La usurpadora (6) Tía Abigaíl debe pagar
Alfredo le muestra a Nadia un vídeo sexual en que están implicados su hermana y su difunto marido. Madrastra e hijo se conjuran para someter a la tía a sus perversiones. Filial , dominación .
Tía Abigail debe pagar
Tuve un extraño presentimiento de que quizás lo había jodido todo. El rostro de mi madrastra no daba precisamente las señales que yo buscaba. En mi intención de provocar un deseo de revancha en ella quizás me pase de frenada. Tenía que reaccionar inmediatamente y suavizar un poco el ambiente. Así que la abracé con ternura y le susurré
Yo – Calmate, calmate. Recuerda que es tu hermana. Tu querida hermana
Nadia – Pero es una puta traidora.
Yo – Lo sé, lo sé. Y debe pagar por ello. ¿Pero recuerdas lo que me acabas de decir? ¿Lo de dejar paso al perdón?
Nadia – No pienso perdonarla. Al menos aún.
Yo – Bueno , no la perdones. Pero no hagas algo de que lo luego te vayas a arrepentir. Estás demasiado cegada por la ira. Mucho más que yo, diría. ¿No te parece? Así que calmate. Respira hondo. Eso es. Tranquilizate mami.
Ahora su rostro de furia se había transformado en lágrimas de humillación. Verla así me descorazonaba.
Yo – Vamos a hacer algo con respecto a tu hermana.
Nadia - ¿Qué?
Yo – No es justo lo que te hizo. Y esta visto que es una perra de cuidado.
Nadia – Estoy de acuerdo – dijo , ya con la voz más serena.
Yo – Pues que en el pecado vaya la penitencia.
Nadia - ¿Qué quieres decir?
Yo – Hagamos que sea la perra de los dos.
Nadia – Pero que ideas más desvariadas se te ocurren. Que Dios te perdone.
Yo – No te preocupes por eso. Que Dios me perdone, es su trabajo. Ya lo dijo el poeta Heine.
Nadia – ¡Deja de blasfemar!
Es muy difícil estimado lector actuar como Yago sobre Otelo y escribir renglones torcidos sobre la mente de mi madrastra. Por muy shakespeariana que fuese nuestra historia. Con una enorme facilidad te dejas llevar por tu orgullo y en vez de obtener lo que pretendes empeoras tu situación. En ese momento parecía de que estaba metiendo la pata a base de bien ya que Nadia ya no me miraba con la cara de deseo que parecía dirigirse hacia a todas horas. En cambio ahora me miraba con vergüenza y pudor. Y por primera vez tras muchas semanas se cubrió sus pechos y se tapo su sexo de mi mirada. Estaba a punto de perderla, esa era mi sensación. En mi afán lujurioso iba a perder a un ser querido que empezaba a percatarme que me amaba de corazón aunque compartiese conmigo una concupiscencia que no era adecuada para nuestra relación familiar.
Instintivamente me senté en el sillón y deje de mirarla para aliviar su pesar. Respire hondo y la deje tranquila con sus pensamientos. Por mucho que la desease debía dejarla marchar si nuestra relación ya no era de su agrado.
A los pocos minutos Nadia cogió el mando del DVD y rebobino la escena y la puso desde el principio y comenzó a verla de nuevo. La rebobino una vez más y otra. Interesado por su actuar la observé con detenimiento. La vergüenza y el pudor se le había desaparecido una vez más y en cambio notaba desde mi distancia algo completamente distinto y característico. Una respiración ligeramente agitada, unos pómulos enrojecidos y unos pezones ergidos. ¡No podía creérmelo! ¡Estaba excitada viendo aquel vídeo! Su mente era tan pervertida como la mía. Eramos almas gemelas.
Nadia – Alfredo, lo he pensado mejor. Y creo que tienes razón. Mi hermana lo tiene que pagar.
Me contuve unos segundos masticando lo que me acababa de contar. E intenté medir mis palabras con precisión. Aún así era necesario acercarme a ella. Y Nadia no rechazó ni un milímetro mi acercamiento sino que me recibió con un apasionado beso con lengua. Aquel era un beso de amante, no de sumisa. Me veía con ojos llenos de brillo. Comprendí de nuevo que nuestro ligero malentendido se había terminado y que parecía aceptar mi idea.
Nadia – Si, hijo. Esa zorra , debe pagar.
Yo - ¿Y cual es la mejor forma de hacer pagar a una zorra , madre?
Nadia – Convirtiéndola en nuestra puta.
Yo – De todas formas es a ti a quien más te ha hecho daño. A mi no lo consiguió porque mi padre murió antes de conseguir sus pérfidos objetivos.
Con delicadeza mis manos empezaron a recorrer su piel. Pero comencé con movimientos delicados, sin la agresividad habitual con la que la follaba. Un sutil roce por la espalda , un suspiro por su cuello. Yo situado en su espalda y ella me tomo por el cuello agradeciendo aquel caballeroso trato que le dispensaba con unos sugerentes gemidos.
Nadia – Entiendo, hijo. Yo soy la que la debo someter.
Yo – Lo has entendido. ¿Y que harás luego?
Nadia – Te la entregaré. Yo traicionaré a mi hermana al igual que me traicionó a mi y con un beso de Judas se la ofreceré a mi dueño y señor para que la mancille. Tal como hizo conmigo.
Yo - ¿Sabes lo que tienes que hacer?
Nadia – He tenido un buen maestro. Dame todos los videos y le mostraré su vileza.
Yo – Te daré más. ¿Mañana tarde grabaremos uno de nosotros? Lo usaras para chantajearle con dos cosas. La primera por hacerle ver lo que tienes que soportar conmigo y que es su responsabilidad ayudarte. De esta forma sabrá lo que le espera.
Nadia – Me encantá la idea mi señor. Seguro que la guarra de mi hermana se pone cachonda perdida y me implorará que comparta tu polla. Mi señor
Yo – Mi polla es tuya y si Abigail la quiere tendrá que ganársela. No se la daré tan fácilmente. He pensado para tu hermana otra función.
Mis manos ya estaban manoseando ávidamente los pechos de Nadia y el sexo que ya estaba encharcado. La idea que le estaba proponiendo a mi madrastra la estaba derritiendo en mi mano derecha. Su voz era entrecortada y ya le costaba hablarme.
Nadia - ¿Que piensas para ella?
Yo – Lo que te estoy haciendo ahora. Me has dicho que te pasas las mañanas matándote a pajas. Y eso no puede ser. Tengo que mirar por ti y por tu muñeca. Y como te he dicho antes la puta de tu hermana será la perra de los dos y también la tuya. ¿Dime, a que te gusta que te coman el coño?
Nadia - ¡Siiiiii! Me encanta. Házmelo mi amo. Por favor. No puedo más.
Yo – No ahora, no. Para eso será para lo que destine a tu hermana. ¿No te gustaría que en vez de tener que machacarte tu misma el sexo. Tu ordenases cada vez que quisieses a tu futura esclava a que se tumbase en el sofá. Te colocases con tu sexo sobre su cabeza y la sujetases con fuerza, como se que te gusta hacer, para forzarla a que te coma el conejito cual esclava y ella metiese a su pesar la lengua en tu interior recogiendo todo tu jugo mientras la insultas y te corrieses en toda su cara estallando en un squirting de época ordenando que lo recogiese todo y lo tragase? ¿Te imaginas? Ella con cara de humillada, pidiendo clemencia y con dificultades para respirar ya que la tuvieses bien sujeta con tus piernas y manos.
Nadia – Siiiiiiiiiii!!!!! Traga guarra!!!! Comeme el coño so puerca!!!!! Siiiiii!!!!
Nadia no pudo aguantar más el relato de mi propuesta y se corrió en mi mano. Su orgasmo fue colosal , su cuerpo tembló durante casi un minuto durante casi un acto premonitorio ella eyaculó fluido vaginal como había yo contado pero en un pequeño chorro. Lo cual fue una imagen que me lleno de satisfacción , los gemidos agudos y potentes retumbaron por toda la sala. Como estábamos solos podíamos expresar a pleno plumón cuanto estábamos disfrutando y su clímax fue el más intenso de todos los que había disfrutado conmigo hasta ese momento. Su cuerpo desfalleció y tuve que sujetarla para evitar que se cayera al suelo. La porte sobre las piernas y la lleve a nuestra cama. Se había desmayado del orgasmo. Mientras la llevaba veía una sonrisa de felicidad en su rostro que posiblemente era más motivo de alegría para mi que para ella.
La pose dulcemente sobre la cama y me tumbe a su lado mirando su cara y acariciando su rostro con delicadeza. Aquella sonrisa me perturbaba. Mi corazón latía inesperadamente. A pesar de que nuestro sexo era francamente duro y posesivo por mi parte. A pesar de que durante muchos años había considerado a esa mujer como una enemiga, a la usurpadora. Ahora empezaba a quererla. No terminaba de entender que narices de tipo de amor se podía tratar. Era algo insano. ¿La estaba empezando a querer como madre? No podía ser así porque entonces no tenía nada que ver con lo que llevábamos haciendo desde hacia unos meses. ¿La quería como amante? Tal vez, pero entonces porque al mismo tiempo me venía a la mente en esos momentos la imagen de Sabina. Si, por Sabina sentía algo entonces ¿Que cojones estaba haciendo con mi familia? Recordé lo que me acababa de decir mi madrastra. “Debes dejar paso al perdón”. Empezaba a comprender que tenía razón y que estaba conduciendo mi vida a una espiral autodestructiva. Todos aquellos pensamientos se interrumpieron cuando Nadia abrió los ojos con una radiante muestra de felicidad dándome besos y dulces abrazos.
Nadia - ¿Como lo vamos a hacer , Alfredo?
Yo – Esa es la parte más difícil. Lo que esta claro es que deberás tenderle una encerrona aquí. Pero conociendo como es mi tía va a ser un hueso duro de roer y te va a costar bastante tiempo.
Nadia – He tenido un buen maestro.
Yo – De todas formas esto siempre debe ser palo y zanahoria. No debe haber solo castigos, sino también incentivos.
Nadia - ¿En que piensas?
Yo – Si la queremos como nuestra putita deberemos crear una coartada. ¿Que tal si le ofrecemos un puesto de trabajo? Ahora que esta arruinada le vendrá bien. La nombraré mmmmmm mi secretaría particular. De 10 de la mañana a 7 de la tarde.
Nadia – Secretaría , ay pillín , lo que lo vas a convertir es en nuestra puta con todas las letras.
Yo – Esa es la idea. Y puedes usar el tema de la pensión que le estoy dando para recordarle su situación. Un poco de presión económica y no le parecerá tan mal ejercer de nuestra meretriz privada. De todas formas no es algo muy distinto a lo que ha estado haciendo hasta ahora. Tiene experiencia. Así todo queda en casa – le dije con un guiño.
Nadia – Jajajajaja. Muy bueno. Aún así sigue siendo mi hermana y todo esto le escandalizará y me dirá que estoy loca. Voy a tener que ser dura con ella.
Yo – Eso me temo.
Nadia – Pues me va a gustar estar en el otro extremo de la vara por una vez.
Yo – Nadia , por favor. No lo estropees y se muy cuidadosa con eso. No abuses del castigo físico. Debes comprender Nadia que al final el sumiso debe terminar por desear y disfrutar la relación con su amo.
Nadia – Entiendo. Pero aún así tenemos un problema. No puedo tener encerrada a mi hermana tanto tiempo sin que mi sobrina no de la voz de alarma.
Yo – Ya he pensado en ello. Aprovechando las vacaciones de semana santa aprovecharé para darle un regalo muy especial a Sabina. Me han llamado diciendo de que tengo que ir con el consejo de administración a Munich para firmar un contrato con la Bayer. Nuestra rama farmacéutica se va a encargar de la producción de toda una nueva serie de antibióticos de nueva generación en nuestra factorias.
Nadia – Estoy muy orgulloso de ti. Mi hijo, todo un hombre de negocios. - me felicitó con un abrazo - ¿Crees que podrás?
Yo – No te preocupes. Me ha comentado Felipe, el vicepresidente, que las negociaciones están solo pendientes de mi firma. Así que solo tengo que ir a escuchar un discursito y echar mi monigote. Con lo cual puedo aprovechar y llevarme a mi prima conmigo. Estoy seguro que le encantará la idea. Mañana en clase se lo comentaré. Ya solo hace falta que tu hables con tía Abigail y ella ceda.
Nadia me miró fijamente con una cara inquisitiva. Aquella mirada me turbo un poco pero conseguí mantener mi cara de póquer. Se podía leer a la legua en ella de que mi propuesta no le terminaba de gustar como si se oliese que había algo detrás.
Nadia – Me parece buen plan.
Respiré aliviado al percatarme que mi madrastra no había captado mis segundas intenciones. Sabina me empezaba a gustar y que mejor que un viaje romántico a Baviera para seguir encandilandola. Por supuesto que mi proyecto no tenía en su concepción mucho que ver con lo que estaba haciendo con su tía y lo que pensaba hacer con su madre. Lo mía con ella era más, como diría, romántico, quizás hasta platónico. Pero por supuesto, una cosa son lo que uno piensa hacer y otra muy distinta es lo que al final uno se encuentra.
Ahora, a posteriorí quizás hubiese sido más juicioso confesar mi atracción por su sobrina a Nadia. Conociéndola como la conozco en estos momentos ella es posible que se hubiese alegrado. Aunque siempre existía el peligro de que hubiese reaccionado de manera celosa. Lo cual era el miedo que yo tenía en aquellos momentos en el que guardaba mis cartas. Posiblemente aquel instante donde no fui sincero con ella fue cuando perdí la última oportunidad para intentar normalizar la situación. De tratar de darle la vuelta atrás antes de convertirlo en la locura en el que iba a camino de convertirse.
Nadia - ¿Sabes una cosa? Me va a ser duro no estar contigo durante una semana entera.
Yo – Bueno , quedan un par de semanas para ello. Y para mi también me va a resultar muy cuesta arriba. Pero será un buen sacrificio. ¿No?
Nadia – Espero cumplir bien mi cometido de dejarte bien satisfecho y puedas aguantar sin tu hembra durante tanto tiempo.
Yo – No tengo ninguna duda al respecto.
Nadia – ¡Ya estás otra vez empinado! ¡Bendita juventud! ¡Venga hora de que tu mami, te mime! ¡Uy! Que enfermo estás. Debería hacer algo. A ver que tal si empezamos por darle besitos al hinchazón a ver si así se baja.
Mi madre poso su lengua sobre mi miembro y le daba ligeras lengüetadas. Yo que llevaba ya una actividad bastante intensa en el día sabía de que esta vez me iba a costar un poquito. Pero aún así la caricia con sumo cariño era gloría bendita mientras no apartaba su afectuosa mirada de mi. Aquella mamada no era una de las nuestras habituales. Llena de agresividad, en las que introduzco mi miembro con profundidad en su garganta abusando casi de su boca. Simplemente me dejaba hacer. Ella se concentro en darme suaves toques con su lengua en mi glande y mi frenillo mientras que mi masturbaba con delicadeza la base.
Nadia – ¡Vaya! Los besitos solo parecen aumentar el hinchazón. Tendré que usar otro método. Le daré calor. Se un sitio en que a este pillastre le gusta estar mucho. En mi nidito. - dijo apuntando mi pene a su vagina.
Ella se colocó encima mía y abriendo sus piernas se coloco con lentitud mi polla en su cavidad. Era cierto, o quizás era mi sensación por habérmelo dicho, que su chocho estaba rebosante de liquido que deslizaba a la perfección nuestros sexos. Nadia cerro los ojos deleitándose con la sensación de tener mi instrumento en su interior. Abrió los ojos y me miró. Volvió a mostrarme esa sonrisa desbordante de felicidad. Sus movimientos eran lentos y sus nalgas subían y bajaban con parsimonia como saboreando la sensación de nuestro polvo tranquilo. Me di cuenta de porque estaba tan contenta. Era la primera vez que estábamos haciendo el amor, no me lo estaba follando, no la poseía con rudeza, no era polvo en que solo estuviese pensando unicamente en mi satisfacción. Era la primera vez que uníamos nuestros cuerpos bajos los términos de ella, incluso pude leer en su mirada una cierta sensación de poder. No me importo en absoluto sino que fui cómplice del juego, comprendí que Nadia había sido sumisa durante muchos años y que por fin le estaba ofertando la posibilidad de dirigir el como, el cuando y el cuanto aunque fuese a costa de su hermana. Ahora aunque de forma ligera le iba a permitir que gozase de mi y me follase a su ritmo.
Nadia tomo mis manos y las poso sobre sus pechos. Ya no tenía que decirme nada más. Ella seguía botando con esa delicadeza que tanto disfrutaba. Tenía los ojos cerrados como fantaseando con ciertas cosas aunque debes en cuando los abría para dedicarme una pícara mirada. Mi estimulación sobre sus pechos no podía ser otra que la del mismo ritmo que la del romántico polvo que nos estábamos dando el lujo. Nadia llevo su mano a su clítoris y le dio un suave masaje con el resultado de un orgasmo que pude percibir gracias a las contracciones sobre mi pene. A parte de los buenos gemidos con los que cantaba. Se había corrido sobre mi polla dejándola bien mojada, pero yo estaba aún lejos de llegar. Como su corrida había sido ligera ella tenia fuerzas para continuar. Cambio de postura y se puso de espaldas a mi. Ya no pude continuar estimulado sus tetas, pero ella echo el cuerpo hacia adelante permitiendo ver que su ano estaba al alcance de mis dedos. Moje con saliva mi meñique y con lentitud fue buscando esa entrada. Su cuerpo estaba muy relajado ya que los anillos del esfinter se abrieron de par en par ante mi intrusión. La invasión por su puerta trasera le aumentó exponencialmente el placer a mi madrastra que pareció entrar en convulsión resultado de otro fuerte orgasmo. Ahora sus gritos eran desgarradores.
Nadia - ¡Nada! ¡No puedo con la inflamación! ¡Pero no te preocupes que tu madre tiene un truco final! ¡Voy a sacarte la lechita como que me llamo Nadia Romero!
Yo – Te veo muy cansada. Si quieres dejame a mi. O terminamos con una mamada.
Nadia – Ni hablar. Esto es cosa mía.
Volvió a girarse y esta vez se colocó en cuclillas, definitivamente estaba teniendo mucho aguante físico para después del maratón de orgasmos que había tenido en el día. Pero al poco comprendí el porque de tanta autoconfianza. ¡Joder! Estaba apretándome a base de bien con su coño. No se como lo hace. Pero aquello parecía una maquina extractora que ejercía una presión infernal sobre mi pene y que a una velocidad pasmosa se movía sobre mis genitales. No duré ni tres minutos aquella sensación. Di un grito monumental de gozo y derramé el poco liquido seminal que me quedaba por emitir. Mi madrastra dio un aullido casi tan agudo como el mio al notar cuando empece a eclosionar. Era un bramido de gozo pero tan bien de victoria. Derrotada por el esfuerzo se derrumbo sobre mi cuerpo que agradecido abrace mostrando de esa forma mi alabanza por el gusto que me acababa de proporcionar. En esa postura nos dormimos.
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