La uruguaya Karina (2)
Sigue nuestro protagonista haciendo disfrutar a esta nena en esta recibe ayuda de una amiga bien puta y caliente de karina.
Karina, auténtica carne uruguaya Segunda parte
Hola lectoras y lectores de los relatos eróticos. Me llamo Juan, tengo 29 años, y vivo en Montevideo, Uruguay. Les quiero contar la segunda parte de lo que me sucedió con Karina, la doméstica que hace las tareas de la casa. Karina es de raza negra, tiene 16 años y mide aproximadamente un metro cincuenta y cinco centímetros de altura. Su boca es grande y coronada por unos labios gruesos y carnosos, pelo negro y lacio, pechos pequeños, una cintura de avispa y un culo monumental. Les recuerdo que por motivos laborales, mi esposa debió ausentarse de casa por un fin de semana completo el cual aproveché para dar rienda suelta a mis bajos instintos... Luego de aquella cojida memorable invité a mi empleada a bailar al "Sudamérica" uno de los más conocidos lugares bailables de cumbia de la ciudad. Ella estaba encantada ya que le gusta mucho ese ritmo musical. Además, le regalé un conjunto de ropa interior color rojo que meses antes yo había intentado regalar a mi esposa, quién lo despreció diciendo que "ese color es para las putas..." Karina me lo agradeció con un par de piquitos y un manoseo en el bulto. Antes de salir me dijo que había llamado a una amiga que hacía tiempo no veía y a la cual debimos pasar a buscar. No hice problemas, ya que si había engañado a mi esposa con una menor que trabajaba en nuestra casa, menos problemas me iba a ocasionar pasar a buscar a otra mujer. Ya estaba jugado a todo. A los 10 minutos paramos frente a la casa de la famosa amiga. Karina bajo del auto no sin antes darme un rico beso de lenguita. Al rato salieron las dos a las risas. Supuse que mi morocha le estaba comentando a su amiga lo que había pasado horas antes. La tipa en cuestión se llamaba Silvia. Aparentaba unos 30 años pero luego supe que sólo tenía 25. Un metro sesenta de altura, medio rellenita pero con buenas formas que se resaltaban aún más en un ajustado vestido verde fluo. Que pechos que tenía!!! Parecián pelotas de futbol, coronados con unos pezones que resaltaban de lejos. Su pelo era rubio y largo pero se le notaban las raíces color negro. Su aspecto era desprolijo, mascando chicle, dientes no muy limpios y maquillada en exceso. Enseguida me di cuenta que por esta piba ya habían pasando varios metros de pija caliente...Uds. me entienden. Yendo para el lugar bailable comprobé lo que suponía ya que Silvia me dijo: -Así que ya le aceitaste los patines a la Karina, no? Te cojes sólo a las negritas o a las blanquitas como yo también? Mirá que yo también estoy necesitada y me gustaría que me la metieran por el culito... -No parecés necesitada. Pero si querés podemos formar un trío... Los tres nos reímos, la mano venía de joda y seguimos hablando en ese tono hasta llegar al baile. Estacioné el vehículo y al entrar noté que el ambiente estaba pesado. Se veían algunas caritas de miedo. Mis ocasionales acompañantes como si nada. Conocían el ambiente y reían a carcajadas. Tomamos unas cervezas y bailamos los tres juntos hasta que Karina vió a algunas amigas y fue con ellas. Me quedé bailando con Silvia. La susodicha, ni corta ni perezosa empezó a bailar cada vez más apretada a mi cuerpo. Era una verdadera leona moviéndose para provocarme. Me empezó a acariciar las nalgas, se humedeció sus labios mirándome directamente a los ojos. No aguanté mucho y le devolví los gestos. Si buscaba guerra, guerra iba a conseguir... Mis manos se apoderaron de su cintura y empezaron a bajar con destino a su culo. Me di cuenta que no llevaba tanga y le empecé a acariciar la raya del orto de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba . Los suspiros de Silvia llegaban a mis oídos y me calentaban más. Mi erección era incontenible. -Uummm! Que dura que la tenés Juancito. La Karina me contó que se la metiste con todo. Por que no me hacés lo mismo? Mirá que yo la chupo mejor que ella y culeo como una loca en celo...Dale papito, no seas tímido. Mientas decía esto la muy puta se refregaba contra mi miembro y me besaba el cuello soplándome en el oído. No me hice esperar y mientras le acariciaba un pezón por sobre su vestido le dije: -Antes me gustaría probar esos pechos divinos que tenés... -Ayy, como no, son todos tuyos papi. Me muero por coger contigo y tenerte dentro de la conchita...Quiero que me llenes con tu leche. Al decir esto, llevó su dedo índice debajo de su vestido, lo metió en la concha y me lo dio a probar. Lo hizo más de cuatro veces. Su dedo era una cuchara, su concha era un panal y sus líquidos eran miel. Alrededor, la gente bailaba sin percatarse de lo que pasaba. Chupé ese dedo como loco. Tenía gusto y olor a hembra caliente. La tomé de la nuca con mi mano derecha y le encajé un chupón de película. Mi lengua saboreo la de ella. La mezcla de sabores era un coctél: cerveza, cigarro, saliva y sus jugos. La dejé casi sin respiración y nos sentamos en una mesa del fondo. Me miraba con lujuria y reía. No pasaron cinco minutos de charla cuando ya tenía mi mano por debajo de su vestido, acariciando su concha, tirando de sus pelos, metiendo uno o dos dedos en su entrada. Sin previo aviso, se separó. Karina llegaba a nuestra mesa y me dijo: -Ay Juani, estoy media mareada, llevame a casa que no me siento bien. Al decir esto se desmayó. La llevé a mi casa lo más rápido posible. Parecía estar medio borracha y drogada. Ni loco pensé en llamar a un médico. Que explicación le iba a dar? Y si mi esposa se enteraba de todo? Entramos y con ayuda de Silvia dejé a la negrita en su habitación que era el cuarto de servicio, éste se ubicaba en la planta baja de la casa. No podía más con mis nervios. Me tomé un whisky y le dije a Silvia que si quería que se quedara a dormir en el cuarto de huéspedes. Yo me quería dar un baño y acostarme en mi habitación, no quería saber de nada. El lunes volvía mi esposa y pense que ya había tenido suficiente. El agua corría por mi cuerpo, cerré los ojos tratando de olvidarme todo lo sucedido. Alguien golpeó la puerta del baño. -Soy yo, Silvia, puedo pasar? Tengo algo importante que decirte de Karina! Pensé que a la morochita le había ocurrido algo más y deje pasar a Silvita. Mis ojos se salían de las órbitas al ver a Silvia completamente desnuda y con mirada lujuriosa. Sus tetas eran enormes, le colgaban de su cuerpo como una masa descomunal. Dio dos pasos hacia la ducha y apoyo sus pechos y su cara contra la mampara. Me tiro un beso y la deje entrar. Sin mediar palabra se agachó y me empezó a pasar la lengua por los huevos y a lo largo de la pija. Que goce! No pude hacer otra cosa que tomar su cabeza entre mis manos y comenzar a realizar movimientos pélvicos. Mi miembro entraba y salía de su boca en forma rítmica. Sentía que su lengua, su paladar y sus dientes me acariciaban el palo. Estaba por eyacular cuando ella se detuvo. -Ahora la que va a disfrutar soy yo, tá? Comeme la conchita a ver que te parecen los jugitos... Quien se agachó ahora fui yo. Separe sus labios y comencé a mover mi lengua por su vulva. Capturé su hinchado clítoris con ésta y se lo mordí suavemente. Los gemidos que pegó la turra fueron terribles, se retorcía de placer y dolor. La estaba haciendo gozar como una cerda. - Si papi si, si, si seguí así, comeme toda, soy toda tuya. No aguanto maaaaás. Dale, dale...chupame, chumpame así... Luego de cinco minutos de lengua, su orgasmo me inundó la boca. Sus jugos eran un néctar celestial. Me tomó de la mano y sin secarnos me llevó al cuarto de huéspedes donde supuestamente iba a dormir ella sola. Al llegar me dijo: -Dale sentante en el borde la cama que vas a ver lo que te hago. De esa noche no te vas a olvidar. Ella se arrodilló frente a mi y comenzó a chuparme de nuevo la pija mientras que con uno o dos dedos se penetraba ella misma el culo. A los pocos minutos, escupió un par de veces sobre mi palo, lubricándolo. Seguido, me dio la espalda y se fue agachando sobre éste. La acción de la saliva junto con el agua y mi lubricación natural, provocaron que mi pene entrara de una sola vez y en forma muy lenta en su caliente culo. Aahhh como la gozaba a la puta. La tomé de la cintura y la subía y la bajaba. Mi pija entraba y salía a cada movimiento. -Te gusta que te coja así? Verdad que si putita? Decime que si guachita.. -Si, si, si dale fuerte, rompeme el orto que me tenés loco, dale dale. Metela, metela hasta el fondo que me gusta asiiií, asiiiií, asiiiií. Los gemidos de la rellenita eran cada vez más ahogados, parecía que se quedaba sin aire. Sus movimientno eran alocados, parecía poseída. Ambos comenzamos a sudar. Mis manos pasaron a sus pechos que se movían como si tuvieran vida propia. El trabajo de la penetración era tarea de ella. A los pocos minutos me vine en su interior. Mi bramido coincidió con un nuevo orgasmo de la rubia teñida. El semen caía de su culo y llegaba a mis muslos. Recostó su espalda sobre mi pecho y nos besamos. Saqué la pija, la cual estaba húmeda y con un poco de mierda que había traido de su no muy limpio orto. Le pide que me la limpiara con la lengua y así lo hizo. Al rato y mientras dormitaba con Silvita abrazada a mis espaldas, me acordé de Karina. Me levanté y fui a su cuarto para ver si la joven doméstica se encontraba mejor. En realidad no fui muy considerado ya que eran cerca de las 5 de la mañana. Entré a su cuarto y me sorprendí al verla tirada sobre la cama con las piernas abiertas con el soutien rojo puesto pero sin la bombachita. La imagen de la adolescente negra en esa posición me excitó. Comencé a masturbarme viendo la concha de la joven. Cuando alcancé la erección me acerqué a ella y muy lentamente le pasé la lengua por su raja. El gusto de la piba era distinto al de Silvia, más amargo diría yo. Estaba tan borracha que ni cuenta se daba de lo que sucedía. Le tomé las piernas y las coloqué sobre mis hombros. Acto seguido comencé a meter la pija en su concha. Ahora si reaccionó, abrió los ojos y su gesto fue primero de miedo y luego de aceptación. - Que hacés papi que haces? Estas loco? -No te das cuenta corazón, te estoy cojiendo como tanto te gusta a vos...Dejate hacer que vas a gozar bien gozada. Bajó las piernas de mis hombros abrazándome la espalda. Eso facilitó aún más la penetración. Con que gusto la cojí. Disfruté cada movimiento dentro de su caliente concha. Mientras la cojía, le pasaba la lengua por toda la cara. La muy putita comenzó a ronronear como una gata y me chupaba los pechos. Los gruesos labios de la negra eran como ventosas que se adherían a mi cuerpo. Al rato, luego de bombear muy tiernamente me vine en su interior. No me importó si lo disfrutó o no. Me sonrío y me dijo: -Estoy enamorada de vos...espero haber quedado embarazada, mi amor. Le pegué un fuerte cachetazo que la dejó llorando. Creo que el grueso labio superior comenzó a sangrar. No le respondí y me levante. Me preocupó que la guacha dijera eso. Subí las escaleras para ver si la puta de Silvia aún estaba durmiendo...Quería que me la chupara de nuevo.