La vecina (2)

Sus convulsiones siguieron unos veinte segundos más mientras ella viajaba en un mundo de felicidad.

Era sábado. Enrique, con su ropa nueva, del mercado,  pantalón gris de tergal  y  camisa blanca,  se iba al cine. Se encontró en el camino  con Toni y Trini. Toni  llevaba pantalones vaqueros y camisa blanca, y Trini, a la que le sentaban bien las trenzas, blusa y  falda azules. Los tres calzaban tenis. Toni le preguntó a Enrique:

-¿Cuanto dinero llevas encima, Quique?

-500 pesetas. ¿Por qué lo preguntas?

-Habíamos pensado, mi hermana y yo, en hacer una pequeña fiesta con una botella de Sansón y unas galletas de coco y nos faltan 100 pesetas.

-¿Dónde la pensabais hacer?

Trini, sacó de la boca el chupachups, y le preguntó a Enrique:

-¿Te unes?

-No sé que hacer. Me iba al cine y...

Triní, pasó la lengua por el palo del chupachups y después chupó el caramelo. Luego, sonriendo con picardía, le dijo:

-La película la podemos hacer nosotros.

-¿Dónde?

-En mi habitación.

-¿No está tu madre en casa?

-Si, pero cerramos la puerta.

Toni, aún lo animó más.

-A lo mejor hasta se une a la fiesta,

-Entonces mejor será comprar dos botellas de Jerez.

Compraron en la taberna dos botellas de Sansón y medio kilo de galletas. Llegaron a casa. Laura, la madre de Toni y Trini, estaba calcetando, y le dijo a los hijos:

-Cerrar la puerta de casa.

Toni, cerró la puerta con llave.

Cinco minutos más tarde, en la habitación de Trini,  Toni, en medio le la habitación y de pie,  besaba a su hermana,  le acariciaba las tetas, y le decía a Enrique:

-Ven que no te vamos a comer,

Enrique se unió la fiesta. Besaba y acariciaba a Trini. Toni, le quitó la blusa a su hermana. Sus tetas quedaron al descubierto:

-Chúpaselas, Quique.

Enrique, se las chupó. Toni, le quito la falda y las bragas a su hermana y vio su chochito, húmedo, rodeado de vello negro. Le pasó la lengua por él.  Trini, se estremeció.

-Lámele tú ahora el chochito, Quique.

Y ya me voy a quitar la careta.

Le lamí el chohito. Se lo estaba lamiendo y Toni, que se había desnudado en un santiamén, puso su polla junto al chochito de su hermana. Paré de lamer y me levanté.

Me desnudaron entre los dos. Trini, estaba delante de mí, Toni, estaba por detrás. Sentí su empalmada polla mojar mis nalgas. Trini, nos dijo:

-Vamos para cama.

Nos metimos en la cama. Yo besaba y acariciaba una teta de Trini. Toní, le besaba y acariciaba la otra y le hacía un dedo. Triní, me dijo, abriendo las piernas:

-Fóllame, Quique.

No me lo pensé dos veces. Subí encima de ella y se la comencé a meter. Entraba apretadísima, pero los gemidos de Trini me decían que le gustaba. Sentí como Toni separaba mis nalgas. Luego sentí su lengua lamiendo desde el periné al ano. Metió la punta de su lengua en mi anito y me gustó. Poco después, me metió el glande.   El muy cabrón se quedó quieto, y era yo quien iba metiendo y sacando su polla con el movimiento de mi culo al follar a su hermana.  Al final, me gustaba tanto, o más, follar a la hermana con mi polla  como follar al hermano con mi culo. En esto que entra Laura en la habitación y pregunta:

-¿Os ayudo?

Le respondió Trini.

-Ven, mamá.

Laura, fue junto a su hija.

-¿Te gusta esta nueva experiencia?

-Sí. Estoy a punto de correrme, mamá.

Laura besó a su hija, con lengua, y después le dijo:

-En ese caso voy a ver como te corres, cielito.

El cielito, al correrse, se convirtió en una fiera. Clavó sus uñas en mi espalda, y se sacudia como una loca. Si su madre no le tapa la boca se entera toda la aldea de que se estaba corriendo. Yo, viendo la cara de placer de Trini y sintiendo la leche de su hermano en mi culo, me corrí dentro de ella.

Pocó después, estábamos los tres sobre la cama, boca arriba. Laura, la madre de Tony y Triini, se desnudó, y nos preguntó:

-¿Me dejais un sitio?

Volver a ver aquella diosa, desnuda. Me la puso otra vez tiesa como un palo, y tuve que decir:

-Eso no se pregunta.

Se metió en la cama. No cabíamos los cuatro. Trini, se metió entre las piernas de su madre para hacerle un cunnilingus y vio lo húmeda que estaba.

-¡Nunca te había visto tan mojada!

-Nunca me había visto en una situación como esta.

Ahora Laura, se dirigió a su hijo y a mi:

-Darme eses caramelitos.

Arrodillados, le llevamos las pollas a la boca. Nos chupó y lamió las pollas y los huevos. Sus manos eran suaves. Al masturbarnos era como si la estuvieramos follando. La muy zorrilla, a veces, hacía que nuestros glandes se tocasen, para acto seguido meterlos en la boca y chuparlos. Nos encantaba. Pero se iba a correr ella antes...

-Me tienes, Trini. ¡Me tienes, Trini! ¡¡Me tieeeeeeeeeeeeeeeeeenes!!

Trini, que se estaba haciendo un dedo mientras se la comía a su madre, se corrió con ella.

Al comenzar a oír los gemido y ver las convulsiones de madre y hija, le pintamos a Laura la cara de blanco con nuestras corridas.

Al acabar, Trini, tuvo que coger una tolla en el armario para limpiar su cara del flujo de su madre y la de su madre de nuestras corridas.

Pero lo mejor estaba por llegar. Laura, melosa, empezó a besarme y a masturbar mi polla. La puso otra vez dura como una piedra. Subió encima de su hijo, dándole la espalda. Toni, que ya estaba empalmado, le metió la polla en el culo. Trini, le puso su chochito en la boca, y Laura,  me dijo:

-Dame ese pollón, Quique.

La follé. Mi polla entraba justa, era como si guardara su medida de la útima vez que la follara. Me encantaba sentir sus tetas bajo mi pecho, sentir como me empapaba los huevos el flujo que salía de su chochito cada vez que se la metía hasta el fondo. Me encantaba que me apretara contra ella, que me besara con lujuria. Me encantaba su olor,  su sabor, sus gemidos, su pestañear... me encantaba todo de ella.

Unos minutos más tarde, le decía, Trini:

-¡Me corro, mama!

Laura, al sentir el flujo de su hija en la boca, me agarró el culo y me folló como si fuera un muñeco.

Ya su hijo y yo le habíamos lllenado de leche el culo y el chochito, cuando la oímos decir:

-¡¡Lo que ahí tal viene¡ ¡¡Me coooooooooooooooooh!

Le vino con tanta fuerza que se retorcía de placer. Toni,  le tapaba la boca. Laura le mordió la mano al hijo, y de repente, se desmayó. Sus convulsiones siguieron unos veinte segundos más mientras ella viajaba en un mundo de  felicidad.

No sé si escribir una tercera parte. Depende de vuestros comentarios.

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