La vaquita de Alessandra III

Alessandra da un nuevo paso hacia Anne.

Alessandra estaba bastante orgullosa de los avances que estaba teniendo con Anne. Sin su subordinada darse cuenta había hecho que en aquellas semanas que había estado en su empresa engordase.

Había pasado ya casi un mes desde su incorporación a la empresa y Anne seguía llevando la misma ropa que la primera vez que fue por orden directa y expresa de su jefa Alessandra. Cada día le costaba más trabajo abrocharla. Estaba frente al espejo, tratando de abrochar de alguna manera aquella blusa que ya no tenía el mismo color que el primer día. Tener que ponérselo todos los días afectaba de tal manera que no podía lavarlo tan de seguido como le gustaría. La falda le quedaba realmente prieta y ya no subía la cremallera. La blusa apenas podía abrochar un par de botones. Se sentía embutida en aquella ropa pero quería mantener el puesto. Tampoco iba a negar que Alessandra producía en ella unos sentimientos no conocidos hasta ese momento. No sabía cómo explicarlos... pero ahí estaba.

Llegó a su puesto de trabajo. Cada día los trabajadores la miraban más fijamente y es verdad que cada día Anne tenía menos vergüenza. No sabía por qué, pero era verdad. Se sentó mientras ponía en orden el escritorio mirando de reojo el despacho de Alessandra, siempre se esperaba a que la llamase para entrar. Se puso a trabajar a pesar de estar bastante nerviosa, era su estado desde que trabajaba en esa empresa. Su teléfono sonó y pegó un brinco, tragando saliva apresuradamente. Sabía lo que significaba.

Se levantó de la silla yendo hacia la puerta del despacho de su jefa y llamó, temblando de pies a cabeza.

—Adelante. — Anne abrió la puerta y se sorprendió al ver a Alessandra con otra mujer, una de las jefas de departamento de la empresa. Anne esbozó una sonrisa nerviosa mientras trataba de arreglarse la ropa, aunque al ser tan prieta era un poco difícil. — ¡Anne buenos días! Está el desayuno preparado.

Durante esos últimos días Alessandra había cambiado la silla en la que normalmente se sentaba Anne por una mesa más baja, obligándola a sentarse en el suelo. La rubia se quedó mirando a la nueva integrante y se sentó en el suelo, mirando la mesa con el desayuno. Instintivamente comenzó a comer mientras Alessandra acercaba su silla a la chica para verla con una sonrisa.

— Supongo que no os conocéis. Ella es Eider. Es jefa del departamento de I+D, una de mis mejores amigas. Fue con ella con la que impulsé esta empresa... — Anne levanta la mirada durante unos segundos esbozando una sonrisa tímida a Eider.

—Un placer conocerte Anne... Alessandra me ha hablado maravillas de ti. — Anne pudo distinguir un brillo perverso en su mirada. Demasiado perverso. Pero eso solo hizo que se mojase con gran facilidad. Apretó las piernas tragando saliva y Alessandra al verla tan concentrada acercó a su boca un pedazo de tarta. Anne lo comió de su mano sin percatarse.

—Buena vaquita... — Murmura en un pequeño susurro que Anne no logra escuchar. Alessandra le hace una seña a Eider que se levanta. Ambas sabían que todavía no era el momento. Cuando estuvieron solas la morena se situó a la espalda de Anne. Acarició ésta con lentitud mientras sus manos se colaban por delante, acariciando los hombros. Alessandra le apartó el pelo, echándolo hacia la espalda mientras seguía sonriendo. — Pase lo que pase... no dejes de comer.

Esto sí que lo oyó Anne y sintió cómo sus pezones se endurecían. Alessandra lo vio y con lentitud bajó sus manos hacia ellos, masajeándolos. Habían aumentado desde la primera vez que Anne había entrado por la puerta. Un gemido escapó de la boca de la rubia y echó la cabeza hacia atrás.

—Puedo avisar a Eider que venga... y que te dé de comer. Pero te dije que no parases... o pararé yo. — Murmura la jefa en el oído de Anne. Ésta asiente tragando saliva, temblorosa y se puso de nuevo a comer.

Alessandra continuaba masajeando aquellos crecientes pechos mientras dejaba pequeños besos húmedos en su cuello. Anne seguía comiendo, tratando de evitar los gemidos. La mano derecha de Alessandra se puso a masajear el vientre de Anne mientras la mano izquierda pellizcaba ambos pezones.

Cuando vio suficientemente erectos los pezones bajó la mano por su vientre hasta meterla dentro de la falda. Anne se dobló hacia delante gimiendo con la boca llena. Alessandra le dio un azote en el vientre para volver a ponerla recta. Comprobó que estaba bastante mojada y comenzó a frotar con lentitud y profundidad el coño encharcado de la chica.

—Eso es... disfruta y come... creo que ambas sabíamos que esto terminaría así... terminarías siendo mi vaquita hermosa... a la que dar de comer... y hacerla disfrutar. ¿A que sí? — Anne gimió de nuevo y migas del bizcocho cayeron por su boca. — Pronto serás una vaquita... y luego quizás te ordeñe. Tienes los pechos muy sensibles, algo bastante bueno. Todos en la empresa saben lo que aquí está pasando y lo aceptan. Saben lo que te vas a convertir.

Alessandra introdujo el primer dedo en el interior de Anne y un gemido escapó de los labios temblando de pies a cabeza. La jefa se mantuvo masturbando durante unos minutos a la chica hasta parar, limpiándose la mano en el rostro de Anne. Se levantó yendo hacia su mesa del despacho y abrió uno de los cajones con una sonrisa. Sacó un collar con una pequeña campanita.

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Me encanta el recibimiento que ha tenido esta nueva saga. Sé que son cortitos, pero prefiero que sean cortos pero intensos (con sentido). Considero que es mejor así en pequeñas entregas para que tengáis más que largas y durante poco tiempo. Tampoco quiero dejar de lado mi otra saga y es algo que ayuda el que sean cortos. Estoy en proceso creativo de algo nuevo, que espero que os guste. Seguirá por los derroteros de la dominación pero estará en control mental. Os avisaré de todas formas. Espero que dentro de un par de días tenga uno nuevo de "Aprendiendo a Obedecer" la entrega de Freya y Gaia que sigue un estilo semejante a este.

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