La usurpadora (10) Mi madre y mi tía. Mis putas

Después de una dura instrucción por parte de su hermana Nadia. Abigail se ofrece como puta a su sobrino Alfredo por primera vez en compañía de su maestra para realizar un torrido menage-a-trois. Filial , dominación , anal. He tenido que reenviarlo ya que ha aparecido cortado. Lo siento.

La usurpadora (10): Mi madre y mi tía. Mis juguetes

Me dirigía en mi Rolls Royce al instituto. Acababa de pasar unas maravillosas vacaciones con mi prima en Munich pero eso solo fue un respiro que al mismo tiempo había incrementado aún más las complicaciones de mi vida. Tenía mucho en lo que pensar. Llevaba varios meses usando a mi madrastra Nadia a mi antojo para todas mis perversiones sexuales pero todo aquello empezaba a escapar de mi control. La tarde anterior esta me mostró un vídeo en el que sometía a su hermana, la madre de Sabina al igual que yo había hecho con ella. Se supone que debía estar satisfecho. Formaba parte de mis planes. Me había vengado de mi padre, asesinándolo, me había vengado de mi madrastra convirtiéndola en mi esclava. Ella y yo estábamos en los primeros pasos de tomarnos la revancha contra mi tía por la infidelidad cometida con mi padre y sus infaustos planes de desheredarnos. Pero ahora veía que había abierto una caja de Pandora de la que me arrepentía profundamente. Me había enamorado de mi prima y todo eso no encajaba de ninguna forma con toda esa perversidad, con toda esa ira. Unos deseos de venganza que ya habían pasado. Era una bomba de relojería que había puesto en marcha pero que no sabía como desactivar. A todo eso mis sentimientos eran confusos. No sabía como definir lo que sentía por mi madrastra. La quería, una mezcla de amor y deseo lascivo que parecía que el romanticismo con Sabina no anulaban.

Llegue al instituto y me despedí de mi chófer, fui a la parada del autobús a esperar a Sabina. Tras cinco minutos ella llego. Sin decirnos nada nos dimos un beso apasionado. Ya no eramos conscientes de nuestro alrededor. Y poco nos importaban la opinión de nuestros compañeros acerca de lo nuestro.

Yo – Buenos días, preciosa.

Sabina – Hola cariño.

Yo – Sabina, sino te importa me gustaría ir a recogerte mañana a tu casa para que no tengas que usar el autobús. Así ahorraras tiempo. ¿Te parece bien?

Sabina – Si, me encantaría. Podré dormir media hora más.

Yo – Estoy pensando en sacarme el carnet de conducir este verano. Es un rollo depender de otro para los desplazamientos. Y estoy ansioso de conducir el McLaren de mi padre. Así podría llevarte a donde quisiéramos.

Sabina – Buena idea. Me gustaría hacer lo mismo. Si tuviera dinero para un coche – dijo con pesar .

Yo – Te compro yo uno.

Sabina – Eso es excesivo.

Yo – Vamos. ¿Nos vas a permitir que le haga regalitos a mi novia?

Sabina - ¿Ya soy tu novia?

Yo - ¿Me estoy pasando?

Sabina – No , me halagas. Aún así me parece mucho dinero. De todas formas si te empeñas que sea un utilitario de gama baja. ¿Un Dacia?

Yo - ¡Por favor! Esos coches son una porquería. Si tan incomoda te sientes. Dejame que piense. Ya lo tengo. Un Golf GTI. Un coche pequeño para que no te sientas intimidada. Me encanta la ingeniería alemana.

Sabina – Como tú quieras. Por cierto, me gustaría comentarte algo que me tiene extrañada. Fue algo raro. Casi divertido.

Yo - ¿El qué?

Sabina – Mi madre ayer. Me aplico el tercer grado.

Yo - ¿Y eso?

Sabina – Estuvo acribillándome a preguntas sobre ti. Y lo peor es que sutilmente iban encaminadas a ver si habíamos tenido algún rollo.

Un zarpazo de miedo me golpeo. Fue como un chispazo de intuición. Tenía que haber visto en ese instante el peligro que se cernía pero no lo supe captar. Y cuando me enteré ya fue demasiado tarde.

Sabina – No me lo puedo creer Alfredo. Nunca la he visto tan cotilla con mi vida. ¡Me llego a preguntar si habíamos follado! ¡Con esas palabras! ¡Te lo puedes creer!

Aquello era malo. Terrible. Si mi tía sospechaba eso podía reaccionar de muy mala manera. Estaba seguro que no iba a tolerar que implicásemos a su querida hijita en nuestras perversiones. O eso me imaginaba.

Yo - ¿Y que le respondiste?

Sabina – Me fastidio mucho pero le tuve que mentir. Le respondí indignada que no. Pero me miró de una manera muy rara. Estoy empezando a pensar que mi madre es ninfomana o algo y que necesita otra vez a un hombre en su vida. Porque sino no me lo explico a que viene todo eso.

Yo - ¡Vamos, Sabina! No pienses eso de tu madre.

Nos introducimos una vez más en clase. Estas transcurrieron con normalidad salvo que yo apenas pude estar concentrado. En esos momentos mi mente solo podía dedicarse a planear para salir del tremendo embrollo en el que me había metido. Y no encontraba nunca una salida. En cierta forma llegue a la conclusión que más tarde o temprano lo mejor sería simplificar la situación y confesarle a mi madrastra que me había enamorado de Sabina. Pero ¿Como reaccionaría ella? Lo más probable es que me repudiará y fuera en busca de mi prima para vengarse de mi y confesarle lo pervertido que era su primo. Era algo tremendamente doloroso pero era lo justo. Yo me lo había buscado y al final me quedaría sin nada. Aquella conclusión me desolaba. Habría cumplido mi venganza pero el precio sería ser odiado por todos mis seres queridos. Supongo que mi rostro de desesperación era notorio ya que mi prima me miró con cara de preocupación. Recuperé mi compostura para tratar de fingir hasta terminar las clases.

Sabina - ¿Que te ha pasado durante la clase de Física? Ya sé que el electromagnetismo es un coñazo pero no creo que sea para tanto.

Yo – No , en serio. No es nada. Estoy un poco preocupado sobre como gestionar la empresa de mi padre. Me parece mucha responsabilidad. No sé como lo hacía. La verdad es que lo echo de menos.

Me jode tener que mentirle. Pero desde luego no podía decirle nada acerca de todo el barullo sexual que era mi vida. Mi prima me abrazo cariñosamente.

Sabina – Sabes que puedes contar conmigo, con tu madre y con tu tía. No estas solo.

Yo – Lo sé.

Sabina – ¿Nos podemos ver esta tarde?

Sabía que cuando llegase a casa iba a tener un jaleo impresionante e irme con ella no estaba dentro de las posibilidades. Una vez más a contar trolas.

Yo – Lo siento cariño. Como te he contado, me veré con Fernando del consejo. Intentaré verte mañana.

Sabina – Estas madurando. Así me gusta. Pero aún así deja tiempo para nosotros.

Yo – Lo haré. Dejame que te llevé a casa.

Sabina – Te lo agradezco, guapo.

Como conductor eficiente , Federico, ya estaba esperándonos.

Yo - Fede, A partir de hoy trasladaremos también a mi prima.

Fede – De acuerdo señor. ¿A donde vamos, señorita?

Sabina – Calle Asunción nº 25

Fede puso el Rolls en marcha y pudimos continuar nuestra conversación.

Sabina – Te agradezco profundamente que hayas contratado a mi madre. Aunque la verdad es que no sé que funciones de secretaría va a realizar en tu casa. Mi madre es un negada en casi todo. Toda mi vida la he visto viviendo de esposa o de lo que le sacaba a los pardillos con los que se había casado.

Yo – No te preocupes. Soy paciente. Ya la instruiré.

Sabina - ¿A que hora vuelve?

Yo – Saldrá a las 7. Le diré a Fede que la deje en vuestro piso.

Sabina – Entonces me imagino que no habrá dejado nada para comer. ¡Buff! ¿Sabés que llevamos varios meses viviendo a base de congelados y precocinados? Si he tenido que ser yo la que me he tenido que poner a hacer guisos. Mi madre lleva demasiado tiempo acostumbrado a tener servicio y ahora...

Yo – Eso no esta nada bien. En mi casa cocinamos mi madre y yo.

Sabina - ¿Como? ¿Vosotros tampoco tenéis servicio? ¿Por qué?

Una vez más. Me había ido de la lengua. No podía explicarle los verdaderos motivos por el que había renunciado a toda la servidumbre de la mansión.

Yo- Si. Hemos renunciado al servicio. Lo hacemos por pura afición. Le hemos cogido el gusto a la cocina. Pero no te creas, hacemos cosas relativamente sencillas. Tendrías que probar la Dorada a la pimienta que hago. Me salé de rechupete.

Sabina me miró tremendamente extrañada. Evidentemente aquello no tenía mucho sentido. Pero fue la mejor excusa que se me ocurrió.

Sabina – Me lo apunto. Me gustaría ir a tu casa a probarla.

Yo – Avisame cuando quieras ir.

Evidentemente no era cuestión de que se encontrará a su madre y a su tía en cueros en una mansión prácticamente vacía. Tendría que pensar algo.

Yo – De todas formas no te preocupes. Como tu madre va a estar un tiempo con nosotros intentaremos enseñarle algo de cocina.

Sabina - ¿De verdad mi madre va a ejercer de secretaria?

Por la forma en que me miraba parecía que me hubiese descubierto.

Yo - ¡Que si! De verdad que necesito algo de ayuda con el tema de mi empresa. Estoy un poco agobiado. Y quien mejor que alguien de la familia en apuros económicos.

Sabina – Te lo agradezco, cariño.

Nos dimos un casto beso ya que instintivamente sospechábamos que no debíamos ser muy efusivos delante de Fede. Al fin llegamos a su piso y nos despedimos con un abrazo. Y me dirigí a mi chabola. Un sentimiento de vértigo me embargaba ante lo que me iba a encontrar al llegar. Federico aparco y desvió el coche a su vivienda, esperando a nuevas instrucciones. Fui hacia la puerta y respiré profundamente. Abrí la puerta.

Inicialmente el silencio pero eso era una salsa sensación. Me estaban esperando. Nadia y Abigail me esperaban tranquilamente en el hall. Iban casi uniformadas. Bueno, eso casi es una incorrección. Porque estaban prácticamente desnudas. Unas medias largas, unos tacones altos. Mi tía llevaba algo adicional, una correa en el cuello que sujetaba en su mano mi madrastra.

Nadia estaba radiante de felicidad por mi llegada. Pero Abigail, estaba cohibida y trataba discretamente de ocultar su sexo con sus manos. No sé porque. Pero de repente todas mis dudas, todos mis escrúpulos desaparecieron en un santiamén. Una vez más me había convertido en Mr. Hyde .

Nadia – Buenas tardes, amo. ¿Como ha ido la mañana?

Yo – Muy bien. Muy bien. Pero creo que la tarde va a ser aún mejor.

Nadia – Estoy segura que yo y nuestra última adquisición te vamos a hacer muy muy feliz.

Yo – No tengo ninguna duda al respecto. Me gusta nuestra última captación. Un momento … dejame recordar . ¿Tú eres actriz verdad? Me encantó tu último trabajo. Fue un excelente peplum. Bordaste el papel de Jesús. Ni Mel Gibsom , ni William Dafoe , ni Max von Sydow. Tu interpretación se salio. Esos gritos ante los latigazos. ¡Espectaculares!

Nadia - ¿Y que te pareció la que hizo de Poncio Pilatos?

Yo – Estuviste genial. Muy hábil con la vara. David Bowie debió aprender de ti antes de hacer la última tentación de Cristo.

Le di un beso apasionado mientras Abigail agachaba la cabeza avergonzada.

Nadia – Observe mi señor. La tengo como a usted le gusta. Abigail.

Mi tía con cierto pudor dejo de cubrirse y abrió las piernas mostrando su sexo perfectamente rasurado. Su hija no cuida ese aspecto y a mi me encanta observar a la perfección un buen coñito. Y el de ella era rosado, pequeño, con un clítoris escondido entre sus pequeños labios. La morena aún no se atrevía a dirigirme la mirada.

Nadia – Fijate, lo tiene como el mio. Ya le he enseñado que debe tenerlo como es debido. Correctamente depilado para excitar la visión de su dueño. Que parezca el coño de una niña indefensa y lista para ser usada a satisfacción de su amo. Has mirado las tetas que tiene mi hermana. Que grandes las tiene la jodida. ¡Tocalas! ¡Las tiene duras!

Mis manos se posaron para sopesar los deliciosos senos que se me ofrecían sin recato. Las sopese con delicia, su piel era tersa a pesar de que ya tenía una cierta edad. Pero tenía razón. Aún estaba en su máximo esplendor y no mostraban el menor signo de decaimiento a pesar de su buen tamaño. Pose ambas manos y empece a estrujarlas sin ningún miramiento. Mí tía dio un gemido a medio camino entre la protesta y la excitación por el rudo tratamiento.

Nadia – Deja de quejarte. Porque a partir de hoy nos vamos a poner las botas a base de disfrutar de tus preciosas domingas. No son como las tienes tan grandes puñetera. Me muero de envidia.

Mi mano derecha bajo a disfrutar del monte de venus sin un solo pelo. Me lleve una grata sorpresa al sentir que mis caricias no parecían ser recibidas con desagrado por parte de la morena. Sino que empezaba a suspirar levemente y su cueva estaba empezando a emitir fluidos.

Yo – No te lo vas a creer. Pero la guarra de mi tía se esta poniendo cachonda. ¡Esta mojada aquí abajo!

Nadia – Muy bien hermanita. Eso te va a venir de perlas. Porque mi hijo te va a follar sin miramientos y más te vale que tu coño este lubricado. Ahora date la vuelta, que quiero seguir mostrando el producto a Alfredo.

Abigail se giro y pude observar algo peculiar. Tenía algo incrustado en el culo. ¡Un plug!

Nadia – La llevo entrenando con el dilatador unos cinco días. Yo estuve varias semanas. Pero creo que no esperaremos tanto contigo. Si te portas mal hoy te estrenas. Es increíble. ¿Pero te puedes creer que la guarra de mi hermana, la que había seducido a cinco hombres para que se casasen con él aún es virgen del culo?

Yo – Fantástico. Será un gran honor apoderarme de tu virginidad querida tita.

Mi madrastra llevo su mano a la parte que sobresalía del consolador y sin apenas cuidado la extrajo del esfinter de su pariente. Esta protesto ligeramente ante tan descuidada extracción.

Nadia – Esto estorbaba. Ahora mira sus nalgas. Casi no tiene celulitis. Tanto dinero gastado en clínicas de belleza le han valido de algo. No te preocupes que nosotros dos continuaremos el tratamiento. ¡A base de azotes!

La rubia le propino una soberana manotada que resonó en la habitación.

Nadia – Es un gustazo que se tumbe sobre tus rodillas y ponerle el trasero rojo a manotazos. Seguro que te gustará

Yo – Quien sabe.

Nadia – La tengo bien enseñada. Como tu padre me enseño a mi. ¡Postura de ofrecimiento!

Mi tía rápidamente se arrodillo sobre el suelo tumbando la cabeza en el suelo. Alzo el pompis al aire y llevando las manos a sus nalgas las abrió en extensión dejando al descubierto el ano que aún estaba muy dilatado debido al plug.

Yo – Un gran trabajo. Pero aún así tengo que decirte algo.

Nadia – ¿El que mi señor?

Yo – Precisamente eso. No olvides tu posición con respecto a mi.

De manera instintiva Nadia se arrodillo hundiendo su cabeza en el suelo mostrando su total fidelidad hacia mi. En ese momento pude escuchar una ligera risita, que se apago al instante. Era Abigail. Estaba encantado con la situación pero esa risa no era precisamente de mi agrado. Denotaba un enfrentamiento terriblemente hostil entre las dos. Y eso no era algo que me favorecía. Si aquello se iba a convertir en una pelea de gatas podría terminar por no disfrutar mucho de mi preeminencia. Debía hacer algo.

Yo – Nadia levantate. Estoy muy orgulloso de ti.

Nadia – Perdone el ego de su esclava. Si lo desea castigueme.

Yo – No será necesario.

Nadia – Es muy magnánimo mi compresivo amo. Déjeme que le ofrezca a esta nueva esclava para que haga con ella lo que se le antoje.

Yo – Agradezco tu presente con gran honor.

Nadia - ¡Perra levantate!

Abigail se levantó y Nadia me ofreció la correa que tome gustosamente. Tome de la mano a mi madrastra y tire con suavidad de la correa. Mi tía siguió nuestros pasos al cuarto de baño. Allí fui atendido como un marajash mimado por un par de sacerdotisas de la diosa Rambha. Aquel fue un baño con espuma muy relajante en el que nos introducimos los tres en la gran bañera. Nadia se coloco a mi espalda y me atendió con suavidad. Mientras su hermana morena se esmeraba en recorrer con un oloroso y agradable jabón por mi pecho, mis piernas, y con delicadeza mis genitales. Ahi pudo ver ella por primera vez mi pene ya en erección y parecía que aquello era para ella una sorpresa, pero al mismo tiempo pudor por hacerle un baño erótico a su sobrino. Me toco la polla y los huevos solo con la esponja y con mucha dulzura. Casi evitándolo. Casi al mismo tiempo su hermana hizo algo que me extraño ligeramente. Parecía prestarle mucha atención a la parte interior de mis nalgas. Incluso me enjabono con la esponja presionando ligeramente mi ano. Terminamos con un aclarado con un agua tibia y me secaron concienzudamente. Si me había agenciado un par de putas, estas eran de alto standing.

Nadia – Amo , es hora de que le servimos a su sagrada polla. Le ruego que disculpe a mi aprendiz. Aún no domina como es debido el arte de la felación. Es posible que tenga que corregirla

Yo – Nadie nace sabiendo. Estoy seguro que serás capaz de instruirla correctamente.

Nadia – Ahora hermana, aprende a hacer feliz a un hombre. Lección numero uno. Mamarle la polla como es debido. Fijate bien. ¿Y aprende de una vez? Arrodillate ante tu dios.

Nadia tiro de la correa indicándole como debía ponerse. Nadia hizo lo mismo.

Nadia – Mamarle la polla a tu amo es darle y también hacerle sentirle que eres suya. Humillarte y estar encantada de mostrarle que él es tu superior. Tu amo, tu rey, tu dios. No es solo darle placer físico sino hacerle sentir poderoso. Mostrarle que tiene poder sobre ti. Que tu eres inferior y el superior. Por eso debes hacerle en un plano desde abajo. Que él te mire desde arriba y tú le miras desde abajo. Tú debes sentirte frágil y el debe sentirse fuerte. Y debes hacer continuamente eso para reforzar esas percepciones. Cuando empieces a disfrutar de sentirte así, cuando seas tú misma la que busques esas sensaciones y dárselas a tu dueño. Estarás en el camino de sentirte liberada como esclava. Parece un oximorón. Pero no lo es. Alfredo y yo somos uno. Yo al saber que le doy uno de los placeres que más disfruta es una de las mayores recompensas que puede recibir mi vida. Y hasta mi coño empieza a chorrear mientras mi boca no para de trabajar.

Abigail parecía tratar de entender todo aquello que le había contado su hermana. Parecía que aquel discurso no le resulto repulsivo. Ni la más mínima protesta. Solo parecía reflexionar y atender. Como si al final estuviera de acuerdo con todo aquello. Me miro ya sin miedo, ni repulsa. Había ya un cierto álito de deseo que pude confirmar cuando volvió a mirarme la polla, ya sin evitarla. La semana de adiestramiento pareció haber dado un resultado sorprendente. Cualquiera nos hubiese mandado a la mierda, que estábamos locos, y en cierta forma es cierto. La única explicación es lo que luego comprendí al cabo de poco tiempo. Era adicta al sexo, y necesitaba un hombre en su vida. Casi tanto como el aire. Una vez que comprendió que todas sus cacerías de hombres en busca de pasta le había costado mala fama comprendió de que los varones empezaban a huir de él. Lo cual era una sensación angustiosa. ¿Seria su sobrino, acompañado de su hermana en esa demencial relación su tabla de salvación? Así lo decidió.

Abigail – Si, hermana.

Nadia – Cuando se la chupes a mi hijo debes hacerlo con absoluta pasión, con devoción. Como si el pene fuera el punto donde te agarrases a la vida. Pero al mismo tiempo debes tratar a su pene como si fuera un objeto a proteger. Impedir que fuera dañado ahora que esta descubierto, si esta desnudo tú y yo protegeremos la sagrada polla. Ya sea con nuestra bocas, ya sea con nuestros coños, ya sea con nuestros culos. Es nuestra misión. Pero además debemos mostrarle el debido respeto a su poseedor. Y lo haremos así.

Nadia acerco su boca a mis testículos y inicio una deliciosa lamida mientras miraba mis ojos. Su hermana atendía la escena.

Nadia – Ahora tú

Nadia se había retirado y su hermana ocupó su lugar.

Nadia – ¿Has ido el desprecio “chupame los huevos”? Pues para mi hijo nos humillaremos haciéndole eso. Pero para nosotras idolatraremos la bolsa que produce el sagrado esperma. Ahi donde tienes tu lengua Alfredo engendra su lefa con el que nos rellenará en nuestro interior. Su leche será el alimento apreciado que ansiaremos que nos sirva en nuestros hambrientos estómagos. El mana que nuestros úteros añoraran. La lava que agradecidamente desearemos que mancille nuestros intestinos. Eso es, muestra el debido respeto a sus huevos. Sus cojones nunca dejaremos de lamerselos.

Abigail me miro a los ojos. Ya no estaba apesadumbrada, sino todo lo contrario. Ya estaba claro que le encantaba la idea de servirme cuando me miro de aquella manera. Con cariño, con deseo, con amor. Con esa mirada me estaba jurando fidelidad mientras su lengua me acariciaba mis bolas.

Nadia – Muy bien. Y ahora muestrale a mi amo lo que has aprendido. Se una buena adoratriz.

Aquella mujer morena por la cual en los últimos meses tuve sentimientos más cercanos al desprecio que a otra cosa acerco su lengua a mi pene erecto. Delicadamente buscó la salida del conducto seminal. Era una zona muy sensible. Luego pasó a relamer el glande. Todo ello sin dejar de mirarme los ojos. Luego trato mi polla como si de un helado se tratase, sin dejar ni un centímetro en que su lengua no dejase su surco. Al fin cogió con una mano mi base y me empezó a masturbar y mientras hacia inserciones en su boca hasta abarcar casi la mitad. Se le notaba el entusiasmo y el deseo de agradar. Pero Nadia se le veía disgustada.

Nadia - ¡No! ¡No! ¡No! ¡Quita esas manos de ahí! La polla de nuestro señor no puede ser manejada con las manos. Jamas de los jamases puedes mangonear a nuestro macho. Y menos sobre su polla. Como putas que somos solo usamos la boca. Solo muestrale tu total amor a su polla besándola y que esta te penetré.

Abigail retiro las manos y Nadia las llevo a su espalda sujetándola . Ahora el estimulo era inferior. Su lengua seguía acariciándome en su paladar , sus labios me daban deliciosos apretones. Era un beso sobre el que no tenía ninguna queja pero al parecer la rubia estaba empecinada en poner a su pariente a su altura a la hora de mamar pollas. Entonces Nadia sujeto la nuca y la impulso sobre mi ingle incrustando mi extensión en su totalidad en la garganta de Abigail. Esta reaccionó con una sonora arcada. Intento zafarse pero sus manos estaban atrapadas en su espalda.

Nadia – ¡Aprende! Las guarras tienen que ahogarse cuando tragan la polla de su dueño.

Mi madrastra soltó la nuca y esta se liberó buscando el aire que se le había prohibido durante unos segundos. Su rostro ahora tenía varias lagrimas producto del acto reflejo y un hilo de baba unía su labio inferior con mi glande. Me había lubricado con saliva en conciencia.

Nadia – Hermanita, como cuando aprendiste a nadar. Respirar, mamar, respirar, mamar. Tú solita ahora.

Mi madre no paraba de realizar comentarios graciosos con unas leves risitas. Parecía que se estuviese tomando la revancha por la de su hermana de antes. Abigail aparentaba que estaba empezando a pasarlo mal con las solicitudes cada vez más exigentes. Esta última de la garganta profunda parecía que fuese una subida al Tourmalet.

Nadia – Vamos , aprendiz. La misión de una sirvienta es darle placer a su amo. Y tú no te estas esforzando. Debes hacer que se corra. Sino lo consigues en los próximos tres minutos tendrás consecuencias.

Nadia me guiño un ojo invitándome a resistir. Yo aún estaba bastante lejos de mi límite por lo cual no iba a ser un problema y estaba claro que mi tía tenía que aprender mucho todavía. Ella desesperadamente captó la amenaza y aceleró sus movimientos de forma que su cabeza se balanceaba para adelante y para atrás a una gran velocidad como si su boca se hubiese convertido en su vagina. No pude evitar sonreír al ver la cara de desesperación al ver como el tiempo pasaba y no iba a conseguirlo.

Nadia - ¡Tiempo! ¡Eres una jodida inútil! ¿Para eso mis esfuerzos en enseñarte? ¿Para que quede mal ante mi amo? Ya lo pagarás luego, pero ahora no. En vista de que no eres capaz. Te tendré que echar una lengua, porque sino no vas a tirar aquí toda la tarde. Como si lo viera. Tú sigue mamando. Y te recuerdo ni se te ocurra apartarte o escupir la corrida. Como se te ocurra hacer eso te voy a estar azotando con la vara toda la semana.

Nadia volvió a intervenir. En ese momento pude disfrutar de una mamada a dos bocas. Era la primera vez que pude disfrutar de aquella maravillosa delicatesen. Cada una de ella se colocó a un lado y sus lenguas se entrecruzaban la una con la otra de forma que se besaban estando mi miembro en medio. Y durante un momento el beso entre ellas fue completo. Nadia solo me había mostrado un video de lo ocurrido la semana anterior. Pero en aquel beso hubiese jurado que la relación entre ellas a nivel emocional había sido más intensa que lo que mi madre estaba dispuesta a reconocer. Era como si Abigail ya estuviera encantada con el papel de aprendiz a pesar de la dureza del proceso. Yo no me sentía celoso por aquello, sería estúpido. Pero la relación incestuosa entre las dos se iba a fortalecer en el aspecto emocional durante aquellas mañanas en las que yo estaba en clase. En cierta forma fue una reedición de lo que yo había sentido con mi madrastra les paso a ellas dos.

La rubia volvía a mimarme la bolsa testicular y la morena una vez más tomo la responsabilidad de tragar aquella barra de carne que le producía hasta ciertas molestias en la mandíbula de tanto abrirla. Nadia asemejaba sonreír al ser ella la que le tocaba la parte fácil. Entonces ella se giro y se puso también de rodillas pero ahora en mi espalda. No capté sus intenciones, pero note su apéndice lingual acariciándome al ano. Aquello sensación que ya me la había practicado se unió a la esforzada felación de su hermana. Fue un combinado devastador para mi aguante y me dirigí en barrena al clímax. Ahora fui yo el que sujete la nuca de mi tía y comencé a correrme sin miramientos en las profundidades de su garganta. Durante unos segundos mi tía me mira sorprendida al recibir el lechazo, intentaba querer aguantar pero tras unos segundos llevo sus manos a mi pelvis con intención de empujar. No hice ni el menor caso y proseguí disfrutando de aquella maravillosa boca hasta que el orgasmo se calmo y entonces me retire levemente para que pudiese respirar por la nariz pero sin que mi polla saliese de su boca donde seguía soltando sus emisiones. Abigail me miro de forma agradecida por haberle soltado y continuo succionado y aspirando mi pene que perdía lentamente su rigidez.

Nadia – Ahora aprendiz, muestrale a tu deidad lo que es para ti su esperma. La ambrosía de los dioses griegos.

Su hermana abrió la boca enseñándome cuanto había cargado su boca con mi leche. Desde luego me había corrido abundantemente. Me sorprendí. Pues la mamada había sido tremendamente excitante. Alzó la cabeza mostrando su cuello, escuche un claro sonido de deglución mientras un bulto bajaba por aquella alargada garganta. Volvió a mostrarme la boca esta vez con todo mi esperma bajando por su esófago.

Nadia – Mi amo y señor. ¿Le ha gustado la felación a duo?

Yo – Creo que me voy a enganchar a esa práctica.

Nadia – No me alabe tanto. Mi rey. Por desgracia mi aprendiz tiene que seguir aprendiendo para que consigamos ascenderle al Everest del éxtasis.

Yo – Aún así , felicito a la profesora porque ha conseguido un gran resultado en la primera vez.

Nadia – Gracias mi señor.

Mi madrastra tumbo su cara en el suelo como muestra de gratitud por mis palabras.

Yo – Vamonos al dormitorio.

Nadia me siguió con la cabeza gacha y su hermana a los dos a cuatro patas como si de un perrita se tratase. Supuse que eso había sido una instrucción de mi madre. Me tumbé en la cama enorme que como ya habíamos planeado compramos recientemente para podernos manejar los tres sin problemas de espacio. La rubia se acerco a mi altura a besarme dulcemente y acariciar mi pecho, así como a lamerme con deleite mis pezones. Mientras la morena parecía que tenía designada la tarea de revitalizarme el miembro, lo cual realizaba con esmerada dedicación pero con un cariño apreciable que se apreciaba en la mirada que nos proporcionaba a los dos. Cuando mi miembro volvió a tener una apreciable rigidez mi madre miro mi polla y decidió que era hora de pasar al siguiente plato.

Nadia - Ya que has fracasado estrepitosamente a la hora de darle placer con tu boca a ver que tal te se da hacerlo con el coño. Vamos puta, ganate el sueldo de una vez.

Abigail se puso sobre mi colocando un pie a cada lado. Sujeto mi pene y lo enchufó en su sexo. Pareció costarle un poco introducirlo.

Nadia - ¡Es para hoy!

Abigail - ¡Es muy grande!

Al fin pudo maniobrar y consiguió mi glande perforar la entrada. Empezó a bajar poco a poco hasta que sus nalgas tomaron contacto con mi pelvis. Al llegar mi tía tenía los ojos abiertos de par en par y la boca abierta. Ni que la hubiese desvirgado. Tomo un ritmo suave bajando y subiendo. Y daba unos resoplones mientras mantenía la boca cerrada. Lo más sorprendente es que tenía el coño absolutamente encharcado siendo eso la muestra inequívoca de que la situación que estaba viviendo le encantaba, ejercer de puta para aquel par de desquiciados. Estaba disfrutando plenamente follando conmigo. Por sus reacciones se captaba que iba a correrse muy rápidamente. Nadia la miró con desprecio. Adiviné lo que le pasaba. Sentía envidia y quería ser ella la que estuviese ensartada por mi polla.

Nadia - ¿Pero que coño te crees que estás haciendo? La polla de mi hijo no es tu juguete. Tú eres el juguete de él. ¡A ver si te enteras! Mirale, él no se enterando de nada. Supongo que tu coño de haberlo usado tanto lo tienes tan ancho que no lo siente. ¡Apartate!

Abigail -¡No, te lo ruego! ¡No!

Nadia - ¡Apartate y aprende! ¡O sino te amarró y luego te arreo a latigazos!

Mi tía se desenchufo de mí con una clara tez de pesar. Nadia ocupo su lugar con una mirada que denotaba una clara maldad por lo que acababa de hacer. Le había cortado el orgasmo a su hermana.

Abigail – Pero … Pero

Nadia – Ni peros ni nada. Y ni se te ocurra ponerle tu asqueroso coño en su boca que te veo venir. Ya te dije que aquí no te vamos a hacer eso. Estas en lo más bajo de la pirámide.

Abigail – Por favor … por favor

Nadia – ¡Te jodes!

Aquello ya me pareció demasiado cruel. Mire fijamente a Nadia mientras se preparaba para follarse.

Yo – Nadia …

Mi madre captó el mensaje

Nadia – Vale, te puedes hacer una paja. Pero mientras haz algo útil para variar. Lamele los huevos a mi hijo.

Abrí mis piernas para que mi tía pudiera realizar la misión que le había sido encomendada. Mientras Nadia acerco su rostro y mientras realizaba los movimientos nos intercambiamos besos apasionados. Nos vimos fijamente y sin palabras nos comprendimos. A pesar de lo terriblemente obsceno acto que estábamos cometiendo nos amábamos. No había lazos de sangre y habíamos reconvertido nuestra relación en pasional. Si, todo aquello era un incesto, consentido, voluptuoso, desquiciado, insensato. Todos los calificativos que se les quieta poner. Pero era algo que aunque yo era responsable no pretendía bajo ningún cuando lo inicié que llegase a eso.

Nuestras manos no paraban de acariciarse mutuamente mientras yo recibía la sutil caricia testicular que aumentaba deliciosamente el estimulo. En un momento deje de sentirla y Nadia dio un sonoro gemido.

Nadia - ¡Oh si! ¡Sigue!

Desde mi posición pude imaginarme lo que estaba pasando. Abigail tenia ahora su rostro entre las nalgas de su hermana e imitaba sobre ella lo que mi madrastra no hacía apenas que había hecho conmigo. El rostro de placer de Nadia se estaba desencajando y sentí unas vibraciones sobre mi pene. La vagina se estaba contrayendo resultado de un buen orgasmo. Ahora era yo el que hacía los movimientos con gran intensidad para que el placer de ella no se perdiera. Ya las voces eran desgarradoras. Y entonces se derrumbó sobre mi, agotada y resoplando. Había conseguido con la ayuda de mi tía uno de los mejores orgasmos para Nadia. La deje descansar sobre mi, orgulloso. Mientras mi tía se puso a nuestro lado y me ofreció su boca para besarme con una mirada de ansiedad. Tenia su mano en su sexo y lo removía aceleradamente hasta que al fin llego el clímax liberador. No fue desde luego el arrebatador de su hermana pero en su rostro se podía ver una clara señal de paz.

Mi madre observó la corrida de su hermana y pareció que no se lo tomó a bien. Empezaba a sentirme molesto con esa situación.

Nadia – No me he olvidado de tu fracaso en la mamada. Y los fracasos tienen un castigo. Es el momento de que pagues. Y nuestro señor no está satisfecho aún. Tú serás la encargada de hacerlo terminar.

Abigail - ¿Se la mamo otra vez, maestra?

Nadia – Más quisieras tú. Ya te he visto que para eso aún no vales. Ni tu boca , ni tu coño. Así que solo queda una forma de que nuestro señor se sacie en ti.

Nadia se despego de mi y mi pene apareció amenazador y listo para disfrutar de mi nueva presa. Abigail inicialmente no comprendió esas palabras pero tras unos segundos paso a tener cara de terror. Nadia se rió a mandíbula batiente ante esa reacción.

Abigail – Creo … creo … creo que no estoy preparada.

Nadia – Eso va a dar igual ya. Es mejor que empieces a hacerte a la idea porque es tu misión hacer feliz a Alfredo.

Abigail – Hermana . La tiene muy gorda. No creo que pueda metermela.

Nadia – Ni hermana ni nada. No hay suplica que te vaya a servir para que hagas lo que debes. Yo lo hice y tu puedes hacerlo – mi madrastra había cambiado el tono de amenazante al de una profesora compresiva que instruye a una alumna con dificultades – Esto lo hemos hablado y llevamos cinco días practicando. Así que puedes tranquilizarte. Todo va a salir bien. Lo primero es confiar en ti misma y aceptar el pene de tu amo. ¿Pretendes decirle a Alfredo que no aceptas su pene?

Abigail – Si … si … lo acepto. - dijo con un claro tono de dudas.

Nadia – Pues convencete a ti misma de esas palabras. Relaja el esfinter y dale paso a tu interior. Recuerda todo lo que te dije. El sexo anal es la forma suprema en que nos sometemos a nuestro dueño. Cada vez que me la mete por el culo siento que estoy a su completa merced, ahí es cuando siento mejor que nunca que soy su juguete. Cuando usa y abusa de mi diminuto orificio para que lo ultraje. Que me deshonre. Que el honor que pierdo, él lo gana y se vuelve más fuerte. Yo me sacrifico en pos de él. Es un acto de amor. ¿Lo entiendes?

Abigail – Si, quiero sacrificarme por mi sobrino.

Alucine por esas palabras y no pude refrenarme de darle un beso apasionado. Ella casi lloro de felicidad ante esa carantoña y me dio un abrazo que me hizo inflar el corazón.

Nadia – Esperate, y lo mejor. Cuando él se corre y ya se ha derramado en tu coño y en tu boca. Entonces sientes que estas completamente llena de su simiente. De su ser. Abarrotada por toda su masculinidad por los cuatro costados. Es un delirio. Ahora ponte en ofrecimiento y preparate.

Mi tía repitió la postura humillando la cabeza y alzando los glúteos. Como si fuese algo preparado llevo su mano a su vagina y extrajo abundante flujo y lo llevo a su ano. Sin yo tener que hacer nada ella me mostró un excitante espectáculo en el que se adecuaba para que yo hiciera uso de ella por la puerta trasera dilatándosela y lubricándola con sus propios fluidos. Eso me la puso aún más dura

Nadia – Amo mio. Le ofrezco en holocausto a mi hermana. Este es el sacrificio supremo que te hago como madre a ti como hijo. Deshonrala para tu placer.

Yo ya estaba un poco revolucionado por el entusiasmo del momento y sospechaba que no aguantaría mucho. Apunte mi pene a la entrada y el esfinter opuso una fuerte resistencia a ser invadido. Agarre las caderas para ejercer una mejor presión y al fin el glande comenzó a entrar. Mi tía tomo una almohada y veía que casi se desencajaba mordiéndola.

Cuando tome posesión del ano de Nadia por primera vez la cosa no fue tan traumática. Al parecer estuvo entrenándose con el dildo durante bastante tiempo. Lo cual no era el caso de mi tía. Tuve una cierta duda al ver casi llorar a Abigail cuando ya mi glande había conseguido entrar.

Nadia – Alfredo, prosigue. No tengas piedad de esta esclava. Rompele el culo. No te preocupes que no es una secretaria de verdad que tenga que sentarse.

Mi madrastra volvía por los fueros del odio. No tenía ganas de lastimar a Abigail por mucho mal que nos hubiese intentado hacer en el pasado. Empezaba a intuir que ya se había arrepentido sinceramente de aquello.

Yo - ¿Quieres que siga tita?

Abigail – Si, por favor. Rompele el culo a esta tu humilde esclava.

Yo - Sea así entonces.

Lo fantástico de desvirgar un culo es la combinación de disfrutar de una enorme presión que aplasta tu miembro sino también la percepción de que estas tomando terrenos que nunca han sido tomados. Siendo tú el privilegiado que va a gozar de conquistarlo y clavar la bandera de tu semen en su interior. La deliciosa sensación de como si de un guante que apretujara mi polla y me incitaba a correrme por la vía rápida. Y no me apetecía aguantar. Mi tía ahora intercambiaba sonidos de dolor con otros que asemejaban a ser de placer. Mi madrastra se coloco juntó a mi a besar mi cuello y acariciar mi espalda y pecho animándome a abusar sin medida de su indefensa hermana.

Nadia – Quita las manos de tu coño hermana. Recuerda que te estas sacrificando. Que sea tu culo el que le proporcione el máximo de los placeres que puede sentir un hombre. Vamos amo. Gozala sin escrúpulos. A partir de este día vas a tener dos esclavas, dos guarras, dos siervas, dos perras , dos putas a tu completo servicio.

Abigail - ¡Gozame mi señor!

Mis movimientos eran ya como los de un tren a toda velocidad a punto de descarrilar. Gruñía como un animal y entonces el picor que arranco desde mis huevos estalló en mi corteza cerebral. El volcán de lava blanca entro erupción vertiendo su cálida esencia en las tripas de mi tía. Mi cuerpo convulsiono como no recuerdo desde que penetré analmente por primera vez a Nadia. Fue un orgasmo largo, épico, de esos que deseas volver a sentir pero rara vez disfrutas. Con cuidado fui abandonando mi pene el calor del cuerpo de mi tía evitando lastimarla aún mas. Agotado me tumbe en la cama a recuperar un poco el fuelle mientras casi ni percibía las caricias y besos que una a cada lado me daba aquellas mis esclavas. Al rato vi como mi tía llevaba la mano a su culo, parecía que le dolía por como cerraba los ojos. Al poco llevo la mano a su boca. Estaba relamiendo el semen que estaba sobresaliendo de su interior. Desde luego me sentía un dios, pero rodeado por dos ángeles que me adoraban.

Nos dispusimos a descansar abrazados yo me acurruque a sus cuerpos pero en ese momento otra vez mi cabeza me hacía recordar que era un maldito bastardo. Me había dado cuenta de que amaba a mi madrastra. Que el trío que habíamos conformado con mi tía era una maravillosa experiencia. Pero lo que debía hacer era suavizar la tensión entre ellas. Me entristecía enormemente que se odiasen de esa manera. Debía de hablar con mi madre. Pero lo peor es que todo eso no podía coexistir con mi reciente romance con mi prima, la hija de Abigail. Debía evitar lastimarla, la mejor opción era romper con ella. Eso era lo razonable. Pero con la imagen de la maravillosa pecosa se me partía el corazón hacerlo y casi se me saltaban las lagrimas. Era un insensato y un egoísta.

Continuará.Agradezco mucho vuestros comentarios. No solo los técnicos, sino sobre la evolución de la historia. Muchas gracias.