?

-¡Ni lo sueñes!

Trini, le dijo a Enrique:

-Si quieres follarme, menéasela y chúpasela a mi hermano.

-¿Después de chupársela me dejas que te folle?

-No, que ya me corrí. Algún día.

-Promesas.

Toni, le iba a hacer otra proposición

-Y yo te ayudaré para que te folles a nuestra  madre.

-Seguro.  Tan cierto como que  hay gnomos bajo las setas de este monte..

Trini, se acercó a su hermano. Cogió la polla cin su mano derecha. Se arrodilló, la metio en la boca y comenzó a hacerle una mamada.

Toni, estaba feliz.

-Gracias, hermana.

Enrique, vio que estaba dejando pasar su tren, y le dijo a Trini:

-Aparta que se la chupo yo.

Se la chuparon los dos. Toni, al final, se corrió en la boca de su hermana, que saboreó hasta la última gota

Una semana más tarde, Trini y Toni, se iban unos días a la casa de sus abuelos, y le dijo Toni a Enrique:

-Mi madre toma la siesta todos los días a la misma hora, a las dos.

-¿Y?

-Te dije que te iba a ayudar a follarla.

-Pues vaya manera de ayudarme.

Trini, que estaba al lado de su hermano, le dijo a Enrique.

-Si te vale, le contamos lo que hicimos en el monte, y el pollón que tienes.

-¿Si me vale para qué?

-Tiene 28 años. LLeva un año sin probar una polla. Usa tu imaginación, hombre, usa tu imaginación.

Esa tarde, Enrique,  entró en la habitación de La Vecina. Entró en la punta de los pies para no hacer ruido. Laura, estaba sobre la cama, boca arriba, destapada y desnuda. Tenía un antifaz  para dormir. Enrique, vio sus grandes tetas, las primeras que veía, con sus grandes areolas negras y sus grandes pezones. Tenía abiertas sus largas y moldeadas piernas. Su sexo rodeado de vello negro tenía los labios inferiores abiertos. Sacó la polla. Tenía un empalme brutal. Comenzó a masturbase. Se arriesgó. Se acercó a la cama y le puso la polla en los labios a La Vecina. Sus labios se entreabieron y se la chupó.

-¡Qué buena está, cariño!

Se la siguió chupando hasta que Enrique, se corrio en su boca. La Vecina, le bebió la leche. Limpió la boca con una mano, y le dijo:

-Estoy mojadísima. Desnúdate. Métete entre mis piernas y cómeme el chochito.

Enrique, estaba en un problema. Nunca había comido un coño, pero él, se desnudó, subió a la cama y se metió entre las piernas de Laura. Pasó su lengua, por su chochito. Cuando llegó a su clítoris, le dijo ella:

-Detente ahí y hazme como tu sabes, dale besitos... Con la lengua lame hacia arriba y hacia abajo... Así... Pensé que después de un año te habías olvidado de mi pepitilla. Hacia los lados y alrededor... Hazme lo que más te gusta, mete y saca la lengua de mi chochito.... ¡Ay, Dios, que me corro!

Dicho y hecho, Laura, soltó tres squirts que dejaron perdida la cara de Enrique, y después se corrió entre sacudidas y gemidos.

Cuando acabó de correrse, quería más.

-¡Follame cómo si te fuera la vida en ello!

Enrique, se la comenzó a meter. A pesar de estar mojada, le entraba bastante apretada. Una vez metida hasta el fondo,  la folló duro. La Vecina, lo besaba con lujuria.  Al sentir que le venía, le dijo:

-Quédate quieto que voy a correrme otra vez.

Enrique, se quedó inmóvil. Laura, comenzó a mover el culo, alrededor, hacia los lados. hacia arriba y hacia abajo. Enrique, le quiso decir que se iba a correr dentro de ella. No hizo falta, lo sabía.

-¡Vamos, vida, vamos! ¡¡Lléname !!

Enrique, la llenó. Al sentir la leche calentita dentro de su chocho, Laura, comenzó a correrse. Se aferraba a las sábanas de la cama, mientras, de su coño salía un torrente de flujo. Iba a gritar. Enrique, le tapó la boca con una mano, hizo un arco y en el subíó y bajó Enrique, hasta que La Vecina se acabó de correr.

Laura, al acabar ce correrse, se quedó inmóvil. como muerta. Enrique, se vistió. y como viniera, se fue, en la punta de los pies.

Cuando Enrique, se había ido, Laura, se quitó el antifaz para dormir, sonrió, y susurró:

-Cuando estemos los cuatro juntos va a ser maravilloso.

Fin de la primera parte.

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