La vaca puta
Mi vida en la granja como vaca
Era una mañana más en la granja, sabía cuál era mi papel en ella y lo que tenía que hacer. Como cada mañana me levanté de mi camastro de paja, y bueno, no sé si llegaba a la categoría de camastro, ya que sólo era un montón de maja junta en el suelo. Hacía mucho que no me lavaba mi Amo, por lo que os podéis imaginar cómo olía, a verdadero animal.
Estiré los músculos de mi cuerpo, y después masajeé mis ubres durante largo rato, la leche tenía que salir buena para mi Amo, ya que mi Amo sólo bebía leche de calidad. La verdad es que hacerlo me ponía muy cachonda, no os podéis imaginar cuánto, con sólo masajearlas, podía llegar a correrme, pero sabía que eso lo tenía prohibido por mi Amo, así que tenía que aguantarme.
Siempre llevaba el cinturón de castidad, del cual mi Amo guardaba la llave en su cuello, imposible de quitársela pensaréis algunos, pero es que realmente no quiero hacerlo, ya que yo soy muy feliz viviendo como vivo, no necesito nada más. Me fui a la cuadra que a mí me correspondía, en la que ya me estaba esperando mi Amo para sujetarme al poste con la cadena y el candado, y para dar un último masaje a mis ubres, antes de poner los succionadores en mis pezones, para que la máquina me ordeñara como a una vaca más de las que había a mi lado.
Éste era el momento más feliz del día, porque era cuando mi Amo me ordeñaba para poder desayunar luego con mi leche, y porque me quitaba el cinturón de castidad para poder follarme mis agujeros. Era primavera, por lo que era época del preñado de las vacas, para dar lugar a los terneros, pues mi Amo se había empeñado en preñarme todas las mañanas, para que yo fuera como las demás vacas. Me puso una mordaza, le encantaba que de mí sólo salieran sonidos guturales como los que hacen las vacas, cuando un toro las está follando, lo cual no paro de ver constantemente, y no lo voy a negar, me encanta verlo, y me pone muy cachonda.
- ¡Eres una vaca muy puta! ¡Mira lo cerda que te pones cuando te ordeño! -lo decía mientras me quitaba el cinturón- Hoy vas a probar algo nuevo perra.
- Mmmmm.
- Me encanta que no puedas decir nada zorra - me dio unos azotes en el culo-, eres un puto animal, y así has de comportarte.
Sabía que mi Amo tenía un perro, lo había visto varias veces por la granja, e incluso algunas veces se había dedicado a olisquear mi oloroso coño de puta, o animal, como queráis verlo. Pude oír sus ladridos en mi espalda, por un momento me moví, pero dos buenos azotes de mi Amo, me hicieron quedarme quieta, y mantenerme en el sitio. Notaba como me olisqueaba, estaba olisqueando a la que durante un rato largo sería su perra, su animal dónde descargar todo lo que llevaba dentro.
Empezaron los lametazos que recorría toda mi raja, pensaréis que soy una cerda y una guarra, que no tengo moral, pero eso es porque no lo habéis probado, porque esa lengua tan grande y poderosa, es capaz de arrancarte hasta el alma. Me corrí con los lametazos que me estaba dando, no podía con tanto placer, era demasiado para mí, pero todo aumentó, cuando noté que se subía encima de mí, e intentaba meter su polla dentro de mí, pero mi Amo tuvo que ayudarle a metérmela en el culo.
¡Qué placer! ¡Por dios! Era tan intenso todo, de mi boca sólo salían sonidos guturales que nadie podría entender. El resto de vacas, miraban como aquel perro me follaba una y otra vez, e incluso como metió la pelota en mi culo. Al principio era algo molesta, y eso que tenía el culo bien dilatado, pero poco a poco todo se convirtió en placer de nuevo.
- Pero mira que eres una puta cerda, te está encantando como te folla el perro -metía sus dedos dentro de mi coño-, tienes el coño encharcado guarra.
- Mmmmm.
- Si eso disfruta cerda, que es lo que eres y para lo que has nacido -sacó un flogger y me daba a la vez que el perro me daba sus embestidas-. Mira que asco das, eres una cerda que no se lava, y una puta que sólo desea que le den polla.
- Mmmmm.
El perro se corrió en mi culo, llenándome por completo, notaba como se salía todo de él, para dejarlo dentro de mí, era una sensación de lo más placentera. Tenía que espera a que sacara la bola de mí, no quería desgarrarme el culo, o hacer daño al perro, así que después de un buen rato, no sé exactamente cuándo, pues no llevo reloj, el perro pudo salir de mí, y se quedó lamiendo algunas partes, lo que hizo que me volviera a correr mientras mi Amo seguía azotándome.
Mi Amo estuvo un rato largo estrujándome las ubres, para que salieran las últimas gotas de leche, y así poder quitarme los ordeñadores, que en unas horas tendría que volver a ponerme, ya que era una vaca muy productiva, tanto, que a veces daba leche como para alimentar a algunos de sus amigos también. Me desenganchó de la barra, y con la cadena me sacó fuera del establo, a la zona de preñado de las vacas, la cual me ponía otra vez super cachonda con solo verla.
Me metió entre las dos vallas, y me enganchó a la de enfrente, cerró la portezuela a su espalda. Entonces llegó, el momento más esperado, por fin, me metió la polla de una sola estucada, y tenía una buena polla de 20 cm bastante gordita. Era una gozada sentirla dentro de mi coño, no podía parar de mugir como una puta vaca, como lo que era.
- Mira que eres cerda y guarra, estás lista y con ganas de correrte de nuevo puta -la movía con rapidez y fuerza- pero qué diría la gente si te viera zorra.
- Mmmm.
- Si polla es lo que quieres, polla es lo que vas a tener puta vaca -agarró de mi collar, y tiró de mi cuerpo hacia atrás-. No sirves nada más que para esto, para ser montada, preñada y ordeñada. Mira como te gusta lo que te digo, que tu coño me aprieta cada vez más.
- Mmmm.
- Sé que esto te gusta zorra, si por ti fuera, tendría que estar todo el día con la polla dentro de ti, ¿verdad cerda?
- Mmmm.
- Lo sé, lo sé -Aumentó las embestidas- correte cerda, que yo te voy a preñar.
Se corrió dentro de mí, dejándo todo mi útero lleno de su semen, de su elixir más preciado que me encantaba, y el cual era el alimento diario de mi útero, varias veces al día. Cuando ya acabó de soltarla toda, salió de mí, colocándome rápidamente el cinturón que tenía un tapón, para que no saliera nada de mi coño, y bajando la mordaza de mi boca, me metió su polla cual biberón en la boca de un bebé, pero me encantaba, pues disfrutaba muchísimo mamando su esplendorosa polla, y podía disfrutar del sabor de las últimas gotitas de semen, que siempre dejaba para mi boca.
Una vez que acabé de limpiarla, me la sacó de la boca, se la guardó en el pantalón, y me desenganchó para poder llevarme a la zona de limpieza, así que me imaginé que hoy tocaría baño. Me enchufó con una manguera como si fuera un mísero animal, lo cual me encantaba, ya que era su animal, y cuando consideró que ya era suficiente, me llevó de nuevo al establo para dejarme en mi montón de paja, hasta la siguiente toma de leche. Se llevó lo que me había sacado, y se fue a casa a desayunar tranquilamente, mientras que sabía que su vaca puta, podría estar preñada por fin. Continuará...