La usurpadora (7) Sacrificio anal

Alfredo y Nadia han mejorado sensiblemente en su relación. Este ya ha dejado de ver a su madrastra como su enemiga mortal mientras preparan un ajuste de cuentas con su tía. Nadia ofrece a su hijo los placeres de la puerta trasera.

Sacrificio anal

Creo que se puede considerar un éxito absoluto por parte de un amo en una sumisión cuando tu esclava toma la iniciativa para proporcionarte placer sin tener que darle indicaciones, ni amenazas, ni castigos, ni incentivos. Era algo que ya había conseguido sobradamente con Nadia, mi madrastra. Es cierto que nuestra relación se había iniciado con un juego sucio absoluto por mi parte. Empezando por como había quitado de en medio a su anterior señor. Pero aquello era en realidad el objetivo principal de mis venganzas, y esto un delicioso efecto colateral. Afortunadamente la conclusión del accidente es la versión oficial y espero que llegue a ser así hasta mi tumba. Después la interminable serie de chantajes de las que fue objeto por parte mía hubiese sido motivo suficiente como para denunciarme a las autoridades. Pero esta claro que ella le gusta la marcha y yo no le desagradaba en absoluto y eso sigue siendo así, años después de que mi padre estuviera a dos metros bajo tierra y empezáramos nuestra relación. Yo le atraigo, eso esta claro. Y me encantá como me regala sus maravillosos “dulces despertares”. ¿Quien necesita una alarma teniendo una sirvienta tan atenta?

Lo cierto es que la típica erección matutina con la que me despierto ayuda mucho y si encima tienes sueños húmedos sin parar durante la noche no te cuento. Mi mente parece que no pare ni de madrugada. Tenía el cuerpo agarrotado de tanta jodienda del día anterior así que no tenía ganas pero la mente si que hubiese despertado a mi madrastra a las tantas para que se abriese de patas y le metiese el ciruelo para echarle un polvo rápido para poder dormir. Pero pensándolo mejor no, ya que simplemente era una entelequia. Aún así me pase la noche con mi mente soñando metiendole mano a mi madrastra a su hermana en un ciclo de infinito de jodienda. Vamos, que lo que se dice aquella madrugada no pude dormir profundamente. Y en ese momento me encontraba con mi madrastra empezando una de sus lentas mamadas. Como intentando ser ella la que disfrutase de su trofeo personal. La verdad es que no estaba mi mente para tanta ternura. Le di un poco de tiempo para ver si al fin empezaba con el plato principal de la garganta profunda o si tenía que ser yo el que tomase cartas en el asunto.

Yo – Vamos , metetelá entera.

Nadia – No , dejame disfrutar de mi regalito.

Mi paciencia se agotó a pesar de que con mi mano le inquería a metersela adentro. Así que sujetándola de la cabeza gire su cuerpo y la puse boca abajo yo me coloque sobre ella y metiendole el pene de una embestida hasta la campanilla. Le pillo de sorpresa con el resultado de una bonita arcada llenándome de babas la polla y soltando algunas lágrimas. Tras unos segundos se adaptó al irrumatio y aunque en su cara inicialmente había señales de protesta, luego se convirtieron en resignación y aceptación. Estuve follandole la boca unos minutos hasta que me di cuenta que ya era ella la que hacia los movimientos. La deje hacer y como me gustaba especialmente busque sus manos para ponerlas sobre su cabeza y sujetarlas. Me excita inmovilizarla, y como esa mañana parecía haberse despistado con respecto a cual era su lugar de sumisa tragapollas se lo estaba remarcando una vez más con una gran sensación de dominación placentera por mi parte, como no.

Me llego el orgasmo y le solté las manos para posarla de nuevo sobre su nuca. Realice los movimientos pélvicos resultado de mi placer y mi corrí casi directamente en su estomago. Sé que pocas mujeres pueden hacer eso, pero la guarra de mi madrastra es capaz de aguantar unos cuantos segundos la respiración mientras el clímax de su hombre sucede. Todo un maravilloso acto de entrega en pos de mi goce. Me retire y ella busco el oxigeno a bocanadas y fue cuando me di cuenta del divertido detalle de que había salido una gota de mi esperma por su nariz. Se lo señale. Ella con el dedo pulgar lo recogió lo puso en su boca y lo sorbió. Mostrando su infinita sonrisa al terminar aquella bendita mamada.

Nadia - ¡Hoy tenias ganas de follarme duro! ¿Eh?

Yo – ¿Se nota?

Nadia – Y que lo digas. De todas formas si tan caliente estás. Estoy pensando algo especial para esta tarde.

Yo - ¿Qué?

Nadia - ¡Es una sorpresa!

Yo – ¡Vale! Me aguantaré.

Nadia – Para ponerte los dientes largos te voy a decir que se te a va poner la polla más dura que el adamantium.

Yo – ¡Exagerada! ¡No seas mala! ¿Que es?

Nadia – No , no ,no . El morbo de la espera y la incertidumbre hará que la dureza sea aún mayor.

Yo – Eres mala. Tú lo que quieres es que vaya con el camping desplegado en mitad de las clases.

Nadia – Jajajajajaja . Que tonto eres.

Yo – Yo no se porque lo de las mamadas matutinas si luego me dejas en las ascuas con estas cosas.

Nadia – Por haberme follado tan duro la garganta te aguantas.

Yo – Vale , vale , tú ganas.

Nadia – Venga , a clases. Y no olvides lo que le tienes que decir a Sabina

Yo – No , no lo olvidaré

Baje hacia la entrada y el chófer me esperaba en la puerta para dirigirme al instituto.

  • Buenas días , Pepe

  • Buenos días , Alfredo

Pepe era un trabajador eficiente pero aún así me sentía incomodo de tener que depender de él para los desplazamientos. El verano siguiente, antes de empezar la universidad, me sacaría el permiso de conducir. Era una autentica pena no poder disfrutar de toda la serie de maravillas de coches que estaban a mi disposición en el garaje de la mansión.

Llegue al instituto y me fijé que Sabina bajaba del autobús. Era inevitable pero su madre aún con mi ayuda económica no podía mantener su parque automovilístico y lo había vendido todo. El hecho de tener que empezar a usar el transporte público era un grano más en las burlas y miradas jocosas por parte de mis compañeros de instituto de niños malcriados. Fui en pos de ella al ver que empezaba a sentirse una vez incomoda con algún que otro señalamiento por parte de los idiotas acosadores de siempre. Me temía que quizás iba a tener que dar alguna que otra tunda. Las clases de jui-jitsu me habían permitido retorcer más de algún brazo. Al verme acercarme su pose pase a ser de más aliviada.

Yo – Buenos días, Sabina.

Sabina – Hola , Alfredo. ¿Que tal?

Yo - Muy bien y tú.

Sabina – Bien – dijo sin mucho convencimiento.

Yo – Me he acordado que en el Lunes santo cumples 18 años. Y he pensado hacerte un regalo.

Sabina – Alfredo , ya con lo que me has dado , no tienes que darme más.

Yo – No ,no. Permiteme. Por favor. Pero este regalo, por desgracia es tan peculiar que por desgracia tengo que preguntar si te es posible aceptarlo con antelación y además tendrás que pedirle permiso a tu madre.

Sabina – Me tienes intrigada. ¿De que se trata?

Yo – Sabina ¿Deseas acompañarme a Munich, Alemania? Durante toda la semana santa. Tengo asuntos de negocios allí, pero tendré unos cuantos días en el que me gustaría pasarlos contigo.

Sabina se quedo paralizada intentando descifrar mi oferta. Era como si no se creyese lo que le acababa de decir.

Yo - ¿Que me dices?

Sabina – ¡¡Que siiiiiiiiiiiiiiiiii !! , ¡¡¡¡Qué me encantaría!!!!

Mi prima era la representación de la felicidad. Era como si se hiciese realidad el mayor de sus sueños. Yo no terminaba de captar el porque de tanto alboroto hasta que de improviso ella poso sus brazos sobre mi nuca alzo sus pies y me dio un beso. Aquello no lo vi venir. Ahora era yo el paralizado y con los ojos como platos me quede de piedra. Ahora que lo pienso, en cierta manera quizás por mi aún falta de experiencia no leí las claras señales que estaba emitiendo mi prima. Y ya eran obvias. Ahora los compañeros miraban y cuchicheaban entre ellos comentando obvias maledicencias sobre una relación entre primos, aunque fuesen no carnales.

Sabina tomo mi mano y casi dirigiéndome como un asno ensogado me llevo a clase mientras nos rodeaban las incomodas miradas de nuestros compañeros. Al fin nos sentamos cada uno en nuestras meses y aunque la clase transcurrió yo seguí masticando aquel beso con el resultado de que me llamasen al orden varias veces. Desde luego mi vida era un completo caos y no tenia visos de estabilizarse. Todo lo contrario, la predicción meteorológica anunciaba borrascas con importantes vendavales y tormentas que pudiesen derivar en un tifón.

Durante el descanso Sabina casi me siguió como una perrita faldera. Cuando yo me esperaba que iba a pasarme todo la mañana intentando descifrar el enigmático mensaje de mi madrastra. Ahora me veía abocado a intentar encajar las piezas de mi vida y en ella que mi prima se hubiese enamorado de mi difícilmente encajaba con la realidad de que tenía a su tía , mi madrastra , como sumisa sexual y que ya estaba preparándose la llegada de una nueva sumisa a mi vida , ¡Su propia madre! Un completo caos que yo mismo había provocado. Allí me encontraba maldiciendo mi mala sombra de encontrarme en semejante lio de no malherir a mi prima ante los acontecimientos que acontecían a su alrededor y de los que ella no era aún consciente. Que narices estaba haciendo con mi vida. Debía estar loco como una regadera. En realidad casi se podía decir que estaba empezando a percatarme que mi personalidad casi se desdoblaba en dos. Una especie de Dr. Jekyll preocupado por los sentimientos de mi prima y de mi madrastra. Deseoso que todo les fuese bien y con deseos de protección hacia ella. Y un Mr. Hyde que hacia su aparición cuando los demonios de la ira o la lujuria me tomaban. Que no dudaba en usar y abusar del cuerpo de mi madrastra y mi tía para mi egoísta placer. Que planificaba horrendos planes que incluían chantajes, crímenes y dominación. La idea que mi Mr. Hyde hiciese algo en contra de Sabina me horrorizaba. Pero ya casi era inevitable, su madre era nuestro siguiente objetivo.

Sabina - ¿Te apetece ir mañana al cine?

Casi ni me percaté de sus palabras. Estaba ofuscado en mis pensamientos

Sabina - ¡Houston llamando a Alfredo! ¡Responda, cambio!

Yo - ¿Qué?

Sabina - ¿Qué te ocurre? ¿En que piensas?

Pregunta peligrosa donde las haya cuando te la realizá una mujer

Yo – No, no te preocupes. Estaba pensando en los ejercicios de álgebra matricial de hoy. - le mentí. - ¿Que me decías?

Sabina – Si, te apetece ir mañana al cine.

Yo - ¿Mañana, que es Sábado?

Sabina se meaba casi de la risa al oírme.

Sabina – Pues claro. ¡No sabes ni el día en el que vives! Tienes muchas cosas en la cabeza.

Yo – Si,me temo. Si, iré. ¿Quedamos a las 7?

Sabina – Me parece bien, iremos a ver la última de Meg Ryan.

Buff. Una romanticona. Como no. Pero bueno, este tipo de cosas hay que aceptarlas con resignación. Volvimos a clase y me despedí de mi prima para volver a casa.

Para aquellos momentos todavía seguía asimilando lo de Sabina hasta que al abrir la puerta recordé la excitante situación en la que me encontraba en casa. Ofuscado en un cada vez mayor estrés casi había olvidado que mi madrastra era mi sirvienta. Y allí estaba, feliz, sonriente, y desnuda. Ansiosa por darme placer y no puedo negar que yo estaba entusiasmado en recibirlo.

Nadia - ¿Que tal te ha ido?

Yo – Bien , bien ,bien – oculté mis pensamientos. No era el momento de comentarle que Sabina parecía estar colada por mi.

Nadia – He llamado a mi hermana, y le he comentado lo de que te lleves a Sabina estas próximas vacaciones. Le ha parecido bien que su hija conozca mundo y confía en ti ya que fijate – dijo soltando un guiño – eres un buen chico.

No pude evitar la carcajada.

Nadia – Si ella supiera

Yo – Pronto lo descubrirá. ¿No?

Nadia – Así es, porque ha aceptado también mi invitación a venir conmigo mientras estáis los dos en Alemania.

Yo – Pues su hija ha aceptado mi invitación.

Nadia – Entonces la trampa esta lanzada. Ya solo falta que la pobre conejita venga a la guarida de la loba.

Yo – Ten cuidado con la conejita que sabe morder por lo que tengo entendido.

Nadia – No te preocupes por mi. Cuando vuelvas te la encontrarás alimentándose de mi almeja.

Yo – Y para mi. ¿Habrá algo?

Nadia – Para ti habrá más de lo que te imaginas. Empezando por ahora mismo. Vamos al dormitorio. Hoy hay menú especial.

Yo - ¡Anda! ¡No me acordaba ya! ¡Venga vamos!

Me desnudé a toda prisa deseando saber que me esperaba. Al llegar a la habitación Nadia me ayudó a terminar de quitarme los pantalones con los que por la ansiedad estaba a punto de tropezarme. Mi polla hizo aparición con una media erección. Nadia rauda se arrodillo cual adoratriz y con esa mirada de devoción se embuto todo el pene en su boca para comenzar una mamada a medio ritmo. Desde luego lo mejor de las mamadas de mi madrastra es la pasión con las que las ejerce, te trasmite que le encanta mi polla y eso aumenta el ego una enormidad. Por no decir lo fantástico que es cuando te lame los huevos.

Yo ya me estaba haciendo a la idea de que el plato del día era otra rica felación. La técnica de mi madrastra ya es difícil de superar así que es un plato de tres estrellas michelín. Pero al parecer por ahí no iban los tiros.

Nadia – Sé que me lo pediste hace tiempo. Y me he estado preparando. Ya estoy lista.

Yo – ¿Lista para qué?

Nadia – Para que me des por el culo. Pero aún así. Por favor, te ruego que no seas rudo y no me hagas daño.

Yo – Tranquila , mami. No quiero hacértelo.

Nadia – Gracias cielo.

Mi madrastra fue a la coqueta y abrió el primer cajón. Tomo un frasco lleno de colores en su cubierto y me lo mostró. Esto es lubricante basado en agua, es el que usaremos para evitar lastimarnos. Ahora fijate.

Mis madrastra se puso a cuatro patas en la cama, se junto abundantemente el dedo corazón con el lubricante y yo observaba como se le introducía poco a poco. Por la sensación que me daba parecía que le costaba un poquito pero fue introduciendo falange a falange hasta hacer tope en sus nalgas. Saco lentamente los dedos y volvió a untar lubricante ahora sobre el indice y corazón. Esta vez le costo un poco más de esfuerzo pero por la respiración estaba muy relajada. Estuvo un buen rato removiendo sus dedos en su interior. Yo tenía un erección que podía ya romper piedras.

Yo – No puedo esperar más. Quiero metertela.

Nadia – Te le ruego , Alfredo. Se paciente. Mi ano no es mi coñito. Se dulce con él.

Yo – Lo que tu digas. Empecemos cuanto antes.

Nadia – No me escuchas. Metémela poco. Con mucha calma, con mucha delicadeza. ¿Me lo juras?

Yo – Vale , vale. Te lo juro.

Nadia – Venga, ahora toma el lubricante y que se quede tu pene bien pringado con él.

Estaba muy ansioso pero por las suplicas de mi madrastra era buena cosa intentar calmarme lo más posible. Sino el miedo de ella haría que se echase atrás al gran banquete que me estaba proponiendo. Derrame un buen chorro de aquel liquido sobre mi glande y este se fue deslizando sobre mi miembro hasta que con mi mano lo repase dejándolo bien pringado.

Nadia – Venga, hora de que disfrutes por primera vez de mi puerta trasera.

Abrió las nalgas dejando para mi deleite la esplendida visión de su rosado esfinter. La sangre de mi cuerpo debía haber pasado a temperatura de ebullición con dicho gesto. Me coloqué tras ella y sujetando mi pene apunté a su ano. Hice una ligera presión pero por desgracia no entro en la primera. Seguí aumentando la presión hasta que casi con un esfuerzo sobrehumano por parte de ambos este empezó a abrirse aceptando la entrada de mi lanza. Nadia daba grandes bocanadas de aire y leves gemidos. No había que ser muy avispado para darse cuenta de que le estaba doliendo pero aún así no se quejaba haciéndome maravillar por su entrega.

Al fin paso el glande e hice una parada.

Yo- Ya ha entrado la cabeza

Nadia - ¡Joder! ¿Solo la cabeza todavía?. Esto me va a costar horrores. Dame un respiro. Por favor.

Yo – Si , descansa.

Me pare un minuto y luego continué la ofensiva presionando casi milimétricamente. Mi madrastra llevo su mano al clítoris y comenzó a masturbarse a un ritmo lento. Mi polla estaba estrangulada por la presión que sentía de un orificio tan estrecho. Era un delicia. Sentía unas ansías enormes de eyacular. Pero deseaba mantener esas sensaciones por más tiempo. Pose mis manos en sus caderas y seguí empujando, con tranquilidad. Ambos respirábamos como si estuviéramos minutos antes de un parto.

Nadia – Sigue, sigue. Asi . Lo estas haciendo muy bien.

Aquella batalla era infernal. El avance por aquel conducto debía ser muy cuidadoso y medía muy mucho mi empuje. Era como una guerra de trincheras de la primera guerra mundial. En nuestro caso avanzar un centímetro en el frente era como perder batallones enteros para alcanzar el frente enemigo. Nadia empezaba a gemir ligeramente. Y yo estaba sudando tinta china.

Al final lo conseguí hice tope con sus nalgas.

Yo – Ya te la he metido entera.

Nadia - ¡Ay! Que rico. Lo conseguí. Creí que no lo iba a lograr. He estado a punto de suplicarte que lo dejáramos.

Mucho me temo que de lo bien que lo estaba pasando mi cerebro no iba escuchar el sonido de sus suplicas.

Nadia – Ahora , por favor no te muevas. Dejame que yo marque el ritmo.

Obedecí y me quede quieto siendo mi madrastra la que movía su culo hacia mi y lo retiraba. Pero apenas eran unos pocos centímetros. Yo estaba rozando el séptimo cielo.

Nadia - ¡Uhm! Que rico dolorcito y que placer tan bueno. Hacia mucho que no hacia anal y pensé que no podía hacerlo contigo. Tienes una tranca muy gruesa.

Yo – ¡Madre!

Nadia – Dime hijo.

Yo – No puedo aguantar ni un segundo más. Lo tengo en la punta. Lo tengo en la punta. Esto es demasiado.

Nadia – ¡Vale , vale! Suéltalo. Llena las tripas de tu puta con tu marca.

Esta vez fue yo el que me sujete a sus caderas con fuerza y realice los movimientos. Me olvide de que era un ano donde estaba y convulsione como si me estuviera follando un coño. Varias estocadas profundas y directas hasta el fondo con un quejido agudo por parte de mi madrastra y entonces el volcán entro en erupción. La lava caliente y blanca quedó incrustada en todos los intestinos de mi tutora. El placer glorioso , pero aún mejor la sensación de poder, de dominio sobre la rubia que estaba bajo mi. Me derrumbe sobre ella y acepto gustosa soportar mi peso mientras me recuperaba. De todos los polvos que le había echado hasta ese momento nunca como aquel me había producido la gran satisfacción de sentirla mía, bajo mi yugo. Una conquista completa y total. Una capitulación absoluta de su cuerpo para mi total disfrute y capricho. Me retiré de encima suyo y me acosté a su lado. Ella me recibió con cariñosos besos lo cual fue la guinda del pastel de todas esas sensaciones

haciéndome recordar de que todo aquel paradisíaco placer que acababa de sentir era un regalo ofrecido por ella, entregado con las más sincera sumisión hacia mi. Príncipes, reyes, patricios de la antigua Roma, hasta dioses ; Me sentía más dichoso que todos ellos. Yo, aquel que rompía un tabú tras otro.

Tras unos minutos de dulces carantoñas la mano de Nadia volvió a tomarme el pene.

Yo – Curioso. Lo tengo limpio. Creí que lo iba a sacar muy sucio

Nadia – Me he hecho una lavativa. No debo ensuciar a mi señor.

Yo – Siempre atenta a todos los detalles. Eres la mejor.

Le dí un beso de agradecimiento pero note de que estaba agitada, con la piel ardiendo. Entonces me acordé de que ella aún no se había corrido.

Yo - ¿Te apetece que te coma el coño?

Nadia – Tengo una idea mejor. Por favor no te niegues.

Yo – Contigo hay que ser un gilipollas para negarme a cualquier cosa que me propongas.

Nadia se deslizo hacia el borde inferior de nuestra cama. Y tomo mis piernas abriéndolas. Colocó una almohada bajo mi espalda a la altura de mi vientre.

Yo - ¿Que narices pretendes? - dije un poco asustado

Nadia – Tranquilo tonto, no voy a violar tu culito. Pero te voy a dar un gustirrinin que va a hacer que se te levante el mástil de nuevo.

Extrañado por lo que tenia en mente no me espere que me empezará a lamer mi ano con su lengua, mientras su mano seguía cascandomela. Aquello fue un pequeño chispazo eléctrico, era un placer absolutamente nuevo que no oculte con un gemido que fue recibido por ella con cara de satisfacción. Su lengua me recorría todos los bajos. Desde los testículos, pasando por el perineo hasta darme un beso negro apasionado. La muy zorra quería penetrarme con la lengua. Esa caricia húmeda, blandita fue tan exquisita que sentí que se me dilato mi culo. Estaba pansadolo de rechupete pero de repente me vino a la mente que no me gustaba que tomase ella el mando de las operaciones. Aquí el que follo soy yo y la follada ella. Y por temor de que se le ocurriese algo más atrevido le interrumpí cuando mi pene ya estaba bien duro de nuevo. Fui hacia ella y cogí su cuerpo y lo tumbe boca arriba al igual que había estado yo. Ella lo tomo con gran entusiasmo y abrió de par en par sus piernas. Vi su culo y no me lo pensé dos veces, quería repetir.

Nadia - ¡Jo! ¿Otra vez?

Yo – Te lo voy a destrozar, mañana no te vas a poder sentar. Ya me obsesiona tu ano, me lo quiero follar mil veces y de postre otra vez.

Nadia – Soy tuya, y siempre lo seré.

Apunte a su entrada trasera y observé como su esfinter estaba dilatado resultado del reciente uso. Ahora apenas tenia que apretar para conseguir resultados. En pocos segundos ya la tenía metida entera de nuevo. Nadia ya se machacaba el clítoris con fiereza e intercambiada ligeros quejidos con suaves aullidos de gusto. Mi madrastra cerraba los ojos y los abría para mirarme como si estuviese atenta a como lo estaba pasando. Excitada quizás de verme disfrutar tanto con ella. Aquello fue un acicate para no andarme con miramientos. Mi pene paso a ser como el pistón de un motor y propinaba unas señoras embestidas hasta el fondo para luego retirarme. No eran el colmo de la delicadeza, pero básicamente nuestro sexo siempre era duro.

Si la primera vez estuvimos tremendamente cautos y pacientes para evitar daños ahora pasamos a todo lo contrario. Aquello era un bliztrieg , una guerra relámpago. Como cuando la Wermacht del tercer Reich con sus divisiones Panzer machacando al ejercito polaco y entrando en Varsovia como Pedro por su casa.

El habérmela follado hacia pocos minutos me permitió resistir bastante lo cual si que esta vez le permitió alcanzar su tan ansiado orgasmo con el resultando de un maravilloso estrujón sobre mi polla. Al fin pude ver esa sonrisa de oreja a oreja y esa mirada perdida. Que preciosa se pone después de correrse. Esa imagen de felicidad me pudo y fue cuando ya el calorcito empezó a partir de mis huevos. Sabía que ya no podía pararlo. Mierda, quería haber durado más. Pero que rico es follársela por detrás. Por su diminuto conducto. La corriente ya subía por mi columna vertebral y fue cuando me abandone me tumbe sobre ella y prácticamente revolviéndome sobre su cuerpo sin el menor atisbo de piedad me dispuse a volver a saciar mis deseos más sucios. Mi esperma pinto de blanco sus entrañas de nuevo. Esas eran las nuevas fronteras de mi imperio.

Me aparte de ella. Y fui yo el que esta vez me dedique a darle mimitos y caricias. Ella se abrazo a mi pecho.

Yo - ¡Ha sido magnifico!

Nadia – Si ,esta vez si que lo he pasado de maravilla. - comento mientras me acariciaba el pecho – venga, vamos al cuarto de baño a lavarnos. Me siento llena por dentro. Es una sensación riquísima sentir cuando te corres dentro de mi. Pero tengo que limpiarme.

Nos levantamos y yo fui tras ella. Una imagen excitante vino a mis ojos, su ano estaba dejando escapar poco a poco un hilo de mi leche que se estaba deslizando por sus nalgas piernas abajo. La había llenado por completo.

Ya si tanta urgencia sexual podíamos disfrutar de otros placeres relativos a nuestras pieles también muy satisfactorios mientras nos lavábamos. Pero lo que mejor me hacia sentir era la mirada y sonrisa que desprendía mi madrastra. Dominarla la estaba haciendo feliz y yo me sentía extremadamente viril por ello. Mientras nos enjabonamos bajo la ducha volvimos a hablar.

Nadia – Luego de almorzar aceptaré tu propuesta de comida de coño.

Yo – Pedazo de postre.

Nadia – Y … follaremos otra vez. Pero eso si. Dejame el culo por hoy. Creo que ya ha tenido suficiente el pobrecito. Ya sabes que soy capaz de hacerte gozar también con mi coño.

Yo – Claro que lo sé. Por cierto, antes de que se me olvide. Tengo que comentarte una cosa sobre Sabina.

Nadia – ¿Que le pasa?

Yo – Me ha pedido que vaya con ella al cine.

Mi madrastra volvió a dedicarme una de esas miradas profundas y evaulativas. Era una situación muy incomoda mantener la sangre fría y seguir ocultando lo que estaba pasando con su sobrina.

Nadia - ¿Al cine?

Yo – Si, al cine. Iré con ella por la tarde. Creo que es buena idea. La chica esta entusiasmada con ir conmigo a Alemania y quiere tener un contacto más cerrado conmigo y conocerme mejor.

Nadia – ¿Y me vas a dejar sola toda la tarde? – dijo con un mojín de disgusto

Yo – Vamos, que estas solas todas las mañanas entre semanas. Parece como si tuvieras celos de tu sobrina. Esto va a ser un buen preparativo para nuestros planes.

Nadia - ¡Vale! ¡Vale! Pero una tarde sola sin ti se va a hacer eterna.

Yo – Te compensaré. Mañana seré yo el que te coma el coño al empezar el día. ¿Te parece bien?

Nadia – ¡Maravilloso! - me respondió con un tierno beso.

Una vez más había salvado una bola de partido. Es muy difícil disfrutar de una vida así cuando tienes que encadenar una mentira tras otra y como las enredes todo el castillo de naipes de derrumba.

Continuará ...