La usurpadora (4) Las nuevas reglas de la casa

Alfredo ahora es el cabeza de familia e impone unas nuevas normas para la casa. Que incluyen unas obligaciones humillantes para su madrastra, la usurpadora. Filial, dominación

Las nuevas normas de convivencia

Fui el primero en despertar sentí un cálido bulto a mi espalda. Me gire y con el tacto reconocí un cuerpo de mujer ya formado y alto. Aún adormilado poco a poco fue recordando los ardientes acontecimientos de la pasada noche. Como si de un bebe se tratase puse mi mano sobre el pecho de mi madrastra y juguetee dulcemente con él. Nadia susurro en sueños mi nombre lo cual me lleno de satisfacción. Tranquilamente se giro y al verme junto a ella se le puso la cara de pánico. Cogió las sabanas para cubrirse el cuerpo y grito de terror.

Nadia – No , no puede ser, no . Lo de ayer no fue una pesadilla.

Me levanté y la acaricie y abrace para tranquilizarla.

Yo – Todo está bien, Nadia. No te preocupes.

Nadia – No lo entiendes. Esto , no puede ser. Esto … Eres mi hijo. No podemos estar … juntos.

Yo - ¿Que problema lo impide?

Nadia – Eres mi hijo. ¿No lo comprendes?

Yo – ¿Y aún así que? No eres mi madre de sangre.

Nadia – Como si eso importase. Será el fin para nosotros.

Yo – Si te preocupas por el que dirán. Eso no es una forma constructiva de pensar. Solamente debemos ser cuidadosos.

Nadia – Pero aún así.

Yo – Conmigo tienes tu provenir garantizado. Adicionalmente estoy pagando una cuantiosa pensión a tu hermana y una beca a tu sobrina. No olvides lo que puedes perder si decides marcharte. Y además me lo debes. Tú usurpaste el puesto de mi verdadera madre con subterfugios. De todas formas sigues obedeciendo a un Sánchez. Aunque he pensado en cambiarme el apellido por los de mi madre. Quizás lo haga en el futuro.

Nadia – Vale como tú quieras. Seré tu sierva.

Yo – Así me gusta. Espero no tener más esta discusión en adelante. Soy el señor de la casa y espero recibir el tratamiento esperado de mi condición sin ningún atisbo de duda. Y si me sigues poniendo las cosas difíciles quizás tenga que recurrir a métodos más expeditivos.

Nadia - ¿A que te refieres? Mi … señor.

Yo – Eso me gusta. Vas comprendiendo. Has hablado antes del que dirán. Me parece un pelín cínico por tu parte que comentes asuntos de honor. Esta familia ya no lo tiene. Y te puedo hacer una demostración. ¿Te imaginas si alguien, cuelga los archivos de video que te enseñe ayer en la principales páginas porno amateur de Internet? Seguro que baten todos los récords de visitas. Porque erais unos guarros de campeonato. Os felicito.

Nadia – ¿No lo harás?

Yo – Si no me dejas alternativa. Sin dudarlo. A mi el honor de mi padre me suda la polla.

Nadia – Pero yo quedaré

Yo – Quedarás como la puta que eres. Con lo cual si tanto te preocupa tu imagen solo te queda una única salida.

Nadia – Entendido mi señor.

Yo – Veo que hemos alcanzado un acuerdo. Y va a ser muy sencillo. Yo ordeno y tú obedeces. A todo lo que te pida. Sin rechistar ¿Capichi?

Nadia – Si, mi señor.

Yo - Y ahora vayamos a asuntos prácticos. Voy a despedir a casi todo el servicio. Excepto el chófer. Quiero sacarme el carnet cuanto antes porque me mola el McLaren MP4 del garaje. Quiero disfrutar de esa maravilla anaranjada. Desde luego el cabrón de mi padre tenía gusto en temas de automóvil. Como el chófer tiene una vivienda aparte no me estorbará por ahora a mis deseos. Los demás se irán a la calle.

Nadia – Pero , cariño. Los necesitamos para.

Yo – No los necesitamos para nada. Estorban. Podemos comer fuera si lo deseamos y también contratar un servicio de limpieza a horas.

Nadia - ¿Estorban? ¿Por qué?

Yo – Hasta hace nada era mi padre el que imponía las normas. Ahora yo como heredero y mayor de edad soy el que las pongo y están especialmente designadas hacia ti. Las primeras que te quiero decir son relativas a la vestimenta. Dentro  irás casi desnuda. Nada. Quizás si yo te lo indique algunas medias, algún disfraz como de colegiala o algo por el estilo para añadir diversión. Pero jamas, repito, nunca deberás portar ropa interior. Nada de bragas, ni de sujetadores. Tus tetas, nalgas y sexo deben estar fácilmente accesibles para mi disfrute. Y deben estar bien visibles. No las ocultes con manos o piernas. Al contrario ábrelas y ofrecemelas. Con lo cual, como comprenderás tener servicio te sería incomodo. ¿O prefieres actuar como una exhibicionista?

Nadia – Pero , ¿y las visitas?

Yo – No tengo intención de invitar a nadie a nuestra mansión a partir de ahora.

Nadia – Aún así a veces viene mi hermana o mi sobrina.

Yo – De acuerdo. Puedes ponerte un batín y decir que vienes de la ducha. Pero cuando yo este dentro te lo quitas ipso facto. La idea de tu desnudez no es solo para mi disfrute visual. Eres mi putita personal a tiempo completo. Si me apetece gozar de tu cuerpo lo ofrecerás sin reparo en cualquier momento del día a todo lo que me apetezca.

Nadia - ¿A todas horas?

Yo – Si

Nadia – Pero cariño .No deberías dejar tus estudios. Te lo ruego. No lo hagas por mi sino por tu futuro.

Me pare un momento a reflexionar

Yo – Tienes razón. Durante las clases tendrás un respiro. Aunque me temo que después de tantas horas te pille con muchas ganas.

Nadia – Creo que lo podré soportar.

Yo – Yo no soy de esos amos que te prohibirán que llegues al orgasmo. Es más te invito a que os disfrutes cuanto quieras . Pero eso si, como sirvienta tú servirás a mi placer. No yo al tuyo. Así que no esperes que te trate como a un amante. De todas formas si mi haces gozar intensamente no dudare en recompensartelo. Placer con placer se paga. Pero te repito, eso será un premio que tendrás que ganarte a pulso. Hablando sobre esto. Recuerdo de verte en los vídeos. Por favor contesta con sinceridad. ¿A ti te gusta que te azoten?

Nadia – No , en realidad no. Aquello era cosa de tu padre. En realidad te confieso que no me agradaba nada en absoluto. Lo hacía más que nada por complacerle.

Yo – Me lo imaginaba. Recuerdo que cuando yo era niño el cabrón de mi padre nos pegaba a mi madre y a mi. Supongo que encontró en ti a alguien en que desahogarse sin tapujos. ¡Maldito cerdo! No te preocupes. Como te podrás imaginar es una práctica que odio.

Yo – Te lo adelanto. No pienso usar condón. Voy a follarte a pelo todas la veces. Quiero que mi esencia se esparza en tu interior. Será mi forma de marcarte como mía. ¿Estas usando anticonceptivos orales?

Nadia – No , hace tiempo que uso el DIU. Tu padre era de tus mismos gustos.

Yo – Precisamente por eso es necesario que te rellene una y otra vez con mi esperma. Para borrar de una vez por todas todo lo que ese maldito dejo. Mi semen sera como agua bendita que borrara todo rastro de ese desgraciado. Te tengo que follar mucho y correrme un montón de veces hasta que no quede ni rastro.

Nadia - Siento tener que interrumpirte mi señor. Pero va a llegar tarde a las clases sino se viste y desayuna.

Yo – Cielos , es cierto. Te tengo que dejar. Aún así temo dejarte

Nadia – No tema mi señor. Seguiré a su lado. Tal como he prometido.

Me viste como un rayo para asistir a las clases. Al llegar me encontré a Sabina. Casi la había olvidado. La cara de desesperación había desaparecido de su rostro una vez más y regresó aquella mirada centelleante que no se apartaba de mi. Era la alegría y el agradecimiento representados cual Venus del Nilo. ¿Como decir aquel sentimiento que estaba creciendo en mi interior? No era solo atracción física. Aunque tengo que reconocer que era francamente bella. Algo bajita, pelo pelirrojo , pecas suaves en su rostro, un cuerpo de mujer que empezaba a destacar con unos pechos habituales de esta edad, más bien pequeños pero ya marcando feminidad. Pero si en esos momentos escogiese algo serie los ojos color miel, había heredado en ellos esa capacidad hipnótica que tenia su madre.

Yo sentía una atracción hacia ella. Pero es posible que en ese momento la viese más como mi hermana pequeña a la que proteger. Otro asunto era su madre, mi tía no carnal. Esa mala bicha tenia ciertos asuntos pendientes conmigo. Y no me iba a doler las tripas mucho en hacer uso de la ayuda hacia su hija para hacer ajustes de cuentas.

Sabina - ¡ Buenas días, Alfredo ! - me saludó con entusiasmo cuasinfantil.

Yo – Buenas Sabina.

Ella me abrazó de una manera intensa. Los demás compañeros de clase no dejaron de mirarnos. La situación me turbo un poco.

Yo – Sabina ¿ Que te ocurre ?

Sabina – Tú lo sabes

Yo- Perdona Sabina. Estoy algo despistado.

Sabina – No seas tonto. Gracias por lo que has hecho por mi madre y por mi. No sé como agradecértelo. -

Yo - ¡Ah! ¡Eso! Eres mi prima ¿Recuerdas? No tienes por que agradecerme nada. Me encanta cuidarte, protegerte. - Ella se ruborizó de arriba a abajo al escucharme

Sabina – Como sigas así vas a convertirte en mi príncipe salvador, de las veces que vienes a rescatarme.

Yo – Y tú, mi princesita de cuento. - le dije medio en broma con otro importante enrojecimiento en su pálido rostro.

Ella quedó cual paralizada y arrimo su rostro al mio. Pero en ese momento un imbécil grito a los cuatro vientos.

  • ¡Alfredo y Sabina son parejita!

Luego todos los allí presentes empezaron a corear:

  • ¡Que se besen! ¡Que se besen!

La campana anunciando el comienzo de las clases vino al rescate del agobiante momento.

Las lecciones transcurrieron sin novedad salvo por el hecho de que Sabina no parecía querer apartar la mirada de mi. Durante el recreo Sabina no quiso apartarse de mi cual perrito faldero y la invité a tomar un aperitivo en la cafetería. Nos sentamos en una mesa apartada y pudimos tener una conversación tranquila.

Yo - ¿Cuéntame Sabina? ¿Como os va a ti y a tu madre?

Sabina – Pues gracias a ti mucho mejor. Creo que ya te lo ha contado tu madre. Estábamos arruinadas

Yo – No me refiero a eso. Pretendo decir a nivel personal.

Sabina – Bffff Cuando el fondo se declaro en quiebra me temí que volviera otra vez a las andadas y volviera a intentar a seducir a otro hombre más. Pero estoy ya bastante harta.

Yo – Bueno Sabina la vida sexual de tu madre no deberías juzgarla.

Sabina – No la juzgaría sino influyera en mi. Ya son 4 padrastros. ¡4! Estoy más que harta de como intentan hacerse fingir interesarse por mi. Aún me acuerdo del tercero. Aquel viejo verde que intentaba meterme mano a escondidas. Menos mal que eso lo uso para divorciarse de él por la vía rápida. Pero aún así luego me usa continuamente como comodín en sus juicios. ¡Es insoportable! Parece que últimamente ya no tiene tanto éxito con los hombres lo cual empezaba a ser un alivio para mi. Pero con la crisis económica nos ha alcanzado ya no descartaba de mi mente que lo volviese a intentar, aún con resignación.

“Y lo seguía intentando” dije para mi. Estaba claro que Sabina no estaba al tanto de las últimas andanzas de su madre.

Sabina – Estaba cogiéndoos asco a los hombres.

Yo - ¡Vaya! Gracias por el piropo – le bromeé

Sabina – No me entiendes. Yo sobre todo lamente no haber conocido a mi padre. A mi verdadero padre.

Yo – Mira Sabina. Aunque no lo creas tenemos mucho en común. Sino estás al tanto de mi historia familiar el divorcio de mi padre y mi madre fue una encerrona por parte del primero. ¡Ay! ¡Si yo te contara!

Sabina – Si, sé como la perdiste. Debió ser muy duro.

Yo – Terriblemente duro. No te lo puedes ni imaginar la de veces que he lamentado no haberla ayudado más. En cierta manera evitaré que te pase a ti algo. En honor a ella. Afortunadamente no hay pena que 100 años dure. Y las cosas me están empezando a salir bien.

Sabina- Bueno, y que tal te llevas con mi tía.

Yo - ¿Tu tía?

En ese momento es como si un pensamiento de lo más profundo de mi mente empezase a querer salir a la superficie y era aterrador. Me quede en blanco y mi cara debió empezar a coger un tono blanquecino.

Sabina – ¿Alfredo? ¿Tu madre?

Poco a poco el pánico iba tomando forma en mi mente. Gracias a Dios el descanso termino y pude dejar la conversación. Quedaban matemáticas y física para terminar. Sabina me seguía mirando. Aunque esa mirada ahora la percibía inquisitiva. Quería huir de allí y salir corriendo cuanto antes a mi casa. ¡Como podía haber sido tan estúpido! Había sido un pobre infeliz que se creía que madrastra se iba a dejar someter por su hijastro por las buenas mediante chantajes. A Nadia solo le bastaba coger el video que le había enseñado e ir a la comisaria para presentar una denuncia. Y después de eso cualquier juez le daría en bandeja las propiedades que habían sido de mi padre y a mi seguramente me condenarían a una estancia en prisión. ¡Imbécil! Para eso me pidió que fuera buen chico y fuese a clase.

Apenas pude prestar atención y la clase me pareció terriblemente larga. Cuando terminó matemáticas decidí que debería intentar mantener la normalidad y me quede para física. Eso si luego el chófer vino a recogerme y le pedí que regresase especialmente urgente a mi mansión.

Abrí la puerta y no me encontré a nadie del servicio. ¡Mierda! Pensé que eso era mala señal. No encontré a casi nadie. Prácticamente mi corazón estaba en mi garganta. La llame a gritos.

  • ¡Nadia! ¡Nadia!

Casi con lágrimas en mis ojos al fin la encontré. Portaba el albornoz del cuarto de baño. Y con una mirada de deseo lamiéndose los labios se deshizo de él mostrándome su ardiente cuerpo desnudo.

Al fin comprendí lo que pasaba y me dirigí hacia ella y le di un beso apasionado que ella me correspondió. El deseo estaba desbordado y nublaba mi mente. Había pasado dos horas de terror, de miedo en estado puro de perderla. Y ahora solo pensaba en garantizar que eso no pasase. En hacerla mía, en tomarla, en poseerla. No quería hacerle el amor, era más deseo de poder que de sexo. Apreté sus pechos con lujuria, los mordisqueo. Manosee sus nalgas y las tome para llevarla a la pared mas cercana y casi estrellándola contra ella me quite mis pantalones y mi ya rígida erección fue directa al blanco sin miramientos. ¡Zas! Una estocada directa a su vagina.

Yo – Pero si estas mojadita.

Nadia – He estado pensando en ti toda la mañana. No he podido evitar no parar de tocarme.

Yo - ¡Que guarra eres! ¡Pero como me gustas!

La penetraba con furia, casi con odio. La posición era incomoda. Así que maniobre para soltarla sobre la moqueta del suelo. Me tumbe sobre ella y me deje caer el peso. Seguramente eso debía molestarla bastante pero deseaba que no se me escapase. Tome sus brazos sobre su cabeza y los sujete. Una postura digna de una violación. Estaba absolutamente desbocado y cabalgaba sobre ella sin to ni son. A los pocos minutos estaba gruñiendo como un animal expresando que estaba disfrutando de un placer de altos vuelos. Nadia soltaba leves gemidos aunque daba grandes bocanadas de aire, quizás al tener que soportar mis embestidas contra el suelo. Yo casi la quería clavar contra él. Apenas pude más y el cuerpo me empezó a temblar casi epilépticamente. Mi pene era como si quisiese entre aún más dentro de ella y como resultado Nadia dio un grito de dolor resultado de haberle tocado el cervix. La explosión dio inicio y mi pene actuó cual geiser inundando la vagina de mi madrastra que al sentir mi corrida dio otro grito pero como de alegría y satisfacción.

No pudo evitar estar tumbado sobre ella casi un minuto más resultado del casi desmayo que sentí después del tremendo orgasmo. Al final me aparte con gran alivio por parte de ella. Un sentimiento de arrepentimiento surgió al darme cuenta de la dureza del acto.

Yo – Nadia. Perdoname . Lo siento. Se me fueron los demonios. No quería perderte. En esos momentos solo pensaba en que no te me escapases.

Nadia – Amo , no tienes que pedir disculpas. En realidad me ha gustado mucho como me los has hecho. Me encanta sentirte tan tuya. ¡Además mira! - me dijo indicándome su coño.

Este estaba rebosante de mi esperma. Había eyaculado un montón y este sobresalía formándose un pequeño charco sobre la alfombra.

Nadia - ¿Ves, hijo? Has comenzado a marcarme como tuya. Siento como tu semen me invade y me encanta sentirlo tan adentro. Estas ahora dentro de mi. Me da la sensación que me has rellenado por completo el útero.

Yo – Eso no lo sé. Pero lo que si sé es que vamos a tener que limpiar la alfombra.

Nadia – Pues ahora debido a tus caprichos ya no tenemos servicio. Los despedí a todos esta mañana.

Yo – Me gustas que tengas iniciativa.

Nadia – Una cosa, tu has impuesto todas esas normas. Y me encantan .Me podrás follar cuanto y como quieras. Pero yo sigo siendo a titulo legal tu madre. Y te guste o no, actuaré como tu tutora.

Yo – No entiendo nada.

Nadia – Muy sencillo hijo. Para el sexo soy tu putita. Pero para todo lo demás te seguiré educando. Y espero que no pongas peros en esto porque no es negociable. O sino te puedes quedar sin sumisa.

Yo – Haciendo uso de las armas de mujer

Nadia – Tú lo has dicho. Y para empezar mañana toca que hagas la colada y eso incluirá esta alfombra que has puesto perdida.

Yo - Pues para evitar más manchas que tal si me repasas con la boca.

Nadia – Por supuesto. Hay que tener una buena limpieza para que esto no se convierta en una pocilga. - me digo con un guiño en un ojo hasta que empezó a repasarme con su lengua.

Mientras me limpiaba note que se empezaba a masturbar. Cuando ya termino la limpieza le pregunte al respecto.

Yo - ¿Sigues caliente?

Nadia – Si , cariño. Dejame que me alivie, que tu polvazo me ha provocado un calentón del quince.

Se fue al sofá y pude disfrutar de un espectáculo de masturbación que me comenzó a enderezar el arma una vez más. Especialmente cuando ella gimió profusamente dando claro su clímax.

Nadia – ¡Vaya! Parece que ver a tu mamita hacerse una pajita te pone. ¿No, pervertido?

Asentí ante una respuesta más que obvia.

Nadia – Pues venga. Que tienes toda la tarde para seguir beneficiándote a tu esclava. Pero eso si, a las 10 de la noche a dormir juntos. Que mañana tienes clase bien temprano.

Nos tomamos de la mano y desnudos nos fuimos al baño donde nos dimos el primero de una larga serie de polvos.

Continuará ... Recuerda que tus comentarios son bienvenidos.